[35] SECRETOS
—De acuerdo, escúpelo —exigió Lara, cuando vio lo nervioso que se veía Glenn—. ¿Qué estás escondiendo?
Había estado caminando de un lado a otro durante unos minutos, como si tuviera una discusión interna consigo mismo. No, no era una discusión. Era un debate. Estaba tratando de decidir si decirle a Lara lo que se había estado guardando para sí mismo, pero su conciencia le decía que no lo hiciera. Maggie nunca volvería a hablar con él si lo hiciera.
—No escondo nada —dijo Glenn, aunque su tono hizo que Lara no quedara convencida.
—No me mientas —dijo Lara, clavando en Glenn una mirada que sabía que lo quebraría—. Sé que estás escondiendo algo.
—Bien —dijo Glenn derrotado, desmoronándose bajo el calor de la mirada de muerte característica de los Grimes—. Pero no puedes decírselo a nadie.
—Tu secreto está a salvo conmigo —prometió Lara.
Glenn tardó no menos de dos segundos en decir—: Lori está embarazada y el granero está lleno de caminantes.
Esas dos declaraciones golpearon bastante fuerte a Lara. Tuvo que tomarse un momento para procesar lo que Glenn acababa de decirle, antes de que finalmente lo mirara—. ¿Qué?
—Me escuchaste —dijo Glenn—. No me hagas decirlo de nuevo. Le prometí a Lori y Maggie que no diría nada.
—Bueno, ¿Lori le ha dicho a Rick? —preguntó Lara—. ¿Y le has contado a Rick sobre el granero?
—No —respondió Glenn—. ¿Qué parte de un secreto no entiendes?
—Está bien —dijo Lara—. Pero voy a hablar con Lori al respecto.
—¿Qué? ¡No! —protestó Glenn—. Me meteré en problemas.
—No, no lo harás —respondió Lara—. Lo tengo.
Salió de la tienda compartida y se dirigió hacia Lori, que estaba hirviendo agua sobre el fuego. Cuando vio que Lara se acercaba, Lori sonrió—. Hola.
—Entonces, vamos, di tu secreto —dijo Lara—. Y no me digas que no tienes uno, porque sé de buena fuente que, de hecho, estás guardando un secreto.
Lori puso los ojos en blanco—. ¿Glenn? Le dije que no le dijera a nadie.
—Oye, soy tu cuñada —contrarrestó Lara—. Francamente, estoy decepcionada de que no me lo dijeras tan pronto como te enteraste.
—No sé qué hacer —dijo Lori—. No puedo tener un bebe. No ahora.
—Bueno, tienes que hablar con Rick —dijo Lara—. Es su bebé también. ¿O no?
—¿Qué se supone que significa eso? —preguntó Lori.
—Significa que sé sobre ti y Shane —respondió Lara—. Y no intentes mentir sobre eso. Es dolorosamente obvio.
—¿No le has dicho a...?
—¿Rick? —terminó Lara—. No. No quiero hacerle eso.
—Gracias —dijo Lori, luciendo aliviada.
—No me agradezcas —dijo Lara—. Si no sabes de quién es ese bebé, entonces tienes que reconocer lo que hiciste y decirles a Rick y Shane lo que pasó.
—No puedo —respondió Lori—. No puedo hacer eso.
—Tienes que hacerlo —insistió Lara—. No puedes mentir.
—No es mentira si no les digo nada —contrarrestó Lori.
—Lori, si no les dices, lo haré yo —dijo Lara.
—No.
—Entonces díselo tú —ordenó Lara—. Tal vez no ahora, porque se están preparando para ir a enseñar al grupo a disparar, y un pistolero enojado es peligroso.
—Se lo diré a Rick más tarde —prometió Lori—. Y a Shane.
Lara asintió—. Más te vale.
Mientras dejaba la conversación así, dirigiéndose hacia la tienda de Daryl, vio a Carl caminando hacia ella. Apenas había logrado levantarse y caminar después de recibir un disparo, y Lara estaba feliz de ver una sonrisa en su rostro.
—Hola —saludó Lara, notando su sombrero—. Bonito sombrero.
—Gracias —dijo Carl—. Me lo dio papá.
—Te queda bien —respondió Lara.
—¿Vas a ir con todos hoy? —preguntó Carl—. ¿Para aprender a disparar?
—No —respondió Lara—. Ya sé disparar. Además, alguien tiene que quedarse aquí y cuidar de Daryl.
Carl asintió—. Entonces, ¿tú y Daryl son amigos ahora?
—Si es así como quieres llamarlo, entonces sí —respondió Lara—. ¿Vas a ir con todos hoy?
—Si se me permite —dijo Carl.
—Estoy segura de que tu papá estará de acuerdo —dijo Lara—. Y si no, ven a buscarme y lo haré entrar en razón.
—¿Como lo hiciste con Andrea?— preguntó Carl, y cuando Lara lo miró confundida, él explicó—: Escuché a mamá y papá hablar sobre cómo le gritaste por disparar. Papá dijo que no te había escuchado tan enojada en mucho tiempo.
—Bueno, ha pasado mucho tiempo desde que tuve una razón para estar tan enojada —dijo Lara, golpeando ligeramente el ala del sombrero de Carl—. Pero no te preocupes, ya está todo arreglado.
—Fue por Daryl, ¿no? —preguntó Carl—. Porque Andrea le disparó.
—Entre otras cosas —respondió Lara—. De todos modos, será mejor que te vayas.
—Daryl sería un tío genial —reflexionó Carl, mirando a Lara deliberadamente.
Tiró del sombrero para que le cubriera los ojos—. En tus sueños.
Se despidió de Carl y continuó hacia la tienda de Daryl, metiéndose dentro. Él la vio y sonrió—. Hola.
—Hola —respondió Lara—. Carl cree que serías un tío genial.
Daryl se burló—. ¿En qué maldito planeta?
—Aparentemente en el planeta ideal de Carl —dijo Lara, notando el libro en el suelo de la tienda de Daryl—. ¿Leyendo un poco?
—No hay fotos.
—Qué lastima —bromeó Lara—. ¿Cómo te sientes?
—Como si me hubieran disparado —respondió Daryl—. Y empalado.
—¿Entonces te sientes genial? —preguntó Lara sarcásticamente.
Daryl puso los ojos en blanco—. Sí, seguro.
Lara se sentó junto a la cama de campaña de Daryl y apoyó la espalda contra ella—. ¿Quieres jugar a las cartas?
—¿Cartas? —preguntó Daryl.
—Sí —dijo Lara—. Carl y yo jugamos para pasar el tiempo, y dado que técnicamente estás en reposo en cama, pensé que te vendría bien un poco de compañía.
Pasaron el resto del día juntos, hasta que el grupo regresó, y en ese tiempo, Daryl se encontró aprendiendo cosas sobre Lara que nunca esperó saber. A medida que pasaban más tiempo juntos, y vio cuán paciente era Lara con él cuando dudaba en responder preguntas, Daryl comenzó a sentir algo que nunca antes había sentido.
Cuando vio a Lara sonriendo, su corazón dio un vuelco, porque pensó que tenía una sonrisa muy bonita. Sus ojos eran de un tono marrón con pequeñas motas doradas, como si tuviera el sol y las estrellas en los ojos, más brillantes y hermosos que cualquier cosa que Daryl hubiera visto jamás.
Tal vez no quería admitirlo, pero esta chica era especial, y Daryl poco a poco comenzaba a darse cuenta de eso.
Cuando ella salió de su tienda esa noche, estaba triste de verla irse. No quería que se fuera, pero se fue, y Daryl se durmió esa noche soñando con el sol y las estrellas.
Lara, sin embargo, se vio impedida de llegar a su tienda por un Rick enojado. Él la agarró del brazo—. ¿Sabías?
—¿Qué? —preguntó Lara.
—¿Que Lori está embarazada? —preguntó Rick.
Lara tragó saliva—. Eh... sí.
—¿También sabías que trató de abortarlo? —preguntó Rick.
—Eso no lo sabía —respondió Lara—. ¿Qué quieres decir con que "trató"?
—Tomó las pastillas pero las vomitó —explicó Rick—. ¿Por qué no me dijiste?
—Era mejor que lo escuches de ella —dijo Lara—. Además, no me correspondía.
—Deberías haberme dicho —dijo Rick.
—No —respondió Lara, sacudiendo la cabeza—. Ella debía hacerlo.
—Deberías haberme dicho —dijo Rick de nuevo.
Lara enarcó las cejas—. No, no debería. No era mi lugar decírtelo, Rick. Era de Lori.
Rick suspiró—. Lo siento, yo sólo...
—Lo sé —respondió Lara—. Estas asustado. Tener un bebé es algo grande, especialmente ahora. Pero va a estar bien.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Rick.
Lara le ofreció una suave sonrisa—. Porque tengo fe.
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