Razón: Liliruca Arde

Flashback:

—De pronto, estaba ahí. Estaba ahí, sola —relataba Lili mientras sus recuerdos la llevaban de regreso al momento en que su vida cambió para siempre, convirtiéndose en esclava—. Mis padres fueron a la dungeon para ganar dinero, pero murieron rápidamente. Para sobrevivir... Solo para sobrevivir, me esforcé —continuaba, mientras en sus recuerdos una joven Lili, demasiado pequeña para su tarea, cargaba un enorme peso por una pendiente. Unos aventureros la observaban con miradas desaprobatorias. Sus pequeñas piernas cedieron, y Lili resbaló, cayendo al suelo.

—¡Estropeas mis ganancias! ¡Apresúrate y ponte de pie! —gritó uno de los aventureros, llenando su voz de desprecio.

Lili, apenas consciente, levantó lentamente la mirada. Sangraba ligeramente, y un rato después, en la taberna, se acercaba a los aventureros, levantando sus pequeñas manos, mendigando una moneda. En lugar de compasión, recibió una patada en el estómago que la lanzó contra la pared. Uno de los aventureros le arrojó al suelo una mísera alita de pollo.

—Golpeada... Explotada... —Lili recordaba con tristeza mientras en su mente veía a su joven yo corriendo por callejones lluviosos—. Incluso si huía...

En otro momento, Lili recordaba haber encontrado un breve respiro en la amabilidad de unos ancianos dueños de una floristería, con quienes sonreía genuinamente por primera vez en mucho tiempo.

—Incluso si me escondía... Ellos me encontrarían... —su voz temblaba en el recuerdo, mientras los aventureros de su pasado miraban la floristería con siniestras sonrisas.

Días después, esos mismos aventureros habían llegado a golpear al dueño de la floristería y a vandalizarla. Los ancianos, en lugar de protegerla, la miraron con desprecio.

—Mi hogar... Me fue arrebatado —continuaba, su corazón endureciéndose con cada nuevo golpe de la vida.

El tiempo pasó, y una Lili un poco mayor se encontraba acompañando a un grupo de aventureros, su rostro endurecido por el odio.

—Odio a los aventureros. Yo... En verdad los odio —susurró con dolor, recordando las innumerables veces que había sido traicionada y lastimada.

Presente:

Lili se encontraba en la pequeña y fría habitación que el dios Soma le había otorgado, preparando unas bolsas atrae-monstruos. Su mente estaba decidida, y su semblante era un reflejo de los años de sufrimiento acumulado.

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—Ya veo... Es esa suporte, ¿eh? —dijo la diosa Hestia, sentada frente a sus dos hijos.

—Sí. Parece que hay unos aventureros peligrosos persiguiéndola —dijo Krimson, mostrando una ligera preocupación en su rostro.

—Esperaba que pudiéramos dejar que se quedara durante un tiempo —expresó Bell, demasiado preocupado por la situación de Lili.

—Bell —dijo la diosa, mirando a su joven aventurero con seriedad.

—¿Sí? —respondió Bell, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Tu suporte en verdad es de confianza? —cuestionó Hestia, provocando un escalofrío en Bell que hizo que su ánimo cayera—. Perdón, sé que suena feo, pero tengo que decirlo. Por todo lo que has contado, ella parece bastante sospechosa. Piensa en ello, ¿en verdad perdiste tu cuchillo? —la pregunta hizo que Bell comenzara a dudar—. Es lo mismo con esos aventureros que la estaban acosando. Ella te está ocultando algo —concluyó la diosa, afilando su mirada.

—Diosa... —intervino Krimson, llamando la atención de ambos—. Tranquila, sé que tal vez Bell es muy inocente y confiado, y hasta cierto punto puede ser verdad. Pero, este mes con él en la dungeon me ha demostrado que él es más fuerte de lo que pensaba. Además, yo estoy cuidando su espalda —dijo Krimson con seguridad, intentando aliviar las preocupaciones de Hestia.

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—¿El décimo piso? —preguntó Bell, sus ojos mostrando cierta inseguridad.

—Sí. ¿Quieren ir ahí hoy? Ustedes son lo suficientemente fuertes como para hacerlo —dijo Lili, esbozando una sonrisa.

—Pero solo sobreviví al séptimo piso gracias a tu arma mágica y a Krimson... Y empezar en el décimo... —dijo Bell, recordando el encuentro con el Minotauro—. Monstruos enormes empiezan a aparecer ahí...

Lili mantenía su sonrisa, pero por dentro, su mente estaba llena de dudas y determinación. Había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás. Sin embargo, una parte de ella se cuestionaba si en verdad era capaz de traicionar a las únicas personas que la habían tratado con amabilidad desde que recordaba.

—¡Tan fuertes como lo son ahora, no tendríamos ningún problema, especialmente con esa magia que me mostraron ayer! ¡Sé que pueden lograrlo! He bajado hasta el undécimo piso, así que lo garantizo —dijo Lili con entusiasmo, tratando de alentar a Bell y Krimson.

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Hace apenas unos días, Eina había tenido una conversación con Loki sobre la familia Soma. La diosa le explicó que lo único que mantenía unida a la familia Soma era el vino que el dios Soma producía. Al ser tan caro de preparar, solo los aventureros que ganan más dinero pueden probar una pequeña parte del lote de mayor calidad. Esto llevaba a Eina al presente, frente a la Torre de Babel, donde esperaba frente al elevador.

—Planeaba hablar pronto con Hestia, pero no pensé que se me pediría hacer la inspección de Babel —pensaba la pelicastaña mientras aguardaba—. No debería mezclar mi trabajo con mi vida personal, pero lo hago con la mejor intención, ¿cierto? Necesito hablar con ella acerca del soporte de Bell y Krimson —dijo antes de mirar a su derecha y ver a Aiz Wallenstein.

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—¡Gracias por acceder a mi plan! En verdad, soy afortunada de ser el soporte de ustedes dos —dijo Lili con una sonrisa.

—Hum, bueno, supongo que en algún momento tendría que ir al décimo piso —respondió Bell con la mirada gacha.

—No te preocupes tanto; creo que ahora eres capaz de enfrentarte a ese monstruo —intentó animarlo Krimson.

—Así que, um... No es mi lugar decirlo, pero... ¿Por qué no usas esto de ahora en adelante? —sugirió Lili, sacando una baselard.

—¿Una baselard? —preguntó Bell, desenfundando una daga con una hoja recta y afilada en ambos bordes.

—Sí. Tu arma actual no tiene el alcance necesario para pelear con monstruos grandes —explicó Lili.

—Muy bien, la tomaré —dijo Bell, enganchando la daga en uno de sus bolsillos.

—Y para ti —dijo Lili, mirando a Krimson antes de buscar en su enorme mochila—. Es una espada corta adicional.

—Espera, yo ya tengo mi espada corta; no necesito más —dijo Krimson, mirándola con desconfianza a través de su casco.

—Está bien —accedió Lili.

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—¿Salvé a uno de los aventureros que tenías a tu cargo? —preguntó Aiz, con curiosidad.

—Sí. Está esperando para agradecerte; escuché que lo salvaste en el último minuto de un iracundo Minotauro en el quinto piso —dijo Eina.

—¿Un Minotauro? —preguntó Aiz, comenzando a sudar un poco.

—Sí. Su nombre es Bell Cranel —respondió Eina, causando que Aiz comenzara a sudar aún más—. ¿Hum, Wallenstein?

—¿Me tiene miedo? —preguntó Aiz.

—¿Qué? ¡Para nada! Él está muy agradecido porque lo salvaste —dijo Eina, provocando una ligera sonrisa en Aiz.

—¿En serio? —preguntó la rubia, sonriendo ligeramente.

—¡En serio! —confirmó Eina, sonriendo también.

—Me alegra tanto... —dijo Aiz, visiblemente emocionada.

Justo en ese momento, un grupo de aventureros pasaba cerca de las chicas.

—¿Así que el chico de pelo blanco y su compañero están a punto de ser emboscados por Arde? —preguntó uno de ellos, con orejas de mapache.

—Sí. Y sabes qué sucederá después. No lo arruinen, chicos; tenemos que actuar rápido. Está acompañado por el Sekiryuutei —dijo otro aventurero.

—¡Lo sé! —respondió el primero.

Eina y Aiz abrieron los ojos por la sorpresa.

—No puede ser... —dijo Eina.

—¿Sucede algo? —preguntó Aiz, preocupada.

—Wallenstein, estoy muy segura de que esto es imprudente, pero ¿puedo pedirte un favor? —preguntó Eina.

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—¿Así que esto es el décimo piso? —preguntó Bell, mirando alrededor con curiosidad.

—Sí. Esta es nuestra meta de hoy —confirmó Lili.

—Es peligroso, así que permanece cerca, Lili —dijo Bell, viendo cómo Krimson comenzaba a caminar hacia adelante.

—Lili, ¿qué es esto? —preguntó Bell, acercándose a un relieve que parecía un árbol blanco sin hojas.

—Es un relieve... —dijo Krimson rápidamente, sin darle tiempo a contestar.

—Sí, pero parece que no tenemos tiempo para distraernos con algo así —dijo Lili, mirando al frente.

De entre la oscuridad y los relieves apareció un orco de gran tamaño.

—¡Es enorme! —dijo Bell, retrocediendo un poco.

—¡No debes huir, Bell! —gritó Krimson, sacándolo del shock mientras desenfundaba su espada.

—Tienes razón. Si no puedo matar a un orco, ¡nunca derrotaré a monstruos más fuertes! —dijo Bell, desenfundando la baselard—. Sí, como ese Minotauro... —pensó.

El orco arrancó un relieve y lo utilizó como arma.

—¡Bell-sama, Krimson-sama, ya viene! —dijo Lili, viendo cómo el orco tomaba carrera hacia ellos.

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—¿Qué estás pensando, consejera? —dijo Hestia mientras trabajaba en la tienda de Hefesto—. Estás aquí por asuntos del gremio, ¿cierto? ¿Tienes tiempo para hablar conmigo?

—Quería hablar con usted acerca del soporte de Bell y Krimson —dijo Eina, provocando que la diosa se sobresaltara un poco—. Creo... que es peligrosa.

—¿De qué tan peligrosa estamos hablando? —preguntó Hestia, mirando a Eina con seriedad.

—De eso se encarga Asami —dijo Eina, viendo a la diosa con una piedra de afilar en la mano.

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En la dungeon, Bell enfrentaba dificultades contra otro orco que había aparecido. Utilizando su tamaño, logró cortar la pierna del orco, provocando que cayera y permitiéndole atravesar su pecho, eliminándolo.

—¡Muere! —gritó Krimson, atravesando la cabeza de un orco con su espada.

—¡Chicos, otros se acercan! —advirtió Lili.

—¡Firebolt! —gritó Bell, disparando a uno de los orcos—. ¡Firebolt! —volvió a disparar, eliminándolo.

—¡Ahhh! —gritó Krimson, dando un salto y golpeando al orco en la mandíbula—. ¡Burningflare! —gritó Krimson, provocando que el orco se encendiera espontáneamente en llamas y se carbonizara en menos de un minuto—. Eso fue útil, Ddraig —pensó mentalmente.

—Y eso no es nada — dijo Ddraig con orgullo—. Mis llamas son mucho más ardientes que esa simple bengala.

—Lo logramos... ¡Lo logramos, Lili! — gritó Bell, buscando a su compañera con la mirada. —Lili, ¿dónde estás? Oh no, ¿un monstruo la atrapó? — dijo Bell al notar una esfera de color rojo con bultos blancos cayendo al suelo.

—Ese olor — dijo Krimson, tapándose la nariz mientras sus ojos comenzaban a enrojecerse.

Tres esferas más cayeron cerca de Bell y Krimson.

—¡Esos ítems! ¡Son cebos de monstruos! — exclamó Bell, alarmado al notar cómo múltiples orcos aparecían. —¡Lili, ¿dónde estás?! — dijo Bell antes de esquivar a dos orcos. —Fireb— Un tercer orco lo interrumpió y lo mandó a volar con un puñetazo.

—¡Lili, ¿dónde demonios estás?! — gritó Krimson, con los ojos enrojecidos mientras se lanzaba encima de uno de los orcos. —¡Boosted Gear! — gritó Krimson, haciendo aparecer el guante en su brazo izquierdo.

—¡Boost! — resonó la voz de Ddraig.

—¡Contesta! — gritó Bell.

En ese momento, unas pequeñas flechas rompieron las correas que sujetaban sus bolsillos, mientras otras flechas con cuerdas atadas se clavaban en esos bolsillos y regresaban rápidamente a quien las lanzó. Para sorpresa de los chicos, quien disparó las flechas era Lili.

—¡Lili, ¿qué demonios estás haciendo?! — gritaron los dos al unísono.

—Lo siento — dijo Lili, sonriendo con una expresión fría. —Este es su fin.

Bell se vio obligado a esquivar múltiples ataques de orcos, mientras Krimson empezaba a verse superado en número.

—Escucharon todo lo que les dijo ese sujeto, ¿no es así? — preguntó Lili con una sonrisa calculadora.

—¿Q-qué? — dijo Bell, bloqueando uno de los ataques con la baselard.

—Nunca pensé que los cebos para monstruos tuvieran un efecto así en el Sekiryuutei — observó Lili, viendo cómo Krimson atacaba a los monstruos con una ferocidad casi salvaje. —Encuentra una buena oportunidad para escapar antes de que el Sekiryuutei se vuelva loco, ¿está bien? ¡Adiós, Bell-sama! — dijo Lili antes de salir corriendo del piso.

—¡Lili, Lili! — gritó Bell desesperado.

Lili subía las escaleras hacia el séptimo piso, quitándose la capucha y poniendo sus manos en su cabeza.

—Eran demasiado amables — dijo Lili, mientras las orejas en su cabeza desaparecían, revelando que siempre había sido una Pallum disfrazada. —La medianoche llegó, Cenicienta — dijo, mientras las orejas en la cabeza de Lili desaparecían. —Esto es culpa de Bell-sama y Krimson-sama — dijo Lili, recordando al aventurero que habló con Bell el otro día antes de que Krimson lo empujara. —Si no hubieran conocido... — pensó Lili, sintiendo un poco de remordimiento. —No, esto es lo correcto. Bell-sama, Krimson-sama, ellos también son aventureros, unos de esos aventureros que odio — dijo Lili, dejando de lado el remordimiento y sacando el cuchillo de Bell que había escondido en la manga de su capucha. —Un arma de Hefesto... — dijo, observando la funda que tenía el nombre de la diosa. —Puedo vender esto donde sea, incluso podría obtener suficiente dinero para alcanzar mi meta — dijo, escondiendo el cuchillo en la media alta de su pierna derecha. —Esto es por mi libertad — dijo antes de correr. —Necesito dinero para dejar a la familia, así que... — pensó Lili mientras corría. Cerca de una escalera que debía cruzar, se encontró con un goblin muy joven. Rápidamente, le disparó una flecha en el ojo, distrayéndolo con el dolor y permitiéndole cruzar las escaleras. Cerca de la salida, un pie hizo que Lili tropezara y cayera al suelo.

—¿No es lindo? Tienes una gran carga — dijo el mismo aventurero que habló con Bell y huyó de Krimson, mientras pateaba a la chica. —¡Me has fastidiado durante mucho tiempo, maldita Pallum del demonio! — dijo, antes de empezar a pisotear la cara de Lili múltiples veces. —Mírate, pequeña ladrona — dijo, tomándola del pelo y tirando de él, elevándola en el aire. —Pensé que pronto te desearías de ese niño y el Sekiryuutei. Imaginé que si colocaba una trampa aquí, estaría muy seguro de encontrarte.

—¿Una trampa? — dijo Lili, llorando.

—No hay muchos caminos que puedas utilizar en este piso, hay tres más en las otras rutas. ¡Jajaja! — rió él antes de sonreír de manera muy asquerosa. —¡Pero te topaste conmigo! — dijo, arrancándole la capucha con capa a Lili y tirándola al suelo mientras algunos pociones caían. —¡Jajajajaja, esto es muy bueno! — dijo antes de volver a patear la cara de Lili. —¡Incluso tienes un arma mágica!

—Te has estado divirtiendo, ¿no es así? — dijo el aventurero con orejas de mapache, que llegó con una bolsa.

—Oh, ahí están. Llegan temprano — dijo el aventurero sorprendido al ver que ellos trabajaban juntos. —Miren a esta malcriada, ¡Incluso tenía un arma mágica! Tenían razón. Ha estado ahorrando.

—Ya veo — dijo el aventurero con orejas de mapache, sonriendo con los ojos cerrados antes de abrirlos. —Oye, quería preguntarte algo... — dijo mientras Lili veía cómo la bolsa se movía. —¿Crees que podrías dejar todas sus cosas aquí? — dijo, sonriendo mientras le tiraba la bolsa. En la bolsa, la cabeza de una hormiga asesina se asomaba.

—¡¿Una hormiga asesina?! ¡¿Sabes lo que estás haciendo?! — gritó Lili.

—Sí — dijo el aventurero con orejas. —Una hormiga asesina moribunda enviará una señal para atraer a sus compañeras — explicó mientras sus secuaces entraban con otras dos hormigas asesinas moribundas. —Todos los aventureros saben eso.

—¡E-Están dementes! — dijo Lili, sacando su espada. —¡Bastardos!

—No querrás ser comida para ellas mientras peleas con nosotros, ¿o sí? — dijo el aventurero con orejas mientras, detrás de él y sus secuaces, aparecían un montón de hormigas asesinas.

—¡Malditos! — gritó Lili, arrojando el arma mágica al suelo y saliendo corriendo hacia una salida. —¡Argh! — gritó el aventurero siendo devorado por las hormigas asesinas.

—Oye, Arde, esto luce bastante mal, ¿no es así? Ambos somos parte de la misma familia, ¿cierto? Te salvaré, así que entrégame todo lo que tengas. ¿O crees que puedes engañarme como ayer? ¡Si lo haces...! — amenazó el aventurero con orejas.

—¡Muy bien! Entendido, entonces... — dijo Lili, quitándose una cadena con una llave que llevaba en el cuello y entregándosela. —Esta es la llave de una caja fuerte gnomo. Cambié el dinero por joyas y las escondí ahí.

—Así que esta es, ¿eh? — dijo el aventurero, golpeándola y alzándola sobre su hombro.

—K-Kanu... — dijo Lili.

—Mira, Arde, la situación se ve muy difícil, así que serás nuestro señuelo.

Esto provocó que Lili viera a los otros dos secuaces, quienes no mostraron interés en ayudarla.

—Pero ese no era el trato...

—¿Qué clase de aventurero mantiene su promesa con un soporte? — dijo el aventurero con orejas, sonriendo y acercándose a la cara de Lili. —Ya no te necesitamos. ¡Sigue respaldándonos hasta el fin de tu vida, soporte! — dijo, arrojándola hacia un grupo de hormigas.

Antes de que los aventureros pudieran escapar, el ruido de una bestia acercándose los interrumpió.

—¡Qué demonios—! — el aventurero con orejas fue interrumpido por un corte en su garganta.

—¡Ninguno de ustedes huirá! — gritó Krimson, con múltiples heridas, sin la parte superior de su armadura y sin su casco. Sus ojos rojos con un ligero toque de verde esmeralda provocaron que todos los presentes sintieran un mismo sentimiento en conjunto: miedo. Rápidamente, con su mano izquierda recubierta

por el Boosted Gear, tomó la cabeza de uno de los secuaces y la estalló en pedazos contra el suelo.

—¡Firebolt! — gritó Bell, disparando una bola de fuego contra el grupo de hormigas asesinas cercanas a Lili, salvándola del ataque de las hormigas.

—¡No me mat—! — pidió el último secuaz antes de ser apuñalado por la espada de Krimson.

—¡Krimson! — dijo una sudorosa Asami, quien había corrido a toda velocidad desde la tienda de Hefesto.

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En cuanto Asami supo que Krimson podría estar en peligro, soltó la piedra de afilar y salió corriendo.

—Por favor, diosa Hestia, ayúdame a convencerlos de despedir a ese soporte — pidió Eina.

—No funcionará — dijo la diosa, limpiando un escudo.

—¿Qué?

—Ellos ya tomaron su decisión. Sin importar lo que suceda, ellos no abandonarán a ese soporte — explicó Hestia.

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—Dansui! — gritó Asami, lanzando un corte con su katana hacia las hormigas, eliminando a gran parte de ellas.

—¡Firebolt! — disparó Bell hacia las hormigas, mientras pensaba: —Diosa... Incluso si eso es verdad, si ella está en peligro, quiero ayudarla. Ella luce tan solitaria. ¡Como yo antes de conocerla, diosa! — eliminó la última hormiga.

—Lili, estás a salvo, ¿cierto? ¿Te lastimaron? — preguntó Bell, acercándose a Lili.

—¡Mueran! — gritó Krimson, sin ninguna pizca de razonamiento, arrojándose directamente contra Bell y Lili.

—¡Krimson! — gritó Asami, arrojándose contra él. —Todo está bien, todo está bien — dijo Asami, abrazándolo y logrando calmarlo. —No tienes que seguir luchando.

Krimson, aún temblando, miró a Asami con ojos cansados y confusos. Sus instintos habían estado descontrolados, pero el abrazo de Asami parecía devolverle la cordura poco a poco. Los gritos y el caos a su alrededor comenzaron a desvanecerse mientras Krimson se aferraba a Asami.

—Te... te lo agradezco — murmuró Krimson, su voz quebrada y llena de agotamiento. —Lo siento... no pude controlarme...

—Ya está, ya está — dijo Asami suavemente, acariciándole la cabeza con ternura. —Estamos aquí para ayudarte. Respira hondo y concédele un descanso a tu mente.

Bell, aún con el corazón acelerado, miró a Krimson y Asami con preocupación. El combate había terminado, pero la expresión de Krimson mostraba una profunda tristeza y confusión. Se acercó lentamente, tratando de no interrumpir el momento de calma que Asami había logrado crear.

—¿Estás bien, Lili? — preguntó Bell, dirigiéndose a la Pallum que yacía cerca, todavía algo aturdida pero viva.

Lili asintió débilmente, aún en shock por la reciente confrontación. —Sí... gracias... — dijo, su voz temblorosa. —Los aventureros... ya no están.

Bell miró a Krimson y Asami, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. —Krimson, ¿cómo te sientes? — preguntó, acercándose con cautela.

Krimson, aún abrazado por Asami, levantó la vista lentamente. —Estoy... estoy mejor. Gracias, Asami. — dijo, su voz aún cargada de agotamiento.

—Lo importante es que estamos a salvo — dijo Asami con una sonrisa tranquilizadora, apretando suavemente a Krimson en su abrazo. —Descansa un poco y recupera fuerzas. Todo saldrá bien.

—¿Cómo llegaron hasta aquí? — preguntó Lili, todavía temblando.

—Realmente no podía verlo en la niebla, pero después de que te fuiste, cuando Krimson acabó con el grupo de orcos y pensé que me atacaría, se limitó a eliminar unos cuantos más antes de correr con furia hacia la salida. En ese momento, otro aventurero llegó, creo, y los demás orcos a mi alrededor desaparecieron. Así fue como pude llegar hasta aquí tan rápido. Me alegra haber llegado a tiempo — dijo Bell con una sonrisa de alivio.

—¿Por qué? — dijo Lili, sollozando mientras sus emociones desbordaban. —¿Por qué me salvaron? ¿Por qué no me abandonaron? — gritó Lili, enfadada, mientras las lágrimas caían por su rostro.

—A, eh, yo... — balbuceó Bell, sorprendido por la reacción de Lili.

—Espera, ¿nunca entendiste que los estaba engañando? ¿Crees que robé sus cosas y tu cuchillo como una broma? — dijo Lili, golpeando a Bell en el rostro con el cuchillo que le había robado.

—Lili... — dijo Bell, atónito por lo que estaba ocurriendo.

—¿Qué pasa contigo? ¿Eres un tonto, un idiota, un completo imbécil? — gritó la Pallum, furiosa, mientras la rabia y la culpa se mezclaban en su voz.

—¡Lili, tranquilízate! — dijo Krimson, ya más calmado, pero firme.

—¡No puedo! — gritó Lili, incapaz de contenerse. —¡No notó nada! Les mentí acerca de cuánto dinero obtuvimos por cambiar las piedras mágicas. Nuestro botín no era 33, 33 y 33%, era 40, 30 y 30. Algunos días era muy avariciosa y entonces lo cambiaba a 60, 25 y 15%. Cuando amablemente me pedían que recogiera ítems, los engañaba diciéndoles que estos costaban más del doble de lo que realmente valían. ¡Incluso mentí y dije cosas horribles sobre ustedes a sus espaldas! ¿No lo entienden? ¡Soy una mala persona, una ladrona! ¡Soy la peor clase de Pallum! ¡No he hecho nada más que mentirles! ¡Y aún así, ustedes me salvarían de cualquier forma?

—Sí — respondieron Bell y Krimson al unísono, sin dudar.

—¿Por qué? — preguntó Lili, su voz temblando de incredulidad.

—Esto no lo sabes... pero en realidad, yo vengo del continente de Krief. Es de dominio público que una guerra azota este continente. Cuando era pequeño, mis padres fallecieron, y tuve que hacerme responsable de mí mismo. Hice muchas cosas para sobrevivir: robé, extorsioné, e incluso llegué a estafar. Pero cuando llegué aquí, una persona me dijo que no importan las cosas que tuve que hacer para sobrevivir, lo importante es en quién me puedo convertir — dijo Krimson, recordando a la diosa Astrea.

—¿Porque eres una chica? — respondió Bell, un poco sonrojado, su torpeza evidente.

—¡Idiota! — dijo Lili, llorando aún más fuerte. —¡No es eso! ¿Salvarías a cualquier mujer solo porque es una mujer? ¡No puedo creerlo! ¡Eres horrible, eres un pervertido, mujeriego, acosador, enemigo de las mujeres! — gritó Lili, agachando la cabeza mientras las lágrimas fluían libremente.

—Entonces es porque eres tú — dijo Bell, su voz más firme. —Quería salvarte porque tú eres tú. No quiero que te vayas, porque tú eres tú. No puedo encontrar otro motivo. No necesito otro motivo para salvarte.

Las palabras de Bell hicieron que Lili comenzara a llorar más intensamente, abrumada por las emociones.

—Lili, si estás en problemas, habla con nosotros. Soy un idiota, y Bell también, así que no entenderemos a menos que digas algo — añadió Krimson, con un tono que reflejaba tanto comprensión como arrepentimiento.

—Pero te salvaremos — dijo Bell, extendiendo los brazos.

Lili se arrojó hacia él, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas continuaban cayendo. —¡Lo siento, lo siento! — lloraba Lili, mientras Bell la abrazaba y le acariciaba la cabeza con ternura.

—Eso fue muy hermoso de tu parte — dijo Asami, observando cómo Lili lloraba en los brazos de Bell, su tono lleno de admiración.

—No diría eso, en realidad. Solo dije las palabras correctas en el momento correcto — respondió Krimson, restándole importancia a sus acciones.

—Aun así, te mereces un premio — dijo Asami, abrazando la cabeza del chico contra su pecho, sonriendo con ternura.

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—Perdón, parece que en verdad te teníamos muy preocupada, Eina — dijo Bell, con un tono apenado. —Y... perdí tu protector — añadió, bajando la cabeza con tristeza.

—No importa, mientras estés a salvo — respondió Eina, sonriendo con alivio. —Me alegra que mantuvieras tu promesa y lo protegieras — dijo Eina, dirigiendo una mirada agradecida hacia Krimson. —Entonces, ¿qué es lo que van a hacer ahora?

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En la fuente, que se encontraba antes de entrar a la dungeon, estaba sentada Lili, con su rostro marcado por la tristeza.

—¡Soporte, soporte! ¿Estás en busca de aventureros? — dijo la voz alegre de Bell, haciendo que la chica girara en su dirección.

—¿Estás confundida? Pero en realidad es bastante sencillo — añadió Krimson, sonriendo mientras caminaba hacia ella sin su armadura, que había quedado destrozada en su batalla contra los orcos.

—Un aventurero novato y un veterano requieren de tu ayuda — dijo Bell con una sonrisa amigable.

—Chicos... — murmuró Lili, viendo cómo el albino le tendía su mano, invitándola a unirse nuevamente.

—¿Entrarías de nuevo con nosotros a la dungeon, Lili? — preguntó Bell, mientras Lili aceptaba su mano con gratitud.

—¡Sí, Bell-sama, Krimson-sama! — respondió Lili, sonriendo con una nueva esperanza en su corazón.

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Horas antes, cuando Bell logró ir a rescatar a Lili gracias a la ayuda de un aventurero, ese aventurero se había quedado quieto, observando los relieves en las paredes. Se trataba de Aiz Wallenstein.

—Aún no he sido capaz de disculparme... — dijo Aiz, con un tono un poco triste. Cuando estaba por irse del décimo piso, notó algo verde en el pasto blanco. —¿Qué es esto? — preguntó al recoger el protector verde caído en el suelo.

Próximo episodio: "Aiz Wallenstein"

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