Capítulo 2: Entre todas esas perras, yo soy diferente

Lila era para mí
la flor más hermosa,
pero como ser humano
egoísta que siempre he sido
al verla allí tan hermosa solo
podía pensar "arrancala y
llevala contigo" sabía que se marchitaría y moriría, pero
sería a mi lado. Sí, soy
jodidamente egoísta.
Adam Shaw

{Lila Bell}

Terminé de pintar mis labios de un rojo intenso mientras me miraba en el espejo retrovisor del auto de Adam, solté mi cabello rubio dejando que cayera sobre mis hombros y me coloqué la chaqueta de cuero.

—¿Lista Darkqueen? —bufé asintiendo y salí del auto, me brindó su brazo y lo acepté mientras entrabamos al local oscuro.

Adam dio tres golpes seguidos en la puerta de metal, la rejilla de esta se abrió, mostró su pase y la puerta metálica fue abierta permitiéndonos el paso, el pelinegro le entregó al guardia el fajo de billetes y descendimos por las escaleras metálicas hasta la multitud de gente.

Ambos tomamos unas cervezas y nos sentamos alejados de los demás a beberlas.

—¿Todas las chicas aquí son prostitutas? —mencioné observando a las chicas semidesnudas sirviendo tragos y otras ofreciéndose a los hombres.

—Así es, la única que viene a pelear eres tú. Aunque ahora que lo mencionas, te verías muy bien bailando en aquel tubo de allá —susurró en mi oído y yo le empujé haciendo una mueca.

—Recuérdame que hago aquí.

—Tienes una enorme deuda que pagar—rio victorioso mientras yo gruñía.

—Aun así, ambos sabemos que entre todas esas perras yo soy diferente.

Al dar inicio a las peleas las apuestas también comenzaron, Adam se había ido a otra mesa con algunos de sus socios mientras hacían apuestas y bebían.

Yo solo observaba las peleas que se desataban en el ring frente a mí, bebía con calma mi cerveza sabiendo que no podía beber demasiado para poder estar bien para la pelea.

Adam se dejó caer a mi lado, agarró mi nuca acercándome a él y susurró con voz profunda en mi oído.

—Están apostando en tu contra por ser mujer, tu rival es... la vas a tener difícil, pero sé que puedes, yo te entrené. Da lo mejor, Lila. Eres la siguiente. —me soltó y yo suspiré poniéndome de pie y quitándome la chaqueta de cuero.

El presentador avisó los próximos en pelear y subí al ring, sí, estaba nerviosa, pero tenía que ganar sin importar qué. Necesitaba disminuir la deuda y así terminarla lo antes posible.

Del otro lado subió un ruso lleno de tatuajes, calvo y con rostro de querer romper algo.

La campana sonó avisando el inicio de la pelea, el ruso no perdió su tiempo y estampó con toda su fuerza su gran puño en mi rostro haciéndome caer de rodillas al suelo tosiendo mientras la sangre bajaba por mi boca.

Envolvió mi cabello en su puño y de forma brusca me puso de pie y me tiró contra uno de los postes del ring, mi nariz ardía por el golpe, limpié la sangre que bajaba por esta y miré mal al ruso el cual me volvió a agarrar dándome dos puñetazos seguidos y tirándome con fuerza contra el suelo.

Jadeé adolorida, todo mi cuerpo hormigueaba y mi cabeza daba vueltas.

Me puse de pie agarrándome de las cuerdas del ring y fijé mi vista en el ruso. Este vino de nuevo contra mí, pero yo me impulsé agarrándome de las cuerdas de ring y con ambas piernas golpeé con fuerza su pecho haciéndolo caer al suelo mientras se aguantaba este tratando de respirar.

No le di tiempo, le propiné una fuerte patada en el rostro haciendo que escupiera sangre y luego otra en el estómago dejándolo sin aire.

El ruso se levantó a duras penas, pero aprovechando que seguía desorientado le di un par de puñetazo y un rodillazo haciéndolo caer acostado al suelo. Me subí encima de él y di tantos puñetazos en su rostro que cuando me detuve este estaba completamente desfigurado y cubierto de sangre al igual que mis manos.

Sentía a las personas gritar y tirar dinero al ring.

Me puse de pie y aparté mi cabello rubio de mi rostro magullado, les dediqué una mirada fría y salí del ring.

Caminé hacia Adam el cual estaba de pie mirándome boquiabierto.

Le quité la botella de cerveza que sostenía y me di un largo trago para luego limpiar la comisura de mis labios pues el labial se me habían corrido.

Adam me miró de arriba a abajo con una sonrisa coqueta y se acercó a mí.

—Sí que eres diferente.

(...)

Miré mi reflejo en el espejo sonriendo, la falda corta color blanco se ajustaba perfectamente a mi cintura, el abrigo corto de colores que usaba era hermoso y alegre, las zapatillas blancas y las medias del mismo color, el cabello rubio largo recogido en dos coletas y mi rostro maquillado con colores tiernos.

Bajé las escaleras corriendo y sonriendo alegre.

—Lila, no corras, te caerás —mamá estaba preparando la cena, su cabello rubio caía sobre sus hombros de forma desordenada.

Mi pequeño hermano jugaba con sus carritos en el suelo, me miró sonriendo, aquella espesa cabellera brillante como el sol caía por su carita dándole un aspecto muy tierno y sus ojos azules que había heredado de mamá, ojitos que al sonreír se volvían dos pequeñas líneas y sus labios abultaditos como sus cacheticos.

Yo por mi parte había heredado los ojos negros de papá, el cual estaba sentado en la mesa leyendo el periódico, su cabello era rojo y su piel más bronceada que la nuestra.

—Mamá, papá ¿Puedo quedarme a dormir hoy con Katherine?

—Está bien, pero después de que cenes, sabes que los Bell deben comer siempre juntos —mamá terminó de colocar los platos en la mesa y besó mi mejilla.

—Y bien sabes que no puedes andar sola en la noche —reprochó papá.

—David me va a llevar —avisé con una enorme sonrisa mientras tomaba asiento.

—Así sí —papá asintió.

—David es tan buen muchacho, ojalá nuestra Lila se case con un chico como él.

—O si es con él mejor.

—Solo lo dices porque es el hijo de tu mejor amigo —mamá le señaló con el cucharón y todos reímos.

Abrí mis ojos viendo el techo desgastado y las lágrimas no tardaron en empapar mis mejillas, mi corazón dolía y mi garganta ardía.

Me levanté de la cama a duras penas y miré mi rostro todo golpeado en el espejo, suspiré cambiando la vista detestando lo que veía.

Caminé hacia la ventana y observé por esta hacia la casa de al lado, David estaba en su cuarto quitándose el pulóver dejando a la vista su cuerpo musculoso.

Él me miró y sonrió, antes solíamos hacer esto todo el tiempo, pero las cosas ya no eran así.

Cerré las cortinas y me dejé caer de nuevo a la cama.

Sí, David era mi Karma.

Era aquello que me recordaba la chica que alguna vez fui.

Y era quien me hacía ver en lo que me había convertido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top