[141] QUEDARSE ATRÁS
A la mañana siguiente, el grupo se reunió con Ezekiel para escuchar su decisión.
—Así es la vida aquí —dijo Ezekiel—. Todos los días. Pero tuvo un costo. Y yo deseaba más de esto. Deseaba expandirnos, crear más lugares como este. Hay hombres y mujeres que quedaron mutilados. Niños que perdieron a sus padres porque los envié a la batalla contra los muertos cuando no era necesario.
—Esto es diferente —dijo Rick, mientras el corazón de Lara se hundía. Sabía que no iba a acceder a ayudarlos.
—No lo es —dijo Ezekiel.
—Lo es —insistió Rick—. Los muertos no nos gobiernan. El mundo no se ve así al otro lado de sus muros. La gente no la pasa tan bien.
—Debo preocuparme por mi pueblo —dijo Ezekiel.
—Te llamas a ti mismo un maldito Rey —espetó Daryl—. No actúas como tal.
Ezekiel se acercó a él—. Todo esto tuvo un costo. Fueron vidas, brazos, piernas —se volvió hacia Rick—. La paz que tenemos con los Salvadores es precaria, pero es paz. Debo aferrarme a ella. Debo intentarlo. Si bien el Reino no puede concederos la ayuda que buscáis, el Rey simpatiza con vuestra situación. Ofrezco asilo a tu amigo Daryl y a tu hermana Lara por el tiempo que lo requieran. Estarán a salvo aquí, y Lara puede dar a luz a salvo. Los Salvadores no ponen un pie dentro de nuestros muros.
—¿Por cuánto tiempo cree que va a durar? —preguntó Daryl, alejándose.
Lara lo siguió, alcanzándolo después de un trote rápido—. Oye, va a estar bien. Encontraremos una manera de vencerlos.
El grupo se dirigió a las puertas, Daryl y Lara al frente. Daryl se burló—. Seguro que lo haremos.
—Sabía que iba a decir que no —dijo Lara—. Desde el momento en que nos dijo que nos lo diría por la mañana, supe que no iba a estar de acuerdo.
Llegaron a la puerta y Daryl señaló al portero—. Está bien, abran. Nos vamos.
Las puertas se abrieron y el grupo comenzó a salir. Rick colocó una mano sobre el hombro de Lara—. Tú no te irás. Daryl tampoco.
—No me quedaré aquí —dijo Daryl.
—Tienes que hacerlo —respondió Rick—. Es la jugada más inteligente, lo sabes. Intenta hablar con Ezekiel, o... intimídalo con la mirada, lo que sea necesario —colocó una mano sobre el hombro de Daryl—. Volveremos pronto.
—¿En serio nos vas a dejar aquí? —preguntó Lara.
—Es el lugar más seguro para ustedes —respondió Rick—. Y no te quiero cerca de Negan si vuelve a aparecer.
Lara apretó los dientes—. Bien, pero ten cuidado y mantén a todos a salvo, ¿de acuerdo?
Daryl y Lara se pararon y observaron cómo Rick se iba con el resto de su grupo, y cuando las puertas se cerraron, Lara soltó un largo suspiro.
—Supongo que estamos atrapados aquí.
—No es tan malo —dijo Richard—. Puedo llevarlos a una habitación.
—¿Podría organizar una reunión para mí? —preguntó Lara—. Quiero hablar con Ezekiel otra vez.
Richard asintió—. Puedo intentarlo.
—Pero no en la sala del trono —dijo Lara—. Me asusta el tigre.
Richard sonrió—. Lo intentaré.
Daryl no estaba contento con el arreglo, pero no obstante se resignó a su destino en el Reino, tolerándolo por el bien de Lara. Si estaban a salvo en esos muros, Negan no podría llegar a ella y su bebé estaría a salvo. Richard los llevó a una habitación, donde les dijeron que esperaran hasta que él organizara la reunión entre Lara y Ezekiel.
Lara se sentó en la cama, pasándose una mano por el estómago—. Esta bebé sigue pateándome y haciéndome querer orinar cada dos segundos.
Daryl se sentó a su lado—. Vamos a superar esto, ¿de acuerdo? Los venceremos y Ro estará bien.
—¿Ro? —preguntó Lara, antes de que sus ojos se abrieran—. Ah, te acordaste.
—Por supuesto que sí —dijo Daryl con una pequeña sonrisa—. Lo único que me mantuvo en pie fue la idea de volver a verte a ti y a Ro.
—Ro —repitió Lara—. Eso es adorable. La pequeña Ro.
—Cuando esto termine, finalmente estaremos tranquilos —dijo Daryl—. La criaremos bien.
—Sí, lo haremos —dijo Lara—. Sólo unos meses más y luego será nuestra.
—Tenemos que volver a ver al doctor en Hilltop —dijo Daryl—. Y comprobar que todo esté bien.
—Todo se siente bien —le aseguró Lara—. No tengo ningún dolor insoportable, así que no creo que nadie muera hoy.
—No bromees —dijo Daryl en voz baja—. No puedo perderte. No otra vez.
—No lo harás —prometió Lara—. Ahora, quiero tomar una siesta, pero tú pareces lleno de energía, ¿por qué no vas a buscar algo que hacer?
Daryl sonrió—. ¿Estarás bien?
—Tengo a Ro para que me haga compañía —respondió Lara, pasándose una mano por el estómago.
Lara no tomó una siesta. Era simplemente una mentira para sacar a Daryl de la habitación para que ella pudiera irse sin que la vieran. Iba a buscar a Ezekiel y volver a hablar con él, sin que Daryl la mirara con el ceño fruncido o Rick estuviera contando historias de cuando eran niños. No le importaba que Richard no hubiera vuelto a buscarla, porque tenía poca fe en él para cumplir su pedido.
Encontró a Ezekiel ese mismo día, una vez que regresó de una aventura más allá de los muros. Agarró a Jerry y le preguntó si podía hablar con Ezekiel, y con una sonrisa en su rostro, él la condujo al edificio al que había entrado Ezekiel.
—Su Majestad, la señorita Lara quiere hablar con usted —anunció Jerry.
—Ah, la hermana de Rick —dijo Ezekiel—. Envíala adentro, Jerry. Eso sería todo.
Lara entró en la habitación y vio a Ezekiel sentado en su trono—. Su Majestad, lamento interrumpir.
—En absoluto, señorita Grimes —respondió Ezekiel—. Dime, ¿qué es lo que habéis venido a pedirme?
—La verdad es que no he venido a pedir nada —dijo Lara—. Y mi nombre es Lara Dixon-Grimes, no señorita Grimes.
—Mis disculpas, bella dama —se disculpó Ezekiel—. Solo te llamaré Lara, a menos que lo veáis como grosero de mi parte.
—Por supuesto que no —respondió Lara—. Señora Dixon-Grimes me hace sentir vieja.
El tigre que rondaba el trono de Ezekiel gruñó levemente. Ezekiel le acarició la cabeza—. Shiva, Lara es amiga del Reino. Habla libremente, Lara, pero ten cuidado... la herejía o hablar de traición no me caerán bien.
—Uh... no se preocupe, no planeo derrocar a nadie hoy —respondió Lara con torpeza—. De hecho, vine a hablarle de los Salvadores de nuevo. Uh... ¿adónde se fue? ¿Fue a hacer un intercambio?
Ezekiel suspiró—. Mi asunto con los Salvadores me preocupa. Las tensiones están aumentando y temo que pronto nos venga una represalia.
—Bueno, ¿no puede entender por qué estamos luchando contra ellos? —preguntó Lara—. No quiero ofender, Su Majestad, pero ¿no es lo correcto en lugar de estar sentado aquí sin hacer nada? ¿Alguna vez se ha enfrentado al propio Negan?
—No en persona, no —respondió Ezekiel—. Siempre envía a sus secuaces a hacer sus negocios.
—Yo lo conocí —dijo Lara—. Lo miré a los ojos y lo ví de cerca. La noche que lo conocí, estábamos tratando de llevar a mi amiga Maggie a Hilltop, al Doctor Carson. Ella estaba enferma. Los Salvadores nos detuvieron en el camino, nos obligaron a entrar en el bosque, nos rodearon. Nos obligaron a arrodillarnos y luego apareció, soltando un gran discurso sobre cómo ahora trabajábamos para él y que él es nuestro dueño. Para demostrar "que hablaba en serio", nos hizo sentar allí mientras elegía a uno de nosotros para morir. Asesinó a mi amigo Abraham junto a mí. Cada vez que cierro los ojos, escucho que el bate lo golpea, y... y no termina ahí.
—¿Le importaría tomar asiento? —preguntó Ezekiel.
Lara se sentó en las primeras filas de asientos—. Daryl reaccionó mal, y luego Negan... Negan asesinó a mi mejor amigo. Su nombre era Glenn, y era bueno. Probablemente la mejor persona que he conocido junto a Daryl, e incluso entonces era especial. Verlo morir, justo frente a mí, sabiendo que su esposa estaba embarazada de su bebé, fue lo peor que me ha pasado —Lara lloraba libremente, sin importarle lo que pensara Ezekiel. Se secó los ojos antes de continuar—. He pasado por mucho, pero esta gente, estos Salvadores... son lo peor con lo que nos hemos encontrado. Me llevaron al Santuario de Negan, me trataron como a una prisionera. Me pidió que me casara con él, pero me negué. Daryl y yo tuvimos suerte de escapar con vida. Mi bebé... ella no merece crecer en un mundo donde no somos libres. Ella no merece crecer asustada por lo que pueda pasar, muerta de hambre porque nos quitan la comida. Necesitamos luchar, Ezekiel, y necesitamos que nos ayude a ganar.
—Simpatizo con tus problemas, Lara —dijo Ezekiel—. Pero debéis entender que he sacrificado la vida de mi gente demasiadas veces como para volver a arriesgarla.
—¿Pero no vale la pena? —preguntó Lara—. ¿No vale la pena luchar por un mundo mejor? Yo quiero hacerlo, porque esta gente no va a parar. Seguirán empujando y empujando hasta que no quede nadie. Necesitamos acabar con ellos, porque cada día que nos quitan, se fortalecen mientras y nosotros nos debilitamos. Por favor, Ezekiel. No deje que los buenos mueran y los malos prosperen.
—Tus palabras son conmovedoras —dijo Ezekiel—. Consideraré ayudar vuestra gente. ¿Tenéis algo más que decir?
—¿Aparte del hecho de que creo que es genial que tenga un tigre? No realmente —dijo Lara—. ¿Está adiestrada?
—Sí —respondió Ezekiel—. Puedes acercarte y acariciarla si te sientes cómoda.
—Eh... ¿en serio? —preguntó Lara.
Ezekiel asintió, indicándole que se subiera al escenario. Se puso de pie y Shiva se quedó pegado a su lado—. Shiva, Lara es una amiga. Ella está embarazada.
Shiva gruñó cuando Lara se acercó con cautela—. Ella no me va a comer, ¿verdad?
—No —respondió Ezekiel.
Lara dio un paso tentativo hacia el tigre, quien se acercó a Lara y cerró la brecha más rápido de lo que esperaba. Dio un pequeño salto hacia atrás, pero Shiva continuó hacia ella. Lara se congeló cuando el tigre dio vueltas alrededor de sus piernas, la cola rozó los muslos de Lara mientras sus ojos oscuros vagaban por el cuerpo de Lara.
—Eh... ¿qué está haciendo? —dijo Lara.
—Calma, Lara —dijo Ezekiel—. Ella simplemente está siendo amigable. Adelante, acaríciala.
Lara bajó la mano con cautela hasta la cabeza de Shiva y pasó los dedos por el suave pelaje—. Esto es una locura.
Shiva ronroneó bajo el toque de Lara, acariciando su cabeza en el estómago de Lara, casi como si pudiera sentir que había un bebé dentro. Ezekiel sonrió—. Parece que le gustas.
—Creo que el hecho de que no me esté comiendo es un buen indicador —rió nerviosa Lara—. Ella es muy suave.
—¿Nunca habéis visto un tigre antes? —preguntó Ezekiel.
—Una vez llevé a mi sobrino al zoológico... hace años —respondió Lara—. Pero aparte de eso, no. No paso activamente mi tiempo alrededor de ellos.
Ezekiel se rió—. El nuevo mundo ha producido tantos milagros como nos ha maldecido.
Lara sonrió, pensando en su Rosie y en Judith—. Sí, supongo que sí. Hace que los pequeños milagros sean un poco más especiales.
—Tu hija es una bendición —le dijo Ezekiel—. Tú y Daryl deberían estar orgullosos.
—Creo que, siendo honesta, estamos asustados —dijo Lara, mientras Shiva se sentaba a su lado—. Asustada de todo, en realidad. Tengo miedo por la bebé, por Rick, Daryl y Carol, aunque ella se haya ido.
—Yo sé dónde está —dijo Ezekiel—. Ella reside en una casa no muy lejos de estos mismos muros. A poca distancia.
Los ojos de Lara se agrandaron—. ¿Puedo ir a verla?
—Ella no toma muy a la ligera a los visitantes —dijo Ezekiel—. Pero despejamos a los caminantes de la zona cada cierto tiempo, así que tú, puedes acompañarnos.
Lara se emocionó ante la perspectiva de volver a ver a Carol, pero luego recordó que no sabía nada de Glenn ni de Abraham.
Fue con Ezekiel y su equipo, limpiando el área circundante de caminantes antes de llegar a la puerta principal de Carol. Lara se quedó atrás, fuera de la vista, sintiéndose repentinamente nerviosa. No creía que pudiera enfrentar a Carol sin romper a llorar, así que mientras caminaba ansiosamente, tratando de armarse de valor para enfrentarla, sintió una mano en su brazo y reaccionó sin pensar.
Se dio la vuelta y conectó un rápido puñetazo en la mandíbula de quienquiera que la había agarrado, luego se quedó sin aliento cuando vio quién era—. Daryl, ¡Dios mío!
—¡Me acabas de golpear! —dijo Daryl con incredulidad.
—¡Te me acercaste sigilosamente! —dijo Lara.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Daryl.
—Yo podría preguntarte lo mismo.
—Pensé que estabas tomando una siesta —respondió Daryl.
—Sí, eso no pasó —respondió Lara—. ¿Por qué estás aquí?
—Vine a visitar a Carol —respondió Daryl—. ¿Y tú?
—También vine a visitarla —respondió Lara—. Pero no pensé que podría enfrentarme a ella sola.
Daryl tomó su mano—. No tienes que hacerlo.
Se dirigieron a la puerta principal después de que Ezekiel y sus hombres se fueran, y Daryl llamó. Esperaron, Lara moviéndose de un pie a otro mientras contenía la respiración con anticipación. Cuando el sonido de la puerta abriéndose llegó a sus oídos, sus ojos se dispararon desde donde estaban fijos hacia la mujer que abrió la puerta.
—¡Carol!
Carol pareció sorprendida de verlos, pero, no obstante, abrazó a Lara y luego a Daryl. Cuando dio un paso atrás, Daryl la miró—. Jesus nos llevó al Reino. Morgan dijo que te fuiste. ¿Por qué te fuiste?
Carol susurró—: Tenía que hacerlo.
—¿Podemos entrar? —preguntó Lara.
Carol asintió, dejándolos entrar a su casa.
La noche cayó más rápido de lo que Lara anticipó, y mientras se sentaba en la pequeña mesa de comedor con Daryl, Carol atendía el fuego en la chimenea.
—No podía perder a nadie —dijo Carol finalmente—. No podía perder a ninguno de ellos. No podía perderlos a ustedes dos. No pude matarlos. Quiero decir, podría si tuviera que hacerlo. Si hieren a alguien de nuestra gente, a más de ellos, eso es lo que haría. Y no quedaría nada de mí después de eso.
—Todos hemos matado gente, Carol —dijo Lara.
—Los Salvadores, ¿vinieron? —preguntó Carol.
Daryl bajó la cabeza—. Sí.
Carol lo miró—. ¿Alguien resultó herido? ¿Todos están bien? ¿Los Salvadores...? —se interrumpió y se tomó un momento para recuperarse—. ¿Están todos bien en casa? Daryl, Lara...
Las lágrimas picaron en los ojos de Lara cuando Daryl respondió—. Ellos vinieron. Hicimos un trato con el resto de ellos, como Ezekiel. Todos están bien. Todos están bien —los ojos de Lara se dispararon hacia los de Daryl con sorpresa, pero se recuperó rápidamente. Daryl se aclaró la garganta—. ¿Vamos a comer o... o tengo que ser un Rey o algo así para hacerlo?
Carol se rió—. Cállate.
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