Capítulo 27. Tu atrevimiento

Todo iba mejor de lo que Bellamy había anticipado, al punto de permitirse fluir con los eventos sin caer en su habitual desconfianza. Ese día, en particular, tenía un aire especial, puesto que era la inauguración de la segunda y última etapa de las carreras de Danger Zone, un evento muy esperado por el público.

Natasha Strein, como siempre, sería la encargada de dar inicio a la jornada nocturna, y Bellamy sabía, gracias a Leah, que esta etapa era famosa entre los espectadores por ser la más emocionante. Para los competidores, sin embargo, era la más exigente. Aquí se daban los peores accidentes, se llevaban a cabo las trampas más descaradas, y muchos equipos se desmoronaban bajo la presión.

—Estás exagerando —le dijo Bellamy cuando ella le contó todo esto con un tono en exceso dramático.

—¡No subestimes el caos de Danger Zone! —exclamó Leah.

Por increíble que pareciera, esta vez Bellamy no dudaba de sus habilidades en la pista. Estaba más concentrado de lo habitual, aunque no completamente, y lo más desafortunado era que ese pequeño margen de incertidumbre tenía un nombre: Connor Lynx.

No podía dejar de pensar en él, de preocuparse. La voz dubitativa de Connor, la desconfianza en su lenguaje corporal, la tristeza en su mirada cuando rechazó su beso aquella noche, todo seguía persiguiéndolo. Odiaba sentir esa inquietud por alguien más; en el pasado no era así. Pero ahora, el miedo lo invadía cada vez que Leah, Thomas o Connor corrían. Ese temor profundo de perder a alguno de ellos, de que ese dolor fuera inevitable, lo desgastaba.

Casi podía oír a su padre diciéndole que se enfocara en sí mismo, que pensara solo en su bienestar y en su carrera hacia el triunfo. Pero Bellamy había cambiado tanto que apenas se reconocía cuando se miraba al espejo. Encontraba una sonrisa leve en su rostro al pensar en la competencia, revisaba si tenía llamadas perdidas del equipo, y sentía un nudo en el pecho cuando pensaba en Connor. Todo esto le era tan ajeno, pero, de alguna manera... increíble.

Exhaló, dejando ir parte de la tensión acumulada, y se puso la chaqueta de mezclilla. Tomó su casco rojo y salió de su habitación. Esta noche, Danger Zone sería un espectáculo.

—¡Bellamy! —llamó su tía—. ¡Te buscan en el teléfono!

Se apresuró a la cocina, donde Eva estaba, con el teléfono en mano, cubriendo el micrófono para que quien estuviera al otro lado de la línea no los escuchara. Bellamy pensó que sería alguien del equipo y estiró la mano para tomar la llamada, pero se detuvo a sí mismo cuando su tía gesticuló dos palabras:

—Tu papá.

Sus ojos se abrieron de par en par, desorbitados. No estaba esperando una llamada de él, pero al ver la hora en su reloj, recordó que este era el horario en que su padre solía terminar de trabajar y lo llamaba... de vez en cuando.

«Mierda», pensó, deseando que la conversación no se alargara demasiado. Aunque, en realidad, nunca eran conversaciones. Su padre ni siquiera le preguntaba cómo estaba; simplemente hablaba de sí mismo durante horas mientras él permanecía en silencio, escuchando.

Suspiró de manera casi imperceptible antes de aceptar la llamada. Eva, con un gesto de apoyo, tomó su casco y le dio una palmada en el hombro antes de salir de la cocina, dejándolo solo para la inevitable charla.

—Hola, papá —saludó.

—¡Bellamy! —exclamó su padre—. ¿Cómo estás, campeón? ¿Cómo te trata la playa? ¿Ya conociste a alguna chica linda?

Bellamy frunció el ceño. Su padre sonaba muy animado, demasiado para su gusto. Incluso le preguntaba cómo estaba o... si había conocido a alguna chica.

«Si tan solo supieras», pensó, conteniendo el impulso de soltar una risa sarcástica.

—¿Pasó algo? —inquirió entonces, evadiendo sus preguntas.

—¿Crees que tiene que pasar algo para que quiera hablar con mi único hijo?

—No hablas por otra cosa —replicó.

Su papá se echó a reír. Casi podía imaginarlo negando con la cabeza con su acostumbrada condescendencia.

—Bien, me atrapaste. Te tengo buenas noticias.

Bellamy se enderezó, aferrándose con fuerza al teléfono. ¿Por qué de pronto estaba tan nervioso?

—¿Qué sucede? —preguntó, bajando la voz.

—Hablé con el dueño del equipo, y estoy a punto de convencerlo de que te deje volver —dijo su padre, con emoción palpable—. Me prometió que me daría una respuesta definitiva en estos días.

Un nudo se formó en el estómago de Bellamy. Hace unos meses, habría saltado de alegría, tan emocionado como su padre lo estaba ahora. Pero en este momento, solo sentía... decepción. Claro que deseaba recuperar su lugar en la Fórmula 3 y llegar a las grandes ligas, pero...

—Eso es... es genial, papá —vaciló, apenas demostrando un poco de júbilo. Fingido, además.

—No te escucho muy emocionado.

Rascó su nuca y tragó saliva con dificultad.

—No, sí lo estoy, es solo que... me siento algo cansado —excusó y dejó escapar una risa temblorosa—. Trabajar en la florería es muy exigente.

Su padre también se carcajeó.

—Me imagino que la extravagante de tu tía no te da descanso —bromeó—. No te preocupes, pronto te sacaré de ahí. Volverás a donde realmente perteneces.

«A donde realmente pertenezco», se repitió. Quizá tenía razón, quizá lo que estaba viviendo en Altamira no era más que un juego, un simple pasatiempo que lo mantenía distraído mientras esperaba volver a su verdadero mundo.

Cerró los ojos, exhalando con disimulo antes de abrirlos de nuevo y contestar:

—Sí, gracias, papá.

—¡Bien! —exclamó y Bellamy escuchó voces filtrándose en la llamada—. Tengo que irme. Quedé de invitarle unos tragos al equipo. Estoy arreglando tu imagen; ¿sabes lo caro que me va a salir? —Volvió a reír—. Pero tú no te duermas tarde, ¿de acuerdo? No pierdas los buenos hábitos.

Bellamy estaba a punto de responder, pero antes de que pudiera despedirse, su papá colgó la llamada, dejándolo con el teléfono pegado a la oreja y el eco de la conversación interrumpida resonando en su oído.

Dejó el teléfono en su sitio, sintiéndose abrumado. Podía recuperar todo; la fama, el dinero, la gloria y, por supuesto, vencer al idiota de Anthony Jackson, pero no sentía ni un atisbo de emoción. No quería siquiera pensar en ello, porque eso solo generaba más preguntas: ¿Qué pasaría con Danger Zone? ¿Con el equipo? ¿Qué sucedería con Connor?

No sabía qué camino seguir en su vida. Las dudas y el conflicto entre lo que deseaba y lo que necesitaba lo atormentaban. Su pulso se aceleró, las manos le sudaban y el aire de repente se sentía escaso. Se aferró a su camisa sobre el pecho y apoyó una mano en la pared.

«Cálmate. Tranquilízate, por favor», se dijo a sí mismo.

—¿Bellamy? —La voz de Eva se filtró en su creciente ansiedad. Lo agradeció con creces, distrayéndolo y evitando que cayera por completo en el pánico—. ¿Todo bien?

Bellamy volteó, encontrándola en la entrada de la cocina. Asintió, forzando una sonrisa en su boca. Todo estaba bien, todo estaría bien. Sí, no pensaría en su futuro, no esta noche.

—Sí, todo va bien —respondió y apartó la mano de la pared para componer su chaqueta—. Solo me llamó para saludar.

Eva entrecerró los ojos, escéptica, pero no indagó más. En cambio, le ofreció su casco.

—Es noche de Danger Zone, ¿no? —preguntó.

Bellamy aceptó el casco.

—Gracias. —Asintió—. Y sí. Ya tengo que irme.

Salió de la cocina sin mirar atrás. No podía soportar más el escrutinio de Eva; sentía que podía leerlo como un libro abierto, cosa que le ponía lo nervios de punta.

—¡No regreses muy tarde! —exclamó su tía. 

Bellamy se dirigió al garaje y, solo al estar dentro del Corvette, pudo respirar con libertad. Se tomó un momento para calmarse, aferrándose con ambas manos al volante y apoyando la frente contra este.

—Esta noche no pensarás en eso. Esta noche no —se repitió en voz baja y levantó la cabeza con determinación. Encendió el motor, puso la radio y se colocó el casco—. Solo por esta noche. 

Abrió la puerta del garaje con el control remoto del auto y salió con tranquilidad. No pensaría en nada, al menos no en nada que no sucediera en Altamira.

(...)

Entrar a Danger Zone siempre era como ingresar a otro mundo. Era una realidad en la que las personas se desconectaban de todo, excepto del placer y la diversión; se concentraban en la adrenalina de la velocidad, en la música que retumbaba en sus oídos y en los tragos que sostenían en las manos. Nadie se detenía aquí a hablar de sus problemas cotidianos, y eso era precisamente lo que Bellamy buscaba, escapar de todo.

Lo que más le sorprendía era el poder que Natasha Strein ejercía sobre las autoridades, capaz de cerrar una calle entera para celebrar una fiesta de Danger Zone sin que nadie le dijera nada. Había luces brillantes, un DJ que hacía vibrar el ambiente, coches corriendo y una multitud de personas tan eufóricas que de seguro ni sabían dónde estaban.

Sin embargo, Bellamy se enfocó en encontrar a su equipo. A lo lejos, pudo distinguir a Charlie y Thomas, parados junto al coche carmesí de Leah. Ella lo había pintado del mismo color que su Corvette, como una forma de demostrar que eran un equipo. Se estacionó cerca y se bajó para reunirse con ellos.

—¡Por fin, una compañía decente! —exclamó Charlie al verlo.

Bellamy frunció el ceño.

—¿Y qué hay de Vega? —inquirió.

—Solo míralo. —Lo señaló con un pulgar.

Bellamy lo hizo y, solo entonces, se dio cuenta de que Thomas sonreía más de lo habitual, riendo ante las palabras de Charlie.

—Eres un idiota, Charlie, no tengo nada de malo —respondió Thomas, arrastrando un poco las palabras.

Bellamy notó que sostenía un vaso de plástico rojo en la mano y, al escuchar la torpeza en su habla y ver cómo se balanceaba, dedujo que no era su primer trago de la noche.

—Ya fue suficiente alcohol para ti, Vega —dijo Bellamy, intentando quitarle el vaso, pero Thomas lo levantó por encima de su cabeza. Bellamy hizo un mohín y se acercó a su compañero de equipo, estirándose para alcanzarlo; Thomas era más alto que él—. Dámelo ya.

Thomas sonrió, mirándolo a los ojos.

—Solo si sonríes —condicionó.

—Traigo un casco, idiota.

—Tienes razón —concedió Thomas—. Pero, de todas formas, las sonrisas te sientan bien, O'Neill; deberías hacerlo más a menudo.

Bellamy rodó los ojos bajo el casco y le arrebató el vaso de plástico a Thomas.

—Ni un trago más para ti. Estás diciendo incoherencias y mañana te vas a arrepentir —aseveró.

De repente, Thomas se dejó caer sobre uno de los hombros de Bellamy, haciéndolo tambalearse por lo repentino de ello.

—Otra vez tienes razón —comentó—. Qué listo eres.

Bellamy se volvió hacia Charlie, arrugando las cejas.

—En serio, ¿cuánto tomó? —preguntó.

El hermano mayor de Leah se encogió de hombros. 

—No tengo idea. Lo perdí de vista un segundo y ya estaba así. —Suspiró—. Entre nuestro Evasor borracho y nuestra capitana fraternizando con el enemigo, no sé qué nos queda. 

Bellamy buscó a Leah con la mirada y la encontró a unos metros de distancia, conversando con Jos, el Tanque del equipo Lynx. No dejaba de sonreír mientras hablaba, y él la miraba como si no hubiera nada ni nadie más en el mundo. Bellamy sonrió para sí mismo; le alegraba que hubiera encontrado un mejor candidato que Thomas, quien además estaba ebrio.

—¿Podrías quitarte, Vega? —dijo entre dientes, empujándolo. 

—Si no hay otra opción —respondió Thomas, haciéndose a un lado. 

Bellamy retrocedió, alejándose antes de que el chico de lentes se arrepintiera y regresara a apoyarse sobre él. Sin embargo, en su descuido, terminó chocando contra alguien. 

—Lo... —Se interrumpió al darse la vuelta y encontrarse cara a cara con Connor. 

Connor alzó una ceja y esbozó una sonrisa burlona. 

—Espero que tus reflejos sean mejores que esto en la pista —dijo. 

Bellamy se quedó sin palabras. Ya no estaba seguro de cómo interactuar con su rival sin parecerse a Jeremy, pretendiendo que nada había sucedido entre ellos.

—Yo no...

—¡Su atención, por favor! —La voz de Natasha Strein resonó de repente por las bocinas, capturando la atención de todos. Se encontraba en la tarima junto al DJ, asegurándose de que todos la pudieran ver—. Muchas gracias. Primero que nada... ¡Les doy la bienvenida a la inauguración de la segunda etapa de Danger Zone!

Los vítores estallaron en el ambiente, pero Bellamy no aplaudió; en cambio, desvió la mirada hacia Connor. Él tampoco celebraba ni mostraba emoción, permanecía en silencio, observando a Natasha con atención.

—Como bien saben, esta etapa es la más intensa de todas. Los competidores dejarán todo en la pista con tal de pasar a la última ronda, ¡la que definirá al gran ganador de Danger Zone 1997!

Los aplausos resonaron con más fuerza, y Bellamy creyó escuchar a algunas personas gritar el nombre de Brett Thorne y 1968, quienes estaban cerca de Natasha, luciendo sonrisas despectivas. Eran despreciables.

—Por lo tanto, equipos clasificados: 1968, Red Cross, Lynx... y Hundred. —Volteó a verlo, siempre lo encontraba con facilidad por el vibrante casco rojo—. No nos decepcionen, ¿de acuerdo?

La multitud rugió, levantando los puños mientras vitoreaban a los equipos que apoyaban. Natasha descendió de la tarima, concluyendo su breve discurso, y la música inundó de nuevo la fiesta. Bellamy mordió el interior de su mejilla; esto era real, y la presión era palpable.

—Bueno, sin rostro, supongo que solo queda desear que gane el mejor —dijo Connor, extendiendo su mano derecha para estrecharla.

Bellamy dudó por un instante, pero se repuso al recordar que, en ese momento, no era Jeremy, que Connor no era un ex, y que, aquí y ahora, solo eran rivales. Estrechó su mano; tan cálida y sus dedos alargados en comparación con los suyos.

—Que gane el mejor —dijo.

De pronto, la expresión de confianza de Connor comenzó a desvanecerse, dando paso a la confusión. Miró el casco de Bellamy y luego sus manos entrelazadas, frunciendo el ceño. Bellamy notó cómo una extrañeza se apoderaba de él, un destello de familiaridad en sus ojos. Se apresuró a retirar su mano, pero Connor lo sujetó del antebrazo.

—¿Nos conocemos? —preguntó.

—Desde la primera carrera de Danger Zone, Lynx —respondió, cambiando el tono de su voz a uno más grave. No podía haberlo reconocido, no había manera.

Connor titubeó un momento, pero lo soltó. Se deshizo de la confusión tan rápido como había llegado, reemplazándola con una risa.

—Tienes razón —dijo—. Supongo que te confundí con alguien más.

Bellamy pudo notar la vergüenza en Connor por su desliz, evidenciada en la risa nerviosa que intentaba disimular. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, sintió de nuevo el peso de alguien sobre su hombro.

—Oye, novato, vámonos ya —susurró Thomas cerca de su oído—. Llévame a casa, ¿quieres?

Su voz ya no sonaba tan arrastrada, y cuando Bellamy lo miró de reojo, se dio cuenta de que Thomas y Connor se estaban observando el uno al otro.

—Tú eres Thomas Vega, ¿no? El amigo de Leah —dijo Connor.

Thomas asintió.

—Ese mismo.

Bellamy se dio cuenta de que estaba distrayendo a Connor para permitirle salir de ahí sin levantar más sospechas.

—Vámonos —dijo Bellamy, dándole la espalda a Connor y llevando a Thomas consigo con pasos rápidos. Solo cuando estuvieron lo suficientemente lejos, se atrevió a hablar de nuevo—. Llegaste justo a tiempo.

—Sabía que necesitarías ayuda en cuanto chocaste contra él —dijo Thomas.

—Agradezco que seas tan observador —dijo Bellamy, acercándose a Charlie, quien parecía aburrido mientras esperaba recargado contra el coche de su hermana. Al verlos, bufó.

—¿Sigues ido, Vega? —preguntó.

—No —respondió Thomas, aunque su tono era poco convincente.

Bellamy suspiró y se volvió hacia Charlie.

—¿Crees que puedas llevarte su coche? —preguntó, señalando a Thomas—. Voy a llevarlo a casa. No hay manera de que conduzca en este estado.

Charlie asintió.

—Déjamelo a mí.

Con la certeza de que alguien se encargaría del coche de Thomas, Bellamy ayudó a este último a subir al Corvette antes de acomodarse en el asiento del conductor. Había pasado tan poco tiempo en la fiesta que se sentía como si solo hubiera ido a cumplir con un recado, pero tampoco tenía ganas de quedarse y arriesgarse a otro encuentro incómodo con Connor.

Al salir del área de Danger Zone, se quitó el casco, aliviado por la brisa fresca. Le preguntó a Thomas dónde quedaba su casa, pero estaba tan mareado que no podía articular palabras coherentes. Bellamy decidió llevarlo a la florería, que estaba más cerca, y estaba seguro de que a Eva no le molestaría que se quedara a dormir en el sofá.

Metió el Corvette en el garaje y ayudó a Thomas a bajar del coche. Subieron al departamento con cuidado, y Bellamy le advirtió al chico de lentes que no hiciera ruido, pues su tía ya debía estar durmiendo. Entraron en la oscuridad, y Bellamy cerró la puerta con suavidad; la penumbra dificultaba un poco la movilidad, pero logró guiar a Thomas hasta la cocina.

—Siéntate —dijo, señalando una de las sillas del pequeño comedor. Thomas obedeció sin objeciones, al menos estaba más presente.

Bellamy cerró la puerta de la cocina para no molestar a Eva y encendió la luz. Sacó un vaso de vidrio de una de las alacenas, lo llenó con agua del grifo y lo colocó frente a Thomas.

—Tómatelo todo, te ayudará.

Thomas asintió y se lo bebió de un trago. Al terminar, se quitó las gafas con una larga exhalación y se restregó los ojos.

—Qué horror —musitó.

—¿Ya te estás arrepintiendo de tus pésimas decisiones? —inquirió Bellamy con un tono burlón.

—Ni siquiera bebí tanto —replicó Thomas—. No sé en qué estaba pensando.

—No estabas pensando —puntualizó Bellamy, recargándose contra la barra con los brazos cruzados sobre el pecho—. Te traje aquí porque ni siquiera pudiste decirme dónde vives. Puedes quedarte a dormir en el sofá, no hay problema.

—Gracias... y perdón por las molestias.

Bellamy agitó la mano de manera desdeñosa.

—Te lo debo por ayudarme a escapar de Connor.

Thomas lo miró.

—Sospechó quién eres, ¿verdad? —preguntó, levantándose con un ligero tambaleo, pero enderezándose al apoyarse en la mesa—. Deberías ser más cuidadoso.

Bellamy negó con la cabeza.

—No pensé que fuera a sacar conclusiones por un simple apretón de manos —dijo. Aunque sí fue un descuido de su parte. Connor era perceptivo, y extrañaba a Jeremy; debía buscar cualquier indicio de él en todo.

Thomas tomó el vaso vacío, se acercó al lavabo y se sirvió más agua.

—Lo importante es que salimos de ahí a tiempo —dijo Thomas y volvió a beberse el agua de un solo trago. 

Bellamy giró la cabeza para mirarlo. 

—¿Te habría gustado quedarte? 

—Ni loco —respondió, dejando el vaso en la barra y luego suspirando mientras se daba la vuelta para recargarse contra ella, igual que Bellamy—. Estaba tan aburrido que empecé a beber.

Bellamy arqueó una ceja.

—¿Tú, bebiendo solo por aburrimiento? —preguntó Bellamy, esbozando una sonrisa burlona—. No me lo creo.

Thomas desvió la mirada hacia el suelo.

—Tal vez estaba un poco... nervioso —admitió, bajando la voz—. Aunque no tanto como ahora.

Bellamy frunció el ceño.

—¿Nervioso? —preguntó—. ¿Por qué?

Thomas levantó la cabeza y lo miró a los ojos con una seriedad que Bellamy no había visto en toda la noche. 

—Por estar solo contigo. 

Bellamy no pudo evitar reírse. Tenía que estar bromeando; Thomas jamás diría algo así. 

—Nunca antes te habías sentido nervioso por eso. ¿Qué tanto tomaste, Vega?

Thomas se alejó de la barra, sin apartar sus ojos de los de Bellamy. Este comprendió que hablaba en serio cuando no hizo el menor intento de reírse y se acercó más a él. 

—Lo suficiente como para arriesgarme a hacer esto —respondió, y, con una mano, rodeó la nuca de Bellamy, atrayéndolo hacia él con un movimiento decidido.

Lo besó en los labios. Thomas Vega, con una mirada intensa que desafiaba toda lógica, estaba... besándolo.

¡Cliffhanger!

Ok, perdón por terminar el capítulo aquí, ¡pero les traigo una buena noticia! Ya casi termino de escribir este libro, lo cual significa que podré actualizar mucho más seguido... ¿Maratón? 👀

¡Muchísimas gracias por leer! ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top