Marzo de 2019| París y los sueños que hablan.

Why do I keep dreaming of you?
Is it all because of my rebel heart?

Tell me why do I keep trying
To be someone I'll never be
I keep seeing her in everyone
Everyone but me
But I know you truly saw me
Even if just for a while
Maybe that's why it hurts now
To leave it all behind

I don't know what it is that makes me run
That makes me wanna shatter everything that I've done

Why do I keep dreaming of you?

(¿Por qué sigo soñando contigo?
¿Es todo por culpa de mi corazón rebelde?

Dime qué es lo que haces tú,
yo sigo intentando ser alguien que nunca seré.
Sigo viéndola a ella en todo el mundo, en todo el mundo excepto en mí.

Pero sé que de verdad me viste,
aunque solo fuera por un instante.
Tal vez esa es la razón por la que ahora duele dejarlo todo atrás.

No sé qué es lo que me hace correr,
lo que me hace querer hacer añicos todo lo que he hecho.

¿Por qué sigo soñando contigo?)

First Aid Kit ~ Rebel Heart
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Daniel lo sabía, sabía que Amanda estaría allí en algún lugar.

Tenía que llevarla hacia él.

Daniel lo sabía, siempre lo supo.

Fue en 2017 cuando él había soñado con ella. Se despertó con la sensación de que el sueño era real y que debía preocuparse por sus consecuencias. Es que soñó con su antiguo departamento en Baden-Wurtemberg, el cual conocía perfectamente y estaba grabado en su memoria como una cicatriz, e inevitablemente tuvo que encontrar allí a Amanda. Ella estaba como siempre o como nunca, en un día como cualquiera o como ninguno. El sueño era difuso, pero las sensaciones bastaban para suponer las imágenes. Al despertar, Daniel pudo rescatar algunas de ellas: Amanda en el balcón y él a su lado; Amanda en el pasillo agachada haciendo algo...tal vez atándose las agujetas?, tal vez recogiendo algo?; Amanda bajando las escaleras apresurada para verlo, luego vió un disgusto en su rostro, la vió subir de nuevo por las escaleras con una molestia propia de una adolescente; él mismo en el jardín en un atardecer agradable en una de sus vacaciones en Malsburg-Marzell, había salido tras Amanda, la encontró sentada sobre el fino pasto abrazando una rodilla, tenía una camiseta blanca, unos jeans, y el cabello largo y suelto con el flequillo con el que la conoció; y de pronto, en alguna parte del sueño, Daniel se sentía ajeno. Él era un invitado, él ya no vivía allí, y entonces... cómo le explicaría éso a Valerie? Por qué había ido a ver a Amanda? Éso estaba bien? Se lo diría a Felicitas o no?. Con esa sensación de preocupación se despertó Daniel en aquel entonces, y pasaron cuatro minutos somnolientos para que cayera en la realidad de que tan solo había sido un sueño y no tenía que explicar nada.

Desde entonces Daniel siguió soñando con Amanda una vez al mes, en promedio, por los siguientes años.

Y fue a causa de esos sueños que, de una manera tal vez inconsciente, buscó no perder la dirección del mundo de Amanda.

Fue así como un día conoció a Miguel Riera, un fotógrafo comercial y de moda español, cuando estaba en una campaña para una tienda de ropa en Berlín. Miguel Riera trabajaba en Berlín pero iba a España algunas veces al año. Daniel y el fotógrafo se llavaron muy bien desde el comienzo, y en éste último, Daniel encontró un camino para no perder a Amanda totalmente. Cultivó la amistad con Miguel a conciencia, sabiendo que llegado el momento oportuno podría sacar a tema el nombre de Amanda. Lo hizo unos meses después, Miguel respondió muy bien al tanteo de Daniel, pues él conocía, aunque no muy bien, a Amanda. A la primera mención de Daniel, Miguel lanzó comentarios positivos de ella. Lo interesante vino después, cuando Miguel le dijo que tenía conocimiento de su antiguo matrimonio, "Todos lo sabían", y la verdad nunca fue ningún secreto.

Pasaba el tiempo y el tema de Amanda se hizo más frecuente de lo que Daniel hubiera querido. Y la verdad era que, Miguel era lo suficientemente listo como para darse cuenta desde el primer momento en que Daniel dijo el nombre de ella, que éste quería hacerlo una pieza en el juego, y aceptó serlo por pena y por la oportunidad de recibir algo no definido a cambio en el futuro. Era el único que tenía pleno conocimiento de los sentimientos reprimidos de Daniel hacia su pasado. Los mejores amigos de Daniel también lo sospechaban, pero él no les hacía parte de ello porque le daba algo de vergüenza y sobretodo porque esos mejores amigos suyos también lo eran de Valerie.

Aún así, Daniel no le había dicho todo a Miguel, éste último creía que sabía toda la situación por sus deducciones, pero en realidad no tenía ni idea de la magnitud de los sentimientos de Daniel ni de sus verdaderas intenciones. Cavar en las profundidades de Daniel era imposible.

Miguel no sabía que Daniel y Amanda se habían visto después de separarse antes, durante, e incluso después de conocer a Valerie. Aún así, Daniel había puesto un punto final a esa intermitente relación cuando decidió casarse y nació su primer hijo. Desde entonces no había visto ni querido volver a saber de Amanda hasta que tuvo ese primer sueño, luego conoció a Miguel Riera el que supuso una llave para explorar el mundo de Amanda.
En efecto, Miguel se acercó a Amanda, no logró hacerse su amigo pero al menos logró que ella lo reconociera cuando lo veía. Ambos eran excelentes fotógrafos y pertenecían al mismo mundo.

Daniel, desde su propio mundo, recibía noticias de ella cada cierto tiempo, éso era suficiente para subsistir; sin embargo, cuando la volvió a ver sorpresivamente en febrero del 2019, aunque pudo actuar con cierta indiferencia, no podía luchar en contra de sus impulsos. Era necesario, tenía que hablar con ella con absoluta franqueza. Lo necesitaba, porque se despertó un día y ya no sabía si estaba en el lugar que debería estar. Tenía sentimientos encontrados y no sabía qué hacer...pero ella lo sabía, ella sabía qué hacer, tenía que hablarle, tenía que verle.

Dos semanas después, Lacoste invitó a Daniel a la semana de la moda en París. Era el momento. Amanda nunca faltaba a la semana de la moda en París, iba y tomaba fotos, ése era su trabajo y su pasión. Daniel supo entonces que debía contactar a Miguel Riera.
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Miguel vé a Amanda y comprueba su estado de ánimo. Daniel había quedado con él en un plan sencillo, pero al verla y evaluarla deshechó todo plan. Sigue su instinto y comprende que la verdad no hace ninguna diferencia en el hecho final. Le dice la verdad a Amanda:

- Daniel Brühl quiere verte y hablar contigo.

Amanda lo mira tranquilamente, ella ya lo suponía. Y Miguel también. Ese momento tenía que llegar.

- Él está aquí?- le pregunta ella aún tranquila y casi indiferente.

- Ve a tomar unas fotos al desfile de Lacoste, y allí lo encontrarás. Si no vas, él te buscará por todo París.

- Qué diría la prensa...- Dice Amanda con indiferencia y sarcasmo.

- A ese punto ha llegado.

Acto seguido, Miguel se aleja y actúa con total normalidad, Vogue lo había contratado para tomar fotos en el desfile de Isabel Marant.
Amanda resopla con resignación. "A ese punto ha llegado" piensa.
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Amanda tiembla otra vez, no puede evitarlo. Piensa:
"Claro que no iría, pero parece algo serio...Nah! Desde cuándo las cosas con él son serias. No iré."
Minutos después está en el baño con la cámara en la mano mirándose al espejo. "Voy o no voy...", piensa con molestia, "...aaaahh...por qué es tan difícil!". Minutos después está en la calle, se alejó del centro de las cámaras, se fue a una plaza. Sentada en una banca con la cámara fotográfica aún en sus manos sigue debatiéndose: "Voy o no voy"

- Voy, o no .... voy o no voy...voy o ...aaaahh...no voy...pero si no... él va...no hará éso, no sería capaz...bueno, sí lo haría... Entonces voy...- Se levanta de golpe pero se queda parada- Pero no quiero...- se lamenta y vuelve a sentarse hundiendo su cabeza en sus brazos

"Aunque puede ser que ya no esté ahí... O... Al c*rajo, voy a ir!" Piensa y se levanta para caminar rápida y decididamente. En el camino piensa: "Quiero ver qué quiere... Ok, quiero verlo, a ver qué pasa... No!, Quiero...Aaaahhhh! Qué diría Luis...Tal vez debería hablarle..."
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Amanda está en el desfile de Lacoste y se pone en modo detective. Hay muchas personas, cómo encontrar a Daniel.

Va tomando fotos para disimular. Se coloca junto a otros fotógrafos acreditados en el lugar indicado para tomar fotos a las y los modelos que andan sobre la pasarela.

"Conociendo su posición, debe estar en primera fila...pero dónde..." Ella no está fotografiando, está buscando a Daniel con su cámara fotográfica.

Entonces encuentra a una figura familiar, Brooklyn Beckham está sentado en primera fila con su cara particular. "Cómo llegó Brooklyn aquí" se cuestiona Amanda, ella sabía que Beckham tenía aspiraciones fallidas de ser reconocido como fotógrafo, lo conocía vagamente, ese hombre tenía habilidad para socializar. Y de pronto, a su lado pudo ver a Kate Mara, e inmediatamente a su lado el rostro que estaba buscando. "Ahí está!" Piensa Amanda abriendo grandes sus ojos. Les toma un par de fotos. Daniel tiene una expresión particular. "Te tengo".

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Al terminar el desfile, Amanda aún no sabe si acercarse o cómo hacerlo. Entonces sigue a Daniel a sus espaldas, y rápidamente se percata que éste, aunque trata de disimular muy bien, está buscando a alguien, a ella.

Daniel está cerca de Brooklyn Beckham, éste último lo ha atrapado con sus habilidades sociales. Amanda ve esta situación como un buen camino para presentarse, así que se acerca a Brooklyn de manera casual...

- Amanda!- exclama Beckham al reconocerla, inmediatamente Daniel que estaba cerca de él voltea a verla, tiene una expresión acongojada.

- Hola Brook. Cómo estás- saluda ella.

- Bien, bien. Estás tomando fotos, eh...

Daniel los observaba con la cabeza gacha y expresión tímida pero impaciente.

- Sí...no quieres que te tome una?- le dice Amanda a Brooklyn, y éste se anima con el ofrecimiento.

- Claro!- entonces se percata que Daniel está al lado mirándolos.- Ah, pero espera. Daniel, te molestaría tomarte una foto conmigo?

Daniel mira a Brooklyn y dibuja una sonrisa comedida en su rostro, responde de inmediato:

- Para nada. Vamos a tomarnos unas fotos.

- Perfecto, sonrían.- les dice Amanda.

"Cuándo cambiarás Amanda" piensa Daniel.

Amanda les toma un par de fotos, y le dice a Brooklyn:

- Ahora una a ti solo.

- Okay.

A Daniel lo llaman de otro lado y Brooklyn procede a despedirse de él; sin embargo, cuando el hijo de David Beckham se voltea hacia Amanda, Daniel también voltea para verla con una mirada fulminante. Amanda no le presta ninguna atención.

Cuando Amanda se despide de Brooklyn, Daniel se disculpa rápidamente de las personas con las que estaba charlando. Y, sin llamar mucho la atención, va tras Amanda. La divisa no muy lejos, y se acerca de forma casual hasta estar un metro por delante, como para que ella lo vea y de una vez decida acercársele.

Amanda quiere comprobar lo que Daniel sería capaz de hacer, pero a la vez prefiere evitarse líos, así que decide acercarse disimuladamente.

- Quiere que le tome unas fotos, señor Daniel?

Daniel disimula sorpresa, y sonriendo le responde.

- Claro, hazlo aquí. Así estoy bien?

Amanda podía ver en los ojos de Daniel el reproche y el sarcasmo, entonces piensa: "Ya vine, por qué está molesto?, debe estar pasando por alguna crisis de la mediana edad..."

Amanda le toma un par de fotos a Daniel. "Éstas irán para la colección", piensa ella recordando el álbum de fotos que todavía conserva de él.

Daniel se acerca a Amanda y disimula querer ver las fotos.

- Necesito hablar contigo.- le dice él, ella no lo mira, solo mira las fotos en la cámara. Daniel tampoco la mira, solo mira sus fotos en la cámara. Ambos disimulan perfectamente. Entonces Daniel le dice que vaya a una dirección, es la dirección donde está hospedado. Dicho lo dicho, Daniel procede a querer alejarse, hasta que escucha a Amanda musitar con risa incluída:

- No iré.

Daniel se detiene en seco y se vuelve para decirle con seriedad y tono de advertencia:

- Es algo muy importante. Por favor, ven. Hazlo, quieres? Te estaré esperando... Ven, eh...-

Daniel se aleja y Amanda se queda parada mirando a toda la multitud. Otra vez, la resignación.
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Amanda no sabe qué hacer. Hay una desconfianza hacia Daniel y sus típicas ofertas de "ven a tal lugar, tenemos que hablar..." y luego pasa lo mismo de siempre...

Amanda ya está cansada del mismo juego, y aún más ahora que ya no quiere ser parte de él debido a la presencia de Luis en su vida.

Continua tomando fotos hasta que su reloj marca las cuatro y media de la tarde, era el momento de decidir.

Se va caminando...

Se sienta en otra plaza, y se sumerge en sus reflexiones.

Por qué iría esta vez?

Hace dos años volvió a encontrarse con Luis Zhang. La última vez que lo vió fue hace muchos años, cuando las cosas con Daniel comenzaban a resquebrajarce inevitablemente. Lo conoció en el trabajo, Zhang era y aún es ingeniero civil, mientras Daniel se alejaba de ella cada vez más sumergiéndose en su propio mundo.

Amanda, en aquel entonces, prácticamente vivía sola. Daniel viajaba a todas partes y nunca estaba en casa, así que ella se dedicaba apasionadamente a sus trabajos, y en esa situación Luis Zhang apareció como un espíritu impresionante, era serio sin perder el sentido del humor, omnipresente siendo sutil, activo y sereno, elegante y sencillo, sabía usar su inteligencia, tenía un buen carácter, y era absolutamente sincero. Muchas de esas cualidades eran propias incluso del mismo Daniel, pero Luis las hizo suyas siendo él mismo, no era el hombre más guapo del mundo, pero tenía un atractivo indudable, su complexión era la de un príncipe, y lo más particular era su mirada: tranquila, alegre, firme, optimista, y totalmente honesta. Zhang entendía la situación de Amanda, porque había vívido algo muy parecido, hablaba con ella y entendía cada expresión en su rostro y cada sentimiento que ella le confiaba. Luis Zhang se volvió un espíritu confidente, al punto que Amanda dudaba absurdamente que él fuera real. Y cuando Amanda se separó de Daniel, Zhang supo que tampoco existía un lugar para él si alguna vez concibió la posibilidad de que existiera uno, y así también, como el espíritu que era, desapareció. Él se casó, y tuvo un hijo, pero su esposa falleció después de dar a luz, así se convirtió en el mejor padre soltero del continente.

Ahora, Luis había vuelto a encontrar a Amanda, y nuevamente la entendía, con la diferencia de que esta vez realmente estaba enamorado de ella, y le nacía el deseo de estar a su lado hasta que lo que sea que suceda los separe inevitablemente.

Amanda, por su parte, reconoció las mismas cualidades de siempre en Luis perfeccionadas con los años. Él era lo más cercano y a la vez lo más lejano de Daniel que podía haberse encontrado, en realidad nunca había estado buscando algo similar, pero Luis simplemente llegó y ella lo recibió con todo el optimismo posible. Hay que decir que a Luis le costó en un principio conquistar algo del corazón de Amanda, pero su sutil persistencia, y un toque de su espíritu bromista y sagaz, lograron llevarla a un punto en el que al mirarla a los ojos ella sintiera la necesidad de bajar su mirada sonrojada. Eran los fuegos artificiales otra vez, y después el tiempo hizo su magia. Daniel tenía razón, el amor era una decisión y una construcción. Amanda también descubrió que podía amar otra vez.

Ahora Amanda ha descubierto otra cosa: podía amar cuantas veces quisiera y le naciera pero, jamás podría amar a alguien como amó a Daniel.

"Nadie te amará como yo, te amarán más o menos, mejor o peor, pero nunca será de la misma manera que yo lo hice, porque nuestro vínculo fue particular, fue algo nuestro, de dos personas, y en esta vida nadie es igual a nadie, nadie es como tú ni nadie es como yo, y por eso nuestro amor no es como ninguno."
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- Te tardaste.- le dice Daniel cuando abre su puerta. Está desganado y se ve acongojado.

- Disculpa, es que no quería venir...- responde Amanda con cierto sarcasmo disfrazando su verdad.

- Pasa.

Amanda ingresa y contempla fugazmente el lugar, un interesante apartamento minimalista, el mejor que puedas imaginar.

- Ven, subamos.- le dice Daniel, mientras se dirige a la terraza.

Amanda lo sigue, le estaba latiendo el corazón fuertemente.

Daniel llega a la terraza y se sienta en una banca. Hay una mesita cerca en la que hay dos vasos.

- Siéntate- le dice Daniel señalando una silla frente a él.

Amanda se sienta con ganas de querer salir corriendo apresuradamente. Daniel toma un vaso y se lo ofrece.

- Toma, es limonada, como te gusta...

Amanda abre los ojos impresionada. Ella no gustaba del alcohol, y efectivamente, la limonada era su bebida favorita.

- Caray, gracias por el detalle... Lo pediste para mí.- le dijo ella procediendo a beberlo.

- No, lo hice yo.

Amanda casi se atraganta.

- Tú...

- Sí, qué tiene. Soy actor, no un maldito inútil.

Daniel, de todas las cosas que había logrado aprender en la cocina mientras estaba con Amanda en su juventud, no llegó a aprender el "arte" de hacer un exquisita limonada, pues siempre que lo intentaba o le salía insípida o le salía muy ácida; sin embargo, después de separarse de ella, un día se metió en la cocina y menguo su tristeza aprendiendo y perfeccionando diversos platillos y bebidas, incluída la famosa limonada que a ella tanto le gustaba. En el fondo, imaginaba que un día la volvería a encontrar y la sorprendería dejándola con la boca abierta cuando lo viera totalmente realizado, como persona y como profesional, en todo su esplendor, más guapo y elegante que nunca, y con un vaso de limonada exquisitamente realizada por él mismo en una mano. Muchos años habían pasado desde aquella ilusión.
Ahora, ni él mismo se había dado cuenta que acababa de realizar ese sueño.

- Pues... está rico.- le dice Amanda enarcando una ceja mientras bebe el jugo.

Daniel no la mira, está agotado, y solo fija su mirada hacia abajo en silencio.

- Estaría más rico si no lo hubiera guardado en la heladera esperando a que llegaras.

Amanda lo mira e imagina la situación en la que él, al ser avisado de su llegada, sacaba apresuradamente el jugo del refrigerador para servirlo sutilmente en la terraza, entonces ella le dice:

- Así que le dijiste al portero que vine a tomarte fotos...

- Sí...

- Entonces me hiciste venir hasta aquí para tomarte fotos?

- En un 1% sí, y si al final el 99% del asunto no resulta al menos habrás venido para éso.

- De qué trata ese 99%? Resultar?. De qué querías hablar tan urgentemente conmigo?

Amanda lo mira atentamente esperando alguna respuesta.

Daniel aún guarda silencio pero dibuja una media sonrisa agotada en su rostro.

- No sé...

Amanda comienza a impacientarse.

- Daniel...

- ...No sé qué hacer.

- Qué es lo que pasa.

Daniel se lleva ambas manos al rostro y apoya los codos sobre sus rodillas, está rendido. Luego levanta el rostro y con las palmas juntas lanza un suspiro, y entonces finalmente mira a Amanda. Él la ve y reconoce a su Amanda de siempre, es ella, y él la ama.

Amanda se encuentra con los ojos marrones de Daniel, tan intensos como siempre. Es el Daniel de siempre, alguna vez había querido cambiar? Lo dejó justamente porque sintió que él ya no era el mismo; sin embargo, ahora estaban los dos mirándose fijamente y ambos se reconocían plenamente.

- Amo a muchas personas y no puedo estar junto a ellas como quisiera. Tengo que tomar una decisión, y éso conlleva sí o sí, aunque me duela, abandonar a alguna de ellas.

Ésa era su verdad.

- Y yo... qué hago.

- Dime qué opinas.

- Que no lo sé.

Amanda termina de beber su limonada, mira a su alrededor y su mirada se topa con la torre Eiffel al fondo de un paisaje urbano, hermosamente contemplable desde aquella terraza. Daniel aún mira a Amanda y se da cuenta que ella está incómoda, entonces Daniel se levanta de su asiento, estira sus brazos sobre su cabeza y dice:

- Es hermoso, no?

- Qué. Ah, sí.

- París ya no te impresiona?

- Por qué dices éso...

- Tantos años viniendo al Fashion Week...

Amanda no le responde y continúa mirando hacia la torre Eiffel, hasta que finalmente vuelve a mirar a Daniel y le dice:

- No amas algo netamente por lo que ves superficialmente, amas su escencia, éso se mantiene.

Ella lo mira y sabe que lo dice también por él. Daniel era muy guapo a su manera, pero hace muchos años que a Amanda éso ya no la impresionaba. Lo que la hacía temblar y provocaba que su corazón latiera tan fuerte como ahora era el mismo ser de Daniel, su mirada, su voz, su maneras, su simple forma de ser...él mismo.

Daniel camina hacia el otro extremo de la terraza hasta quedar frente a la famosa torre en donde se para y extiende sus brazos. Amanda lo observa, le gusta que Daniel no tenga miedo a usar los colores en su vestimenta. Al verlo parado de espaldas, sabe que debe ir hacia él.


Amanda llega hasta estar detrás de Daniel, se da la vuelta y se sienta al lado del tanque de agua con resignación. Ella ahora tampoco sabe qué hacer. Daniel se percata que Amanda está sentada detrás suyo, se voltea con las manos sobre sus caderas, la mira... Amanda levanta su mirada hacia él al sentirse observada, entonces Daniel decide sentarse a su lado.

Están en silencio sin mirarse. Qué rayos les sucedía.

Daniel lanza un resoplido y se deja caer hasta apoyarse contra el tanque de agua, entonces cierra sus ojos

Amanda lo observa y admira sus facciones familiares.
"Tengo que tomarle una foto" se dice a ella misma. Saca su cámara fotográfica y enfoca a Daniel, le toma una foto. Daniel abre sus ojos de pronto y sin moverse mira fijamente a Amanda, entonces le pregunta con voz incrédula:

- Me tomaste una foto?

- Sí.- responde firmemente Amanda sujetando la cámara fotográfica en sus manos

- Dame tu cámara.

- No...para qué...

Daniel se reclina y pone sus manos sobre las de Amanda para agarrar su cámara fotográfica. El contacto hace que Amanda tiemble más, rápidamente baja su mirada, toma aire y separa sus labios para que Daniel no note que también están temblando irremediablemente, pero no puede lograr evitar que él termine percibiéndolo... entonces Daniel la observa intensamente moviendo sus ojos de arriba para abajo, y cae presa de una opresión en su pecho, su respiración se detiene, por un momento cree que le dará un síncope, siente la necesidad...si no lo hace podría colapsar, tiene que hacerlo.

Daniel acerca rápidamente su rostro al de Amanda y la besa con fuerza en los labios, él sabe que Amanda intentará separarse, así que sujeta la cabeza de ella con sus manos manteniendo firme su beso. Amanda tiene la mente en blanco, no respira, no se mueve, está enajenada del mundo, lo único que puede sentir es la calidez de los labios de Daniel y un escalofrío intenso que la hace temblar como nunca.
"Moriré, moriré..." es lo único que puede pensar. Daniel la sigue besando con ansiedad moviendo sus labios a un ritmo en el que siente que puede disfrutar cada segundo. Amanda sujeta fuertemente su cámara fotográfica tratando de minimizar sus espasmos, pronto se da cuenta que está besando a Daniel con la misma intensidad y ansiedad, perdidamente...

Daniel separa sus labios de los de Amanda lentamente, ambos tienen los ojos cerrados y el ceño fruncido. Una sensación cálida se apodera del abdomen de Amanda, se siente tan débil que quiere dejarse caer, su vida acabó, una pequeña muerte, era todo por hoy. Daniel está tan mareado que aún no puede abrir los ojos, está levitando en un vacío y siente que sus latidos son demasiado débiles y forzados. Ambos apenas pueden respirar

Jadeando, Daniel abre lentamente sus ojos mirando a Amanda, ella todavía tiene sus ojos cerrados fuertemente, está temblando pero no se mueve. De pronto, Amanda reacciona y domina su existencia, abre sus ojos rápidamente y al ver a Daniel le lanza un reproche en voz baja con un tono de exagerada indignación:

- Maldito infiel!

Daniel saca otra vez su media sonrisa maldita y, todavía tratando de recuperar su normal respiración, le dice a ella:

- Y tú también.

Amanda se aleja de Daniel y le cuestiona:

- Qué.

Daniel se acomoda apoyándose en el tanque de agua y le responde:

- Seguramente estás con alguien.

- Por qué la seguridad?

- Bueno...es cierto, entonces seguramente hay muchos que quieren estar contigo, pero hay la posibilidad de que hayas aceptado a uno tanto como que hayas rechazado a todos.

Amanda, al terminar de escucharlo, enarca una ceja y le dedica una mueca de simulada conformidad. Daniel le sonríe, amaba sus muecas...

Daniel adivina su mirada. Nunca tuvo la certeza, ni Miguel pudo verificarlo, pero algo le decía que era muy probable que Amanda estuviera con alguien. El que haya sido tan esquiva con él, y que lo haya tratado con indiferencia durante los últimos años, y un cierto aura de ilusión en ella, le daban pistas de que había alguien más en su vida.
Entonces Daniel le dijo:

- Cuál es su nombre.

Amanda entrecierra sus ojos y lo mira fijamente.

- Luis.

- Has de quererlo mucho, seguramente.

- Tanto como tú a Valerie.

Daniel frunce su entrecejo, era tanto así?

- De verdad?

- Sí, él es parte de mi mundo.

Daniel sin dejar de fruncir su entrecejo, la mira con ojos tristes...en qué mundo estaba él entonces?

- Tu mundo?- la cuestiona Daniel.

Amanda se acerca a él y se sienta a su lado, entonces le responde mirándolo con gracia:

- Así es, al igual que tú tienes el tuyo en donde están tu esposa y tus dos hijos.

Daniel la mira en silencio un segundo y le dice:

- No tendré otro hijo, fue una falsa alarma...

- Hm, lamento oír éso...

- De verdad?

- Por ti. Por ustedes...

- Estamos bien.

- Okay.

Daniel se sobresalta de pronto diciendo:

- Oh, olvidé mi limonada...

Se levanta de inmediato y se dirige con agilidad hasta la mesa donde se encontraba su vaso, lo coge y luego voltea hacia Amanda para preguntarle:

- Hay más en la heladera, quieres un poco?

Amanda le responde alzando un poco la voz:

- Sí, sí, claro.

- Iré abajo un momento a traer la jarra. No la traje porque la verdad no creí que fueras a quedarte por tanto tiempo...

- Yo tampoco!

- Pero aún estás a tiempo para salir corriendo.

- No me des esperanzas...

- Ya vuelvo, espero que estés aquí para cuando regrese.- le dice Daniel serenamente mientras se dirige a las escaleras.

Amanda deja caer su cabeza sobre sus rodillas una vez que Daniel ha desaparecido. Ésto es demasiado para ella.

Cuando Daniel regresa encuentra a Amanda apoyada sobre el borde de la terraza mirando la ciudad.

- Aún estás aquí.- le dice él aliviado.

- Sí- le responde ella incrédula de que realmente Daniel haya creído que podría irse de repente-. Pero estaba a punto de salir volando. Dame mi limonada, dámela, dámela...

Amanda le arrebata un vaso a Daniel y se lo lleva a la boca rápidamente.
Daniel la mira con la cara desajustada, y le dice en voz baja:

- Ése no era tu vaso...

Amanda termina de beber su sorbo y le responde tranquilamente mientras fija su mirada en él:

- Éso tiene alguna relevancia ahora, Daniel?

Daniel entiende a lo que ella se refiere, entonces enarca sus cejas y sonríe forzadamente con los labios cerrados para luego decir:

- Cierto, tienes razón. Ahora voy a sentarme aquí, estoy cansado...- Daniel se sienta en una silla cerca de Amanda y al dejarse caer suelta un suspiro de alivio.- Ya estoy viejo.- Dice, y luego bebe su limonada.- Hmm, qué bueno está, j*der... qué bueno soy en ésto...

Amanda lo observa, se lo veía contento.

- Ahora te ves feliz.- le dice ella con indiferencia.

- Sí, me siento mejor y aliviado, pero aún no olvido mi gran crisis sentimental...

- Cuál es tu problema exactamente.

Daniel sonríe en silencio, no mira a Amanda, pero luego le responde:

- Quisiera que fuera así siempre... quisiera estar junto a ti. Así ya no sentiría que me engaño a mi mismo y a Val.

Él bebe su limonada inmediatamente. Amanda no deja de mirarlo, y le dice:

- Y qué te detiene.

- No quiero dejar a mi hijo. También quiero estar junto a él, en cada paso...

Amanda no le dice nada, y Daniel continua:

- Debería sentirme mal por hacerle éso a Val, pero en realidad creo que es peor lo que le hago ahora, no significa que no la quiera... tú ya entiendes el sentimiento que tengo por ella; sin embargo, creo que la estoy engañando sentimentalmente y éso es muy grave, y como te dije, sobretodo, me estoy engañando a mí mismo... Pero si la dejo, sé que tendría que separarme también de Anton, y no quiero hacerlo... entonces no sé qué hacer...

- Sabes qué creo.

- Qué.

- Que ésto es algo que debes hablar con ella, porque es algo de ustedes. Si la quieres como dices tienes que ser honesto con ella, así como lo eres contigo, y debes decirle lo que sientes, lo que piensas, lo que te preocupa. No es una decisión solo tuya, es también una decisión de ella, ustedes tienen una familia... todo lo que involucre la estabilidad de tu familia debes tratarlo con TU familia.

- Sé que debe ser así, pero no he hablado de ésto con nadie...

- Ni siquiera con tu buen amigo, y espía, Miguel?

- No. A parte de mi familia, tú eres la única persona que me conoce de verdad, necesitaba una opinión... La verdad es que no tengo el valor, el valor de ir y romper esa familia que construí, tendrá consecuencias y éso también me retrae un poco...

- Toda decisión tiene consecuencias. Y la verdad, nunca has tenido el valor. Siempre has estado frente a una situación como ésta, cada vez más difícil que la anterior, y nunca has tenido el valor, lo sabes.

Daniel lo sabía, era verdad lo que ella le decía. Amanda continuó:

- Éso, y otra cosa.

- Qué.

- Yo no tengo ninguna vela en tu entierro. Independientemente de la decisión que vayas a tomar, yo seguiré con mi vida de la misma forma en la que la tenía planeada. Así que lo que sea que vayas a hacer hazlo pensando en ti.

Amanda termina su limonada de un sorbo, y se aleja de Daniel con la intención de dejar su vaso en la mesa. Daniel se levanta inmediatamente, tiene el entrecejo fruncido, y va tras ella llamándola:

- Amanda!

- Qué pasa.

- Espera.

Ella no voltea a verlo y continua su camino hasta la mesa donde deja su vaso. Daniel estaba tras suyo cuando se dió la vuelta y se topó abruptamente con él.

- Oye! Ya te dije que no te pares detras mío- le reprocha ella.

- Cuándo.

- Cuándo qué.

- Cuándo me lo dijiste.

Amanda no entiende a dónde quiere llegar, finalmente le responde con reproche:

- Siempre. Siempre te lo he dicho!

Daniel mueve su cabeza satisfactoriamente. Siempre tendrían un pasado. Había un vínculo al que él no podía y, sobretodo, no quería renunciar.

Amanda se siente sofocada con la presencia de Daniel obstruyéndole el paso y la existencia, le pone un dedo índice sobre su pecho y le dice con tono de advertencia:

- Muévete.

Daniel la mira fijamente, obviamente no iba a moverse de su lugar, y solo le dice:

- Sabes, la verdad es que si me separara lo haría aún si al final no terminara estando contigo.

Amanda lo mira fijamente...
Daniel continua:

- Estar contigo es algo que quiero, pero sé que es posible que tú ya no quieras estar conmigo.

- Es una decisión mía, sí. Porque si yo quisiera, hace mucho tiempo...

- ...ahora me dirás qué nunca lo quisiste.

- Siempre supe manejarlo, y te consta.- le dijo ella apuntándolo con su dedo índice.

- Manejarlo o reprimirlo?

- Controlarlo.

- Controlarlo?

- Sí, siempre traté de respetar tu espacio. Si te das cuenta, todos nuestros encuentros han sido provocados por ti.

- Entonces si no fuera por mí no estaríamos en esta situación?

- Si así lo quieres ver...

- Entonces qué pasaría si tú quisieras...

Daniel se acerca más a ella, la mira seductoramente y comienza a inclinarse hacia ella diciendo:

- ... si me dejaras...

Amanda cae presa del pánico al ver cómo él comienza a cerrar sus ojos ladeando su cabeza para intentar besarla.

- Qué?! No!- Exclama ella agachándose para salir por detrás de Daniel y alejarse de él.

- Qué haces? No huyas de mí, no me tengas miedo!- le reprocha Daniel volteándose hacia ella.

- Aléjate!- le dice ella asustada.

- Me estoy volviendo loco, ya no aguanto más- le dice Daniel, acongojado y con los ojos abrillantados, mientras se acerca a ella lentamente.- Por favor, sólo dame un abrazo...

- No te acerques.

Dicho éso, Amanda se va corriendo por las escaleras.
Daniel va tras ella rápidamente, pero cuando llega abajo no la encuentra por ningún lado. Abre la puerta y mira a ambos lados del pasillo, ni rastro de ella. Frustrado vuelve a entrar y siente que Amanda aún está ahí.

- Qué estás haciendo?!- le grita a las paredes- Lo siento, pero no puedo evitarlo, sabes que no puedo hacerlo. Y la verdad es que no sé qué hacer...

Un silencio, y Daniel está caminando sin hacer ruido creyendo que podría sorprenderla en algún rincón.
De pronto, una voz triste suena desde la terraza.

- Tuviste muchos años para asumir una decisión. Y tal vez ahora ya es demasiado tarde, no lo crees?

Daniel trata de guiarse escuchando la voz, anda a tientas, y responde:

- Es mejor tarde que nunca.

- Sabes que no es tan sencillo.

"Sigue hablando" piensa Daniel mientras llega a la terraza, y la encuentra vacía.

- Lo sé, pero también sé que se complicará con el tiempo aún más.

- Y entonces por qué dices que no sabes qué hacer.

- Amo a mi hijo más que a nada en el mundo, incluso más que a ti o a mí. Me parte el corazón pensar que no podré estar junto a él todo el tiempo que quisiera...y también debo aceptar que me abruma todo el proceso del divorcio.

- Es el precio que tienes que pagar. Dolerá de todas formas. No puedes tener todo lo que quieres y de la forma que quieres siempre.

Daniel siente que una ola de tristeza comienza a invadirlo. Entonces recuerda algo, es su propia voz y sus propias creencias:
"El amor es la mejor razón para correr riesgos. Para mí es lo más importante de la vida, un motor. Por amor, incluso arriesgaría una amistad"
Daniel sigue buscando a Amanda, no la encuentra, dónde pudo haberse escondido?
"El amor es lo más importante para mí, y yo amo a mi hijo, haré todo lo que sea mejor para él. Todo."
Daniel se siente derrotado y sumamente triste.
"Pero te amo mucho también, y éso no cambiará nunca. No importa lo que pase. Sé que también me amas, por eso ahora no puedo encontrarte... Pero quiero que sepas que, sin importar cuán lejos estemos, en cualquier mundo, en cualquier lugar... siempre estamos juntos, siempre..."

Daniel musita sus pensamientos mientras busca a Amanda. De pronto la encuentra. Ahí está, sentada en un rincón de la terraza, detrás de una jardinera debajo de unos paneles solares. Ella está de espaldas a él, abraza sus rodillas, y parece estar llorando.

Daniel se acerca a ella despacio, llega a su lado y, al comprobar que ella no piensa moverse de su lugar, se agacha para sentarse a su lado. Apoya su brazo sobre una rodilla, fija su vista en el hermoso y nostálgico atardecer parisino, siente la brisa acariciando su rostro, y le dice a Amanda:

- Tienes razón. Siempre la tienes. Hablaré con ella y tomaremos una decisión. Y...si el resultado fuera una separación yo...yo...yo no creo...no creo que vaya a buscarte inmediatamente.

Daniel suspira, agacha su cabeza profundamente triste y resignado. Continúa:

- Sé que siempre tuviste un plan para tu vida, yo antes era parte de él...-Daniel se lleva su dedo índice a la boca deslizándolo repetidamente por sus labios, era un tic-...Cuando nos separamos la primera vez, seguiste con tu plan, y en los siguientes años, sin importar si había la posibilidad de que yo regresara contigo, tú continuaste, no interrumpiste tu vida ni tus planes, siempre fuiste independiente. Ahora estás con alguien y esa persona es parte de tus planes, si yo volviera... sé que no me aceptarías a la primera. Es que te decepcioné antes, y entiendo que ya no confíes en mí. Así que, cuando me separe, yo...yo lo haré por mí, y no dejaré que nadie piense que es por causa tuya, porque no lo es, sólo eres un factor. Me separaré y... volveré a encontrarme a mí mismo. Nunca tuve tiempo para hacerlo debidamente. Tal vez si, después de habernos separado la primera vez, hubiera permanecido solo aunque sea por un tiempo razonable...yo hubiera tomado mejores decisiones. Siempre tuviste razón en el hecho de que es bueno amarse a uno primero antes que a otros.

- Sí.- le dice Amanda de repente, su voz es suave pero hay algo de optimismo en ella.- No tiene sentido pensar en el ayer, es muy tarde ahora, nunca volverá a ser lo mismo, ahora somos tan diferentes ...

Daniel entonces la mira, y sonríe casi con burla.

- Éso es de una canción?

Amanda lo mira de repente, e incrédula le cuestiona:

- Cómo... cómo sabes cuando es de una canción?

Daniel la mira sonriendo con el entrecejo fruncido.

- Mandy...por favor, casi ya tienes cuarenta años, no puedes sacar conclusiones usando versos de canciones... Y la verdad, no creo que tú seas muy diferente ahora, parece que tuvieras 20 años.

- Y tú tienes un moco.

Daniel cambia su expresión.

- Qué.

Se quedan en silencio mirándose fijamente. Daniel tiene su entrecejo fruncido con expresión de incrédula preocupación, y Amanda lo mira despreocupadamente. Ella nunca había estado llorando, y se había divertido escondiéndose de Daniel tras las puertas, incluso llegó a caminar detrás de él, sus reflejos eran aún tan buenos que sabía escabullirse cada vez que éste, sumamente acongojado, se daba la vuelta esperando encontrarla. Daniel ahora sabe todo ésto en su mirada y estalla en una risa descontrolada. Amanda sonríe con una mueca de satisfacción. Daniel sigue riéndose y ella, sin poder ya controlarlo, comienza a reírse también.

- Ah .. mi estómago ... me duele...- dice Daniel sin dejar de reírse, parece que va a ahogarse. Le duele el abdomen, y mientras más trata de controlarse más se ríe.

- Deja de reírte.

- No puedo...

- Respira.

- No puedo...

- Ya! Controlate! Me estás haciendo reír también...

- Voy a llorar...

- Ya basta!

Amanda sonriendo de oreja a oreja, agarra a Daniel por los hombros y lo sujeta firmemente, y le dice:

- Qué demonios te sucede. Acaso estás loco o qué. Ya, controlate.

Daniel se safa de Amanda, toma aire y respira agitado. Una vez que puede hablar le dice:

- Por Dios!, por qué me haces ésto. Hace un momento estaba a punto de llorar y ahora me haces reír hasta querer morirme...

- De qué te reías, yo no te dí motivos...o sí.

- No lo sé, creo que ya estoy loco.

Entonces Daniel, agotado, deja caer su cabeza sobre el hombro de Amanda, ella no reacciona ante ese gesto pero le hace feliz sentir la calidez de su contacto en un momento así. Daniel se siente tranquilo ahora, siente que todo estará bien, tiene ganas de dormir ahí y olvidar todo lo demás, cierra sus ojos, su respiración se reajusta y se vuelve calmada, ahora está listo para dejarse ir.

- Mandy.

- Qué.

Hace mucho tiempo que Daniel no la llamaba por ese sobrenombre. Daniel respira hondamente, quiere percibir cada aroma y cada sensación, cuando está completo se siente listo para decirlo.

- Te amo, nunca dejé de hacerlo, y creo que seguiré haciéndolo.

Amanda, después de escucharlo, apoya su cabeza sobre la de él y le responde tranquila:

- Lo sé.

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La luminaria de la ciudad se encendió cuando la luz del día se marchó. París era la ciudad de las luces brillantes. Esta noche, en contraste, unas nubes amenazantes comenzaban a cubrir sus cielos.

Daniel está organizando sus cosas para su regreso a casa el día de mañana. Amanda aparece y está lista para irse. Al verlo, se detiene y se lo comunica.

- Ya me voy, qué te vaya bien, cuídate mucho.

Justo cuando estaba por abrir la puerta, Daniel, sin mirarla, distraído con sus cosas, le dice:

- Sabes lo que estás haciendo?

Amanda, perpleja, le responde.

- Qué, por qué.

Daniel levanta su dedo índice señalando al techo y le dice aún sin mirarla:

- Lloverá.

- Y éso qué

- No querrás mojarte.

Amanda lo mira con una mueca de extrañeza y finalmente le dice.

- Ah, ya me voy.

Ella abre la puerta y cuando ya estaba por salir Daniel se yergue para verla y le dice finalmente:

- Pss, mandinga.

Amanda vuelve a entrar abruptamente y le regaña desesperadamente:

- Qué cosa, qué has dicho, acaso estás loco, quieres morir?

Daniel, sereno, la mira seriamente y le dice:

- No importa cuánto huyas...

Entonces él dibuja repetitivamente un círculo imaginario con su dedo índice y le dice de forma simultánea:

- ...lo único que haces es correr en círculos...y adivina en dónde terminas siempre.

Amanda con los ojos entrecerrados lo mira fijamente sin responder.

- Aquí.- le dice Daniel señalando el suelo.

Amanda finalmente le responde con tono serio:

- Adiós, Daniel.

- Hasta pronto Amanda. Corre muy rápido, a ver si vuelves antes.

Amanda salió rápidamente y Daniel volvió a concentrarse en sus cosas.
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Amanda camina a paso firme y apresurado esperando llegar muy pronto a su alojamiento. Comienza a ventear y posteriormente unas, aún débiles, gotas comienzan a caer del cielo.
"No puede ser, en serio lloverá" se dice Amanda. Llega a la parada del autobús y contempla a las personas que van y vienen.
"Cada persona es un mundo", se vuelve a decir.
Comienza a ventear más fuerte y las débiles gotas de lluvia empiezan a caer en mayor cantidad.
Amanda extiende una de sus manos y recibe en su palma las sucesivas gotas de lluvia. Estas gotas caen también sobre su nariz y sus mejillas. A ella no le gusta la lluvia.
"No querrás mojarte" le había dicho Daniel.

Para cuando el autobús llega, Amanda ya no está allí.
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Daniel está agotado. Se quita su chaqueta de Lacoste y sus zapatos con la intención de ducharse para luego dormir; pero, al acercarse a la ventana de su dormitorio y contemplar la lluvia cayendo sobre la ciudad, se siente demasiado agotado. Se dirige a su cama y se sienta sobre ella, su mente está en blanco y sus párpados se sienten pesados. Daniel se deja caer sobre su cama e inevitablemente cierra sus ojos. Se acomoda a un lado de la cama y apoya su cabeza sobre su almohada. El sonido de la lluvia mece su sueño, y él está rendido.

Después de un minutos, Daniel siente una presencia a su lado, un contacto tibio, y luego una vocecilla le dice:

- No sé cuánto le pagaste al portero pero me dió tu llave. Estás cruzando tus límites, eh.

Daniel escucha entre sueños, y solo puede dejar escapar un sonido vago.

Amanda, no sabe a ciencia cierta qué le depara estando en este lugar ahora, pero se siente como en casa. En el ambiente sólo se escucha el sonido de la lluvia y la respiración calmada de Daniel, ella está a su lado, y puede percibir su aroma suave, su tibieza corporal, y hasta sus sueños. Amanda se reclina y lo observa, está dormido, tiene los ojos pasiva y hermosamente cerrados. Amanda quisiera tomarle otra foto pero ha dejado su bolso de combate en el recibidor. Entonces ella se quita su chaqueta de cuero y sus botines sin hacer ruido. Luego agarra una manta del borde de la cama, la desdobla y la extiende para cubrir a ambos. Cuida de tapar muy bien a Daniel y luego se cubre a ella misma mientras se acurruca al lado de él. Ahora puede sentir cómo el aroma y la calidez de Daniel invaden sus cinco sentidos, es tan acogedor.
"Ah, qué rico huele...es tan suave" piensa ella, entonces decide deslizar su brazo sobre la cintura de Daniel para abrazarlo suavemente. Daniel siente el contacto, y la respiración de Amanda sobre su nuca le hacen crisparse, entonces le dice:

- Baja tu cabeza...

Amanda lo escucha, sabe que Daniel tiene la costumbre de hablar entre sueños, y baja su cabeza para apoyarla sobre la espalda de Daniel. Luego, él desliza su mano hasta sentir la mano de Amanda, coloca la suya sobre la de ella y la presiona contra sí para que lo abrace más fuerte, luego desliza su dedo pulgar sobre el dorso de la mano de Amanda y le dice:

- Te tardaste mucho...

Ella cierra sus ojos, tiene ganas de quedarse allí para siempre y que el mundo siga su curso alrededor, sin importar nada ni nadie...
Amanda entonces le dice en un susurro tranquilo:

- Es mejor tarde que nunca.

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Próximo capítulo muy pronto.
Gracias por leer.
🙂✌️

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