Capítulo 5
El secuestrador lo levanto en volandas aún con su mano en su boca y el rubio intentando librarse de él. Carlos estaba histérico, buscaba con la mirada a alguien que le pudiese salvar, pero no había nadie en la calle.
De pronto alguien apareció frente a ellos y liberó al rubio de los brazos de su secuestrador.
-Te dije que no le tocaras Jared.
-Me da igual lo que me dijeses Blas, ese chico tiene algo que me pertenece y no me vas a impedir que lo consiga.
Blas se puso delante de Carlos y lo protegió con su cuerpo. El rubio desde la espalda de su salvador pudo observar a su secuestrador, era más alto que Blas, rubio y con ojos verde esmeralda. El brillo de sus ojos le recordó bastante al de su compañero de pupitre.
-No te dejaré que le hagas daño.-El moreno se acercó a Jared y lo miró fijamente, intentando intimidarlo. Jared apoyó todo su peso en una pierna y se río de Blas.
-No me das miedo, pero te haré caso, de momento.
Jared se esfumó de la acera como por arte de magia, lo que asustó al rubio. ¿Cómo lo había hecho? Era imposible que alguien desapareciera de esa manera, ¿no? Se dijo a si mismo que era una alucinación provocada por el miedo.
Pensó en la carta, ¿había sido ese tal Jared? ¿Como había conseguido su dirección? Y es más, ¿como consiguió subir? Sus tíos no dejaban entrar en su casa a cualquiera y encima si no lo conocen...
-He sido yo, Carlos. Yo había escrito esa carta. -Dijo Cantó girándose hacía Carlos
Carlos se quedó perplejo al escucharlo hablar, ¿cómo sabía en lo que estaba pensando?
-¿Por qué?- Dijo Carlos con cierto temor en la voz.
-Tenía que hablar contigo de una cosa.
-¿Que cosa?
-Ahora ya da igual, mejor vete Carlos, vete a casa. -Dijo Blas en un susurro.
-¿Realmente te llamas Blas?- El rubio no podía quitarse de la cabeza su nombre, ni sus ojos.
-Sí y ahora vete a casa, estás en peligro.
El rubio no escuchó lo que le decía el moreno. ¿Por qué no había echado a correr nada más soltarse de los brazos de su secuestrador? Quizás fuese porque le había sorprendido que Blas le salvase. ¿Por qué le ayudó?
-Gracias por salvarme y eso...- el rubio bajo la mirada avergonzado, ¿qué le pasaba?
-De nada, y hazme caso, vete a casa.
El rubio asintió y le dio la espalda a su salvador, echó a correr intentando llegar lo más rápido a su casa para poder encerrarse en su habitación hasta al día siguiente. Corrió lo mas rápido que sus piernas le permitieron, a medio camino notaba que los pulmones le ardían, pero no se detuvo, siguió corriendo hasta su casa, sacó las llaves lo más rápido que pudo y entró dentro. Se apoyó en la puerta y intentó recuperar la respiración, menos mal que sus tíos no estaban en el salón.
Aún intentando recuperar la respiración subió las escaleras hasta su habitación, nada más llegar se tiró encima de la cama y abrazó la almohada, enterrando la cara en ella. Ha estado a punto de perder la vida, pero en lo único que podía pensar era en los ojos de Blas al mirarle, la forma en la que lo había salvado, cómo se había encarado a su secuestrador.
Al final el sueño le venció y se durmió.
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La alarma de su móvil lo despertó, se levantó y se sentó en la orilla de la cama, mirando sus pies varios minutos con sueño. Movió la cabeza de lado a lado intentando espabilarse pero que fuesen las siete de la mañana no ayudaba. Encendió la luz de la habitación y cerró los ojos por culpa de la luz que alumbraba toda la habitación, se tenía que acostumbrar a la luz.
Se puso de pié y comenzó a arreglarse. No tardó casi nada, a penas quince minutos. Antes de que se diese cuenta estaba yendo de vuelta al instituto, con el miedo en el cuerpo por si el tal Jared aparecía. No podía arriesgarse a que le volviesen a salvar. A cada paso que daba se sentía mas observado. Miraba constantemente cada callejón por si se encontraba allí y le daba tiempo a echar a correr.
Agitó la cabeza y aumentó el ritmo, cuanto antes llegase al instituto antes dejaría de sentirse observado.
Sacó el móvil y enchufó los cascos, a er si con la música conseguía dejar de sentirse observado. Pero no le ayudó demasiado.
Llegó a las puertas del instituto sano y salvo, suspiró y se dirigió hacia el parking, donde Valerie le estaba esperando hablando con dos chicas y un chico, supuso que serían sus amigos. Cuando fue a levantar una mano para llamar su atención una moto derrapó justo delante suyo. Pegó un salto hacia atrás tras la sorpresa. El motero se quitó el casco dejando sorprendido al rubio.
-Buenos días- Dijo Blas para después guiñarle un ojo a Carlos y bajarse de la moto.
Carlos se quedó totalmente clavado al suelo y con el corazón a mil. Supuso que sería por el susto.
-Buenos días- Le tembló la voz y intentó disimular tosiendo. Blas bajó la mirada y se quedó mirando fijamente el collar que llevaba el rubio.
-Bonito collar- Blas dejó el casco de la moto que hasta ese momento había estado apoyado en su cadera colgado del manillar. Se acercó a Carlos y cogió el colgante con una mano. El rubio tragó saliva al notar las manos de Blas en su cuello. Estaban frías.
Carlos quiso contestarle pero no le salía la voz, sólo podía mirar a Blas acariciar suavemente la pluma de metal negra que colgaba de su cuello.
El moreno estuvo un par de minutos más mirando ensimismado el colgante. El rubio pudo observar como el color característico de los ojos de Blas cambiaba a un tono cobrizo, tirando a rojo. "Será la luz" pensó.
Al final Blas acabó soltando la pluma y sacudió la cabeza, haciendo que varios mechones de pelo se desordenaran. Volvió a mirar a los ojos al rubio y sonrió de lado para después posar su manos en el hombro de Carlos.
-Nos vemos en clase de literatura- Dijo el moreno.
-Adios Blas.
Blas se giró de golpe y retrocedió lo que había avanzado, que tampoco era mucho.
-No digas mi nombre aquí. Nadie debe saber cómo me llamo.
Carlos se sorprendió con la respuesta, no se esperaba que le fuese a molestar que se le dirigiese con su nombre.
-Lo siento Cantó.-Dijo Carlos.
-Asi mejor- Dijo el moreno. -Hasta dentro de un par de horas.
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