Capítulo 4: Blackswan
Y te convences de
que mereces la mierda
que te dan, hasta que
aparece algo mejor y
dices "realmente esto es
lo que merezco,
no menos"
{Lila Bell}
Una chica delgada de cabello rubio salió de la mansión Kane, me acerqué a ella por detrás y le inyecté en el cuello Midazolam, sostuve su cuerpo adormilado y lo acomodé detrás del contenedor, me quité los guantes y tiré estos junto a la jeringa.
Le quité el pase a la mansión a la sirvienta, acomodé mi traje de servicio y entré a la mansión mezclándome entre las demás personas del servicio, según había estado investigando a esta hora la casa debería estar solo habitada por los sirvientes.
Tomé unos utensilios de limpieza y subí las escaleras hacia los dormitorios, abrí varias puertas hasta dar con el dormitorio de los señores Kane, entré al lugar, cuidadosa y miré alrededor para localizar la caja fuerte.
La puerta fue abierta y me quedé congelada de espaldas, nerviosa por la persona que acabase de entrar.
—¡Joder tía que susto! Pensé que mamá me pillaría —me volteé y observé como la hija mediana de la familia entraba al dormitorio de sus padres.
Su cabello castaño caía lacio hasta la mitad de su espalda, vestía un elegante vestido corto que se ajustaba a su delgado cuerpo y sus tacones negros repicaban contra el suelo a cada paso que daba. Su rostro estaba cubierto por maquillaje y tenía una expresión de superioridad.
Estúpida niña rica con complejos de princesita.
—Tú sigue trabajando y no le digas a mis padres que me viste aquí o te irá muy mal cariño —asentí de mala gana fingiendo que limpiaba mientras la miraba de reojo.
La chica apartó un cuadro de la pared revelando la caja fuerte, marcó la numeración de la contraseña y la memoricé "231-334". La niña malcriada sacó un fajo de billetes y lo echó en su bolso para luego cerrar la caja fuerte, volver a poner el cuadro en su lugar y salir de la habitación como si nada.
Sonreí yendo hacia el cuadro, me agaché recogiendo el pendiente que se le había caído a la chica y lo coloqué con cuidado sobre la mesita de noche de forma que fuese visible.
—Que fácil me has puesto todo —quité el cuadro, abrí la caja fuerte y eché todo el dinero en una bolsa.
Lo acomodé todo y me acerqué a la ventana, bajé por esta para evitar ser vista saliendo con una bolsa y me subí al auto de Adam que me había prestado para este trabajo.
Dejé la bolsa en el asiento del copiloto y tomé una laptop, comencé a teclear esta hasta estar dentro del sistema de la mansión lo cual fue fácil gracias a un chip de interferencia que redirigía la señal, el cual puse en el interior de un jarrón mientras fingía limpiar.
Estando dentro del sistema borré las pocas tomas donde se me ve y dejé la de la chica malcriada llevándose dinero.
—Tus padres te van a regañar.
Dejé la laptop en el otro asiento y comencé a manejar. Gracias al pendiente y al video ella quedaría como la culpable de todo, la chica de servicio despertaría pensando que se desmayó y para no ser despedida no mencionaría nada. Todo me resultó más fácil.
Estacioné frente al edificio donde residía Adam y bajé del auto con la bolsa de dinero. Subí hasta el piso 6 donde estaba su departamento, pero luego de tocar varias veces y no obtener respuesta bajé a recepción.
—Señor Griffin ¿Sabe usted dónde se encuentra Adam?
—¡Lila! Buenas tardes —me abrazó haciéndome reír, el señor Griffin era como un abuelo para mí.
Desde que Adam me trajo aquí luego del accidente él me había cuidado como a su nieta.
—Adam está en su oficina. Puedes esperarlo aquí. Te haré algo de comer.
—No, iré ahora.
—Es que está ocupado.
—No importa, esto le interesa.
—¡Lila, espera! —ignoré los gritos del señor Griffin y subí hasta la oficina de Adam, abrí la puerta de esta, pero me quedé en shock por la escena frente a mí.
Adam estaba de pie en el centro de la oficina, completamente desnudo, frente a él una chica de cabello castaño y cuerpo curvilíneo chupaba su pene con emoción mientras se tocaba a sí misma y a su lado una rubia delgada gemía mientras Adam le chupaba los pezones.
Ahora entendía por qué el señor Griffin no quería que yo viera, debía pensar que saldría llorando herida al ver a Adam con otras chicas.
Tiré la bolsa de dinero al suelo haciendo que los tres se separaran y me miraran sorprendidos.
—Tengo algo que te interesará.
—Ahora estoy ocupado, Lila.
—Pero —me cortó tirándome un expediente y un arma.
—Si tanto tiempo tienes entonces encargate de esto —le miraba enojada y algo confusa todavía—. Lila, que te pires —volvió a devorar con ganas la boca de la rubia mientras la castaña pasaba la lengua por sus bolas.
Salí de allí azotando la puerta con el arma y el expediente en mano. El señor Griffin me miró apenado y se acercó a mí.
—Pequeña...
—Estoy bien, señor Griffin. El señor Shaw me encargó un trabajo así que debo marcharme —salí de allí mientras oía al señor Griffin susurrar "estos chicos..."
Me subí de vuelta al auto y observé el expediente que me había entregado.
Nombre: Joel Xhang
Edad: 51 años.
Lugar de nacimiento: Guangzhou China.
Inversionista de Lauv corporation's.
Hace una semana estafó al dueño, intercambió los productos en venta por unos caducados y vendió los buenos a mayor precio a los del clan Li. Provocó perdidas a la empresa mientras él se llenaba el bolsillo, también retiró grandes cantidades y ocultó dicho hecho.
4 millones por su muerte.
Tanto por algo tan simple.
(...)
Estaba en el tejado del edificio que quedaba frente al Pied hotel. Prendí un cigarrillo mientras observaba con los binoculares hacia la habitación donde estaba el sujeto, llevaba rato haciendo sus cosas con una jovencita de cabello castaño.
¿Había un número para el sexo?
Si es así ¿Cuál es?
Debería jugarlo.
Dejé a un lado los binoculares, cansada de ver sus asquerosidades, solo quería que terminase de una vez para acabar el puto trabajo e irme a casa.
Dejé salir el humo del cigarro mientras observaba en mi teléfono todas las llamadas y los mensajes perdidos de David.
Apagué el teléfono guardándolo en el bolsillo trasero de mis jeans y volví a tomar los binoculares, Joel se vestía apresurado al igual que la chica.
Fui hacia la ametralladora que había traído oculta en un estuche de guitarra, comencé a prepararla y cargarla y la puse en dirección a la salida del Hotel.
Cuando Joel Xhang salió junto a la chica cerré mi ojo izquierdo para ver mejor a través de la mirilla y apunté directo a la cabeza del hombre, sin dudarlo disparé haciendo que al instante el hombre cayera muerto al hombre y todos al rededor gritaran asustados.
Me puse unos lentes, unos audífonos y colgué el estuche en mi espalda para salir y mezclarme entre la gente pasando desapercibida.
Nadie sospecharía de una joven estudiante de música.
(...)
Salí a sentarme en el portal de mi casa vistiendo un pijama de vaca que me había regalado Adam para burlarse de mí, pero era realmente cómodo y calentito.
—¿Helado? —miré a mi derecha como el rubio saltaba el pequeño muro y se sentaba a mi lado.
Sonreí tomando la cuchara para llevarme el Helado a la boca.
—He tratado de contactarte todo el día.
—Estuve muy ocupada con el trabajo.
—¿Ni siquiera podías contestarme un mensaje? —suspiré avergonzada sin poder mirarlo.
—Me quedé sin batería...
—Oh. Ya veo.
Me sentía culpable, desde que David volvió había hecho de todo por volver a acercarse a mí y yo solo creaba barreras entre nosotros para mantenerle alejado.
Pero es que estaba aterrada, asustada porque la chica que David conoce ya no estaba, esa chica murió en aquel accidente y solo quedaba esta versión corrompida de lo que alguna vez fui.
—Lila, háblame. ¿Qué sucede?
—David yo... tengo miedo.
—Sea lo que sea puedes decirme abejita, no te dejaré sola. Voy a cuidarte.
—No es nada de eso —reí negando—. Tengo miedo de que al darte cuenta de que ya no soy la misma te decepciones y te alejes para siempre.
—Abejita, mírame y escúchame bien —tomó mi rostro entre sus manos—. Yo nunca me decepcionaría de ti, te amo y siempre te amaré.
—¿Prometes nunca dejarme? —él secó mis lágrimas y asintió sonriendo.
—Lo prometo —besó mi frente y nos abrazamos con fuerza.
—¡David! Ya es tarde, entra —el rubio se separó de mí riendo al oír la voz de su padre.
—Me sigue tratando como a un niño, cosas de aún vivir con los padres —revolvió mi cabellera rubia y se puso de pie—. Buenas noches, Lila.
—Buenas noches, David —al verlo entrar a su casa suspiré abrazando mis piernas y permanecí un rato más mirando la calle desolada.
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