[89] LUCHAR HASTA LA CERCA
—No puedo creer que les dije a todos —dijo Lara—. Yo fui, literalmente, la única que dijo "no le digas a nadie" y se lo dije a todo el mundo. Qué idiota.
Lara y Daryl estaban sentados en la parte trasera del vagón del tren esperando que Rick ideara un plan, y ella se estaba reprendiendo a sí misma mientras Daryl escuchaba. Daryl lo encontró divertido porque por mucho que quisiera mantener al bebé en secreto por un tiempo para que él y Lara pudieran compartir este momento entre ellos, fue agradable ver las reacciones positivas de todos. Como había dicho Rick: necesitaban algo bueno.
Daryl miró a Lara—. Vamos a salir de esto, ¿de acuerdo? No dejaré que nadie te haga daño a ti o al bebé.
Lara asintió—. Estaremos bien. Somos a prueba de balas, ¿recuerdas?
Se golpeó el chaleco antibalas y Daryl se echó a reír—. No puedo creer que todavía uses eso.
—¿No te tranquiliza? —preguntó Lara—. Porque con mucho gusto me desharé de él.
—No, quédatelo —dijo Daryl.
Lara sonrió—. Sabes, si me hubieras dicho hace aproximadamente un año que estaríamos aquí, probablemente me habría reído en tu cara.
—Se siente como hace una vida —dijo Daryl apoyando la cabeza contra la pared—. Atlanta, la granja, todo lo demás.
—Sí —dijo Lara—. El tiempo se siente diferente ahora. Tres meses solían ser mucho tiempo, pero cuando estábamos en la prisión, parecieron tres días.
Daryl asintió—. Pero también es lo mismo en el otro sentido. Sentí como si hubieran pasado diez años desde que te perdí en la prisión, no diez días.
—¿Fueron realmente diez días? —preguntó Lara—. Se sintió como más que eso.
—Podría haber sido un poco menos —respondió Daryl—. Fue mucho tiempo.
Lara entrelazó sus manos, levantándolas para besar los nudillos de Daryl—. Ahora estamos juntos. Vamos a estar bien.
Rick tenía un plan, porque siempre tenía una manera de sacarlos de los lugares más difíciles. Este grupo era uno de los más fuertes que Lara había visto hasta ahora, porque aunque eran muy diferentes en términos de personalidad, todos compartían un objetivo común: sobrevivir. Habían soportado tanto, experimentado durezas como ninguna otra y, sin embargo, todavía estaban aquí.
Abraham estaba contando la historia de cómo él y sus compañeros terminaron en el vagón del tren mientras trabajaban en la creación de sus propias armas—. Parecían buenas personas, pero yo estaba listo para irme. Acababamos de llegar, pero, diablos, tuvimos que habernos ido. Cuando les dije sobre lo de DC, el estúpido a cargo hizo una seña y asintió, sacaron sus armas y volvimos a nuestro ajetreo de mierda.
—Antes de que te pusieran aquí, ¿viste a Tyreese? —le preguntó Sasha a Michonne.
—No —respondió Michonne.
—Un auto negro con una cruz blanca pintada —le decía Daryl a Maggie, que había preguntado por Beth—. Traté de seguirlo. Lo intenté.
—¿Pero está viva? —preguntó Maggie.
—Está viva —respondió Daryl.
Cuando Maggie le preguntó a Lara qué le había pasado, se quedó callada por un momento—. Estaba sola. Luché contra un par de caminantes, asalté un par de casas, pasé un par de días en el bosque. Luego me encontré con este grupo —se mordió el labio cuando sintió que sus manos comenzaban a temblar—... Daryl estaba con ellos. Si él no hubiera estado allí, habrían... ¿sabes? Se hubieran salido con la suya.
Los ojos de Maggie se agrandaron. Sabía cómo se sentía ser abusada y abrazó a Lara, ofreciéndole consuelo—. Lo siento.
—Estoy bien —respondió Lara—. Daryl llegó allí antes de que algo realmente malo pudiera suceder, pero aun así...
—Es inquietante —terminó Maggie, encontrando las palabras que Lara no pudo—. Sé exactamente como se siente.
—Se siente como la mierda —dijo Lara—. Te hace sentir horrible.
Maggie apretó el hombro de Lara—. Me alegra que estés bien, y se volverá más fácil.
Lara suspiró. Como la primera vez.
Daryl estaba atento, y cuando escucharon a los hombres charlando afuera del vagón del tren, todos se quedaron quietos—. Ahí vienen cuatro de esos desgraciados.
—Ya saben qué hacer —dijo Rick—. Primero a los ojos, luego a la garganta.
Fuera del vagón del tren, habló la voz de un hombre—. Pónganse de espaldas a las paredes de cualquier lado del vagón, ahora.
Mientras se preparaban para que se abriera la puerta lateral, se abrió un panel sobre sus cabezas y la luz del sol se derramó en la habitación, cegando a todos por un segundo mientras intentaban adaptarse al brillo. Se arrojó una granada de humo al piso del vagón de tren y con un grito de—: ¡MUÉVANSE! —de Abraham, todos se dispersaron cuando detonó, arrojando humo al vagón del tren.
Maggie agarró a Lara y la arrastró hasta el final del vagón—. Tienes que taparte la nariz. Intenta no inhalarlo.
Lara se quitó la franela, incapaz de ver a través del humo que llenaba el vagón del tren. Podía escuchar a sus amigos tosiendo a su alrededor, pero la única persona que podía ver era Maggie, parada justo a su lado mientras sostenía la mano de Lara.
No podía ver ni a Daryl ni a Rick, y eso la aterrorizaba. Mientras ella y Maggie se agachaban para tratar de evitar el humo, ella cerró los ojos y esperó a que se despejara. Cuando el humo se desvaneció, filtrándose a través de las grietas, Lara se puso de pie.
—¿Dónde está mi papá? —preguntó Carl, mirando alrededor.
—¿Dónde está Glenn? —preguntó Maggie.
—¿Y Daryl? —preguntó Lara—. ¿Dónde están?
—Bob también se ha ido —agregó Sasha.
—Se los llevaron —respondió Abraham.
—¿A dónde? —preguntó Lara, una mano descansando sobre su estómago mientras trataba de no entrar en pánico.
—Probablemente para interrogarlos —sugirió Abraham.
—¿Para qué? —preguntó Lara—. Saben que seguimos las señales, así que no tenemos adónde ir.
—Tal vez estén planeando comérselos —dijo Carl.
Lara lo miró—Eso no me tranquiliza.
—¿Comerlos? —preguntó Eugene.
—Eso es lo que piensa la tía Lara —dijo Carl—. Ella piensa que se comen a la gente.
—¿No viste los restos humanos cuando estábamos corriendo? —le preguntó Lara a su sobrino.
—No —replicó Carl—. Porque estaba demasiado ocupado preocupándome de que me dispararan.
Lara se acercó a la puerta—. Tenemos que salir de aquí.
—Necesitas calmarte —dijo Sasha, dando un paso hacia Lara—. Demasiado estrés no es bueno para el bebé.
—Demasiado estrés no es bueno para nadie —le recordó Lara—. Pero, ¿qué más debo hacer? ¿Sentarme aquí mientras Rick, Daryl, Glenn y Bob están afuera?
—Tiene razón, Lara —dijo Maggie—. Necesitas calmarte.
—¿Cómo es que todos están tan tranquilos? —preguntó Lara, mirando a su alrededor con frustración—. Tenemos que salir de aquí.
—¿Cómo? —preguntó Rosita—. La puerta está cerrada y apuesto a que el panel del techo también lo está. Estamos atrapados.
—Solo tenemos que esperar —dijo Michonne—. Estoy segura de que estarán bien.
Lara odiaba admitirlo, pero Michonne tenía razón. Mientras todos trataban de distraerse usando lo que tenían para crear armas improvisadas, Lara pavimentó el vagón del tren, deseando tener un cuchillo o una pistola o cualquier cosa que pudiera usar para sacarlos de este lío.
No pasó mucho tiempo antes de que una explosión sonara desde algún lugar más allá del vagón del tren, un fuerte estruendo que resonó en todo el recinto de Terminus. Los nervios de Lara ya estaban de punta, pero escuchar la explosión y ver cómo todos sus amigos comenzaban a preocuparse no fue reconfortante.
Abraham golpeó la puerta con los nudillos—. ¿Qué diablos está pasando?
—Alguien los atacó —respondió Michonne.
—O tal vez nuestra gente se liberó —dijo Sasha esperanzada.
—Disculpen —dijo Eugene en voz baja, moviéndose entre Sasha y Lara para agacharse junto a la puerta.
—¿Qué demonios estás haciendo? —preguntó Rosita.
—Podría usar esto para vulnerar la puerta —respondió Eugene—. Por como se escucha, puede que no quede nadie para abrirla.
Lara se sintió enferma—. Por favor, no digas eso.
—Ella tiene razón, Eugene. Lo siento, pero cállate —dijo Rosita.
—Bueno.
—Oye —dijo Carl—. Mi papá va a regresar. Todos lo harán.
—Sí, lo harán —dijo Maggie—. Y cuando lo hagan debemos estar listos para pelear con ellos y poder escapar.
Todos trabajaron en silencio por unos momentos, y luego Sasha preguntó—: ¿Cuál es la cura, Eugene?
—Es clasificado —respondió Eugene.
—No sabemos qué va a suceder —dijo Michonne.
—Déjalo en paz —dijo Abraham.
—Tenemos que seguir trabajando —dijo Maggie.
—Sí, pero es hora de escucharlo —respondió Sasha—. Porque no sabemos lo que viene después.
—Lo que sigue es que salgamos de esta —respondió Tara.
—Incluso si les dijera todo, incluso si les diera instrucciones paso a paso con ilustraciones y preguntas frecuentes bien redactadas y me convirtiera, la cura moriría conmigo —dijo Eugene.
—No dejaré que eso suceda —le aseguró Abraham.
—En el mejor caso, terminamos en una tormenta de balas, fuego y caminantes —continuó Eugene—. No rápido. Estoy seguro de que no puedo derribar a un caminante con botones afilados y mucha confianza.
—Sí, pero podemos y lo haremos —respondió Michonne.
—No nos debes nada —le dijo Sasha—. Todavía no. Pero solo queremos escucharlo.
—No tienes que hacerlo —respondió Rosita.
Eugene se levantó—. Era parte de un equipo de diez personas en el Proyecto Del Genoma Humano para armamentar enfermedades para luchar contra enfermedades letales. Microorganismos patógenos con microorganismos patógenos. Fuego con fuego. Se tenían bebidas interdepartamentales, se establecieron relaciones, se compartió información. Soy consciente detrás de los sistemas de entrega a prueba de fallas para matar a cada persona viva en este planeta. Creo que con un pequeño ajuste en las terminales de DC, podemos revertir los papeles. Sacar hasta el último muerto. Fuego con fuego. En igualdad de condiciones, suena bastante rudo.
—Así que volvamos a trabajar —respondió Maggie.
En ese momento, la puerta se abrió y apareció Rick—. ¡Vamos! ¡Luchen hasta la cerca!
Mientras el alivio recorría el cuerpo de Lara a pesar de la lucha que estaban a punto de enfrentar, vio a Daryl y salió del vagón más rápido que un rayo. Él la atrapó mientras ella saltaba por las escaleras, y con un breve asentimiento y Daryl entregándole a Lara un arma y su cuchillo, los dos comenzaron a correr.
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