Aventureros: Bell Cranell y el Bastardo
Un año después
—Hace mucho, mucho tiempo, nosotros los dioses descendimos a este mundo, el mundo de ustedes, nuestros hijos, buscando emoción —decía la diosa Hestia, su voz resonando en la pequeña habitación del templo. Estaba sentada en el borde de una cama, mirando a Krimson con una sonrisa amable—. Y decidimos que nosotros viviríamos por siempre aquí con ustedes en el mundo inferior. Decidimos sellar nuestro poder divino, y disfrutar la vida con todas las dificultades e inconvenientes que eso conlleva. Sólo podemos ofrecerles una cosa: El poder para combatir monstruos, lo que llamamos nuestra bendición. Los hijos que reciben este poder se convierten en nuestros sirvientes, nuestra familia.
Krimson escuchaba en silencio, sus ojos fijos en el techo. Aunque había escuchado la historia muchas veces, esta vez resonaba de manera diferente. Un año había pasado desde aquella fatídica misión con la Familia Astrea, desde la emboscada en la dungeon y la traición de Evils. Un año desde que había pedido ser expulsado y se había encontrado moribundo en los callejones de Orario, rescatado en el último momento por la diosa Hestia.
—Es increíble cómo todo ha cambiado, —murmuró Krimson, sin apartar la mirada del techo—. Hace un año estaba luchando por mi vida, y ahora estoy aquí, en un lugar seguro.
Hestia sonrió, inclinándose hacia él.
—Todos merecen una segunda oportunidad, Krimson. Lo que has pasado te ha hecho más fuerte. Y ahora, eres parte de mi familia.
Krimson asintió lentamente, recordando los eventos que lo habían llevado hasta este punto. La traición de Evils, la lucha desesperada junto a Ryuu, y finalmente, la separación de su única aliada.
—Ryuu... —susurró, sintiendo una punzada de dolor al recordar su compañera—. Me pregunto dónde estará ahora.
—Ella está bien, —dijo Hestia suavemente—. Ryuu es fuerte, como tú. Y ambos tienen una misión en este mundo.
Krimson cerró los ojos, permitiéndose un momento de tranquilidad. Sabía que la paz era efímera, pero en ese instante, se sentía agradecido por la bondad de Hestia.
—Gracias, Hestia. Por todo. —Abrió los ojos y se incorporó lentamente, mirándola con determinación—. Estoy listo para seguir adelante, para luchar por esta familia.
Hestia asintió, sus ojos brillando con orgullo.
—Eso es lo que quería oír. —Se levantó y caminó hacia la puerta, girándose para mirarlo una última vez antes de salir—. Hoy comienza una nueva etapa, Krimson. Vamos a mostrarle al mundo lo que puedes hacer.
Krimson se quedó en la habitación unos momentos más, reflexionando sobre las palabras de Hestia. Luego, se levantó y se dirigió hacia la puerta, decidido a enfrentar lo que viniera.
Mientras caminaba por las calles de Orario, observó a las personas que se preparaban para entrar en la dungeon. Recordó sus propios días de aventura y peligro, y sintió una mezcla de nostalgia y anticipación. Sabía que aún había muchas batallas por librar, tanto dentro como fuera de la dungeon.
—No puedo fallar, —murmuró Krimson para sí mismo, apretando los puños—. Por Hestia, por Ryuu, y por todos los que han confiado en mí y me permitieron llegar hasta este momento.
—En otras palabras, Bell y tú son mis sirvientes, —decía la diosa Hestia, su voz llenando la pequeña sala donde solían reunirse. Hestia estaba sentada, sus ojos brillando con entusiasmo mientras hablaba. En ese mismo instante, en las profundidades de la dungeon, dos escenas paralelas se desarrollaban con intensidad.
Bell corría desesperado, su respiración agitada, mientras el Minotauro lo perseguía implacablemente. El sonido de los cascos del monstruo retumbaba a través de los túneles de piedra, acercándose cada vez más. Mientras tanto, Krimson se enfrentaba mano a mano con un Lizardman, sus movimientos ágiles y precisos a pesar de la ferocidad del enemigo.
—Ustedes son los únicos miembros de la Familia Hestia, —continuó la diosa, su voz dulce pero cargada de una responsabilidad que ambos jóvenes sentían profundamente. En la dungeon, Bell se encontraba acorralado, sin salida, el Minotauro alzando su puño para darle el golpe final. Por otro lado, Krimson lograba darle un golpe contundente al Lizardman, forzándolo a retroceder.
—¿Me están escuchando, Bell, Krimson? —preguntó Hestia, un poco molesta al no recibir respuesta.
En ese instante, cuando el Minotauro estaba a punto de atacar a Bell, unos cortes rápidos y precisos aparecieron en la pierna derecha del monstruo, haciendo que cayera de rodillas con un rugido de dolor. Enfurecido, el Minotauro giró para enfrentar a su atacante, pero antes de que pudiera reaccionar, una espada lo partió a la mitad, cubriendo a Bell en la sangre del monstruo.
—Oye... ¿Te encuentras bien? —preguntó la voz de su salvadora, su tono preocupado, mientras se acercaba a Bell.
Bell apenas pudo responder, aún temblando de la adrenalina y el miedo, cuando una voz familiar resonó detrás de él.
—¡Bell! —gritó un agitado Krimson, corriendo hacia él con su mano izquierda ensangrentada. En su mano descansaba un pequeño guante color rojo, sin dedos, con una gema verde en el centro y dos picos dorados que sobresalían a los costados del guante.
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Como de costumbre, las calles de Orario estaban llenas de aventureros y comerciantes, pero esta vez, destacaban un joven de cabello albino cubierto de sangre y otro de cabello azabache, ambos corriendo apresuradamente. El albino, Bell, tenía una sonrisa estúpida en su rostro, agradeciendo repetidamente a su compañero mientras corrían.
—¿Qué les ocurrió? ¿Se encuentran bien? —preguntaban algunos dueños de tiendas al verlos pasar.
—Probablemente sean aventureros novatos que se esforzaron demasiado y metieron la pata, —dijo un cliente con una sonrisa condescendiente.
—¿Huh? Entonces solo son fracasados, —soltó un aventurero, riéndose mientras los veía correr.
—¡Eina! —gritaba Bell al entrar corriendo al gremio, sus ojos buscando a la elfo que lo asistía.
—¡Bell! —dijo Eina, la elfo encargada de guiarlo, antes de espantarse al ver al albino cubierto de sangre. Un montón de papeles cayeron de sus manos mientras retrocedía, sorprendida.
—¡Tarado, ya la asustaste! —le gritó Krimson a Bell, quien ni se inmutó ante el regaño de su compañero.
—¡Por favor, dime todo lo que sepas sobre Aiz Wallenstein! —gritó Bell, ignorando el caos que había causado y sonriendo ampliamente, su entusiasmo palpable.
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—¡No debes hacer eso! —reprendió Eina a Bell, su voz llena de preocupación—. ¿Bajar hasta el quinto nivel? Es bastante peligroso para un grupo de novatos con armas básicas entrar así como así a esos niveles de la dungeon. Te he dicho esto antes, ¡un aventurero no debería ser demasiado aventurado!
—Lo siento, —respondió Bell, agachando la cabeza en señal de arrepentimiento, aunque su emoción aún brillaba en sus ojos.
Eina suspiró, luego se giró hacia Krimson, frunciendo el ceño.
—¡Y tú! —exclamó, señalándolo con el dedo—. ¡Te he dicho que cuides mejor de él!
Krimson la miró con una expresión neutral, su rostro completamente inexpresivo.
—¿Yo? —preguntó con una cara de póker, sabiendo que no había mucho que pudiera decir para justificar las acciones impulsivas de Bell.
—¡Sí, tú! —le reprochó Eina, su frustración evidente—. Como su compañero, es tu responsabilidad asegurarte de que no se meta en problemas como este. ¡No puedes dejar que siga arriesgándose de esta manera!
Krimson asintió lentamente, sabiendo que Eina tenía razón, pero también entendiendo el espíritu indomable de Bell.
—Lo haré mejor la próxima vez, —prometió, aunque en su interior sabía que Bell no sería fácil de controlar. Aun así, Krimson estaba decidido a protegerlo, no solo porque eran los únicos miembros de la Familia Hestia, sino porque veía en Bell algo de sí mismo: esa misma chispa de esperanza que lo había mantenido en movimiento durante los momentos más oscuros de su vida.
—Ah, Bell, tienes una suerte increíble, no muchos aventureros de nivel 1, que solo han pasado por la dungeon durante dos semanas, habrían sobrevivido al ataque de un Minotauro, —dijo Eina, dejando caer una mezcla de asombro y preocupación en sus palabras. Luego, giró su mirada hacia Krimson y añadió—: Tú, por otro lado, como el Sekiryuutei, deberías ser fuerte naturalmente. El hecho de que no hayas evolucionado la Boosted Gear de su primera forma demuestra lo vago que eres.
—Sí, —respondieron los hijos de Hestia al unísono, aunque con diferentes matices de resignación y compromiso en sus voces.
—De cualquier manera, me alegra que estén a salvo. Pero tengan cuidado la próxima vez, ¿De acuerdo? Y tú, intenta no correr por las calles bañado en sangre, ¿De acuerdo? —dijo la elfa, permitiéndose una pequeña sonrisa al ver el entusiasmo de Bell.
—¡Sí! —respondió Bell con energía, aunque su mente ya estaba en otra parte.
Krimson lo observó de reojo, notando la urgencia no expresada en su compañero—. ¿No tenías algo más que preguntar? —le dijo, incitándolo a continuar.
Bell se sonrojó ligeramente, su voz titubeando cuando bajó la cabeza—. Así que… acerca de la información de Aiz…
—¿Qué? —dijo Eina, arqueando una ceja antes de sonreír con picardía—. No me digas que te has enamorado de Wallenstein, la chica que te salvó…
—Bueno, um… —murmuró Bell, incapaz de mirar a ninguno de los presentes a los ojos.
—Ya, Eina, —intervino Krimson, riéndose ligeramente—. Lo vas a volver un tomate.
Eina no pudo evitar sonreír, pero continuó presionando—. Entonces es así, ¿cierto?
—¡Sí! —admitió Bell, su rostro completamente sonrojado.
—Aiz Wallenstein, —empezó Eina, volviendo a su tono más profesional—. Es parte de la Familia Loki. Actualmente nivel 5. Se dice que es una de las espadachinas más fuertes en Orario, y los dioses le han concedido el título de "Princesa de la Espada".
—Incluso yo sé eso, —añadió Krimson, rodando los ojos mientras contaba las piedras mágicas que habían recolectado ese día—. Me refiero más a... ¿Qué es lo que le gusta hacer? ¿Cuál es su comida favorita? Y, um...
—¿Que si tiene alguien especial, es eso? —dijo Eina, sonriendo aún más ampliamente.
—Que yo recuerde... no tiene a nadie, —intervino Krimson, lanzando una piedra mágica al aire antes de atraparla de nuevo.
—¡¿En serio?! —dijo Bell, lleno de esperanza.
—Pero seamos realistas, —dijeron Eina y Krimson al unísono, matando inmediatamente las esperanzas del joven albino. —No tienes oportunidad.
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—Tú ya has recibido la bendición de la diosa Hestia, te has vuelto parte de la Familia Hestia, ¿cierto? Hay muchos motivos por los cuales te será difícil llegar a conocerla. A ella, una líder de la Familia Loki, entiendes eso, ¿cierto? —preguntó Eina, intentando prepararlo para la realidad.
—Creo que no lo estás ayudando, —dijo Krimson mientras observaba la cara de Bell, que se veía cada vez más abatida.
—¡Vamos, anímate! —dijo Eina, tratando de levantarle el ánimo—. Ve y cambia las piedras mágicas que obtuviste por dinero.
—Bien, —dijo Bell, acercándose al mostrador con una expresión de decepción.
—Anímate un poco, ¿quieres? —añadió Krimson, sacudiendo una gran piedra de Lizardman frente a Bell antes de lanzársela—. Obtuvimos un buen botín hoy.
Bell depositó las piedras en el mostrador y esperó mientras el encargado hacía el cálculo.
—3200 valis, —dijo el cajero sin emoción.
—Bien, nos retiramos, —murmuró Bell, sintiéndose un poco desilusionado.
—Bell, —dijo Eina, llamando su atención—. Escucha, a las chicas les gustan los chicos que sean fuertes y que puedan protegerlas. Así que si continúas trabajando duro y te vuelves más fuerte, puede que ella se fije en ti.
—¡Sí! —dijo Bell con una sonrisa amplia—. ¡Gracias, Eina! —exclamó antes de salir corriendo del gremio—. ¡Te quiero!
Al escuchar esto, todos los presentes en el gremio dirigieron miradas picarescas hacia la elfa, quien no pudo evitar sonrojarse.
—¿Acaso no es dulce? —comentó un enano presente, riendo para sí mismo.
—Tal vez fui muy amable, —dijo Eina, sonriendo mientras veía a Bell y Krimson alejarse.
Los dos aventureros corrían por la ciudad, dejando atrás la atmósfera tranquila del gremio. En sus mentes, resonaban palabras que no podían ignorar.
—Bell, un aventurero necesita elegir a sus chicas en la dungeon. Salvas a una aventurera débil de un monstruo malvado, —la voz de su abuelo resonaba en su cabeza mientras sus pies se movían con velocidad por las calles—. Ella está agradecida y llegan a conocerse. Esa es la mejor parte de volverse un aventurero.
Bell no pudo evitar sonreír ante los recuerdos de su abuelo, a pesar de la situación caótica en la que se había encontrado. Aun así, su determinación se mantenía firme—. ¡Me volveré mucho más fuerte! —pensó, sintiendo una chispa de motivación encenderse en su interior.
Por otro lado, Krimson corría en silencio, perdido en sus propios pensamientos. La voz que resonaba en su mente no era tan reconfortante como la de Bell, sino una que lo perseguía desde el momento en que su vida cambió para siempre.
—Krimson... Estás condenado a la miseria, —recordaba las últimas palabras de la primera persona que había matado en nombre de la justicia. Mientras corría, podía sentir las miradas de desprecio de los transeúntes sobre él, susurros inaudibles que, sin embargo, se clavaban en su alma—. El mundo entero será tu enemigo... —la voz continuaba, implacable—. Tú te volverás el emperador dragón de la dominación... ¡Tú eres el maldito Sekiryuutei!
Krimson tragó saliva, esforzándose por mantener su compostura mientras observaba de reojo a Bell, quien corría a su lado con una determinación que le resultaba familiar, pero dolorosamente diferente a la suya.
—Abuelo, fue justo como lo dijiste, —pensaba Bell, recordando las palabras que lo habían guiado hasta ahora—. Bueno... Con la excepción de que fue al revés.
Los dos aventureros compartieron una mirada rápida antes de asentir con resolución, sabiendo que ambos estaban decididos a hacerse más fuertes, cada uno por razones muy distintas. Mientras corrían juntos, dirigieron sus pasos hacia la iglesia abandonada, su hogar junto a la diosa Hestia, con la determinación de enfrentar cualquier desafío que el futuro les deparara.
Los dos entraron rápidamente en la iglesia, sus pasos resonando en el espacio vacío. Una vez dentro, se dirigieron a una puerta oculta en uno de los pilares cerca de lo que solía ser una tarima. Krimson y Bell la abrieron y descendieron por una escalera que los llevó a la base de la iglesia.
—¡Diosa, ya llegamos! —anunció Bell con una sonrisa, sus ojos rojos brillando con entusiasmo.
—¡Bienvenido, Bell! —gritó Hestia, lanzándose a abrazarlo con fuerza—. Hoy llegaste temprano a casa.
Krimson, observando la escena, susurró con una ligera sonrisa—. Aquí es donde se nota el favoritismo.
Mientras decía esto, dejó caer una bolsa con dinero sobre la mesa. Hestia, sin embargo, no se olvidó de él, y con una sonrisa pícara, se acercó y lo abrazó por la espalda.
—No creas que me olvidé de ti —dijo, haciendo que Krimson suspirara.
—Ahhh, como sea, —respondió él—. Hoy casi matan a Bell en el calabozo.
Las palabras de Krimson hicieron que Hestia se alarmara y se tirara sobre Bell con preocupación.
—¿Te encuentras bien? ¿Te duele? —preguntó la diosa mientras lo revisaba ansiosamente—. ¡Si mueres, sería super traumático para mí!
Bell, tratando de calmarla, la alzó y la dejó suavemente en el suelo—. Estoy bien, diosa. Somos los únicos miembros de la Familia Hestia junto a Krimson. No te dejaríamos sola e indefensa en este mundo.
—Has hecho mucho por mí como para dejar morir al conejo así como así —agregó Krimson, jugando distraídamente con una moneda.
Hestia, aliviada, se animó nuevamente—. ¡Me alegra escuchar eso, mis muchachos! Voy a elegir creer en eso, ¡así que será mejor que no me decepcionen! Oh, es verdad, hoy tenía preparado un regalo para ustedes dos, —dijo, apuntando a la mesa.
Krimson, sin prestarle demasiada atención, ya estaba comiendo una papa—. Oh... ¿Acaso ustedes también querían? —preguntó, tragando el bocado que tenía en la boca.
—¡Krimson! —gritó Hestia antes de arrojarse contra él.
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Mientras Krimson estaba en una esquina mirando la pared, Bell se acercó a la mesa, preguntando—. ¿De dónde obtuviste estas papas fritas?
—Yo solo tenía hambre —respondió Krimson, llorando cómicamente.
—Sabes que empecé a trabajar en un puesto de comida. ¡Puesto que más clientes empezaron a llegar, me dieron una recompensa! —dijo Hestia, orgullosa, mientras miraba a Bell—. ¡Tengamos una fiesta elegante para nuestra cena antes de que Krimson se vuelva a comer todo! Bell, esta noche no dejaré que duermas, —añadió, alzando el pulgar con entusiasmo.
Krimson abrió los ojos con sorpresa, pensando—. ¡Oh dios, tendré que dormir en los escombros!
—¡Maravilloso, diosa! —dijo Bell, aplaudiendo inocentemente.
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Después de la pequeña celebración, Hestia se acomodó en la mesa junto a Bell y Krimson, mientras comían. Un aire de melancolía envolvía a la diosa.
—De cualquier manera, aún no consigo a nadie que se quiera unir a nuestra familia, —dijo con un suspiro, rompiendo el silencio.—Tal vez no tenga remedio, puesto que soy una diosa de la que nadie ha escuchado, —añadió, su tono teñido de tristeza.
—Aunque recibamos la misma bendición, sin importar a qué dios sirvas, —murmuró Bell, echando un poco de sal a su papa.
—Bueno... hay dioses más amables que otros, —comentó Krimson, recordando con disgusto al degenerado de Apolo antes de poner una cara de repelús.
—Bueno, en cuanto a mí... no me molestaría que solo fuéramos nosotros durante un tiempo, —dijo Hestia, mirando a Bell con un poco de lujuria.
Al notar la mirada, Krimson pensó para sí mismo, —Confirmadísimo, hoy tendré que dormir afuera con los escombros._
—¡No, no! —dijo Hestia, avergonzada—. Aunque me molesta que ustedes dos hagan todo el trabajo pesado solos.
—No se preocupe, diosa, —respondió Krimson sonriendo—. Mientras yo esté con ustedes, ni tú ni el conejo morirán.
—No te preocupes por eso, después de todo, tú también estás trabajando, diosa. Esta noche incluso trajiste la cena, —dijo Bell, agradecido.
—Es lo mínimo que puedo hacer... Desearía poder usar mi poder divino, mi Arcanum... pero está esa regla que me lo impide. Lo siento, lamento que hayan hecho un contrato con una diosa tan inútil, —dijo Hestia con pena antes de ser interrumpida.
—¡No diga eso, Diosa! —gritó Bell.
—¡Nuestra familia apenas está empezando! Si superamos esto, estoy seguro de que las cosas mejorarán, —añadió Krimson, golpeando ligeramente la frente de Hestia.
—¡Está bien! —respondió Bell con determinación.
Ante este acto de sus hijos, Hestia no pudo evitar soltar unas lágrimas de felicidad.
—¡Bell, Krimson, soy tan afortunada de haber encontrado hijos como ustedes! —dijo, conmovida.
—A mí técnicamente me recogió moribundo,— pensó Krimson con una póker face y una gota de sudor.
—¡Bien, mejoraremos nuestro estatus y crearemos un mejor futuro para nosotros! —declaró Hestia, alzando su puño en señal de determinación.
—¡Sí, diosa! —respondieron al unísono.
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Más tarde, mientras Krimson se preparaba para recibir su actualización de estatus, Hestia suspiró al verlo.
—Krimson, tienes una versión muy cruel y realista acerca del mundo y la dungeon, —dijo, dejando caer una gota de su sangre en la espalda del pelinegro—. Nunca encontrarás tu anhelada batalla contra el Hakuryuuco en un lugar así, no es el ideal para un combate, —continuó mientras manipulaba con sus dedos los parámetros de Krimson y los ajustaba a su nivel actual.
La batalla de hoy contra el lizardman le había dado los puntos que necesitaba para poder evolucionar. No le sorprendió descubrir que la habilidad que poseía Krimson era Göttermörder (Asesino de dioses); después de todo, él era el Sekiryuutei.
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Luego, fue el turno de Bell.
—Bell, —dijo Hestia, repitiendo el proceso—. Tú, por otro lado, eres el contrario de Krimson. Tu visión sobre la dungeon es muy idealista. Nunca encontrarás a la mujer ideal en un lugar tan brutal como ese, como esa chica Aiz Wallenstein... Si ella es tan fuerte y hermosa, es seguro que ya tiene a más de uno o dos hombres que le gusten, —añadió con un tono algo molesto.
—¿Está molesta por alguna razón, diosa? —preguntó Bell, confundido.
—¡Claramente no! —respondió Hestia rápidamente antes de notar algo en la actualización de Bell.
—¿Sucede algo? —preguntó Bell, intrigado.
—¡No! —dijo Hestia, tratando de ocultar su sorpresa—. Escúchame, Bell, necesitas poner más atención a lo que te rodea, —añadió mientras colocaba un papel en la espalda del muchacho—. La chica que estás buscando está justo delante de ti, —continuó mientras hacía algunos movimientos en el papel con su dedo—. ¡De hecho, ya has conocido a una chica maravillosa que te amará y te sujetará con gentileza! —concluyó, alzando los brazos en señal de victoria—
¡Estoy segura de eso!
—¿Ya lo he hecho? — preguntó el albino
—Bueno, puesto que ella está en la familia Loki — dijo la diosa con el papel en las manos —No hay manera de que pudieras casarte con esa Wallen lo que sea — dijo la diosa mientras Bell ponía una cara de desilusión —Debes olvidarte de esa chica, y buscar la felicidad que está junto a ti — dijo la diosa con alegría mientras le daba el papel a Bell para que pudiera ver sus estadísticas
—Es bastante cruel, diosa, mi agilidad a crecido bastante — dijo el albino leyendo
—No te creas tanto solo porque ahora reaccionas un poco más rápido — dijo Krimson entrando al cuarto —Probablemente sea porque te persiguió un Minotauro — dijo este riendo
—Diosa, aún no puedo utilizar magia — dijo Bell leyendo el papel —¿Algún día sere capaz de usar magia?
—No lo sé, quizás nunca — dijo la diosa tumbada en el sillón
—¿Que significan estas rayas al final de las estadísticas? — preguntó Bell mirando a la diosa
—Eso es porque al final moví el dedo — dijo la diosa mirando a otro lado
Ante esto Bell se levanta y se pone una camisa antes de acompañar a Krimson a lavarse los dientes
—Ojalá existiera una manera de volverse
fuerte...
—Si supieras de tu habilidad.— dijo la diosa tocando la hoja de papel —Esta habilidad te permitirá volverte más fuerte y llegar más lejos rápidamente, lo que le molesta es que se activará por alguien más que no fuera yo
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Al llegar la mañana Krimson se encontraba alistando se, listo para ir a las dungeon, solo estaba esperando a que Bell se despertara, el cual al darse cuenta de que la Diosa Hestia estaba dormida y muy pegada a él se levanta rápido y comienza a vestirse rápidamente
—Nos vemos luego, Diosa — susurró Bell antes de salir junto a Bell en dirección a la dungeon
En el camino se detuvieron cuando una chica de cabello plateado llamo la atención de Bell
—Oye, disculpa, se te cayó ayer —dijo la chica entregándole una piedra a Bell
—Tarado — dijo Krimson dándole un golpe suave a Bell en la espalda —No los dejes caer
—Lo siento, gracias, pensé que los había cambiado todos ayer
—Oigan, son aventureros, se dirigen tan temprano a la dungeon — preguntó la chica con curiosidad
—Si, son gajes del oficio levantar se tan temprano — dijo Krimson sin emoción
—Asi es la vida de los aventureros — dijo Bell antes de que el estómago le rujiera
Ante esto la chica rápidamente sale con un bento y se lo entrega a Bell —Ten, necesitaras fuerza en la dungeon, y con el estómago vacío no podrás pelear — dijo la chica con una sonrisa
—¡Pero no puedo aceptarlo, es el almuerzo de alguien a quien apenas acabó de conoc— Bell es interrumpido por un golpe en la cabeza por parte de Krimson
—Idota, ¡La comida regalada no se niega, mucho menos si una chica linda te la ofrece! — dijo el muchacho pelinegro con una cara de decepción
—Tra- tranquilos, solo acéptalo por favor, solo prometeme algo, cuando termines de matar monstruos, ven a cenar junto a tu compañero o ¿Acaso te molesta? — Dijo la chica peliplateada mirando a Bell a los ojos
—Gracias, vendremos más tarde a cenar — dijo Bell agradeciendo la comida
Bell, aún sorprendido por la amabilidad de la chica de cabello plateado, se detuvo un momento, observando el bento en sus manos. Krimson, por otro lado, ya estaba concentrado en la tarea que les esperaba en la dungeon.
—¿Qué esperas, Bell? —preguntó Krimson, mientras avanzaba—. No podemos permitir que otros aventureros se lleven las mejores zonas.
—Sí, tienes razón, —respondió Bell, guardando el bento con cuidado—. No puedo distraerme, necesito volverme más fuerte.
El ambiente dentro de la dungeon era oscuro y opresivo, pero la experiencia acumulada por ambos aventureros les permitía moverse con confianza. Sin embargo, la amenaza siempre acechaba.
—Hoy ha estado tranquilo, ¿no crees? —comentó Bell mientras recogía una piedra tras derrotar a un grupo de monstruos.
—No te confíes, —respondió Krimson, con su mirada fija en las sombras—. La dungeon es traicionera, y siempre habrá algo más fuerte acechando.
De repente, un grupo de monstruos humanoides similares a lagartijas apareció, interrumpiendo su breve momento de descanso. Bell, sin dudarlo, se lanzó al ataque, utilizando su cuchillo para despachar a los enemigos.
—Esto no es nada, —dijo Bell mientras recogía una garra como botín—. Según la información de Eina, Aiz podría hacer esto como si nada. Debo tomarme mi tiempo y aprender lo básico.
—Terminaste con ese grupo, —Krimson se acercó a él, mirando la garra en sus manos—. Pero no bajes la guardia.
De repente, un aluvión de monstruos humanoides parecidos a lobos emergió de las paredes, rodeándolos rápidamente. El brillo en los ojos de Krimson se intensificó, al igual que la luz verde esmeralda en su guante metálico color rojo.
—¡Son muchos! —exclamó Bell, evaluando la situación.
—¡Hoy ganaremos mucho! —gritó Krimson con una sonrisa confiada.
—¡Lo haremos! —respondió Bell, sacando su cuchillo con determinación.
Los dos se lanzaron a la batalla, sincronizando sus movimientos con precisión. Krimson, con la potencia de su Boosted Gear, se abrió paso entre los monstruos, su guante ardiendo con una energía vibrante mientras los destruía con facilidad. Bell, por su parte, demostraba una agilidad impresionante, esquivando ataques y golpeando en los puntos débiles de los enemigos.
A medida que los monstruos caían, Bell no podía evitar sentirse inspirado por la fuerza de Krimson. A pesar de la dura realidad del mundo que lo rodeaba, su compañero siempre encontraba una manera de seguir adelante, sin importar los desafíos.
—No te quedes atrás, conejo, —dijo Krimson, sonriendo mientras golpeaba a otro monstruo—. Hoy es solo el comienzo de nuestra ascensión.
Bell asintió, determinado a seguir adelante y a volverse lo suficientemente fuerte como para proteger a su familia, a Hestia, y a sí mismo. Cada paso que daban en la dungeon era un paso más hacia su meta, un paso más hacia convertirse en el héroe que siempre había soñado ser.
El sonido de los monstruos cayendo resonaba en la dungeon, pero en sus corazones, tanto Bell como Krimson sabían que el verdadero desafío apenas comenzaba.
Mientras Bell y Krimson enfrentaban a la oleada de monstruos lobunos, la situación se volvía cada vez más caótica. Los monstruos, ávidos de carne, atacaban en un frenesí de garras y colmillos, rodeando a los dos aventureros desde todos los ángulos. La destreza de Bell y la fuerza bruta de Krimson se destacaban en medio del caos, pero los enemigos eran numerosos, y cada segundo contaba.
—¡Krimson, estamos siendo superados en número! —gritó Bell, mientras bloqueaba un ataque con su cuchillo y contraatacaba.
—No podemos retroceder ahora, ¡sigue luchando! —respondió Krimson, con su guante metálico brillando a medida que derribaba a varios monstruos de un solo golpe.
A medida que la batalla se intensificaba, Krimson sintió un creciente peso en su brazo, como si su Boosted Gear estuviera pidiendo algo más, algo que aún no podía dar. La presión aumentaba, y una extraña energía comenzó a emanar del guante, causando que Krimson se sintiera más fuerte, más rápido.
—¡No puedo seguir solo con esto! —pensó Krimson, apretando el puño mientras una oleada de energía verde surgía de la gema en el centro de su guante.
De repente, el guante metálico de Krimson comenzó a cambiar. La gema verde en el centro se agrandó y brilló intensamente, mientras el guante se expandía, cubriendo desde sus dedos hasta el codo. Los dedos del guante se alargaron y afilaron como navajas, y dos largos picos emergieron de la parte final del guante, dando un aspecto aterrador al arma.
Krimson sintió un poder abrumador fluir a través de él. La sensación de energía era casi palpable, y su fuerza se multiplicó. Miró a su alrededor, viendo a los monstruos más cercanos que se acercaban a él, y supo que era el momento de actuar.
—¡Ahora verán lo que puedo hacer! —gritó Krimson, cargando contra los monstruos con renovada ferocidad.
Con un golpe preciso, Krimson derribó a los primeros monstruos que se le acercaban, los afilados dedos del guante atravesando sus cuerpos con facilidad. La gema verde resplandecía con cada movimiento, y Krimson se movía con una velocidad y precisión asombrosas.
Bell observó con asombro mientras Krimson se enfrentaba a la horda de monstruos con su nueva forma. El poder de Krimson parecía casi imparable, y Bell sintió una oleada de esperanza y determinación. Si Krimson podía volverse tan fuerte, él también debía esforzarse al máximo.
—¡Voy a apoyar desde aquí! —gritó Bell, lanzándose al combate con una nueva resolución.
La combinación de los movimientos ágiles de Bell y la brutalidad imparable de Krimson comenzó a inclinar la balanza a su favor. Krimson, con su guante en su segunda forma, podía manejar múltiples enemigos a la vez, sus ataques siendo tan devastadores que incluso los monstruos más grandes y fuertes no podían soportar el impacto.
Mientras la batalla se desarrollaba, un resplandor rojo comenzó a emerger de la gema en el guante de Krimson. De repente, una voz profunda y majestuosa resonó en su mente, como si estuviera hablando directamente con él.
—Finalmente, has liberado mi poder... —dijo la voz, que parecía llenar el espacio con una presencia imponente—. Soy Ddraig, el Emperador Celestial Dragón Rojo. Te he estado observando, Krimson, y has demostrado que eres digno de mi poder.
Krimson se sorprendió, sintiendo la presencia de Ddraig por primera vez. La voz resonaba con una autoridad que no podía ignorar, y Krimson entendió que la evolución de su Boosted Gear no era solo un cambio físico, sino una conexión profunda con el Dragón Rojo.
—¡Ddraig! —gritó Krimson mentalmente—. ¡Te escucho! ¿Qué debo hacer ahora?
—Utiliza mi poder sabiamente. Cada golpe, cada movimiento, debe ser calculado y preciso. Solo así podrás lograr la victoria y proteger a quienes amas, —respondió Ddraig.
Con esta nueva guía, Krimson continuó la batalla con una nueva confianza. Cada ataque era más devastador y cada movimiento estaba lleno de propósito. La combinación de la fuerza de Krimson y la agilidad de Bell resultó ser una fuerza imparable. Los monstruos, que antes parecían una amenaza abrumadora, fueron rápidamente reducidos a escombros bajo el ataque coordinado del dúo.
Finalmente, cuando la última de las criaturas cayó, Krimson y Bell se quedaron respirando pesadamente, pero satisfechos. La batalla había sido dura, pero habían salido victoriosos, y Krimson sabía que su nuevo poder era solo el comienzo de lo que podían lograr juntos.
—¡Eso fue increíble! —dijo Bell, recuperando el aliento mientras miraba a Krimson—. ¡No puedo creer lo fuerte que te has vuelto!
—Es solo el principio, —respondió Krimson, sonriendo—. Con este poder, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente.
Ambos aventureros se quedaron en medio de la dungeon, rodeados por las piedras de los monstruos caídos, sabiendo que su camino aún estaba lleno de peligros y aventuras por venir. Pero con la fuerza de Krimson y la determinación de Bell, estaban listos para enfrentar lo que el futuro les deparara.
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—¡Diosa, está segura de que esto está bien! Mi habilidad aumentó un total de 160 puntos. ¡Y mire, como solo fui golpeado una vez, mi agilidad subió 30 puntos, y también mi fuerza y destreza! ¡Esto no me había pasado antes! —gritaba Bell emocionado mientras la diosa fruncía el ceño con molestia.
Ante el enojo, la diosa se levantó y caminó hacia un clóset del cual sacó un abrigo.
—Um... Diosa, quería saber por qué fue que me volví tan fuerte en tan poco tiempo —preguntó Bell con una sonrisa.
—¡No lo sé, pregúntale a Wallen lo que sea porque te volviste tan fuerte! —dijo la diosa mientras se ponía el abrigo.
—¿A dónde va? —preguntó el albino, sorprendido.
—¡A una reunión del trabajo! Diviértete en tu cena y pásalo bien con Krimson —dijo la diosa antes de salir corriendo del lugar.
—¿Diosa? —fue lo único que dijo Bell mientras miraba cómo se alejaba.
Mientras tanto, Krimson se encontraba sentado en la sala del lugar, con la mirada fija en el papel con sus estadísticas frente a él. No podía asimilar que había alcanzado finalmente el nivel 2 y que su Boosted Gear había evolucionado.
—No lo hiciste mal, compañero —dijo Ddraig, felicitándolo—. Pasar de nivel en este mundo es extremadamente difícil. Aiz Wallenstein es considerada una prodigio por haber pasado del nivel 1 al 2 en un año. A ti te tomó un año y dos semanas. Eso demuestra tu dedicación y habilidad.
Krimson asintió, sintiendo un profundo respeto por el Dragón Rojo que ahora estaba comenzando a conocer mejor.
—Gracias, Ddraig. No podría haberlo hecho sin la fuerza que me has dado. Aunque, debo admitir que este cambio es sorprendente.
—Lo que has logrado es solo el principio. Mi poder te dará más oportunidades para superar tus límites. Recuerda siempre usarlo con sabiduría y no perder de vista tus objetivos. Ahora, prepárate para los desafíos que vendrán, porque este mundo no te dará tregua —advirtió Ddraig con una voz solemne.
—Entendido —respondió Krimson con determinación, sabiendo que su camino apenas comenzaba.
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Dentro del restaurante, había un montón de gente celebrando y bebiendo mientras eran atendidos por las camareras.
—La Dama Benevolente... —murmuraron los hijos de Hestia al unísono.
—¡Ah, ustedes son ese grupo de aventureros! ¡Qué bien que vinieron! —dijo la chica de cabello plateado que habían visto en la mañana, acercándose a ellos.
—Sí —respondió Bell.
—No me he presentado, soy Syr Flover.
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Los chicos se encontraban sentados en la barra, cuando apareció una mujer alta, musculosa y de apariencia simpática, que parecía rondar entre los 39 y 45 años.
—¡Así que ustedes son los amigos de Syr! —dijo la señora soltando dos enormes platos de pasta frente a ellos—. Tú eres bastante lindo, para ser un aventurero.
—Déjeme en paz, por favor —pidió Bell, incómodo.
—Vaya, como de costumbre, nadie me dice algo bonito para variar... —murmuró Krimson, rodeado de un aura depresiva.
—Marica —dijo Ddraig observándolo, con tono burlón.
Bell, sintiéndose mal por Krimson, no pudo hacer más que calcular el costo de la comida—. Esto vale 300 valis y la bebida 200 valis... Gracias al ítem, ahora tengo 4400 valis, pero en verdad quería ahorrar este dinero para la familia. Si lo multiplico por 2 son 1000 valis —calculó Bell, justo cuando la señora les trajo dos platos con pescado frito gigante, el especial del día—. ¡Disculpe, nosotros no pedimos eso!
—¡Ustedes solo disfruten, aún son jóvenes! —dijo la señora marchándose a la cocina.
—El especial de hoy vale 850 valis... —dijo Krimson mientras la cara de Bell se volvía de terror puro.
—¡Bien, se están divirtiendo! —preguntó Syr acercándose al dúo.
—Estoy un poco abrumado —dijo Bell, sintiéndose estafado.
—Perdón, parece que puedo contar con que me pagarán bien esta noche —rió la chica.
—Nos alegramos por ti —respondieron los dos al unísono.
—¿No es genial cuántas personas diferentes vienen aquí? Cuando hay tantas personas, hay muchas cosas para descubrir. No puedo evitar emocionarme. Se podría decir que este es mi hobby, conocer a nuevas personas hace que mi corazón lata con fuerza —dijo Syr, muy contenta.
—Eso es algo asombroso de decir —comentó Bell, con una expresión neutral.
Krimson, quien se encontraba comiendo tranquilo, sintió un sobresalto al percibir una presencia específica.
—¡Nya, los clientes con reservación han llegado! —dijo una de las camareras mientras la Familia Loki entraba en el restaurante junto a su diosa, Loki. Sin embargo, dos figuras se robaron la atención del lugar: Aiz Wallenstein y el Hakuryuuco, Mitsurugi Rin, un joven apuesto y elegante.
—¡Ella es hermosa! —gritó un hombre.
—¡Idiota, mira ese emblema, son de la Familia Loki!
—¿La familia que asesina gigantes?
—Así que ella es la princesa de la espada...
—Y ese tipo de allí, ¿quién se cree con esos aires de grandeza?
—Es el Hakuryuuco, Mitsurugi Rin.
—¡No jodas, siempre he querido su autógrafo!
—Bell, Bell... —dijo Syr, agitando su mano frente a la cara de Bell, quien se había quedado anonadado por la belleza de Aiz.
—¡Debes resistir, compañero! —gritó Ddraig mentalmente, mientras Krimson miraba a Mitsurugi con sed de sangre.
—¡Chicos, hoy tuvimos una espectacular victoria en la dungeon! ¡Esta noche tendremos un festín, beban! —gritó la diosa Loki, alzando su jarra de cerveza junto a su familia.
—La Familia Loki son clientes regulares. Es probable que a la diosa le encante este lugar —dijo Syr, mientras Loki acosaba a Aiz hasta que ésta le dio un golpe en la cara, dejándola quieta.
—Aiz, hay que contarles acerca de eso —dijo Bete Loga, un hombre lobo de pelo gris y ojos ámbar, con una cola elegante, orejas de lobo y un tatuaje azul en el lado izquierdo de su rostro, junto a un físico musculoso.
—¿Acerca de eso? —preguntó Aiz, algo confundida.
—¡Ya sabes! —dijo Bete, aumentando el volumen de su voz—. ¡Dejamos escapar a un grupo de minotauros y lizardmans cuando regresábamos! ¡Tú acabaste con el último minotauro en el quinto nivel! ¿Recuerdas al chico tomate y a su inútil compañero que no podía eliminar fácilmente a un lizardman rojo? —Bete decía todo esto con tono de burla—. Un pequeño debilucho bueno para nada que claramente estaba empezando fue arrinconado por uno de los minotauros, y cuando Aiz acabó con el minotauro, su apestosa sangre le cayó encima —seguía burlándose mientras Bell agachaba la cabeza—. ¡Y parecía un brillante tomate rojo! —causando la risa de algunos presentes—. ¡Y escuchen esto, el tomate salió huyendo! Nuestra princesa lo salvó y él huyó de ella junto a su compañero. ¡Qué tan patético es eso! —preguntó antes de reír más.
—Creo que en esa situación apenas podríamos culparlo...
—Silencio, Bete. Es suficiente —dijo la elfa de la Familia Loki—. Es nuestra culpa por dejar que escapasen del nivel 17. Deberías estar avergonzado.
—¡Arrr! —gruñó Bete, indignado—. ¡Qué hay de malo con decir que la basura es basura! ¿Qué piensas tú, Aiz? Solo hipotéticamente, ¿a quién elegirías, a mí o al tomate? ¡Oe!
—¡Bete, estás ebrio, ¿no es así?! —preguntó Finn.
—¡Te estoy preguntando, Aiz! Si ese chico te invitara a salir, ¿dirías que sí? De ninguna manera, ¿cierto? —preguntaba Bete con ganas de humillar más al chico—. Un cobarde que es más débil que tú no tiene derecho a estar a tu lado. ¡Ni siquiera debería tener derecho a existir y respirar el mismo oxígeno que tú! ¡Tú nunca permitirías eso! Un cobarde no es lo suficientemente bueno para ti, no para Aiz Wallenstein —dijo Bete antes de que Bell saliera corriendo del lugar.
—¡Bell! —gritó Syr, preocupada.
—Comer y huir...
—¡Tiene agallas para hacer eso en la casa de mamá Mia! —dijo la diosa Loki, completamente ebria.
—¡Syr! —gritó Krimson, llamándola—. El plato de pasta valía 300, el refresco 200 y el especial 850. Eso multiplicado por 2 da un total de 2700 valis —dijo Krimson mientras sacaba el dinero y lo dejaba en el mostrador antes de caminar hacia la diosa Loki—. ¡Oye, sucia borracha! —dijo Krimson, captando la mirada de todos los presentes.
—¡¿A quién llamas borracha, niño?! —gritó Loki, enfadada.
—¿Acaso ves a otra tabla de planchar aquí presente? —preguntó Krimson mientras la Familia Loki lo miraba con odio—. Tu pulgoso perro y yo pelearemos afuera, en este momento. ¿Tienes algún problema?
—¡Si Bete gana, entonces tendrás que comer mierda frente a todos los presentes! —gritó Loki con arrogancia—. A cambio, ¿tú qué quieres?
—Nada... Me basta con humillar a ese imbécil —dijo Krimson, saliendo a la calle.
—¡Limpia el piso con él, Bete! —gritó Loki, emocionada, mientras Bete salía a la calle.
—¡Desearás nunca haberle faltado el respeto a mi diosa! —gritó el hombre lobo.
La calle frente al restaurante se ha convertido en un improvisado campo de batalla. Las luz de la luna proyectaba sombras largas sobre los adoquines mientras un pequeño grupo de aventureros y civiles se reúne, ansiosos por ver el enfrentamiento. La Familia Loki, con Loki a la cabeza, observa con expectación desde la entrada del restaurante, mientras Krimson y Bete se preparan para la pelea.
Bete, con una sonrisa despectiva, se estira, mostrando su físico imponente y musculoso.
—Realmente no tienes idea en lo que te estás metiendo, niño. ¿De verdad crees que puedes enfrentarte a mí? —se burla Bete, mostrando sus colmillos afilados mientras se posiciona para atacar.
Krimson mantiene su mirada firme, sin mostrar ni un rastro de duda. La multitud murmura, preguntándose cómo alguien tan joven y aparentemente débil como Krimson podría enfrentarse a un miembro de la poderosa Familia Loki.
—No me subestimes —responde Krimson, su voz fría y calculada—. No soy tan débil como piensas.
Bete se ríe, un sonido que retumba por la calle.
—¡Vamos a ver cuánto tiempo dura tu confianza! —grita Bete antes de lanzarse hacia Krimson con una velocidad abrumadora.
Bete inicia el combate con una feroz ráfaga de golpes. Su velocidad y fuerza son tales que parece un vendaval de movimientos incontrolables. Krimson apenas puede esquivar, retrocediendo rápidamente mientras Bete lo presiona sin descanso.
—¿Es todo lo que tienes? —se burla Bete mientras lanza un golpe directo al abdomen de Krimson.
Krimson recibe el impacto con fuerza, el aire escapa de sus pulmones y es lanzado varios metros hacia atrás, chocando violentamente contra el suelo. La multitud observa en silencio, sorprendida por la diferencia de poder entre los dos combatientes.
—¿Esto es todo lo que puedes hacer? ¡Patético! —grita Bete, avanzando hacia Krimson con paso decidido.
Krimson se levanta lentamente, jadeando, pero con una mirada decidida en sus ojos. En su mente, la voz de Ddraig resuena, clara y firme.
—Krimson, no puedes vencerlo con fuerza bruta. Debes confiar en mí —dice Ddraig.
Krimson cierra los ojos por un momento, sintiendo la energía de Ddraig fluir a través de su cuerpo.
—Entendido. —Krimson extiende su mano izquierda, y en un destello de luz, el guantelete rojo de la Boosted Gear aparece, con su gema verde centelleando en el centro.
—¡¿Qué es eso?! —exclama uno de los espectadores mientras los murmullos de asombro recorren la multitud.
—¡Es la Boosted Gear! —grita otro, reconociendo la legendaria arma.
Los ojos de Bete se entrecierran, sin perder su sonrisa confiada.
—Oh, entonces tienes un pequeño truco. Interesante, pero no será suficiente.
Krimson siente la energía fluir a través de su cuerpo mientras la Boosted Gear brilla intensamente.
—¡Boost! —grita Krimson, activando la habilidad de su guantelete. Su fuerza y velocidad aumentan instantáneamente, pero Bete aún lo supera.
Bete se lanza nuevamente al ataque, pero esta vez Krimson es capaz de esquivar con mayor agilidad. Sin embargo, Bete es un oponente formidable, y cada uno de sus golpes aún es devastador, llevándose a Krimson al límite.
—¡Eres más rápido, pero sigues siendo un insecto en comparación conmigo! —gruñe Bete mientras lanza una patada giratoria que Krimson apenas logra bloquear, sintiendo sus brazos temblar por la fuerza del impacto.
Krimson sabe que no puede seguir así. En su mente, Ddraig habla de nuevo.
—Krimson, no puedes vencerlo solo con la Boosted Gear. Es hora de desbloquear un nuevo poder.
Krimson siente una oleada de energía aún más intensa. La gema de la Boosted Gear brilla con una luz más fuerte, y en su mano derecha, un segundo guantelete idéntico comienza a formarse, cubriendo su brazo hasta el codo, con los mismos dedos afilados como navajas y una gema verde en el centro.
—¡Double Gear! —grita Krimson, sintiendo cómo el poder se duplica dentro de él. Las miradas de asombro y miedo se extienden por la multitud.
—¿Qué diablos...? —murmura Bete, finalmente dejando escapar un atisbo de preocupación al ver el poder que Krimson está desplegando.
Con ambos guanteletes activados, Krimson se lanza al ataque. Su velocidad ahora es comparable a la de Bete, y sus golpes llevan una
incluso Bete debe reconocer. Los dos intercambian golpes a una velocidad vertiginosa, sus movimientos una ráfaga de destellos rojos y grises.
Krimson logra conectar un golpe directo en el rostro de Bete, enviándolo tambaleándose hacia atrás. La multitud contiene la respiración.
—¡Esto no ha terminado! —gruñe Bete, furioso, lanzándose nuevamente hacia Krimson. Los dos chocan con una explosión de poder, cada uno utilizando todas sus fuerzas.
Pero Krimson está empezando a sentir los efectos del combate. A pesar del poder de la Double Gear, cada golpe que recibe de Bete lo deja más y más debilitado. Sus movimientos comienzan a ralentizarse, y Bete, notando esto, redobla su ofensiva.
—¡Te tengo! —grita Bete, lanzando un golpe brutal a la cabeza de Krimson.
En el último momento, Krimson cruza ambos guanteletes frente a él para bloquear el golpe, pero la fuerza es tan grande que lo empuja hacia atrás, haciendo que sus piernas cedan y caiga al suelo. Krimson jadea, apenas capaz de mantenerse de pie. Está cubierto de cortes y moretones, la sangre corre por su rostro y brazos.
—Eres... más fuerte de lo que pensé... —admite Bete, respirando con dificultad—. Pero esto termina aquí.
—No... tan rápido... —murmura Krimson, con voz entrecortada, levantándose lentamente.
La gema en su Boosted Gear brilla una última vez, más intensamente que nunca.
—¡Boost! Boost! Boost! —grita Krimson, con una energía que hace temblar el suelo bajo sus pies.
Con un último esfuerzo, Krimson carga hacia Bete, canalizando toda la fuerza acumulada en un solo puñetazo. El impacto es devastador, el sonido retumba en toda la calle, y Bete es lanzado por los aires, estrellándose violentamente contra una pared cercana, que se resquebraja por el impacto.
La multitud queda en silencio, observando con incredulidad cómo Bete, el poderoso lobo de la Familia Loki, yace inmóvil en el suelo, derrotado.
Krimson se tambalea, su visión borrosa. Cada músculo de su cuerpo grita de dolor, sus fuerzas agotadas. Finalmente, sus piernas ceden y cae de rodillas, jadeando.
—Lo... logré... —susurra antes de colapsar por completo.
La multitud, aún atónita, estalla en murmullos mientras los miembros de la Familia Loki se apresuran a atender a Bete. Loki misma se acerca a Krimson, sorprendida y a la vez irritada.
—Vaya, vaya... parece que hemos subestimado al niño —murmura Loki, mirando al inconsciente Krimson—. Pero esto no termina aquí...
—¡Diosa Loki! —gritó Finn, el líder de la Familia Loki, acercándose rápidamente junto a Riveria—. Este chico... no es alguien común.
Loki esbozó una sonrisa torcida, entre intrigada y molesta, mientras observaba a Krimson tendido en el suelo, respirando de manera irregular.
—Sí... definitivamente no lo es. —susurró Loki, sin apartar la mirada de Krimson—. Pero esta historia apenas comienza. Será interesante ver qué es lo que hace a partir de ahora.
Riveria se arrodilló junto a Bete, que apenas se movía, el cuerpo lleno de heridas. Ella levantó una mano y comenzó a canalizar su magia curativa, mientras Finn observaba atentamente.
—Si este chico es realmente el Sekiryuutei, como lo sugieren ese guantelete, podríamos estar ante algo mucho más grande de lo que pensábamos —comentó Finn, con su tono calmado habitual, aunque había un destello de preocupación en sus ojos.
Loki se cruzó de brazos, su sonrisa ensanchándose.
—Oh, sí. Esto se pone interesante. Pero antes de preocuparnos por eso, deberíamos asegurarnos de que nuestro querido Bete esté bien. No quiero que mi lobito se quede fuera de combate por mucho tiempo. —dijo con un toque de ironía, aunque era claro que estaba preocupada por su compañero.
Mientras tanto, Syr y otros del personal del restaurante se apresuraban hacia Krimson, quien seguía inconsciente en el suelo.
—Tenemos que llevarlo dentro y atender sus heridas —dijo Syr con urgencia, sus ojos llenos de preocupación—. Ha hecho algo increíble... no podemos dejarlo así.
Los murmullos entre los espectadores no cesaban, mientras todos trataban de comprender lo que acababan de presenciar. La noticia de que Krimson había derrotado a Bete Loga, el poderoso hombre lobo de la Familia Loki, se extendería rápidamente por toda Orario.
—Esto es solo el comienzo —murmuró mamá Mia, mientras ayudaba a cargar a Krimson hacia el interior del restaurante—Este chico... cambiará muchas cosas.
La noche en Orario acababa de volverse mucho más interesante, y todos los presentes lo sabían.
Mitsurugi Rin observaba la escena con una mezcla de sorpresa y admiración, aunque su rostro permanecía impasible. Su mirada, fija en Krimson, se tornó más intensa mientras los demás se apresuraban a atender al recién llegado.
—Así que él es el Sekiryuutei... —murmuró Rin para sí mismo, sin apartar los ojos de Krimson. Sentía una mezcla de respeto y desafío, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo.
A su lado, Aiz Wallenstein, notó el cambio en la postura de Rin.
—¿Rin? —preguntó Aiz, con su típica serenidad, aunque algo intrigada por la reacción de su compañero.
—Ese chico... —Rin comenzó, con una voz que apenas ocultaba la emoción—. Krimson, ¿verdad? No es un simple aventurero. Es fuerte, pero más que eso, tiene una determinación que no se ve todos los días.
Aiz asintió, reconociendo la fuerza de Krimson, pero también captando el tono en la voz de Rin.
—¿Lo consideras un rival? —preguntó Aiz directamente.
Rin esbozó una ligera sonrisa, una que rara vez mostraba, y asintió.
—Sí, lo considero más que eso. Este no es un simple duelo por honor o orgullo. —Rin cerró los ojos por un momento, dejando que la sensación se asentara dentro de él—. Este chico y yo... nuestros caminos están destinados a cruzarse una y otra vez. No será solo una batalla física. Será algo que determinará mucho más que eso.
Aiz lo miró en silencio, comprendiendo la gravedad de las palabras de Rin.
—Entonces, ¿te enfrentarás a él? —preguntó Aiz, aunque ya conocía la respuesta.
—Lo haré —dijo Rin con firmeza—. Pero no ahora. No sería justo enfrentarlo mientras está en este estado. Cuando ambos estemos en nuestro mejor momento, será inevitable. Solo entonces sabremos quién realmente merece el título de guerrero más fuerte.
Rin observó a Krimson una última vez antes de dar media vuelta, decidido a fortalecerse aún más para el inevitable enfrentamiento que se avecinaba. Sabía que su destino estaba entrelazado con el de Krimson, y esa batalla sería una que definiría no solo su fuerza, sino el curso de ambos en Orario.
Fin
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