Abrazo Nocturno

Sentí una mirada atrás de mí. Algo me estaba siguiendo, eso era seguro, ya era la millonésima vez que lo sentía así en la semana, casi siempre de noche. Tragué con esfuerzo, haciendo como que no sabía nada. Dejé que la voz de Ville Valo me llenara completamente...

Let me bleed you this song of my heart deformed,

And lead you along this path in the dark

Where I belong 'till I feel your warmth.

Sentía que flotaba en el aire mientras escuchaba su canto. Una voz tan perfecta no podía ser humana, algo tan excelso no podía ser de una raza tan baja como la humana; la única que para brillar debe matar a los demás.

A pesar de la música a todo volumen, pude escuchar los pasos atrás de mí. Nunca entendí por qué, pero pude hacerlo. Un escalofrío abrasó al instante mi espalda. ¿Qué era esa sensación sin nombre? No sabía si estar aterrado o relajado, si preocupado o tranquilo.

Quería salir corriendo, pero una fuerza mantenía mis piernas pegadas el suelo, caminando al ritmo de siempre, como si estuviera escuchando mi música, pero ahora era simplemente un zumbido sin tono ni melodía, un simple ruido que no podía sacarme de la cabeza.

Alguien estaba detrás de mí, estaba siguiéndome, ¿Y qué estaba haciendo yo? Caminando como si nada. Necesitaba una bófeta para reaccionar, necesitaba volver en mí, pero ni sabiendo eso lograba salir del trance.

Solo necesitaba seguir caminando, seguir sin detenerme por nada. Si hubiese querido alcanzarme, el que me estuviera siguiendo, ya lo habría hecho. Algo estaría jugando en mi favor, al menos, pero tampoco era momento de tentar a la suerte.

Solo unos minutos para llegar a mi casa, o al menos a mi cuadra. Allí estaría a salvo, allí podría estar relajado... Pero si lo estás ya mismo, idiota, escuché la voz de Alec en mi cabeza, haciendo que mi corazón casi saliera por mi garganta.

¿Qué diablos estaba pasando? Alec... El solo recordarlo hacía que se me formara un nudo en la garganta, que mis ojos se empequeñecieran y trataran de derretirse como habían hecho hacía ya un año y medio... Cuando...

No. No pienses en eso ahora, idiota, me dije. No era momento de pensar en esas cosas, era momento de llegar a mi maldita casa, de largarme de una buena vez de la calle. Si salía de esa, estaba seguro, no daría más paseos nocturnos. Eran de poca ayuda, seguía igual que siempre, simplemente no me ayudaban a olvidarlo, a despegarme de su recuerdo.

Una danza macabra se presentó ante mí antes de doblar para llegar a mi cuadra. Unos cuervos volando en círculos, muy cerca del piso, sin hacer ruido más que el aleteo de sus alas. Sentí el viento frío entrando por los poros de mi cara.

Una gota cayó del cielo y un trueno sonó en la lejanía. Mi respiración comenzó a acelerarse, mi corazón a latir con toda su fuerza, mis pulmones luchaban por contener el aire el tiempo suficiente, y mis piernas trataban de mantenerme en pie.

Algo en mi cabeza hizo clic y reaccioné. Solté mis piernas del suelo, salí corriendo con todas mis fuerzas, abrí la puerta de mi casa con las manos temblando de terror, la cerré apenas entré, prendí las luces y me deshice en llanto sin motivo claro.

Me senté, recogí mis piernas con mis brazos, puse la cabeza entre mis rodillas y dejé salir todo lo que había contenido desde la muerte de Alec.

No era justo. No es justo. No sería justo. Odiaba a la vida, la culpaba de todo. Me había quitado lo más valioso en mi vida, luego de dar el paso más importante de todos, luego de dar la cara frente a todos por él, luego de defenderlo, luego de darle la mano cuando estuvo al borde del abismo... ¿Para qué? Para que un maldito ladrón le quitara la vida, para que un muerto de hambre pudiera comprarse su cerveza...

Me había olvidado de los audífonos, pero estos me recordaron su existencia con la canción que me sonó en mi cabeza mientras el ataúd de Alec era engullido por la tierra fría y seca...

I believe in you, I can show you that

I can see right through all your empty lies.

I won't last long, in this world so wrong.

Sin darme cuenta, había ido caminando hasta el baño y tenía entre los dedos una hojilla de afeitar.

Say goodbye,

As we dance with the devil tonight.

Don't you dare look at him in the eye,

As we dance with the devil tonight.

El diablo cantó en mi piel sin yo poderlo detener, dejando que su voz marcara mi brazo por segunda vez. Hacía ya un año que había cantado por primera vez, y ahora gritaba, rugía de furia, de dolor, de tristeza.

Se encogía en un rincón y gritaba con todas sus fuerzas, dejando que su voz manchara mis oídos, dejando que sus lágrimas salieran de mis poros.

Su música me drogó por completo. Su danza, su música, su canto, su cara, su belleza infernal eran éxtasis para mí. Sentí su aliento en los labios, el resultado de su llanto, el néctar que salía de mi carne.

Su voz se fue extinguiendo, dejando paso al silencio, dejando paso al dolor de la carne, mi carne.

Miré mi brazo con la piel mutilada. Realmente no me dolía, era más el dolor que me provocaba el agua de mis ojos sobre las mejillas, el calor abrasador que no soltaba mi pecho, el frío que helaba mi corazón... Era peor, infinitamente peor...

Sentí cómo iba perdiendo la conciencia, cómo me deshacía encima de mí mismo y cómo mi alma se despegaba de la carne. Cuestión de minutos, solo eso bastaba.

Miré al vacío. Si me quedaban algunos momentos de vida, al menos serían a su lado, su recuerdo vivo, mi único nexo con él a través de la muerte. Un lazo que pasaba por el inframundo y llegaba a mí.

Salí de allí tambaleándome, dejando todo el piso bañado en demonios, entré a mi habitación, dejándome derramar sin preocuparme. Abrí mi mesa de noche y saqué mi celular, el mismo de siempre, el único que él había visto.

Abrí los mensajes, le di a la tecla de OK para leer el único que no había borrado.

Siempre te amaré, nunca lo olvides.

Alec

Esta vez, en vez de cantar, el diablo lloró amargamente mientras que su canción sonaba en mis oídos por segunda vez. Todos mis demonios ocultos se alzaron y pelearon por mi carne, mis huesos, mi sangre, mi sombra y mi aire.

Lo querían todo, y lo tendrían todo por fin.

Siempre te amaré, nunca lo olvides.

Alec

No más noches de insomnio, no más canciones que me recordaran su cara, no más días de soles helados. Desde que escuché la tierra sobre la caja que lo tenía preso, desde ese preciso segundo, todo perdió color en mi vida, todo había perdido forma y color.

Siempre te amaré, nunca lo olvides.

Alec

Vivía una mentira, un espejismo de mis sueños más profundos, fingiendo una alegría que no pasaba de mis labios, fingiendo cada sonrisa, broma, comentario, mientras que por dentro me estaba pudriendo hasta las entrañas.

Siempre te amaré, nunca lo olvides.

Alec

Dejé que todo el infierno bailara en mi cuerpo, igual que bailaban mis ojos sobre sus últimas palabras para mí y para todo el mundo. Leía y releía todo el mensaje una y otra vez, memorizando cada letra, cada píxel que formaba cada palabra.

Una despedida sonó en mis oídos de nuevo, un aliento frío se posó en mis labios, y supe que había llegado mi momento.

No le daría el gusto al saco de huesos para que viera mis ojos ni leyera sus palabras. Le quité la batería al celular con las fuerzas que me quedaban, me lo llevé a los labios, le di un último beso y esperé el sueño eterno con los ojos cerrados, siendo mi nexo lo último que vi mientras aún respiraba.

Say goodbay...

***

Abrí los ojos. ¿Qué había pasado? No sentía mi cuerpo, pero sentía mi piel. ¿Era entonces un cascarón vacío? Seguramente sí...

Here I stand, helpless and left for dead.

Close your eyes, so many days go by.

Easy to find what's wrong, harder to find what's right.

¿Qué era eso? Me sonaba muy conocido. Esa voz, esa música... Imposible. Mis labios se abrieron lentamente, dejando salir un gemido, a medida que mis ojos reconocían mi habitación...

Con todo a mi alrededor dándome vueltas, me levanté. Estando de rodillas, luché contra las náuseas que sentía, y alcé la cabeza, dejando que los audífonos salieran de mis oídos. ¿Qué clase de broma era esta? ¿Qué estaba viendo?

Mi cuarto, claro... Tal cual lo había dejado...

El aire se salió de mis pulmones. ¿Qué? Estaba muerto, tenía que estarlo, ¿Por qué respiraba? ¿Por qué sentía los latidos de mi corazón? ¿Qué estaba pasando? Mi mente trataba de procesarlo todo, pero era imposible.

Me miré el brazo, destrozado aún, sangrando y con la piel desgarrada. Miré mi mano, el celular allí... Con su batería puesta y encendido...

Sentí cómo mi corazón se detuvo por lo que parecía una eternidad. El aire terminó de salir y mis ojos trataban de registrar lo que veían.

No estaba muerto, no estaba muerto, y tenía el celular en la mano, cuando lo había dejado caer... ¿Sí lo había dejado caer? Ya ni sabía, pero estaba seguro de que había sacado su batería, lo podía jurar mil veces y estar seguro completamente en todas, en cada una de ellas.

Algo no estaba bien. Se suponía que estaría muerto, que me encontraría con Alec. ¿Qué estaba pasando? Mi mente, despertando del coma en que estaba, produjo una posible respuesta, una probabilidad que me daba pavor...

Apreté uno de los botones y la pantalla se iluminó como de costumbre, dejando ver que tenía un nuevo mensaje.

No significa nada. No es nada. Solo es una coincidencia, Alex, solo eso, no tiene que ser nada extraño, aún hay alguien que se acordará de ti, seguramente Sara quiere los apuntes de la universidad, seguramente su hermana necesita ayuda con un análisis...

Meras suposiciones, meras ideas que no entraban en ese contexto. Abrí el mensaje, y cuando vi el nombre del remitente, lancé el teléfono a la cama. Comencé a temblar de pies a cabeza.

Sabía que la vida tenía un humor negro de la mierda, pero eso era pasarse de la raya. Era una broma pesada, muy pesada. Tenía que serlo. Alec estaba muerto, sepultado bajo tierra desde año y medio...

Las lágrimas comenzaron a salir de nuevo. Los temblores siguieron, aumentaron, escuché mi voz gritando de terror, pero ni con eso pude detener mis piernas. Me terminé de levantar, fui hasta el colchón de la cama y tomé el celular. Apreté las teclas para leer el mensaje...

No renuncies.

Alec

Decidí responderle, a lo que fuera que me estuviera escribiendo.

¿Por qué debería? No estás conmigo...

A.

La respuesta llegó pocos segundos después... La leí con el pulso latiéndome en las venas.

Siempre estoy contigo, pero no me puedes ver. Eso es todo.

Alec

Quiero estar contigo. ¿Dónde puedo verte?

A.

No habrá vuelta atrás si lo haces...

Alec

No me importa.

A.

No podrás hacer lo que solías hacer.

Alec

Me da igual, tú eres lo único que me interesa.

A.

¿Seguro?

Alec

Sí.

A.

Sal de la casa.

Alec

Mis manos temblaban sin descanso, y sin embargo me puse la primera chaqueta que vi en el clóset. Tomé el celular, dinero, y me salí a las calles de nuevo. El teléfono vibró al instante.

Cambia de opinión, por favor.

Alec.

Sabes que no lo haré.

A.

Sí, pero no quiero condenarte como lo estoy yo

Alec

Estés como estés, estaré contigo.

A.

Ve a donde nos conocimos, el lugar donde fuimos quienes realmente éramos. Estaré allí...

Alec

¿Qué lugar era ese? Lo busqué en mis recuerdos, en todos y cada uno de ellos hasta dar con él. Su imagen se clavó en mi mente con un cuchillo.

Miré a los lados, tenía que llegar vivo. Tomé aire. Que sea lo que el diablo quiera que sea. Con eso en mente, comencé a caminar hasta la escuela secundaria en donde lo había conocido...

Pasé por las callen en donde habíamos salido, vi los locales a los que habíamos entrado, las heladerías donde habíamos comido, cada lugar en donde habíamos pasado un buen momento juntos.

El frío me escocía las heridas del brazo, sentía que me ardía, y la sangre salía de vez en cuando, pero ya no le prestaba atención al dolor, solo seguía el camino que se abría ante mí.

Llegué al parque donde habíamos tenido nuestra primera cita, y la segunda y la tercera, y donde nos habíamos dado nuestro primer beso el día de navidad. El mejor regalo que alguien me había podido hecho en mi vida, el recuerdo más valioso de todos. El único que valía la pena.

Mis pies se movían por sí mismos, como si fueran un cuerpo distinto al mío, simplemente conectado por carne y huesos; con alma propia, mente propia. Estaba dividido en dos partes distintas, la que quería saber qué estaba pasando, y la que gritaba de terror.

Ninguna lograba dominar mi cuerpo para detenerme.

Alec. Alec. Alec.

Su nombre se repetía en mi cabeza junto con la imagen de su cuerpo en el funeral. Su cara pálida, mal maquillada para tratar de ocultar la poca sangre en su cuerpo, la rigidez de sus miembros... Sus ojos cerrados, por siempre cerrados.

El viento bailoteó a mi alrededor haciendo estragos con mis heridas a través de la ropa, congelando mi interior lentamente, pero no me importada. Solo restaban algunas cuadras.

Todo me estaba dando vueltas, me sentía débil, pero tampoco me importaba. Me traía sin cuidado todo ello, me valía mucho menos que nada. Alec. Solo me importaba ese nombre, el nombre y los recuerdos que me traía.

Mi mente se apagó con cada paso hasta dejarme como un cuerpo que se movía por inercia, un simple pedazo de carne vivo empujado por un deseo, una danza macabra, un deseo que podría significar muchas cosas, pero el cual solo tenía uno válido para este.

Todo a mi alrededor se desdibujó, perdió forma y claridad. Las luces no iluminaban nada más que las calles por donde estaba pasando, los edificios no existían, ni los demás lugares. Cada cosa fue desvaneciéndose a medida que me acercaba a mi destino.

Cuando vi la entrada del liceo, mi cerebro reaccionó, al tiempo que un mensaje entraba a mi teléfono.

Puedes cambiar de idea, aún no es tarde.

Alec

No lo volveré a decir. Quiero estar contigo más que nada.

A.

Párate enfrente de la puerta y cierra los ojos.

Alec

Una de mis neuronas trató de hacerme reaccionar, de hacerme ver lo ilógico de todo eso. Alec estaba muerto. Ya no debería quedar ni su cuerpo, ya no quedaba nada de él, era imposible que él me estuviera escribiendo.

¿Y qué?

La respuesta llegó a mí apenas puse el pie sobre el primer escalón de la escalera de la entrada.

Me daba igual, muy de igual. Solo quería estar con él. Había sido la peor época de mi vida, había caído más bajo que nunca, tenía la prueba tallada en lo hondo de mi piel, un recuerdo de lo que significaba estar sin él.

A medida que subía, toda nuestra historia se presentó frente a mis ojos. El día en que lo vi en medio de la clase de física, cuando tropezó y casi se cae cerca de mi puesto...

***

El chico era realmente lindo. Lo miré directo a los ojos. Blanco, pelo negro, largo hasta la nuca, ojos azul pálido. Estaba vestido completamente de negro, y llevaba un pequeño espejo colgando de una cadena plateada.

-Disculpa... Esto... ¿Está ocupado a tu lado? No quedan más puestos-Me habló con una voz que me hipnotizó al instante-.

-No, puedes sentarte-Le sonreí, seguramente estaba nervioso-.

-Gracias... ¿Qué estaban explicando?-El chico había llegado tarde y era su primer día en el liceo-.

Comencé a explicarle lo que entendía de la clase, y pronto estuvo al tanto de todo. Era bastante inteligente pues captaba lo que nos decía el profesor y me ayudaba cuando yo no entendía alguna cosa.

Ese mismo día cuando salimos a desayunar lo invité a ir conmigo. Los demás lo miraban como si fuera alguien con una enfermedad contagiosa, pero a mí me daba muy de igual.

Era más por ser amigable que por otra cosa, pero no me podía negar que me sentía muy atraído por él. Era bastante guapo, realmente.

Yo también estaba vestido de negro ese día, casualmente. Tenía un anillo rojo en el dedo, y cuando él me preguntó le expliqué, con miedo a que me mirar como los demás, que era una representación de lo que sentía a veces.

Para mí el rojo siempre fue el color de la ira, la rabia, pero también el del amor. Me recordaba que entre tanto dolor podría haber un poco de luz al final del camino, que siempre había alguna oportunidad por aprovechar.

A su vez, él me explicó que el espejo era porque él quería que los demás se vieran a sí mismos en él, que no era alguien a quien tenían que tener miedo, o alguien peligroso. Le pregunté acerca de eso, y me dijo que muchas personas en su anterior liceo lo miraban con miedo por cómo se vestía y la música que escuchaba.

Estuvimos conversando durante todo ese rato, además de que le mostré los lados del lugar, dónde compraba la comida, dónde podía comer, todo ese tipo de cosas.

Al final del día quedamos emparejados para un trabajo en grupo. La mejor casualidad de mi vida.

Los días pasaban y de conversación en conversación cada vez éramos más cercanos el uno al otro. Alec era muy conversador y siempre trataba de sacarme una sonrisa, me sintiera como me sintiera.

La forma en que me miraba en todo momento, el brillo que veía en sus ojos, la forma en que me trataba, siempre tan atento y cariñoso, todo eso y más fue lo que dieron el coraje de sincerarme con él.

-¿Qué pasa? Te ves muy pálido.

-Nada-Traté de sonreír, pero me salió una mueca y me maldije por eso-.

-Bueno, si tú lo dices... ¿De qué querías hablarme?

-Esto... No sé cómo decirlo...

-En español, por favor-Me sonrió-.

-Imbécil-Me reí-. Es un poco complicado, pero creo que primero quiero saber algo. Seguiremos siendo amigos a pesar de todo, ¿Verdad?-Lo miré a los ojos tratando de anticipar su reacción-.

-Te voy a sacar las palabras a golpes, claro que sí-Me miró de nuevo con una sonrisa en los labios-.

-¿Lo prometes?

-Lo prometo-Vi era sincero en lo que decía, así que tomé aire y decidí ir al grano-.

-Me gustas, Alec. Tengo ya mucho tiempo sintiéndome así y sé que puede que... ue no sientas lo mismo, pero no puedo callármelo más-Comencé a temblar por los nervios, bajé la mirada y miré la mesa todo el tiempo mientras hablaba-. Te entiendo si quieres alejarte de mí, ya me ha pasado...

Lo que pasó después me dejó asombrado.

Me tomó por la barbilla, levantó mi mirada, vi que tenía una expresión que no sabía interpretar, se acercó y me dijo al oído las palabras que nunca olvidaría.

-Lo mismo digo yo, tonto-Y se rió-.

Al día siguiente me trajo una rosa con una nota. Quedé boquiabierto con lo que estaba haciendo. Tan abierto, simplemente no lo creía. Ese día, apenas me di una vuelta, me llegó una bola de papel a la cabeza, la primera de muchas a lo largo de los días.

***

El frío me regresó a la realidad. Mi celular volvió a vibrar.

No los abras aún.

Así lo hice. Inmediatamente recordé la imagen que salió en la prensa el día en que fue hallado muerto. Los ojos abiertos, la piel más pálida de lo normal, la mano sobre el celular, que tenía un aviso de "Enviado" sobre la pantalla.

El piso comenzó a darme vueltas. Estaba por interactuar con algo en lo que no sabía si creer o no. Si Alec me estaba escribiendo, ¿Quién estaba enterrado? Si Alec estaba enterrado, ¿Quién me estaba escribiendo? ¿A qué estaba jugando? ¿En qué estaba pensando?

Cuando sentí una respiración congelado sobre mis labios quise abrir los ojos, pero luché y vencí. Se mantuvieron cerrados todo el tiempo.

Una respiración acompasada me daba directamente en la boca, un segundo tras otro. El corazón me comenzó a latir a toda velocidad y potencia. De repente un dedo pasó por mi mejilla y pude escuchar un quejido. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién estaba en frente de mí?

-Abre los ojos.

Todo mi cuerpo se descompuso cuando escuché su voz. Era su voz, la suya, la suya y de nadie más. Era la voz de él. No sabía si mirar o no. ¿Con qué m iba a encontrar? ¿Qué tendría enfrente?

-Confía en mí-Su voz, su voz; realmente era su voz-.

Eso fue suficiente para mirar.

Luego de bailar con el diablo, luego de escucharlo cantar, llorar, gritar, maldecir y bendecir, ahora miraba el paraíso.

Estaba allí. Realmente estaba allí. El aire salió por completo de mis pulmones, y la sorpresa hizo que me cayera al suelo. Me dio la misma sonrisa de siempre, los mismos ojos brillantes, pero había un halo de tristeza a su alrededor.

-La misma cara puse yo cuando me vi...

Su sonrisa se volvió una sonrisa triste, una mueca, una máscara. Yo seguía mirándolo incrédulo, sin saber qué pensar o qué hacer. La vida no te prepara para estas cosas, o mejor dicho, en la vida no existen estas cosas.

¿Qué está pasando? Me pregunté por millonésima vez. La ley de la vida era nacer y morir, no levantarse de la tumba. No era lógico, mirara por donde mirara. Además, si había pasado un año, al menos debería haber cambiado un poco, pero tampoco.

Estaba exactamente igual que cuando lo encontraron, solo que sus ropas eran distintas, pero su cuerpo era el mismo, exactamente el mismo. Mismo tono de piel, mismo tono de voz, peinado, color de ojos. Era el mismo que recordaba.

-Te juro que puedo explicarlo.

Sus ojos me miraban con terror. ¿Qué estaba pasando? El aterrado era yo, el traumatizado era yo. Él debería estar bajo tierra, no hablándome. Era imposible. Mi mente comenzó a procesar todo lo que estaba pasando de nuevo, estaba comenzando a procesar cada cosa, y me estaba haciendo reaccionar como debería. Sin darme cuenta, estaba temblando.

-Por favor, por favor, no-Una lágrima resbaló por su mejilla, interrumpiéndolo de golpe-...

-Sí, sí... Quiero escucharte-Mi voz salió apenas vi sus ojos llorosos-.

-Ha sido difícil... Todo este tiempo, todos estos meses sin ti, y finalmente te encuentro, y en ese estado, así, dándote por vencido-Sus lágrimas siguieron saliendo mientras hablaba-. Simplemente no pude soportarlo. Sé que esto puede significar mil cosas para ti, pero si te da un objetivo para seguir viviendo, para seguir respirando, lo haré. Nunca quise acercarme a ti, pero cuando te vi así, simplemente no pude evitarlo, tenía que hacerte saber que no todo estaba perdido, que tenías que mantenerte viviendo.

-No entiendo... Tú no deberías... Digo, deberías estar... No es posible... No-Las ideas se aglomeraban en mi lengua de tal manera que no lograba terminar ninguna oración-...

-Te juro que hay una explicación, pero debes prometerme que te mantendrás vivo, que seguirás viviendo.

-Yo... Yo... Tú... Pero tú... Yo... Te... Te lo... Te lo prometo-Dije al fin-.

-Ok-Dijo tomando aire-. ¿Has escuchado las historias de miedo donde los muertos vuelven de la tumba?-Asentí, ¿A dónde quería llegar?-, bueno, algo así fue lo que me pasó, ni yo mismo entiendo cómo funciona, pero cuando me... Me... Me hicieron eso, durante la noche me desperté, sediento, con una quemazón en la garganta...

-Es...Espera-Me levanté, aún conmocionado, pero acepando lentamente todo que estaba pasando-, espera, ¿Despertaste...Sediento? ¿Dices que...?

-Sí-Un peso me cayó sobre los hombros-, sí existe algo como eso...

-¿Cómo...?

-No sé-suspiró al tiempo que se encogía de hombros con la cabeza baja-, simplemente pasó. No quería acercarme por esto mismo-Se tocó el pecho-, por lo que soy ahora, por el peligro que podría ser para ti. Puedo hacer cualquier cosa, pero si te lastimo, si te hago algo, por mínimo que sea-Me miró directo a los ojos-, no me lo perdonaré nunca.

-Entonces no te vuelvas a ir-Di un paso hacia él-.

-No puedo, puedo hacerte daño-Dio un paso hacia atrás-.

-No lo harás, sé que no. Más daño me hace no estar contigo, más daño me harías yéndote ahora que sé que estás vivo-Sentí mis lágrimas saliendo-. No quiero estar solo de nuevo.

-Y yo no quiero hacerte nada malo, no puedo estar contigo-Su voz se quebraba sílaba a sílaba-.

-Nunca lo hiciste, nunca lo haces, y sé que no lo harás ahora, ni nunca-Me volví a acercar, y esta vez él no se movió-.

-No entiendes, no entiendes. Soy un asesino, soy un monstruo. Tengo que matar para vivir, tengo que quitar vidas para conservar la mía. ¿Por qué querrías estar a mi lado?-Nuevamente estaba llorando-.

-Porque te amo por sobre todas las cosas, seas humano o no-No esperé nada más, ni una respuesta, y me lancé a su brazos, plantándole un beso en los labios, sintiendo cómo lloraba yo también-.

Sus manos estaban paralizadas en el aire, lo sabía porque no las sentía en mi cuerpo, pero lentamente fueron acercándose, y me abrazaron. Sus labios despertaron y me correspondieron, me dieron la respuesta que siempre me daban cuando lo besaba, la misma respuesta que tenía meses esperando. La respuesta que tanto había extrañado.

Me separé de él para tomar aire, y aprovechó para hablarme de nuevo.

-¿Seguro que quieres hacer esto? No hay vuelta hacia atrás después.

-No me importa-Negué con la cabeza mientras le sonreía entre lágrimas-, no me importa nada más, no me importa. Solo te quiero a ti, y si es para siempre, no podría pedir más.

-No quiero condenarte a una vida como esta-Me acarició la mejilla mientras me miraba, aún con lágrimas tratando de salir-, no es lo que piensas que es, te lo aseguro.

-Haberlo pensando antes, tonto-Le sonreí-, porque ahora solo quiero estar contigo.

-¿Seguro?

Como respuesta le planté un segundo beso, corto, pero dejándole entender lo que significaba esa oportunidad para mí. No era una condena, un castigo, un peso que tuviera que llevar en los hombros.

Era un regalo.

Mis padres me habían despreciado, mi familia negaba de mí, mis amigos me fueron dejando solo lentamente por asco y por vergüenza a que los vieran conmigo, la gente me señalaba, me insultaba, me irrespetaba. Y ahora aparecía él para darme la oportunidad de no pasar por eso nunca más.

Era un regalo, un don. Y estaba dispuesto a aceptarlo.

-¿Eso responde tu pregunta?

-Habría que ser idiota para no saberlo-Apoyó su cabeza con la mía-...

-En parte lo eres, porque me lo preguntaste mil veces-Me reí-.

-Entonces señor, que así sea.

Puse mi cabeza de lado, viendo por el rabillo del ojo cómo unos dientes se alargaban hasta volverse colmillos finos y blancos, junto con sus ojos que se coloreaban de un color rojo sangre, intenso, brillante, un rojo vivo y llameante como el más salvaje de los fuegos.

Sentí sus labios y su aliento en mi piel, y antes de cerrar los ojos, antes de tomar la última bocanada de aire como humano, sentí sus dientes perforando mi carne, llegando hasta mi interior, y su gemido de placer al alimentarse.

Me dejé llevar por el sueño, por la debilidad, sabiendo que cuando abriera de nuevo los ojos podría estar por siempre con él. Por siempre, para siempre. Eternamente.

-Gracias-Susurré. Me desvanecí con una sonrisa en los labios y lágrimas de felicidad en las mejillas-.

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