Capítulo 16
–¿Que te pasa rubio? Te noto distante.
Carlos alzó la vista de su libreta y se encontró los ojos de Val mirarle preocupado.
–Nada.
Carlos mentía y se notaba a leguas. Se encontraba fatal solamente por estar en el mismo edificio que Blas y no tener el suficiente valor como para acercarse a él y intentar hablar.
Valerie enfrente suya lo miraba preocupada, de un día a otro había cambiado completamente su comportamiento.
–¿Seguro?–Dijo Val sin dejar de mirarle directamente a los ojos.
–Que sí pesada, solamente estoy algo cansado.
De pronto por la puerta de clase entró Blas arreglándose el pelo. Al reparar en que Carlos estaba ya en su sitio se tensó y su corazón comenzó a latir rápido.
Valerie vio que el chico había entrado y pensó que quizás él podía animarlo, por lo que se acercó a Blas y le tocó el brazo. Blas se giró asustado y miro a Val con una mueca.
–Cantó, se que no te relacionas con nadie y eso, pero... ¿Podrías hacerme un favor?
Blas no dijo nada, simplemente siguió con la mirada fija en los ojos de la amiga de Carlos, esperando a que le dijese el favor.
–Es que a ver... Carlos está muy apagado hoy y pues... Por si podías animarlo o algo.
Blas giró la cabeza y vio a su compañero con la cabeza entre los brazos, totalmente abatido y se sintió muy mal.
–¿Por qué no lo intentas tú?–Dijo Blas con la voz más grave que de normal.
–No me hace caso–Val se apartó el pelo de la cara y se lo puso detrás de la oreja.–Y como habéis congeniado tan bien pues...
Blas se peinó hacia atrás nervioso, no se veía capaz de entablar una conversación con Carlos, y menos con el resto de la clase cerca, como se le escapase algo a alguno de los dos se iba a armar buena. Y pasaba de volver a vivir la situación de años atrás.
–No sé, yo... –Dijo Blas rascándose la nuca.
–Por favor Cantó, ¡no te vuelvo a pedir nada! Pero es que verlo tan apagado me quita las ganas de sonreír hasta a mi.
Blas suspiró a la vez que asentía, total, algún día tendrían que hablar y cuánto más tiempo pase más difícil será.
El moreno se quitó la mochila justo antes de ocupar el sitio junto al rubio, Carlos al notar una presencia a su lado alzó la vista, pero al encontrarse a Blas a su lado, volvió a cubrirse con los brazos, avergonzado.
Blas abrió la boca para hablar pero ahí se quedó la cosa. De su garganta no salió ni un mísero sonido. El moreno respiró hondo y se preparó mentalmente para hablar.
–Lo siento Charlie... Yo...
–No fue culpa culpa tuya Bl... ¡Cantó! Fui yo que no supe frenarlo.
Blas parpadeo varias veces intentando digerir la respuesta. ¿Se estaba echando la culpa él de que se fuese corriendo?
–Carlos, el que realmente tiene la culpa soy yo. Huí como un cobarde...
–¿Por que huiste? ¿Tan mal beso? –La última palabra la dijo en un susurro casi inaudible, pero que Blas logró escuchar a la perfección.
–No besas mal, es sólo que... –Blas tragó saliva y agitó la cabeza– No quiero ponerte en peligro y si mantenemos una relación de más de conocidos...
–Ya estamos con protegerme... ¡No estoy en peligro!
Blas notó como sus compañeros se giraban para escuchar la conversación, le empezó a hervir la sangre, ¿no podían perderse un rato?
Necesitaba aclarar muchas cosas con Carlos y si estaban en clase no iban a poder hablar de casi nada sin que el resto se enterase, por lo que optó por coger a Carlos de la muñeca y obligarlo a salir del aula.
–¡Oye! ¿Pero que haces? –El rubio intentó soltarse del agarre, pero el otro chico tenía mucha más fuerza que él por lo que no consiguió nada.
Blas abrió la puerta del baño y empujó a Carlos dentro de uno de los baños individuales, cerró con pestillo y acorraló al pobre rubio en una de las paredes.
–Estás en peligro, aunque no lo veas. Tienes a gente a tu alrededor muy fuerte que no le importaría matarte por conseguir tu colgante, y si se enteran de que tu y yo...Pues eso. Las cosas se pondrán mucho más violentas.
–¿Pero que tiene de importante mi colgante? –Preguntó Carlos hablando rápido y con una voz un tanto aguda a la vez que llevaba una de sus manos haya su cuello, para rozar la pluma de metal.
–De momento quedate con que es muy valioso y no se lo puede llevar nadie. –Contestó Blas acercando su cara a la del rubio.
Justo en ese momento Carlos se dio cuenta en la postura que estaban, él acorralado en una de las paredes con ambos brazos de Blas a los lados de su cabeza. Carlos intentó separarse un poco pero lo único que consiguió fue que una de sus piernas rozara una de las de Blas, poniéndolo así aún más nervioso.
Blas iba a apartarse al notar él también la postura pero recordó las palabras de Álvaro, a lo mejor ya le tocaba mirar más por él y no tanto por otros, pero es que le había cogido tanto cariño a Carlos...
Mentalmente empezó a plantearse preguntas para a ver si así conseguía ordenar su mente y obrar bien. ¿Le apetecía besarlo? Obvio. ¿Tenía miedo de que algo le pasara a Carlos? También.
Aunque tampoco pudo darle más vueltas porque notó como el rubio se revolvía nervioso entre sus brazos, lo que le hizo sonreír de lado y pegarse completamente a él.
El corazón de Carlos se disparó y no pudo evitar ruborizarse al notar los músculos de Blas totalmente pegados a los suyos. Tiró la cabeza hacia atrás y la apoyó en la pared intentando relajarse.
Por otra parte Blas acercó una de sus manos a la barbilla del rubio y le alzó la cabeza, obligándolo a mirarle. Blas se dio cuenta de que los ojos de Carlos tenían un brillo especial y sus pupilas se habían dilatado hasta tal punto que casi no se podía ver el color verde de su iris.
El moreno no pudo evitar sonreír al ver tan tierna imagen, le acarició la barbilla con los dedos y acercó su boca a la de Carlos. ¿De verdad iba a volver a hacerlo?
Aunque tampoco tuvo mucho tiempo para pensárselo porque está vez fue Carlos el que acortó la distancia uniendo así de nuevo sus labios. Ambos suspiraron y se dejaron llevar por el momento.
La mano de Blas que aún quedaba apoyada en la pared se deslizó hasta la parte baja de la espalda de Carlos, obligándolo así a quedar totalmente pegado a su cuerpo. Su otra mano se encontraba perdida entre el pelo del rubio.
Carlos entre abrió sus labios a la vez que abrazaba al moreno y este aprovechó y coló su lengua en la boca de Carlos. Llevaba queriendo hacer eso desde que separaron sus labios la última vez.
Blas separó por un momento sus labios para poder respirar pero antes de que se rompiese el momento mordió levemente el labio inferior del otro chico y volvió a besarlo.
Blas se encontraba en una nube, hacía años que no se sentía así al besar a alguien y es que cada vez que Carlos sonreía en mitad del beso o simplemente movía la mano que le sujetaba por la espalda su corazón se aceleraba aún más y su vientre se llenaba de mariposas.
Y Carlos más de lo mismo, que Blas estuviese allí, con él, besándole como si se fuese a acabar el mundo ese mismo día le hacía quitarse de la cabeza que realmente besase mal y que huyó por asco. Tendría que haber otra explicación para que se fuese tan de repente.
Blas separó sus labios de nuevo y junto sus frentes, miro fijamente los ojos cerrados del rubio y no pudo evitar sonreír, se veía tan tierno así.
El cerebro de Carlos tardó varios segundos en reaccionar y permitirle abrir los ojos. Cuando los abrió se vio reflejado en los ojos azules de Blas y no pudo evitar volver a sonrojarse, sus ojos tan cerca le podían por lo que acabó separándose de él.
Ya con algo más de diferencia pudo observar como los labios de su ¿amigo? se torcían formando una de las sonrisas mas bonitas que Carlos había visto en la vida.
Blas no sabía que decir para romper el hielo por lo que optó por tirar de la camiseta del rubio y abrazarlo. Carlos totalmente aturdido rodeó al moreno con sus brazos y apoyó su cabeza en su hombro a la vez que cerraba los ojos.
De golpe Carlos notó que ya no estaba abrazando a nadie y de la propia inercia se fue para delante, chocando así contra la puerta del baño. Se levantó como pudo y se llevó la manos a la nariz.
Abrió la puerta del baño y fue hacia los lavabos, se quitó la mano y pudo observar en hilo de sangre caerle de la nariz.
–Bravo Carlos, te acabas de partir la nariz.–Se dijo a si mismo.
Cogió bastante papel de secar las manos y se lo llevó a la nariz, intentado detener la hemorragia. Cuando se aseguro de que más o menos había parado reparó en que se había quedado completamente solo en el baño, Blas ya no estaba.
¿Dónde había ido? Y lo peor, ¿cómo se había ido sin que él se diese cuenta?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top