Capítulo 3

Carlos se pasó toda la clase de matemáticas pensando en Cantó, ¿como había conseguido comunicarse con él a través de su mente? Era extraño y muy difícil de comprender. ¿Hay gente que puede comunicarse con otra telepáticamente? Quería pensar que todo era producto de su imaginación, era imposible.

El timbre sonó y todos los alumnos que estaban en esa clase salieron en menos de 30 segundo. Carlos, algo mas lento, recogió todo su material y lo metió en su mochila para después salir del aula. En la puerta le esperaba Valerie con una sonrisa en la boca, llevaba entre los brazos el mismo libro que llevaba cuando la conoció esa mañana.

-¿Qué tal tu clase de matemáticas?- Pregunto la pelirroja apartándose el pelo que le tapaba un ojo.

- Súper interesante, la trigonometría es lo mejor de este mundo.- Le contestó el rubio rodando los ojos.- ¿Y a ti que tal biología?- Preguntó Carlos.

-Me encanta el tema que estamos dando, los problemas de genética son auténticas telenovelas- La pelirroja se rió, provocando que dos hoyuelos se formarán en sus mejillas. Carlos Sólo pude sonreír al ver tan tierna imagen.

- ¿Qué te toca ahora Val?- Preguntó Carlos.

-Musica- Respondió la pelirroja.-¿Y a ti?-

-Parece ser que nos toca lo mismo- Contestó el rubio con una sonrisa.- ¿Vamos?-

-¡Vamos!- La pelirroja echo a andar junto al rubio, ambos comentando lo horrible que eran las matemáticas. Ambos coincidían en que no deberían de existir. ¡Ojala no existiesen! Facilitaría la vida a muchos estudiantes.

-Bueno, y está es la clase de música.- Ante el se encontraba un aula totalmente distinta a las que había visto, los pupitres estaban colocados en un semicírculo alrededor de la mesa del profesor. Detrás de la pesa del profesor habían dos pizarras una normal y otra con un pentagrama. Las paredes estaban decoradas con pegatinas de notas musicales, simulando una melodía. Varios instrumentos se encontraban apoyados al final de la clase, una guitarra española, unos bombos y un violín. Carlos tuvo el impulso de coger la guitarra y tocar unos acordes, pero se reprimió las ganas cuando la, profesora entró en clase pegando saltitos cual hada del bosque.

-Está medio loca, no te asustes si de repente nos llama duendecillos o pitufos, es normal en ella.- La pelirroja se rió al ver la cara de desconcierto de su nuevo amigo

-¡Ay que bien! Tenemos un nuevo alumno en la clase. Marco, ¿verdad? Ven ven pequeño elfo.- El rubio se asustó al escuchar su apellido, pero no le quedaba más remedio que acercarse a la mesa de su profesora.-Cuéntale a tus maravillosos compañeros un poco de tu vida- Preguntó la maestra.

-Bueno, soy Carlos Marco y tengo 17 años.- Contestó el rubio.

La maestra no estaba satisfecha con esa explicación así que siguió insistiendo. -Cuentanos porque vinistes a este instituto- La profesora no sabía lo que le estaba preguntando al nuevo alumno, el cual tenía los ojos encharcados recordando el porque había llegado ahí.

Val, que estaba a su lado se asustó al ver como su amigo retenía las lágrimas a duras penas. El rubio cerro los ojos y subió la cabeza para no derramar ni una.

-Prefiero no hablar de ello, de verdad- Se notaba la angustia en la voz del rubio, pero la maestra quería saber porque ese joven había decidido estudiar en ese instituto.

-Venga, no seas tímido, aquí como en tu casa.- Esa frase cayó como un jarro de agua fría sobre el rubio. Carlos suspiro dándose por vencido, no se imaginaba que en su primer día de clase tuviera que explicar lo que le había obligado a cambiar de aires.

-Mis padres fallecieron en un accidente de tráfico hace tres meses.

Val se llevó una mano a la boca, no se podía imaginar lo que había tenido que sufrir Carlos con la pérdida de sus padres. Toda la clase se quedó callada, esperando que su nuevo compañero siguiera hablando, todos le miraban menos Cantó que buscaba algo desesperadamente dentro del estuche.

-Al perder a mis padres, mi custodia pasó a ser de mis tíos, ellos viven aquí.- Valerie se acercó más a él y cogió su mano, intentando apoyarle en todo esto.

El moreno que horas antes había compartido pupitre con Carlos, estaba anotando algo en un hoja que anteriormente había arrancado de su libreta. Ninguno de los presentes se dio cuenta, cosa que el de ojos azules agradeció.

-No hace falta que sigas hablando Marco- La voz de la maestra sorprendió a toda la clase.

Todos los alumnos miraban a Carlos con cierta pena, habia perdido a sus padres con apenas diecisiete años, es un golpe duro, sin duda.

El rubio no se podía sentir peor, recordar lo que ocurrió le dolía, hacía tan poco que les había perdido... Con la cabeza agachada se sentó junto a Val y la profesora dio comienzo a la clase.

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