[140] EL REINO
Aunque estaban listos para la guerra, Gregory no estaba de acuerdo con la idea. Se negó cuando pidieron la ayuda de Hilltop, y al final de la reunión, Lara estaba enojada. Cuando su grupo salió de la oficina de Gregory, nadie estaba particularmente de buen humor.
—Hipócrita desgraciado —murmuró Rosita.
—Desearía romperle los dientes a ese idiota —dijo Sasha.
—No lo necesitamos —dijo Daryl.
—Así es —dijo Rick—. Porque tenemos a Maggie, Sasha y Jesus.
—Y... a Enid —añadió Maggie, mientras Enid entraba por la puerta.
—Hola.
—¿Qué pasa? —preguntó Sasha.
—Nada —respondió Enid—. Es solo que... vengan afuera.
Salieron al exterior y encontraron a un grupo de miembros de Hilltop esperándolos. Maggie, que estaba de pie al frente de su grupo, preguntó—: ¿Qué está pasando?
—Hola —saludó una mujer, sonando insegura—. Si no me recuerdas, soy Bertie, y ustedes me salvaron la vida, dos veces. Y no solamente a mí. Enid dice que quieres que Gregory nos haga luchar juntos contra los Salvadores. ¿Es verdad?
—Sí.
—¿Crees que podríamos ganar? ¿Que podríamos vencerlos? —preguntó Bertie—. ¿Nosotros?
—Sí —dijo Maggie.
—Enid dice que podrías enseñarnos cómo —dijo Bertie—. Estoy lista.
El resto de ellos asintió con la cabeza en confirmación, y Michonne dijo—: Es un comienzo.
—Conseguiremos más —dijo Sasha.
—Igual no será suficiente —señaló Lara.
—No —dijo Rosita.
—Si encontramos las cosas correctas, quizá no necesitemos los números —dijo Daryl—. Podemos hacerlos explotar o quemarlos.
—Dijiste que no había solo soldados con los Salvadores —dijo Tara—. Que hay trabajadores, gente sin alternativa.
—Tenemos que ganar —respondió Daryl.
—Necesitamos más manos, otro grupo —dijo Rick—. Negan tiene puestos de avanzada. La geografía y la distancia nos juega en contra. Tenemos que regresar. Si van a buscar a Daryl y a Lara, tenemos que estar allí.
—No tienen que regresar —dijo Jesus, sacando un walkie-talkie—. Todavía no. Es de ellos, largo alcance. Podemos escucharlos y saber qué hacen.
—Si no regresamos, ¿entonces qué hacemos? —preguntó Michonne.
—Creo que es hora de que conozcan a Ezekiel —respondió Jesus—. Al Rey Ezekiel.
El rostro de Rick se arrugó por el desconcierto—. ¿Rey?
—Sí, es lo suyo —respondió Jesus—. Lo entenderás cuando lo conozcas.
—Bueno, yo voy a conocerlo si eso significa que podemos patearle el trasero a Negan —dijo Lara—. Y no sé ustedes, pero esta es nuestra mejor oportunidad.
Lara convenció a Rick, quien previamente había estado cuestionando conocer a este supuesto "Rey", pero tomó su decisión cuando Lara habló. Nadie quería enojar a una mujer embarazada, por lo que todos accedieron, amontonándose en una camioneta. Lara se sentó en el asiento trasero con Daryl, Carl y Michonne, mientras que Tara, Rosita y Sasha se apiñaron en la parte trasera. Jesus y Rick se sentaron al frente y, mientras conducían, la conversación se dirigió hacia Daryl y Lara.
—¿Qué les pasó a ustedes dos? —preguntó Rosita—. ¿Cómo diablos salieron?
—Supongo que tenemos que agradecerle a Carl —dijo Lara—. Después de todo, si él no hubiera entrado con su arma, nunca hubiéramos tenido una oportunidad. Y a Jesus, por supuesto, y a Sherry...
—¿Qué les hicieron? —preguntó Sasha—. Daryl, tu cara...
—Idiotas —murmuró Daryl.
—A mí no me hicieron nada —dijo Lara—. Era extraño, como una mierda de psicología inversa que estaba tratando de hacer. Intentaba hacerme pensar que era un buen hombre...
—No lo es —dijo Michonne.
—¿Crees que no lo sabemos? —preguntó Lara—. Es el peor. Y lo que le hizo a Daryl, yo...
—Sí, no vamos a hablar de eso —dijo Daryl, alcanzando la mano de Lara—. Se acabó. Ahora les ganamos.
Lara asintió—. No quiero volver a pensar en ese lugar nunca más.
—Hablando de lugares —habló Tara—. ¿A dónde vamos?
—Se llama el Reino —respondió Jesus—. Es donde vive Ezekiel, y él es una especie de líder.
Detuvo la camioneta y salió, dejando a Rick desconcertado para seguir su ejemplo—. ¿Se llama "el Reino"?
—Sí —dijo Jesus—. Yo no le puse el nombre.
—¿Cuánto falta? —preguntó Rick, mirando alrededor a los edificios abandonados y deteriorados que los rodeaban a ambos lados.
—Bueno, técnicamente ya estamos aquí —dijo Jesus.
Lara frunció el ceño—. No se parece mucho a un Reino.
—Es decir, siempre estamos, pero llegamos al Reino —dijo Jesus—. Bueno, a los límites exteriores.
—Oye —intervino Daryl, parado al costado de la camioneta—. ¿Qué diablos estamos esperando?
Jesus señaló—. A ellos.
Lara miró hacia donde Jesus estaba señalando y vio a dos hombres a caballo que se acercaban. Llevaban armaduras sobre el pecho y sus caballos se veían bien, lo que hizo que Lara se preguntara qué tan grande era esa comunidad.
—¿Quién osa pisar las tierras soberanas del...? ¡Mierda! —exclamó el hombre—. Jesus, ¿eres tú?
Jesus levantó una mano con una pequeña sonrisa mientras el otro hombre hablaba—: ¿Quién es esta gente, Paul?
—Hola, Richard —saludó Jesus—. Qué gusto verte.
—Lo mismo digo —respondió Richard—. ¿Quiénes son tus amigos?
—Este es Rick Grimes —dijo Jesus—. Y su hermana, Lara. Son los líderes de una comunidad de ideas afines.
—Oh, yo no soy una líder —comenzó Lara, y se detuvo cuando Jesus la miró con las cejas levantadas—. Supongo que ahora lo soy.
—Vinieron con algunos de los suyos —dijo Jesus, señalando a los demás—. Deseamos solicitar una audiencia con el Rey Ezekiel.
Richard desmontó su caballo y caminó hacia ellos—. Salgan de la camioneta —el sonido de las puertas abriéndose precedió a los amigos de Lara saliendo del vehículo—. ¿Dices que son una... comunidad de ideas afines? ¿En qué sentido?
—Vivimos, comerciamos, luchamos contra los muertos —respondió Jesus—. A veces, con otros.
Richard asintió—. Póngase en fila.
—Esto es una pérdida de tiempo —dijo Daryl—. Mejor vámonos.
—Quizá tengas razón —dijo Richard—. El Rey es un hombre ocupado y vivimos en un mundo peligroso. Por lo general, no permitimos que un grupo de extraños atraviese nuestra puerta.
—Queremos hacer que el mundo sea menos peligroso para todos, incluida mi hija —dijo Lara, notando la forma en que los ojos de Richard se posaron en su vientre mientras hablaba—. Y vinimos a mostrarle al Rey cómo pensamos hacerlo.
—La camioneta se queda afuera —dijo Richard—. Tienen que entregar sus armas.
—Solo tenemos tres —respondió Rick, mientras miraba a Carl y Lara.
De mala gana, Lara sacó el arma que había traído con ella de Alexandria de la cinturilla de sus pantalones y se la entregó a Richard mientras Carl le entregaba la suya.
Richard tomó las armas y dio un paso atrás—. Está bien, síganme.
Lara alcanzó a Jesus mientras el grupo seguía a Richard—. ¿Desde cuándo soy una líder?
—Desde que pareces saber lo que haces —respondió Jesus—. Rick me dice que tienes buen juicio de carácter.
—Puedo diferenciar a los imbéciles, si te refieres a eso —murmuró Lara.
—Y tu gente te admira —dijo Jesus—. Te miran como si fueras una especie de dios.
—Espero que no —respondió Lara—. No me gusta que me miren. Me pone nerviosa.
Jesus se rió—. Bueno, parece que tendrás que acostumbrarte. Tengo que hablar con Richard. ¿Estarás bien?
—Sí —dijo Lara, retrocediendo para caminar con Daryl—. Entonces, ¿cuál es tu lectura sobre este lugar?
—Todavía no tengo una —respondió Daryl—. ¿Y tú?
—Parece legítimo —dijo Lara—. Y si Jesus confía en estas personas, yo también.
Richard los condujo a través de las puertas y hacia el Reino. Cuando Lara miró a su alrededor, tuvo que dar una vuelta completa para asimilar todo lo que estaba viendo. Ese lugar avergonzaba a Alexandria. Tenían docenas de personas, tal vez incluso cientos, y tenían cultivos y suficiente espacio para todos. Era el paraíso.
—Tienen el número —dijo Michonne, mirando a la gente.
—¿Pero saben luchar? —preguntó Rosita.
—Saben luchar —dijo Jesus.
—Tal vez —agregó Daryl.
Tara miró por encima del hombro y una sonrisa se abrió paso en su rostro—. ¿Morgan?
—Hola —saludó Morgan, abrazando a Tara antes que a Sasha.
—¿Cómo se conocen? —preguntó Richard.
—Somos viejos amigos —replicó Rick.
—Bueno, el Rey está listo para recibirlos —dijo Richard.
Lara siguió adelante con Carl, le pasó un brazo por los hombros y le torció el sombrero mientras sonreía—. Anímese, joven. Está a punto de conocer a un Rey.
Carl se rió del acento británico de Lara—. Detente, pensarán que te estás burlando de él.
—Ah, por favor, probablemente sea un tipo normal —dijo Lara en voz baja.
—Bueno, si nos puede ayudar...
Entraron en un teatro con un escenario al frente, filas de sillas llenando la sala. Era una gran sala, pero lo que llamó la atención de Lara fue el tigre que merodeaba alrededor de la silla plantada en el escenario, encima de la cual estaba sentado un hombre con rastas grises y un bastón.
Ella se congeló, agarrando la manga de Carl con sorpresa—. Mierda.
—¡Jesus! —exclamó el hombre—. Me complace verte, viejo amigo.
—¡Lo dice en serio! —repitió un hombre al lado del Rey.
—Jerry —lo regañó el Rey, Ezekiel—. Dime, ¿qué noticias portáis para el buen Rey Ezekiel? ¿Me proponéis nuevos aliados?
—Efectivamente, Su Majestad —respondió Jesus, volviéndose hacia el grupo—. Ellos —se detuvo cuando vio las expresiones de asombro de todos—... ah, cierto, olvidé mencionar...
—Sí, un tigre —dijo Rick, estupefacto.
El tigre rugió cuando Jesus se volvió hacia Ezekiel—. Este es Rick Grimes y su hermana Lara, los líderes de Alexandria, y estos son algunos de sus miembros.
—Os doy la bienvenida a todos al Reino, buenos viajeros —dijo Ezekiel—. Ahora, ¿qué os trae a nuestras bellas tierras? ¿Por qué solicitáis audiencia con el Rey?
—Ezekiel... Rey Ezekiel —corrigió Rick—. Alexandria, Hilltop y el Reino... nuestras tres comunidades tienen algo en común. Todos servimos a los Salvadores. Alexandria ya los enfrentó una vez, y ganamos. Creímos estar a salvo, pero no sabíamos lo que sabemos ahora.
—Solo derrotamos un puesto de avanzada —continuó Lara—. Nos han dicho que usted tiene un acuerdo con ellos, que los conoce. Entonces sabe que gobiernan a través de la violencia y el miedo.
—Su Majestad —comenzó Jesus—. Solo les dije...
—Nuestro acuerdo con los Salvadores no es conocido entre mi pueblo —dijo Ezekiel en voz alta—. Por una buena causa. Os hicimos partícipe del secreto cuando nos hablasteis de Hilltop, pero no pensamos que...
—¡Podemos ayudarnos mutuamente! —insistió Jesus.
—No interrumpas al Rey —ordenó Jerry.
—Te pusimos en nuestra confianza —le dijo Ezekiel a Jesus—. ¿Por qué la rompiste?
—Porque quiero que escuche los planes de Rick —respondió Jesus.
—¿Y qué planes tienes tú, Rick Grimes de Alexandria? —preguntó Ezekiel.
—Vinimos a pedirle al Reino, a pedirle a usted, que luche con nosotros contra los Salvadores —dijo Rick—. Que luche por la libertad de todos.
—Es muy grave lo que pides —dijo Ezekiel.
—Varios de los nuestros, buenas personas, fueron asesinados por los Salvadores —dijo Lara—. Brutalmente. Uno de ellos tenía una esposa. Ella está embarazada.
—¿Quién? —preguntó Morgan.
—Abraham —dijo Rosita.
Lara luchó contra el nudo en su garganta—. Y Glenn.
—Spencer, Olivia —agregó Rosita—. Se llevaron a Eugene. Se llevaron a Daryl y Lara. Ellos escaparon. Cada segundo que pasan aquí afuera, corren peligro —Rosita miró a Morgan—. ¿Vas a decir que tenías razón?
—No —respondió Morgan—. Yo... lamento mucho que hayan muerto.
—Negan asesinó a Glenn y Abraham —le dijo Lara a Ezekiel—. Los mató a golpes. Me secuestró e intentó que me casara con él. Torturó a mi esposo durante días.
—Aterrorizó a Hilltop —agregó Sasha—. Dejó entrar caminantes solo para dar un mensaje.
—Solía pensar que el trato era algo con lo que podíamos vivir —dijo Jesus—. Muchos de nosotros lo pensábamos. Pero eso está cambiando. Así que cambiemos el mundo, Su Majestad.
—Quiero ser sincero sobre lo que pedimos —dijo Rick—. Mi gente es fuerte, pero no somos suficientes. No tenemos armas. No las suficiente. No tenemos muchas armas.
—Nosotros tenemos gente —dijo Richard—. Y armas. Si atacamos primero, podemos vencerlos —miró a Ezekiel—. Su Majestad, no esperemos a que las cosas empeoren hasta que no podamos manejarlo. Pongámosle fin. Este es el momento.
—Su Majestad —dijo Lara—. No estaría peleando esta pelea a menos que pensara que valdría la pena a largo plazo. Estoy embarazada de casi seis meses y se me hace difícil incluso estar de pie por mucho tiempo, pero estoy aquí frente a usted porque si podemos vencer a los Salvadores antes de que nazca mi bebé, entonces puedo estar tranquila sabiendo que mi hija va a crecer y no tendrá que preocuparse por ser gobernada por un hombre tan cruel como Negan.
—Te escucho, Lara Grimes de Alexandria. Morgan ¿vuestra opinión? —preguntó Ezekiel.
—¿La mía? —preguntó Morgan.
—Hablad —dijo Ezekiel en voz baja.
—La gente morirá —dijo Morgan—. Mucha gente, y no sólo los Salvadores. Si podemos encontrar otra manera, tenemos que hacerlo. Tal vez solo se trate de Negan. Podemos capturarlo, encerrarlo. Tal vez...
—Se hace tarde —dijo Ezekiel, poniéndose de pie—. Rick y Lara Grimes de Alexandria, le habéis dado al Rey mucho que meditar.
—Bueno, cuando Lara y yo éramos niños —empezó Rick—. Uh, nuestra madre nos contó una historia. Había un camino a un reino, y había una roca en el camino. Y la gente simplemente la evitaba, pero los caballos se rompían las piernas y morían, las ruedas de los carros se salían. La gente perdía los bienes que iban a vender. Eso es lo que le pasó a una niña. El barril de cerveza que elaboraba su familia se cayó y se rompió. La suciedad lo absorbió todo y desapareció. Esa era la última oportunidad de su familia. Tenían hambre, no tenían dinero. Ella simplemente... se sentó allí y lloró, pero... se preguntó por qué dejarla allí para que lastime a alguien más. Así que cavó junto a la roca en el camino hasta que las manos le sangraron, hizo su máximo esfuerzo para quitarla. Le llevó horas. Y luego... cuando iba a llenar el hueco, vio algo en él. Era una bolsa de oro.
—Muy bien —sonrió Jerry.
—El Rey había puesto esa roca en el camino porque sabía que, quien la quitara, quien hiciera algo, merecería una recompensa —continuó Rick—. Merecerían que les cambiara la vida por el bien... para siempre.
—Nuestra recompensa será la libertad de los Salvadores —dijo Lara—. Un mundo pacífico.
Ezekiel se quedó en silencio por un momento—. Os invito a todos a cenar y permanecer hasta mañana.
—Debemos regresar a nuestra casa —respondió Rick.
—He de comunicar mi decisión por la mañana —dijo Ezekiel.
Lara miró a Rick mientras Ezekiel golpeaba el suelo con su bastón—. Eso es mejor que nada.
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