Capitulo Dieciocho.
—Wow, pero miren quién escapó directamente del Mundo de las Maravillas, ¿qué te tiene tan sonriente, Cheshire?
Intentando quitar la sonrisa tonta que le hacia doler las mejillas, Noah enderezó su postura y observó la expresión burlona de su jefe brillando en la pantalla de su computadora. Estaba sentado en uno de los sofás en la terraza de su apartamento, aprovechando el suave calor del sol mientras garabateaba distraídamente bocetos rápidos en una libreta cuando la video-llamada apareció en su pantalla. Conociendo a Nee, quizás debió prepararse mentalmente antes de oprimir el botón para aceptar la misma.
Su jefe era un chismoso de primera, y para empeorarlo, nada parecía escapársele.
Intentando evadir el tema, dejó el lápiz sobre la mesa y terminó de borrar su expresión alegre por una un poco más sobria—. Nada nuevo por aquí —mintió antes de preguntar:— ¿Cómo están las cosas en Japón?
—Lleno de personas japonesas —dijo con simplicidad, su rostro acercándose demasiado a la cámara con grandes ojos ansiosos—. Ahora, suelta el chisme, ¿qué sucedió? ¿por qué te ves tan contento? ¿pasó algo con Darius? Cuenta y cuenta rápido antes de que Kai vuelva de la tienda.
Noah suspiró, intentando no reírse ante las payasadas del otro—. Teniendo en cuenta los estragos que hacen los chismes en tu vida diaria, es increíble que siempre parezcas tan emocionado cuando piensas que algo esta sucediendo a tu alrededor y tu no estas al tanto.
—Al contrario de lo que las personas piensan, los chismes no son malos para personas como yo. Publicidad es publicidad, no importa si es buena o mala, lo importante es que las personas hablen sobre ti y te tengan en cuenta —explicó con paciencia—. De todas formas, desde que me casé y tuve hijos, los chismes parecen evitarme como a la peste.
—Quizás a ti si, pero a los miembros de tu grupo no —dijo. Rebuscando en la pila de revistas que había estado ojeando antes, sacó una del montón y la puso frente a la cámara—. Jackson ha estado haciendo de las suyas nuevamente, esta en la portada de cada revista de prensa rosa que se publicó hoy, así como también salió en la sección de chimentos del diario.
Soltando un suspiro, Nee abandonó su actitud animada y se recostó en su silla—. Lo sé, nuestra representante me llamó hace unas horas para contármelo antes de que pudiese enterarme por otros medios —dijo—. Jackson ha estado descontrolado por un tiempo, pero no debes preocuparte por él, su mala conducta jamás ha hecho mella en la reputación de la banda.
Mirando la fotografía de un obviamente ebrio Jackson en la revista, Noah hizo una mueca—. Yo me preocuparía más por su bienestar que por su reputación.
—Jackson es un caso... complicado. Él ha tenido varias experiencias difíciles en el correr de los años, y aunque su vida ha mejorado, se niega a soltar el dolor y las heridas que sufrió en el pasado. —Nee explicó antes de dedicarle una mirada significativa—. Aunque supongo que no es la única persona con una lucha similar en estos momentos.
Noah estrechó sus ojos a la pantalla—. Tú sabes demasiado para estar tan lejos.
—Trato de mantenerme informado —evadió, con una pequeña sonrisa inocente que ni sus padres compraban—. Ahora, deja de evadir el tema y suelta el chisme, ¿cómo van las cosas con Darius? ¿Algún avance? ¿Hicieron algo mientras no estaba?
Arrojando la revista nuevamente a la pila, bufó:— ¿Por qué debería contarte algo? —dijo—. Además, ¿cómo sabes que mi alegría se debe a Darius? Quizás conocí a otra persona, o algo bueno haya sucedido en mi vida que nada tenga que ver con él, no lo sabes.
—Oh, chico, ¿realmente crees que no podría descifrar una expresión así? —río—. Sé lo que es estar perdidamente enamorado de alguien, Noah, podría reconocer esa expresión en el rostro de cualquiera porque es la misma que pongo cada vez que veo a Kai. Esa suave sensación de calidez que se instala en el pecho con solo saber que la persona que amas esta a tu lado, eso es algo que desborda a través de la mirada y que es imposible de confundir con algo diferente. Es simplemente amor, yo pongo esa misma cara cada que veo a Kai.
—Mocoso cursi —la voz fue suave y ligera como un susurro, pero Noah aun así pudo escucharla.
Y en el momento en que los ojos de Nee se desviaron más allá de la computadora, pudo ver perfectamente a que se refería este. Fue como si una luz se encendiera desde el interior, logrando que los ojos castaños brillaran con una sentimiento tan profundo que era algo increíble de ver.
—¡Papá! ¡Papá! —la pequeña y dulce vocecita de Haru vino antes de que apareciera en la pantalla, sus manos en alto enseñándole lo que parecía ser un juguete a su padre—. Mira lo que papi compró para mi, es un avión.
Nee lo subió a su regazo con una sonrisa—. Es muy bonito, cariño.
Esos pequeños ojos se enfocaron en la pantalla y sonrió más—. ¡Hola, tío Noah! —soltó, y trepándose sobre la mesa, dejó un beso en la pantalla a modo de saludo antes de alejarse para enseñarle el juguete—. Mira lo que tengo, llevaré uno para ti si te gusta.
Noah le sonrió—. Hola, peque, es un juguete muy lindo —dijo, viendo distraídamente sobre la cabeza del pequeño como Kai se inclinaba y dejaba un beso dulce y breve en los labios de su esposo, susurrándole algo que solo ellos pudieron oír, pero que hizo sonreír a ambos.
—¡Papi, hay que ir a comprar otro avión para tío Noah! —Haru decretó, quejándose un poco cuando su pequeño hermano resbaló de los brazos de su papi para ocupar el lugar a su lado en el regazo de su otro padre—. ¡No me patees, Nat! ¡Papá, Natsu me esta golpeando!
—Natsu, deja a tu hermano, cariño —Nee aleccionó.
Sin darle mayor importancia a su padre, el pequeño se lanzó adelante para seguir fastidiando a su hermano mayor nuevamente pero este en vez de molestarse, solo giró todo lo que pudo y abrazó al pequeño, palmeando suavemente su cabello—. También te quiero, hermanito —dijo—. Jugaré contigo, no tienes que patearme.
Con una pequeña sonrisa dulce, Nee acomodó a sus dos hijos en su regazo y los abrazó cerca de su pecho, su mirada iluminándose con un brillo diferente pero igual de fuerte mientras los observaba. Viendo la tierna y familiar escena, el corazón de Noah se estrujó en su interior. Su anhelo por experimentar ese mismo afecto era tanto que a veces llegaba a doler. Quizás algún día, él también pudiese sentir esa misma alegría.
—Lo siento, pensé que iba a tener más tiempo para hablar contigo —Nee se disculpó—. La razón por la que te llamaba en primer lugar era para avisarte que vamos a tomarnos un par de días más aquí, regresaremos el próximo domingo.
Noah asintió a medias, aun sintiéndose afectado por los pensamientos girando en el interior de su cabeza—. ¿Quieres que organice a alguien para que vaya a recogerlos al aeropuerto?
—No hace falta —negó—. Para ese día, mis padres habrán pasado más de una semana sin ver a sus nietos, no hay forma de que permitan que otra persona tome sus lugares allí. Tu solo preséntate para trabajar el lunes, voy a necesitar tu ayuda con algunos detalles de mi agenda que no terminan de cuadrar.
—Está bien, entonces, avísame si necesitas algo antes.
Nee asintió antes de mirar alrededor y acercarse a la pantalla, bajando la voz—. Aun me debes ese chisme.
—¡Nilo! —Kai advirtió desde algún lugar de la habitación, logrando que su esposo diese un salto.
—Te llamo luego, adios. —y la llamada se cortó.
Cerrando la laptop, la empujó al centro de la mesa y observó el paisaje de la ciudad que se extendía frente a él, sintiéndose más pensativo que de costumbre. Sin Reb alrededor, tenía demasiado tiempo para pensar y eso en su experiencia jamás parecía una buena idea. La soledad en general no era buena para él, había pasado una gran parte de su vida solo, creando suposiciones en su cabeza que al final jamás tenían lugar, pero siempre lo hacían sentir mal y era tan malditamente tonto sentirse mal por cosas que ni siquiera habían sucedido.
Pensar demasiado, obviamente, era su peor cualidad.
Antes de que pudiese hundirse demasiado en sus pensamientos, escuchó el sonido de la puerta que daba a la terraza abrirse, dando paso a un cansado Darius que se acercó arrastrando los pies y se dejó caer a su lado en el sofá. Había pasado casi una semana desde que había aceptado volver a intentarlo con el chico, y desde ese momento, el otro parecía siempre encontrar la forma de mantenerse alrededor. Después de aburrirse de abrirle la puerta al chico cada dos horas, le había dejado la llave para que entrase cuando quisiese.
Y él realmente estaba abusando de ese pequeño poder que Noah le había cedido, pasaba más tiempo allí que en su propia casa.
Estirando su mano, Noah alcanzó con suavidad para acariciar la nuca de Darius, jugando con el suave cabello castaño con la punta de sus dedos—. ¿Mal día?
Esos bonitos ojos verdes se giraron hacia él, haciendo pucheros—. Los niños pequeños son tan crueles.
—¿Te tocó el aula de Kinder de nuevo? —preguntó, intentando suprimir la sonrisa cuando Darius asintió lastimosamente—. Pobre bebé, ¿qué te hicieron esos pequeños granujas esta vez?
—Ellos fueron malos —musitó—. Ellos pusieron plastilina en mi cabello porque les dije que no podían comerse los crayones, y luego dijeron que las canciones infantiles eran tontas y que si Pin Pon se lavase la carita con agua y con jabón entonces se rompería porque es de cartón. Y sabes, eso tiene coherencia, así que no pude decirles que no es cierto, porque si lo es.
—Vaya, los niños parecen más y más inteligentes con cada nueva generación.
Darius asintió, aun con mala cara—. A mi si me gusta la canción de Pin Pon, aunque sea absurda.
No pudo evitar la pequeña sonrisa que se dibujó en su rostro ante eso—. Pequeño bebé grande.
Deslizandose por el asiento, Darius acomodó su cuerpo de metro ochenta como pudo en el sofá de tres cuerpos, hasta que logró recostar su cabeza en el regazo de Noah y los dedos de este volvieron a acariciar su cabello. Pareciendo completamente en paz con la nueva posición, soltó un suspiro y dirigió sus brillantes ojos hacia Noah.
—¿Cómo fue tu día, Teddy? —preguntó—. Tus vacaciones terminarán pronto, ¿no?
Noah negó—. Nee me llamó para decirme que se tomará algunos días más —dijo—. Pero en realidad, estoy deseando que regrese, me aburre estar todo el día aquí sin hacer nada.
—Mm, podrías intentar hacer algunos bocetos y enviarlos para probar suerte, estoy seguro de que captarías la atención de algún diseñador pronto y quizás puedas convertirte en aprendiz, eso sería bueno, ¿verdad?
—Quizás —dijo hacer una pequeña mueca—. En realidad, estoy abandonando un poco ese sueño. Hay cosas más importantes en mi vida en este momento, y ser asistente de Nee es lo suficientemente entretenido para mi por ahora.
—¿Estas seguro? —lo miró con duda—. Estabas tan ilusionado con todo lo de ser diseñador de modas.
Se encogió de hombros—. Tu querías ser bombero cuando éramos niños —le recordó—. Y ahora eres feliz siendo el maestro de música de esos pequeños granujas.
—Éramos niños, y también quería ser un extraterrestre, un cantante famoso y hasta un astronauta, obviamente no estaba pensando coherentemente —dijo, sonriendo—. Pero tu seguías queriendo lo mismo al crecer, era tu sueño.
—Era uno de mis sueños —corrigió, antes de negar—. Pero nunca fue el más grande de ellos.
Eso logró que Darius lo mirase con interés—. ¿Entonces cual es?
—Formar mi propia familia —confesó—. Tener una linda boda vestido de blanco, una casa bonita en algún lugar apartado, un par de niños corriendo alrededor y quizás un perro o un gato para terminar la imagen. Creo que ese siempre fue mi gran sueño.
—¿Que te impide cumplirlo? —Darius preguntó, logrando que Noah lo mirase con sorpresa. Enderezándose, el mayor se inclinó sobre él, sus miradas entrelazadas—. Cásate conmigo, Teddy.
Noah parpadeó lentamente, intentando que su cerebro procesase sus palabras—. ¿Acaso enloqueciste? —soltó, viéndolo con una sonrisa por lo absurdo de aquella propuesta—. ¿Que pasó con todo el discurso de tomarlo con calma que me diste hace dos días?
Darius se encogió de hombros—. Te he conocido por los últimos veinte años —dijo—. Y estoy seguro de que no existió un segundo en todo ese tiempo en el que no te amara. Conozco absolutamente todo de ti, Noah, y amo todo lo que conozco, ¿acaso eso no es suficiente?
—Acabamos de reconciliarnos, casarnos seria una locura, Dare. —intentó razonar.
—Vamos, Teddy —rodó los ojos—. Seamos sinceros entre nosotros, quitando la nula intimidad, seguimos comportándonos como una pareja durante los últimos años.
—Hemos salido durante una semana.
—Hemos estado saliendo durante los últimos veinte años —corrigió—. Nunca ha habido otra persona para mi, y sé que para ti tampoco, siempre hemos sido nosotros, ¿por qué casarnos sería tan loco?
Con un suspiro, Noah intentó ser la parte razonable por una vez—. Mi cabeza no está bien en este momento, ¿recuerdas?
Darius solo hizo un pequeño encogimiento de hombros—. Casarnos o no casarnos, no cambiará eso —dijo—. Me quedaré a tu lado para ayudarte a superarlo todo, todo el tiempo que sea necesario, el que estemos casados solo será un extra.
—Dare... —se detuvo a si mismo, sus dedos subiendo a acariciar su mejilla con suavidad—. Tu no quieres encadenarte así conmigo, no tienes idea de lo que eso conlleva.
Tomando su mano antes de que pudiese apartarla, Darius besó su palma con dulzura, dejando sus labios allí un momento más antes de confesar—. Hablé con King esta mañana.
Su cuerpo entero se congeló con aquellas palabras—. ¿Q-que te dijo?
La mirada verde era un poco más seria cuando volvió a verlo—. ¿Que crees que podría haberme dicho?
—Dare...
Poniéndose de pie, estiró casualmente su cuerpo y se dirigió al interior—. Aun tengo restos de plastilina en el cabello —se quejó, agitando el mismo—. ¿Puedo usar tu ducha?
No esperó que diese una respuesta antes de perderse dentro del apartamento nuevamente. Sentado allí, Noah observó su silueta desaparecer a través de las puertas francesas mientras su cabeza confundida intentaba ordenar sus pensamientos y darle sentido a lo que había sucedido.
No le había dicho nada a Darius acerca de las exigencias de sus abuelos aun, recién estaba comenzando a comportarse como una pareja nuevamente, no tenía intenciones de ir y presionarlo con algo así tan pronto. Pero sabía perfectamente que se le estaba acabando el tiempo, la promesa que le habían dado tenía fecha de expiración y esta estaba demasiado malditamente cerca. Se suponía que si no estaba casado antes de cumplir los veinticinco, entonces ellos tendrían el derecho a intervenir en su vida y casarlo con quien encontrasen satisfactorio para cumplir sus expectativas.
Lamentablemente para él, en su nebulosa de juventud, donde había pensado que la vida era más fácil y que al menos, como único heredero, se le debía un ápice de gentileza, había aceptado dicho acuerdo.
Ahora se daba cuenta de lo tonto que había sido y de la cantidad de poder real que les había dado a esas personas sobre su vida. Él papel que había firmado era un acuerdo legal, uno del que no podría salir bien librado sin acatar cada uno de los puntos estipulados allí. Claro, con ese simple papel solo podían tomar su herencia, su apellido y arruinar su reputación, lo cual no era tan importante para él en realidad.
Pero todos eran conscientes que quitándole todo eso, entonces estaría completamente desprotegido, lo cual le daría el momento perfecto para dar el golpe de gracia y terminar de arruinarlo antes de barrer su recuerdo bajo la alfombra como si solo hubiese sido un pequeño insecto molesto y seguir con sus vidas como si nada.
Eso era a lo que Noah le temía, y de lo cual, tanto Reb como King eran muy conscientes. Y si, quizás estaba un poco molesto con King, pero entendía si el chico había abierto la boca al final, su cumpleaños era en dos meses y estaría frito luego de eso si no tenía una alianza en su dedo antes de soplas las velas.
Pero... ¡mierda!
¿Por qué su vida siempre tenía que ser tan complicada?
Deslizándose fuera del sofá, sus pies descalzos hicieron un sonido casi imperceptible sobre la madera mientras entraba a la casa. Subiendo las escaleras a su habitación, escuchó la ducha abierta dentro del baño y dudó por un instante antes de acercarse y entrar al baño. Si se quedaba afuera un segundo más sin hablar con Darius, con seguridad terminaría comiéndose los dedos por el nerviosismo.
El lugar estaba inundado de vapor, los cristales de la ducha empañados dejaban ver la silueta borrosa de Darius debajo de la ducha, el cual se detuvo en medio de lavar su cabello y lanzó una mirada en su dirección. Aun cuando Noah sabía que no podía verlo exactamente, no pudo evitar revolverse nervioso.
—¿Estás enojado? —preguntó tentativamente.
Volviendo a lavarse, Darius respondió—. ¿Tu que crees?
Noah hizo una mueca, sintiéndose aun peor que un momento antes—. Yo lo siento —dijo—. Realmente lo hago, Dare, iba a decírtelo, pero acabamos de comenzar de nuevo, no quería presionarte.
—Tu mismo lo dijiste, tenemos demasiada historia como para que nuestra relación sea algo nuevo, me conoces perfectamente y sabes que haría cualquier cosa por ti, ¿por qué no decirme?
—Por eso mismo, sabía perfectamente como reaccionarías y no quería que te sintieses presionado —señaló antes de suspirar, apoyando su espalda contra la pared—. Cuando hice ese acuerdo con mis abuelos era joven, pensé que con seguridad nosotros dos íbamos a estar casados antes de que yo cumpliese veinticinco, ¿cómo podría saber que todo esto nos sucedería a nosotros? De haberlo sabido, jamás habría aceptado nada de eso.
—¿Hubieses tenido otra opción?
—Si, que ellos me casaran con cualquier persona al azar en cuanto cumpliese dieciocho. —bufó—. Pensé que si decía que si al limite de los veinticinco, estaría a salvo, pensé que nos estaba dando tiempo suficiente para arreglar todo y asentarnos...
Darius se quedó en silencio por un momento antes de preguntar—. ¿Por eso King esta aquí?
Hizo una mueca, mordisqueando distraídamente la piel alrededor de la uña de su pulgar—. Cuando lo llamé, pensé que estaba haciendo lo correcto —se excusó—. No quería arrastrarte a ti a toda esta mierda que es mi familia, y faltan solo un par de meses para mi cumpleaños, para que el trato expire, pensé que debía tener una opción viable. Al menos, con King, no tendría que casarme con una persona cualquiera que mis abuelos eligieran.
—¿Realmente te habrías casado con King si no te hubiese presionado esa mañana para hablar conmigo? —preguntó, podía sentir su mirada a través del cristal.
—¿Que otra opción tenía? —dijo, rogando por ser comprendido mientras las lágrimas ardían en sus ojos—. Se supone que debo estar casado antes de los veinticinco, y con un niño antes de los treinta, ese era el trato. Si no lo cumplía, entonces iba a ser arrastrado a una vida con algún imbécil con dinero que solo me trataría como un trofeo. Lo he visto suceder, Dare, he visto como son las cosas en familias como la mía. No quería arrastrarte a ti a esto, pero tampoco quería solo dejar que ellos simplemente me manejaran como una muñeca de trapo.
Darius no dijo nada y el silencio se extendió por un largo momento.
—¿Dare? —llamó suavemente—. ¿Darius?
Aun sin respuesta, dio un paso dudoso hacia la ducha, observando la silueta del otro pareciendo mirar el suelo. Su corazón se estrujó con el solo pensamiento de que Darius estuviese llorando por su estupidez. Pocas veces había visto al mayor llorar, esas pocas veces aun hacían que su corazón doliese.
—¿Dare? —volvió a llamar, y había un poco de llanto en su propia voz—. ¿Estás enojado? ¿Dare? Lo siento, sé que soy estúpido, lo sé. Por favor, perdóname.
Nada aun.
—Lo siento —ahora estaba llorando—. Lo siento, prometo no volver a ocultarte nada más, sin importar lo malo que sea, pero háblame. Por favor, Dare.
La puerta de la ducha se deslizó abierta y antes de que pudiese siquiera darle un vistazo a su rostro, la mano de Darius se enredó en su muñeca y lo jaló dentro junto con él. La cálida lluvia de la ducha cayó sobre su cabeza, lavando las lágrimas que habían logrado deslizarse y empapándolo por completo. Pero Darius no lo dejó quejarse por ello, los labios de este descendieron sobre los suyos. el beso tan brusco y profundo que Noah no pudo hacer más que quedarse allí y dejarse arrasar por el momento dominante que el otro estaba demostrando.
Los dedos de Darius se enredaron en su cabello, manteniéndolo en el lugar mientras su lengua empujaba dentro de su boca, lamiendo cada pequeño rincón como si estuviese reclamando un territorio. Un pequeño quejido escapó de la boca de Noah ante el tirón en su cabello, pero no estaba quejándose, no cuando estaba disfrutando tanto de ello.
Cuando el oxigeno se convirtió en una necesidad, Darius le permitió romper el beso, mirándolo con seriedad un instante antes de confesar—. King no me dijo nada.
Eso sacó bruscamente el aturdimiento de Noah, logrando que lo mirase alarmado—. ¿Que?
—Hablé con él esta mañana —dijo—. Me dijo que debía hablar contigo, y dejó caer algunas pistas de en donde tenía que presionar, pero él no me dijo nada de lo que acabas de decirme.
Los dedos de Darius empujaron suavemente su barbilla, cerrando su boca abierta antes de que pudiese ahogarse con el agua de la ducha—. Tú... —parpadeó antes de fruncir el ceño y darle un golpe al desnudo pecho frente a él—. ¡Me engañaste!
Darius solo sonrió—. Eres tan fácil, cariño.
—¡Imbécil! —le dio un par de golpes más, pero no parecían hacer mella en él—. Me hiciste decirte todo.
—Yo lo hice —admitió, llevándolo más cerca antes de levantar su mano para despejar el cabello húmedo del rostro de Noah, dejando un beso en su nariz—. Pequeño tonto, debiste decirme todo desde el inicio.
Deteniendo su ataque, el enojo se evaporó con el suave tono y preguntó:— ¿No estas enojado conmigo?
—Como dije antes, te conozco, Noah, te conozco quizás mejor de lo que tu mismo te conoces —dijo—. Sé como trabaja esa pequeña cabecita tuya, y entiendo completamente porque me lo ocultaste. Así que no, no estoy enojado contigo.
Chupó su labio inferior distraídamente—. ¿Enserio?
Asintió antes de que su expresión se volviese seria al inclinarse más cerca—. Pero tu, cariño, tu no vas a casarte con otra persona, ni en esta vida ni en la otra —aseguró—. Y te recomiendo que no lo intentes, a menos que quieras que te secuestre y te ate a mi cama hasta que algo de sentido común entre en esa pequeña cabecita que tanto amo.
—Solo quería protegerte.
—No necesito que me protejas, al menos no de ti —dijo. Acercándose, dejó un beso suave en sus labios que logró que Noah cerrase los ojos brevemente, y que estos fuesen besados dulcemente por Darius—. Vamos a casarnos, Teddy.
Abrió los ojos—. Yo-
—Vamos a casarnos —lo interrumpió con firmeza—. Pero no porque tu familia lo quiere, vamos a casarnos porque así debió ser desde el inicio. Vamos a casarnos porque te amo con locura y el solo pensamiento de estar otro segundo lejos de ti me duele físicamente. Vamos a casarnos porque tu eres mío, Noah, así como yo soy tuyo, eres mi otra mitad, mi amor, y no voy a dejar que nadie, ni siquiera tu, te aleje de mi lado.
El pequeño hipido se le escapó mientras lo miraba—. Tengo miedo, Dare —confesó—. Tengo miedo de que las cosas no salgan bien.
—Saldrán bien, porque nos aseguraremos de ello —prometió. Sus brazos se apretaron a su alrededor—. Solo debes venir a mi, cada vez que tengas miedo, ven a mis brazos, amor, y te prometo que todo irá bien. Siempre voy a estar aquí para ti, sin importar nada, siempre estaré aquí.
Y Noah lo hizo, se quedó allí, entre los brazos de Darius donde nada podía alcanzarlo y el mundo estaba bien. Aun cuando el agua se enfrío y el mayor lo hizo salir, se quedó cerca, permitiéndole al otro quitarle la ropa empapada y secarlo con una mullida toalla, arrastrándolo a la cama luego.
Volviendo a meterse entre los cálidos brazos, escuchó el corazón de Darius latiendo con fuerza en su pecho antes de musitar:— También te amo, Dare.
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