Capítulo 14

-¿Enserio quieres hablar de eso ahora?

Carlos simplemente asintió con la pregunta de Blas.

-No me gusta hablar de estos temas Carlos.

Carlos lo observó sentado en el escritorio, quizás no tuviesen todavía la suficiente confianza como para que él se sincerase, si realmente era verdad.

-No quiero ponerte más en peligro...-Dijo Blas con la cabeza gacha pero sin apartar el contacto visual con Carlos.

-¿Más en peligro?-Dijo Carlos frunciendo el ceño.

-Charlie, no soy normal -Dijo Blas respirando hondo- No me relaciono con casi nadie, y con los pocos que lo hago, sin contarte, no es que sean muy agradables.

Carlos ladeó la cabeza y se bajó del escritorio para sentarse justo a su lado, le puso una mano en el hombro y le dio un leve apretón. Era lo único que se le ocurría hacer en ese momento. Blas a su lado suspiró.

-Cambia de amistades-Dijo Carlos- en el instituto hay mucha gente que mataría por relacionarse contigo. Te puedes venir conmigo si quieres, no creo que les importe al resto.

Blas se encogió de hombros.

-No es así de fácil, me cuesta entablar amistades.-Dijo Blas.

-Conmigo no te ha costado tanto.

-Ya. Pero es que tú eres tú. -Dijo Blas pegándose un poco más al rubio.

Carlos por su parte se sintió alagado con esa afirmación, era especial para Blas y con eso le bastaba para irse feliz hoy a la cama.

-No se porqué eres tan inseguro-Dijo Carlos dándole otro apretón en el hombro -Pero quizás sí le contases a alguien lo que te pasa, lo que sientes, etc, puede ayudarte a superar esas inseguridades y te sentirías mucho mejor.

-No puedo hablar con nadie de eso-Dijo Blas girando la cara para mirar a los ojos a Carlos.- Me van a tachar de loco y enfermo mental.

Carlos soltó un "bah" que consiguió arrancarle una sonrisa al moreno.

-Yo no te trataría de loco-Dijo el rubio siendo sincero.

-Tu no, pero...

-¿Pero qué?-Dijo Carlos hablando flojito.

Blas no respondió, simplemente se quedó mirando una de las fotos colgadas de la pared, eran dos manos entrelazadas con una frase en medio que no lograba leer desde la cama.

-Si quieres puedo escucharte yo, dicen que doy buenos consejos.

Blas asintió y arrastró el culo hasta la pared, Carlos se puso a su altura y se quitó los zapatos para estar más cómodo y así poder subir los pies.

-Antes de nada, no quiero que me juzgues.

-¿Por qué debería hacerlo?-Dijo Carlos girando la cabeza y fijando la vista en Blas, el cual tenía los ojos cerrados.

-Da igual-Dijo Blas.

La habitación se quedó en silencio, Carlos a la espera de que Blas dijese algo y Blas buscando las palabras adecuadas para no parecer enfermo.

-No he hablado de esto con nadie pero... Me enamoré de la persona equivocada y salí perdiendo.

Carlos no apartó en ningún momento la vista de su amigo, él también había amado a una persona y no había sido correspondido.

-¿Cómo que saliste perdiendo?

-Esa persona se reía de mí, me buscaba todo el rato para recordarme la mierda de persona que era. Y yo tonto le creía, cambié mi forma de ser para agradarle, pero nunca fue suficiente. Le sacaba pegas hasta a la suela de mis zapatos.

-¿Pero por qué te gustaba si te trataba tan mal?

-Al principio no me trataba mal, pero fue enterarse de lo que sentía y me hizo la vida imposible. Y yo como un idiota seguía totalmente encaprichado.

-Hay veces que el corazón es gilipollas-Dijo Carlos suspirando-Y olvidate de esa chica, no te merecía.

Blas a su lado se tensó y Carlos se asustó a su lado, ¿había dicho algo malo?

-Carlos, no era una chica.

Carlos a su lado abrió los ojos sorprendido, no se esperaba para nada esa respuesta.

-¿Era un chico?

Blas a su lado se arrepintió al momento de haber confesado que no era una chica, ¿y si ahora el rubio se alejaba de él al sentirse incómodo? ¿Y sí se volvía a repetir la historia?

-Pero... ¿A ti te gustan los chicos?-Dijo Carlos intentado que la voz no le temblase.

Blas apoyó la cabeza en la pared y se encogió de hombros.

-Oye, a mi me lo puedes contar, no te voy a juzgar ni a insultar por tu orientación sexual.- Dijo Carlos con el corazón a mil por hora.

-Se podría decir que sí.

Blas respiró hondo, pero no se movió ni un centímetro de Carlos y este lo único que quería era abrazarlo y acariciarle el pelo, pero no sabía cómo se lo iba a tomar.

-¿Te puedo hacer una pregunta?-Dijo Blas nervioso.

Carlos asintió y miró a Blas expectante.

-¿A ti te gustan las chicas o...?

Carlos sonrió levemente y le contestó.

-Los chicos, normalmente, pero hay veces que me ha atraído alguna chica.

Blas suspiró aliviado al ver que estaba de su parte y Carlos lo rodeó con sus brazos y lo abrazó, el moreno por su parte le devolvió el abrazo y apoyó como pudo la cabeza en su hombro. La verdad es que Carlos tenía razón, al instante se sintió mas ligero, como si le hubiesen quitado una carga de encima

Ambos se quedaron en la misma posición bastante tiempo, hasta que Blas se separó y subió la mirada, encontrándose con los ojos verdes de Carlos. Por primera vez se fijó en lo bonitos que eran, ese verde amarillento con pequeñas motas marrones no lo tiene cualquiera.

Carlos se sintió intimidado al notar la mirada fija del moreno puesta en él y esa sensación aumentó al notar como el rostro de Blas se iba acercando al suyo, la respiración de Carlos se aceleró, al igual que su corazón y Blas lo notó, pero ninguno de los dos se separó. El moreno inclino la cara hacia la izquierda y cerró los ojos para después juntar sus labios con los del rubio, el cual cerró los ojos nada mas notar los labios de Blas rozar los suyos.

Era un beso distinto al que Carlos había recibido por parte del falso Blas dos días atrás. Era un beso tímido, suave y delicado. Blas besaba sus labios como si se fuesen a romper, saboreando el momento.

Carlos con el corazón desbocado llevó ambas manos al cuello de Blas y lo abrazó, pegándolo un poco más a él. Blas reaccionó y apretó mas sus labios contra los del otro chico a la vez que pegaba más sus cuerpos y posaba sus manos en las mejillas del rubio para así intensificar el beso.

Sus cuerpos fueron acercándose hasta tal punto que Blas acabó prácticamente sentado encima de Carlos.

Blas perfiló la boca del rubio con su lengua lo que hizo que Carlos reaccionara y entre abriese la boca dándole acceso a Blas para que introdujese le lengua en el beso.

Al final se acabaron separando por falta de aire. Abrieron los ojos prácticamente a la vez y se miraron a escasos centímetros recuperando el aire. Blas, totalmente asustado, desorientado y arrepentido se disculpó y salió corriendo de la casa. Carlos lo vio irse totalmente congelado encima del colchón, con dos de sus dedos rozando levemente su labio inferior.

Blas por su parte notaba sus ojos aguarse conforme bajaba las escaleras de la casa ¿que había hecho?

Se limpió los ojos con el dorso de la mano y salió fuera, se apoyó en la pared de la casa y suspiró. ¿Por qué había permitido el beso? Con eso sólo conseguía ponerlo aún más en peligro, ¡y eso no es lo que quería hacer! Pero es que sus labios sabían tan bien... Y encajaban tan bien con los suyos...

Carlos por su parte en su habitación seguía rozándose los labios con el dedo índice, en su mundo.

Se habían besado, Blas había huido y él no lo había impedido.

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