Arabesque

Título: DANZA DE HIELO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Universo Marvel entre Avengers y Thor principalmente.

Parejas: las que lleguen, pero sin duda habrá Thorki.

Disclaimer: Nada me pertenece aunque muera por ellos, todo es de Marvel y Mr. Lee entre otros, lo único mío es esta idea mía convertida en historia. Dicho está.

Warnings: Habrá mucho de todo y algunas cosas serán desagradables. No es un cuento de hadas. Me tomo licencias con ciertas tramas, personajes y contextos para mi beneplácito. Hace milenios que no escribía fanfics, pido clemencia a mis lectores por mis fallas, vuelvo a escribir como un ejercicio personal en busca de algo perdido.

Gracias por leerme.


CAPÍTULO 5. Arabesque.

Regrets collect like old friends
Here to relive your darkest moments
I can see no way, I can see no way
And all of the ghouls come out to play

And every demon wants his pound of flesh
But I like to keep some things to myself
I like to keep my issues drawn
It's always darkest before the dawn

And I've been a fool and I've been blind
I can never leave the past behind
I can see no way, I can see no way
I'm always dragging that horse around

All of his questions, such a mournful sound
Tonight I'm gonna bury that horse in the ground
So I like to keep my issues drawn
But it's always darkest before the dawn.

Shake it out, Florence + The Machine.


¿Desde cuándo sólo recordaba dolor? Su mente estaba demasiado nublada para vislumbrar el último recuerdo donde su cordura estuviera en su sitio. Todo parecía como una pesadilla de la cual ansiaba despertar y luego se volvía un sueño dulce al cual entregarse. Cada fibra de su ser le dolía a pesar de los intentos de los mortales por ayudarle. Si tan solo supieran. Su consuelo estaba en su pequeña hija que le observaba abrazando aquel objeto peludo al que le faltaba un ojo. Estaba sana, sin heridas o lágrimas en su rostro. Alguien le había trenzado sus cabellos pero no se quejaba del aspecto porque la notaba tranquila, a gusto donde se encontraban. ¿Cuándo había contemplado algo así en ella anteriormente?

Nunca.

Aquella habitación era casi igual a la que Fury le había puesto cuando le capturaron, con la diferencia de muebles y objetos de colores, juguetes que seguramente pertenecían a su hija como los dibujos y estampas que cubrían ciertas partes de los vidrios dobles. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la bestia verde les encontrara? Había jurado que iba a matarles, y eso le hubiera gustado en aquellos momentos, un cáliz de salvación para ambos. Prefería la muerte a ver de nuevo sufrir a Idunn o Lucky como le habían puesto los atrevidos humanos. Tenía algo en la garganta que le ayudaba a respirar, y delgados tubos conectados al cuerpo e intravenosas. Podía ver a cierta distancia por la elevación de su almohada, suficiente para seguir con la vista los pasos de su hija alrededor de la habitación, ensayando aquel lenguaje pobre de la Tierra, cantando los poemas que le enseñara en secreto o charlando en Jotun con su peludo.

Si alguna vez, por azares de un destino que le despreciara a tal grado que le jugara la más cruel de las bromas y los Asgardianos les encontraran, tendría la satisfacción de que Idunn les hablaría en Jotun, afirmando su herencia monstruosa, burlándose de su gloriosa y dorada superioridad. Una venganza pequeña, absurda, pero al fin una venganza.

Tenía alucinaciones, estaba consciente de ello, en ocasiones veía en los rostros de los Vengadores cosas que prefería olvidar para siempre. Y esa voz que en sueños le amenazaba con encontrarles, bajo promesa de muerte. Su hija percibía aquellos terrores, porque bajaba de su cama para subir a la suya y dormir con él, protegidos aparentemente por el juguete sin un ojo. ¿Teddy? Sonaba algo estúpido para su gusto más agradable para ella. Le faltaban ganas para comunicarse con los terrícolas, Idunn y él habían desarrollado una comunicación no verbal, no le podía llamar telepatía porque no lo era, simplemente desde el momento en que le sintió en su vientre escuchó su voz llamarle. Sabía dónde estaba con solo concentrarse en ello. Gracias a ese lazo, había descubierto como Steve Rogers le procuraba igual que a una hija suya, Tony Stark mimándola todo el tiempo o Bruce Banner dándole lecciones. Le inquietaba aquella criatura llamada Vision con la gema en su frente, la misma que tuviera en el cetro maldito. Bajo ninguna circunstancia deseaba que Idunn fuese a tocarla y así le había advertido. Su hija era obediente y solícita en sus órdenes, le complacía pero al mismo tiempo le entristecía, ella había sido entrenada para obedecer. No conocía la libertad de tomar sus propias decisiones. Aún en aquellos momentos tenía dificultades cuando uno de los Vengadores le ofrecía algo donde tuviera que hacer un juicio. Al menos él había tenido la libertad de rebelarse...

Loki cerró sus ojos resistiendo las lágrimas de dolor ante la punzada que recorrió su cuerpo desde la cabeza hasta los pies y de vuelta. Moverse era un lujo. No pudo evitar el quejido que brotó de su garganta por aquel tubo, pero que su hija no alcanzó a escuchar, alejada de su camilla al estar pegando en el vidrio un nuevo dibujo. Sus ilustraciones eran sus recientes experiencias, detalles de las cosas que le atraían. Idunn era muy observadora, como él. Notó con el paso de los días que dibujaba insistentemente la estrella del escudo del capitán, o el artilugio en el pecho del hombre vanidoso. A veces llenaba la hoja de color verde, otras de amarillo, escarlata...

Cuando le retiraron el espantoso tubo dio gracias a la vida por ello, debiendo usar el collarín que le inmovilizaba la cabeza teniendo ahora que respirar por aquella mascarilla, el dolor era menor conforme el paso del tiempo, llevadero gracias a la voz de su hija. Los Vengadores querían respuestas, lo notaba en sus rostros pero le tenían tanta lástima que nadie se había atrevido a hacerle las preguntas correctas. Loki ni siquiera estaba seguro que pudiera responder sin quebrarse, buscaba en su interior algo que había perdido. Hurtado a manos de aquella maldad responsable de todo lo ocurrido a Idunn y a él, siempre repitiéndose para no caer, que había valido la pena porque su hija estaba viva, estaba sana... ¿acaso también libre?

-Mami, ¿podemos ver eso amarillo que llaman sol?

Idunn nunca había visto un exterior en esas circunstancias. Trató de sonreírle pero los músculos de la cara se lo impidieron todavía adoloridos, levantó una mano con titánico esfuerzo para acariciar sus marcas Jotun con cariño. Sí, era hija suya, solo suya y de nadie más. Lo más precioso en su vida. Cerró y abrió sus ojos en un rotundo sí. Ella le abrazó dejándole su peludo Teddy como guardián mientras salía de aquel recinto para ser llevada en brazos por el Capitán América hacia los exteriores, con las debidas y extremas precauciones. Sus ojos dejaron escapar un par de lágrimas cuando su hija le compartió la experiencia de sentir el sol en su piel, de oler el aire fresco de aquel bosque, sentir la corteza de los árboles o el pasto verde que no sabía tan mal.

Todas las torturas de Thanos valían la pena sólo por ese momento.

Y ahí se dio cuenta que quizá, y sólo quizá, era posible que ambos pudieran vivir tranquilos en Midgard. Con los Vengadores prendados de su hija, protegiéndola. No era una mala idea después de todo, más de lo que hubiera pensando que conseguirían luego de huir de los Otros hacia Jotunheim errando en último momento sus cálculos del portal, terminando en una playa de mortales con una bestia verde tomándoles en brazos. Casi habían muerto al escapar, arrastrándose por el portal. Ahora Idunn corría por un bosque queriendo alcanzar una mariposa. Loki nunca había deseado el trono de Asgard, había deseado venganza. Odín y todos los demás podían quedarse con sus glorias del Valhalla si querían, ningún palacio dorado ni guerreros de leyenda iban a darle a su Idunn lo que un grupo de mortales le proveían. Su hija regresó con las mejillas sonrojadas por el ejercicio, contrastando ese tono rosado contra el azul de sus marcas sobre su piel pálida. Le abrazó con fuerza pero cuidando de no lastimarle, no había necesidad de que le contara, él ya lo sabía. Loki miró a Steve quien le sostuvo la mirada asintiendo después dejándoles solos. No encontraba reproches en esos ojos, eso le inquietaba luego de las experiencias que proveyera a los Vengadores. Idunn bostezó acomodándose a su costado para dormir con su cabeza sobre su pecho para escuchar los latidos de su corazón, una costumbre que desde el vientre había adoptado, la canción de cuna que la tranquilizaba. El calor de los brazos de su niña fue aliciente suficiente para seguirle al mundo de los sueños dejando las pesadillas por ese día fuera de su mente.

Estaban rodeados de luz, blanca, cálida que incluso atravesaba sus cuerpos que sentía flotar. Idunn le sostenía la mano, aunque no había necesidad de hacerlo, de alguna manera estaba seguro que no se separarían nunca. La tranquilidad de aquel sitio le embargaba, estaba en paz. Sus ojos recorrieron aquella vastedad vibrante, dándose cuenta que se dividía en nueva enormes caminos arriba y debajo de ellos. Podía ver mundos a través de esas gigantescas veredas, sentirlos, cada ser vivo que los habitaba. Deseó compartirles la felicidad que le provocaba aquel sitio, sin recelos o envidias añejas que le obstaculizaran expresarse. Encontró en uno de esos caminos Asgard, y delante sus estrellas formando la silueta de Frigga quien le miró sonriendo. Sus labios pronunciaron una palabra a ella aunque no se escuchó, apretando la mano de su hija para que viera a la reina de cabellos dorados.

Loki abrió sus ojos, con su pecho agitado. ¿Qué era lo que había soñado? Frigga estaba muerta por su culpa. Las luces estaban apagadas alrededor, indicándole que era de noche. Su hija y él estaban cubiertos por una manta de motas de colores que alguien había colocado sobre ellos. Los puntos rojos de las cámaras de vigilancia parpadeaban sobre su camilla. Estuvo a punto de cerrar sus ojos cuando escuchó un débil zumbido, apenas si perceptible pero espantosamente familiar. Con una mirada aterrada buscó alrededor mientras los monitores timbraron ante un súbito cambio en su temperatura, ritmo cardíaco y presión. Idunn se removió inquieta en su costado, apretando el Teddy contra su rostro. Loki clavó su mirada en un punto lejano más allá de los vidrios dobles donde una esquina se perdía en sombras, tenía la sensación de que algo les miraba desde ese sitio. No estaban a salvo, los habían encontrado.

-¿Mami?

Quiso gritar, su hija lo hizo por él cuando se giró en aquella dirección. Las luces volvieron en ese instante, pero la esquina permaneció en las sombras a pesar de recibir la iluminación directa de una lámpara en el techo. Sintió la llamada de la doctora Cho y las manos de Banner sobre él mientras que Steve trataba de calmar a Idunn pero ambos no podían despegar su vista de aquel punto donde un monstruo les sonreía con cruel perversidad. Vision llegó para encargarse de la sombra, disparando con su gema hacia la esquina dejando un boquete que atravesó a la sala contigua. Todos estaban confundidos al respecto. Le pareció escuchar que el Capitán América demandaba ver lo que había sucedido, airado de que alguna presencia hubiese penetrado la seguridad de su cuartel y todavía la de aquella sala que tenía doble equipo de protección. Su mente comenzó a nublarse por efecto del sedante administrado, los sollozos de su hija fueron apagándose cuando le devolvieron a su lado, haciéndose ovillo contra él. Le pasó los brazos alrededor como en aquellos tiempos cuando el dolor venía a atormentarles sin importarle el evidente temblor que dominó el cuerpo de ambos. El monstruo no había podido huir, Vision lo había detenido a tiempo pero no estaba seguro que no hubiera comunicado su ubicación a su cruel amo. Loki sintió el miedo recorrer su cuerpo. No quería perder a su hija, no quería que muriera, no ahora que apenas estaba...

-Están a salvo, Loki –le pareció oír la voz de Rogers cerca de ellos.

Para cuando despertó de nuevo se encontró con una sorpresa que le dejó perplejo varios minutos intentando llevar la cuenta del tiempo transcurrido. No estaban en la sala donde vieran aquella sombra, sino en una habitación bastante amplia, rectangular de piso alfombrado alrededor del confortable y amplio futón donde ahora reposaba, dejando ver un pulido piso de madera en las zonas libres. Las paredes eran lisas con diferentes repisas en color negro donde libros, esculturas y pinturas de marcos elegantes los decoraban. Había dos puertas secundarias en un costado de la habitación contrarias a los enormes ventanales de techo a piso por donde una luz cálida pasaba a través de cortinas ligeras que impedían verle el exterior. Por la puerta principal frente a él, abierta de par en par, descubrió un pasillo que daba a lo que parecía otra estancia igualmente asombrosa, permitiéndose tal palabra. Los dibujos de Lucky estaban regados por todas partes igual que sus juguetes, signo de que pasaba tiempo a su lado pero no vio una cama adjunta, parecía que ella tenía su propia habitación. Seguía con el collarín, la máscara de oxígeno y el cuerpo adormecido, sin embargo, tenía pantallas holográficas por encima de él, notando al fin que mostraban un exterior tropical. No supo si eran meras imágenes o realmente estaban en aquel lugar.

-¡Mami!

Su hija le compartió las memorias perdidas. Luego del incidente Tony Stark había declarado que el cuartel era más vulnerable que ciertas habitaciones de hotel, y se había dado a la tarea con el resto de los Vengadores para hallar un sitio donde pudieran protegerles sin exponerlos ante las miradas y oídos indiscretos. Lucky no estaba segura de cómo, pero mientras su madre se hallaba inconsciente para no provocarle otro estado de shock, habían sido trasladados hacia una isla en medio del océano que Stark había preparado ya, haciendo gala de sus manías inventivas. Loki podría seguir recuperándose ahí, toda la isla sin excepción tenía un sistema de seguridad a prueba de cualquier intruso. Esta vez Vision y Wanda habían aportado sus poderes para ayudar al nuevo Jarvis 2.0 a generar los patrones idóneos que levantaron un campo protector que incluía el subsuelo de la isla como parte del océano correspondiente. Stark no se andaba por las ramas. Y es que su hija había tenido una recaía producto de aquella noche, lo que hirió de sobremanera el orgullo de sus protectores. Por supuesto, siendo ahora Stark quien aportó las ideas, el lujo y bienestar eran prioridad como la seguridad. Tenían una casa amplia llena de todas las comodidades que ambos pudiesen necesitar, como si él tuviera las fuerzas para ello, sin contar con la IA que le saludó en esos momentos y que sería su sirviente privado.

Fue algo que le hizo torcer los labios por lo absurdo que le pareció. Tiempo atrás los Vengadores le hubieran partido en trocitos sin rechistar y ahora le habían creado un santuario donde tenerle a salvo junto con su hija. Pero estaba agradecido, en aquella isla lejos del cuartel había una distancia tranquilizadora del Dios del Trueno. No quería admitirlo pero, bajo ninguna circunstancia estaba dispuesto a permitir que Thor supiera de su hija, menos que la conociera. Odín podía arrebatársela si se enteraba y eso sería la muerte para él. Por ello había dado hasta la última gota de su magia, de su herencia Jotun y de los poderes Aesir para crear la coraza que resguardaba el verdadero potencial de Idunn. Ya no poseía nada más que su débil cuerpo a cambio de que su hija no fuese jamás descubierta por los ojos indiscretos de Heimdall, el poder de Odín o las manos de Thanos. Su mejor y último conjuro había ocultado los mechones dorados combinados con los negros de la pequeña, sus tiernos cuernos al igual que sus ojos azules. Aquello hubiera levantado preguntas que no tardarían en ser respondidas, y también se hubiera visto su poder latente, la capacidad de su niña para manipular el trueno como si fuese otro juguete suyo. No, eso jamás nadie iba a verlo. Nunca.

La mascarilla de oxígeno había sido sustituida ahora por una cánula, despidiéndose del collarín duro cambiándolo por uno suave que le permitía mover al fin su cabeza. Su mano izquierda seguía presa de la férula pero la sentía más firme, sus huesos estaban regenerándose, el haber perdido sus poderes aletargaba su recuperación. Tenía que darle crédito al Hombre de Hierro sobre la comodidad de la casa, a pesar de que estaba postrado en aquel futón, podía vigilar los pasos de Lucky a través de las pantallas holográficas y por supuesto, de su lazo. Su hija no paraba de correr por todos lados, jugando con la IA que seguramente había sido instruida para concederle todos los caprichos que no estuvieran en conflicto con su seguridad o su salud.

-Lucky, no...

Un florero más roto. No le molestaba que le llamaran Lucky, o Lucky Stark como afirmaba Jarvis que así lo hacía Tony, generando la consabida discusión con el Capitán América. Su hija parecía la encarnación de un torbellino ahora que estaban en la isla. Trepaba a muebles únicamente para explorar sus contenidos o su resistencia, rompía cosas en sus alocadas carreras por los pasillos, manchando el suelo de lodo cuando salía en días de lluvia. Recordaba su primer día en que experimentó el suceso, estaba asustada de que alguien hubiera puesto una enorme regadera sobre ellos antes de comprender el fenómeno de la lluvia. Tuvo que amenazarla con reprenderla si no entraba de vuelta a la casa por temor a que enfermera, no estaba seguro que eso ocurriera pero prefería seguir con esa rutina.

La silla de ruedas automática fue mejor que estar atrapado en la recámara todo el día. Lo mismo que las visitas de los Vengadores. Steve era quien más frecuentemente llegaba a la isla para jugar con Lucky hasta que tenía una llamada. Tony Stark siempre aparecía con un nuevo juguete o algún aparato inventado por él mismo para entretenerla, temía que un día la isla no fuese suficiente para albergar la cantidad de regalos que llegaban. Bruce Banner era más discreto, pero era todo un espectáculo ver a Hulk cargar a su hija con el mismo cuidado que un artesano trabajando con el cristal más frágil. Vision también era un excelente compañero de juegos, su hija se sentía atraída hacia él y sospechaba que la razón era la gema en su frente, sin embargo le concedía crédito a su carácter bondadoso. Thor apareció en el cuartel varias veces según le contaron, algunas para ayudarles en misiones donde los rastros de Hydra aún permanecían. Otras simplemente porque ansiaba estar con ellos. Según el Capitán América, la separación definitiva de Jane Foster y el ataque del ejército de las sombras donde cayó Odín habían puesto al Dios del Trueno en un modo taciturno y serio, alejado de su acostumbrado modo escandaloso y provocativo. Un par de veces había mencionado su nombre, ignorando que los Vengadores le ocultaban bajo el pretexto de ser prisioneros en Midgard. Solo Rogers había escuchado a Loki pedirle que bajo circunstancia alguna le revelara la existencia de Idunn. Podía llegar el día en que Thor le encontrara pero jamás a Lucky. El Ragnarok llegaría antes de que Asgard supiera de su hija. Era con mucho lo único que alteraba al ojiverde, que trataran de separarlo de la pequeña bajo cualquier circunstancia, se necesitaba de la paciencia del capitán para tranquilizarse y hacerle ver que nadie entre los Vengadores tenía intención de hacer tal cosa, ni tampoco el director Nick Fury estaba dispuesto a participar en un plan así.

Después, con la llegada del bastón, caminar por la casa y los alrededores fue un ejercicio saludable que realizó sin necesidad de las indicaciones de sus médicos oficiales. Así pudo comprobar de primera mano la determinación de Tony Stark por protegerles, con cada cámara, monitor, sensor y cuanto dispositivo estuviera al alcance de la imaginación del millonario para crear un muro infranqueable entre la isla y el resto del mundo, o como lo afirmaba muy ufano aquel mortal, del universo. Loki tenía que darle la razón, todo ese tiempo no tuvieron más visitas que temer, como si aquel monstruo de las sombras solo hubiese sido un mero accidente. Esperaba que lo fuera. Su tiempo ahora se dividía entre poner orden dentro de la casa cuando Lucky dejaba todos sus obsequios regados por los pasillos, pasear por la isla conociendo la flora y fauna que Jarvis le proponía o escrudiñar la tecnología de Midgard bajo el sello Stark. Asgard había sido un paraíso, con sus campos de eterna primavera o sus colinas siempre cubiertas de nieve que rodeaban el imponente palacio de oro donde residían los tres grandes salones que cruzaban los más feroces guerreros que Odín poseía. Un lugar de los dioses, y así se quedaría, pero la isla era mejor que eso, el mar que les rodeaba en un color turquesa con playas de arena blanca, una vegetación exótica abundante donde se escondían riachuelos, una cascada de altura modesta y un lago que volvió loca a su hija de solo verlo. Suerte que Vision hubiera estado cuando lo avistó por primera vez en sus exploraciones y la rescató de morir ahogada. En ocasiones Lucky no medía las consecuencias de sus actos, tal vez en un impulso desesperado por disfrutar lo que tenía delante antes de que le fuera arrebatado o su tierna edad que reclamaba probar todo lo que aquella "cárcel" privada tuviera que ofrecerles.

No quería acostumbrarse a esa vida, pero los Vengadores estaban haciéndolo imposible. En las noches en que las pesadillas atormentaban a ambos, tenían encima a Jarvis, las voces de Stark o de Rogers si no eran sus visitas en cuestión de minutos. Esa sensación de estar a salvo, de saberse dentro de un círculo de protección era una droga adictiva que iba colándose lentamente en sus mentes, provocando que ciertos días Loki intentara hablar con ellos, confesar lo que llevaba dentro pero un nudo en la garganta, el corazón acelerado y un pensamiento oscuro se lo impedían, apretando los dientes de impotencia recibiendo a cambio un apretón en su hombro, un abrazo atrevido pero solidario o simplemente una presencia que no le abandonaba hasta que de sus propios labios brotaban palabras para ahuyentarla careciendo de la fuerza para conseguir tal efecto, la verdad era que no le gustaba quedarse completamente solo y ellos parecían adivinarlo de alguna manera. Lentamente, esos mortales hacían que las tinieblas se alejaran de sus vidas.

Podían vivir, sí. Empezaba a tener fe en ello.


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