Diciembre del 2000 | Daniel ha vuelto.

Escribe Amanda:

(No olviden que ella todavía tiene la libreta donde escribe sobre Daniel y guarda recuerdos de él. Pohibido el cringe, mi cumpa, porque a tí también te pasará 🤧👉)

Recuerdo bien ese día, aunque no tanto como si hubiese sido ayer. ¿O sí?

Le estaba agarrando ritmo a trabajar en la tienda de ropa de Miriam, la hermana de Daniel. A menudo organizaba las camisetas más de una vez porque nunca terminaba de convencerme la forma en la que las había colocado. Trabajaba todos los días una hora, si no me equivoco, antes de abrir la tienda, era breve pero de mucha ayuda para Miriam, ya que ella estaba ocupada con la organización de su boda que sería ese mes, diciembre… diciembre nunca había sido tan triste y frío como la fue hasta ese día.

Aún recordaba a Daniel, a veces, y sólo a veces, me preguntaba qué sería de él, qué estaría haciendo en esos momentos.

La puerta de la tienda se había abierto de pronto, estaba acomodando otra vez las camisetas cuando lo ví entrar.

Daniel había vuelto.

Había llegado haciendo su aparición de forma tan casual que fue como si nunca se hubiese ido, como si fuese un día normal después de haber corrido huyendo de Andy Gregson, como si viniera a pedirme prestados otro par de CD's.

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— Guten Tag. — saludó con frialdad. ¿Acaso no me reconocía?

No sabía cómo contestarle, en alemán o en español, si lo hacía en español significaría que sabía que hablaba el idioma y que por tanto lo conocía. Es que él parecía no reconocerme, sería raro (?). 

— Guten Tag. — respondí tratando de no sonar tonta, me pareció lo más apropiado, al menos, si es que me reconocía, sabría que había aprendido algo de alemán.

— ¿Se encuentra mi hermana? — preguntó con su voz fría. "Su hermana", si me había reconocido, porque de lo contrario no sabría que yo sabía que él era su hermano. 

— No. — respondí apenas mirándolo, y el español se me salió sin querer — Recién llegará, seguramente en unos minutos.

Él no pareció sorprenderse. Sí, me reconocía, pero…era tan ajeno, tan distante. Afirmó con la cabeza y se fue a sentar en las escaleras. Traía un libro, cuando se sentó lo abrió de inmediato y comenzó a leerlo.

Yo lo miraba de reojo a la distancia. Me fijé en su aspecto, había algo distinto en él… qué era, qué era…

Traía unos blue jeans desgastados, las zapatillas de siempre, y un abrigo demasiado grande para él pero al parecer lo suficientemente acogedor. Además tenía unos audífonos colgados al cuello…

…Sí, se estaba haciendo el interesante sentado ahí leyendo su libro… ignorándome… maldito infeliz… qué dirá pues… qué se creerá pinche v…

— Hola hola, buen día…— Miriam llegó, animosa como siempre y se topó con su hermano. — ¡Daniel! — exclamó emocionada.

— Aquí me tienes.— dijo él con su español desgraciado.

Se abrazaron y murmuraron algo que no entendí.

— Buen día, Miriam. — saludé yo, ignorando la indiferencia, con la mejor sonrisa que pude sacar. Saquenme de aquí.

— Buen día, Amanda.— me saludó ella con ese tono tan amistoso. — ¿Ya viste a Daniel? Míralo…— Sí, ya había visto a ese sonso, y ella me lo mostró como si tuviera que emocionarme por su presencia..

El chico estaba guapo, no voy a negarlo. Tenía algo diferente a la última vez que lo ví y era eso, que se había puesto más…no sé, estaba más lindo, su cabello, su cara, qué sé yo…su pinche actitud medio altanera…pff.

— ¿Ya viste a Amanda? — le susurró entonces Miriam a su hermano, mientras lo rodeaba con un brazo y se lo llevaba a su estudio en el piso de arriba. Sólo ví que Daniel movía su cabeza tipo sin importancia, y luego comenzaron a murmurar algo en alemán que naranjas iba a entender. Los perdí de vista en las escaleras. 

Bueno, amigos, así es la vida. Un día conoces a una persona y crees que puede llegar a ser tu amigo o mínimamente saludarte como buen conocido, y al otro día te topas con que esa persona no te pela en absoluto, haciendo las cosas tan simples: tú fuiste un personaje pasajero y prontamente efímero en su importante y emocionante vida.

Apunta en el diario eso, Mandy.    >>

………………………………………………

PDV (Punto de vista) de Amanda.

Así es, Daniel volvió para la boda de Miriam. Sus padres vendrán la próxima semana.

Mientras pienso en eso y otras macanas, tomo la escoba y le envuelvo un trapo en la punta para poder limpiar las esquinas del techo de la tienda. No, no me siento una persona explotada, me pagan bien por un trabajo de una hora y media. Además me ayuda para desestresarme, y me gano unos quivos para pagar mis pequeños gastitos.

La puerta se abre, otra vez…

Daniel, Daniel, ya no importa quién seas.

— Guten Tag. — saluda, de nuevo con esas parcas ganas…

— Buen día. — le respondo de reojo. Que sepa que él tampoco me importa demasiado.

No responde ni dice nada más, se va corriendo escaleras arriba para ver a su hermana.

Entonces, sigo tarareando las canciones de HIM, debo admitir que me encamoté de Ville Valo, como la "chica básica" que dicen que soy. Tengo algo para decirle a esos que me critican: Muéranse. Ville es genial y HIM es lo máximo. 

A parte, ahora que lo recuerdo, hubo un suceso interesante. La anterior semana, así por casualidad, mientras veía la TV esperando una entrevista de HIM que quería grabar, pasaron un making of de una película sobre adolescentes, la escuela y esas cosas, y ¿quién creen que apareció?, pues sí, el "famoso" Daniel Brühl, casi me caigo del susto cuando lo ví, ahí en la pantalla, hablando de quién sabe qué porque la verdad no entendí ni camotes. Pero era él, todo despreocupado y cansado. Al parecer seguía promocionando esa película (película con la que me pagó el resto del dinero que me debía, pobrecito, equisde (?) ), si no me acuerdo mal se llamaba Schule, y algunos la criticaban por ser una escueta versión alemana de American Pie.

Ya casi es hora de alistar mi salida. Las paredes están limpias y todo está en orden. Hmm, esas camisetas…

Ruidos en la escalera. Alguien baja… Ah, sí, debe ser Daniel. El inalcanzable Daniel, con su polerita blanca y sus blue jeans…y esas pinches zapatillas… y ese cabello…el cabrón se está dejando crecer las patillas, pinche p… Mejor me voy a algún rincón para no tener que cruzarme con él.

Tarde la reacción, él ya me ha visto. Así que hago como que no lo pelo… sí, si quiere despedirse le diré "Que tenga buen día". No, espera, se ha quedado parado al final de las escaleras y ha volteado a verme…se queda mirándome…sigue mirándome (!)…A la miechi, no deja de mirarme. Bien, es mejor que alze los ojos, mis grandes ojos de caricatura. Miro a todos lados, me topo con él, ¿qué le sucede? ¿Por fin es consciente de mi existencia?

Alzo mis cejas, y él comienza a acercarse. Camina despacio sin dejar de mirarme, es como si me estuviera analizando…o qué. Ha llegado hasta mí, yo me yergo y lo miro con desgano. Hace tanto tiempo que no había visto sus pequeños y vivarachos ojos marrones, y esa expresión de lelito que tiene…con sus lunares repartidos por su cara inocentona.

Él lleva su mano a mi mejilla y me contempla con frialdad. Debería crisparme, pero me da igual, así que inclino mi cabeza sobre la palma de su mano, y él inclina también la suya…

— ¿Te gustaría un trabajo más? — me ha dicho. Después de mucho, un mes, ha vuelto.

— Cuánto paga.— le consulto casi susurrando. No hemos dejado de mirarmos fijamente. No, no tengo miedo, no quiero tenerlo.

Daniel retira su mano, se sienta sobre la mesa de la recepción y comienza a explicarme que está ensayando para comenzar a filmar una nueva película este fin de año, es sobre un muchacho esquizofrénico, un papel aparentemente muy importante para él y su carrera, y que al parecer le está quedando grande; sin embargo, él no tiene intenciones de rendirse y ha estado estudiando mucho sobre el caso. La anterior semana, mientras todavía estaba en Colonia, había conocido al amigo del director, en quien éste se había basado para el personaje de Daniel. El joven en cuestión sufría de esquizofrenia, y hablar con él hizo que Daniel buscara por todos los medios lograr una interpretación creíble que no resulte como una parodia de la condición de dicha persona. Ahora necesitaba ensayar su parte, y ahí entraba yo, él quería que lo ayude a ensayar sus diálogos, según él, sentía que lo necesitaba.

¿Cuánto me ofrece? Pues la mitad de lo que gano en la tienda, a pesar de que el tiempo en cuestión era más amplio; pero, me trae otra ventaja: practicaría y mejoraría mi burdo alemán. Además de un sandwich submarino cada día, jugo incluído.

No sé si yo estaba haciendo una buena negociación pero, en fin, acepté. Lo único que me faltaría ahora sería ver qué le diría a mi hermana para no alarmarla demasiado, porque tenía que ir a la casa de Daniel y… "Uy miren, una chica con un chico en su casa a solas. Alerta, alerta". Además estaba el hecho, increíble, de que mi hermana no conocía hasta el momento a Daniel. Habrá escuchado que me refería a él solo como el hermano de Miriam, y la verdad creo que no tenía un buen concepto de él debido a ese trágico suceso de cuando el genio se cayó sobre mí y todo el mal rato que eso conllevó.

Creo que era momento de que mi hermana conociera a Daniel en persona, pero cómo iba a hacerlo…y luego, cómo haría con ésto de el trabajito que me había conseguido con él.

Piensa, Mandy mandarina, piensa.

…………………………………………..

¿Las cosas no tienen que ser tan difíciles, verdad?

Bueno, tal vez un poquito.

Pero, como yo soy Amanda Iris García Espinal, siempre encuentro una solución para todas las adversidades. Wiiii. 

Y como Daniel, es Daniel César Martín Brühl González etc., pues siempre terminara c*gando mis planes.

El brillante Daniel Brühl apareció en la puerta de mi humilde morada y ante mi hermana para presentarse él solo y soltar toda su perorata acerca de la contratación que había realizado conmigo. 

Juro que quise morir ese día.

Lo bueno de Daniel es que es un chaval convincente y simpático, seguramente porque es actor (?) y, gracias a Dios, logró convencer a mi hermana para dejarme trabajar con él. Y, gracias a Dios again, tuvo cuidado de mencionar que nuestros ensayos serían en el Volkspark Friedrichshain, y no en su casa. Mentirosito el cabrón.

Y vivillo el chaval.

Ahora estamos camino a su casa en mi primer día de trabajo junto a él. Estamos sobre nuestras respectivas bicicletas yendo con silencio e indiferencia.

Entonces llegamos a una cuesta…Ah, Dios, no me gustan las cuestas… No pue-do su-birlas… Me detengo apenas en el comienzo de la pendiente y me bajo, lo menos torpemente, de mi bicicleta. Como sea, Daniel se ríe de mí cuando me ve empujando mi bici por la cuesta ante mi incapacidad de poder pedalear sobre ella. Al parecer él sí puede subir las cuestas pero igualmente se detuvo para ver mi desgracia.

— Hay maña para subir las pendientes, no es tan difícil, sólo tienes que practicar. — me dice divertido mientras se baja de su bicicleta y comienza a empujarla al igual que yo, cuesta arriba.

— ¿Y por qué no continuó? — le pregunté mirándolo de reojo.

— Porque ya había perdido el impulso cuando me detuve. Matemáticas, eh…

— ¿Matemáticas? Física.

— Lo que sea. Mira, aprende. — dijo subiéndose de nuevo a la bicicleta — Tienes que estar erguida, los pies firmes sobre los pedales, un poco de iniciación hacia adelante, y tomar impulso antes de comenzar la pendiente…

Y bla bla, me hizo volver unos metros atrás, para volver a subir la cuesta. No sé de dónde se empeñó en que tenía que lograr subir esa pinche pendiente. Bien, pues casi casi lo logro, pero me terminé deteniendo poco antes de llegar a la cima. Daniel me dió sus palabras de aliento y me dijo que con los días terminaría por lograrlo sin mucho esfuerzo. 

De pronto sonó me beeper, con ese pitido agudo que ensordece a los seres vivientes. 

— Tienes un beeper — observó Daniel riéndose. 

— Sí — le dije con orgullo — es de Coca Cola, mire. — le mostré mi pequeño aparato — Lo obtuve por una promoción hace varios años. 

— ¿No tienes un teléfono móvil? 

— También, pero no tiene mensajería. Mi hermana prefiere mandarme mensajes a mi beeper, sale más barato. — le respondí mientras revisaba el mensaje que me había llegado. Era de mi hermana, como siempre, y quería saber si ya había llegado al parque de Friedrichshain, pero no sabía que estaba camino a la casa de Daniel, sufriendo su compañía. 

— Dile la verdad — me dijo Daniel cuando le dije sobre el mensaje de mi hermana — Al final siempre es la mejor opción.

— Y entonces por qué no se lo dijo usted.

— ¿Querías que lo dijera? De seguro hubieras terminado golpeándome. Pero, está bien, tienes razón, ya eché la situación por la borda.

Llamé a mi hermana y le mentí, diciendo que había llegado al dicho parque, pero la verdad era que estaba bien y no tendría que preocuparse tanto por mí. Sabía cómo defenderme.

— ¿Cuántos años tenías? — preguntó de pronto Daniel. Ya solo faltaban unos pocos kilómetros para llegar a su casa (la de su hermana).

— Veinte. — respondí a secas.

— Espera, no… — sabía que se estaba haciendo el interesante, el que no se acordaba de mi edad — … Creí que tenías menos…tal vez 19 o 18…

— Si sabe mi edad para qué me pregunta. — le reclamé.

— Cómo sea, en qué momento cumpliste 20.

Lancé un bufido. ¿Por qué Daniel siempre me terminaba sacando de onda?

— Bueno, mire, en poco menos de dos semanas cumpliré 20. Así que prácticamente ya tengo 20. Por eso le dije esa edad.

— Espera, ¿cumplirás años dentro de los próximos días?. Oh mon Dieu, tengo que buscarte un regalo…

— ¿Qué? — fruncí mi entrecejo — Claro que no tiene que hacer eso…

— Lo haré, me gusta regalar cosas. Dime, qué cosas te gustan…a qué dedicas tu tiempo, tus pasiones…

Me eché a reír. Oh, dios… ésto se iba a poner mejor de lo que había creído…

— Vamos, dímelo… — insistió él.

— A ver, actualmente mi vida social es prácticamente nula. No conozco prácticamente a nadie en esta ciudad más que a su hermana y…a usted. Solo tengo a mi hermana. Y … pues…

— Que…

— …pues…pues escribo FanFics.

— ¿Ah sí? — y no tardó en reírse.

— Sí. — me planté con orgullo — Lo hago.

— Y sobre qué… — tenía una voz muy suave y agradable el cabrón.

— Pues, sobre un cantante. Mi artista favorito.

— Y quién es.

Por qué era tan curioso. Qué ganaba indagando en mi persona.

— ¿Ha escuchado sobre una banda llamada H.I.M.? ¿Ville Valo?

— Hmm — lo pensó — La verdad no. Entonces escribes sobre él. Y…

— Y lo publico en un foro. 

— Que tierno.

— ¿Tierno?

— Sí. Dime, ese cantante de qué país viene.

— Finlandia.

— Oh, no está muy lejos. 

— De hecho ha hecho un par de entrevistas en vivo en la MTV alemana…— añadí.

— ¿Ah, sí? Perfecto, lo tengo. Tengo contactos en esos medios. Ya sabes, por mi profesión, mi padre también se mueve por esos círculos y tiene muchos conocidos…

— Espere, qué está queriendo decir…

— Ese será tu regalo de cumpleaños. Te conseguiré algo con ese tal Villi Valini.

— ¡Ville Valo!

— Ése. Qué tal.

— Dios, no sé qué decirle. — le dije con desgano — Sólo le diré que no tiene que hacer nada de eso. No exagere.

— Subestimas mis habilidades.

El chaval estaba loco, y me descolocaba cada vez más.

Por fin llegamos a su casa. Por fin llegamos a su sala…

Por fin.

Me mostró la copia del guión que traía consigo, y luego me la explicó. Se había tomado la molestia de traducir la escena que íbamos a practicar. Después de plantearme la situación, comenzamos.

En la escena, Lucas (su personaje) había despertado oyendo unas voces despectivas y entonces su hermana (que en este caso la haría yo) entraba en su habitación para ver cómo estaba. Hablaban poco y le ofrecía una taza de café. Mientras ella hablaba, Lucas todavía podía escuchar las voces.

Traté de actuar lo más decentemente que pude sin echarme a reír o quedarme en blanco para no pasar la vergüenza más grande de mi vida. Y Daniel…vaya, la verdad…la verdad me impresionó.



Nunca lo había visto actuar antes. Pensé que sería como como cuando veía a Andy ensayar sus roles, pero fue algo distinto, él era distinto. Tenía una forma diferente…

Se ponía serio, se veía demasiado comprometido con lo que estaba haciendo. Simplemente no parecía él mismo. 

Tal vez comencé a querer a Lucas al final del día. 

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Al día siguiente llegué a su casa por mi cuenta. Estaba haciendo mucho frío, me hundí en mi abultado abrigo de oso y llegué a su puerta sintiendo cómo la punta de mi nariz se congelaba. No había dejado de nevar desde hace un par de días.

Pinche invierno.

Pinche Daniel que tardaba en abrirme.

— Hey, ya bajo. — me dijo desde su ventana. 

— Apúrese…— protesté.

— Cálmate…— rezongó él. 

Me abrió y corrí hacia adentro. Gracias a Dios tenía una estufa y adentro todo estaba más cálido. Me libre de mi abrigo y me tiré al suelo.

Scheiße… bist du verrückt.

— Oiga, no me hable en lenguas…

— No son lenguas, es la lengua que tienes que aprender. Vamos, dime algo en alemán. — me dijo sentándose a mi lado.

— ¿Algo? — OK, estaba comenzando a sudar, me tomo desprevenida.

— Sí, por ejemplo… Quién eres. Tú nombre, edad, ocupación, pasatiempo, gustos…En alemán.

— Ah…Ah… — traté de recordar todo lo que había estado tratando de aprender…no no…¡No!. Y por qué Daniel no quitaba sus ojos de mí. — Mein Name ist Amanda. — Él asintió sin dejar de mirarme — Ich bin 20…jah…jahre…

— Ajá…

— …jahre…alt.

— Und…

— Und… Ich… Ich… — dios, sácame de aquí. Presioné mis manos sobre mi abdomen y me quedé clavada contra el piso …en blanco… — Cómo se dice "estoy trab…"

— Nein. — me interrumpió— Sag es auf Deutsch.  Sag: Wie sagt man…? — se puso serio.

— Wie…

— "Wie sagt man…?"

— Wie sag…

— Sagt.

— Wie sagt man (?)

— Ja…

— Wie sagt man…"estoy trabajando en una tienda de ropa"?

— Ich arbeite in einem Bekleidungsgeschäft.

Lo miré con los ojos en blanco. No, era demasiado para mí. 

— Aaahhh, por qué es tan difícil… — me lamenté tapándome la cara con las manos. 

— No es tan difícil. Además tú eres muy inteligente, sólo tienes que darte un tiempo para practicar. Tienes que tener disciplina, ponerle empeño… — me decía con su voz suave.

Mi hermana me había dicho lo mismo pero con su carácter estricto de siempre. La verdad, no le estaba poniendo empeño a aprender Alemán pero…pero…OK, no hay peros…PERO.

— Mira, ten, lee ésto. — dijo él de pronto, pasándome el guión que íbamos a ensayar. — Vamos, léelo, en voz alta.

Seguía echada sobre el piso, no, no quería desclavarme de ahí. Comencé a leer de forma insegura. Estoy casi segura de que cometí más de un millón de errores en la pronunciación.

De pronto, Daniel se echó a mi lado y clavó sus ojos marrones, intensos, sobre mí. No necesitaba verlo para saberlo, me concentré en la lectura pero sentir sus ojos clavados en mí no me estaba ayudando… M*rda que estaba sudando peor que en verano. ¿Dónde quedó la nieve?

Terminé, finalmente, mi torpe lectura. Suspiré clavando mi mirada en el techo y colocando el guión sobre mi pecho. Daniel todavía estaba mirándome, Dios, qué le sucedía…

Bien, me armé de valor y giré mi cabeza para verlo a los ojos.

Nos quedamos mirándonos. Y una sensación, como un piqueo, contrajo los músculos de mi abdomen. Llevé mi dedo a su bonita nariz y le dí un toqué susurrandole:

— Qué le sucede…

Entonces él se echó a reír sin dejar de mirarme. Tenía una risa graciosa, pero…era linda. Creo que era linda.

— Oiga, qué le sucede… — reclamé.

De pronto él se irguió y me dijo:

— Cuándo dejarás de ustearme.

— No lo sé. Esas cosas no se fuerzan, sólo suceden y ya. Tenga paciencia.

— Mira detrás del guión. — me dijo.

Tomé el papel y le dí la vuelta. Ahí estaba su traducción. Al parecer el día de hoy rolearia de su amigo, o algo así. 

— Lucas está dudando sobre sobre si dejar de tomar su medicación o no. Entonces, en un parque, él y el compañero de piso de su hermana, tienen una charla al respecto. — Me explicó — ¿Vamos? 

Me levanté del piso y me puse a su disposición.

Otra vez me impresionó con su actuación.

Los próximos días era lo mismo. Una vez lo sorprendí ensayando un monólogo de su rol, me quedé estupefacta ante la forma como…como actuaba, era… era totalmente creíble, realmente parecía otra persona y…no sé de dónde encontraba el valor para expresarse de esa manera. Era increíble.

Sí, se había ganado mi respeto, tenía que aceptarlo.

No sé exactamente cómo, o tal vez sí, pero comencé a buscar sus películas, es decir, las películas en las que había actuado antes. Tenía mucha curiosidad sobre él. Al final conseguí un par de ellas y luego, como por arte de magia, apareció en la TV en una película de televisión y…¡Cantaba! ¡Daniel cantaba!. 

No tenía idea de que él sabía cantar. Nunca lo imaginé de esa forma. Su voz era tan suave y agradable…

Se lo comenté y él se ocultó de vergüenza. Eso fue muy extraño pero gracioso. Luego me contó que esa película, Hin und Weg, la había dirigido su padre, y eso me pareció muy conmovedor. También que se había sentido muy cómodo actuando junto a su mejor amiga, Katharina Schüttler. La había conocido cuando ambos eran casi niños en una película de TV, e incluso llegaron a hacer un pacto de amistad en el carnaval de Colonia cuando tenían 15 años. Eso me me tomó por sorpresa, no me había imaginado algo así cuando ví la película aunque sí estaba intrigada por esa química especial que ambos tenían, y claro, sentí curiosidad por ella. Al parecer, Katharina, seguía progresando en su carrera como actriz allá, en Colonia. Finalmente, pues, Daniel tenía muchos amigos en el medio. Durante las 10 películas y 6 series en las que había participado, no importa la grandeza de su rol, había logrado adentrarse exitosamente en ese círculo cinéfilo de las jóvenes promesas alemanas.

Y ahora, ahora iba por más.

— Por favor, dime que no has estado buscando ver mi historial filmico. — me dijo, aún apenado — Porque, en serio, hay algunas cosas que no quisiera que veas.

— Ya lo ví cantando.

— Esa es una de ellas.

— Nah, pierda la pena. No es nada malo. Además, creo que es genial…

— Sabes qué…

— Qué.

— Quería decirte que ya sé quién es tu amor platónico.

— Mi… qué. — me desconcertó un poco.

— Sí, Ville Valo, el de HIM. Me lo dijiste la anterior vez…

— Ah, sí…— seguía desconcertada.

— Lo recordé el otro día. Estaba pensando en dónde había escuchado ese nombre… Los ví una vez, a finales del año pasado, en Colonia, en el estreno de esta película de ficción…13th Floor.

— ¡13th Floor, sí! — Ahora estaba emocionada. Me hubiese gustado mucho estar en la presentación que HIM hizo en el estreno de esa película, porque tocaron Join me en acústico, y todos decían que fue hermoso. 

— Ellos son lo que tocan esa canción… Join me, si no me equivoco, para esa película, ¿verdad?

— ¡Sí! — y me dejé caer sobre el sofá.

— Sí, fuí al estreno…con mi hermano. Fue una gran película. — Entonces me miró — Él canta bien…

— Lo sé — sonreí como tonta.

— …pero me da miedo. ¿Por qué te gustan los tipos lunáticos? — sonrió

— No es un lunático.

— Y siempre los defiendes. — se paró y, con una sonrisa, me señaló — Tú me das miedo.

— ¿Qué? No exagere.

Y entonces se echó a reír. No entendía por qué todo el tiempo se andaba riendo. Yo no estaba riendo, no tenía cara de payasa… Demonios. 

Ese día nos tocaba una escena fuerte, tanto que me había dado la parte del guión un día antes para que me prepara para la situación. No, no iba a besarme, gracias a Dios. Era algo peor…iba a golpearme.

OK, estoy exagerando.

Bueno, no iba a masacrarme, tan sólo íbamos a tener una discusión… "física". Es que Lucas ya había dejado su medicación, su hermana se lo reclama y él cree que ella es parte de una conspiración en su contra, y entonces… bueno, habría algunos jaloneos.

Primero, Lucas (Daniel) me tomó de la mano (se sintió raro) y me llevó hasta la ventana para mostrarme que había una conspiración en su contra. Siguiente escena: de pronto, Lucas levanta su mirada hacia mí con severidad cuando le ofrezco que tome su medicación, entonces retira de un golpe la pastillas y toma mi cabeza entre sus manos (OK, no importa cuánto me haya preparado para esa escena, j*der tengo miedo(?) ) me sacudió y me acercó hasta su furioso rostro (rayos, el corazón me late muy rápido). Corte de la escena.

Daniel no ha vuelto, sabe que no es el momento aún. Se da la vuelta y vamos a la otra escena. Esta vez yo soy quien toma su cabeza entre las manos y trato de calmarlo. No funciona. Siguiente escena: Lucas me jalonea el cabello y luego hunde mi cabeza debajo de sus manos, yo grito y protesto (un poco fingiendo, un poco porque nadie jamás me había hecho algo así, ni mi mamá). Bien, aquí viene la escena ruda: Lucas me voltea al piso y se coloca sobre mí, forcejeamos porque está tratando de someterme (bien, ahora sí, renuncio, ésto es mucho para mí. Podría defenderme, sé tácticas de defensa, pero se supone que ésto es es de mentiritas, pero es muy rudo, sé que Daniel está tratando de no lastimarme pero… No puedo evitar sentir ciertas cosas…). "¿Aún eres mi hermano?", le pregunto (en mi terrible alemán), y él acerca lentamente su rostro hacia el mío, no deja de mirarme fija y perdidamente… Se acerca más y más… (Dios, mi corazón se saldrá del pecho, me está comenzando a faltar el aire…Nunca había estado tan cerca de él, puedo sentir su respiración, y esos ojos mirándome fijamente… Esto es muy raro, no sé qué me sucede) …Se acerca hasta casi poder besarme, y no sé por qué pero creo que lo hará. Creo que va a besarme. 

— Corte. — susurra él de pronto. Y yo estoy petrificada.

Hasta que el ruido de la puerta de entrada hace eco en ese silencio incómodo. Era la hermana de Daniel, llegando de imprevisto (gracias a dios). Lo malo es que nos encuentra en esta posición incómoda (qué mal).

Pasaron unos buenos minutos para que Daniel convenciera a Miriam de que no estaba abusando de su posición de empleador conmigo, y yo traté de ayudar asintiendo tranquilamente mientras bebía un jugo de caja con mi cara risueña. Finalmente, creo que ella se resignó pero con disconformidad. 

Los próximos días, sentí que había algo diferente...no podría decir exactamente qué. Solo sentía algo distinto. Veía a Daniel de una forma distinta...

………………………...

Hoy no estaba nevando tanto como ayer o anteayer. Bostece mientras me veía en el espejo y…ay no. Me salió un gran mocho en la barbilla. Hace un tiempo que venía haciendo un tratamiento porque me habían detectado que tenía el síndrome del ovario poliquístico. Con el tratamiento hormonal había estado bien todo este tiempo. Aún tenía sangrados un poco excesivos durante mis menstruaciones pero podía sobrellevarlo. Además tenía que seguir una dieta estricta y hacer ejercicio. Debo confesar que me da flojera hacer ejercicio, y que lo único que quiero es dormir todo el día, comer mucha comida chatarra, y escuchar música como si no hubiera un mañana.

Pero, así es la vida. Y antes del tratamiento, padecía un terrible acné. Ahora me salen cada cierto tiempo un buen par de mochos, pero hoy…¿por qué hoy?. ¿No podía ser el fin de semana? Hoy tengo que ir donde Daniel y no quiero que me vea … así… 

Suelto un bufido y me desordeno el cabello. Tomo aire y me meto a la ducha. Cuando termino y me visto, voy al armario de mi hermana y encuentro su maquillaje, sí, sé que nadie te recomienda que te coloques maquillaje sobre el pinche grano pero qué podía hacer. 

Veo que también tiene un lápiz labial, hay uno que no usa porque según ella no le va con su tono de piel. Ella es más morena y bonita que yo. Paso el lápiz labial sobre mis labios frente al espejo y me veo…me rió, yo no suelo maquillarme, ni siquiera tengo mi propio maquillaje. Dios, qué poco "femenina" que soy. Pero si me maquillara…si hoy me arreglara el cabello de una manera casual pero atrevida…si me colocara estas sombras púrpuras o rojas sobre mis párpados, y me delineara los ojos…las cejas… Quiero ver cómo me vería. Quiero verlo.

Para ambientar el momento le subo el volumen a Your Sweet 666 de HIM.

Finalmente lo hice, está raro pero lo hice, recordé todo lo que había visto sobre maquillaje en mi vida y aquí estoy. Me contemplo al espejo y wow…creo que me veo bien. Me gusta. "Hola chica bonita, de ojos grandes como caricatura, grandes y tiernos. Estas guapa, eh, a ver sonríe… esos dientes de conejo tan grandes… mejor abre un poco la boca… así, qué sensual…" Oh, Dios, creo que quiero besuquearme hasta el amanecer, bueno, ya habrá tiempo para éso. 

Qué tal si Ville me viera así, ¿Le gustaría?. No, creo que a él le molan más las chicas góticas. ¿Y a Daniel? ¿Si el me viera así, qué pensaría?. Puedo imaginar sus ojos…como ayer, cuando estaba tan cerca… Cierro mis primos ojos y lo recuerdo, trato de imaginar que puedo llegar a su casa maquillada así, con un atuendo rebelde… podría ponerme esos botines, esa camiseta, esos pantalones Capri…y el cabello suelto … Él se quedaría anonadado, se ruborizaría, y … descubriría que yo le gusto, y tal vez…tal vez me coquetearía, y luego…se acercaría y … ¿Un beso?. Pero yo me negaría y entonces…"

El beeper y su sonido mata ardillas otra vez.

Es mi hermana, como siempre, quiere que la llame cuando llegue "al parque" y cuando llegue a casa. Lo haré lo haré.

 I welcome your sweet six six six in my heart — canto, y comienzo a desmaquillarme. Bueno, sólo me dejo la base y le bajo al delineado, ah y adiós al lápiz labial. OK, sólo un poco, para darle color a la vida. Je(?).

P.D. Espero no verme chistosa.

Mi ropa es la de siempre. Cuando estoy colocándome mi gran chamarra de oso, suena mi teléfono móvil. OK, eso sí es muy raro.

A la chuchis, es Daniel… Nadie nunca me había llamado (a parte de mi familia) a mi teléfono móvil…Oh, me siento tan popular…

— Hola.— contesto sin dar muchos aires de importancia.

"Guten Tag…"

— Ah, "Guten Tag…"— repito con fastidio.

"¿Hoy puedes venir al Volkspark Friedrichshain?"

— ¿Ahora sí es de verdad?

"Sí, ¿vienes?"

— Sí, en qué parte…

"En la fuente de los Cuentos de Hadas, como la primera vez"

— Bueno. — "la primera vez" recordé.

"OK, bis bald, tschüss" 

Colgó. Bien, ahora tenía que ponerme en marcha.

Mientras caminaba por la fría calle me iba preguntando por qué Daniel querría que ahora nos veamos en el parque.

………………………………..

En el parque, Daniel quería que le diera mi observación acerca el monólogo de su personaje. Y ni reparó en los nuevos detalles de mi rostro. Estaba muy abrigado, su piel estaba pálida haciendo que sus rasgos destacarán aún más. Tuve muchas ganas de tomarle una foto. Se echó sobre un banco y yo me apoye sobre el respaldo para observarlo.

— Cuando tenía 15 años, tenía un viejo reproductor de video Panasonic en casa y casetes con películas clásicas, principalmente de la colección de mis padres. — me dijo de pronto, con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados— Empecé a ver películas clásicas de los años 50, 60 y 70 con todos estos tipos geniales como Alain Delon y Jean-Paul Belmondo. Vi cómo hacían películas clásicas eternas y me dieron ganas de estar en la industria del cine, hacer películas, ser actor. 

— ¿Cuál era su película favorita? — le pregunté con letargo.

— "Rocco y sus hermanos", me impresionó cuando la ví en aquellos años. Recuerdo que quería parecerme tan cool como a Alain Delon — rió — No estoy seguro de haberlo logrado.

Me quedé en silencio observándolo. No me miraba y entonces podía fijar mi vista en cada uno de sus detalles.

— En estos días he estado tratando de actuar como Lucas en varias partes de la ciudad. Es increíble cómo la gente no tarda en definir tu desvarío…

— Lo está haciendo bien. A mí me parece demasiado convincente, y cuando vuelva a Colonia seguirá ensayando…

Traté de animarlo el resto de la jornada, incluso terminamos sentados uno al lado del otro armando unos tiernos muñequitos de nieve. 

— ¿Específicamente cuándo es tu cumpleaños?

Estaba interesado en mi cumpleaños, eso me halagaba, y no podía negar que me emocionaba la idea de que iba a regalarme algo especial ese día.

— El...17 de diciembre — dije tratando de enfocarme en mi muñeco de nieve.

Daniel dejó escapar un risa suave, y señaló que al día siguiente de mi cumpleaños sería la boda de Miriam. Asentí, tal vez un poco aliviada (o tal vez apenada) porque él permanecería aquí hasta ese día... luego se marcharía.

— Hoy es nuestro último día. — dijo de pronto, alejando las manos de su muñeco. Mi corazón se detuvo ¿Por qué no me había dado cuenta? Los días habían pasado muy rápido y era verdad, hoy era mi último día de trabajo junto a él. — Y tengo algo para ti. 

Voltee para verlo y ví cómo sacaba un papel del bolsillo interno de su chaqueta. Me lo alcanzó y dijo:

— Como quedamos, deposité tu pago en la cuenta de tu hermana. Este es el recibo, puedes quedártelo.

Sí, lo comprobé. Ahora tenía dinero extra. Creo que por primera vez en mi vida sentí que el dinero no era tan importante... Sí, suena absurdo porque todo gira con dinero pero...no, la verdad no todo, hoy no, no para mí, hoy no...

— Gracias. — fue lo único que dije.

— Mira mi obra de arte — dijo él con entusiasmo, mirando a su muñeco de nieve.

— Mire el mío.— le dije señalando mi muñeco con orgullo.

— El tuyo está gordo y da miedo. El mío tiene porte, y se ve amistoso...

Tome una bola de nieve y lo aventé contra su muñeco. Lo hice sin pensarlo, y me arrepentí de inmediato. 

— Pero que cabrona eres...! — exclamó con incredulidad. Y tomó una bola de nieve dispuesto a pegarle a mi muñeco, pero a último momento decidió lanzarmela a mí.

Lancé un chillido ensordecedor que desajustó la cara de Daniel de inmediato. 

— Eh, qué exagerada eres. Además t...— no le dejé terminar. Le lancé una bola de nieve en su cabeza. —... ¡C*jones, éso duele! — protestó, y no tardó en devolverme la bola de nieve contra mi cabeza, tengo buenos reflejos así que sólo rozó un lado de mi cara.

Me lancé sobre él y forcejeamos un rato. Él me insultaba en alemán y yo en castellano; la diferencia era que él sí me entendía, pero yo no.

De pronto comenzó a reírse, y me dí cuenta que era porque le había tocado las costillas.

— ¡Ajá, es cosquilludo! — le dije con triunfo y malicia, y él se puso serio...

— No, no, por favor...— suplicó, con su carita dulce que podía derretir cualquier corazón; pero yo sabía que era tan buen actor...

No le tuve piedad y le hice cosquillas sometiéndolo contra el césped cubierto de nieve. Y él no dejaba de reírse, parecía que iba a morirse de la risa, y ya ni podía suplicar que me detuviera. Aún así encontró las fuerzas para apartar mis manos y yo, que también estaba exhausta, me dejé caer a su lado.

Respiraba agitado cuando le pregunté:

— Por qué me dió el trabajo...

— Qué...

— El de ayudarlo con sus diálogos. Sé que no es rico, apenas sobrevive con lo que le pagan, y aún así me pagó... Es decir...

— Esas cosas no se cuestionan — señaló — Cuando recibes tu remuneración por un trabajo honesto, lo recibes y ya.

— Eso no es cierto...— protesté.

— Eres muy cansona, deja de preguntar babosadas. — replicó con su tono dulce.

Lo miré en silencio.

— Bueno, si quieres una respuesta podría ser que... invertí en tu amistad. — dijo él de pronto.

— Invirtió en mi amistad...

— Sí. Y eso es porque me caes bien, en parte, y en parte también porque tal vez aún me siento avergonzado por el papelón que hice aquella vez... — no dejaba de mirar el cielo gris — Además, fue un buen trato. Me ayudaste mucho con mi rol y a cambio te dí un pequeño pago, casi como una mesada, y... practicaste alemán, tu pronunciación mejoró...y...¿nos llevamos bien, verdad?

Giró su cabeza para mirarme, pero yo me levanté de inmediato porque ya no me sentía capaz de verlo a los ojos.

— Sí, tiene razón. — le dije solamente. 

— Espera, qué te pasó en el rostro...— me dijo todo asustado, y yo me petrifiqué. ¿Qué había sucedido? — No te toques, espera, quédate quieta. — sacó un pañuelo desechable y se acercó a mí para limpiarme con cuidado el extremo exterior de mi ojo izquierdo. — Ya está. Se te corrió el maquillaje, debió ser por la bola de nieve que te aventé, disculpa.

Realmente me apené demasiado. Finalmente había reparado en mi maquillaje, pero no de la forma que yo hubiera querido. Pero al final sonrió y y se levantó para tenerme la mano y decirme:

— Dame tu mano. 

Yo dudé y acerqué mi mano a la suya. Sí, sabía que podía asustarlo porque mi mano era muy fría, pero él no se veía incómodo. Tomó mi mano y luego, señalando a nuestros horribles muñecos de nieve, dijo con un tono épico:

— Contempla nuestra creación.

La contemplé con una ceja levantada. No era algo conmovedor.

— Se ven horribles... — musité.

— No digas eso de nuestros hijos...— reclamó él con fingida ofensa.

Fruncí mi entrecejo y le lancé una mirada de extrañeza. Entonces solté su mano y fuí hacia los muñecos. No lo dudé ni un segundo para comenzar a pisotearlos, hasta salté sobre ellos.

— ¡Filicida! — exclamó Daniel, fingiendo dolor. — ¡No! — y si hubiera podido se habría rasgado las vestiduras. — Mi corazón...me dará algo...Ah... — se presionó el pecho y se dejó caer sobre la nieve.

Estaba muerto.

No importó cuántas bolas de nieve le aventara encima, Daniel no reaccionó. Tuve que arrastrarlo, enfuruñada, sobre la nieve hasta que me dije en voz alta:

— M*rda, qué estúpida soy. — y me acerqué a él para comenzar a hacerle cosquillas.

— ¡Ah! — exclamó Daniel, por fin, resucitando de entre los muertos — Detente...Basta... — suplicó riéndose.

— Es un...¡sonso! — le dije lanzándole una bola de nieve en su pecho. 

— Qué, un qué...— preguntó aún sonriendo, con sus ojos bien abiertos.

— Lo que sea. Ya muévase...— le dije dándole un suave patada — quiero ir a comer, tengo hambre...

— Nah...

— ¡Muévase! — le reclamé volviendo hacia él para hacerle cosquillas y darle algunos golpes suaves.

— Auxilio...quiere matarme...ayuda... mató a sus hijos y ahora quiere matarme... — se lamentaba.

No sé cuánta gente a los lejos pudo haber escuchado sus lamentos pero estuvimos así hasta que dejó de hacerse el payaso y nos fuimos caminando hasta mi casa. Él andaba riendo de aquí para allá. Esa estúpida y hermosa sonrisa no se quitaba de su rostro. Sentía que había momentos en los que él estaba a punto de saltar y dar volteretas en medio de la calle.

No sé por qué pero tenía ganas de abrazarlo para contenerlo, o tal vez...tal vez solo quería abrazarlo, sólo eso.

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Había una extraña emoción dentro de mí. Se notaba en mi cara, estaba contenta, pero emocionada...y no sabía por qué.

Había otra película de Daniel que quería ver. Me sabía de memoria sus apariciones, y me sentía extraña cuando lo veía en persona porque él era un tanto distinto a los personajes de sus películas. Era tranquilo, tenía algo...suave. Y su actitud dejaba mucho que desear...bueno bueno, no quiero justificar lo injustificable.

Se llamaba Deeply, la película en la que Daniel actuó a comienzos de este año. Era sobre una chica deprimida porque su novio había fallecido en un accidente cuando estaban juntos. Ese novio era Daniel, el cual solo aparecía en los recuerdos y los sueños de la mencionada chica. 

Bueno, vamos a admitir dos cosas: Primero, lancé un suspiro cuando ví las escenas en las que la muchacha besaba a Daniel, porque había visto esa cara en él esta mañana, cuando sonreía... Y, mientras veía cómo él se dejaba besar por ella, no sé por qué...quise saber qué se sentiría...besarlo. Fin de esa primera confesión.

Segunda confesión: lloré al final de la película, lloré como si yo hubiese sido la que perdí al novio. Y esa banda sonora con los violines y demás... La historia trágica, Kirsten Dunst llorando por el novio en la historia paralela, la otra chica llorando por Daniel en medio de la nada... Y yo ahí llorando en mi cama...

Qué bien que mi hermana tardó en llegar por la noche. Al menos pude disimular mis ojos hinchados.

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Entonces aquí estamos, sin poder dormir, en medio de la oscuridad, con la cabeza pegada a la almohada; y, sin dejar de pensar en... Daniel en el parque, en las películas, en esos besos de pantalla, en su risa...tengo que admitir una tercera cosa:

Me gusta Daniel Brühl, y creo que demasiado.




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N

.A.
Gracias por leer, espero que te haya gustado ☺️. Ya vuelvo.

 

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