Capítulo 3: Eres todo lo opuesto a mi
El amor y la pureza
siempre deben ir de
la mano. Esos son mis
ideales.
David Collins
{Lila Bell}
Adam me había llamado desde temprano avisándome que no me necesitaría por hoy así que me pasé todo el día viendo dramas y comiendo comida chatarra.
La puerta principal sonó haciéndome fruncir el ceño, me levanté del sofá y caminé hasta esta abriéndola encontrándome con David sonriendo.
-¿Estás ocupada?
-No estaba haciendo gran cosa...
-¡Genial! -su grito me hizo saltar sorprendida y mirarle con los ojos muy abiertos-. Tú y yo saldremos hoy, como en los viejos tiempos. Es una cita, no acepto un no por respuesta -entró a mi casa como su fuera suya y se sentó.
-Bien yo... iré a cambiarme. Ahora vuelvo -suspiré sin ganas y subí a mi habitación.
No tenía ganas de salir, no quería.
Me puse un pulóver corto color rosa, unos jeans de mezclilla, unas zapatillas blancas y dejé mi cabello rubio suelto. Me puse el colgante de mamá y pinté mis labios de rojo.
Hacía muchísimo tiempo no me veía así a mi misma, pero esta era la Lila que David recordaba.
Suspiré por última vez viendo mi reflejo y bajé.
-Estás hermosa -se puso de pie tomando mi mano derecha y besó el dorso de la misma-. Siempre lo estás.
Traté de sonreír ante su comentario, pero se me hacía difícil dejarme llevar, me sentía tensa.
Salimos de casa y David me llevó en su auto hacia una especie de restaurante, pasamos de largo hasta un patio donde había una caseta en medio, un camino de pétalos de rosas y velas nos guiaban hasta ella.
Al llegar David abrió mi silla como todo un caballero permitiéndome sentarme y luego lo hizo él frente a mí.
Una chica vestida con el uniforme del restaurante llegó y le entregó un ramo de lilas.
-Estas las mandé a comprar para ti -las tomé sonriendo, hacía mucho no veía estás hermosas flores, mamá las amaba, por eso me puso Lila, y siempre solía plantarlas en nuestro jardín.
-Gracias, Dave. Son hermosas.
-Como tú -otros trabajadores nos trajeron una botella de champán y la comida, también había pedido mi favorita.
-Olvidaba que me conocías tan bien...
-Espero que te guste -asentí y comencé a comer algo nerviosa y tímida, movía mi pierna en señal de ansiedad, terminé ahogándome varias veces y haciendo más el ridículo.
No sé ni cuántas copas tomé, pero para este punto todo me daba vueltas y me sentía mucho más ligera, al igual que reía con facilidad.
-Lila, creo que ya has bebido demasiado.
-Estoy bien -David trató de quitarme la copa, pero lo evité poniéndome de pie y la tomé completa comenzando a reír.
-Lila... -me siguió evitando que me cayera-. Nunca fuiste muy buena bebiendo -rió mirándome.
-La noche está muy bonita.
-Te extrañé... -acarició mi mejilla haciéndome cerrar los ojos ante el suave tacto de su gran mano contra mi mejilla.
-Yo también...
-¿Qué fue de Katherine? ¿Aún son amigas? -me separé y negué.
-Se fue al extranjero y perdimos contacto.
-Oh... ya veo -asintió mirando al frente y yo hice lo mismo- ¿Cuándo vuelven tus padres de sus vacaciones?
-Quiero irme a casa -mencioné de forma brusca.
Todo mi humor se había ido a la mierda.
-¿Sucede algo? -trató de acercarse a mí, pero retrocedí.
-Estoy bien.
-¿Hice o dije algo malo?
-¡Solo quiero irme a casa! -grité haciéndolo detenerse. Miró al suelo y asintió, pagó la cuenta y fuimos al auto.
No dijimos ni una palabra en todo el camino, cuando estacionó frente a mi casa suspiré sintiéndome mal por haber arruinado la salida.
-Perdón por haberlo arruinado... -susurré
-Eres más complicada ahora.
-Cambié...
-Lamentablemente -eso dolió...
-Ten bonita noche David -salí del auto avanzando hacia casa.
-¡Lila! -el de cabellos cenizos corrió hacia mí y me entregó el ramo de lilas-. Se te quedaban -besó mi frente-. Nos vemos mañana.
(...)
Salimos los cuatro juntos del cine riendo, papá se adelantó pata quitar el seguro del auto, mamá llevaba en brazos a Matti.
Papá subió al asiento del conductor como era costumbre y mamá en el del copiloto mientras Matti y yo íbamos detrás.
En algún punto del camino Matti se durmió apoyando su cabecita contra mí, lo abracé y miré por la ventanilla, pequeñas gotas empapaban el cristal, esperaba llegar pronto a casa para poder descansar.
Al volver mi vista al frente vi las manos de mis padres entrelazadas, eran ese tipo de pareja que sin importar los años seguían amándose como el primer día.
Sonreí y volví mi vista hacia la ventanilla siendo cegada por la luz de otro vehículo que venían directo a nosotros.
Todo lo demás fueron pequeños flashes.
Sufrimos un impacto.
Papá perdió el control del volante.
Envolví a Matti con mis brazos tratando de protegerlo.
Mamá gritó dolorosamente.
Los cristales del auto se rompieron y me hicieron varios cortes.
Hubo varios impactos, como si el auto estuviese rodando.
Un pitido en mis oídos me hizo abrir los ojos.
Todo estaba de cabeza.
Había un montón de sangre y vidrios.
Papá agonizaba ahogándose con su sangre mientras me miraba.
Mamá tenía los ojos cerrados y millones de cristales incrustados en su rostro.
Matti seguía dormido o tal vez inconsciente. Pero respiraba entre mis brazos.
Un chico de cabello negro y largo apareció entre todo ese desastre y miró a papá.
-M-mis, mis hij-
-Los cuidaré, descansa en paz, perdón por no llegar antes, amigo -el chico me sacó junto a mi hermano y nos sentamos en la orilla de la carretera.
El shock aún me invadía.
Aún no era consiente de mi misma.
-Todo estará bien -me abrazó contra su pecho en el momento en que el auto explotó con mis padres dentro y las sirenas se oían cada vez más cerca.
Volví a abrir los ojos estando en una camilla, sostuve la mano del chico con fuerza y este me sonrió acariciando mi mejilla.
-Estaré aquí cuando despiertes -la anestesia comenzaba a hacerme efecto. Di varios pestañazos, mi mano perdió fuerza.
Lo que para mí parecían segundos al parecer eran minutos.
El techo de la ambulancia.
Doctores.
Luces blancas.
El techo del hospital.
Más doctores.
-Necesito que cuentes hasta diez.
Uno...
Dos...
Tres....
Esto tiene que ser un sueño.
Cuatro...
Cinco...
Todo se volvió negro para mí.
(...)
Desperté agitada y sudada, las lágrimas de nuevo empapaban mi rostro, se oía la lluvia golpear contra mi ventana mientras mi cuerpo temblaba.
¿Diez?
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David se lee como Deivid
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