Capítulo 23

–¡Ayuda! –Gritó Blas cuando notó que Carlos comenzaba a respirar con dificultad. Lo tumbó boca arriba y buscó su pulso en el cuello con los dedos índice y corazón, seguía teniendo pulso, pero muy débil.

Esos cabrones lo van a lamentar si me los vuelvo a encontrar, pensó.

Le cogió la mano y en dos minutos la ambulancia ya estaba ahí, entre varios enfermeros pusieron a Carlos en una camilla y le pusieron una mascarilla con oxígeno.

Uno de los enfermeros se acercó a Blas que miraba como los otros enfermeros se movían alrededor del rubio, sin poder reaccionar.

–Ven que te cure ese labio –Dijo el chico tendiéndole una mano a Blas.

–¿Se pondrá bien? –Dijo Blas mientras aceptaba la ayuda y se levantaba.

–Esperemos que sí –Dijo el enfermero andando hacia la ambulancia.

...

El viaje en la ambulancia había sido una tortura para Blas, ver al rubio tan de cerca, tan decaído y sin la sonrisa que lucía en los labios hasta hace un rato le estaba pasando factura.

La ambulancia entró en el hospital en la zona de urgencias y en cero coma se habían llevado a Carlos para hacerle radiografías y pruebas para determinar su estado de salud. Blas bajó de la ambulancia y siguió a uno de los enfermeros a la sala de curas a que le mirasen el labio.

Le desinfectaron la zona y le pusieron un punto para después cubrirlo con una tirita especial. Blas salió corriendo cuando terminaron de curarle y buscó desesperado la recepción para preguntar dónde estaba Carlos.

Al final la encontró, con suerte no había gente, se acercó y le preguntó a la enfermera donde estaba.

–¿Sabe donde está Carlos Marco? El chico que ha llegado inconsciente hace media hora o así. –Dijo Blas intentando mantener la calma.

–Están haciéndole pruebas aún, pero no creo que tarde mucho en salir algún médico. Espere en la sala de espera y en nada les avisaran a usted y a sus familiares.

¿Familiares? ¿Habían llamado a sus tíos?

Blas asintió y se dirigió lentamente a la sala de espera, al entrar una mujer le cortó el paso.

–¿Qué le has hecho a mi sobrino? –Dijo la mujer amenazándole con el dedo.

Blas tragó saliva y miró a la mujer con miedo.

–Déjalo Carmen –Dijo un hombre cogiéndole la mano a la mujer que lo amenazaba.

Eran sus tíos.

–Él está así por tu culpa. –Dijo la tía de Carlos mirándolo con rabia.

El resto de la sala los miraba curiosos, como si no tuviesen nada mejor que hacer.

–Yo... –La voz de Blas se quebró y se tuvo que sentar para no acabar derrumbándose delante de toda esa gente.

–¿Estas bien? –Dijo el tío de Carlos sentándose a su lado.

Blas se quedó callado y agachó la mirada, la tía de Carlos tenía razón, había sido su culpa que su sobrino estuviese en tal estado en el hospital, si hubiese podido liberarse del agarre, quizás a quien estuviesen haciéndole pruebas sería a él.

El tío de Carlos apoyó una de sus manos sobre el hombro de Blas y apretó levemente, intentando calmarlo, pero no fue lo que consiguió. Blas rompió a llorar de nuevo, se tapó la cara y intentó que no se le viese mucho.

–Lo intenté, de verdad que intenté que no le tocarán –Dijo con la voz llena de angustia –Pero me tenían sujeto, me obligaron a verlo sufrir. –Blas sorbió por la nariz y siguió hablando –Ojalá fuese yo quien estuviese de sala en sala haciéndome pruebas...

La tía de Carlos se quedó paralizada al verlo llorar por su sobrino, realmente su marido tenía razón, a lo mejor el chaval si que quería a Carlos.

Se acercó con sigilo y se sentó justo al lado de Blas el cual tenía la cabeza agachada.

–Oye, lo siento –Dijo la mujer –No debería haberte atacado así...

–Tranquila –Dijo Blas sorbiendo por la nariz –Yo habría actuado igual si un día conoces a un amigo de tu sobrino y al día siguiente tu sobrino acaba en urgencias por culpa de dicho amigo.

–Familiares de Carlos Marco –Dijo un médico entrando por la puerta.

–Nosotros –Dijo el tío de Carlos. –Sus dos tíos.

Ambos se levantaron y siguieron al médico, Blas se quedó sentado en la silla, total tanto las buenas noticias como las malas sólo se las dan a los familiares.

–Disculpe –Dijo el médico dirigiéndose a Blas –¿Es usted quien estaba con Carlos?

Blas asintió y se limpió las lágrimas de sus mejillas.

–Creo que también tiene derecho a saber el estado de su amigo –Dijo el médico sonriendo de lado –Ven con nosotros.

Blas se levantó y con algo más de esperanza por que Carlos estuviese bien lo siguió. El tío de Carlos apoyó una mano en su hombro y le dio un leve apretón.

–Ya verás como no es nada.

Los tres entraron en un despacho y se sentaron.

–¿Carlos está bien? –Dijo Blas nada mas cerrar la puerta.

–Siento decirles que su sobrino y amigo ha entrado en un estado llamado síndrome de cautiverio.

Blas no pudo dar un paso más, cayó vencido al suelo de rodillas y miró al médico esperando que explicase realmente lo que le pasaba, porque el nombre no daba muchas esperanzas.

Ninguno de los dos adultos pudo contestar tampoco, nadie se esperaba que iba a acabar así.

–No sabemos cómo ha podido caer en ese estado...

–Le dieron una patada en la parte de detrás de la cabeza –Dijo Blas aún en shock.

–Eso no es suficiente.

–¿Pero que es exactamente ese síndrome? –Dijo su tía mirando al médico con los ojos encharcados.

–El paciente que sufre síndrome de cautiverio es consciente de todo lo que pasa a su alrededor pero no es capaz de responder, es decir, esa persona piensa y siente como una persona normal, pero no es capaz de demostrarlo, no puede moverse, no puede hablar...

Que putada.

–¿Es como un coma? –Dijo su tío.

–No. En el coma, el paciente no es consciente de lo que le pasa alrededor, pero en este síndrome sí.

–¿Y hay alguna manera de hablar con el? –Dijo Blas respirando hondo.

–Podeis intentar comunicaros con el abecedario o con los ojos.

–¿Los ojos? –Dijo la tía de Carlos.

–Sí, los enfermos del síndrome de cautiverio pueden mover los ojos hacia los lados y de arriba a abajo y pestañear. Así que podéis comunicaros con el así.

–¿Cuando despertará? –Dijo Blas con voz nasal.

–No se sabe, esperemos que no mucho. Lo mínimo es un mes, lo máximo... Hasta que muera.

–¿Podemos verlo? –Dijo su tía totalmente sería.

–En nada lo subirán a planta, así que sí.

El médico salió de la consulta esquivando a Blas, que seguía tirado en mitad de la consulta.

–Lo siento –dijo Blas respirando hondo. –por mi culpa él está así y...

"Probando probando, ¿se me oye?"

Blas se asustó al escuchar una voz tan parecida a la de Carlos en su mente, ¿se estaba volviendo loco?

"¿Carlos?"

"Blas mira, ¡puedo hacer lo mismo que tú!"

Blas se levantó corriendo y subió aún mas rápido las escaleras hasta la planta que les había dicho el médico, entró en la habitación y se encontró a Carlos recostado y con la mirada fija en la pared, se sentó en la silla y intentó recuperar la respiración por la carrera y por lo que estaba pasando. Definitivamente se estaba volviendo loco.

"Esto es la hostia, puedo hablar contigo a través de mi mente."

Blas se acercó a Carlos y lo miró fijamente, se supone que sí, podía pensar, pero no comunicarse con él por la mente, lógica pura, era un humano, y los humanos no hablan mentalmente.

"Carlos, ¿eres tu? ¿O me estoy volviendo loco?"

"No, soy una avioneta mira como vuelo, aaaaahhh, perdón son los medicamentos estos que me están poniendo por la vía, creo que están aprovechando que estoy en estado vegetativo para drogarme"

Blas parpadeó varias veces y miró el cuerpo de Carlos, esto no era real.

"A ver, que razone lo que está pasando, te han pegado una paliza por mi culpa, hemos acabado en el hospital yo con el labio partido y tu con un síndrome de cautiverio, se supone que una persona con este síndrome, puede pensar, pero no difundir lo que piensa, pero tú ahora mismo estás hablando conmigo, o eso quiero creer"

"Primera, a mi no me han dejado así por tu culpa Blaso. Segunda, deja de cuestionarte todo, ¡estás hablando conmigo y ya está! Tercera, te prohíbo hablar de lo que ha pasado hace un rato porque me voy a echar a llorar solamente de recordar cómo te ha golpeado el hijo de puta de Jared, Y cuarta y última, ¡me pica un cojón y medio la vía y no me puedo rascar!"

Blas negó con la cabeza y acercó su mano a la de Carlos y le rascó como pudo por encima del vendaje alrededor de la vía.

"Oh sí, que bien... ¡Dios que gustito! Sigue sigue"

"Eres idiota"

"Te encanto. Por cierto, ¿el colgante lo sigues llevando tu? Es que no recuerdo nada desde que le pegué el rodillazo a Hari."

Blas se tocó el pecho y notó la pluma metálica, aún no entendía como no se les había ocurrido que podía llevarlo él.

"Lo sigo llevando yo"

"Perfecto, ahora no tienes mas cojones que quedartelo tú hasta que mi cuerpo decida qué es hora de dejar de ser una planta. ¿Me crecerán raíces?"

"Lo que te van a crecer son almorranas y llagas por no moverte"

"Eww que asco"

Blas negó con la cabeza y volvió a sentarse en la silla.

"¿Y tú que tal vas?"

"Pues la verdad es que no lo sé".

Blas suspiró y miró el cuerpo de Carlos.

"Pensaba que te perdía"

"Oh venga ya, no me vas a perder nunca. Mala hierba nunca muere"

Blas no sabia que responder, era extraño, Carlos sufría el síndrome ete raro que le impedía hablar y moverse y aún así podía hablar con él. Siendo sincero se había imaginado varias semanas llorando sobre su pecho suplicándole que despertara, pero parece ser que podría hablar con el cuando quisiera y no con el idioma "ojil".

"¿Puedes darme un beso?"

Blas levantó la vista y se mordió el labio inferior, le acarició los labios con el pulgar y sonrió de lado.

"Estoy falto de cariño, ni un beso ni un abrazo desde que has entrado. Quiéreme un poquito, jo..."

Blas se rió y juntó sus labios con los del rubio, le dolió un poco por el punto, pero no se quejó.

Blas separó sus labios de los del rubio y le acarició el pelo, le encantaba enredar sus manos en el pelo rubio de Carlos. Lo tenía tan suave...

Se acordó justo en ese momento de las últimas palabras de Carlos antes de caer inconsciente y no pudo evitar abrazarse al cuerpo de Carlos y inspirar fuerte, evitando llorar. Aunque pudiese hablarle, no era lo mismo, necesitaba verlo sonreír, ver sus ojos brillar (porque aunque los tuviese abiertos, no tenían el mismo brillo que esa mañana), verlo enfadarse, y en ese estado en el que se encontraba el rubio no podía hacer más que hablar y dormir. Pobrecito.

"¿Blas?"

Blas se acurrucó al lado de Carlos y se abrazó a él.

"¿Estás bien?"

Blas asintió sobre el pecho de Carlos y cerró los ojos, intentando relajarse. En realidad no estaba bien, nada bien, se le había venido toda la angustia de repente, dejándole abatido de nuevo.

"Como llores juro que cuando me despierte lo primero que hago es pegarte"

"Lo primero que vas a hacer al despertarte es abrazarme y besarme, no te ralles"

Blas no se movió ni un milímetro en un buen rato, se entretuvo escuchando los latidos del corazón de Carlos, hasta que al final acabó durmiéndose abrazado a él.

...

Creo que al final no he sido tan mala :3

Cualquier duda que tengáis sobre este capítulo y cualquier otro me la podéis consultar eh ;)

¡Os leo en los comentarios!

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