Paso de desfile

—¡Lo importante es regresar a salvo! ¿Entienden? —dijo el dios Takemikazuchi con firmeza.

—¡Sí! —respondieron sus hijos al unísono, la determinación reflejada en sus voces.

Takemikazuchi observó a sus hijos con una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que las aventuras en la dungeon siempre eran peligrosas, sin importar cuán experimentado fuera uno.

—Mikoto, Asami, han subido de nivel, pero no se exijan demasiado —les advirtió el dios, su tono ahora más suave, pero lleno de autoridad.

—¡Entendido! —respondieron ambas, con la convicción de que protegerían a sus compañeros y se cuidarían entre sí.

—Entonces partiremos, Takemikazuchi-sama —dijo Ouka, tomando la iniciativa como líder del grupo.

—Sí —asintió el dios con una sonrisa, viendo a sus hijos caminar hacia la entrada de la dungeon.

Mientras los veía desaparecer en las sombras de la entrada, una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.

—¿Así que esos son todos los hijos de tu familia, Take? —dijo Hestia, acercándose con una expresión de curiosidad.

—Oh, Hestia —respondió Takemikazuchi, girando para saludar a la pequeña diosa.

—¿Se dirigen a los niveles intermedios? —preguntó Hestia, siguiendo con la mirada al grupo que se internaba en la dungeon.

—Sí. Tu Little Rookie y Krimson también se dirigen ahí, ¿cierto? —Takemikazuchi notó la preocupación en los ojos de Hestia, algo que era inusual en ella.

—Sí... Hoy es su primera vez, o al menos la de Bell. Partieron temprano esta mañana —dijo Hestia, su voz traicionando un matiz de inquietud, lo que sorprendió a Takemikazuchi.

—Bueno, preocuparse no ayudará a nada. Todo lo que podemos hacer es esperar y confiar en ellos —dijo Takemikazuchi, tratando de tranquilizar a Hestia con su serenidad característica.

—Tienes razón... —respondió Hestia, aunque no podía evitar un pequeño suspiro de ansiedad. De repente, un leve temblor sacudió el suelo bajo sus pies.

—¿Terremoto? —preguntó Hestia, mirando a su alrededor con una expresión de sorpresa.

—Últimamente ha habido muchos —observó Takemikazuchi, frunciendo el ceño ligeramente.

—Sí, tienes razón. Creo que solo es una coincidencia, pero... —dijo la diosa, su voz apagándose mientras bajaba la mirada—. Estarán bien, ¿verdad, Bell? ¿Krimson? —pensó Hestia, sus pensamientos llenos de preocupación por sus hijos.

Desde un balcón de un edificio cercano, Hermes observaba la escena con una sonrisa confiada en sus labios. A su lado, Asfi permanecía seria, evaluando cada movimiento.

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En los pisos intermedios de la dungeon, un Hellhound corría hacia Bell a toda velocidad, su figura envuelta en llamas. Bell levantó su antebrazo cubierto con su armadura ligera para bloquear el ataque, pero las fauces de la bestia lograron rasguñar el metal.

—¡Ahhh! —gritó Welf, saltando para cortar al Hellhound a la mitad con un golpe certero de su espada.

—¡Burning Flare! —gritó Krimson, lanzando una ráfaga de llamas que incineró a otro Hellhound en cuestión de segundos.

—¡Eres demasiado lento! —le gritó Lili a Welf mientras disparaba una flecha con precisión.

La flecha se clavó en el ojo de un Hellhound, dejándolo vulnerable para que Welf lo eliminara fácilmente con otro golpe.

—¡Bien hecho! —exclamó Bell, sonriendo mientras se unía a Lili.

—Bueno, creo que lo hicimos bastante bien para ser nuestra primera pelea en los pisos intermedios —dijo Welf, esbozando una sonrisa de satisfacción.

—No lo creo —murmuró Krimson para sí mismo, sus palabras se perdieron en el ruido de la dungeon, sin que los demás lo escucharan.

—Sí, no son más de los que podemos manejar. Parece que también podemos lidiar con los ataques de fuego de los Hellhound —dijo Bell, tratando de mantener el ánimo alto.

—Así es —asintió Lili, aunque su expresión mostraba un ligero toque de preocupación.

Krimson observó el entorno a su alrededor, notando que el terreno estaba lleno de obstáculos que podrían complicar una retirada rápida en caso de emergencia.

—Deberíamos movernos a un lugar más abierto —sugirió Krimson, su voz calmada pero firme.

—Si nos rodean aquí, sería— —comenzó a decir Lili, pero un agudo chillido la interrumpió, captando la atención de todo el grupo.

A su izquierda, tres Almiraj, monstruos conejos de ojos rojos, emergieron de las sombras, sus miradas fijas en el grupo.

—¿Bell-sama? —preguntó Lili, sorprendida por el parecido entre los Almiraj y Bell.

—Exactamente, ese es Bell —dijo Krimson con una sonrisa burlona.

—Sí, ese es Bell —se unió Welf con una risita.

—¡Esos son Almiraj! —protestó Bell, irritado por las bromas mientras desenfundaba su cuchillo negro, listo para la batalla.

Uno de los Almiraj chilló, sacando un hacha de su espalda. Los otros dos lo imitaron y cargaron contra el grupo con sorprendente ferocidad.

—¡Los Bells nos están atacando! —bromeó Welf mientras preparaba su espada.

—Bell, dile a tus otros yo que no se pongan tan violentos —dijo Krimson, preparándose para la lucha.

—¡He dicho que esos son Almiraj! —gritó Bell, frustrado por la situación, pero también listo para enfrentarlos.

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Mientras tanto, por las tranquilas calles de Orario, Hermes caminaba disfrutando de un helado, con Asfi a su lado, siempre vigilante, aunque menos relajada que su dios.

—Acerca del Sekiryuutei y el Little Rookie... Parece que los otros aventureros no son muy afines con ellos — comentó Asfi, mientras su dios examinaba algunas baratijas en los puestos del mercado —. Algunos dicen que Bell solo logró vencer al Minotauro Lizardman por suerte con su magia, y que Krimson, siendo el Sekiryuutei, el Dragón Celestial Rojo, tenía ventaja por su conexión con Ddraig Goch. También hay quienes dicen que solo derrotaron las sobras que dejó la Familia Loki.

—La bendición de los dioses no hace que alguien suba de nivel tan rápido. Es posible que el Sekiryuutei haya logrado ese avance debido a su vínculo con Ddraig Goch, el dragón sellado en su interior — dijo Hermes, dejando la baratija en su lugar.

—Algunos insisten en que mienten sobre cuánto tiempo les tomó. Afirman que nadie podría superar el récord de la Princesa de la Espada — continuó Asfi mientras seguía a su dios.

—Todos son muy duros con ellos. Cuanto más escucho, más interesantes se vuelven. No puedo esperar para conocerlos — dijo Hermes, aún disfrutando de su helado.

—¿Está planeando algo, Hermes-sama? Parece que ha desarrollado un interés particular en esto — preguntó Asfi con una ligera preocupación.

—¿Qué pasa, Asfi? ¿Estás celosa? — preguntó Hermes en tono burlón.

—¡Por supuesto que no! Es solo que no quiero que nos veamos involucrados en problemas. Piense en lo que acabo de... — Asfi fue interrumpida por Hermes, quien comenzó a acariciarle el cabello suavemente.

—Todos nuestros miembros están agradecidos contigo. Dicen que su líder les facilita el trabajo. Y también que tienen a un dios confiando en ellos. Esa es mi chica — dijo Hermes, sonriendo con aprobación.

—No puedo más con esto... — murmuró Asfi, resignada y con un toque de decepción.

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—¡Bienvenidos! — exclamó una de las camareras en la taberna-restaurante de mamá Mia al ver entrar a Hermes —. ¿Hermes-sama?

—¡Chloe-chan, Syr-chan! — saludó Hermes con su tono habitual de confianza.

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Mientras tanto, en el piso 13 de la dungeon, el grupo de los hijos de Takemikazuchi corría desesperadamente. Ouka cargaba en su espalda a una herida Chigusa, mientras un gran número de monstruos los perseguía. Mikoto y Asami, espada en mano, se adelantaron para enfrentar a unos Almiraj que se acercaban, cortándolos con precisión y rapidez.

—¡Mikoto, Asami, de prisa! ¡No se queden atrás! — gritó Ouka, guiando al grupo hacia un lugar más seguro.

—¡Sí! — respondieron ambas, guardando sus armas mientras aceleraban el paso.

—Lamento dejarles todo el trabajo — dijo Ouka, corriendo con dificultad.

—No digas eso, Ouka. Si no me hubiera sobreexigido como dijo Takemikazuchi-sama, tendría la energía suficiente para curar a Chigusa — respondió Asami, claramente agotada y con algunos cortes en su cuerpo, apoyándose en Mikoto para mantener el ritmo.

—Por favor, no digas eso, Ouka. Somos un equipo — agregó Mikoto, mirando a Chigusa con preocupación.

—¡También hay Hellhounds tras nosotros! — gritó uno de los aventureros que los acompañaba.

—¡Hay un espacio abierto adelante! ¡Allí escaparemos! — exclamó Ouka, dirigiendo al grupo hacia la esperanza de un refugio.

Más adelante, el grupo de Bell estaba en medio de una feroz batalla contra una gran cantidad de Almiraj.

—¡Maldición, no tenemos ni siquiera tiempo para respirar! — se quejó Welf mientras se veían obligados a formar un círculo defensivo.

—¡Tampoco tenemos tiempo para hablar! — respondió Lili, centrada en la batalla.

—¡Eso díselo a él! — dijo Welf señalando al frente, donde Krimson estaba masacrando a los Almiraj que se lanzaban sobre él.

—¡Boost! — gritó la voz de Ddraig en la mente de Krimson, llenándolo de fuerza y energía.

—Ten cuidado, compañero. Por más fuerte que seas, si tú y tu grupo son acorralados por una gran cantidad de monstruos, temo que en este momento tu cuerpo aún sea muy débil para soportar el *Balance Breaker*. Además, no cuentas con suficiente agua en tu cuerpo para sanar tus heridas tan rápidamente como la vez pasada — advirtió Ddraig mentalmente.

—¡Lo sé! — respondió Krimson con determinación, asestando un poderoso espadazo.

—Los monstruos de los pisos intermedios son mucho más fuertes y numerosos que los que habíamos visto antes... — pensó Bell, mientras buscaba una salida a la situación.

Ouka, al frente de su grupo, se detuvo de repente al ver algo en la distancia.

—¡Ouka, los Hellhounds estarán aquí pronto! ¡Necesitamos regresar a los pisos superiores! — gritó Mikoto, preocupada por la situación y apoyando a una cansada Asami. Cuando miró lo que había captado la atención de su capitán, reconoció al grupo de Bell y Krimson.

—Pasaremos a través de ellos, Mikoto, Asami — dijo Ouka con firmeza, dispuesto a tomar una decisión difícil.

—¡¿Qué rayos estás diciendo, Ouka?! ¡No los vamos a sacrificar! ¡Krimson está con ellos! — protestó Asami, furiosa ante la propuesta de su líder.

—¡Ouka! Pero entonces... — comenzó Mikoto, dudando.

—Valoro más nuestras vidas que las de esos extraños a quienes nunca he visto antes. Y si Krimson es tan fuerte como dicen, no debería tener problema con esto — dijo Ouka, decidido, dejando a los demás miembros en una encrucijada —. ¡Si no les gusta, pueden reclamarme después! — agregó antes de empezar a correr junto a los demás, dejando a las chicas atrás.

—Ve con ellos... — dijo Asami, desenfundando su katana con decisión.

—¡No te voy a dejar aquí, Asami! — exclamó Mikoto, preocupada.

—¡Tú solo ve! — insistió Asami con firmeza, sus ojos brillando con determinación y algunas lágrimas.

—Está bien... — murmuró Mikoto antes de correr para alcanzar al resto del grupo.

Bell partió con su cuchillo la cabeza de un almiraj antes de encargarse de otros dos. Una vez los eliminó, vio cómo el grupo de Ouka corría junto a ellos mientras huían, lo que lo confundió un poco.

—¿Dónde está Asami? —dijo Krimson, notando que ella no iba con el grupo.

—¡Oh no, los monstruos que los persiguen nos atacarán a nosotros! —dijo Lili, alertando a los demás.

—Maldición... —dijo Krimson, sintiendo una creciente furia.

—¡Es un paso de desfile! —gritó Lili, observando cómo múltiples monstruos aparecían por el corredor.

—Debes estar bromeando... —dijo Welf, nervioso por la cantidad de criaturas.

—Nos retiramos. ¡Deprisa, al corredor! —dijo Lili antes de comenzar a correr, seguida por los demás.

—¡Krimson! —gritó Asami, quien apareció corriendo hacia ellos con un montón de monstruos detrás de ella.

Aunque el grupo se dirigió al corredor, eso no fue suficiente para detener a los monstruos que los perseguían. Mientras el grupo corría por el corredor, Krimson se detuvo en seco junto a Bell.

—¡Lili, sigan avanzando! —ordenó Bell, plantándose frente al grupo de Hellhounds y almiraj que los seguía.

—¡Bell-sama, Krimson-sama! —gritó Lili, preocupada por lo que podría suceder.

—¡Fusée de dragon! —gritó Krimson, extendiendo su brazo izquierdo al frente.

—¡Flare! —rugió la voz de Ddraig, liberando una gran cantidad de llamas desde la Boosted Gear.

—¡Firebolt! —gritó Bell, lanzando una poderosa bola de fuego.

Las llamas combinadas lograron eliminar a unos cuantos monstruos, pero otros Hellhounds atravesaron el fuego, avanzando implacablemente.

Krimson rápidamente eliminó al más cercano con las filosas garras de la Boosted Gear, mientras Bell hacía lo mismo con su cuchillo.

—¡Oh, no! —exclamó Bell, al notar que algunos Hellhounds habían saltado por encima de ellos.

—¡No se metan conmigo! —gritó Welf, cortando a uno con su espada.

Sin embargo, uno de los Hellhounds logró saltar y morder la mochila de Lili, provocando que esta tambaleara, siendo rápidamente socorrida por Asami, quien atravesó la cabeza del Hellhound con su katana.

—Lili, ¿estás bien? —preguntó Bell, acercándose preocupado.

—Sí... —respondió ella, claramente agotada.

—¿Tú también, Welf? —preguntó Bell, notando las heridas de su compañero.

—Sí, por así decirlo... —respondió Welf, presionando una herida en su brazo.

—Si tuviera más energía podría curarte... —dijo Asami, visiblemente cansada.

—Yo tengo la solución a eso. —dijo Krimson, acercándose a ella y colocando su mano sobre la cabeza de la chica.

—Gift. —dijo la voz de Ddraig mientras parte de la energía de Krimson se transfería a Asami, provocando que recuperara casi toda su energía.

Sin embargo, un ruido llamó la atención de todo el grupo.

—Hay más en camino. —dijo Lili, mirando en la dirección del ruido.

—No es solo eso. —dijo Welf mientras Asami tomaba su brazo herido y comenzaba a curarlo lentamente con una luz verde que emanaba de su mano. Miraba en dirección opuesta, pues por allí también se acercaba una horda de monstruos.

—Nos atacan por ambos lados... —dijo Krimson, en guardia.

—¿Por qué los monstruos atacan tan rápido en los pisos intermedios? —dijo Welf, frustrado.

—Porque son los pisos intermedios, supongo... —dijo Lili, mientras Bell agarraba con más fuerza su cuchillo, preparándose para lo que venía.

—Cranel, la Dungeon requiere astucia. Los monstruos parecen fáciles, sin representar un gran desafío, pero mientras más se acumulen, se vuelven una amenaza mortal. Y... —recordaba Bell las palabras de Ryuu mientras eliminaba a un Hellhound—. Tropezarte cuando apenas puedes mantenerte en pie es más fácil de lo que crees. No podrán reagruparse rápidamente. Cuando estén sin aliento, quejándose del dolor, y debilitados al extremo... —más fragmentos de piedra comenzaron a caer desde el techo—. Es ahí cuando la Dungeon muestra sus colmillos.

—No puede ser... —pensó Bell, viendo los fragmentos caer—. ¿Monstruos? —reflexionó, mientras el techo se rompía y varias criaturas caían hacia ellos, junto con grandes fragmentos de piedra.

El derrumbe provocó una densa nube de polvo que se esparció por todo el lugar, junto a los enormes y numerosos fragmentos de piedra.

Bell abrió los ojos rápidamente y se incorporó. Frente a él estaba Welf, con un gran fragmento de roca aplastando su pie, y un nuevo corte en su brazo. Welf gemía de dolor, y Bell notó que su pie estaba torcido. A su izquierda, Lili yacía herida y desorientada.

—¡Boost! —resonó la voz de Ddraig, captando la atención de Bell.

A su derecha, Krimson sostenía una gran roca sobre su espalda, mientras a sus pies yacía una inconsciente Asami, que sangraba por la cabeza.

Para empeorar la situación, el rugido de los monstruos no cesaba. Un Hellhound comenzó a cargar un ataque de fuego en su hocico, listo para atacar.

—¡Ahhh! —gritó Krimson, utilizando todas sus fuerzas para empujar la roca a un lado.

—No... —pensó Lili, sintiéndose incapaz de hacer algo.

—No lo lograré... —pensó Welf, resignado.

El Hellhound lanzó su ataque de fuego.

—Así que estos... —dijo Bell mientras Krimson corría hacia él— son los pisos intermedios.

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Por las calles de Orario, Hestia corría muy preocupada en dirección al gremio.

—¿En serio, el equipo de Bell y Krimson no ha regresado todavía? —dijo Eina, visiblemente inquieta.

—Y tampoco han estado aquí, ¿o sí? —preguntó Hestia con la voz cargada de angustia.

—Es verdad. Por lo menos yo no los he visto —respondió Eina, intercambiando miradas con sus compañeras, quienes negaron con la cabeza.

—Ya veo... Quiero solicitar una búsqueda. ¡Una búsqueda para encontrar al equipo de Bell y Krimson! —exclamó Hestia, su voz llena de determinación.

Eina asintió y comenzó a escribir en un papel, mientras sus compañeras se movilizaban rápidamente.

—¡Hestia! —gritó Takemikazuchi, acompañado de Ouka y Mikoto.

—¿Take? —dijo Hestia, volteándose rápidamente hacia él.

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En la dungeon, Bell cargaba a Asami mientras Krimson apoyaba al malherido Welf, con Lili siguiéndolos de cerca. De repente, Krimson se detuvo al oír una queja de dolor de Welf.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Bell, preocupado.

—Sí, perdón... Vaya, nuestra suerte es una basura. Queríamos subir tan rápido como pudiéramos, pero terminamos bajando dos niveles —respondió Welf, adolorido.

—Es un milagro que los cinco hayamos sobrevivido a esa caída —dijo Lili, intentando ver el lado positivo.

—Si no fuera por mi manto de salamandra y por Krimson, el aliento del Hellhound nos habría calcinado —dijo Bell, mientras Krimson trataba de ignorar el dolor de la quemadura en su brazo izquierdo.

—Se lo debemos a tu consejera —comentó Welf.

—Tienes razón —asintió Bell, ajustando a Asami en su espalda.

—Carajo... —murmuró Krimson, al notar que no había paso frente a él.

—Otro... —dijo Lili, con preocupación en su voz.

—... Callejón sin salida —susurró Bell, sintiendo cómo la desesperación comenzaba a apoderarse de él.

A su alrededor, se empezaron a escuchar los sonidos de múltiples monstruos acercándose.

Welf, con una sonrisa amarga, dijo:

—Bell, Krimson, lilicuajo, déjenme si deben hacerlo.

—¿Qué estás diciendo, Welf? —comenzó a decir Bell, pero Welf lo interrumpió.

—De cualquier manera, con esta pierna solo voy a retrasarlos —dijo Welf, mirando su pierna, que tenía un soporte improvisado.

—¡Tienes que ser idiota para creer que haremos eso! —exclamó Krimson, con tono firme—. ¡No dejaré a nadie aquí, sobreviviremos todos!

—No tenemos opción... —respondió Welf, resignado.

—Aún nos queda una opción —intervino Lili, atrayendo la atención de todos—. Si queremos sobrevivir, podemos intentar bajar al décimo octavo piso.

—L-Lili, espera. ¿Bajar incluye...? —Bell fue interrumpido por Krimson.

—Todo el mundo sabe que el piso 18 es una zona segura dentro de la dungeon. Eso significa que los monstruos no se generan en ese piso —explicó Krimson, sorprendiendo a Bell y Welf—. Allá podemos conseguir a algún aventurero con magia de curación o algo similar. Y si encontramos a otro grupo, podemos subir con ellos.

—¿Pero cómo...? —preguntó Bell, todavía dudoso.

—Utilizaremos los agujeros. Hay muchos como este en los pisos intermedios —dijo Lili, señalando al frente—. Probablemente podamos descender más rápido de lo que podemos subir.

—¿Y qué hay del jefe de piso? Esa cosa que está en el piso diecisiete, ¿cierto? —preguntó Welf.

—Si te refieres al Goliath, la Familia Loki debería haberlo derrotado en su camino hacia abajo. Dado el tiempo que toma en reaparecer, si vamos ahora, deberíamos pasar antes de que regrese —respondió Lili con confianza.

—¿Has perdido la razón? —cuestionó Welf.

—En este preciso momento, esa podría ser la única oportunidad de seguir con vida que tenemos —dijo Krimson, mirando a Welf con seriedad—. Así que no, aún no ha perdido la cabeza.

—Es solo una opción —continuó Lili, acercándose a Bell y a Krimson—. Le dejaré la decisión a Bell-sama y a Krimson-sama, los líderes de nuestro equipo.

—Bajaremos hasta el décimo octavo piso —decidió Krimson con firmeza.

—¿Y-Yo? —tartamudeó Bell, inseguro.

—Bien, decide —dijo Welf, mirando al joven aventurero—. No importa lo que suceda, no te culparemos, ni a ti ni a Krimson.

—Yo estoy de acuerdo con Krimson, sigamos bajando —dijo Bell finalmente, mientras el grupo se preparaba para avanzar.

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—Perdón, Hestia —dijo Takemikazuchi, arrodillado frente a ella, junto a Hefesto, Miach y Naaza.

—¿Así que estás diciendo que ellos dirigieron sus monstruos hacia el grupo de Bell y Krimson? —preguntó Miach, con el ceño fruncido.

—Estaban desesperados, pero... Lo siento —respondió Takemikazuchi, mientras sus hijos se arrodillaban a su lado.

—Asami... —susurró Mikoto, con una mirada triste y llena de arrepentimiento.

—Si Bell y Krimson no regresan... —dijo Hestia, volviéndose hacia los hijos de Takemikazuchi con los ojos cerrados—. Los culparé hasta el día en que muera. Pero... —abrió los ojos y los miró con intensidad—. No los odiaré. Lo prometo —añadió, extendiendo su mano hacia ellos mientras el sol de la tarde se filtraba por el ventanal de la iglesia en ruinas, iluminando su figura con un halo sagrado y divino—. Así que... por favor. ¿Me ayudarían? —pidió Hestia, con una voz que mezclaba fuerza y vulnerabilidad.

—¡Como diga! —respondieron los hijos de Takemikazuchi al unísono, con determinación.

Minutos después...

—Incluso si quieres formar un equipo de búsqueda, la mayoría de nuestros miembros de alto nivel están en la expedición de la Familia Loki —dijo Hefesto, mirando a Hestia con preocupación.

—Los únicos que puedo enviar a los pisos intermedios son Ouka y Mikoto, y Chigusa para actuar como soporte. Los otros, desafortunadamente, los retrasarían —añadió Takemikazuchi, mirando a sus otros tres hijos con pesar—. Pero solo con tres personas...

—Ayudaré también, Hestia —dijo Hermes, llegando junto a Asfi, sorprendiendo a todos.

—¡Hermes! —dijo Hestia, acercándose a él rápidamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cuándo regresaste? —preguntó Takemikazuchi, perplejo.

—Oh, escuché que mi querida amiga Hestia estaba en problemas, así que me apresuré en volver —dijo Hermes, sonriendo con confianza mientras mostraba un papel en su mano—. También ayudaré... —añadió, alzando el papel que mostraba la solicitud de búsqueda—. En tu búsqueda para encontrar a tus hijos y a sus amigos.

—¿Querida amiga? Apenas has hablado con Hestia desde que bajaste del cielo —dijo Hefesto, con una ceja levantada.

—Ella tiene razón —asintió Takemikazuchi.

—Vaya "querida amiga" —comentó Miach, con un tono burlón.

—Oh, vamos, no sean tan crueles, chicos. Pero es verdad que quiero ayudar a Hestia. También quiero salvar a Bell y a Krimson —dijo Hermes, deslizándose a un lado para posar su mano derecha sobre el hombro de Asfi—. Llevaré a Asfi —dijo, exagerando un poco la importancia de la chica, quien suspiró resignada.

—¿Qué es lo que harás, Hestia? —preguntó Takemikazuchi, volviéndose hacia la diosa.

—Encontrar al equipo de Bell es mi máxima prioridad ahora. Quiero tantas personas como se pueda. Cuento contigo, Hermes —dijo Hestia, su voz cargada de determinación.

—Sí. Me encargaré de esto —respondió Hermes, sonriendo mientras Asfi lo miraba con escepticismo.

—Partiremos una vez que los preparativos estén listos —dijo Asfi, desde detrás de una banca.

—Sí, eso será esta noche — dijo Hermes con una sonrisa en el rostro.

—Ouka, prepárense ustedes también — ordenó Takemikazuchi, dirigiéndose a Ouka, Chigusa y Mikoto.

—¡Sí! — respondieron los tres al unísono, firmes y determinados.

Hermes miró a Asfi, quien lo observaba con una expresión de preocupación.

—Oye, ¿qué pasa, Asfi? — preguntó Hermes con curiosidad.

—Hermes-sama, acaba de decir que me llevaría, pero... ¿no querrá decir...? — Asfi dejó la frase en el aire, sospechando la intención de Hermes.

—Sí. ¡También iré! — confirmó Hermes, bajando la voz para evitar que otros lo escucharan.

—¡Pero es contra las reglas que un Dios entre a la dungeon! — susurró Asfi, alterada por la idea.

Hermes le dedicó una sonrisa despreocupada. —Espero que puedas cuidarme.

—Yo también iré — interrumpió Hestia de manera decidida.

—¡Hestia! — exclamaron Hermes y Asfi al mismo tiempo, sorprendidos por su repentina declaración.

—¡Pero no puedes, es prohibido que un Dios entre a la dungeon! — insistió Hermes, recordándole las reglas.

—Yo iré — dijo Hestia, ignorando las advertencias mientras, simultáneamente, Krimson y los demás descendían por los agujeros con la ayuda de una cuerda y la espada de Welf. —La bendición que les di me dice que aún no han muerto. Voy a ir por ellos — afirmó con firmeza, su resolución inquebrantable.

Hefestos observó a su amiga con seriedad antes de hablar. —Hestia... si me haces el favor, llévale algo a Welf de mi parte, junto con un mensaje.

—Está bien — respondió Hestia, aceptando la tarea sin dudar.

Hermes, apartándose un poco de los demás, se acercó a Asfi. —Asfi, ¿crees que puedes llevarnos a mí y a Hestia a salvo? — preguntó en voz baja, su tono más serio.

—No lo puedo garantizar — admitió Asfi con honestidad, su rostro reflejando la gravedad de la situación.

—Me lo suponía... — murmuró Hermes, pensativo. —Supongo que tendré que pedirle ayuda a alguien más...

_________________________

En la dungeon, Lili lideraba al grupo, guiándolos gracias a una bolsa de olor que llevaba con ella.

—Lilicuajo, ese olor... — se quejó Welf, frunciendo el ceño.

La queja de Welf molestó a Lili. —¡Deja de quejarte! ¡Yo soy quien está más cerca del maldito olor! — dijo Lili, señalando la bolsa que sostenía frente al grupo. —¡¿Acaso crees que no me desagrada?! Es asqueroso, pero lo aguanto porque no hay otra opción — añadió, retomando el camino con determinación. —En este momento, este hedor es nuestro último salvavidas. Gracias a él, es muy probable que los monstruos nos dejen en paz.

—Lo sé, pero... — intentó decir Welf, aún incómodo.

—Deja de quejarte, ¿quieres? Yo soy el que sufre más debido a mi olfato desarrollado — intervino Krimson, utilizando una pinza en la nariz para soportar el olor.

—Es lo que hay — dijo Bell, sosteniendo con cuidado a una inconsciente Asami en sus brazos.

De repente, un Hellhound apareció a la derecha de Bell, cargando un ataque de fuego.

—¡Déjenmelo a mí! — gritó Welf, separándose rápidamente de Krimson. Puso su mano derecha al frente y gritó: —¡Ardan, magias oscuras! ¡Will o' Wisp! — lanzó una corriente de aire que sofocó el fuego del Hellhound, provocando que estallara.

—Eso es realmente asombroso — comentó Lili, impresionada por la habilidad de Welf. —¡Un hechizo que utiliza la magia del enemigo para que se autodestruya!

—Aunque, nunca pensé en utilizarlo de esta manera — admitió Welf, recostándose en el suelo, agotado.

—¿Pero te encuentras bien? — preguntó Bell, preocupado por su amigo.

—Ya lo has tenido que utilizar muchas veces — dijo Krimson, ayudando a Welf a levantarse.

—No se preocupen. Estaré bien por un rato más — respondió Welf con una sonrisa, intentando tranquilizarlos.

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En su fortaleza, Freya observaba a Hermes con curiosidad, notando cómo le pedía un favor a mamá Mia. —Me pregunto, ¿qué estarás pensando? — musitó Freya, divertida. —Bueno, está bien. Pero recuerda... — su tono se volvió más sombrío, casi amenazante —soy la única permitida para jugar con ellos — dijo mientras derramaba una gota de vino.

La gota cayó al suelo, coincidiendo con el momento en que la bolsita de olor en la dungeon se vaciaba.

—Lili... — dijo Bell, preocupado al notar que Lili se había detenido de repente.

—Sí — respondió Lili, temblando mientras les mostraba la bolsa de olor vacía. —Se acabó el efecto de la bolsa de olor — anunció, justo cuando los rugidos y chillidos de monstruos empezaron a resonar a su alrededor.

—¡No puede ser! ¿Qué es eso? ¡Maldición! — exclamó Welf, horrorizado al ver a un Minotauro acercarse a ellos.

Bell, sin perder un segundo, dejó a Asami con cuidado en el suelo y corrió hacia el monstruo, desenvainando su cuchillo.

El Minotauro golpeó el suelo con fuerza, pero Bell lo esquivó ágilmente y le cortó el brazo con un movimiento descendente, utilizando el cuchillo negro y Ushiwakamaru. Sin detenerse, Bell saltó contra la pared, utilizándola como impulso para lanzar otro corte profundo en el pecho del Minotauro. Al caer al suelo, tomó impulso una vez más, haciendo otro corte que finalmente acabó con el monstruo.

Sin embargo, detrás del Minotauro aparecieron varios más, obligando a Bell a tomar el hacha de piedra que el Minotauro caído había dejado atrás.

—Bell... — murmuró Welf, impresionado por la velocidad y precisión de su amigo.

—Espérate aquí — dijo Krimson, dejando a Welf recostado contra una piedra. —¿Qué clase de amigo sería si dejara que mi compañero se enfrente solo a esos monstruos? — añadió, mientras sus ojos se volvían de un verde esmeralda y se arrancaba la camisa blanca hecha añicos que llevaba.

—¿Qué es eso? — preguntó Welf, asombrado al ver cómo el hacha de piedra brillaba con un resplandor blanco y cómo una esfera de energía se formaba frente al brazo izquierdo de Krimson, recubierto por la Boosted Gear.

—¡Dragón Shot! — gritó Krimson, golpeando la esfera con fuerza descomunal.

—¡Ahhh! — gritó Bell, corriendo hacia los minotauros con determinación.

Una fuerte explosión se formó, seguida de una gran nube de polvo que inundó el lugar. Welf y Lili miraron asombrados hacia adelante, donde Bell y Krimson estaban de pie frente a enormes pedazos de roca, sin apenas un rasguño.

—Increíble... — pensó Welf antes de sonreír. —¡Bueno, ellos son los sujetos que derrotaron a un Minotauro, Gorgontus y Lizardman siendo apenas nivel 1 y 2! — pensó, viendo cómo un jadeante Bell se desplomaba en los brazos de Krimson.

—¡Bell-sama! — gritó Lili, corriendo hacia él. —¿Se encuentra bien? — preguntó, mirando con preocupación cómo Bell estaba algo desorientado, lo que preocupó a todos.

__________________________

—¿Ya están todos listos? — preguntó Hestia, disfrazada como una aventurera.

—Sí — respondieron Hermes, Asfi, Ouka, Chigusa y Mikoto al unísono.

—Bien, vayamos a encontrar a mis... — Hestia fue interrumpida cuando una elfa apareció de repente.

—Hestia-sama — dijo la elfa, acercándose con calma.

—Tú eres... — murmuró Hestia, intentando recordar de dónde la conocía.

—No te preocupes. Ella está aquí para ayudar — dijo Hermes disfrazado, dándole confianza a Hestia con sus palabras.

—¡Entonces andando, y salvemos al equipo de Bell y Krimson! — exclamó Hestia con determinación.

Próximo episodio: Utopía de laberinto

Nota del autor: perdónenme, tarde en sacar este capítulo por problemas con aplicación.

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