Aria
Título: DANZA DE HIELO
Autora: Clumsykitty
Fandom: Universo Marvel entre Avengers y Thor principalmente.
Parejas: las que lleguen, pero sin duda habrá Thorki.
Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.
Warnings: Habrá mucho de todo y algunas cosas serán desagradables. No es un cuento de hadas. Me tomo licencias con ciertas tramas, personajes y contextos para mi beneplácito. Hace milenios que no escribía fanfics, pido clemencia a mis lectores por mis fallas, vuelvo a escribir como un ejercicio personal en busca de algo perdido.
Gracias por leerme.
CAPÍTULO 8. Aria.
So take my hands and come with me
We will change reality
So take my hands and we will pray
They won't take you away
They will never make me cry, no
They will never make me die
And the thing that gets to me
Is you'll never really see
And the thing that freaks me out
Is I'll always be in doubt
The animal, the animal, the animal instinct in me
It's the animal, the animal, the animal instinct in me
It's the animal, it's the animal, it's the animal instinct in me
Animal instinct, The Cranberries.
Loki mecía a su pequeña en la banca mecedora bajo aquella cúpula que Steve Rogers había construido no hacía mucho. Canturreaba para ella una de las tantas canciones ancestrales que le gustaban con el fin de que durmiera entre sus brazos antes de separarse. Ella se había quedado agotada luego de tanto llorar, pero había sido inevitable. Nadie había imaginado que los magos de Asgard eran recelosos de su trabajo y se habían percatado de su entrada a Midgard por aquel portal mágico, pero Loki no había tenido otra opción de transporte, había sido eso o dejar que los Otros los alcanzaran y solo los dioses podrían saber que cosas les hubieran sucedido a su hija y a él. Con Thor reclamando respuestas a los Vengadores sobre el incidente no había mucho que discutir, ese Dios del Trueno podía pasar por un idiota despistado pero era tan sagaz como cualquier príncipe guerrero y olía a kilómetros la mentira detrás de lo sucedido con Hulk, que coincidía con la apertura del portal abierto desde el Ginnungagap, donde habían estado presos. Había llegado en medio de la peor tormenta que la Tierra pudiera registrar con la voluntad de barrer el cuartel de los Vengadores si sus preguntas no eran respondidas con la verdad. El ojiverde no estaba ni remotamente dispuesto a ver enfrentados a sus protectores contra el Asgardiano cuando existía una salida menos violenta aunque más amarga.
Antes de que descubriera la verdad sobre su hija, Loki había decidido entregarse con el fin de ocultar el paradero de Lucky. Le reconfortó que los Vengadores se opusieran fervientemente a la idea, le hizo sentir que ellos eran su verdadera familia. Pero Thor no iba a esperar. Así que planearon la estrategia a detalle y era momento de despedirse de su hija a quien dejaba en manos de los superhéroes mientras él era llevado de vuelta a Asgard a enfrentar su justicia. Luego de lo sucedido con Thanos, aquello sería un viaje de placer. Al sentir el peso muerto de la pequeña, el ojiverde la levantó en brazos para entrar a la casa donde le esperaba Steve Rogers junto con Tony Stark, ambos con una expresión de preocupación que le hizo tratar de animarlos.
-Quiten esas caras, esto no es un funeral –dijo entregando en brazos del capitán a su hija, cuyos cabellos acarició antes de besarlos- Cuídenla bien. Son su familia... y sus padres.
-Loki...
-Estaré bien, Stark.
-Te juro por mi vida que cuidaremos de ella –prometió Steve sin dejar esa mirada de preocupación.
-Eso es lo único que importa.
La recostaron en su cama, dejándola a cargo de María Hill mientras los tres viajaban hacia el cuartel general donde Thor esperaba impaciente por él. Habían mentido diciendo que si bien Hulk lo había visto llegar, se habían reservado su estado porque el Hombre Verde lo había hecho trizas al punto de que se mantuvo en coma todo ese tiempo hasta que lo enviaron a una prisión hecha especialmente para él y oculta a todos con el fin de evitar incidentes tipo Nueva York. Un plan más o menos bien fundamentado que torcía las verdades a beneficio de Lucky, corrigiendo la versión de que no habían sido dos personas heridas sino una, el propio ojiverde. El silencio respecto a su llegada también había obedecido a que Loki estaba inactivado por razones que desconocían, y dada la situación de Thor con Jane, el estado de Odín y sus misiones contra Hydra no habían querido empeorar las cosas informándole de un prófugo comatoso e inservible. Loki había elegido esa última palabra. Se sentía tranquilo a pesar de la tormenta sobre su persona, caminando con su ropa de prisionero a paso lento fuera del Quinjet entre el Capitán América y el Hombre de Hierro en sus respectivos uniformes como si de un momento a otro fuese a usar algún poder oculto con el cual huir, lo cual hubiese sido estupendo. En su lugar únicamente se plantó frente a Thor quien le dedicó una mirada mezcla de rencor y sorpresa.
-Thor, recuerda, sigue bastante débil. Que esté de pie no significa que pueda correr un maratón en Asgard.
Loki rodó sus ojos ante el bocón de Stark, había prometido solemnemente que no diría nada a cerca de su condición pero el modo sobreprotector del empresario se extendía de su hija hacia él de manera automática.
-Aún es nuestro prisionero, su sentencia todavía no termina pero se ha ganado su libertad condicional por buen comportamiento –se unió Steve.
Había que incluir en la lista al Capitán América. Eso no era lo que habían acordado. ¿Por qué siempre hacían lo que no debían? Ahora entendía de dónde había sacado su hija tal rebeldía.
-Aclararemos este asunto más tarde –fue todo lo que Thor tuvo que decir, sin dedicarle una sola palabra a Loki.
Alzó su martillo para llevarle en un hacia Asgard, siendo rodeados de aquella luz que cegó al ojiverde unos momentos, perdiendo ligera noción de donde estaban sus pies. Sin magia el viaje era más perturbador de lo que recordaba, con un aguijonazo en el corazón al saber que dejaba a su hija sin la certeza de su retorno. Entraron por la puerta circular, siendo recibidos por Heimdall y un grupo de guerreros que dejaron caer unas pesadas cadenas, abriendo grilletes mágicos. Loki contuvo el aliento forzándose a no recordar ese sonido que estaba acompañado de muy malos recuerdos. Prefiriendo posar sus ojos en otra parte que tampoco fuera el Dios del Trueno.
-Loki –tronó la voz del guardián clavando sus ojos en él. Por un segundo se sintió inseguro cuando los ojos dorados de Heimdall pasaron sobre su vientre a punto de llevarse una mano ahí- Esta vez no escaparás de la justicia de Asgard.
Realmente hubiera querido decir algo pero la verdad era que el viaje le había dejado mareado, sentía sus pasos como si flotara. Tony no mentía respecto a su condición física y las cadenas resonando no ayudaban. Reunió toda la dignidad que pudo mientras extendía sus manos a los guardias para que le colocaran los grilletes, sintiendo los pasos fuertes de Thor tras suyo. Eso fue lo último que recordó. Cuando volvió a abrir sus ojos, estaba en una celda parecida a donde el Padre del Todo le había puesto aquella vez. Solo que ahora no tendría compañeros de cárcel, era un ala privada donde abundaban centinelas. Tumbado sobre un camastro de pieles, tenía una mesita donde le esperaba una comida sencilla y una copa de vino. Eso era todo lo que había. Extrañó de inmediato los lujos a los que Stark lo había acostumbrado, la libertad en la isla; pero sobre todo, extrañó la voz de su hija invitándole a darle nombre a la nueva rana recién encontrada. Tenía hambre, se había prometido cuidarse de ser posible para sobrevivir, quería volver a ver a Lucky. Solo por ella soportaría lo que Asgard le tuviera reservado. Hasta entonces reparó que le habían cambiado las ropas, usaba la misma camisa y pantalón que tuviera en su anterior encierro en aquellas mazmorras. Tenía los cabellos sueltos, que le llegaban por debajo de los hombros. Su hija y él habían hecho una promesa de mantener el mismo largo del cabello hasta que arrastraran una trenza por el suelo, una promesa tonta pero que había servido para no perder la locura en medio de aquel terror. Estaba descalzo pero al pie de la cama estaban las botas. Las ignoró poniéndose de pie.
El ardor fue insoportable, era como si estuvieran quemando su vientre. Cayó de golpe al suelo apenas si deteniendo con una mano la caída antes de estampar la cara al suelo. Tuvo que encogerse de costado jalando aire con las manos sujetando su abdomen, sin entender que estaba sucediéndole. Quiso llamar por ayuda pero sabía que de ahora en adelante gozarían con verle sufrir, y era probable que aquel dolor lo hubieran provocado ellos. Su frente se perló de sudor, clavándola en el suelo mientras su cuerpo temblaba sin control suplicando por clemencia ante aquel fuego que estaba quemando su piel. Luego de lo que le parecieron horas, el ardor fue desvaneciéndose dejando solamente un escozor en su vientre. Su mirada estaba nublada, buscando aquella copa de vino por la cual se arrastró hasta la mesa, tirando el plato de comida cuyo contenido se esparció por el suelo mientras bebía apurado el líquido frío que alivió su interior.
Olvidando cualquier orgullo, recogió del suelo los trozos de pan y carne junto con las viandas que le acompañaban para devorarlas haciendo a un lado sus cabellos. Cuando pudo sentarse de forma decente, levantó su camisa y abrió el pantalón para ver su vientre, sentía algo en su piel que le incomodaba. Abrió sus ojos como platos al notar que ahora llevaba una marca en color dorado fuego en su abdomen, tres triángulos ovalados entrelazados. Conocía el símbolo, era el mismo que poseía Mjolnir. Se preguntó si era una broma de mal gusto de sus carceleros o del propio Thor pero por cualquier duda maldijo a todos arreglando sus ropas y terminando de comer para volver a su cama donde se tumbó recuperando el aliento. Así se quedó profundamente dormido. Solamente volvió a despertar cuando sintió una mano acariciar su mejilla. Por acto reflejo su mente trajo el recuerdo de la fría y cruel manaza de Thanos susurrándole que al fin le había encontrado un buen uso a su persona. Respingó en la cama levantándose de golpe, encontrándose con Thor quien le había tocado, cosa que hizo a Loki fruncir su ceño en desprecio.
-Stark tenía razón –dijo el Dios del Trueno poniéndose de pie- Estás demasiado débil.
Los ojos verdes del Embustero le juzgaron en silencio, sin responderle. Se recargó contra la pared en la que se apoyaba su cama esperando por la reprimenda que para su sorpresa no llegó. Por la forma en que el Asgardiano había llegado a la Tierra hubiera jurado que en esos momentos iba a molerlo a golpes. Thor le dio la espalda caminando a la barrera de reflejos dorados, dejándole ver aquella bendita capa roja.
-Sin embargo, eso no resta culpa a tus acciones, permanecerás en esta celda hasta que tu juicio se haya completado. Esta vez fuiste demasiado lejos, Loki.
Éste bufó ante sus palabras pero siguió sin responderle, desviando su mirada hacia la otra barrera viendo su reflejo. Hacia tanto que no se miraba, a pesar de los espejos en la isla los evadía, porque sabía que no iba a gustarle lo que vería. Thanos le había obligado a adoptar formas a base de su herencia Jotun lo suficientemente espantosas para entrar en cualquier relato de terror, obligándole a verse en un reflejo para quebrar su mente en esos juegos pútridos. Ahora se daba cuenta que no era tan malo después de todo, no parecía un cadáver o un monstruo. Era el mismo... quizá algo diferente... y cansado.
-¡Loki! –los brazos de Thor vinieron a sacudirle, sacándole de su ensimismamiento- ¿Estás escuchándome?
La verdad era que no, se había perdido en sus memorias de nuevo. Stark se había burlado de él comentando que el Arca le había hecho favores a su aspecto. La mano pesada de Thor atrapó su mandíbula apretándola con más fuerza de la necesaria obligándole a mirar los ojos dorados del Dios del Trueno.
-Pueden sentenciarte a muerte.
Se vio reflejado en los ojos de Thor, su propia mirada resignada. Era una opción a considerar dentro de los planes, que los Asgardianos lo sentenciaran a muerte, la meta principal era sobrevivir al juicio y volver a la Tierra pero si no era posible... por eso había pedido la palabra de honor de los Vengadores que cuidarían de Lucky por él si eso llegaba a ocurrir.
-¡¿No te importa?! –siseó Thor.
Le importaba y mucho pero el rubio estaba lejos de entenderlo, forcejeó sin mucho éxito contra aquella tenaza viviente que le aprisionaba hasta que al fin le soltó, quedándose de nuevo con la cabeza baja en un silencio incómodo. Había rabia en el rubio, pero no era la misma que alguna vez le amenazara con quitarle la vida, escondía una razón que no alcanzaba a vislumbrar, tampoco que estuviera muy interesado en saberla. Thor se alejó apretando sus puños, escuchaba sus nudillos crujir con sus pasos alterados acompañándole.
-¿Eso es lo que buscas? ¿Morir? ¿Esa es tu respuesta final a todos los problemas que has causado? ¿Tenías a los Vengadores mintiéndome solamente para esperar la muerte? ¿Crees que eso remediará todo?
Ahora venía la cantaleta sobre la justicia, la verdad y cuantas estupideces tuviera en la cabeza ese Dios del Trueno. Loki cerró sus ojos dejando que el otro hiciera su declaración de honor y escupiera lo que tenía dentro a acerca de su persona. ¿Qué podía hacer para no perder la vida como sentencia? Los jueces de Asgard no tendrían clemencia, nadie pelearía ahí por él. Fue su propio carcelero quien le dio la respuesta.
-Si no quieres realmente mi ayuda, entonces que los dioses se apiaden de ti.
Consideró las cosas con extremo cuidado, un paso en falso y la identidad de su hija sería revelada. Recordó su rostro lleno de lágrimas cuando se despidió de ella. Quería volver a sentirla en sus brazos, escucharla reír, amonestarla por correr con pies mojados en un suelo resbaladizo, verla jugar con ese Teddy tuerto. Sonreírle.
-Thor –se escuchó hablarle cuando éste cruzaba la barrera- Ayúdame.
No le importó la rabia que le provocó haber dicho aquella palabra, se concentró únicamente en salir de ahí. Volver con Lucky. Así tuviera que rebajarse ante el precioso heredero de Odín para hacerlo el precio valía la pena, había pasado por horrores indescriptibles para salvarla, esto tenía que ser solo un momento incómodo. Cuando estuviera de vuelta en la isla, lo olvidaría. Hizo el esfuerzo por mirar a Thor cuando volvió a sujetarle la nuca para verle, con esa mirada tonta de perro apaleado que ponía cada vez que pretendía ser su hermano mayor. Él nunca hubiera sobrevivido lo que él experimentó, se dijo, y se reconfortó ante la idea de ser superior al Dios del Trueno en aquello.
-Podemos salir juntos de esto –sentenció el Asgardiano muy seguro- Como hermanos en viejos tiempos, y puedo volver a confiar en ti, Loki, si tú lo necesitas. Eres todo lo que me queda.
Solo le miró fijamente, notando de nuevo la desesperación oculta en las palabras del rubio quien le devolvió aquella mirada silenciosa con emociones mezcladas. Lo siguiente fue relativamente sencillo, aceptar los cargos que le imputaron los jueces de Asgard, apenas respondiendo con monosílabos sus preguntas durante el juicio. Era un monstruo, sí. Era culpable, sí. Había tratado de matar a Odín, sí. Todo lo que quisieran era un rotundo sí, ignorando la percepción que estaba dejando entre los asistentes al tribunal, muchos de ellos guerreros bajo el comando de Thor. No reconocían al Loki en el estrado, cansado, indiferente y con un aire de resignación aceptando toda responsabilidad que le imputaran que incluso daba la sensación de que los cargos estaban siendo exagerados o ya eran inválidos. Sif, entre los asistentes, se extrañó de ver así al ojiverde. Le recordó más al hermanito asustadizo del Dios del Trueno de tiempos pasados que al perverso maníaco que atacó al propio Odín para tomar el trono por la fuerza.
Vinieron los alegatos y el discurso del rey Thor sobre la bondad remanente en Loki quien una vez más se perdió en sus pensamientos. Vision se había aventurado a planearle una fiesta sorpresa a Lucky sin motivo aparente, algo sencillo en la isla pero la intervención de último momento del siempre hiperactivo Stark la había convertido en todo un suceso digno de cualquier circo decente. Incluso Banner y Romanov se reconciliaron en aquel festín donde por primera vez su hija les obsequiara el mejor de los regalos: su carcajada feliz. Fue un milagro que la isla no terminara bajo el mar con todo lo que el Hombre de Hierro estuvo haciendo, se notaba extasiado de haber escuchado reír así a su Lucky Stark.
-Loki Lauyfeson –la voz del ministro supremo le hizo levantar la mirada hacia ellos- Tus crímenes contra Asgard y los Nueve Reinos han quedado claros y los has aceptado abiertamente. Eres culpable. Sin embargo, fuiste juzgado y encarcelado bajo las leyes de Midgard desde donde tenemos el informe de tu rehabilitación. Sabemos que en ese mundo no son tan duros como lo somos nosotros, y pueden ser más indulgentes en cualquier sentencia, pero consideramos su palabra, particularmente la de los Vengadores como la de Su Majestad respecto a no sentenciarte a muerte.
Tanto discurso para decir que no iban a matarle. La primera parte se había conseguido, ahora solo faltaba la clase de sentencia que iban a imponerle, quizá sufrir un par de milenios encadenado a una roca donde arpías le devoraran las entrañas. Era muy Asgardiano.
-Eres sentenciado a mantener las raíces de Yggdrasill hasta que las Nornas te liberen.
Hubo murmullos y miradas sorprendidas. Los jueces sabían que no podían darle una sentencia que involucrara su fortaleza mágica porque durante el juicio se descubrió sobre la pérdida de sus poderes, y eran lo suficientemente nobles para mostrar compasión. Así que en su lugar lo enviarían a donde las Nornas para alimentar unas raíces mágicas que sostenían los Nueve Reinos el tiempo que ellas juzgaran necesario, que bien podía ser para siempre. Bajó de nuevo su mirada a sus manos encadenadas, anteriormente esos grilletes no pesaban tanto como ahora, quizá por su significado. Agradecía que los jueces hubiesen tenido tanta prudencia, enviándolo lejos de cualquiera que intentara hacerle daño en venganza a lo ocurrido pues nadie se atrevía a pisar las tierras prohibidas de las Nornas. A Thor no le pareció la decisión pero como rey del bendito Asgard no pudo interceder cuando los guardias le tomaron para llevárselo sin mucha elegancia hacia el transporte que lo dejaría en las fronteras del reino donde comenzaban los terrenos inhóspitos de las Nornas. Le quitaron los grilletes antes de empujarle al suelo para abandonarle sin palabras. Al menos le dieron una bota de agua, lo notó mientras se ponía de pie sobre aquel suelo arenoso con piedras rocosas salientes.
Según las lecciones en la biblioteca, el reino de las Nornas era un lugar desconocido, sabían que no era fértil y sí hostil al visitante. Sin embargo, ningún ser vivo tenía autorización para pisar esas tierras so pena de quedar atrapado en un limbo del espacio tiempo como castigo de aquellas tres hermanas místicas. Caminó de frente a él, dejando atrás aquellas arenas para entrar a un páramo más bien pantanoso donde cuervos planeaban o se limpiaban las plumas, encaramados en ramas secas de color negro. Pasó de largo llegando una zona montañosa y ausente de toda flora, había una cuesta que serpenteaba hacia la punta desde donde se apreciaba una luz rojiza, el cielo sobre aquella cumbre comenzaba a ser más claro que el resto, con tonalidades que iban del azul oscuro hacia el blanco con auroras boreales que vibraban emitiendo murmullos rítmicos, estaba alcanzando las raíces de Yggdrasill.
-Loki.
Se giró sobre sus talones abriendo sus ojos al escuchar la voz en eco de una mujer. Era una de las Nornas. Las imágenes que había en los libros sobre ellas distaban mucho de la realidad, ni eran monstruos deformes con garras que caían al suelo ni tampoco eran exuberantes mujeres jóvenes semidesnudas con flores en la cabeza. Tenía ante sí un ser más bien antropomorfo, de rostro triangular, piernas ocultas tras unos pesados mantos aterciopelados, cabellos azules con resplandores similares a las auroras boreales. Sus ojos eran dos cuencas ovalas que reflejaban el espacio infinito, con protuberancias en la frente de donde colgaban anillas y cadenas de un material parecido a las perlas. La piel era una suave corteza, con brazos delgados que terminaban en tres largos dedos con garras translúcidas. Bien podía pasar por un fauno místico pero había diferencias sustanciales.
-Sígueme.
La Norna le guió cuesta arriba hacia la punta de aquella montaña, los latigazos de energía de las auroras boreales les sacudían las ropas haciendo difícil seguir el ritmo de aquel ser que le mostró un arco de roca debajo del cual se hallaba una fuente donde bebían las otras dos Nornas. Similares a su hermana, una tenía los cabellos blancos por completo y otra de color rojo carmesí. Las tres se plantaron en una fila para observarle. Loki hizo una reverencia a punto de hincar una rodilla en el suelo cuando la Norna de cabellos rojos le detuvo.
-Ahórrate las ceremonias.
Aquella de cabellos blancos le tendió un amplio cuerno para mostrarle cuál iba a ser su deber de ahora en adelante. Tomando agua de aquella fuente inagotable que reflejaba el árbol sagrado, lo vertería en el vórtice donde nacían las auroras boreales que subían por el tronco de Yggdrasill hacia las nueve ramas. Eso era todo. Había esperado un espectáculo más misterioso pero se contentó con su nueva tarea que se dispuso a llevar a cabo, seguramente hasta que cayera de cansancio. Urd, Verdandi y Skuld eran los nombres de las Nornas. Urd era la de cabellos blancos, Norna del tiempo pasado; Verdandi la de cabellos rojos, Norna del tiempo presente y Skuld la de cabellos azules, Norna del tiempo futuro, la primera que le había recibido. Le fascinaba la manera en que tomaban los hilos de las raíces gigantes del árbol para tejer nuevas cortezas, que parecían ríos fantasmales que serpenteaban alrededor de la montaña, debajo de ella y encima de ella. Loki aprendió pronto la nula existencia del arriba abajo una vez en la cima. No eran groseras con él, de hecho parecían buenas anfitrionas que le daban muchas horas de descanso sobre las de trabajo y hasta esos momentos no habían vuelto a dirigirle la palabra, dejándolo en sus propias meditaciones que siempre terminaban en Lucky. Un día que regresaba al pozo para volver a llenar el cuerno fue que Urd le habló de nuevo.
-Es hermosa.
Loki levantó su vista, no entendiendo a que se refería pero la Norna picó con una garra su vientre haciéndole respingar.
-Idunn.
No le extrañó que ellas supieran, después de todo eran el tiempo viviente de Yggdrasill. Quizá Heimdall pudiera ver a través de los nueve reinos pero jamás podría ver a través del tiempo pasado ni del futuro como ellas.
-Las heridas sanan.
-Sí –sonrió él recordando la sonrisa de su hija.
-Pero no podrás mantenerla oculta más tiempo –tronó la voz de Skuld haciendo que ambos se volvieran a ella- Tanto poder no puede mantenerse bajo un conjuro por más poderoso que sea.
Loki abrazó el cuerno contra su pecho, angustiado. Era lo que temía, con la edad Idunn no sería capaz de seguir disfrazada por su conjuro y terminaría por desplegar su poder, llamando la atención de Thanos en cuyo preciso momento la encontraría para eliminarla.
-¿Pueden... ayudarme? –aventuró a pedir.
-No –Virdandi entró en escena mirándole fijamente- Tú deseabas el control de tu destino, rompiendo los lazos que te protegían, ahora estás a tu suerte.
-Pero luego entonces, no estás solo –sonrió Urd rebatiendo las palabras de su hermana.
-¿Por qué me dicen todo esto?
Las tres señalaron al mismo tiempo detrás de él. Las raíces del árbol resplandecieron una vez más, sacudiendo su cuerpo como sus cabellos que se agitaron violentamente contra su rostro, el viento fue demasiado y tuvo que soltar el cuerno para buscar de que sostenerse. De nuevo volvía a aquel sitio, lleno de luz cálida y paz que le envolvía con una melodía sonando en su cabeza, se encontraba solo pero de alguna manera sabía que su hija estaba con él, solo que no podía verla. Le llamó varias veces hasta que la luz fue siendo tragada por una garra negra que cayó sobre él, destruyéndolo todo.
-¡NO!
-Tranquilo... tranquilo... -escuchó una voz de mujer hablarle.
Loki abrió sus ojos confundido. Hervía en fiebre. Su visión borrosa le permitió apenas un vistazo inseguro de sus alrededores, estaba en su antigua habitación en el palacio de Asgard. Negó insistente e incrédulo antes de volver a caer inconsciente con unas manos tratando de ayudarle. Sus pensamientos llegaron y se fueron de forma atropellada, perdiéndose en aquellas tinieblas del agotamiento. Las Nornas no podían haberlo enviado de vuelta. No ahí. No con Thor.
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