Dulce tentación

DAÑOS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel

Pareja: primero un Broken Stony y luego Strangeiron porque sí.

Derechos: a alisarme los bigotes maybe.

Advertencias: en esta historia, pasan cosas malas, los personajes meten la pata, no son perfectos ni tampoco geniales todo el tiempo. Tenemos a un Steve malo no de villano sino en plan de ser idiota, olvidé mencionar que es un AU, así que nada de súper héroes y esas cosas. Con niños para hacerla de más emoción esta historia por encargo.

Gracias por leerme.


*****


Dulce tentación.

Me perdería en tu silencio, hoy,

si no pensara tanto en ella.

Y mantendría la mirada en ti,

si no la viera siempre a ella.

Y no le llames cobardía,

hay cosas que en la vida

Sólo son para dos,

tan solo dos.

No es compatible la mentira

con algo transparente,

hermoso y frágil,

como es, el amor.

Dulce tentación, José Luis Perales.



-Doctor Stark.

-La facultad de medicina está por allá.

-No estoy perdido.

-¿No? Entonces los libros de historia nos han mentido todo este tiempo.

Ese tipo llamado Strange volvió a aparecerse en un pasillo que Tony solía recorrer, logrando no tirarle el café que llevaba, pero sí obstaculizando su paso.

-Sé que esto es extraño, pero deseaba preguntarle algo.

-Creo que se lo puedes preguntar a alguien más.

-No hay otro experto en Física Cuántica como el doctor Stark.

-¿Qué quiere, Strange? Me hace perder mi tiempo.

Aquel inglés sonrió descarado, sacando de su mochila un documento que Tony reconoció pues era uno de sus trabajos recientes, por lo que arqueó una ceja sin tomar los papeles.

-Tengo el original en casa.

-Deseaba un autógrafo o no me creerán que conozco al genio detrás de esta investigación.

-¿Está de broma, Strange?

-Nunca con usted, doctor Stark.

Pudo ser que debido a las últimas semanas en la vida de Tony tan extrañas como amargas es que aceptó el firmar ese documento casi de mala gana, mientras que el estudiante de medicina lo observaba con curiosidad, siempre con esas poses inglesas de impecables modales como su peinado o su ropa, cosa que le hizo preguntar si acaso estudiaba de verdad medicina porque en general todos esos estudiantes no solían tener buen aspecto ni sentido de la moda. Suspiró un poco, diciéndose que de nuevo estaba exagerando demasiado con algo a lo que no debía prestarle atención, devolviendo los papeles al inglés.

-Listo.

-Gracias, doctor Stark.

-¿No tiene clases que atender, Strange?

Steve pintaba frenético, en otros tiempos cuando eso era así, la cantidad de cuadros en el taller se multiplicaba exponencialmente. Ahora solo había unos cuantos y la mirada cada vez más recelosa de Tony notaba que los pinceles y óleos no estaban tan desgastados como se suponía que estuvieran si en verdad su esposo trabajaba con tanto afán. Eso no quería decir que no tuviera nuevos trabajos, pero incluso estos se le antojaban no tan buenos como antes, solo iguales a su estilo anterior. Ya le había comentado sobre lo que Sam le había dicho de esa primera noche cuando todo comenzó, recibiendo la esperada respuesta de ser una broma de este solo por diversión.

Le hubiera creído de no ser por el tono falso en las palabras del rubio, esa mirada que lo evadía cada vez más cuando estaban a solas. Bien podía sacar explicaciones sensatas de todo ello, pero Tony empezó a sentir que algo no estaba bien cuando las usuales citas que tenían los fines de semana cuando los chicos no estaban dejaron de hacerse. Steve lo justificó con la cantidad de trabajo que tenía encima, lo cual el castaño aceptó, una vez más eran cosas que habían sucedido con anterioridad, salvo que sin esas llegadas casi de madrugada ni tampoco los respingos que daba su esposo cuando aparecía en la misma habitación que él en completo silencio a veces por querer jugarle una broma.

Tales comportamientos no eran usuales en Steve, y su teoría inicial de que le esperaba una sorpresa y por ello es estaba haciendo todo eso se vino abajo al pasar el tiempo. A menos que el rubio estuviera construyendo el nuevo Taj-Mahal no había sentido a todo lo que estaba ocurriendo entre ellos, incluyendo por supuesto que de pronto y sin razón alguna, dejaron de tener relaciones. Eso fue lo que más le dolió a Tony, ese alejamiento tan doloroso cuando su esposo jamás había mostrado esa inapetencia. Primero fue a causa del supuesto trabajo, necesidad de guardar energías para la inspiración o la musa se iría corriendo lejos, después simplemente fue un "no tengo ganas" con una sonrisa culpable y un par de ojos azules escondiendo algo.

-Papá.

-¿Me decías, Harley?

-Está sonando tu celular.

Morgan tuvo un accidente, nada malo para la gente sin hijos, una angustia para él. Se resbaló de un juego en el parte y terminó con un chichón en la frente además de un raspón que le dejó una linda carretera rural en una mejilla. Tony llamó a Steve varias veces sin tener respuesta, enfadándose con él al volver a casa dándose cuenta de que tampoco estaba ahí. Su hija se fue a dormir sin el cuento del rubio con un moretón y una experiencia buena para ella pues el pediatra le había regalado una paleta por haberse portado muy valiente en la curación. Cuando su esposo apareció, Tony no dudó en increparlo, exigiendo una respuesta a su ausencia inexplicable.

-Eres su padre.

-Ya te dije que mi celular perdió batería, Tony.

-¿Todo el día?

-Estuve ocupado, puedes llamar a...

-Olvídalo.

-Iré a ver a Morgan.

-Está dormida, ya no tiene caso.

-La veré de todas formas.

-Puedes quedarte con ella si lo deseas, no interrumpiré tu creatividad.

-Tony...

En esos momentos, cuando se quedaba completamente solo en la oscuridad, es que la mente del castaño de pronto traía memorias que daba por perdidas, detalles en aquel instante insignificantes, pero que ahora parecían contarle algo no visto en nombre del amor. Como la indecisión inicial de Steve al comenzar a salir juntos, lo mucho que tardó para que luego tuvieran relaciones, y de pronto, estaba más que decidido a que formalizaran su relación e incluso había sido él quien propuso el matrimonio. El cambio había sido repentino, casi inexplicable de haber puesto más atención. La emoción por tener un esposo como lo era Steve Rogers lo cegó en su momento.

¿Había pasado algo en ese lapso que lo hizo cambiar de opinión?

Las ansias de venganza comenzaron a nacer, lo cual en un matrimonio era solo un signo de que las cosas ya estaban en un punto sin retorno hacia el fin. Pero Tony no quiso pensar mucho en eso, sino más bien en coquetear peligrosamente con una serie de revanchas contra Steve por dejarlo plantado -a veces sin querer, debía admitirlo-, olvidar detalles que antes jamás hubiera dejado pasar o esos silencios incómodos cuando cenaban o se iban a dormir. Esa rabia que fue acumulándose fue lo que propició que fuera más amigable con el nuevo estudiante inglés de lo que debía. Una completa niñería porque tampoco dio pie a otras cosas, solo eran esas ganas de hacer algo para tener de vuelta a su esposo.

-Su café, doctor.

-Comienzo a pensar que estás siguiéndome todo el tiempo, Strange.

-Para nada, solo soy un fan de su trabajo.

-Lamento no poder decir lo mismo.

Stephen sonrió, negando mientras lo observaba beber ese café que tenía la mezcla que le gustaba.

-No quiero palabras falsas, no me agradan.

-Si te gustan los halagos, lo he notado -Tony arqueó una ceja- Como cuando te comenté sobre lo que escuché de tus maestros hablando de la destreza de tus manos.

-Es más algo nostálgico, mi madre solía decirme que mis manos eran manos de hechicero porque era muy bueno y preciso para los detalles, eso, unido a mis deseos de aprender de medicina es lo que me han traído aquí. Me alegra mucho seguir este camino.

-¿El no dormir por días?

-Creo que el doctor Stark pasa insomnios igual cuando trabaja en un nuevo proyecto de investigación.

-Has hablado con mis estudiantes.

-Intercambiar información por secretos que los ayuden a tener mejores notas sin duda es un trueque demasiado atractivo para rechazarlo.

-¡Eres un cínico! Hablas de como ayudas a hacer trampa en esta prestigiosa universidad sin una pizca de vergüenza. Esto te podría costar una expulsión.

-¿Donas?

Tony se quedó boquiabierto, era cosa sabida por todos los que lo conocían en la universidad que adoraba las donas por encima de cualquier otra golosina, pero lo que nadie sabía era cuáles eran sus preferidas, unas que estaban hechas con una masa especial y decoradas con unas semillas dulces. Mismas que eran preparadas en una pequeña pastelería perdida en un callejón de los barrios menos favorecidos de Massachusetts.

-¿Cómo...?

-Soy observador, noté que una vez traía estas semillas atoradas en su precioso suéter rojo, me pregunté de qué serían y preguntando encontré esto. Solo uní cabos.

-Debiste ser detective.

-Mmm, no, prefiero ver las mentes de las personas.

-¿La mía está en esa lista?

-No solo su mente, doctor Stark.

Esa mirada en Strange tenía un claro significado que Tony evadió al beber el café, aunque traicionándose ligeramente al relamerse los labios.

-Voy tarde, la facultad de medicina queda por allá.

No debía hacer eso, estaba mal a todas luces, solo que así era más pasable cuando llegaba a casa y Steve estaba absorto en su taller sin comentarle ya nada de lo que hacía como antes, ni tampoco charlaban antes de quedarse dormidos. Ya no decir el que se tocaran. Lo peor es que no extrañaba eso, lo cual lo asustó. ¿Qué estaba pasando que el rubio había dejado de parecerle atractivo a tal grado de no desearlo más? ¿Serían esas llamadas repentinas en los fines de semana que lo hacían salir al jardín o encerrarse en su taller? Tony no supo decirlo, todo lo que estaba pasando tenía un sabor amargo que lo enojaba tanto que más de una vez quiso ponerse de pie en la mesa durante la cena y gritarle a su esposo lo harto que estaba de que le viera la cara.

Oh, sí, Tony ya había mirado lo que no debía.

Fue al llevarle algo de comer a su taller que alcanzó a notar un par de boletos para el cine, tenían una fecha próxima y él no fue invitado. Por el mero gusto de lastimarse a sí mismo le preguntó a Sam si acaso habían tenido algún evento donde su esposo pudiera terminar en el cine en una película de estreno, cosa que extrañó mucho a Sam pues nada de eso sucedía mientras el pintor estaba absorto en sus obras, sería una tontería interrumpirlo con eventos sociales de esa índole. Unos cuantos dólares a un chico de limpieza del cine y confirmó que Steve había estado ahí... con alguien más. El muchachito no había podido decirle quién era porque no se fijó tanto en ellos más recordaba el rostro de Steve porque admiraba sus pinturas.

-Doctor Stark.

-¿Sabes? Me hace sentir más viejo de lo que estoy que siempre me llames así.

-¿Cómo puedo llamarlo?

-Tony.

Strange sonrió, sacando cual presdigitador una rosa que le tendió.

-Hoy en mi tierra natal se obsequia una flor a quien admiramos y estimamos. Esta es para ti, Tony.

-¿Esa celebración de verdad existe?

-No, pero es un buen pretexto para no verme mal.

-Te ves mal de todas formas... pero gracias -Tony la tomó con cuidado, una rosa hermosa de pétalos perfectos casi iguales todos- ¿Por qué haces todo esto, Stephen, si sabes que no tienes oportunidad?

-La esperanza muere al último.

-No bromas en este momento.

El inglés tomó aire, ambos sentados en una parada de autobús porque el auto de Tony se había descompuesto ese día, Steve ya no atendía eso y él era demasiado olvidadizo para ello.

-Eres un idiota -habló Strange con voz segura- Tienes un cierto nivel de egocentrismo curioso, sí que eres un genio, pero lo que más me ha gustado de ti es tu capacidad para darlo todo por algo... o alguien. Tus alumnos te quieren no porque seas fabuloso explicando términos que un pequeñísimo porcentaje de la población mundial entiende, sino porque les compras la cena cuando están cansados en tu laboratorio, los haces reír al verlos tristes, los has defendido como si fueran tus hijos.

-Bueno...

-Confieso que no me había interesado en una persona de esa forma. Tuve una novia que me botó precisamente por mi falta de compromiso, no me dolió mucho ¿sabes? Luego, un día choqué contigo y de pronto fue como si una verdad me fuera revelada al fin, un misterio resuelto, o la realización de cómo extraer sin daño alguno un tumor cerebral ubicado en una zona peligrosa.

-Vaya comparación, pero la acepto -Tony suspiró- Lo que dices... es lindo, pero creo que estás confundiendo admiración con algo más.

-Sé lo que es la admiración, yo mismo he ganado premios o no hubiera sido aceptado aquí. Fue esa parte de ti que está ahí pero nadie no parece notar lo que me hizo sentir de pronto como alguien especial por haberme dado cuenta. Una oportunidad como he dicho antes, que no dejaré pasar. También he perdido, Tony, sé lo que se siente y lo que duele, muchas de las veces fueron por mi propia soberbia. Al conocerte, por primera vez he dejado de pensar solo en mí.

-Stephen, no digas esas cosas.

-No soy un mocoso, nadie que estudie medicina lo es al terminar y ejercer, así que no puedes venir a decirme que el tiempo me quitará esto porque será mentira.

-Escucha, detente ahí -Tony levantó una mano- No es que... debo ser sincero contigo, la verdad solo he estado jugando por mera venganza.

-Si eso fuera cierto, hace tiempo que hubiéramos terminado en un hotel.

Tony se quedó sin palabras, desviando su mirada. Para acostones por desquite solo bastaba un gesto, que no había hecho y algo le dijo que Strange tampoco lo hubiera concedido. Una mano de este atrapó la que sujetaba la rosa, deslizándose por el largo asiento de la parada para quedar junto a él, casi acorralándolo.

-No eres para mí un trofeo a conseguir ni una noche que olvidar, Tony.

-¿Qué soy?

Con una sonrisa, Strange miró su mano que besó por el dorso con esa devoción que Tony no había vuelto a sentir hacía ya largo tiempo.

-Algo más, pero te lo demostraré, como en la medicina, todo es cuestión de pruebas.

-También en la física.

-Entonces tenemos más cosas en común de lo que imaginas. Ahí viene tu autobús.

-¿Me dejarás ir?

-Puedes estar del otro lado del mundo, Tony, y seguirías siendo mío.

-Eres un idiota engreído.

Se levantó muy airado, subiendo al autobús sin mirar atrás con el corazón latiéndole aprisa. Ya tampoco había escuchado esa clase de palabras, las extrañaba y necesitaba un tanto. Tony sacó ideas locas de su cabeza al llegar a casa, enterándose por boca de Harley que Steve no llegaría esa noche, al parecer la reunión o lo que estuviera haciendo se alargaría hasta la mañana siguiente, prometiendo estar para el desayuno que él mismo prepararía según informó su hijo. Fue difícil resistir la mirada de Harley, tan inquisitiva y escéptica, Peter era más inocente, más fácil de convencer para sortear esas olas cada vez más grandes, pero el segundo de sus hijos no.

-¿Papá? -Harley lo fue a buscar más tarde en su recámara.

-Adelante, hijo, ¿qué sucede?

Harley entró, con las manos en los bolsillos de su pantalón, gesto que hacía cuando iba a decir algo que no le gustaba o le incomodaba.

-Papá... ¿todo está bien? Es decir, ¿tú y Pops están bien?

-Claro, cielo, ya sabes que cuando tu padre está en modo pintor obsesionado es que se pierde así.

-Nunca de esta manera, Morgan le dijo de su festival y ni siquiera lo anotó en el calendario del refrigerador como siempre.

-Yo lo haré, está muy distraído porque está intentando algo nuevo.

-Ah.

-Todo está bien, Harley, te lo aseguro.

-¿Eso te incluye?

Tony sonrió lo mejor posible. -Eso me incluye.

Esa noche fue la primera en que en verdad lloró, sabía que había alguien más en la vida de Steve, y que este no lo consideraba con el suficiente respeto ni dignidad como pareja de tantos años como para decirle la verdad, quizá era eso lo que más le dolió, ser engañado por no ser suficiente. A la mañana siguiente simplemente fue con la corriente, charlando con sus hijos, alabando las artes culinarias del rubio con un beso a su mejilla y saliendo de casa con los niños para no hablar con él, sirviéndole de pretexto que su auto estaba descompuesto. También le dolió que Steve olvidara que ese día, no tenía clases. El castaño decidió dar una vuelta por las calles, deteniéndose en un bar para tomar algo, sin embriagarse, todo menos eso.

-Tony.

-¿Qué? ¿Eres un brujo o qué sucede contigo?

-Pues este es un bar inglés. Soy inglés, me gusta sentirme como en casa -Strange se sentó a su lado, ladeando su rostro al observarlo- ¿Tan mal estuvo tu día?

-Sigue estándolo -bromeó, haciendo a un lado su vaso para masajearse los ojos- Disculpa, no es contra ti.

-Lo sé.

-¿No deberías estar en prácticas o algo?

-Cuando has vencido al profesor en su materia, tienes el gusto de exentarla.

-Por todos los cielos.

-Hey, ¿por qué no me das un tour por esta ciudad?

-Yo no sé...

-Solo quiero pasear, nada más.

En algún momento durante ese paseo a museos, partes, el río y otras atracciones, Strange sujetó su mano que entrelazó con fuerza para no dejarla ir. Tony quiso zafarse, haciendo un esfuerzo muy pobre para conseguirlo, quedándose así con un suspiro.

-A veces te odio, Stephen.

-¿Será cierto? He notado que tiendes a alejar a los demás cuando no deseas que te vean herido.

-Ahora eres psicólogo.

-Un brujo, tú lo afirmaste.

-Solo lo comenté.

-Te diré algo -Strange miró el puente que estaban por cruzar- Si tu esposo recuperara tu cariño, si volvieras a ser feliz con él, no me opondría. Pero hoy me doy cuenta de que eso ya no va a suceder, es triste lejos de que sienta una ventaja contra quien tuvo el gusto de poner esa argolla en tu mano.

-¿Lo dices en serio?

-Los ingleses somos gente de palabra, al contrario de los americanos.

-Oye.

-Pero lo digo en serio. Me gustas, Tony, no para divertirme un rato, tener esa anécdota de haber conquistado a un profesor de universidad privada o un romance prohibido. Es un sentimiento serio, en estas cosas como en otras no me gusta desperdiciarme.

-Wow.

Tony jaló aire, viéndose reflejado en esos ojos profundos, Strange era más alto que él para su fastidio y al mismo tiempo le gustaba, lo hacía sentir protegido. Desvió su mirada sin soltar esa mano, apretando sus labios al hablar muy bajo con voz trémula.

-No sé si pueda, Stephen.

-Al menos inténtalo.

-¿Y qué pasa si me arrepiento?

-Dolerá, pero no será tanto como la duda carcomiendo más adelante cuando te preguntes a solas sobre lo que hubiera sido de haberte decidido.

-Podemos perder, y mucho.

-¿Sientes mi mano, Tony? -Strange levantó su mano entrelazada- Viejas cicatrices. Antes de decidirme por la medicina, quería tocar el piano. Un accidente lo impidió. Hoy sería un flamante pianista de renombre porque lo tenía todo para ello y mírame. Tal vez mi sueño no es comparable a lo que tú te refieres, pero quiero que comprendas que sí estoy consciente de lo que podemos perder, sé lo que es perder algo querido, Tony.

-No sabía eso, de tu accidente.

-¿Quieres intentarlo?

-¿Cómo supiste que estaba evadiendo el tema?

-Ya te he observado bien.

-Uf.

-¿Entonces?

-De acuerdo...

Un pequeño beso casto fue depositado en sus labios, quedándose de ojos abiertos y ahí en el medio del puente asimilando eso, Strange le dejó así, una vez más con la inquietud cada vez mayor a que pasara algo mucho más interesante y menos de novela. Por alguna curiosa razón pensó en la Teoría de Cuerdas, recordando que había prometido a sus hijos un pastel helado para la cena, mirando su reloj para volver sus pasos e ir hacia la pastelería con una sonrisa en su rostro, una que había desaparecido semanas atrás.

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