[80-B] LA CABAÑA
Beth era una extraña compañía para mantener, porque a pesar de conocerse durante un año, nunca habían estado solos ni compartido algún momento aparte de lo que vino después del fin del mundo. Ella provenía de un entorno protegido, lo tenía todo, mientras que Daryl tuvo que luchar y ganar todo lo que alguna vez tuvo.
Beth era extraña.
Todavía se aferraba a la esperanza de que se reunirían con su grupo; que todos habían salido con vida. Sabía que probablemente nunca sucedería, y que Lara probablemente estaba muerta junto con todos los que había conocido y por los que se preocupaba, pero Beth tenía esperanza.
Ella era así de extraña.
No era el tipo de persona a la que Daryl necesariamente llamaría amiga y, con la considerable diferencia de edad entre ellos, sus intereses diferían mucho. Trató de ser fuerte y de fingir que la vida no le daba una paliza constantemente, pero, como todo, las grietas comenzaban a mostrarse con el tiempo.
Beth tenía en la cabeza que necesitaba emborracharse al menos una vez antes de morir, por lo que se dispusieron a cumplir su deseo. Daryl quería seguir buscando a Lara, pero después de encontrar su gorra en la tierra, rodeada de caminantes, no estaba seguro de que estuviera viva, pero sabía que si lo estaba, tenía que seguir adelante. Tenía que encontrarla. Nunca se perdonaría si dejaba de buscarla mientras ella permanecía allí afuera, sola.
El club de golf que encontraron no logró darle a Beth la bebida que tanto deseaba, y todo lo que lograron encontrar fue una botella de licor de durazno. Cuando Daryl vio sus lágrimas mientras miraba la botella, lanzó el último de sus dardos a las fotos en la pared antes de tomar la botella de la mano de Beth y estrellarla contra el suelo.
—Tu primer trago no va a ser un maldito licor de durazno —dijo Daryl—. Vamos.
La condujo a través del bosque, siguiendo el sendero familiar que había recorrido hacía tanto tiempo con Lara a su lado en lugar de Beth. Habían salido a cazar y Daryl le había estado enseñando a usar su ballesta cuando tropezaron con la cabaña escondida entre los árboles, abandonada y deteriorada, pero la recompensa que había dentro fue suficiente para cubrir los daños.
Era una cabaña de alcohol ilegal, y mientras Lara y Daryl pasaron la tarde emborrachándose, se habían confesado muchos secretos el uno al otro. Daryl confesó muchas cosas sobre su infancia; sus remordimientos, sus sueños de un futuro mejor, el abuso que sufrió a manos de su padre y cómo nunca pensó que encontraría a alguien que lo amara. Ella había estado igual de borracha y le había confesado que le confiaba su vida y que nunca encontraría a nadie a quien amar más de lo que lo amaba a él.
Cuando regresaron a trompicones por el bosque, apenas podían ver con claridad. Incluso Daryl, que era un alcohólico experimentado, tenía problemas para regresar, y ahora que miraba hacia la cabaña, podía escuchar la risa de Lara en su cabeza, seguida de sus palabras.
"Creo que estamos perdidos".
Sonrió levemente al pensar en ella en ese entonces, feliz, contenta y llena de vida, y rezó para poder encontrarla de nuevo en ese mismo estado. Miró a Beth, que miraba la cabaña confundida, y dijo—: Encontré este lugar con Lara.
—Esperaba una licorería —respondió Beth.
—No, esto es mejor —dijo Daryl dirigiéndose hacia el cobertizo en la parte trasera de la casa.
Miró a través de las ventanas rotas para ver si había caminantes antes de abrir la puerta. Llenó una caja con frascos de alcohol y Beth preguntó—: ¿Qué es eso?
—Aguardiente casero —respondió Daryl, tirando la caja en sus brazos—. Vamos.
La cabaña estaba vacía, y claramente no había sido atendida incluso antes de que fuera abandonada, pero cuando Daryl entró recordó vívidamente su infancia. Revisó la habitación contigua a la cocina antes de servirle a Beth una pequeña cantidad de alcohol en un vaso de plástico polvoriento.
—Eso sí que es un verdadero primer trago —dijo Daryl. Beth miró nerviosa—. ¿Qué pasa?
—Nada —respondió ella—. Es solo... mi papá siempre decía que el aguardiente podría dejarte ciego.
—Ya no hay nada digno de ver de todos modos —dijo Daryl—. Además, no está mal. Lara y yo nos emborrachamos cuando encontramos este lugar.
—Lo recuerdo —dijo Beth sonriendo levemente—. Volvieron y Rick les gritó porque llegaron cuatro horas tarde.
—Valió la pena —murmuró Daryl, mirando las mantas que él y Lara habían dejado en el suelo y que todavía estaban allí—. Definitivamente valió la pena.
Beth tomó un sorbo y su rostro se arrugó con disgusto—. Eso es lo más desagradable que he probado en mi vida —aún así, terminó el vaso y se rió, diciendo—: La segunda ronda es mejor.
Alcanzó el frasco y Daryl dijo—: Más despacio.
—Éste es para ti.
—No —respondió Daryl—. Estoy bien.
—¿Por qué? —preguntó Beth.
—Alguien tiene que vigilar —dijo Daryl.
—Entonces qué, ¿ahora eres el que vigila? —preguntó Beth.
—Solo bebe mucha agua —dijo Daryl.
—Sí, señor Dixon —respondió Beth sarcásticamente.
Daryl se dispuso a asegurar la cabaña para pasar la noche mientras Beth se emborrachaba cada vez más. No le costó mucho considerando que todavía era joven y no había tenido la oportunidad de beber antes del fin del mundo. Miró alrededor de la cabaña, hurgando en el desorden mientras Daryl abordaba la ventana rota.
Se rió al ver la maceta de color rosa brillante que había sido utilizada como cenicero, con forma de sostén—. ¿Quién entraría en una tienda y saldría con esto?
—Mi padre —respondió Daryl, y cuando Beth lo miró, su expresión pedía respuestas—. Era un idiota. Habría colocado eso encima de la televisión y lo habría usado como práctica de tiro.
—¿Disparó cosas dentro de tu casa? —preguntó Beth.
—Era solo un montón de basura —dijo Daryl—. Así es como supe lo que era este lugar. ¿Ese cobertizo de ahí afuera? Mi padre tenía un lugar como este. Tenía su silla de vertedero para sentarse en ropa interior y beber todo el verano. Tenía sus fantásticos baldes para escupir tabaco dentro —agarró un periodico—. Tenía su... internet.
Un caminante gruñó afuera y Daryl miró por la ventana.
—Es solo uno de ellos.
—¿Deberíamos matarlo? —preguntó Beth.
—Si sigue haciendo mucho ruido, sí —respondió Daryl.
—Bueno, si vamos a estar atrapados de nuevo, podríamos aprovecharlo al máximo —dijo Beth, recogiendo el frasco y ofreciéndoselo a Daryl con esperanza—. A menos que esté muy ocupado vigilando, Sr. Dixon.
—Bueno, podríamos aprovecharlo —dijo Daryl tomando el frasco y dejándose caer en el sofá—. Hogar dulce hogar.
A medida que avanzaba el día, Beth se aburrió de beber sin sentido y le pidió a Daryl que jugara "Yo nunca" con ella. Ella le explicó las reglas, y por un tiempo estuvieron bien mientras Daryl se acostumbraba al juego. No solía ser tan libre al admitir cosas, pero su cabeza estaba un poco confusa y sabía que se estaba emborrachando a pesar de sus mejores esfuerzos para no hacerlo.
No fue hasta que Beth dijo—: Yo nunca he estado en la cárcel. Quiero decir, como prisionero —que el juego empeoró.
Daryl se tensó ante sus palabras—. ¿Eso es lo que piensas de mí?
—No lo decía en serio —dijo Beth—. Pensé, ya sabes, como en un centro de rehabilitación. Incluso mi padre fue encerrado por eso.
—Bebe —dijo Daryl.
—Espera... guardia de prisión —dijo Beth—. ¿Fuiste un guardia de prisión antes?
—No.
Torpemente, Beth dijo—: Es tu turno de nuevo.
—Voy a mear —respondió Daryl poniéndose de pie.
Dejó caer el frasco de alcohol en el suelo mientras alcanzaba la cremallera y Beth se enderezó un poco cuando escuchó que el vidrio se rompía—. Tienes que estar en silencio.
—¡No puedo oírte! ¡Estoy orinando! —gritó Daryl odiosamente.
—Daryl, no hables tan alto —dijo Beth.
—¿Ahora estás vigilando? —replicó Daryl. Hubo un tenso silencio, interrumpido solo por el sonido de Daryl orinando, hasta que se subió el cierre de los pantalones—. Espera, es mi turno, ¿no? Yo nunca... comí yogurt helado. Nunca he tenido un perro como mascota. Nunca recibí nada de Santa Claus —tiró el periódico de la mesa en un ataque de ira—. Nunca he confiado en nadie para protegerme —ahora estaba gritando—. Joder, ¡nunca he confiado en alguien para nada!
—Daryl...
—Nunca canté frente a un gran grupo en público como si todo fuera divertido —espetó Daryl—. Como si todo fuera un juego. ¡Te aseguro que nunca me corté las venas buscando atención!
Beth estaba atónita. Nunca había visto a Daryl así, pero supuso que se debía principalmente al hecho de que tenía a Lara con él todo el tiempo que lo había conocido. Ella lo mantenía en pie y, ahora que no la tenía, Daryl no sabía qué hacer consigo mismo. Aún así, su ira estaba asustando a Beth y ella no pudo evitar echarse hacia atrás con miedo.
El caminante de fuera gruñó y Daryl pateó un balde por el suelo—. Parece que nuestro amigo afuera está tratando de llamar a sus amigos.
—¡Cállate! —siseó Beth.
—¿Nunca disparaste una ballesta? —preguntó Daryl mientras tomaba su ballesta—. Te voy a enseñarte ahora. Vamos, será divertido.
Agarró la muñeca de Beth, arrastrándola a sus pies mientras ella lo seguía. Abrió la puerta de una patada, ignorando su protesta de que deberían quedarse adentro mientras se dirigía a la parte trasera de la cabaña donde el caminante estaba al acecho.
—¡Daryl, basta! —gritó Beth—. ¡Daryl!
—Idiota —comentó Daryl, apuntando con su ballesta mientras el caminante avanzaba hacia ellos—. ¡Ven aquí, idiota!
Le disparó al caminante y los ojos de Beth se abrieron como platos—. Daryl...
—¿Quieres disparar? —preguntó Daryl.
—No sé cómo.
—Es fácil —respondió Daryl tirando de Beth hacia él mientras levantaba su ballesta de nuevo, sosteniéndola con una mano mientras envolvía a Beth con la otra—. Ven aquí. Esquina derecha.
—Practiquemos más tarde —insistió Beth.
Daryl estaba demasiado ocupado recargando su ballesta—. Vamos, es divertido.
—¡Basta! ¡Daryl! —espetó Beth.
Después de unos momentos más de escuchar a Daryl hablar sobre "práctica de tiro", Beth avanzó y mató al caminante, retrocediendo mientras miraba fijamente a Daryl.
—¿Por qué diablos hiciste eso? —preguntó Daryl—. Estaba divirtiéndome.
—¡No, estabas siendo un imbécil! —gritó Beth—. Si alguien encuentra a mi padre...
—No. No es lo mismo —replicó Daryl.
—¡Matarlos no se supone que sea divertido! —espetó Beth.
—¡¿Qué quieres de mí?! —dijo Daryl.
—Quiero que dejes de actuar como si nada te importase —respondió Beth—. Como si ninguna de las personas que perdimos significaran nada para ti. Como si ni siquiera te importara que Lara pudiera estar en alguna parte. ¡Es una mierda!
—¿Eso es lo que piensas? —preguntó Daryl.
—Es lo que sé.
—No sabes nada —espetó Daryl.
—Sé que me miras y ves otra chica muerta —respondió Beth—. No soy Michonne, no soy Carol, no soy Maggie... ¡no soy Lara! Sobreviví y no lo entiendes porque no soy como tú o como ellas. Pero lo logré, ¡y no vas a tratarme como una mierda solo porque tienes miedo!
Daryl dio un paso más cerca de ella—. No tengo miedo de nada.
—Lo recuerdo —dijo Beth—. Cuando esa niña salió del granero después de mi mamá, eras como yo. Y cuando ese caminante casi agarra a Lara la noche en que murió Dale; cuando Shane la empujó y se golpeó la cabeza. Tenías miedo. Pero que Dios no permita que nadie se acerque demasiado.
—¿Acercarse demasiado? —preguntó Daryl—. ¿Qué pasa con mi maldita esposa? Me acerqué a ella y fui el idiota que la perdió. Pero tú sabes todo sobre eso, ¿no? ¡Perdiste a dos novios y ni siquiera puedes derramar una lágrima! Tu familia se ha ido y todo lo que puedes hacer es buscar alcohol como una tonta perra universitaria.
—Jódete. No lo entiendes.
—¡No, tú no lo entiendes! —gritó Daryl—. ¡Todos los que conocemos están muertos!
—¡No sabes eso! —exclamó Beth.
—¡Puede que no los veas nunca más! —gritó Daryl—. Rick... nunca volverás a ver a Maggie. ¡Al igual que yo nunca volveré a ver a mi maldita esposa!
—Daryl, basta —dijo Beth, y él soltó su brazo de su agarre y le dio la espalda.
—El Gobernador apareció en nuestras puertas —dijo Daryl—. Quizá si no hubiera dejado de buscar. Quizá porque me rendí. Es mi culpa. ¡Lara está muerta por mi culpa!
—Daryl...
—Y tu papá —dijo Daryl, tratando de contener las lágrimas—. Quizá podría haber hecho algo.
Beth lo abrazó por detrás y Daryl finalmente dejó caer la cabeza mientras las lágrimas brotaban. Sollozó pensando en Lara. A pesar de que el pequeño destello de esperanza estaba allí, eso no le impidió comenzar a aceptar la posibilidad de que estuviera muerta. Él la había despedido con sólo la promesa de encontrarla y no lo había hecho.
Todo lo que Daryl podia imaginar era que Lara estaba muerta, y que nunca la volvería a ver.
—La perdí —susurró Daryl con los ojos en el suelo.
—La encontraremos —respondió Beth.
La esperanza era algo tan voluble. No había hecho nada por Daryl recientemente. De hecho, la vida había hecho exactamente lo contrario de lo que esperaba. Le había arrebatado a Lara, había matado a todos sus amigos, había destruido el único lugar bueno y estable que habían construido y toda idea posible en su cabeza de que podía encontrar la felicidad en alguna parte.
Se sotó del abrazo de Beth después de un rato, limpiándose los ojos—. Vamos, oscurecerá pronto.
Cuando llegó la noche y el único sonido era el canto de los grillos, Daryl y Beth se sentaron en el porche, mirando los árboles que los rodeaban. Estuvo tranquilo por un tiempo, porque ninguno de los dos sabía realmente cómo romper el hielo que se había asentado después del arrebato de Daryl.
Finalmente, Beth suspiró—. Entiendo por qué mi papá dejó de beber.
—¿Te sientes mal? —preguntó Daryl.
—No —respondió Beth—. Desearía sentirme así todo el tiempo, eso es malo.
—Tienes suerte de ser una borracha feliz —dijo Daryl.
—Sí, tengo suerte —dijo Beth—. Algunas personas pueden ser verdaderos idiotas cuando beben.
—Sí, yo soy un idiota cuando estoy borracho —dijo Daryl clavando su cuchillo en la barandilla del porche—. La única persona que nunca ha visto ese lado es Lara y, si lo hiciera, no estaría conmigo.
—Eso no es cierto —respondió Beth—. Ella te ama.
Daryl suspiró, queriendo cambiar de tema—. Merle tenía este traficante, este blanquito chiflado, un drogadicto. Un día estábamos en su casa viendo la televisión. No era ni mediodía y ya estabamos borrachos; Merle estaba drogado. Estábamos viendo un programa y Merle estaba diciendo tonterías al respecto. Y no paraba. Merle nunca pudo. Resulta que era el programa favorito del hijo del drogadicto, y nunca vía a su hijo, así que se sintió culpable por eso o algo así. Entonces le pegó un puñetazo a Merle en la cara, y yo empecé a golpear al drogadicto tan fuerte como pude. Sacó un arma, la puso justo aquí —Daryl se llevó un dedo a la sien—. Dijo: "voy a matarte, perra". Entonces Merle le apuntó con su arma. Todo el mundo gritaba. Yo gritaba. Pensé que estaba muerto por una caricatura tonta sobre un perro que hablaba.
—¿Cómo saliste de eso? —preguntó Beth.
—El drogadicto me dio un puñetazo en el estómago —respondió Daryl—. Vomité. Empezaron a reírse y lo olvidaron todo —suspiró—. ¿Quieres saber qué era antes de todo esto? Estaba a la deriva con Merle, haciendo lo que fuera que dijera que haríamos ese día. No era nadie... nada. Un idiota con un hermano más idiota.
—Lo extrañas, ¿no?— preguntó Beth—. Yo extraño a Maggie. Extraño que me mande. Extraño a mi hermano mayor Shawn. Era molesto y sobreprotector... y a mi papá. Creía... tenía la esperanza de que viviera el resto de su vida en paz, ¿sabes? Creía que Maggie y Glenn tendrían un bebé y él sería abuelo, y tendríamos cumpleaños y picnics de verano. Y envejecería mucho... y moriría, pero sería tranquilo. Estaría bien. Estaría rodeado de las personas que amaba —Beth se rió con tristeza para tratar de contener las lágrimas—. Así de increíblemente estúpida soy.
—Así es como se suponía que tenía que ser —respondió Daryl—. Nunca pensé que sería tan tonto como para enamorarme, pero Lara era simplemente... era perfecta, ¿sabes?
Aquí va, pensó Beth para sí misma. Se está abriendo sobre Lara.
—Era genial —dijo Daryl, con una mirada distante en sus ojos—. Nunca me trató como si fuera menos que nadie; como si mi pasado no le importara. Ella vio lo bueno en mí y yo era un mejor hombre gracias a ella —parpadeó un par de veces, deteniéndose brevemente—. Ella... no sé, tenía esa forma de hacerme sentir que iba a estar bien, ¿sabes? Como si realmente pudiéramos lograrlo.
—Sé lo que quieres decir —dijo Beth—. Ella era así con todos.
—Sí, lo era —dijo Daryl—. Era tan buena y perfecta. Vio lo que otros no vieron y yo... la dejé ir.
—Nadie te culpa —dijo Beth—. Estoy segura de que ella no lo hace.
—Le dije que corriera —respondió Daryl—. Le dije que la encontraría. Pero se fue —sacó su gorra de su bolsillo—. ¿Y si está muerta? ¿Y si lo último que le dije fue una promesa que no cumplí?
—La encontraremos —dijo Beth en voz baja—. Si está ahí fuera, la encontraremos.
—No puedo creer que la dejé ir —dijo Daryl—. Fue estúpido y tonto y desearía poder volver atrás y hacerlo todo de nuevo.
—Yo desería que simplemente pudiera cambiar —dijo Beth, inclinando la cabeza hacia atrás.
—Lo hiciste.
—No lo suficiente —dijo Beth—. No como tú. Es como si estuvieras hecho para cómo son las cosas ahora.
—Solo estoy acostumbrado a esto, a que las cosas sean desagradables; creciendo en un lugar como este —respondió Daryl.
—Pero te escapaste —dijo Beth.
—No lo hice.
—Lo hiciste —contrarrestó Beth—. Encontraste a Lara en toda esta mierda. Ustedes son la pareja más fuerte que conozco y están, literalmente, hechos el uno para el otro.
—Quizá tengas que seguir recordándomelo algunas veces —dijo Daryl.
—No —respondió Beth—. No puedes depender de nadie para nada, ¿sí? Algún día me iré.
—Detente.
—Lo haré —dijo Beth—. Vas a ser el último hombre en pie —la miró con incredulidad y ella suspiró—. Lo serás. Me vas a extrañar mucho cuando me vaya, Daryl Dixon.
—No eres una borracha feliz en absoluto —comentó Daryl.
—Sí, estoy feliz. Simplemente no soy ciega —respondió Beth—. Tienes que ser quien eres, no quien eras antes. Lugares como este... tienes que alejarlos.
—¿Y si no puedes? —preguntó Daryl.
—Tienes que hacerlo. O te mata —dijo Beth, señalándose el pecho—. Aquí.
—Deberíamos entrar —dijo Daryl.
Beth estaba sonriendo—. Deberíamos quemarla.
Daryl sabía que estaba hablando de la cabaña. Probablemente sería bueno verla arder y olvidar el pasado, permitiéndole concentrarse en su futuro.
Encontrar a Lara tenía que ser su prioridad; encontrarla viva o muerta. Tenía que saber. No se detendría hasta encontrarla y, con el pasado fuera de su mente, podría concentrarse por completo en encontrarla.
Él se puso de pie—. Vamos a necesitar más alcohol.
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