[137] VISITANTE INESPERADO
Lara estaba sentada en las escaleras fuera del Santuario con sus fotos en sus manos. Todavía estaba exhausta y cuando escuchó los disparos, pensó que estaba soñando. En lugar de hacer lo lógico y huir del peligro, Lara bajó las escaleras y cruzó corriendo el patio hasta las puertas abiertas.
—¡Atrás! Suelten las armas —exigió una voz familiar—. Solo quiero a Negan. Mató a mis amigos. Nadie más necesita morir.
Lara casi sufre un ataque al corazón cuando corrió por el costado del camión y vio a Carl parado en la parte trasera, con un arma apuntando a los hombres de Negan mientras dos hombres muertos yacían a sus pies—. ¿Carl?
Un silbido bajo de dos notas acompañó la llegada de Negan, y Carl se apresuró a apuntarle con el arma. Lara no tenía idea de por qué estaba allí o cuál era su plan, pero sabía que no podía poner a su sobrino en peligro.
—Maldita sea —rió Negan—. Eres adorable. ¿Elegiste esa arma porque te queda bien? Es por eso, ¿no? No voy a mentir, me asustas muchísimo.
Negan se escondía detrás de uno de sus hombres, y cuando otro dio un paso adelante, Carl le disparó. Lara dejó escapar un grito de protesta cuando Dwight derribó a Carl, golpeando el suelo con fuerza—. ¡Oye! ¡Déjalo en paz!
Trató de ayudar a Carl, pero Negan la agarró del brazo y vio que Dwight tomaba el arma de Carl y le apuntaba con ella—. No, quédate ahí, cariño.
—¡Chico! —gritó Dwight como advertencia.
—Dwight —dijo Negan—. Apártate.
Lara se dio la vuelta y vio a Daryl en la cerca, sus ojos en Carl y Lara mientras Dwight tomaba el cuchillo de Carl de su cinturón. Negan le tendió la mano a Carl—. ¿Así tratas a nuevos invitados? Vamos, chico, te mostraré el lugar.
—¿Tía Lara? —preguntó Carl, mirando a su tía—. ¿Estás bien?
Estaba de pie junto a Negan, mirando a su sobrino con una mirada de preocupación en su rostro. Ella asintió levemente—. Sí. ¿Qué estás haciendo aquí?
Antes de que Carl pudiera responder, Negan habló—. Vamos, chico. Te mostraré el lugar. Tienes la misma mirada asesina que tu papá y tu tía, excepto que eres la mitad de convincente, ya sabes... porque te falta un ojo —Carl miró a Negan, quien se rió—. ¿En serio? ¿No vas a tomar mi mano? Porque tienes suerte de seguir teniendo una mano. Igual que tu amigo Daryl, ahora que lo pienso. ¿Cómo va el trabajo, Daryl? ¿Te gusta el calor? Bueno, sería difícil con un solo brazo.
Lara apartó la mano de Negan y ayudó a su sobrino a ponerse de pie, colocando una mano sobre su hombro—. No empeores nada, ¿de acuerdo?
Carl asintió y Negan sonrió—. Qué chico astuto. Ahora, ven conmigo. Dwight, ¿por qué no sacas a Daryl y lo llevas a la cocina para preparar algo? Nuevo plan, chicos, quemamos a los muertos y descargan el camión más tarde. Maldita sea, hoy no tendré tiempo de acostarme con ninguna de mis esposas —mirando a Dwight y Daryl, una sonrisa maligna apareció en su rostro—. Bueno... quizá con una.
Daryl y Dwight lo miraban mientras decía eso, por que ninguno de los dos sabía si se refería a Lara o a Sherry. Dwight arrastró a Daryl y los ojos de Lara los siguieron hasta que desaparecieron por una puerta.
—Vamos —dijo Negan.
—¿Qué me vas a hacer? —preguntó Carl.
Negan se giró para mirarlo—. Número uno: no arruines la imagen que tengo de ti. Eres rudo. No le tienes miedo a nada. No me tengas miedo a mí, me decepcionas. Número dos: ¿realmente quieres que arruine la sorpresa?
—Quédate cerca —le susurró Lara a Carl—. Estarás bien.
—¿Estás bien? —preguntó Carl de nuevo, sin creer su respuesta la primera vez.
Aún así, Lara asintió—. Sí, estoy bien.
Carl sabía que era mentira. Le había pasado algo desde que los Salvadores fueron a Alexandria. Había una mirada en sus ojos que inquietaba a Carl, porque por mucho que intentara ocultarlo, él podía notar que Lara estaba preocupada. No lo llamaría exactamente miedo, porque su tía no se asustaba fácilmente, así que preocupación era más acertado. Estaba muy preocupada por su familia, por Rick, Carl, Daryl y, especialmente, por la bebé. No se preocupaba por ella misma, porque le importaba menos lo que le pasara a ella que lo que le pasara a su familia.
Negan notó el intercambio y la forma en que Carl tomó la mano de su tía, apretándola de manera tranquilizadora—. Bueno, qué lindo.
—Cállate —murmuró Lara, mientras ella y Carl seguían a Negan a través de una puerta.
Negan se inclinó para susurrarle a Carl—: Mira esto.
Se acercó a la barandilla y, mientras Carl avanzaba, vio que todas las personas en el nivel debajo de él se arrodillaban cuando lo veían.
—Los Salvadores salieron al mundo a lucharon contra los muertos y regresaron con cosas muy buenas. Algunas de esas cosas pueden ser suyas, si trabajan duro y respetan las reglas —comenzó Negan, con una pequeña sonrisa adornando su rostro mientras continuaba—. Hoy todo el mundo cenará verduras frescas, no se necesitan puntos —la gente aplaudió agradecida cuando Negan se volvió para mirar a Lara y Carl—. ¿Vieron eso? Respeto. Genial, ¿no? Todavía están de rodillas. ¡Continúen!
Negan se alejó y Carl se volvió hacia Lara—. Voy a sacarte de aquí.
Lara sonrió con tristeza, rozando con su pulgar la mejilla de Carl—. Lo espero con ansias. Solo... no mueras en el proceso.
—No lo haré —respondió Carl.
—Vamos, gente —dijo Negan—. No tenemos todo el día.
Se dirigieron por los pasillos, siguiendo a Negan hasta que los condujo a la habitación de las esposas, donde pasaban la mayor parte de sus días. Lara se había hecho amiga de la mayoría de ellas, particularmente de Frankie y Tanya. Sherry era su favorita, ya que habían hablado de sus relaciones pasadas y de cómo habían terminado en esa situación. Estaban en el mismo barco, obligadas a ver a los hombres que amaban trabajar para el hombre al que despreciaban.
—Señoras —saludó Negan.
Lara vio la expresión de Carl, quien parecía un poco desconcertado. Lara se acercó a él y le apretó la mano. Puede que haya crecido mucho desde Atlanta, pero Carl seguía siendo el mismo niño que conocía y amaba. Se asustaba, como todos, y estar tan cerca del hombre que odiaba era suficiente para asustarlo un poco. La mano de Lara agarrando la suya era tranquilizadora.
—Ignoren al chico —anunció Negan, inclinándose más cerca de Carl mientras bajaba la voz—. Lo sé. De donde tú vienes, las mujeres parecen contadoras de un taller mecánico. Vas a querer mirar sus tetas. Está bien, a mi no me importa, y a ellas tampoco. Aprovecha —Negan señaló a Sherry—. ¿Puedo hablar contigo, querida esposa? —Sherry se levantó y Negan se volvió hacia Carl—. Ponte cómodo, chico.
Cuando Negan los dejó para hablar con Sherry, Tanya se acercó a Lara—. ¿Quién es el chico?
—Es mi sobrino —dijo Lara—. Carl, esta es Tanya.
—¿Realmente eres su esposa? —preguntó Carl.
Tanya se burló—. No. Somos más como trofeos.
Carl miró a Lara—. ¿Y tú... eres una de ellas?
—No —le aseguró Lara—. Eso no va a pasar. Ya estoy casada, ¿recuerdas?
Carl asintió—. ¿Él...?
Lara sabía adónde iba Carl con esa pregunta y negó con la cabeza—. No. Él no hace eso —ella bajó la voz y susurró—: Él no es como los Reclamadores.
—Es peor —respondió Carl.
Lara no pudo discutir con eso, y luego miró a Amber—. ¿Qué pasó?
—Vio a Mark —respondió Tanya—. Se saltó sus tareas para estar con ella. Supongo que por eso está hablando con Sherry.
—Cielos —dijo Lara—. ¿Está bien?
—Está preocupada —respondió Tanya—. No has visto lo que pasa.
—¿Lo mismo que le pasó a Dwight? —preguntó Lara, y cuando Tanya no respondió, supo que había acertado—. Mierda.
—¿Qué? —preguntó Carl.
—Solo digamos que no querrás mirar —dijo Tanya—. Fue un placer conocerte. Tu tía habla mucho de ti.
Cuando Tanya se fue, Carl se volvió hacia Lara—. ¿Hablas de mí?
—Por supuesto —respondió Lara—. Estas mujeres no son malas personas.
Después de hablar con Sherry, Negan regresó con Carl y Lara, sosteniendo una cerveza. Separó las manos de Lara y Carl, levantando las de Carl y obligándolo a tomar la botella.
Carl estaba contento de que Lara no estuviera usando los ridículos atuendos que estas mujeres estaban usando. Llevaba una de las camisetas de Daryl que casi ocultaba su vientre y parecía mucho más cómoda que cuando Carl la había visto con el vestido en Alexandria. Parecía la tía Lara, no una prisionera obligada a cumplir las órdenes de su captor.
Negan se sentó frente a Amber—. Amber, cariño, sabes que no quiero a nadie que no quiera estar aquí, ¿verdad? Así que, si quieres irte y regresar con Mark, puedes hacerlo. Pero, ¿qué es lo que no puedes hacer?
—Engañarte —respondió Amber en voz baja.
—Exactamente —dijo Negan—. No puedes engañarme. Hay muchas otras chicas a las que les encantaría ocupar tu lugar, y hay algunos trabajos que se me vienen a la cabeza. ¿Quieres volver con Mark y tu mamá? Los pondré a todos en el mismo trabajo.
—No —respondió Amber—. Me quedaré. Lo siento.
Negan levantó su barbilla con la mano—. ¿Sabes lo que significa? Sabes lo que eso significa, ¿no?
—Sí —dijo Amber, con lágrimas cayendo por sus mejillas—. Te amo, Negan.
Negan sonrió—. Claro que sí, cariño. No sé por qué estás llorando. Todo va a salir perfecto para ti.
Negan besó la frente de Amber y se puso de pie, caminando hacia Sherry. Carl se estremeció—. ¿Por qué no lo mataste todavía?
Lara se encogió de hombros—. Estoy esperando el momento adecuado.
—Eres un imbécil —le dijo Sherry a Negan.
—Lo sé —sonrió Negan—. Pero lo retorcido es que igual te agrado.
Negan besó a Sherry durante un largo momento, y en ese momento llegaron Dwight y Daryl, el último de los dos con una bandeja de comida. El corazón de Lara dio un vuelco cuando lo vio, y cuando Daryl miró hacia arriba y vio a Carl y Lara de pie juntos, su agarre en la bandeja se hizo más fuerte.
Negan se acercó a Daryl con aire de suficiencia, tomó un palito de cóctel y pinchó una uva, poniéndosela en la boca. Luego señaló al adolescente—. Carl, ¿puedes tomar esta bandeja?
Carl tomó la bandeja y Daryl se volvió hacia Negan—. ¿Por qué lo tienes aquí?
—¡Vaya! —exclamó Negan—. De lo que hablemos cuando tú no estás aquí no es de tu incumbencia. No me obligues a clavar este palito en el ojo de tu ex-esposa. Ve con Dwight. Te dará un trapeador. Dwight, échale fuego a esa caldera. Enseguida voy para allá. Es hora de un pequeño déjà-vu. Vamos, chico. Lara, tú también.
Al pasar, Lara se aseguró de rozar su mano contra la de Daryl, un suave recordatorio de que todavía estaba allí. Ella y Carl, que sostenía la bandeja, siguieron a Negan hasta su habitación, en la que entró y se quitó la bufanda.
—¿Esas mujeres son tus...?
—¿Esposas? —terminó Negan—. Sí. Siempre quise acostarme con muchas mujeres. Quiero decir, ¿por qué conformarse con una sola? ¿Por qué seguir las viejas reglas? ¿Por qué no mejorar la vida? Hablando de eso... siéntate. Empecemos.
Caminando hacia los sofás, Carl colocó la bandeja sobre la mesa—. ¿Con qué?
Negan se rió—. Bueno, dado que ya estoy muy familiarizado con tu tía, quiero conocerte un poco más, Carl.
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