Capítulo único.



Cuando se cree que todo está perdido, llegan cosas inesperadas que vienen a cambiarte la vida de un momento a otro regalándote lo que muchos desean pero no todos consiguen: felicidad.

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El pueblo de Berk estaba de luto por la pérdida de su jefe, Estoico el Vasto. Eso quería decir que Hipo tomaría el lugar de su padre.

Ya no se sentía de aquella manera, que no era igual que él, de lo contrario, eran idénticos, solo que Hipo tenía más sueños de aventura que de gobernar.

Los dioses le quitaron a su padre, pero le regresaron a su madre; Tiene amigos que lo acompañan en su dolor, sin olvidar la increíble mujer que tiene por prometida y que no se ha alejado de él desde su terrible pérdida.

Tal vez se llevaron a su padre, pero ahora tiene que mantenerse vivo por las otras personas que lo rodean, que lo admiran, quieren y aprecian. Un jefe siempre cuida de los suyos, como su padre solía repetírselo hasta el cansancio.

Ahora que es jefe comprende a su padre y la necesidad de cuidar de los suyos.

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—¿Cansado, hijo? —la madre del castaño lo miro con una sonrisa. Hipo le sonrió, agradecía tanto tenerla con él.

—Si, mucho. Hay trabajo, pero nada que no se pueda resolver —sonrió —. ¿Cómo sigue Astrid?

—Bien, hijo. Solo cansada, pero con mis cuidados se va a mejorar.

—Por favor si no se pone bien llévala con Gothi, ella sabrá que recetarle.

—Tranquilo, Astrid estará bien —el castaño sonrió.

Antes de entrar a casa decidió dar un paseo con Chimuelo. Admirar el cielo, la luna y las estrellas. Le recordaba a su padre y le daba una gran tranquilidad. Sentía que el cielo era Berk, la luna su padre y las estrellas todos los habitantes de Berk.

—Me haces tanta falta—pronunció, dejando caer una pequeña lagrima —. Pero sé que estás en un lugar mejor, rodeado de felicidad, que lastima que Berk ya no sea así —dijo nostálgico —. Desde tu partida las fiestas se acabaron. La gente ya no sale tanto, y todos tienen un hueco en el corazón... Agradezco que mi madre este conmigo, porque sin ti simplemente no sé qué hacer —las lagrimas salieron bravamente de sus ojos. El dolor que lleva en el corazón aún no se va, a pesar de los seis meses de su muerte.

El pueblo de Berk está de luto. Apagado completamente, hace falta algo que lo vuelva a hacer sonreír, algo que lo haga festejar, algo que alegre sus corazones.

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—¿No ha venido Hipo? —preguntó la rubia recostada en su cama.

—Vino, pero se fue a volar un rato —le respondió su suegra mientras servía un poco de antídoto para Astrid —. Mejor dime, ¿cómo te sientes?

—Es que... Dentro de lo que cabe bien, pero es... Extraño. No presente calentura ni nada por el estilo, pero tengo síntomas de estar enferma.

—Linda, si no te sientes segura mejor ve con Gothi mañana. Digo, estoy segura de que no es nada grave pero, si te hace sentir mejor.

—Creo que si —dijo pensativa.

Pasaron las horas, y la rubia se quedo profundamente dormida.

Hipo llego a la habitación y la vio tan dormida que no fue capaz de despertarla. Por su depresión y trabajo había descuidado mucho a su ya esposa.

Se recostó a su lado y lo único que hizo fue darle un beso en la mejilla. Astrid se removió un poco, pero después volvió a su profundo sueño.

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Amaneció. Cuando despertó –como era de costumbre– Hipo ya no estaba. La rubia suspiro.

Cuanto lo extrañaba, aún recuerda aquella primera noche que pasaron juntos. Fue una noche tan magia y llena de felicidad, amor y caricias, su primera noche juntos.

Después de esa hubo más, cada una igual de mágicas. Recientemente –hace unas siete semanas– habían tenido un acercamiento, fue corto pero eso no dejo de ser maravilloso para ambos.

Extrañaba sus caricias y besos. Extrañaba pasar la noche con él y despertar a su lado. Extrañaba escuchar cada mañana el saludo de buenos días. Extrañaba aquella frase especialmente de él, my lady, era de lo que más extrañaba.

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—Ahorita regreso señora Valka, voy con Gothi.

—¿No prefieres que te acompañe?

—No, gracias, prefiero ir sola —le sonrió y salió.

La verdad es que estaba asustada por lo que pudiera ser, pero prefirió no sugestionarse hasta que no le dieran un resultado seguro.

Llego con Gothi, quien la recibió gustosamente.

Astrid le platicaba a detalle los síntomas tanto físicos como emocionales.

Gothi junto todas las notas que le había dicho la rubia y comenzó a descifrar lo que tenía. Su cara se iluminó.

—¿Qué pasa? —preguntó la rubia extrañada.

La anciana comenzó a escribir sobre la tierra y le mostró a Astrid. La rubia abrió los ojos como platos.

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Hipo acababa de llegar a la casa. Había llegado temprano ya que había acabado el trabajo antes de lo esperado. Decidió no salir a volar esta noche para pasar tiempo con su familia.

Cuando entro se sorprendió de ver a Astrid sentada en el sofá sollozando.

—Astrid, ¡¿te encuentras bien?! —preguntó preocupado mientras tomaba sus manos.

—Nunca he estado mejor, Hipo —dijo limpiando sus lágrimas —¿Recuerdas que hace unos días estaba enferma?

—Claro que lo recuerdo.

—Bueno, ya salió que es —dijo feliz. Hipo la miro confundido —. Estoy embarazada —fue como si un balde de felicidad le hubiera caído encima. Aunque fue algo de sorpresa no podía sentir más que felicidad. La primera sonrisa de alegría que tenía desde entonces.

—¡¿Qué?! —dijo sonriente, aún no lo podía creer —¡Oh, por Thor! Astrid, es la mejor noticia que me pudieron dar —la paro y la abrazo, no tan fuerte, para no lastimarla.

No quería soltarla, después de mucho tiempo por fin volvieron a abrazarse. Un hijo... Qué bello se escuchaba.

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Estaba que le invadía la alegría, aún no se la creía. Toda la noche estuvo pensando en ese pequeño que en nueve meses vendrá a alegrarle su vida, ya lo necesitaba con él.

Nunca tuvo ese instinto paternal, pero tratándose de la mujer que ama y de su constante depresión ya requería de alguien que lo sacara de sus casillas de una forma linda.

Corrió con todo el pueblo de Berk a divulgar la noticia. Su madre, amigos y gente de Berk estaban más que feliz por la llegada del hijo del jefe.

El pueblo nuevamente comenzó a planear fiestas para celebrar la llegada del nuevo miembro de la familia.

Astrid miraba asombrada por la ventana como toda la gente estaba de arriba para abajo apurada para comprar las cosas.

—Otra vez están sonriendo —dijo nostálgica.

—Claro que si my lady —sintió como su corazón comenzó a palpitar rápidamente —. Gracias a ti tendremos otro motivo para celebrar y sonreírle nuevamente a la vida.

—Hipo, no sólo es mi hijo.

—No, pero tú eres la que lo cuidas dentro de ti.

—Tengo miedo...—el castaño la miro confundió. La tomo de las manos y le dijo

—¿Miedo de que?

—De no ser la madre que él espera.

—El te amara... Te lo aseguro —la abrazo —. Vamos, Astrid, tienes muchas fiestas a las cuales asistir —sonrió.

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—Astrid, amiga, ¡estoy tan emocionada por ti! —exclamó su mejor amiga.

—Yo también lo estoy, pero a la vez tengo miedo.

—No hay por qué, estoy seguro que tu hijo estará muy orgulloso de ti.

—No lo sé, Heather, a veces me da miedo pensar que le puede pasar algo... No lo soportaría.

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Astrid estaba por cumplir los cinco meses de embarazo. Su vientre era realmente grande, para los meses que tenía.

—Vaya, mi hijo vendrá grandesito —dijo tocando el vientre de la rubia.

—Ni me lo menciones, Hipo, que yo soy la que va a sufrir.

—Se que lo lograras, my lady.

Nunca imaginó llegar hasta aquí. Casada, con hijos, ella siempre se vio más liberar, aventurera y soltera. Como es la vida.

A diario recibía regalos de parte del pueblo, le agradecían tanto a los jefes que les regresaran aquella alegría y felicidad.

Simplemente no podía sentirse triste, ahora tenía el aprecio y cariño de la gente.

Lo que sí está segura de algo, su hijo estará lleno de amor y cariño, y eso le alegraba demasiado.

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Estaba dormida. Una pequeña punzada en el estomago la despertó alarmándola, y no sólo ella, sino el castaño quien también se despertó exaltado.

—Astrid, ¿pasa algo?

—Es que... Sentí una patada muy fuerte —le dijo asustada.

—Pero... Ya antes había comenzado a patearte, y es normal.

—No lo sé, mejor vayamos con Gothi —esto le comenzó a alarmar al castaño.

Esperaba que no fuera nada malo, porque si lo pierde a él o a ella se muere.

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Gothi revisaba a la rubia, cerciorándose de que todo estuviera normal.

Le recomendó guardar mucho reposo hasta el parto, ya que todo indica que va bien, sin embargo, no es muy usual sentir una patada tan fuerte como la que ella sintió.

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Pasaron los meses desde aquella vez. Astrid constantemente sentía patadas fuertes, pero decidió no alarmarse hasta que su hijo naciera.

Estaba tranquila sentada en el sofá mientras leía un libro que le presto Gothi sobre la maternidad, pero después sintió un fuerte dolor. Era momento de conocer a su hijo.

—¡Odin! —exclamo, asustando a Valka.

—¡Cielos, Astrid! ¡¿Qué pasa?!

—¿Dónde está Hipo?

—Salió con urgencia de Berk, ¿por qué?

—Porque bebé no quiere seguir dentro de mí... —Valka abrió los ojos como platos.

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Los jinetes fueron en busca de Hipo, pero Astrid no podía esperar más, tenía que ser atendida de inmediato.

—¡Demonios! ¿Dónde podrá estar Abadejo? —dijo Patán molesto —Tiene a la mujer más bella como esposa y todavía encima va a tener un hijo con ella... ¡Y se le ocurre irse así como así!

—Eh, chicos, Astrid está pariendo en estos momentos y lo que necesitamos es encontrar a Hipo rápido —dijo Brutacio.

—Vaya, me sorprende la coherencia con lo que lo dijiste —le dijo su gemela.

—¿Qué insinúas Brutilda Torton? —dijo con los ojos entrecerrados MUY ofendido.

De pronto, un aleteo comenzó a escucharse. Los jinetes miraron asustados a lo lejos, ¿qué tal si se trataba de alguien malo?

Prepararon sus dragones en caso de tener que atacar.

Se acercó más y más.

Estaba tan próximo.

Estaban apuntó de atacar cuando...

—¡Ahora! —les ordenó Patán, pero como pudieron inmediatamente se detuvieron al ver de quién se trataba.

—¿Chicos? ¿Qué hacen aquí? —dijo el castaño muy sonriente.

—¡Hipo, no es momento de preguntas! ¡Astrid está teniendo a tu hijo!

—¡¿Qué?! —abrió los ojos como platos.

Sin mirar atrás le ordenó a Chimuelo que volara de vuelta a Berk lo más pronto posible.

—Si, de nada —dijo Brutacio.

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—Astrid, linda, vamos tu puedes —le dijo Valka animadora.

—¡Duele mucho!

—Lo sé, linda, lo sé, pero si no pones de tu parte tardará más.

Astrid pujaba con todas sus fuerzas. Deseaba inmensamente que Hipo estuviera ahí con ella.

Valka salió unos momentos para respirar un poco. A lo lejos vio como Hipo aterrizó.

Hipo corrió hasta ella.

—Hijo, rápido —lo tomó por el brazo, pero cuando llegaron se pudo escuchar el llanto de un bebé. Ambos respiraron y se tranquilizaron.

El castaño lentamente se acercó a dónde provenía el llanto.

—Hipo, es un niño —dijo la rubia débilmente. Gothi lo envolvió en una sabana y se lo entregó a Hipo. Este lo veía asombrado.

Cuando pensaron que todo había acabado, Astrid volvió a quejarse de dolor.

—Gothi, ¿qué pasa? —preguntó preocupado mientras le entregaba el bebé a su madre para acercarse a Astrid.

Gothi abrió los ojos como plato y comenzó a escribir.

—¡¿Dos?! —la anciana asintió.

Regresó a su labor, ayudando a Astrid con el otro bebé. Hipo no se separó de ella en ningún momento.

Otro llanto comenzó a sonar, y esta vez era el de su hija.

—Una niña —musitó. Miro a Astrid quien había cerrado los ojos antes de conocer a la pequeña bebé que se encontraba en brazos del castaño. Hipo miro alarmado a Gothi, pero esta le dijo que se tranquilizara, solo había sido un desmayo.

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—Hoy tengo el honor de presentarles a los dos nuevos miembros de la familia... Exacto, no sólo es uno, sino dos. Astrid dio a luz a un pequeño varón y una hermosa mujer, a los cuales decidimos nombrar Dannie y Ronnie, nuestro bellos mellizos.

El pueblo entero comenzó a aplaudir. Dannie y Ronnie habían llegado en el mejor momento. Ahora todo era felicidad. Adiós a la tristeza, adiós a los días grises, hola Dannie y Ronnie.

Fin


Es todo. Solo falta uno más :) espero que les haya gustado.

Hay un grupo de Whatsapp de puros hiccstrid, para quien esté interesada :) hablamos por privado.

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