Aria (continuación)

Título: DANZA DE HIELO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Universo Marvel entre Avengers y Thor principalmente.

Parejas: las que lleguen, pero sin duda habrá Thorki.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Habrá mucho de todo y algunas cosas serán desagradables. No es un cuento de hadas. Me tomo licencias con ciertas tramas, personajes y contextos para mi beneplácito. Hace milenios que no escribía fanfics, pido clemencia a mis lectores por mis fallas, vuelvo a escribir como un ejercicio personal en busca de algo perdido.

Gracias por leerme.


CAPÍTULO 9. Aria (continuación).

I know it's hard to tell how mixed up you feel
Hoping what you need is behind every door
Each time you get hurt, I don't want you to change
Because everyone has hopes, you're human after all
The feeling sometimes, wishing you were someone else
Feeling as though you never belong
This feeling is not sadness, this feeling is not joy
I truly understand. Please, don't cry now

Please don't go, I want you to stay
I'm begging you please, please don't leave here
I don't want you to hate;
For all the hurt that you feel,
The world is just illusion, trying to change you

Illusion, VNV Nation.


-¡NO!

-Tranquilo, tranquilo –escuchó una voz de mujer hablarle.

Los monstruos se fueron en ese momento y vino una calma acompañada de unas manos amorosas. Conocía esa mirada, claro, era la mirada de mamá. Estaba muy preocupada, sus ojos tenían lágrimas a punto de derramarse. Una de sus cálidas manos tocó su frente, murmurando palabras de gran poder que refrescaron su pequeña frente empapada de sudor, calmando su cuerpo tembloroso y el dolor de sus músculos. Lentamente el sueño fue venciéndole, arrullado por el canto proveniente de la dulce voz de mamá, que besó su frente mientras le arropaba una vez más.

Ask veit ek standa,
heitir Yggdrasill
hár baðmr, ausinn
hvíta auri;
þaðan koma döggvar
þærs í dala falla;
stendr æ yfir grœnn
Urðar brunni.

Loki desvió su mirada, aquello iba a volverle loco. Estaba recordando, o estaba viviendo. No podía decir cuál de las dos cosas era más correcta, o si las dos eran una sola. Se miró a sí mismo, de pequeño, más pequeño que Lucky, en su amplia cama de príncipe de Asgard con Frigga cuidándole sumamente preocupada mientras le arrullaba con la misma canción que luego enseñara a su hija en tiempos menos placenteros. No había olvidado aquel incidente, había tenido una fiebre altísima durante una semana completa, abriendo sus ojos apenas unos momentos antes de cerrarlos para volver a caer en sueños terroríficos producto de la fiebre que cedió hasta el octavo día cuando al fin salió de la cama en brazos de la reina, quien le llevó a su jardín preferido para darle el primer fruto del nuevo árbol invernal que había criado al mismo tiempo que él, tenían la misma edad. No sin dolor, recordó el dulce sabor de aquel fruto dorado que mordió ansioso y feliz mientras Frigga besaba su frente aliviada, meciéndole ligeramente antes de llevarle al palacio donde la corte esperaba por ver al pequeño príncipe sano y salvo.

-¿Y recuerdas por qué enfermaste? –preguntó Urd a su lado.

-...no.

Era la primera vez que montaba a caballo, solo, sin el tutor de caballería. Su caballo tenía un nombre imponente que desechó al instante, prefiriendo llamarle simplemente Manchas. Era un corcel de manchas marrones y grises, dócil y paciente para un pequeño como él cuyas piernas apenas si alcanzaban los estribos de su montura. Por supuesto que estaba aterrado de cabalgar por sí solo, pero quería hacerlo porque su hermano mayor, Thor, ya corría por los campos siempre verdes al este del palacio con un arco en mano para cazar. No iba a quedarse atrás aunque su hermanote fuese años mayor que él, siempre le seguía a donde quiera que iba, imitando sus movimientos que en más de una ocasión ya le habían costado moretones, raspones y una que otra cortada que mamá sanaba al instante con un suspiro y su cálida magia. Thor era su héroe, claro que papá también pero, en secreto, muy dentro de su corazón, su preferido era su hermano mayor aunque jamás se lo había dicho en buena parte porque no se le había presentado la oportunidad. Siendo el primogénito de Odín, Padre de Todo, Thor siempre estaba rodeado de otros príncipes de reinos más lejanos, de embajadores y gente muy vieja que no le dejaban estar a solas con él lo suficiente para decirle cuanto lo admiraba.

Por eso le era tan importante montar a caballo sin que nadie le tuviera que sostener o ayudar, así Thor cabalgaría con él, corriendo los dos juntos por los campos al amanecer. Ahí le diría a su hermano cuánto lo amaba y admiraba, que siempre sería su héroe, no aquellos tontos de los libros con aroma a queso podrido. Thor era Thor. El trueno le obedecía aunque de vez en cuando terminaba con los cabellos humeando cuando un relámpago aterrizaba sobre su cabeza, aún no había podido levantar a Mjolnir, pero había jurado muy serio que un día lo lograría. Y no le tenía miedo a nada. Ni a los maestros de ojos severos, ni a los tutores de peleas, o a las horribles ranas gigantes de Vanaheim. Mucho menos a los espantosísimos Gigantes de Hielo de Jotunheim. Él estaba bien seguro que un día ambos iban a derrotar a todas esas cosas feas que daban miedo y los Nueve Reinos iban a ser un verdadero paraíso. Entonces Thor iba crear un camino de arcoíris para ambos donde deslizarse de aquí para allá hasta el fin de los tiempos.

-Fui un iluso –masculló apretando sus dientes para no llorar, no sabía exactamente por qué las lágrimas venían solas.

-¿Lo fuiste?

Azuzó a Manchas para que moviera sus fuertes patas, primero con calma, una detrás de la otra sin hacer muchos brincoteos. Cuando tuvo el equilibrio sobre la montura, se aferró con todas sus fuerzas a las riendas y golpeó con sus talones como le había enseñado el enojón tutor que debía hacerse para que un caballo aumentara el ritmo de su trotar. Se fue hacia adelante a punto de caer cuando Manchas caminó más aprisa con suaves brincos, pero pasado el susto, se volvió a erguir como el principito que era, nada menos que el segundo hijo de Odín y Frigga, no se iba a poner a llorar ahí mismo por estar montando. Primero dio un par de vueltas alrededor del campo cercado antes de llevar a Manchas hacia la puerta que cruzó alegremente en dirección hacia las praderas nevadas donde crecían las flores de capullo de nube como les decía, tenían otros nombres, los maestros siempre le regañaban que anduviera cambiando las cosas como los nombres, pero es que siempre les tenían que poder palabras que costaban mucho trabajo decirlas y menos podía recordarlas cuando venían acompañadas de regaños. Pasó por uno de los jardines de mamá donde crecían arbolitos pequeñitos que parecían casitas para duendes y luego vio a lo lejos las praderas nevadas. Volvió a talonear los costados de su caballo que entendió de inmediato el mensaje trotando con mayor fuerza en aquella dirección. Sonrió mostrando la ausencia de un diente de leche al sentir el viento mecer sus cabellos y acariciar sus rosadas mejillas.

Su corazón latió con la misma fuerza que un tambor de la guardia real o un cuerno del palacio. Estaba montando solito y a buen paso. Las praderas se abrieron ante él, con sus bajadas y subidas, rocas y rocotas. Las flores como capullos en forma de nube meciéndose al viento como si bailaran para él, animándole a seguir cabalgando. Rió muy alegre con un relincho de Manchas acompañándole también alegre de ser un corcel muy obediente, iba a darle la mejor manzana que hubiera en la cocina cuando volvieran. Bueno dos, una para él y otra para el caballo. Entonces las cosas se pusieron mucho mejor, increíble, cuando escuchó el llamado de Thor a lo lejos, ya casi donde terminaba la pradera. Estaba en su caballo blanco como héroe que era, y levantó una mano al verle con esa gran gran sonrisa que era más que para él y solamente para él. Levantando su mentón en alto, fue bajando por la ladera en su dirección para que hermano viera muy bien cómo había conseguido cabalgar cual príncipe de Asgard que era. Ahora solamente tenían que correr los dos muy juntos y entonces le diría al fin a Thor lo que tenía guardado desde hace mucho.

-¡Fue una estupidez! –apretó con fuerza sus párpados pero de todos modos las lágrimas escaparon.

-¿Lo fue?

Cuando casi estaba por llegar, a pocos metros bajando, se dio cuenta que no estaba solo. Lo acompañaban otros niños de su edad. Uno era de cabellos muy rubios, muy claros que tenía una expresión como si todo le diera risa, otro tenía los cabellos negros como él pero sus ojos eran muy serios como los de los maestros, había otro niño más fornido y alto de cabellos rojos como el fuego que parecían no haber conocido nunca un cepillo. Por último estaba una niña de cabellos negros y ojos muy vivaces pero estaba vestida como los niños, no como se supone las niñas del palacio debían vestirse. Todos le miraron y luego vieron a Thor que echó a andar su caballo hacia él, abriendo muy grandes sus ojos cuando le alcanzó. Estaba muy pero muy asombrado de que cabalgara solito y hubiera llegado hasta ellos, que estaban a punto de tener una competencia hacia los lagos ahora congelados que rodeaban los grandes cañones con las estatuas enormes de sus antepasados. Fandral, Hogun, Volstagg y Sif eran los nombres de los niños que le observaron en silencio, luego mirándose ellos y luego a su hermano mayor al que le preguntaron si iban a correr o no. Thor quería, se le notaba pero no iba a dejarle ahí en la pradera cuando había conseguido montar por sí mismo.

Le pareció tan fácil decir que podía correr con ellos. No tenía miedo. Manchas era muy obediente y seguro que correrían como el viento, hasta era posible que Thor y él fueran los primeros, y de nuevo estarían los dos solos corriendo por el campo hacia los lagos. No todo estaba perdido. Pero los niños nuevos no quisieron, dijeron que era muy pequeñito y lo niños pequeñitos solamente podían trotar por la pradera y de regreso a sus camas para que les leyeran un cuento. Eso se le hizo muy grosero de su parte, ya no le cayeron tan bien esos niños. Él insistió en que podía hacerlo, irguiéndose bien derechito mientras le juraba a su hermano mayor que no había problema. A la mejor todavía le faltaba un diente pero de que podía correr con su caballo lo podía hacer. Thor sonrió de nuevo y dijo que sí, que los dos correrían juntos. Eso hizo latir su corazón mucho más rápido que cualquier carrera de caballo. Así se formaron todos en fila en dirección hacia los lagos que estaban ya todos cubiertos de nieve. Se acordó de algo que era importante pero no supo qué era, encogiéndose de hombros preparándose para correr con todos ellos mientras hacían la cuenta para salir disparados igual que un relámpago de Thor hacia su meta, que era la estatua de Bor. Uno, dos y tres. Todos los caballos salieron corriendo incluido el suyo que también se había sentido ofendido de que dijeran que no era un corcel bonito porque estaba manchado. No entendió la relación entre una cosa y la otra. Pero se aferró con todas sus fuerzas mientras Manchas cabalgaba a toda velocidad, costándole trabajo respirar por el viento que golpeaba muy fuerte su nariz y pulmones, pero al ver la espalda de su hermano con sus cabellos dorados volando al viento se le pasó el susto y azuzó más a su caballo para alcanzarle, pronto iba a decirle lo que tenía.

Cuando el caballo de su hermano mayor y su propio caballo estuvieron al parejo, le llamó sonriendo tan feliz como no lo había estado desde que mamá le hubiera enseñado a desaparecer las cosas con magia. Thor se volvió sonriendo de nuevo para él y solo para él, y al fin le dijo que era su héroe, que lo amaba muchísimo tanto que hasta se le salieron las lágrimas que se talló bastante apenado. La mano de Thor tocó su mejilla y estaba a punto de decirle algo cuando Sif gritó asustadísima. Escucharon un sonido horrible, como un rugido. Un pedazo de hielo de los cañones se había desprendido de golpe, cayendo sobre lago congelado donde cabalgaban, haciendo una cuarteadura que se fue volando hacia ellos. Eso era lo que había olvidado, que ese lago en invierno era muy peligroso porque a cada rato se rompía por los enormes trozos de montaña que se separaban. Fue demasiado tarde, todos los caballos se asustaron incluyendo Manchas y él no supo cómo controlarlo, saliendo disparado mientras los demás se habían quedado quietos. Gritó de miedo, le gritó a Thor que lo salvara.

-Ya recordé –gimió sacudiendo su cabeza.

-¿Todo?

Se abrazó al cuello del caballo cuando la carrera fue demasiado fuerte para solamente sostenerse de las riendas. Apretó sus ojos con lágrimas ahora de terror mientras gritaba sin parar el nombre de su hermano mayor, escuchando como el lago se rompía. Manchas brincó al tratar de evadir una fractura en el hielo que reventó la superficie, cayendo sobre otra ya floja donde resbaló tirándole sobre el frío suelo. Estaba muerto de miedo. Sus manitas no alcanzaron a sostenerse de nada y el pedazo de hielo donde cayó se meció tan fuerte que lo lanzó al agua, cubriéndole después sin dejarle salir a la superficie. No veía más que sombras azules, con el frío del lago congelándole rápidamente, ya había aprendido a nadar pero una cosa era nadar en una piscina de agua tibia con mamá sosteniéndole y otra diferente bajo un pesado bloque de hielo sin tener donde respirar. Arañó ese bloque francamente aterrorizado, ya no sentía el resto de su cuerpo. Vio una mancha sobre él, una mano que golpeaba, pero sus ojitos estaban cansándose. Que tonto había sido, si se hubiera quedado en la pradera como habían dicho los otros niños, los demás se hubieran llevado un gran sustote pero nada les hubiera ocurrido porque ya sabían controlar sus caballos. Ahora se iba a quedar ahí bajo el hielo, y hasta podía morir congelado como si un Jotun lo hubiera maldecido. Y no había podido escuchar que iba a responderle Thor. Ya no lo sabría nunca más.

-Por eso tuve la fiebre.

-Es obvio. Pero no recuerdas lo demás.

-¿Qué hay que recordar? ¿Qué luego se burlaron de mí por tratar de ser como los grandes amigos de Thor? ¿Qué me dijeron que jamás sería un jinete digno?

Mientras flotaba bajo aquel grueso bloque de hielo, inconsciente, Thor gritaba con todas sus fuerzas azotando sus puños esperando a que pudiera romperlo, al ver que no lo lograba y que el cuerpo de su hermanito ya no se movía al mismo tiempo que se hundía, abrió sus ojos antes de aullar de terror. Su mano se levantó en el acto y los relámpagos vinieron a él igual que Mjolnir a quien no había podido levantar. El martillo voló desde el trono de Odín hasta su mano que lo sujetó como si siempre hubiera sabido qué hacer, golpeando el hielo que se rompió en pedazos levantando una marea. Se tiró al agua buscándole con desesperación para atraparle y sacarlo de ahí ayudándose del martillo que les sirvió de ancla para salir de aquel desastre justo en el momento en que la escolta real de su padre llegaba para salvarlos, tomando su cuerpo de manos de Thor que lloraba diciendo que todo había sido su culpa, sin notar que los demás le observaban asombrados de que tuviera a Mjolnir en una mano. Pero eso no le importó a su hermano mayor, porque para él, lo más importante era su pequeño e inconsciente hermano tan pálido como la nieve y que no respiraba.

-¡Mentira!

-¿Lo fue?

Frigga estaba lista con toda su magia y conocimientos de curación para atenderle. Estuvo tres días y tres noches combatiendo la fiebre que brotó luego de haberle sanado toda herida causada por el golpe y caída sobre el hielo. Odín también estuvo con ella, ambos atendiendo a su segundo hijo mientras toda la corte elevaba oraciones a los dioses en favor del príncipe. Thor, por su parte, estaba desconsolado. Transcurrió una semana para su desesperación antes de que mamá dijera que al fin estaba fuera de peligro. Los cuernos del palacio anunciaron la buena nueva y la alegría volvió a la corte al saber que el pequeño príncipe no moriría, el mismo que todo ese tiempo estuvo soñando con Gigantes de Hielo que lo jalaban hacia el fondo del lago, convirtiéndolo en una estatua de hielo que luego Thor ya no reconocía y golpeaba con el poderoso Mjolnir hasta hacerlo trizas aunque él gritaba diciéndole que era su hermanito y que no le hiciera daño porque lo quería tanto como para haber cabalgado a su lado, solamente para decirle que era lo que más amaba en los Nueve Reinos. Gritó con todas sus fuerzas para detenerlo con lágrimas en sus ojos.

-¡NO!

-Tranquilo, tranquilo –escuchó una voz de mujer hablarle.

Los monstruos se fueron en ese momento y vino una calma acompañada de unas manos amorosas. Conocía esa mirada, claro, era la mirada de mamá. Estaba muy preocupada, sus ojos tenían lágrimas a punto de derramarse. Una de sus cálidas manos tocó su frente, murmurando palabras de gran poder que refrescaron su pequeña frente empapada de sudor, calmando su cuerpo tembloroso y el dolor de sus músculos. Lentamente el sueño fue venciéndole, arrullado por el canto proveniente de la dulce voz de mamá, que besó su frente mientras le arropaba una vez más.

Ask veit ek standa,
heitir Yggdrasill
hár baðmr, ausinn
hvíta auri;
þaðan koma döggvar
þærs í dala falla;
stendr æ yfir grœnn
Urðar brunni.

Thor apareció en esos momentos, tenía los ojos muy hinchados y rojos de tanto llorar. Frigga le llamó para abrazarle, ya no tenía que estar llore que llore, su hermanito estaba a salvo. Le pidió que lo cuidara mientras ella iba por leche tibia. Sorbiéndose la nariz, su hermano mayor asintió apretando sus puños con vendajes, heridos luego de tanto pelear con el hielo que casi lo había ahogado en aquel lago. No había querido atenderse porque se culpaba de lo sucedido. Siempre tan tontote, pero es que era así, por eso él lo quería tanto como para abrir sus ojos de nuevo al escucharle llorar, mirándole fijamente. Thor brincó de inmediato a la cama al notarlo y volviendo a derramar gruesas lágrimas como el necio que también era a pesar de que mamá ya le había dicho que no lo hiciera.

-"Loki, Loki, perdóname hermanito, perdóname... no debí hacerte correr al lago, era muy peligroso... mucho... tuve mucho miedo de perderte... perdóname... perdóname... si hubiera sido más inteligente como tú no habría aceptado... te prometo... te prometo que nunca más permitiré que vuelvas a correr peligro... ¡Te lo juro!... voy a usar a Mjolnir para defenderte y mis relámpagos siempre van a asustar todo lo que te de miedo... nunca, nunca te alejaré de mi lado... voy a ser el héroe que tú piensas que soy... y me ganaré tu cariño... voy a ser el Dios del Trueno solo para ti... hermanito... solo para ti..."

Con semejante declaración, Thor se inclinó para besar su frente dejando lágrimas en ella y luego le dio un tierno beso en los labios. Era para sonreírle, y lo hizo.

-¡No sucedió así!

-¿Cómo fue?

-... no así...

-¿O no lo recordabas?

-...yo... no fue así. Además... rompió su palabra, todo cambió cuando se hizo mayor.

-¿Y tú no lo hiciste también?

-Norna Urd, ¿qué es lo que tratas de decirme? ¿Por qué este recuerdo en particular? ¿Por qué volver al pasado?

-Observa bien.

Loki se volvió a la escena ante ellos. Su pequeña persona, ese niño de inocentes ojos verdes que sonreía a Thor acariciando su rostro con sus manecitas, orgulloso de saber que su hermano mayor sería el mejor guerrero y el más temido dios solamente por él. Y Frigga mirándoles en silencio desde la puerta.

-No... -apretó sus dientes cerrando sus ojos, dándole la espalda a ese recuerdo.

-¿Por qué no?

Tomó aire levantando su mirada, pero no había nadie. Estaba rodeado de luz, blanca, cálida que incluso atravesaba su cuerpo que sentía flotar. La tranquilidad de aquel sitio le embargaba, estaba en paz. Sus ojos recorrieron aquella vastedad vibrante, dándose cuenta que se dividía en nueva enormes caminos arriba y debajo de ellos. Podía ver mundos a través de esas gigantescas veredas, sentirlos, cada ser vivo que los habitaba. Deseó compartirles la felicidad que le provocaba aquel sitio, sin recelos o envidias añejas que le obstaculizaran expresarse. El ojiverde jadeó sacudiendo su cabeza, con los sentimientos y los pensamientos tan revueltos que ya no podía distinguir uno de otro, notando que había algo no lejos de él, una forma extraña que le hizo acercarse lentamente. Era nada menos que Mjolnir empotrado en un altar de ramas blancas entrelazadas. Se acercó buscando alrededor antes de bajar su vista al mango del martillo que apuntaba hacia él. Tomando aire un par de veces, estiró la mano para tomarlo con el corazón latiéndole a mil por hora.

Había levantado a Mjolnir.

Pasó saliva sin poder quitar la vista de encima al martillo que resplandeció en su particular brillo metálico antes de mostrar uno de los triángulos ovalados que conformaban su símbolo mágico de color fuego en su costado. Se llevó la mano libre a su vientre al sentir de nuevo el escozor como si su marca también reaccionara.

-Tú sabes quién fuiste –le dijo Urd apareciendo a su izquierda.

El segundo triángulo apareció.

-Tú sabes quién eres –Verdandi le habló a su derecha.

Y el tercero.

-Puedes decidir quién serás –Skuld le miró de frente- Pero antes de eso...

Mjolnir resplandeció hasta cegarle, perdiendo de vista a las Nornas, la mano que sostenía al martillo sintió el tiró que éste le dio, jalándole lejos de aquella voz de la Norna del futuro.


Debes sanar la herida que no ha cerrado...


Sintió que caía en suelo duro pero no supo más.


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