Monsterphilia

Hestia caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación que compartía con Bell y Krimson. El sol comenzaba a ocultarse, y la preocupación en su rostro solo aumentaba con cada minuto que pasaba. Se detuvo frente a la puerta, observando con ansiedad el horizonte.

—¿Dónde están...? —murmuró, apretando los puños—. Bell, Krimson, ¿qué les ha pasado?

Finalmente, la puerta se abrió de golpe, y un agotado Bell entró tambaleándose. Estaba cubierto de suciedad y polvo, con una mirada perdida en sus ojos. Hestia corrió hacia él.

—¡Bell! —gritó, atrapándolo justo antes de que se desplomara al suelo.

Bell dejó escapar un suspiro profundo antes de que sus piernas cedieran por completo. Hestia lo sostuvo como pudo y lo guió hasta la cama.

—Bell, ¿qué te pasó? —preguntó ella, con preocupación evidente en su voz.

—Lo siento, diosa... —susurró Bell con apenas fuerza, sus ojos cerrándose lentamente—. No fui lo suficientemente fuerte... Lo intenté... pero...

—No te preocupes por eso ahora —dijo Hestia, acariciando su cabello—. Estás a salvo, y eso es lo importante. Pero... ¿Dónde está Krimson? ¿Por qué no está contigo?

Bell, ya a medio camino hacia la inconsciencia, solo pudo murmurar una respuesta ininteligible antes de caer profundamente dormido. Hestia frunció el ceño, mirando a su alrededor como si esperara que Krimson apareciera de repente por la puerta.

—¿Dónde rayos está Krimson...? —repitió Hestia, con la preocupación incrementándose. Sabía que algo no estaba bien. Tenía que averiguar qué había sucedido.

_____________________________________

Krimson se encontraba en un extraño estado entre la conciencia y el sueño, flotando en lo que parecía ser un vasto mar de llamas. El calor era intenso, pero no le quemaba. De repente, las llamas se movieron, formando una figura imponente: un dragón rojo de colosales proporciones, con escamas brillantes como el rubí y ojos verde esmeralda que lo observaban con atención.

—Finalmente nos encontramos, Krimson —rugió el dragón, su voz resonando como un trueno.

Krimson parpadeó, tratando de enfocar su visión.

—¿Quién eres tú...? —preguntó, sintiendo una mezcla de asombro y temor.

—Soy Ddraig, el Emperador Celestial Dragón Rojo. El poder que resides en ti es mío, la Boosted Gear. —Ddraig se inclinó hacia él, sus ojos brillando con intensidad—. Has comenzado a despertar tu verdadero potencial, pero este es solo el principio.

Krimson sintió una oleada de poder y comprensión inundar su ser. La batalla contra Bete, la evolución de la Boosted Gear... todo comenzaba a tener sentido.

—¿Qué significa todo esto...? —inquirió Krimson, mirando a Ddraig a los ojos—. ¿Por qué ahora?

—Porque ya no puedes escapar de tu destino —respondió Ddraig—. Albion, el Emperador Celestial Dragón Blanco, y su portador estaban presentes en tu batalla. El conflicto entre nosotros dos es eterno, y tú estás destinado a formar parte de esa batalla.

Krimson apretó los puños, sintiendo el peso de las palabras de Ddraig.

—Entonces, ¿debo prepararme para enfrentar a este portador de Albion? —preguntó, su voz llena de determinación.

Ddraig soltó una carcajada que resonó en todo el espacio.

—Eso, y mucho más. Pero recuerda, Krimson, no estás solo. Ahora que estamos conectados, tu fuerza es mi fuerza. Juntos, no hay enemigo que no podamos derrotar.

Krimson asintió, absorbiendo cada palabra. Sabía que su vida había cambiado para siempre, y que ya no había vuelta atrás.

____________________________________

Krimson descansaba en una cama sencilla, su cuerpo aún se recuperaba de las heridas tras la feroz batalla contra Bete. El restaurante La Dama Benevolente estaba tranquilo, con solo unos pocos murmullos provenientes de la cocina. Syr observaba a Krimson con una mezcla de preocupación y curiosidad mientras aplicaba un paño húmedo sobre su frente, buscando aliviar el calor de su cuerpo agotado.

—Espero que esté bien... —murmuró Syr suavemente, observando el rostro cansado de Krimson.

—Lo estará —respondió Ryuu con su tono habitual, monótono, desde la puerta.

Syr levantó la mirada, sorprendida de ver a la elfa allí. Ryuu había estado observando en silencio, sin intervenir hasta ese momento. Se acercó lentamente, su expresión impasible como siempre, pero sus ojos, al observar a Krimson, mostraban una mezcla de emociones: preocupación, felicidad, y una tristeza que Syr no podía comprender del todo.

—Ryuu... —dijo Syr, buscando alguna pista en el rostro de la elfa—. ¿Por qué estás aquí? ¿Te preocupa él?

Ryuu se acercó a la cama, mirando a Krimson con una mirada enigmática.

—Krimson es fuerte —dijo Ryuu, su voz calmada—. Lo que ha hecho hoy es notable, pero también peligroso. Ha demostrado su valor, pero también su temeridad.

Syr asintió lentamente, sintiendo la seriedad en las palabras de Ryuu.

—¿Por qué crees que luchó así? —preguntó Syr, buscando entender mejor al joven aventurero—. ¿Fue solo por demostrar algo?

Ryuu permaneció en silencio por un momento, reflexionando sobre la pregunta.

—No lo sé con certeza —admitió Ryuu finalmente—. Pero creo que... lo hizo por algo más profundo que solo el honor o la gloria. Hay algo en él, algo que lo impulsa a luchar, incluso cuando todo está en su contra.

Syr observó a Krimson con renovada curiosidad, intentando entender lo que Ryuu insinuaba.

—¿Crees que tiene que ver con ese poder... con la Boosted Gear? —preguntó Syr.

Ryuu asintió ligeramente, su mirada fija en Krimson.

—Ese poder no es algo que se deba tomar a la ligera —dijo—. Lo que mostró en la pelea de hoy va más allá de lo que la mayoría de nosotros puede comprender. Es el Sekiryuutei, y eso lo convierte en alguien que inevitablemente atraerá tanto la admiración como el miedo.

Syr suspiró, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación por Krimson.

—¿Crees que estará preparado para lo que viene? —preguntó Syr, su voz llena de dudas.

Ryuu, tras un breve silencio, habló en un tono más suave, casi melancólico.

—Krimson... no cometas el error de pensar que puedes hacer esto solo —dijo, como si hablara directamente al joven inconsciente—. Hay personas que estarán a tu lado, si decides aceptarlo. No te culpes por los errores del pasado, al menos no lo hagas tú solo.

Esas palabras parecían resonar no solo para Krimson, sino también para Ryuu misma, quien recordaba con dolor el fatídico día en que su familia fue exterminada. En aquel trágico día, solo ella y Krimson habían sobrevivido, unidos por la tragedia y un destino compartido que ninguno de los dos había pedido. La culpa y la pérdida habían marcado a Ryuu, y ahora, temía que Krimson caminara por el mismo sendero oscuro que ella había transitado.

Después de un último vistazo a Krimson, Ryuu salió de la habitación en silencio, dejando a Syr cuidando de él. El joven aventurero, inconsciente de lo que había ocurrido a su alrededor, descansaba profundamente, recuperándose mientras su destino se entrelazaba con el de aquellos a su alrededor.

Justo después de que Ryuu abandonara la habitación, una voz grave y profunda interrumpió el silencio. Mamá Mia, la robusta dueña del restaurante, estaba apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y una expresión pensativa en su rostro. Sostenía un periódico de Orario en una mano, su mirada fija en las líneas impresas.

—Ese chico... —murmuró Mia, sin apartar los ojos del periódico—. No tiene idea de la gran hazaña que acaba de realizar.

Syr levantó la mirada, interesada.

—¿Qué quieres decir, mamá Mia? —preguntó.

Mia frunció el ceño, su voz grave y seria.

—La derrota de Bete Loga no es algo que pase desapercibido —dijo, sacudiendo el periódico ligeramente—. La noticia se ha esparcido como pólvora por toda Orario. Algunos están impresionados por el poder del Sekiryuutei, asombrados por lo que es capaz de hacer. Pero otros... —Mia hizo una pausa, su tono se volvió más sombrío—. Otros le temen y le odian, recordando las acciones del anterior portador de ese poder.

Syr sintió un nudo en el estómago al escuchar eso.

—¿Crees que Krimson estará bien? —preguntó, la preocupación evidente en su voz.

Mia soltó un largo suspiro.

—Ese chico tiene mucho que aprender —dijo Mia, su voz más suave de lo habitual—. Pero si es tan fuerte como ha demostrado hoy, encontrará la manera de lidiar con todo lo que se le venga encima. Pero deberá estar preparado para lo que venga... tanto la admiración como el odio.

Mia lanzó una última mirada a Krimson, su expresión endurecida por la preocupación y la experiencia.

—Solo espero que no sea consumido por el peso de ese poder —murmuró Mia antes de girarse y regresar a la cocina, dejando a Syr sola con sus pensamientos y el joven aventurero que seguía descansando, sin saber aún el impacto que sus acciones habían causado en la ciudad.

El destino de Krimson estaba en marcha, y el camino que tenía por delante estaba lleno de desafíos y peligros, pero también de personas que, aunque él no lo supiera, estaban dispuestas a apoyarlo en su lucha.

A los pocos minutos, el joven abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras su visión se aclaraba. Observó la habitación con una mezcla de confusión y curiosidad, intentando recordar cómo había llegado allí. En su mente aún resonaban las últimas palabras de Ddraig:

"Posees un potencial tan grande que pronto los dioses se debatirán tu destino. Sin embargo, tú eres superior a ellos. Demuéstrales que el Sekiryuutei no es su marioneta."

Krimson frunció el ceño, procesando el mensaje del dragón. Esas palabras le pesaban, llenándolo de una determinación silenciosa. Sentía que debía demostrar su valía, no solo ante los dioses, sino ante sí mismo.

Se incorporó en la cama, apartando las mantas que lo cubrían. Miró a su alrededor, notando la sencillez de la habitación, con apenas una lámpara que arrojaba una luz suave. Los recuerdos de la batalla contra Bete regresaron en oleadas, y con ellos, la urgencia de regresar con su diosa.

Al levantarse, Krimson recogió los tirantes que usaba sobre su camisa blanca, ajustándolos con cuidado. Sabía que había estado a punto de perderlo todo, pero ahora, con las palabras de Ddraig guiando sus pasos, sentía una renovada resolución. Se dirigió hacia la puerta con pasos sigilosos, decidido a no molestar a nadie mientras intentaba salir.

Al abrir la puerta, el crujido suave de las bisagras pareció resonar más fuerte de lo que esperaba. Con cautela, descendió las escaleras de madera, sus pasos resonando en el silencio del lugar. Cuando llegó a la planta baja, el destino lo sorprendió.

Ahí, en medio del restaurante, se encontraban Syr, Ryuu, mamá Mia y las otras camareras, todas reunidas como si lo esperaran. La sorpresa fue mutua. Syr, quien había estado hablando con Ryuu en voz baja, fue la primera en notar su presencia. Su expresión de sorpresa pronto se transformó en alivio.

—¡Krimson! —exclamó Syr, dando un paso hacia él—. Estás despierto. ¿Cómo te sientes?

Krimson intentó sonreír, pero sus labios apenas se movieron. Estaba agradecido por la preocupación, pero su mente estaba aún demasiado nublada por lo que había vivido.

—Estoy... bien —respondió con voz ronca—. Solo un poco cansado.

Mamá Mia, quien estaba de pie con los brazos cruzados, observó al joven con su mirada penetrante.

—Bien, veo que tienes una recuperación rápida —dijo Mia con su tono característico, aunque había una nota de preocupación oculta en su voz—. Aunque no deberías estar caminando tan pronto después de lo que pasaste.

Krimson asintió ligeramente, evitando el contacto visual. No quería preocupar a nadie más, y mucho menos retrasarse en regresar con Hestia.

—Lo siento... pero necesito regresar con mi diosa —dijo, intentando sonar decidido.

Ryuu, que había permanecido en silencio hasta ahora, se acercó a Krimson, su expresión serena pero firme.

—Krimson, deberías descansar un poco más —dijo la elfa, su tono suave pero inflexible—. Tu cuerpo aún no está completamente recuperado.

Krimson se detuvo, sintiendo la sinceridad en las palabras de Ryuu. Había algo en su voz, algo que le recordó a su propio deseo de proteger a los demás, incluso a costa de sí mismo. Pero sabía que no podía quedarse.

—Gracias, Ryuu... —respondió Krimson, mirándola directamente a los ojos—. Pero tengo que irme. No puedo dejar que mi diosa se preocupe más de lo que ya lo ha hecho.

Ryuu lo miró por un momento, y luego asintió, entendiendo su determinación.

—Entonces, al menos asegúrate de no empujar tu cuerpo más allá de sus límites —advirtió—. Tienes personas aquí que te apoyan, no lo olvides.

Mamá Mia, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló.

—Ese chico tiene agallas, eso es seguro —dijo Mia, casi como para sí misma—. Pero ten cuidado, Krimson. El mundo te está mirando ahora. Algunos te admirarán, otros te temerán, y otros... querrán hacerte caer.

Krimson asintió, sintiendo el peso de las palabras de Mia, pero no dejó que eso lo detuviera. Sabía que no podía escapar de su destino, pero estaba decidido a enfrentarlo con todas sus fuerzas.

—Lo sé —respondió, antes de dar un último vistazo al grupo reunido—. Gracias por todo.

Con esas palabras, Krimson se dirigió hacia la salida, sabiendo que tenía un largo camino por delante, pero también sabiendo que no lo recorrería solo.

—¡Idiota! —El sonido de una bofetada resonó en la iglesia en ruinas, cortando el aire y haciendo eco en el silencioso santuario. Krimson apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la diosa Hestia lo abrazara con fuerza, su pequeña figura temblando por la emoción—. ¡No sabes lo preocupada que estaba por ti! —gritó, sus palabras llenas de alivio y reprimida angustia.

Krimson, sorprendido tanto por la bofetada como por el repentino abrazo, apenas pudo responder. Sintió el cálido contacto de su diosa, y por un momento, la preocupación que había cargado desde su despertar pareció desvanecerse.

—Lo siento... —murmuró, su voz apenas un susurro, cargada de arrepentimiento. Sabía que había causado preocupación, y no había sido su intención.

Hestia aflojó su abrazo lo suficiente como para mirarlo a los ojos, con una mezcla de enfado y ternura en su expresión. Pero antes de que pudiera decir algo más, el enojo en sus ojos se desvaneció, reemplazado por puro alivio.

—Me alegra que estés bien —dijo, su voz ahora suave, antes de tomar la mano de Krimson con firmeza. Tiró de él hacia el interior de su hogar, ansiosa por mantenerlo cerca.

Mientras entraban en el pequeño cuarto que compartían, Krimson pudo ver a Bell acostado sobre la cama, esperando a que su diosa elevara sus estadísticas. El rostro de Bell, que antes estaba serio y concentrado, se iluminó al ver a su compañero entrar.

—¡Krimson! —exclamó Bell, incorporándose en la cama con una sonrisa radiante—. ¡Estás aquí! ¿Cómo te sientes?

Krimson esbozó una pequeña sonrisa, tratando de disipar la preocupación de su amigo.

—Estoy mejor ahora... gracias, Bell. Me alegra verte —respondió, sintiendo un alivio similar al ver a su compañero de familia a salvo y en buen estado.

Hestia soltó la mano de Krimson y se acercó a la cama donde Bell esperaba, su expresión volviendo a ser seria pero cálida.

—Bell, necesito que te quedes quieto un momento. Vamos a ver cuánto has mejorado —dijo Hestia, su voz suave mientras se concentraba en su tarea habitual.

Krimson observó en silencio mientras Hestia trabajaba, su mente aún procesando los eventos de las últimas horas. Sabía que había mucho por lo que reflexionar, pero por ahora, simplemente se sentía agradecido de estar rodeado por aquellos que le importaban.

A medida que la diosa Hestia trabajaba, Krimson se permitió un momento de paz, observando cómo Bell sonreía, ansioso por ver sus progresos. Aunque el peso de sus recientes descubrimientos y las palabras de Ddraig seguían presentes, en ese instante, en la tranquila compañía de su familia, sintió que todo estaría bien, al menos por un momento.

En ese momento, algo llamó la atención de Krimson, interrumpiendo sus pensamientos.

—¡Mira, Krimson! ¡No puedo creer lo rápido que estoy avanzando! —exclamó Bell con una sonrisa radiante, como un niño emocionado con su nuevo juguete. Sus ojos brillaban de emoción mientras le mostraba sus estadísticas recién actualizadas.

Krimson, al ver la alegría de su compañero, no pudo evitar sonreír también.

—Vaya, Bell, es increíble. Estás creciendo a un ritmo impresionante. Es como si estuvieras atravesando una etapa de crecimiento acelerado —dijo Krimson, felicitando sinceramente a su amigo.

Mientras ambos conversaban, la diosa Hestia observaba la escena con una preocupación oculta tras su amable sonrisa. Aunque se alegraba del progreso de Bell, en su interior no podía evitar preocuparse. No quería que los demás dioses se enteraran de que su querido Bell tenía la habilidad *Realis Phrase*, una habilidad que permitía a Bell crecer a un ritmo extraordinario. Hestia sabía que, si esto salía a la luz, pondría a Bell en peligro. Por eso, había decidido no decirle a ninguno de sus dos chicos acerca de esta habilidad, manteniéndolo en secreto para protegerlos.

—Esto es solo mi opinión personal —dijo Hestia, captando la atención de ambos chicos—, pero creo que tienes un gran talento, Bell. Es seguro que te convertirás en alguien muy fuerte. Y sé que quieres volverte más fuerte.

—¡Sí! —respondió Bell con determinación, su voz firme y llena de convicción.

Hestia sonrió con tristeza, conmovida por la determinación de Bell, pero al mismo tiempo, preocupada por los peligros que su camino podría traerle.

—Respeto tu deseo, y te apoyaré en todo lo que necesites. Te prestaré mis poderes, Bell. Pero te pido una cosa: prométeme que ya no serás descuidado. Por favor, no me dejes sola —dijo la diosa, su voz temblando mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Bell, sorprendido por la vulnerabilidad de su diosa, asintió rápidamente.

—¡Lo prometo, Hestia-sama! —respondió, sus palabras llenas de sinceridad.

Hestia, aún con lágrimas en los ojos, se volvió hacia Krimson, su expresión ahora más seria.

—Y tú, Krimson, lo mismo aplica para ti. Cuida mucho de Bell. Haría todo por protegerlo, pero sabes que no puedo entrar en la dungeon —dijo, su tono lleno de preocupación y seriedad.

Krimson asintió solemnemente, comprendiendo la responsabilidad que Hestia le estaba confiando.

—Entendido, diosa Hestia —respondió, sabiendo que tenía que proteger no solo a Bell, sino también el secreto que lo rodeaba.

Mientras las palabras de la diosa resonaban en la habitación, los tres compartieron un momento de comprensión y unidad. Bell, lleno de determinación; Krimson, consciente de la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros; y Hestia, decidida a proteger a sus dos chicos de los peligros que el futuro les deparaba. Aunque el camino sería difícil, sabían que no estaban solos, y eso les daba la fuerza para seguir adelante.

—Bien —dijo la diosa, captando la atención de ambos en la sala—. Me iré por algunos días a partir de esta noche. ¿Está todo bien?

—¿Huh? —respondió Bell, confundido, lo que provocó algunas risas suaves de la diosa.

Hestia sonrió ante la expresión de Bell y se acercó a él, preocupada pero optimista.

—Sí, todo está bien. Solo quería asegurarme de que no haya problemas mientras estoy fuera. Recuerda, cualquier cosa que necesites, no dudes en decírselo a Krimson. Estoy segura de que él se encargará de todo mientras estoy ausente.

—¡Entendido, Hestia-sama! —respondió Bell con determinación, tratando de ocultar su nerviosismo.

Más tarde, en el restaurante de mamá Mia, Bell apareció con una bolsa de dinero en las manos, acompañado por una expresión de remordimiento.

—¡Perdón! —exclamó Bell, su voz resonando en el restaurante mientras se inclinaba en una reverencia hacia mamá Mia—. Me fui sin pagar. Aquí está el dinero.

Mamá Mia, con una sonrisa comprensiva, observó al joven aventurero.

—Me alegra que hayas venido hasta aquí para saldar tu deuda —dijo mamá Mia, aceptando la bolsa de dinero con una risa ligera—. Pero, en realidad, tu compañero ya pagó la cuenta. Es a él a quien deberías pedir disculpas.

Bell levantó la cabeza, con los ojos llenos de sorpresa y un poco de vergüenza. Se volvió hacia Krimson, que estaba en la entrada del restaurante, observando la escena con una sonrisa tenue.

—Lo siento, Krimson —dijo Bell, acercándose a él—. No tenía idea de que ya habías pagado. De verdad, lamento mucho todo esto.

Krimson, con una expresión amable pero cansada, respondió:

—No te preocupes por eso, Bell. Solo asegúrate de no hacerlo de nuevo. A veces, uno tiene que aprender a ser un poco más responsable. Además, lo importante es que estás aquí, y eso es lo que cuenta.

Bell asintió, sintiéndose aliviado por la comprensión de Krimson.

—Gracias por tu comprensión. Prometo ser más cuidadoso en el futuro.

Mamá Mia, al ver la conversación entre los chicos, también intervino con un tono ligero.

—Bueno, ya que todo está aclarado, ¿quieren algo más? —preguntó, señalando el menú.

Bell y Krimson intercambiaron miradas, ambos aliviados de que el asunto estuviera resuelto.

—No, creo que estamos bien por ahora —dijo Bell con una sonrisa.

Krimson asintió en acuerdo, mientras ambos chicos se preparaban para seguir adelante con sus respectivos días. La situación estaba finalmente bajo control, y con la diosa Hestia partiendo para cumplir con sus deberes, era el momento de los dos aventureros para enfrentar sus propios desafíos.

—¡Espera, Bell! —dijo Syr, observando cómo el dúo de aventureros se preparaba para salir hacia la dungeon—. Hoy vas a volver a la dungeon, ¿cierto? —preguntó mientras le entregaba un bento—. Toma, te preparé el almuerzo.

—¡Oh! No podría... —dijo Bell, alzando las manos en señal de rechazo.

—Por favor, tómalo —insistió Syr, sonrojándose ligeramente—. ¿No puedes?

Krimson, observando la interacción, se acercó para darle un suave golpe a Bell en el hombro.

—¡Ya te lo dije! Si una chica linda te ofrece el almuerzo, ¡acéptalo! —dijo Krimson, tratando de disimular sus celos, ya que nadie le preparaba el almuerzo.

—Gracias —dijo Bell, aceptando el bento con una sonrisa. Syr, al ver su respuesta, le entregó el almuerzo y luego se apresuró a regresar a la cocina, sonriendo felizmente.

—Asegúrate de agradecerle a Syr —dijo mamá Mia, mirando al albino con una sonrisa pícara—. El personal aquí es bastante peculiar, y eso me incluye a mí. Recuerda, un aventurero siempre gana cuando no muere. No importa que te llamen cobarde, si sobrevives, ¡entonces has ganado! Ahora vete, que estamos ocupados; en 5 minutos abrimos —añadió, dándole un golpe amistoso en la espalda para darle un pequeño impulso.

Cuando los chicos estaban por irse, Ryuu apareció con un bento en las manos, acercándose a Krimson.

—Krimson —dijo Ryuu con su tono habitual, neutro pero lleno de un toque de preocupación—. Aquí tienes. También preparé algo para ti.

Krimson miró el bento con sorpresa, antes de sonreírle a Ryuu.

—Gracias, Ryuu. No tenías que hacerlo, pero te lo agradezco.

—No es nada —respondió Ryuu con una ligera inclinación de cabeza—. Solo quería asegurarme de que tuviéramos algo de comida en caso de que necesites fuerzas extra.

Krimson aceptó el bento con gratitud, mientras Bell, ahora con ambos bentos en mano, miraba a su compañero con una sonrisa agradecida.

—Ahora sí, vayamos a la dungeon —dijo Bell con determinación, listo para enfrentar los desafíos que les esperaban.

Krimson asintió, tomando el bento con una sonrisa agradecida. Con el ánimo renovado y un bento en cada mano, los chicos se dirigieron hacia la dungeon, listos para enfrentar los desafíos del día.

______________________________

—¡Gracias por su visita! ¡Soy Ganesha! —dijo el dios musculoso, de buen aspecto, con cabello corto y una máscara de elefante roja que cubría solo la mitad superior de su cara. —¡Me alegra que tantos de mis colegas pudieran estar aquí esta noche!

Ganesha recibía a sus invitados en un salón decorado con elefantes rojos, creando un ambiente festivo y vibrante.

—Hey, ¿cuántos siglos han pasado? —dijo un dios, con tono casual, mientras observaba el ambiente.

—Cuatro días, creo —respondió otro dios—. Ese chico de aspecto desafortunado... ¿Es Takemikazuchi? —añadió, señalando a un chico con yukata que tenía un plato repleto de comida, junto a un joven rubio vestido con un traje azul con detalles rojos y un sombrero con una gran pluma blanca.

—Hermes también está aquí —comentó otro dios, notando la presencia del conocido dios del comercio y la travesura—. ¿Ha vuelto de su viaje?

—¡Hey! ¡Está aquí la diosa de la belleza, Freya! —exclamó un dios al notar la elegante entrada de la diosa Freya, quien deslumbraba con su presencia majestuosa.

La atención se desvió hacia Freya, cuya aura de belleza y sofisticación cautivaba a todos los presentes. Los dioses comenzaron a susurrar entre ellos, comentando sobre las recientes noticias y las impresionantes hazañas del Sekiryuutei, Krimson, y cómo su batalla contra Bete Loga había sacudido a Orario.

La atención se desvió hacia Freya, cuya aura de belleza y sofisticación cautivaba a todos los presentes. Los dioses comenzaron a susurrar entre ellos, comentando sobre las recientes noticias y las impresionantes hazañas del Sekiryuutei, Krimson, y cómo su batalla contra Bete Loga había sacudido a Orario.

Sin embargo, la diosa de la belleza pronto desvió su atención hacia una de las mesas repletas de comida. Observó a una curiosa diosa de baja estatura que estaba llenando un tarro con varios manjares, y decidió acercarse a ella.

—Buenas tardes, Hestia —dijo Freya con una sonrisa cortés.

—Freya —respondió Hestia con un bocado en la boca, sin poder ocultar su sorpresa al ver a la diosa de la belleza.

—¿Estoy interrumpiendo? —preguntó Freya con un tono amistoso.

—Solo... no me gusta lidiar contigo —contestó Hestia, intentando mantener la calma.

—Jajaja, amo eso de ti —dijo Freya, disfrutando del desafío en el tono de Hestia.

—Bueno, me agradas más que otros... —murmuró Hestia mientras notaba que Loki se acercaba.

—¡Hey, Freya! —saludó la diosa de cabello rojo con entusiasmo mientras se acercaba—. ¡Camarón! —dijo Loki, alzando una mano para saludar a Hestia.

—Oh, Loki —dijo Freya, reconociendo a la diosa pelirroja.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Hestia, un poco desconcertada por la repentina aparición de Loki.

—¿Qué, no se me permite venir sin ningún motivo? —respondió Loki de manera desafiante.

—Como sea, este es el momento perfecto, Loki. Quería preguntarte algo —dijo Hestia, preparándose para sacar un tema delicado.

—Ah, ¿querías preguntarme algo, camarón? —replicó Loki con una sonrisa burlona.

—La princesa de la espada en tu familia, Wallen, ¿está saliendo con alguien? —preguntó Hestia de manera directa, su tono lleno de curiosidad.

De inmediato, el ambiente entre las dos diosas se volvió hostil. Freya observaba con interés, mientras Loki fruncía el ceño, claramente irritada.

—¡Idiota! Aiz es mi favorita, y cualquier persona que se atreva a acercarse a ella... lo despedazaría —dijo Loki con una furia contenida.

—Ustedes dos son tan grandes amigas —comentó Freya, disfrutando del conflicto que se desataba frente a ella.

—¡No lo somos! —respondieron Hestia y Loki al unísono, empujándose con la frente en una muestra de desdén mutuo.

La tensión en el aire era palpable, y la rivalidad entre las diosas era evidente. Loki, aún resentida por la derrota de Bete a manos del Sekiryuutei, sentía la necesidad de reafirmar su postura, mientras Hestia, aunque desafiante, no podía evitar su preocupación por las intrigas que rodeaban a su familia y aliados.

—Como sea, te noto algo diferente hoy, Loki. No esperaba verte con vestido —dijo Freya casualmente, observando el elegante atuendo de la diosa pelirroja.

—Es que cuando supe que cierta diosa pobretona iba a venir, quise burlarme de ella mostrándole algo que nunca podrá tener —respondió Loki con malicia, su mirada cargada de desafío.

—Jajaja, al contrario, todo el mundo se burla de ti y de tu extraordinario... ¡pecho plano! —dijo Hestia, presumiendo sus atributos naturales frente a Loki, que parecía una tabla de planchar en comparación.

______________________________

Mientras Krimson y Bell subían la torre de Babel, Bell observó que todos a su alrededor, a excepción de Krimson, poseían equipamiento de calidad.

—¿De nuevo es esa época del año? —preguntó una persona al azar.

—¿Monsterphilia? Un año pasa muy rápido —respondió otro, mientras se dirigían hacia la dungeon.

______________________________

En la fiesta de Ganesha, las quejas de Hestia y Loki eran claramente audibles. Las dos diosas estaban en medio de una riña infantil; Loki tenía a Hestia levantada mientras le apretaba los cachetes.

—¡Vamos, hazlo, hazlo! —gritaban un grupo de dioses de relleno, animando la pelea.

—Loli-pechos-grandes y Loki-sin-pechos, ¿eh? —repetían los dioses de relleno, emocionados por el espectáculo.

—¡Apuesto 10,000 valis a Loli-pechos-grandes! —gritó uno de ellos.

—¡10 elixires a que sin-pechos causa un "accidente" en el último segundo! —añadió otro.

—¡Apuesto todas mis papas fritas a que consolaré a Loki después de que pierda! —dijo un dios más.

—¡Hoy te dejaré ir con eso! —dijo Loki, soltando a Hestia con un gesto enérgico.

—La próxima vez que nos encontremos, ¡no dejes que vea esas cosas tan diminutas! —dijo Hestia, mientras se sostenía los cachetes rojos y se burlaba del tamaño del pecho de Loki.

—¡Cállate, maldita! —gritó Loki, llorando cómicamente mientras se alejaba.

—¿Causando alboroto de nuevo? —preguntó una voz detrás de ellas. Era la diosa Hefestos, vistiendo un despampanante vestido rojo ceñido al cuerpo, con una rosa blanca en la cintura, tacones negros y guantes blancos altos. Su figura era destacable, complementada por su corto cabello rojo y su ojo rojo.

—¡Hefestos! —dijo Hestia, alzando los brazos con entusiasmo—. ¡Me alegra que vinieras, quería verte!

—¿Verme? Escucha, no te prestaré ni un valis más, ¿está bien? —respondió Hefestos, con un tono tajante.

—¡Qué grosera! ¿Parezco a alguien que trataría a sus amigos como alcancías andantes? —reclamó Hestia, ofendida.

—Como sea, has vivido a costa de mi familia desde siempre. Cuando te expulsamos, regresaste llorando, diciendo que no tenías dinero, casa ni trabajo —dijo Hefestos, dándole un fatality verbal a Hestia—. ¡Así que por supuesto que voy a pensar eso!

—S-sí, claro, así era antes, ¡pero ahora todo es diferente, ahora también tengo mi propia familia! —respondió Hestia, adoptando una pose de victoria.

—Así es, Bell y el Sekiryuutei, ¿cierto? El primero, un humano con el cabello blanco y ojos rojos; el segundo, un pelinegro de ojos muertos. Bueno, muchos dioses cambian cuando tienen familia, pero... —dijo Hefestos, mientras un guardaespaldas se le acercaba y le comunicaba algo al oído.

—Hefestos, Hestia... Me retiro —dijo Freya con elegancia.

—¿En serio? —dijo Hefestos, sosteniendo una copa.

—Sí, había algo que quería comprobar... Pero ya está listo —dijo Freya, mirando brevemente a Hestia—. Y ya he obtenido toda la diversión que quería con los hombres de aquí —dijo Freya antes de ganarse miradas decepcionadas y luego marcharse.

—Entonces, ¿por qué querías verme? —dijo Hefestos, captando la atención de Hestia—. Dependiendo de lo que sea, puede que decida no hablarte de nuevo —agregó con una mirada seria.

—L-Lo sé. En realidad... —dijo Hestia, postrándose ante Hefestos—. ¡Quiero que fabriques un arma para Bell! —anunció, mientras Bell revisaba los precios de las armas.

—¿Oh? Bell, Krimson —dijo una voz masculina, captando la atención de los dos aventureros.

—Oh, ¡Dios Miach! Disculpe —dijo Bell, haciendo una reverencia frente al dios.

—No hay de qué disculparse —dijo el Dios Miach con una sonrisa.

—Disculpe la pregunta, ¿pero no asistió al banquete de los dioses? —preguntó Krimson.

—No, fui invitado, pero ya que mi familia es tan pequeña, he estado ocupado preparando mis provisiones —dijo el dios, sacando frascos—. Chicos, tengan, se los regalo.

—¡No podría! —dijo Bell, alzando las manos antes de recibir un golpe amistoso de Krimson.

—¡Olvídate de esa estúpida maña! Cuando la gente amable te regala algo, solo lo aceptas y ya —dijo Krimson, algo molesto.

—No te preocupes. Solo estoy ayudando a unos buenos vecinos. Es mi manera de pedir que sigan protegiendo a mi familia —dijo el Dios Miach.

—¡Gracias! —dijo Bell, aceptando los frascos con gratitud.

—Adiós —dijo el dios antes de seguir su camino.

______________________________

—¿Por cuánto tiempo seguirás haciendo eso? —preguntó la diosa Hefestos en su habitación, mientras Hestia permanecía postrada frente a ella, aún intentando encontrar las palabras adecuadas.

—En realidad, estoy bastante ocupada. Me estás distrayendo, ¿entiendes? —dijo Hefestos, la diosa pelirroja, antes de soltar un suspiro y recordar cómo Hestia le rogó de rodillas delante de todos los dioses—. De cualquier manera, ¿qué se supone que vas a hacer?

—Me postraré. Takemikazuchi me contó sobre eso, es la técnica definitiva para disculparse y rogar —dijo Hestia aún postrada, con un tono lleno de determinación.

—Él necesita aprender a mantener su boca cerrada, Hestia. Dime, ¿por qué estás tan dispuesta a llegar tan lejos?

—¡Porque quiero ayudar a Bell y a Krimson! ¡Ellos están tratando de cambiar! Bell ha encontrado un objetivo y ahora está intentando seguir un camino muy largo y difícil, y Krimson aún se culpa por lo que le pasó a su anterior familia. ¡Así que quiero poder ayudarlos con un arma que les abra el camino! —dijo Hestia, apretando el puño con fuerza—. ¡Ellos siempre han estado ahí para mí, y yo no puedo hacer nada por ellos! Me han dado todo, y yo no hago nada por ellos. Soy su diosa, pero no puedo hacer nada de lo que un dios debería. ¡Odio no ser capaz de hacer algo! —añadió, apretando los puños en frustración.

—Intentan cambiar, ¿eh? —dijo Hefestos, esbozando una sonrisa—. Bien, fabricaré tu arma por el bien de tus hijos y te daré un regalo extra sin costo alguno.

—¡Gracias, Hefestos! —dijo Hestia, levantándose rápidamente antes de tambalearse.

Hefestos la atrapó al vuelo—. Solo para ser claros, vas a pagar. Incluso si te toma décadas o siglos.

—¡Sí, lo sé! —respondió Hestia con una sonrisa amplia.

Ambas se dirigieron a la forja privada de Hefestos—. ¿Qué clases de armas utilizan tus hijos? —preguntó Hefestos, tomando un martillo con destreza.

—Bell usa un cuchillo. ¿Pero para qué quieres saber qué arma utilizaba Krimson? —preguntó Hestia con curiosidad.

—Te dije que te daría un favor gratis. Más bien, es algo que le debo a un antiguo portador del poder del Sekiryuutei —dijo Hefestos, recordando las épocas cuando el Sekiryuutei no era tan odiado.

—Hefestos, ¿vas a fabricarlas tú misma? —preguntó Hestia, asombrada.

—Por supuesto, no puedo involucrar a mi familia en un asunto privado entre tú y yo.

—¡Increíble! Incluso en el cielo eres conocida como la Herrera Divina, y tú personalmente vas a fabricarlas para mí —expresó Hestia, emocionada.

—¿Acaso lo olvidaste? Esto no es el cielo. No puedo utilizar ninguno de mis poderes divinos —dijo Hefestos con un toque de ironía.

—¡No me importa! Lo que me hace más feliz es que serás tú quien las fabrique —dijo Hestia, dando saltitos de la emoción mientras Hefestos movía un libro que activaba una puerta secreta hacia su taller privado—. ¡Tú también me ayudarás! Vas a ser mi asistente.

—¡Claro, déjamelo a mí! —respondió Hestia con entusiasmo.

—Un arma de primera clase para un aventurero novato con solo dos semanas de experiencia... y una para un ser de destrucción —pensó Hefestos mientras preparaba sus herramientas—. Entonces, ¿qué hay que hacer? — dijo sonriendo

______________________________

—Ella dijo que estaría ausente por dos o tres días —pensaba el albino mientras caminaba junto a Krimson.

—Sé lo que estás pensando. Si somos realistas, es probable que no regrese hoy —dijo Krimson, echando un vistazo a su alrededor.

—¡Esperen, tipos Ying Yang! —exclamó una de las camareras con rasgos felinos del restaurante de mamá Mia—. ¡Tengo una petición!

—Oh, buenos días —dijo Bell.

—Quiero que le entreguen este monedero a la cabeza hueca de Syr —dijo la camarera, entregándole un monedero morado a Bell.

—Lo siento, pero al enano de acá, tienes que explicarle bien —dijo Krimson, con una gota de sudor en la frente.

—Anya, esa no es una buena explicación —dijo Ryuu, apareciendo con una tanda de ropa en una tina de madera—. Señor Cranell, seguro está confundido.

—Ustedes son tan tontos. Él puede entender que quiero que le lleve el monedero a Syr, el cual olvidó cuando se escapó de su turno para ir a ver el Monsterphilia —explicó Anya.

—Esa es la situación —confirmó Ryuu—. Syr, desde luego, no faltó a su turno; se tomó el día libre por el festival. Probablemente esté en problemas sin su monedero, por favor llévenselo.

—Por favor —dijo Anya.

—Está bien, déjennoslo a nosotros —aceptó Bell.

—Entonces, ¿qué es el Monsterphilia? —preguntó el albino.

—¡El Monsterphilia es un enorme festival organizado una vez al año por la familia Ganesha! —dijo Anya, emocionada.

—Toman el coliseo por un día completo y doman monstruos traídos de la dungeon frente a toda la audiencia —añadió Ryuu—. Es un espectáculo bastante intenso. A mí me gustaba ir.

—Ah, ya veo —dijo Krimson, distraído con una roca cerca de la entrada del restaurante, pues el joven ya conocía este detalle

______________________________

En el restaurante, Loki estaba acompañada de Aiz, conversando con Freya.

—Freya, ¿es cierto que ahora estás obsesionada con el hijo de una familia en específica? —preguntó Loki, con un tono curioso.

—Sí, parece que el Sekiryuutei está causando un gran revuelo —respondió Freya, con una mezcla de interés y envidia—. Su progreso y habilidades han sido notables.

—Parece que te preocupa mucho su desempeño. No es común que una diosa como tú se fije en un aventurero —dijo Aiz, observando con atención.

—Lo es. Me intriga mucho cómo ha pasado de ser un aventurero de nivel 1 a nivel 2 en tan poco tiempo. Normalmente, esos cambios requieren años de experiencia y habilidad —explicó Freya.

______________________________

En la forja privada de Hefestos, la diosa terminaba el cuchillo para Bell.

—Están listas —dijo Hefestos, mientras el cuchillo de Bell se encontraba en una caja a sus espaldas, junto con una espada corta diseñada especialmente para Krimson—. Aquí están las armas que forjé para tus hijos.

Hestia observó el trabajo terminado con admiración. La habilidad y dedicación de Hefestos se reflejaban en cada detalle de las armas.

Hestia observó el trabajo terminado con admiración. La habilidad y dedicación de Hefestos se reflejaban en cada detalle de las armas, desde la precisión en las líneas de la hoja hasta la elegancia del diseño. El cuchillo y la espada corta eran obras maestras, capaces de canalizar el potencial de quienes las empuñaran.

____________________________________

—Entonces, ¿en qué otro hijo estás interesada? —preguntó Loki, inclinándose ligeramente hacia adelante con curiosidad.

—En un hijo que es tan terriblemente triste que llora ante la menor provocación. Pero él era tan lindo, casi etéreo... un color que nunca había visto antes. Fue una coincidencia que lo viera; simplemente entró en mi campo de visión —respondió Freya, con una expresión de excitación en su rostro—. Disculpa, pero debo ir a un lugar —dijo la diosa, levantándose bruscamente de la mesa y abandonando la cafetería, dejando a Loki intrigada y Aiz observando en silencio.

_____________________________

Mientras tanto, en las calles cerca del Monsterphilia, Bell y Krimson caminaban entre la multitud. Bell estaba visiblemente emocionado, mirando a su alrededor con asombro, mientras que Krimson mantenía una actitud más neutral, como si nada de lo que sucedía a su alrededor pudiera sorprenderlo.

—Este lugar es increíble... ¿Cómo logran domar a los monstruos así? —preguntó Bell, con los ojos brillando por la emoción.

—Es un espectáculo, eso es seguro. La familia Ganesha sabe cómo montar un buen show —respondió Krimson, manteniendo la mirada fija al frente—. Pero no te dejes llevar por todo el brillo y la emoción. Estos monstruos siguen siendo peligrosos.

—Lo sé, pero no puedo evitar emocionarme. Es la primera vez que veo algo así... —Bell sonrió, un poco avergonzado por su entusiasmo.

Krimson soltó un pequeño suspiro y miró de reojo a Bell—. No está mal emocionarse, Bell. Solo recuerda que lo más importante es mantenerte enfocado en lo que realmente importa. No podemos darnos el lujo de distraernos demasiado.

Bell asintió, consciente de las palabras de su compañero. Era cierto que, aunque la festividad era emocionante, su verdadero objetivo era encontrar a Syr y entregarle el monedero que había olvidado.

—Tienes razón. Deberíamos concentrarnos en encontrar a Syr... No quisiera que tuviera problemas por no tener su monedero —dijo Bell, su tono ahora más serio.

Krimson asintió—. Ella debe estar cerca. No puede haberse alejado mucho si olvidó algo tan importante.

En ese momento, una voz familiar resonó detrás de ellos—. ¡Bell, Krimson!

Al voltear, ambos se encontraron con la diosa Hestia, quien se acercaba a ellos con una sonrisa radiante. Llevaba una funda para una espada corta en la espalda y un trapo morado en el pecho, que sostenía con cuidado una caja.

—¿Diosa? ¿Qué está haciendo aquí? —preguntó Bell, sorprendido por su repentina aparición.

—¡Supongo que los extrañé! —respondió Hestia con una risa juguetona, acercándose a sus dos aventureros.

—¡Nosotros también la extrañamos! —dijo Krimson, aunque su mirada se posó en la espada en la espalda de Hestia, curioso por saber para quién era, aunque decidió no preguntar; no era su asunto, después de todo.

—Krimson, ¿te importaría si me llevo a Bell a una cita? —preguntó Hestia con una sonrisa que irradiaba entusiasmo.

Krimson abrió la boca para responder—. La verdad no per... —antes de que pudiera terminar su frase, Hestia ya le había entregado la espada corta y se había llevado a Bell, quien la seguía sin saber muy bien qué decir.

Krimson observó cómo Hestia y Bell se alejaban, mirando la espada corta en sus manos con una mezcla de sorpresa y resignación. Aunque no sabía para qué o para quién era, la sensación de tenerla en sus manos era inconfundible: esta espada tenía un propósito que aún estaba por revelarse.

—Se siente como si me hablara... —murmuró Krimson, estudiando la espada con curiosidad. Su hoja negra y empuñadura adornada con líneas rojas parecían vibrar con una energía inusual.

—Puede que así sea —respondió una voz en su cabeza, profunda y resonante.

Krimson alzó una ceja, su mirada se endureció mientras se dirigía al lugar de la voz. —¿Qué quieres decir, Ddraig?

La voz dentro de su mente, perteneciente al dragón rojo, respondió con un tono que parecía entrelazarse con los ecos de antiguos tiempos. —La espada que sostienes tiene un propósito más allá de lo que imaginas. A veces, los objetos como este tienen una conexión especial con quienes están destinados a empuñarlos. Puede ser que tu destino y el de esta espada estén entrelazados de maneras que aún no comprendes.

Krimson frunció el ceño, sopesando las palabras de Ddraig. La espada, con su hoja negra y líneas rojas, parecía tener una presencia propia. Aunque no sabía cómo, sentía que esta arma no era simplemente un regalo. Algo en su esencia le decía que estaba destinada a jugar un papel importante en los desafíos que estaban por venir.

¡Boom!

La explosión resonó por las calles, llamando la atención de todos los presentes. Un alboroto se desató cuando múltiples monstruos comenzaron a correr descontroladamente, sembrando el caos y la destrucción entre los ciudadanos aterrorizados. Entre ellos, un monstruo en particular destacó con una presencia ominosa: el Gorgontus.

Este monstruo imponente, un cuadrúpedo ciego con una piel dura y escamosa, se desplazaba con una agilidad sorprendente a pesar de su tamaño. Sus múltiples tentáculos, diez en total, se movían con una coordinación inquietante desde su espalda. Cada tentáculo parecía tener una vida propia, extendiéndose y contrayéndose de manera siniestra. El Gorgontus era una amenaza temida, un adversario que solo los aventureros de nivel 3, o superiores, podían enfrentar con alguna esperanza de éxito.

La gente gritaba y corría en pánico mientras el Gorgontus avanzaba, su presencia imponente y su capacidad para ver a través de la ecolocación lo convertían en un peligro inminente. Los aventureros más experimentados comenzaron a prepararse, sabiendo que enfrentar a una bestia de tal magnitud requeriría todas sus habilidades y valentía.

Krimson, al ver la escena desde una distancia segura, sintió una oleada de determinación. La aparición repentina de tal amenaza lo impulsaba a actuar. Aunque aún no entendía completamente el propósito de la espada que tenía en las manos, sabía que el momento de tomar acción había llegado. Con un gesto decidido, se preparó para enfrentarse al caos que se desataba en las calles.

Krimson se acercó al epicentro del caos con pasos firmes. El Gorgontus estaba en el centro de la calle principal, desatando su furia sobre los desprevenidos ciudadanos. Sus tentáculos se movían con rapidez, y el rugido del monstruo resonaba en todo Orario.

—¿Qué tal, Ddraig? — preguntó Krimson mientras se preparaba para la batalla.

—No podrás usar el Double Gear por ahora — respondió Ddraig en su mente — Tu cuerpo aún necesita adaptarse. Solo utiliza el Boosted Gear, pero ten cuidado. El Gorgontus es un adversario formidable y sus ataques de ácido pueden ser devastadores.

Krimson asintió con determinación y se enfrentó al Gorgontus, sosteniendo la espada recién recibida en su mano derecha. La hoja negra con líneas rojas parecía vibrar con energía.

—¡Vamos, monstruo! — gritó Krimson mientras avanzaba.

El Gorgontus giró su enorme cuerpo hacia él, sus tentáculos se alzaron como serpientes dispuestas a atacar. Krimson corrió hacia el monstruo, evitando los tentáculos que se estiraban hacia él con agilidad. Con un rápido movimiento, realizó un corte diagonal con la espada, pero el Gorgontus esquivó el ataque con un giro ágil.

El Gorgontus contraatacó, lanzando un chorro de ácido corrosivo. Krimson esquivó parcialmente, pero el ácido le alcanzó en el costado, quemando su ropa y piel. El dolor fue intenso, pero Krimson se obligó a seguir adelante.

—¡Maldita sea! — gritó Krimson mientras se sacudía el ácido.

Activó el Boosted Gear y sus músculos se tensaron, dándole un aumento temporal de fuerza. Corrió hacia el Gorgontus con renovada velocidad, lanzando un golpe descendente con la espada. La hoja logró cortar uno de los tentáculos del monstruo, pero el Gorgontus rugió de dolor y enfureció aún más.

Los tentáculos restantes se movieron con furia, golpeando a Krimson con gran fuerza. Cada impacto lo hacía tambalear, y el ácido en el aire era abrasador. A pesar de la brutalidad del ataque, Krimson no se rendía. Su espíritu de lucha era inquebrantable, y el deseo de proteger a la gente de Orario lo mantenía en pie.

El Gorgontus lanzó un nuevo chorro de ácido, esta vez directamente hacia Krimson. Con gran esfuerzo, Krimson usó la espada para desviar parte del ácido, pero el ataque aún lo alcanzó en la cara y el pecho, dejándolo en agonía.

—¡No puedo... rendirme ahora! — jadeó Krimson mientras se tambaleaba.

El monstruo estaba claramente agotado y furioso, sus movimientos eran cada vez más erráticos. Krimson aprovechó la oportunidad para atacar con un golpe rápido y certero, clavando la espada en el costado del Gorgontus. La espada penetró profundamente, y con un último rugido, el Gorgontus cayó al suelo, derrotado.

Krimson se desplomó junto al monstruo, su cuerpo estaba lleno de heridas y quemaduras. La batalla lo había dejado en estado crítico, pero su espíritu seguía ardiendo con fuerza.

—Lo hiciste, Krimson — dijo Ddraig con un tono de aprobación — Aun sin poder usar el Double Gear, has demostrado tu valentía.

Krimson se apoyó en la espada mientras respiraba con dificultad, observando cómo los ciudadanos comenzaban a regresar a sus rutinas y los aventureros se preparaban para lidiar con los escombros y heridas.

—No... me rendiré... — murmuró Krimson mientras su visión se nublaba, su determinación aún fuerte a pesar del dolor extremo.

Krimson intentó levantarse una vez más, pero el dolor y la debilidad lo vencieron, y cayó al suelo. Antes de que pudiera tocar el suelo completamente, una joven apareció a su lado. Ella era de estatura media, aproximadamente 1.67 metros, con largo cabello negro y ojos azules penetrantes. Su traje estaba diseñado para la movilidad, con piernas expuestas y placas ligeras de armadura en los hombros y la cintura. Usaba medias negras que llegaban hasta los muslos y sandalias de samurái, adecuadas para su estilo de combate.

(Perdón por no poder describirles muy bien el atuendo a ustedes cómo mis lectores)

La joven se arrodilló rápidamente a su lado, su expresión era de preocupación y determinación mientras examinaba las heridas de Krimson.

—No te muevas, te voy a ayudar — dijo ella con una voz tranquila y firme.

Krimson, aún en shock por la batalla, levantó la vista hacia ella, sintiendo una atracción instantánea. Sin embargo, estaba demasiado débil para formular palabras coherentes y su torpeza era evidente. Intentó sonreír, pero el esfuerzo solo le hizo jadear más.

—¿Quién... eres? — logró preguntar con voz débil.

—Soy Asami, una aventurera de la familia Takemikazuchi. Te vi luchando y me apresuré a ayudarte — respondió la joven mientras comenzaba a aplicar un ungüento sobre las heridas de Krimson.

Krimson, a pesar de su estado crítico, no pudo evitar sentirse atraído por la dedicación y la habilidad con la que Asami estaba atendiendo sus heridas. Sin embargo, su torpeza y la debilidad no le permitían hacer mucho más que mirarla con admiración y gratitud.

—Gracias... Asami... — murmuró Krimson, su voz temblorosa.

Asami, con una mezcla de profesionalismo y compasión, continuó con su tarea sin perder la calma. Su habilidad y rapidez le daban a Krimson un motivo para sentirse esperanzado, incluso en su estado debilitado.

—Oye, ¿ya sabes lo que pasó en la calle Dedalos? — dijo un aventurero que acababa de llegar para combatir a los pocos monstruos que habían escapado del coliseo. — Un monstruo parecido a un gorila gigante de color blanco atacó a una diosa y a un chico de cabello blanco.

Asami, que aún estaba atendiendo a Krimson, levantó la vista al escuchar la noticia. Su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y sorpresa.

—¿Una diosa y un chico de cabello blanco? — repitió Asami, claramente preocupada. — ¿Estás seguro?

—Sí, vi todo desde el coliseo. Parecía que estaban en grave peligro, y ese monstruo no era algo con lo que pudiera enfrentarse fácilmente un aventurero de nivel bajo — explicó el aventurero, mientras ayudaba a otros compañeros a limpiar la zona.

Krimson, al escuchar la conversación, intentó incorporarse, pero el dolor lo obligó a permanecer en el suelo. Sus pensamientos estaban centrados en la diosa y el chico de cabello blanco mencionados.

—¿Dónde está la diosa ahora? — preguntó Krimson, con la voz entrecortada.

—No estoy seguro. El monstruo parecía estar buscando algo en específico, y el caos que provocó hizo que la situación se volviera bastante confusa — respondió el aventurero.

Asami, viendo la preocupación en el rostro de Krimson, le ofreció una mirada comprensiva.

—Debes descansar, Krimson. No te preocupes por lo que sucede afuera. Nos aseguraremos de que todo esté bajo control — dijo Asami, tratando de tranquilizarlo mientras continuaba con el tratamiento de sus heridas.

Krimson asintió, aunque su mente seguía preocupada por la situación que se desarrollaba fuera de la seguridad temporal proporcionada por Asami.

—Solo tengo una pregunta. ¿Cómo sabes mi nombre si no te lo he dicho? — preguntó Krimson con una ceja alzada.

—¿Cómo no conocer el nombre de la persona que barrió el piso con Bete Loga? — dijo la chica con una sonrisa.

La sonrisa de Asami provocó que el corazón de Krimson comenzara a latir más fuerte. Su rostro se tornó rojo como un tomate, y por un momento, el dolor y el cansancio parecieron desvanecerse ante la intensidad de sus emociones.

—Ah, eh... Bueno, supongo que es un honor ser conocido — murmuró Krimson, tratando de recuperar su compostura mientras intentaba evitar el contacto visual directo con ella.

Asami, al notar su reacción, no pudo evitar soltar una risita suave. La atracción y la torpeza de Krimson le resultaban encantadoras, y el ambiente de preocupación que había antes comenzó a relajarse un poco.

—Creo que me equivoqué contigo — dijo la chica, atrayendo la mirada de Krimson — Por los rumores, pensé que serías alguien terrorífico y horrible. Pero viéndote bien, solo eres un chico tímido y algo lindo.

Krimson, sonrojado y desorientado, intentó articular una respuesta, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Su mente estaba demasiado ocupada intentando procesar tanto el cumplido como la evidente preocupación y cuidado de Asami. A pesar del dolor y la fatiga, una nueva chispa de esperanza y determinación creció dentro de él.

—Ca-callate — susurró Krimson sonrojado mientras desviaba la mirada, tratando de ocultar el rubor en sus mejillas.

Asami, al ver su reacción, sonrió de manera comprensiva y le dio una ligera palmadita en el hombro.

—Tranquilo, solo estaba siendo honesta. —dijo, tratando de calmarlo— Pero en serio, ¿qué te ocurrió? No pareces estar en las mejores condiciones.

Krimson, aún avergonzado, trató de recobrar la compostura mientras Asami lo ayudaba a sentarse nuevamente. Sus pensamientos tambaleaban entre el dolor y el desconcierto por la repentina atención de la chica. A pesar de sus heridas y el agotamiento que sentía, la cercanía de Asami y su sonrisa lo hicieron sentir una calidez que contrastaba con la frialdad del entorno.

—Gracias, Asami... —dijo Krimson, intentando sonar más firme de lo que realmente se sentía—. No estoy acostumbrado a recibir ayuda de esta forma.

Asami, aún sonriendo, le ofreció una pequeña risa reconfortante.

—No te preocupes. A veces, todos necesitamos una mano amiga, especialmente en momentos como este. —dijo, mientras revisaba las heridas de Krimson con cuidado—. Y por cierto, no tienes que sentirte tan avergonzado. Es natural que te sientas así después de lo que acabas de pasar.

Krimson asintió lentamente, sintiendo que el alivio proporcionado por Asami ayudaba a aliviar al menos un poco el dolor físico y emocional que experimentaba. A medida que el ruido de la batalla se alejaba y la calma empezaba a asentarse, el joven encontró en la presencia de Asami una pequeña pero valiosa fuente de consuelo.

—¡Tenemos a otro herido! — gritó un hombre mientras traía a un chico albino inconsciente en sus brazos. Lo dejó caer lentamente en el suelo junto a Krimson, quien lo reconoció al instante.

—¡Bell! — exclamó Krimson con preocupación al ver al albino.

Asami se inclinó para examinar a Bell mientras Krimson trataba de mantenerse en pie, apoyándose en su nuevo aliado.

—¡Tranquilo! — dijo Asami, observando al joven con cuidado. — Parece que solo tiene algunos raspones y está desmayado, pero no parece haber heridas graves.

Krimson suspiró aliviado al escuchar el diagnóstico de Asami. Aunque estaba preocupado por Bell, al menos el daño no parecía ser tan grave como el que él mismo había sufrido.

—Lo llevaremos a un lugar seguro y lo atenderemos bien — agregó Asami con firmeza, mientras comenzaba a preparar una pequeña área improvisada para atender a los heridos.

Krimson, a pesar de su propio dolor, sentía un creciente sentido de gratitud hacia Asami. La manera en que cuidaba de Bell y de él mismo le hacía valorar aún más su presencia. Mientras Asami trabajaba con rapidez y eficacia, Krimson se prometió a sí mismo que, tan pronto como fuera posible, haría todo lo posible para proteger a aquellos que le habían mostrado bondad en medio del caos.

—¡Krimson! — gritó una voz familiar. Krimson levantó la vista y vio a Hestia acercándose rápidamente, su rostro reflejando alivio y preocupación.

—¡Me alegra ver que estás bien! — exclamó la diosa mientras se agachaba junto a Krimson, sus ojos llenos de emoción al ver que estaba consciente.

Krimson, aún adolorido y tambaleándose un poco, intentó sonreírle a Hestia, aunque el esfuerzo solo hizo que su rostro se enrojeciera aún más.

—Diosa... — murmuró, esforzándose por mantenerse alerta. — Bell está aquí. Solo tiene algunos raspones, pero está inconsciente.

Hestia miró rápidamente a Bell y se acercó a él con preocupación. Asami ya había comenzado a atender las heridas del albino, pero la diosa observó con detenimiento, asegurándose de que todo estuviera en orden.

—Lo siento por no haber llegado aquí antes — dijo Hestia, su voz cargada de culpa. —El aventurero que cargo a Bell era muy rápido

—¿Qué fue lo que los atacó, diosa Hestia? — preguntó Asami con interés.

—Un monstruo parecido a un gorila blanco de gran tamaño — respondió Hestia, su rostro aún preocupado. — Bell lo mató gracias a su nuevo cuchillo, pero terminó inconsciente. Yo también llegué tarde. El aventurero que trajo a Bell aquí fue increíblemente rápido y lo encontró antes que yo.

Asami asintió, entendiendo la gravedad de la situación.

—Afortunadamente, ambos están vivos y recibirán el cuidado que necesitan — dijo, observando a Bell y luego a Krimson. — Asegurémonos de que se recuperen pronto.

Hestia asintió con agradecimiento, sintiéndose aliviada de que Bell estuviera en buenas manos. Luego se giró hacia Krimson, quien parecía estar recuperando poco a poco la consciencia.

—Gracias a ti, Krimson. A pesar de tus heridas, has hecho un gran esfuerzo — dijo Hestia con una sonrisa agradecida. — No sé qué haría sin tu valentía.

Krimson, aún tambaleándose, trató de sonreírle a Hestia, pero el dolor en su cuerpo era evidente.

—Solo hice lo que debía — dijo con voz débil. — Bell... él estaba en peligro.

Asami, al ver la interacción entre ellos, se inclinó ligeramente y dijo:

—Lo importante ahora es que todos estén a salvo. Dejen que los cuiden adecuadamente y descansen.

Mientras Hestia y Asami se aseguraban de que tanto Bell como Krimson estuvieran bien atendidos, el caos en las calles comenzaba a disiparse lentamente, gracias a los esfuerzos de los aventureros que habían llegado a tiempo.

—Me gustaría charlar más tiempo con ustedes, pero debo atender a otros heridos — dijo Asami, dándole una última mirada a Krimson y Bell.

Krimson, a pesar de su timidez, reunió el valor necesario para hablar.

—Si se pudiera, me gustaría volver a verte — susurró Krimson, mirando a Asami mientras agachaba la cabeza.

Asami, al escuchar las palabras de Krimson, se detuvo por un momento y le dedicó una sonrisa cálida.

—Lo aprecio mucho. Si alguna vez necesitas ayuda o simplemente quieres hablar, no dudes en buscarme. Siempre tengo tiempo cuando no estoy practicando — dijo Asami antes de girarse para continuar con su tarea.

Krimson, a pesar del dolor y el cansancio, sintió un pequeño destello de esperanza al escuchar la oferta de Asami. Agradecido, observó cómo ella se alejaba para atender a los heridos, mientras su mente comenzaba a planear su próximo encuentro.

—¿Con que te gusta ella, eh? — dijo Hestia con una sonrisa traviesa, mirando a un Krimson que seguía sonrojado.

—¡Diosa, no es necesario! — exclamó Krimson, intentando cambiar de tema mientras trataba de controlar su rubor.

Hestia, divertida por la reacción de Krimson, se acercó un poco más y dijo:

—Si me lo pides, podría hablar con Takemikazuchi para que te ayude a verla más a menudo. Aunque no prometo que sea fácil.

Krimson miró a Hestia con una mezcla de sorpresa y vergüenza, sin saber exactamente cómo responder. La idea de que la diosa pudiera ayudarlo le parecía tan abrumadora como tentadora.

—Sería muy cobarde de tu parte si no aceptas — dijo Ddraig mentalmente, alentando a Krimson.

Krimson, sintiendo la presión de las palabras de Ddraig y el respaldo de Hestia, tomó una respiración profunda. Aunque su corazón latía con fuerza, decidió enfrentarse a su timidez.

—Bueno... si realmente no es molestia... — comenzó Krimson, mirando a Hestia con algo de esperanza. — Agradecería mucho tu ayuda para ver a Asami nuevamente.

Hestia sonrió ampliamente, satisfecha con la respuesta de Krimson.

—¡Lo haré! No te preocupes, te ayudaré en lo que pueda

—Diosa... — murmuró Krimson, dejándose caer suavemente en el suelo, exhausto tanto física como emocionalmente. La batalla, la atención de Asami, y la conversación con Hestia lo habían dejado agotado.

Hestia se agachó a su lado, con una mirada comprensiva.

—Descansa, Krimson. Te has esforzado mucho hoy — dijo suavemente, colocando una mano en su hombro.

Krimson asintió, cerrando los ojos por un momento, dejando que el agotamiento lo envolviera. Aunque aún sentía la incomodidad de su torpeza, había algo reconfortante en la idea de que su diosa lo apoyaría en este nuevo desafío.

Fin

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top