Attitude
Título: DANZA DE HIELO
Autora: Clumsykitty
Fandom: Universo Marvel entre Avengers y Thor principalmente.
Parejas: las que lleguen, pero sin duda habrá Thorki.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Habrá mucho de todo y algunas cosas serán desagradables. No es un cuento de hadas. Me tomo licencias con ciertas tramas, personajes y contextos para mi beneplácito. Hace milenios que no escribía fanfics, pido clemencia a mis lectores por mis fallas, vuelvo a escribir como un ejercicio personal en busca de algo perdido.
Gracias por leerme.
CAPÍTULO 10. Attitude.
I want them to know it's me
It's on my head
I'll point the finger at me
It's on my head
Give it all to you
Then I'll be closer
Smiling with the mouth of the ocean
And I'll wave to you with the arms of the mountain
I'll see you
Ashes to ashes, Faith No More.
Bajo el terror de Thanos, había sufrido por varios siglos, aunque al volver solo hubiesen pasado tan solo meses. Había sido lo mismo con las Nornas. No había pasado tiempo desde que los guardias le habían echado a las fronteras cuando al día siguiente había caído de la nada frente al trono de Asgard, inconsciente, con una marca en su mano como símbolo de su liberación por los trabajos realizados. Apenas si había hecho algo. Pero estaba peor que cuando Thor lo había traído y Eir, su sanadora personal, se había dedicado a llevarle de vuelta al mundo de los vivos. Más de uno estaba inconforme con lo sucedido pero se mordería la lengua antes de proferir queja alguna, sostener que las Nornas se habían equivocado al liberarlo tan pronto sentenciaba a Asgard a la muerte segura, uno que otro reino ya había perecido de esa manera. Por su condición, dieron por sentado que había sufrido lo peor con las trillizas que jamás habían mostrado compasión por criatura alguna, eso era un consuelo para sus mentes, fue lo que Loki supuso mientras bebía de forma golosa agua fresca que le aliviaba luego de la fiebre sufrida. Ahora con la liberación de sus crímenes, podía regresar a Midgard sin problemas, estaba seguro que más de uno apoyaría la idea cuando la presentara ante el todopoderoso rey Thor. Todavía tenía la mente agitada por lo sucedido con las Nornas, habían despertado algo en su corazón que no deseaba nombrar, una verdad sepultada. Pero aún le esperaban sorpresas que llevarse por delante como la doncella guerrera Sif que abrió las puertas de su habitación de par en par caminando directo a los pies de su cama.
-Lady Sif –saludó con voz carrasposa.
-No sé qué clase de suerte te acompaña, Loki Lauyfeson, pero ahora servirás a tu rey de la manera correcta. Yo me voy a encargar de eso.
Él solo levantó ambas cejas esperando a que se explicara. Sif caminó cual bestia enjaulada alrededor de su cama antes de decidirse a hablar claro.
-Thor siempre te ha escuchado, para bien o para mal. Ahora quiero que uses ese privilegio para devolverle a sus cabales.
-Para ello necesitaría volver a nacer –replicó en tono agrio.
Sif le fulminó con la mirada acercándosele. –De mi parte te hubiera cosido esa boca altanera y traidora por castigo, no hagas que lo reconsidere. Quiero que uses esa astucia tuya para quitarle la maldita idea de la cabeza que está distrayéndole de sus verdaderos pendientes. Asgard le necesita como los otros reinos y con urgencia.
Loki asintió poniendo a un lado el cuenco vacío. –Lo que desees, doncella guerrera.
-Tus lisonjas no funcionan conmigo.
-¿Qué perturba a Su Majestad?
-Cree que tiene una hija perdida.
Fue una absoluta y completa bendición de los dioses que en esos momentos Lady Sif estuviera dándole la espalda o hubiera visto su expresión de miedo antes de volver a su calma afiebrada.
-¿Por qué es extraño eso?
-Ah, no me digas, ya lo sé –Sif finalmente tomó asiento a la orilla de la cama mirándole- Pero en los últimos años Thor solamente ha estado con ella, Jane Foster. Estaba, mejor dicho. Y no tuvieron ninguna descendencia.
-¿Qué tal antes?
-No –Sif negó vigorosamente- Ya he buscado con precisión las conquistas de Thor y ninguna de ellas ha terminado con un hijo o hija suyo.
A Loki le divirtió el pensar en Sif buscando amantes perdidas del Dios del Trueno en lugar de estar pateando traseros de guerreros insolentes. Toda una escena digna de ver.
-¿Quién...?
-Fue el Oráculo de Alfheim, el anterior. Antes de morir le dijo a Thor que su hija tomaría a Mjolnir y acabaría con la oscuridad. Y luego le dio por tener más de esa visión, buscando videntes por los Nueve Reinos.
-¿Lo consiguió? –preguntó con precaución sintiendo los latidos de su corazón en los oídos.
-Apenas nada pero lo suficiente para volverle inconsciente –Sif clavó sus ojos en él- No entiende razones, deja problemas y riñas entre reinos por tratar de encontrar esas respuestas.
-Está loco –opinó más para sí que para ella.
-Por eso me ayudarás. A cambio, ayudaré a que tengas un rango digno dentro de la corte real.
-Te ayudaré... y me ayudarás a regresar a Midgard.
-¿Tú de vuelta a Midgard?
-Soy el prisionero de los Vengadores. Lady Sif, sabes que no poseo ya poder alguno, nada aportaré aquí sino conflictos. De vuelta a mi prisión, estaré mejor. Sin ofender, pero prefiero mi celda a esta habitación.
Los ojos de la guerrera le examinaron en busca de alguna mentira. No la había, era más o menos la verdad. Convencer a Thor de que no tenía ninguna hija iba a ser pan comido. Sus días en Asgard estaban contados... y al mismo tiempo sentía que no debía ser así porque estaba olvidando algo.
-Confío en los Vengadores, no les diste problemas en todo ese tiempo, sabrán contenerte.
-¿Es un trato?
Ella se levantó asintiendo para dejarle. Loki jaló aire sosteniéndose el pecho. Aquello había estado demasiado cerca. Maldito Dios del Trueno y sus necedades. Siempre era así, cuando tenía una idea en la mente hasta no llevarla a cabo no la soltaba aunque pasaran siglos con eso. Cabeza hueca con todo y corona inmortal. Se enfocaría ahora en salir de la cama para buscarle lo cual no fue difícil pues una vez que puso pie fuera de la habitación aquella mole impertinente estaba a su lado.
-Loki –Thor sonrió al verle- Me alegra que estés mejor.
-He cumplido mi sentencia –murmuró con una reverencia- ¿Qué tiene planeado ahora Su Majestad para mí?
-Pensé que no lo preguntarías –jalándole por la cintura como si fuese otra de sus conquistas, Thor le llevó al exterior entrando a uno de los jardines- Necesito tus habilidades para encontrar un Oráculo.
-Hay muchos en Asgard, tengo entendido.
-No, son solo hechiceras que juegan a adivinar las suertes. Necesito una verdadera vidente. Tú has leído todos los libros de la biblioteca, sabes dónde puedo encontrar una.
Loki miró la mano que sujetaba su cadera sin intención de soltarle, apretó sus dientes maldiciendo de nuevo las maneras toscas de Thor a quien miró de reojo detrás de él.
-¿Su Majestad puede decirme con que finalidad? Así buscaré mejor al Oráculo.
Al fin el Asgardiano le soltó cuando llegaron frente a una sala con balcón abierto de arcos tallados cubiertos por enredaderas sin hojas, el invierno estaba por comenzar y la gran mayoría de la vegetación era solamente ramas o troncos sin hojas o flores. Dentro de la sala esperaba una mesa mediana con bandejas de comida recién hecha que esperaban por sus comensales igual que las jarras de vino. Thor le dio la espalda al ojiverde, tomando aire y mirándole de arriba abajo al volverse considerando sus palabras, estaba mortalmente serio para el gusto de Loki, lo que afirmó las palabras de Sif para su pesar.
-Tengo una hija, Loki.
-No he tenido el gusto de conocer a Su Alteza Real.
-Esto es un asunto serio –gruñó el otro volviéndose a él.
-Lo siento, Su Majestad.
-Deja de llamarme así.
-¿En dónde está ella?
-Eso es lo que tu Oráculo va a decirme. Debo encontrarla antes de que alguien le haga daño.
De no ser por las circunstancias, Loki se hubiera sentido enternecido con aquellas palabras. Pero solamente avivaron los temores en su alma. Aún no la encontraban, pero lo harían. Un pensamiento traicionero le dijo que tenía frente a sí lo que estaba haciéndole falta para protegerla, dejándole en mutis. Thor tomó el silencio del ojiverde por confusión, negando con una sonrisa para tomar su mano y llevarle dentro.
-Te explicaré mejor mientras almorzamos.
Aquel guerrero hecho rey sabía demasiado y al mismo tiempo no sabía nada. Loki escuchó con algo parecido a la angustia los hechos ocurridos alrededor de la búsqueda de la heredera perdida. Las muertes de aquellas videntes no habían sido solo una mera casualidad pero Thor ignoraba que se debía al conjuro protector que había puesto sobre Idunn de forma que cualquier vistazo hecho a través de la magia provocaría la locura y más tarde la muerte sobre el intruso. Había sido creado de esa manera porque estaba consciente del poder de los Otros para cazarlos, jamás creyó que un Oráculo sagrado fuese capaz de traspasar su barrera o videntes igualmente sagradas. Mientras el Dios del Trueno comía como si no hubiera un mañana, animado por quien sabe qué razones, él apenas había probado bocado. Quería salir corriendo y gritar con todas sus fuerzas. Había dejado demasiados cabos sueltos en su huida, pero no había tenido el tiempo para considerarlos todos, se les escapaba la vida y no precisamente iba a ponerse a pensar en los riesgos de tales magias o portales antiguos como olvidados a usar de emergencia. Se sintió culpable de arrastrar en sus mentiras a los Vengadores, los mejores amigos del Asgardiano que una vez fue su hermano... ¿o seguía siéndolo? ¿Por qué estaba pensando eso en tan precarios momentos?
-¿Estás bien? –se reprendió mentalmente por tener la maldición de respingar a cada toque del rubio. La mano de Thor sujetó la suya, preocupado al verle quedarse inmóvil.
-Solo... meditaba.
-Dime tu opinión al respecto. Y prueba la carne, Loki, necesitas recuperar peso.
-¿Puedo hablar con sinceridad?
-Adelante. No esperaba menos de ti.
Descerebrado confianzudo. Loki hizo una apurada selección de ideas sobre cómo quitarse de encima de una vez y para siempre a ese Dios del Trueno. Estaba a nada de volver a Midgard, tenía tantas ansias de abrazar a su hija que desesperaba por dentro con o sin heridas de por medio. En honor a su propia verdad, estaba cansado de sentirse herido.
-Existe en la tierra de los elfos oscuros un pozo mágico. No es un Oráculo pero te dará la respuesta definitiva. Sólo necesitas dejar caer un par de gotas de su sangre, formular tu pregunta en voz alta y aparecerá la respuesta en la forma de una visión.
-Loki... ¿es real lo que me dices?
-Tienes mi honesta palabra, Majestad.
Por supuesto que era real, pero siendo un pozo de magia negra lo único que hacía era devolver la respuesta contraria. Cuando Thor preguntara por su hija, éste le diría que no había tal o que ya estaba muerta, cualquiera de las dos respuestas iba a funcionar. Eso es en caso de que aún sirviera, por supuesto, con delicia pensó que dados los últimos eventos con Malekith, ese pozo estaba inservible, pero el Asgardiano no necesitaba saber eso. Le tomó por sorpresa el gesto de Thor cuando le atrajo por el cuello dándole un beso en los labios, inocente y apurado que le devolvió a cierta memoria. Le miró con ojos abiertos pero aquel ya no le prestó atención, un anciano consejero llegaba corriendo tan aprisa como sus débiles piernas se lo permitían.
-¡Majestad! ¡Majestad! ¡El Padre de Todo ha despertado!
Como si leyeran su mente, cañones y cuernos sonaron por todo el palacio anunciando la buena nueva al reino. Así sentía su pecho Loki en esos momentos, apretando el mantel con un temblor recorriendo su cuerpo. Podía engañar a todos menos a Odín, Padre de Todo.
Odín se daría cuenta, Odín sabría.
Al cuerno Thor, Sif y todos los demás. Salió disparado de ahí buscando un caballo que le llevara hacia donde Heimdall a quien lamería de pies si era necesario para que le lanzara a Midgard. Las piernas le temblaban, no supo si por el miedo o la falta de energías, de todas maneras tomó el primer caballo listo que había en los establos regañando al mozo que intentó detenerle para salir huyendo con el viento frío del invierno que caía en Asgard contra su rostro. Debía alcanzar el puente antes de que el Padre de Todo saliera de su cama o todo estaría perdido. Sintió sus ojos rozarse y luego lágrimas frías golpear su rostro. La imagen de Lucky se desvanecía en su mente.
-No... no... -gimió aterrado.
Golpeó los costados del corcel que se quejó antes de acelerar su galope. La cabeza ya le daba vueltas pero en sus ojos solo existía la nueva cúpula donde divisó la imponente figura del guardián de Asgard con su espada clavada en el suelo. Sus manos estaban entumecidas por el frío lo cual se le hizo sumamente gracioso, prácticamente cayendo del caballo que dejó volver a su establo mientras corría a tropiezos hacia Heimdall ante quien cayó de rodillas.
-Poderoso guardián, déjame volver a Midgard –su voz fue entrecortada resistiendo el sollozo que amenazaba con escapar.
-No tienes el permiso...
-¡Te lo suplico! –gritó Loki estremeciéndose, los cañones comenzaban a apagarse- ¡Te lo ruego! ¡Jamás volveré a estas tierras si me dejas partir ahora! ¡Vas a librarte de mí! ¡Asgard será libre de mí!
Heimdall le miró escéptico y renuente a moverse, Loki no se lo pensó dos veces, inclinándose hasta que su frente tocó el suelo con sus manos rozando la punta de los pies del guardián.
-¡Por piedad!
Un sollozo de alivio escapó de sus labios al sentir a Heimdall alejarse para entrar a la cúpula. Levantó su rostro casi gateando para ponerse de pie sin darse cuenta que arañaba las paredes. Solo un poco más, un poco más y todo acabaría.
-No, Loki.
El tiempo se detuvo al escuchar la voz de Odín no lejos de él. Se giró lentamente con el corazón a punto de salírsele del pecho cuando se encontró con la mirada omnipotente del Padre de Todo. En alguna parte de su mente avistó a Thor llegando gracias a Mjolnir pero su vista solamente se concentró en el poderoso dios cuya expresión no pudo leer. Era demasiado tarde.
-No... no... no, no, no, no, no, no... ¡NOOOOOOOOOO!
Gritó con todas las fuerzas que su alma le dio, sus dedos se encresparon jalando sus largos cabellos negros con gruesas lágrimas cayendo por sus mejillas. Lucky aprendiendo ajedrez con Jarvis, silbando con una hoja como Clint le enseñaba, bailando con Natasha, jugando a indios y vaqueros con Steve, volando un papalote en la playa con Sam, derrotando en un videojuego a Tony, saltando por los aires con Hulk. Todas esas memorias vinieron a él mientras caía inconsciente con un gemido de dolor. En alguna parte de su mente escuchó una risa macabra burlarse de su suerte.
-¡¿Qué es lo que está sucediendo aquí?!
Thor le atrapó antes de tocar el suelo, mirando confundido a su padre quien se acercó tranquilamente a Loki, posando una mano en su frente cuando el Dios del Trueno le levantó en brazos. Odín acarició aquellos cabellos revueltos y se dio media vuelta.
-Volvamos al palacio.
La celebración del retorno del Padre de Todo se había detenido por aquel incidente, sin embargo, Odín mismo dio la orden de seguir luego de instruir a Eir sobre el cuidado de Loki. Algunos lo tomaron con alegría, creyendo que el Embustero había huido en cuanto había escuchado la noticia por temor a la ira bien merecida de Odín. Thor juró que escucharía de labios de su padre la verdad, pero éste pareció olvidar el incidente durante el banquete.
-Padre...
-Has tenido demasiadas tribulaciones, hijo mío –le dijo el Padre de Todo cuando la celebración hubiera terminado- Debes descansar.
-Loki...
-El peligro aún no se marchado, espera escondido a que bajemos la guardia.
-Lo sé.
-Buenas noches, Thor.
-Buenas noches, padre.
Odín desvió su camino hacia la habitación de Loki, entrando en silencio y cerrando las puertas tras de sí para sentarse a su lado en la orilla de la cama. La habitación estaba en silencio, apenas un par de velas encendidas iluminaban cerca de ellos.
-Sé que estás despierto.
Loki apretó las pieles que le cubrían encogiéndose más si aquello era posible. Estaba pálido con la mirada asustada.
-Loki, mírame.
El Padre de Todo esperó paciente a que Loki reuniera el valor suficiente para girarse sobre su costado sentándose contra la cabecera con la cabeza caída, sus cabellos ocultaron su rostro que se humedeció con nuevas lágrimas que Odín limpió con su pulgar, levantando su mentón.
-Estás vivo –era un elogio, no una afirmación.
Nadie en los Nueve Reinos sabía que cuando Thor regresó a combatir a Loki, éste había salvado a Odín de último momento en un acto que ni él mismo había entendido de las manos de Thanos y los Otros cuando aparecieron en aquellas tierras para cumplir la promesa que le habían hecho si fallaba con el Teseracto. El Padre de Todo quiso hacerles frente pero Loki se interpuso, usando a Gungnir para herirle y hacerle caer en su sueño profundo de tal suerte que lo único en pie que encontraron los Otros en el trono fue al ojiverde esperándoles. Odín estaba oculto cámara abajo junto con el Teseracto, a salvo del terror que cayó sobre Loki por siglos enteros, hasta que Thanos decidió que podía ser una paridera suya iniciando una nueva cadena de horrores de la cual sacó a Idunn y por ello mismo terminando en Midgard a manos de Hulk.
-Ella te necesita fuerte, no en este estado.
Eso provocó que Loki tomara la mano de Odín entre las temblorosas suyas. –Por favor... no me la quites...
El Padre de Todo rió, confundiendo al ojiverde quien se encontró entre sus brazos, sintiendo su mano acariciar sus cabellos como Frigga solía hacerlo cuando tenía malos sueños de pequeño. Lentamente, escondió su rostro en el pecho de Odín llorando abiertamente. Él sabía. Sabía que había robado el trono como medida para escapar de Thanos, un esfuerzo que resultó inútil al final. Y cuando se había dado cuenta que Odín estaba dispuesto a dar su vida por protegerle, Loki no compartió esa idea, no le perdería como a Frigga a pesar de las malas experiencias que hubiera entre ambos porque dentro de sí, estaba consciente que guardaba sentimientos hacia él.
-Todo saldrá bien, hijo mío.
Odín le meció suavemente permitiendo que el ojiverde sacara todas las lágrimas que llevaba dentro, acariciando sus cabellos. Cuando al fin le sintió más tranquilo, tomó su rostro entre sus manos limpiando el rastro de sus últimas lágrimas.
-Deja atrás esas tinieblas, Loki.
-¿Puedo...? ¿Puedo volver a la Tierra? –le preguntó éste con una mirada suplicante.
-No –respondió gentil el Padre de Todo- Es muy pronto, siempre has sido astuto pero estuviste a punto de cometer un error, hijo. Si te hubieras marchado tan intempestivamente, Thor te hubiera seguido y ahora estarías en Midgard envuelto en la situación a la que tanto rehúyes. Debes tener paciencia, como nunca antes. Thor es el actual rey de Asgard, te necesita a su lado para gobernar con sabiduría. Acompáñale y será de sus propios labios de donde escuches tu ansiado retorno. Estoy consciente del esfuerzo que te pido, pero es la manera más apropiada. Además... -Odín miró su rostro con atención- me gustaría tenerte un poco más a mi lado.
Loki suspiró profundamente antes de asentir, más sereno y meditando sus palabras. Con el Padre de Todo protegiéndole, su perspectiva de Asgard podía cambiar. La reunión con su hija tardaría más de lo que hubiera deseado, más tenía la seguridad al fin de que sucedería. Una débil sonrisa apareció en su rostro, agradeciendo a Odín por todo antes de despedirse, sintiéndose más ligero al volver a ser padre e hijo. Habría mucho que hacer en los próximos días.
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