[119] JESUS

Casi un mes después de la batalla de Alexandria, el pueblo aún no se había recuperado por completo.

Daryl permaneció en Alexandria por un tiempo después de la batalla, todavía nervioso por su encuentro con los Salvadores. Por supuesto, los habían matado antes de que ellos tuvieran la oportunidad de hacerles lo mismo, pero Daryl todavía estaba preocupado.

Lara estaba cada vez más agitada por estar embarazada, especialmente porque pensaba que estaba engordando. Cuando se despertaron una mañana, ella se paró frente al espejo en ropa interior, girando su cuerpo para mirarse desde diferentes ángulos.

Daryl se dio cuenta cuando salió del baño—. ¿Qué diablos estás haciendo?

—Estoy gorda —dijo Lara.

—No estás gorda —dijo Daryl.

—Lo estoy —respondió Lara—. Estoy en ese punto en el que no puedes notar que estoy embarazada y parezco haber ganado 5 kilos.

—Bueno, te ves genial —dijo Daryl, poniéndose detrás de Lara. Él deslizó sus brazos alrededor de su cintura, apoyándolos sobre su estómago—. Siempre te ves genial.

Lara sonrió—. Eres demasiado bueno conmigo.

—Lo mismo va para ti —respondió Daryl.

Lara sonrió—. Rick dijo que van a salir hoy. ¿Puedo ir?

Durante el último mes, Rick y Daryl habían sido un poco más indulgentes con las idas y venidas de Lara. Por supuesto, ninguno de los dos se emocionó cuando ella salió con Glenn y regresó cubierta de sangre de caminante, pero no pudieron discutir cuando Glenn salió en su defensa y les dijo que estaría muerto si no fuera por Lara.

—No lo sé, pregúntale a Rick —dijo Daryl—. No creo que debas hacerlo.

—Está bien, entonces es un no de tu parte —le dijo Lara, saliendo de su habitación hacia el pasillo—. ¡¿Rick?!

—¡¿Lara?! —gritó Rick, igualando su tono con sarcasmo.

—Ah, vamos —replicó Lara, cuando su rostro apareció al pie de las escaleras—. ¿Puedo ir contigo hoy?

—¿Qué dijo Daryl? —preguntó Rick—. ¿Y por qué no estás vestida?

—Dijo que no —respondió Lara—. Y estaba a punto de vestirme.

—Si Daryl dijo que no, ¿por qué me preguntas a mí? —preguntó Rick.

—Porque él no es tu jefe —respondió Lara.

Rick parecía preocupado—. Siento que esto es una trampa de algún tipo.

—Por favor, Rick —rogó Lara—. Necesito salir. Prometo tener cuidado. Estaré contigo y Daryl todo el tiempo.

Rick suspiró—. Bien, pero tienes que escucharnos.

—Bien —dijo Lara emocionada—. Gracias Rick, ¡te amo!

—Yo también te amo, Lara —respondió Rick.

Lara regresó a la habitación de ella y Daryl, sonriéndole—. Rick dijo que sí.

Daryl puso los ojos en blanco—. Por supuesto que sí. Vístete y date prisa.

Lara no tardó ni diez minutos en vestirse, sacando su gorra del armario y guardándola en la mochila. No sabía cómo había sobrevivido tanto tiempo, pero era una gorra fea y le encantaba.

Mientras ella y Daryl se dirigían calle abajo, él estaba revisando la lista que Denise le había dado y la vio caminando por la calle—. Oye.

—¿Sí? —preguntó Denise.

—Esta cosa, en la parte de abajo, estás hablando de la bebida, ¿verdad? —preguntó Daryl.

—Sí, pero...

—No es nada médico —dijo Daryl.

—No, tracé una línea entre las cosas importantes y eso —respondió Denise.

—Muy bien —dijo Daryl.

—Cualquier cosa remotamente médica es una prioridad —dijo Denise—. Y la comida, tal vez incluso la comida antes que la medicina, y la gasolina, las baterías, los libros para los niños, o la ropa son... si lo ves o si lo encuentras, ya sabes, por ahí.

—Te gusta, ¿verdad?— preguntó Daryl.

Denise negó con la cabeza—. No, no bebo soda.

—¿Qué diablos es soda? —preguntó Daryl.

—Oh, soy de Ohio —dijo Denise.

—¿Por qué lo quieres? —preguntó Daryl.

—Tara estaba hablando de eso en sueños, creo —respondió Denise en voz baja—. O le gusta o no, pero si le gusta sería una sorpresa muy agradable. No soy buena con ese tipo de cosas, y ella y Heath van a salir por dos semanas. Pensé que sería un lindo regalo de despedida. Sólo... no te compliques la vida, y si te da algún problema...

—No lo haré —respondió Daryl.

Lara puso los ojos en blanco—. Ignóralo, mantendremos los ojos abiertos.

—De acuerdo, bien, porque no es importante —divagó Denise—. Debí decir eso en vez de trazar una línea.

—Denise, está bien —rió Lara—. Daryl tampoco es bueno con las cosas románticas.

—Oye —protestó Daryl—. Te hice la cena el otro día.

—Buen punto —dijo Lara—. Pero estaremos atentos.

Mientras los dos se dirigían a encontrarse con Rick en el auto, Daryl miró a Lara—. No soy bueno con las cosas románticas, ¿no?

Lara se rió—. No, pero lo compensas de otras maneras.

—Sí, claro.

—Lo haces —respondió Lara—. Haces esta cosa realmente linda mientras duermes donde te das la vuelta y simplemente me abrazas y es adorable porque no sabes que lo estás haciendo. Y a veces hablas dormido, diciendo cosas sobre el bebé y todo eso.

—Voy a dormir en el sofá —dijo Daryl.

Lara tomó su mano—. No, no lo hagas. Creo que es adorable.

Cuando llegaron al auto, Lara se sentó en el asiento trasero mientras Daryl y Rick ocupaban el frente. Al darse cuenta de lo nervioso que estaba Daryl, Lara sonrió ante la oportunidad de avergonzarlo un poco más.

—Así que... anoche fue divertido —comentó Lara desde la parte trasera del coche—. No pensé que sería así, pero es mucho mejor cuando estás embarazada.

Daryl se puso rojo brillante cuando Rick hizo una mueca—. Lara, estoy aquí.

—¿Qué? ¿No puedo decirle a mi esposo cuánto lo amo? —preguntó Lara—. Porque eso es todo lo que intento hacer.

—Lara —dijo Daryl en voz baja.

—Lo siento, no me di cuenta de que era un tabú hablar de un masaje en la espalda —jadeó Lara, antes de que se echara a reír—. Dios mío, deberían ver sus caras.

Rick negó con la cabeza—. No debí haberte dejado venir.

—Ya estoy en el auto, así que no hay vuelta atrás —dijo Lara.

Daryl se giró para mirarla mientras Rick rodaba hacia las puertas y se detenía.

—Estoy bromeando, eso fue demasiado gracioso como para no volver a intentarlo más tarde —respondió Lara.

Rick suspiró—. Va a ser un largo día.

Eugene les abrió la puerta antes de entregarle un papel a Daryl a través de la ventana.

—He marcado en el mapa algunos lugares con suministros agrícolas —dijo Eugene—. Incluso si han sido saqueados, apuesto a que el sorgo está intacto. Además hay un grano criminalmente subestimado que podría cambiar el estado de las reservas de alimentos de crítico a estable —Rick, Daryl y Lara lo miraron confundidos, y Eugene continuó—: Estoy hablando de estabilidad, resistencia a la sequía, con una proporción de grano por rastrojo que es la envidia de todo el maíz. Piénsenlo.

—Gracias —respondió Daryl mientras Rick se alejaba lentamente.

Lara se inclinó hacia adelante para mirarlos a ambos—. Esto es divertido.

—Ponte el cinturón de seguridad —respondió Rick.

—No seas tan aguafiestas —murmuró Lara, recostándose en su asiento.

—Hoy es el día —dijo Rick—. Encontraremos comida, tal vez gente. La ley de las probabilidades tiene que equilibrarse.

—No lo sé —respondió Daryl—. Hace semanas que no vemos a nadie. Tal vez no encontremos a nadie. Tal vez eso sea algo bueno —Rick tomó un CD y Daryl dijo—: No lo hagas. No. Por favor, no.

Comenzó a sonar una terrible canción de country y Daryl parecía listo para saltar del auto cuando Rick subió el volumen—. ¡Los atrae lejos de casa!

Mientras conducían, Lara se sentó en el asiento trasero con los pies apoyados en el reposabrazos entre los asientos delanteros y un libro abierto en el regazo. No había mucho tiempo para hablar con la música tan alta.

Cuando pasaron una curva, Lara miró hacia arriba—. Allí era donde se suponía que debías girar.

Rick detuvo el auto y dio marcha atrás—. Podrías haberme dicho eso antes de que pasara de largo.

—Pensé que lo sabías —dijo Lara—. Después de todo, tú estás conduciendo.

Cuando Rick detuvo el auto afuera de un pequeño almacén de sorgo, el trío salió del auto.

Lara miró hacia la puerta, que tenía pintada la palabra "SORGO", y dijo sarcásticamente—: ¿Crees que tienen sorgo?

—Oye, espera —le dijo Daryl a Rick—. Es mejor estar seguros. ¿Me cubres?

—Sí —dijo Rick, mirando a su hermana—. ¿Lara?

—Sí —dijo ella, sacando su arma.

Cuando Daryl abrió la puerta, Lara y Rick levantaron sus armas a cada lado de él, listos para disparar en cualquier momento. No había amenaza inminente de caminantes o personas, solo había un camión.

—Sí, estamos bien —dijo Rick.

—¿Una vez más? —preguntó Lara, señalando el camión.

—No está cerrado —respondió Daryl, abriendo la parte trasera de la camioneta.

No se encontraron con caminantes de ningún tipo; más bien, se enfrentaron a un camión lleno de suministros. Rick suspiró feliz—. Bueno, ¿qué opinas de eso? La ley de las probabilidades.

—Sí —respondió Daryl mientras él y Rick subían al camión para mirar alrededor.

—Pongamos esto en marcha —dijo Rick—. Agarremos nustras cosas y volveremos por el auto más tarde. Tomaremos otro camino de regreso, a ver qué encontramos.

—¿Crees que arrancará? —preguntó Daryl.

—Sí —respondió Rick.

El camión solo tenía dos asientos, así que Lara se montó en el auto que habían traído con ellos. Daryl parecía dudar en dejarla conducir sola, pero ella se puso firme.

—Estaré bien —dijo Lara—. Tengo mi licencia de conducir.

—Sí, pero te tomó seis intentos —respondió Rick.

—Eso... no ayuda —dijo Lara—. Confía en mí, estaré bien. ¿Irán ustedes adelante o lo haré yo?

Rick y Daryl tomaron el camión y Lara los siguió. En un momento, ella los alcanzó con el dedo medio levantado mientras pasaba junto a ellos con una carcajada. Rick se volvió hacia Daryl mientras ella lo hacía, con una expresión divertida en el rostro.

—Ella dijo que podía arreglárselas sola —dijo Rick.

—Maldita idiota —murmuró Daryl.

Lara se detuvo en una gasolinera abandonada, deteniendo el auto. Rick y Daryl se unieron a ella un momento después y ella sonrió—. Eso fue divertido.

—Eso fue estúpido —respondió Rick.

—Como si fuera a chocar —se burló Lara—. No había otros autos. Estaba bien.

Rick y Daryl intentaron dar vuelta una máquina expendedora volcada, con Lara observando al margen, con los brazos cruzados. Cuando se dieron por vencidos, ella se rió.

—Debiluchos.

—No creo que lo logremos —dijo Rick.

Lara se rió—. No yo tampoco.

—Creo que tengo una idea —dijo Daryl.

Dos minutos después, habían utilizado el camión y enganchado una cadena a la máquina expendedora, volcándola para poder ver el interior. Cuando Lara miró a través del cristal sucio, sonrió.

—Son refrescos y dulces, ¿por qué molestarse? —preguntó Rick.

—No fue ninguna molestia —respondió Daryl.

Alguien empujó a Rick por detrás antes de tropezar. Lara y Daryl sacaron sus armas cuando Rick se recuperó e hizo lo mismo. El hombre levantó las manos, un gorro en la cabeza y una bufanda cubriendo su boca.

—Hola —dijo el hombre.

—¡Date la vuela! ¡Ahora! —gritó Daryl.

—Tranquilos —dijo el hombre—. Solo estaba escapando de los muertos.

—¿Cuántos? —preguntó Daryl.

—Diez —respondió el hombre—. Tal vez más. No me voy a arriesgar. Una vez que llega a dobles dígitos, empiezo a correr.

—¿Dónde? —preguntó Daryl.

—Alrededor de un kilómetro atrás —respondió el hombre—. Se dirigen hacia aquí. Probablemente tengan unos 11 minutos.

—Está bien, gracias por avisarnos —dijo Rick.

—Sí, hay más de ellos que nosotros, ¿verdad? —respondió el hombre—. Debemos permanecer juntos, ¿no?

Daryl bajó su arma y Lara dio un paso adelante—. ¿Estás solo?

—¿Tienen un campamento? —respondió el hombre.

—No —respondió Daryl.

—¿Y tú? —preguntó Rick.

—No —respondió el hombre—. Siento haberme tropezado con ustedes. Ya me voy. Si este es el mundo que viene, espero que sea bueno para ustedes.

—Soy Rick —gritó Rick detrás de él—. Estos son Daryl y mi hermana, Lara.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Lara.

El hombre les dio la espalda—. Paul Rovia. Pero mis amigos me dicen Jesus. Tú eliges.

—Dijiste que no tenías un campamento —dijo Rick—. ¿Estás solo?

—Sí, pero aún así, sería mejor que no intenten nada —respondió Jesus.

—Es mejor no hacer amenazas que no puedas cumplir —replicó Daryl.

—Exacto —respondió el hombre.

—¿Cuántos caminantes...?

—No, este tipo no —respondió Daryl, deteniendo a Rick para que no hablara.

—¿Cuántos caminantes has matado? —gritó Rick.

—Lo siento, tengo que irme —respondió Jesus—. Ustedes también deberían hacerlo. Tienen unos 7 minutos.

Cuando se fue, Daryl se volvió hacia Rick—. ¿Que demonios fue eso?

—Estaba limpio —respondió Rick—. Su barba estaba recortada. Hay algo que no nos dijo.

—Tampoco tenía un arma —dijo Daryl.

—Podríamos seguirlo —dijo Rick—. Obsérvarlo un rato para saber más. Ver si está realmente solo. Tal vez traerlo a casa.

—No, el tipo se hace llamar Jesus —se burló Daryl.

Un disparo los puso tensos y Rick se volvió hacia Lara—. Espera aquí. No te muevas.

Mientras Lara esperaba que Rick regresara, vio a Jesus correr hacia el camión, saltando al asiento del conductor—. ¡Oye!

—¡Lo siento! —gritó Jesus.

—No, no lo harás —siseó Lara, corriendo hacia el auto.

No podía esperar a que Daryl y Rick volvieran, entonces los dejó atrás. La máquina expendedora se soltó mientras Jesús conducía, y Lara tuvo que desviarse para esquivarla, evitándola por poco. Cuando vio a Jesus detenerse en medio del camino, ella también se detuvo.

Saliendo del auto, se dirigió hacia él con su arma en la mano—. Oye, date la vuelta con las manos en alto.

—Eso sonó muy policíaco —dijo Jesus, dándose la vuelta y complaciendo a Lara poniendo sus manos en el aire—. No pensé que me alcanzarías.

Lara se encogió de hombros—. Mi hermano era policía, aprendes una cosa o dos. Y no había forma de que te perdiera.

—Mira, no quiero lastimarlos —dijo Jesus—. Pero necesito esto para mi gente.

—¿Creí que no tenías gente? —preguntó Lara—. ¿En qué más has mentido?

—Nada —respondió Jesus—. Necesito llevarle esto a mi gente.

—¿Dónde vives? —preguntó Lara, todavía con el arma levantada hacia él.

—No puedo decirte eso —respondió Jesus.

—Entonces no puedo dejar que te vayas —dijo Lara.

—No puedo decírtelo —dijo Jesus—. Vamos, tu hermano parece un buen tipo. Sólo déjame ir y dile que es para gente que lo necesita.

—Mi gente también lo necesita —respondió Lara—. ¿No podríamos dividirlo?

—¿Creí que no tenías gente?

—Supongo que no eres el único mentiroso aquí.

—¿Dónde vives? —preguntó Jesus.

—No puedo decirte eso —respondió Lara con una sonrisa—. Entonces, ¿qué dices? ¿Dividimos lo que sea que esté ahí?

—¿Cuántas personas tienes? —preguntó Jesus.

—Unas 60 —respondió Lara—. Hay mujeres y niños. ¿Tú?

—Algo así, tal vez más —respondió Jesus—. Mira, no quiero lastimarte.

—Es curioso cómo eres tú el que dice eso cuando yo soy la que tiene el arma —dijo Lara.

Jesus suspiró—. No te rindes, ¿verdad?

—No —respondió Lara—. Eso le molesta a Rick y a Daryl. Ni siquiera debería estar aquí, y mucho menos haberme marchado sin ellos.

—¿Por qué? ¿Estás enferma o algo así? —preguntó Jesus.

—Intenta embarazada —respondió Lara—. Pero eso no es asunto tuyo.

Jesus sonrió—. Apuesto a que ese tipo Daryl es el padre, ¿no?

Lara puso los ojos en blanco—. Cállate.

—No me quieres matar —dijo Jesus—. Lo puedo ver en tus ojos.

—No, no quiero —respondió Lara—. No soy una asesina, pero si tengo que hacerlo, lo haré. Ahora, considerando que soy la que tiene un arma, ¿qué dices si me escuchas por un rato hasta que mi hermano y mi esposo nos alcancen?

Jesus se encogió de hombros—. Supongo que no tengo otras opciones.

—Tienes toda la razón —respondió Lara—. ¿Por qué te detuviste?

—Un neumático pinchado —respondió Jesus—. Podría cambiarlo, si te parece bien.

Lara se encogió de hombros—. Claro, pero no intentes nada. Y entrégame las llaves.

Jesus suspiró y le arrojó las llaves a Lara—. ¿Feliz?

Ella levantó las llaves—. Ahora sí.

Rick y Daryl se enojaron cuando se dieron cuenta de que Jesus les había robado el camión, pero se enojaron aún más cuando Lara decidió perseguirlo sin esperarlos. Rastrear el camión a pie les tomó una hora, pero cuando lo encontraron y vieron a Lara apoyada contra el camión mientras Jesus cambiaba el neumático, sintieron que su cansancio fue reemplazado por ira nuevamente.

Jesus estaba detrás de la camioneta cuando Rick saltó sobre él y Daryl apareció junto a Lara—. Idiota.

—Hola a ti también —saludó Lara—. Recuperé el camión, ¿no?

—Ese no es el punto —espetó Daryl.

Lara escuchó la voz de Rick que decía—: Quédate quieto y quizá no te hagamos daño.

—Espera —protestó Lara—. Rick, ¡espera!

—Claro —dijo Jesus, antes de realizar una serie de movimientos defensivos para liberarse de Rick.

Daryl corrió hacia adelante, lanzando un puñetazo, pero Jesús lo esquivó y arrojó a Daryl contra el costado del camión. Lara corrió a su lado mientras Rick empujaba a Jesus al costado del camino. Simultáneamente, Rick y Daryl sacaron sus armas.

—¡Basta! —preguntó Lara.

Jesus se sentó cuando un caminante se les acercó—. ¿Siquiera tienen munición?

Tanto Rick como Daryl levantaron sus armas y le dispararon al caminante.

—Está bien —dijo Jesus—. ¿Me van a disparar por un camión?

—Hay mucha comida en ese camión —respondió Rick—. Las llaves. Ahora.

—Creo que saben que no soy un mal tipo —dijo Jesus.

—¿Qué sabes tú de nosotros? —preguntó Rick—. Dame las llaves. Es la última vez que las pido.

—Me dio las llaves a mí —dijo Lara, sacándolas del bolsillo—. Rick, en serio, detente. Quedamos en compartir lo que hay en el camión.

—No, no compartiremos nada con él —respondió Rick, acercándose a su hermana—. ¿Te lastimó?

—No —respondió Lara—. Soy la que tiene el arma, ¿recuerdas?

—Eso fue estúpido... salir corriendo así —dijo Daryl—. ¿En qué estabas pensando?

—Bueno, estaba pensando que no podía dejarlo escapar y ustedes fueron demasiado lentos —respondió Lara.

Jesus se rió cuando Rick le ató las manos y los pies—. ¿Qué te parece tan gracioso?

—Tu hermana —dijo Jesus—. Ella es genial.

—Gracias —respondió Lara.

Daryl levantó una lata de refresco—. Maldición.

La lata se había partido y ahora su bolso goteaba por el fondo. Jesus miró a Rick mientras terminaba de atar los nudos—. ¿De verdad vas a dejarme aquí? ¿De verdad quieres hacer eso?

—Los nudos no están muy apretados —respondió Rick—. Deberías ser capaz de liberarte después de que nos hayamos ido.

—¿Quizá deberíamos hablar ahora? —sugirió Jesus.

—No —respondió Daryl, agitando una lata antes de arrojarla a los pies de Jesus—. Por si te da sed.

Cuando Lara se disponía a regresar a su auto, Rick la agarró del brazo—. De ningún modo. No otra vez.

Lara suspiró—. Supongo que debería haber esperado eso.

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