001. Fin de una vida feliz
Sé que en el título dice "próximamente", pero me gustaría dejarles un primer capítulo para que vayan introduciéndose en esta nueva historia, que se basará principalmente en los nuevos sucesos de la vida de Daphne Salvatore, la hija de Damon e Isabella... es decir, va a ser la continuación del primer libro de la saga Inmortal...
Aunque, no sé si sea tan necesario leer el anterior (aunque sí lo recomiendo, porque pueden haber recuerdos del pasado), sin embargo, esa historia está en proceso de edición, por lo tanto, hay capítulos que costará entender por mala dicción y un sinfín de errores... Sin más que decir, espero que puedan apoyarme en este nuevo proyecto, me den sus comentarios y votos! sería lo mejorrrr para saber si les gusta lo que hago con mucho lov! <3
...
|NARRADOR|
Daphne Salvatore era su mayor logro como padres y personas. Adoraban y admiraban a su hija desde que estuvo por primera vez en sus brazos. Hacía más de diecisiete años que estaba en su vida y todo resultó como lo esperaban.
Damon había conseguido un empleo como gerente del banco, aunque claro, no lo hizo por mérito y esfuerzo, más bien tuvo ayuda de la compulsión que ejercía. Por otro lado, Isabella decidió dedicarse al arte y retratar diversas realidades de la actualidad, convirtiéndose en una artista de renombre en Londres.
Ambos, desde el día uno, cuando Daphne tenía a penas un año recién cumplido decidieron adoptarla sin importarles el costo. Y hasta el día de hoy, ella no tenía intenciones de saber sobre sus padres biológicos, aunque Damon ni Isabella sabían de su procedencia. Todo era un misterio, aunque no lo creyeron necesario averiguar.
Pero ahora, su pequeña niña se había convertido en toda una adolescente y hermosa mujer, aunque para ellos siempre sería su pequeña niña. Lo mejor que les pasó en muchos años, y esperaban tener la inmortalidad suficiente para en algún momento de sus vidas decirle la verdad.
—Es el fin de nuestra vida feliz —refunfuñó Damon con decepción mientras empacaba cajas con sus muebles.
Odiaba las mudanzas. Era por eso y porque querían una vida tranquila que habían escogido Londres.
Era lo que querían para su hija, que creciera lejos de todo mal, alejada de la magia, de familias sobrenaturales, de desgracias y se apegara a la humanidad. Aunque todo eso fue posible durante diecisiete largos años, que claro, no pasaron en vano.
Muchas cosas habían sucedido entonces, y aunque mantuvieron contacto siempre con Stefan y Caroline, ya nada era como antes... en realidad, nadie era como lo eran antes. Sus vidas habían cambiado por completo cuando se enteraron que la familia Mikaelson había sido dividida y destruida, a excepción de Hope, Rebekah y Kol. Sin embargo, Niklaus y Elijah no corrieron con esa suerte.
No podían decir que se alegraban, bueno, Isabella no lo hacía. Para ella en algún momento Niklaus significó el apocalipsis en persona, pero de alguna u otra forma se había ganado su aprecio, y sus incontables ocasiones en las que decidió ayudarla. Por otro lado, Damon no podía decir lo mismo.
—¿Estás lista, cariño? —le preguntó Isabella a Daphne, su hermosa y adolescente hija. Cualquiera podría decir que realmente era su hija biológica, pero si supieran que no podía tener hijos, no lo creerían.
—Sip —señaló la castaña con una sonrisa.
No podía decir que extrañaría Londres, porque la verdad es que odiaba la ciudad urbanizada y sus excompañeras que lo único que hacían era hablar sobre maquillaje y chicos. No, ella no estaba a la par, además, su padre no le permitiría tener novio. Antes que eso, prefería romperles el cuello, él así lo había señalado en más de una ocasión cuando les presentaba a sus amigos del sexo opuesto, aunque claro, ellos salían huyendo de casa.
—Ma' —le decía ella por cariño, y para acortar la palabra—, ¿por qué volveremos al lugar de papá? —preguntó por décima vez en la última semana.
No se oponía al cambio de lugar por lo antes mencionado, sin embargo, no dejaba de preguntarse las verdaderas razones de su traslado. Aunque se ponía feliz de volver a ver a su tío y Caroline. Además, había rumores que Aro y Marcus reclutaron gente nueva para su asociación, reemplazando a los mellizos: Jane y Alec. No se podían permitir que fueran en busca de su hija y asesinarla frente a sus ojos. Estaban demasiados expuesto en Londres, sin ayuda de la familia.
—No es nada por lo que preocuparse —mentía. —Ya te habíamos explicado que Damon ha considerado la oferta de trabajo —continuaba con la mentira, pero no podía decirle a su hija lo que realmente sucedía.
Se habían prometido olvidar su pasado de cierta manera, ignorando que son vampiros, sedientos e inmortales, por lo tanto, ellos no envejecieron en diecisiete años, más Daphne lo hizo, pero nunca se cuestionó el por qué.
A pesar de su corta edad, Daphne sabía que algo más estaba sucediendo. Sus padres habían estado actuando extraño la última semana, pero estaba dispuesta a averiguar lo que realmente sucedía.
—Está bien —le dedicó una leve sonrisa, tratando de tranquilizar a su madre. —Iré a empacar las últimas cosas.
—Ve, cariño —fue entonces que Isabella suspiró profundamente. Odiaba mentirle a su propia hija. Es más, ella le había proclamado que jamás mintiese, aún así, no seguía sus propios consejos.
—¿Todo bien, Bell? —apareció Damon de la habitación continua, y al notar la expresión de su esposa no dudó en preguntar.
Ella curvó sus labios en dirección al cielo forzosamente.
—Sí... es solo que, aun no creo que vayamos a volver —se detuvo en seco frente al azabache.
—Tampoco yo —admitió con las manos en sus bolsillos. —Creí que jamás volveríamos, pero míranos ahora... este es el fin de una vida feliz para nuestra Daphne.
—Además, no ha dejado de preguntar el por qué de nuestro traslado tan repentino... estoy segura de que sospecha algo, Damon —frunció su ceño con preocupación.
Daphne era mucho más inteligente de lo que ellos podían pensar.
—En algún momento deberemos contarle la verdad, Bell —ella asintió a regañadientes. —Tal vez ella quiere adelantar ese proceso.
—Pero eso no está bien. No quiero que se involucre en lo sobrenatural. Tú y yo sabemos que eso solo trae desgracias a tu vida —claramente no lo decía por haberse conocido, sino por lo que había sucedido hacía diecisiete años atrás. —Prometimos mantenerla alejada de todo esto...
—Lo intentaremos —Damon se acercó a su esposa y con ambas manos tomó de su cuello, acercándola a él y besando su frente con suavidad. —Trataremos de atrasar la verdad lo más que podamos, ¿sí? Pero si en algún momento Daphne sospecha y averigua por su cuenta, no podremos mentir más.
—Bien... —masculló con un hilo de voz.
Le preocupaba demasiado el bienestar de su hija. Ella era todo lo que habían deseado y esperado por mucho tiempo. Daphne era perfecta y suficientemente capaz de averiguar todo por su cuenta.
(...)
Luego de haber descendido del avión y haber subido al taxi en el aeropuerto, la espera se hacía inagotable. Daphne por su parte iba observando con profundidad sus alrededores, consciente de que una nueva vida la esperaba en Mystic Falls.
Anhelaba poder llega con rapidez y abrazar a su tío Stefan. Lo extrañaba demasiado como para no haberlo visto físicamente en dos años, al igual que Caroline.
Esperaba poder conocer gente nueva, sociable y amigable, pues su sexto sentido le avisaba cuando una amistad era falsa o por interés. En eso jamás fallaba.
Se puso los audífonos para acortar el viaje de camino a su nuevo hogar, sin embargo, no podía dejar de preguntarse tantas dudas sobre este urgente traslado. Conocía lo suficiente a su padre como para saber que no cambiaría la comodidad de la ciudad por algo realmente urgente y grave.
Maddie & Tae comenzó a sonar en su Spotify. Música era lo que necesitaba para relajarse, cerrar sus ojos y descansar un par de horas mientras llegaban a destino.
Se podría decir que Daphne era una adolescente promedio, con buen comportamiento, excelentes notas y un sinfín de habilidades deportivas y artísticas. Sin embargo, algo en ella no la hacía completa, no la llenaba en absoluto. Desde ese entonces comenzó a buscar el por qué, pero nada de lo que hacía resultaba favorable, hasta su primer novio había alejado, rompiendo la relación a través de mensaje de texto.
—Dap —la llamó su padre con suavidad, aunque él no solía ser así.
Damon era el típico padre estricto, sobreprotector y celoso. Aunque para ella no existía mejor papá que él. Lo amaba por haber sido ellos quien la adoptaron y por hacerla inmensamente feliz durante toda su vida.
La castaña se removió en su lugar, y quitó los audífonos mientras la música había dejado de sonar.
—Ohm —se quejó entre sueños.
—Hemos llegado —avisó el ojiazul, haciendo que su hija se sobre exaltara y abriera con rapidez sus ojos, rodeando el lugar con una amplia sonrisa.
Damon sonrió al verla tan entusiasmada con el viaje y se detuvo a observarla como lo había hecho en años. Daphne había crecido sabiendo lo bueno y lo malo de la vida. Era consciente de todo lo que sucedía en la realidad, a excepción de vampiros y magia.
Los hermosos ojos verdes de Daphne penetraron los de su padre con ansiedad. Su hermoso cabello castaño era muy similar al de su esposa, al igual que algunas facciones de su pequeña. Su carácter era muy similar al de su madre, y aunque odiara admitirlo, agradecía que así sea, pues sino el choque de caracteres sería devastador en su vida. Así se llevaban bien.
El taxi pronto se detuvo, sacando los pensamientos de los tres. Estacionó frente a la mansión que no cambiaba con el pasar de los años, pues continuaba igual.
Daphne abrió su boca con expresión de asombro. Su padre y tío le habían hablado sobre la mansión en la que crecieron, pero ella no imaginaba la similitud de la ficción con la realidad.
—Es... ¡maravillosa —no pudo evitar decir una vez que descendió del taxi sin dejar de observar la mansión. —El tío Stefan había mencionado que era una mansión enorme, pero no creí que tanto...
Su asombro alegraba a Isabella, pues su hija se había tomado de buena manera la mudanza y todo lo que con ello conllevaba.
—¿Qué esperas para entrar? —la voz de su padre la hizo voltear en dirección a él. ¿Hablaba en serio? —Solo baja la manilla, tu tío suele confiar en la gente, aún.
Daphne dirigió sus penetrantes ojos verdes en dirección a su madre, esperando también su aprobación.
—Ve —le dijo ella con una sonrisa.
Fue entonces que la adolescente se acercó a la entrada mientras sus padres se encargaban de bajar todas las maletas del taxi.
Suspiró profundamente y cogió la manilla con sus manos. Contó mentalmente hasta tres y abrió, encontrándose con un panorama igual de fascinante. ¡Todo en esa mansión le gustaba!
—Daphne —el sonido de una voz masculina descender por las escaleras la hizo girar en seco y detener su pequeño tour. Volteó sobre sus talones y amplió su sonrisa, encontrándose con un ser muy querido.
—¡Tío Stefan! —corrió en dirección a él y se abalanzó sobre sus brazos, estrechándolo con fuerza. Habían sido dos años extremadamente largos. —No sabes cuanto te extrañé —hizo el intento por no llorar, pero la emoción la había embargado.
—También te extrañé, Dap —acarició su cabello mientras ella se distanciaba para mirarlo fijamente. —Mira... ya te has convertido en una hermosa jovencita —ella sonrió levemente.
Limpió el rastro de lágrimas con el dorso de su muñeca, aclaró su garganta y preguntó por sus primas.
—¿Dónde están Lizzie y Josie? —preguntó con curiosidad. Ellas tres se llevaban realmente bien.
Solo se llevaban por un año, siendo Daphne mayor que ellas. De alguna manera se sentía identificada con ellas, debido a que también habían sido adoptadas por sus tíos. Y aunque compartieran poco, continuaban en contacto constantemente, pues las redes habían evolucionado y debían aprovechar esa ventaja.
Aunque claro, Daphne no sabía muchas cosas... y por su bien, toda su familia esperaba que no se enterase, eso incluía a sus dos primas.
—Fueron con Caroline de compras para darles una bienvenida —observó el reloj de la pared—, pero ya deben estar por llegar.
Asintió impaciente. Deseaba ver a sus primas, abrazarlas y contarse lo que no podían por videollamadas.
—¡Dap! —gritaron ambas gemelas a la vez desde la entrada principal.
La castaña giró sobre sus talones y sonrió ampliamente al verlas aparecer. Las tres acortaron proximidad y se hundieron en un cálido abrazo fraternal.
Ahora Isabella entendía muchas cosas, una de ellas era el por qué su hija se encontraba tan tranquila con el cambio de ciudad, pues sabía que en Mystic Falls tendría a su familia y a sus dos mejores amigas.
Caroline se conmovió con la escena y un par de lágrimas escaparon de sus ojos, sin embargo, se incluyó en el abrazo.
—Que hermosa estás, Dap —dijo ella con tono bajo, sin dejar de abrazar a las chicas.
Daphne se distanció de sus primas, tratando de respirar profundamente y evitar las lágrimas, que aunque no eran por tristeza, más bien de felicidad, quería borrarlas. De todos modos, solo debía demostrar una sonrisa, ya que estaba feliz, entusiasmada y tranquila por comenzar esta nueva etapa en su vida con su familia, en especial con sus dos mejores amigas.
—Gracias tía... —contestó el alago, borrando nuevamente las lágrimas de sus ojos. —A ti tampoco te han hecho mal los años —sonrió.
No pudo darse cuenta la mirada cómplice de todos en la sala, menos de ella. Sin embargo, tampoco se explicaba por qué sus tíos continuaban manteniendo su jovialidad a pesar de los años.
Todo era coincidencia, pero al fin y al cabo eso no importaba demasiado momentáneamente. Solo se alegraba de tener el cariño de su familia, de sus amigas y de nuevas personas que estaría por conocer. Aunque claro, Isabella y Damon no podían olvidar el por qué de su venida a Mystic Falls, y existía solo una razón para ello: proteger a Daphne.
Por favor, recordar que este es solo el principio, ¿si? Por lo tanto, lo bueno está por venir en los siguientes capítulos, que pretendo ir avanzando... Un adelanto que puedo darles, es que pronto conocerán la verdadera historia de Daphne y su procedimiento... ¿quiénes serán sus padres biológicos? o:
¡Todo eso y más en los próximos capítulos de Daphne! <3 jiji (sí, léanlo como locutor) ;*
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