Seguro

Advertencia extra del capítulo: violencia domestica, autocanibalismo, implicaciones de abuso sexual, y una escena con agresividad con un animal.


 13/05/1978, fecha dónde dos chicos de apenas once años estaban volviendo a su hogar. Dónde uno de los dos tenía la cabeza baja, sabiendo lo que tenía que esperar al llegar a casa. Después de todo, su padre sabía acerca del golpe que recibió su compañero de clases. 

 Un gato negro estaba en una reja, cuando el más alto de los dos pasó a su lado, quizá demasiado cerca. Lo bastante como para provocar que el animal lo atacara.

 Su primer impulso fue levantarlo. Hacer lo aprendido.

 -¡Para!- Agarró la manga del abrigo de su medio hermano.- No necesitas hacer esto.

 -Pero me atacó...

 -Lo sé, pero realmente no podemos culparlo del todo, es decir, ¿qué más puede hacer? No sabe hacer otra cosa. No puede dialogar con nosotros, y quizá no tenga un buen lugar dónde correr o esconderse.- Apoyó su mano sobre su hombro, buscando calmarlo.- Nada se merece sufrir.

 -...Papá siempre nos lastima, ¿él no merece sufrir?

 -...No le hagas nada, te va a salir peor...

 Siguieron avanzando, hasta que llegaron a la reja de su vivienda. Tocaron el timbre, y se acercó un empleado a abrir el portón.

 Pasaron por el jardín que decoraba su vivienda, y al llegar adentro de ésta...

 -Byakuya, me llamaron hoy de la academia. Ven aquí un momento.

 Se intentó alejar, sabiendo que eso haría las cosas peores para él.

 -¡Pequeño pedazo de mierda! ¡¿Qué tanto te cuesta dejar de arruinar mi vida por un momento!?

 Los golpes iban rápidamente. Era siempre la misma escena, tal vez cambiaría las palabras que le diría, los lugares en los que lo golpearía, o tal vez lo obligaría a llamarse una basura inútil. 

 Ouma se quedó mirando la situación. Quería con toda su alma interferir, pero el miedo lo dominaba en esos momentos. 

 Su impotencia lo llevó a varios escenarios en su cabeza para prevenir que esto suceda otra vez. Pensó en los tres teléfonos de línea que poseían. 

 Cortar los cables mientras todos dormían. Las cosas no estaban yendo tan bien, no querría gastar demasiado para reparar los tres. 

 ¿Pero y si se enteraba de qué fue él? Los golpes podrían ir a ella...

 "Si él estuviera muerto no tendrías que preocuparte por eso. "

 Apartó esos pensamientos de su mente, él no haría eso. Era mejor que eso. Incluso si esos deseos aumentaban al ver su pie golpear las costillas de su hermanito.

 Cuando finalmente había terminado todo, lo levantó. Le costaba un poco, había una diferencia de tamaño enorme. Si tan solo el tiempo en el armario no fuera tan prolongado, tal vez podría comer más. 

 -No necesitas hacer esto...

 -Quiero hacerlo, me duele verte así. 

 Lo dejó recostado en la cama, y fue a buscar algo de hielo. Esta vez, él no derramó sangre. No había nada que limpiar.

 Las heridas de ese día contrastaban con las que llevaban ahí semanas. Generalmente el mismo motivo, un castigo por algo que haya hecho mal. Por más mínimo que fuera.

 -Cuando te sientas mejor podría hacerte algunas galletas. Siempre te animan... 

 Puso su mano sobre su hombro. Si bien su medio hermano jamás lloraba frente a otros, sabía lo mucho que le dolía. Sabía que cuando debían esperar a que él volviera a casa, su hermanito temblaba. Sabía cuanto deseaba matarlo. Cuanto quería tomar su lugar. 

 Lo abrazó, dejando que escondiera unos momentos su cabeza en su cuello. Había sido un día largo, y ya sabía que iba a ser una noche sin él presente en la cena. Agradecía que al menos no era tan limitado de alimento.

 Una vez Byakuya cayó dormido, Kokichi se levantó, y fue al cuarto de su madre. Afortunadamente, no tuvo que encontrarlo. Esa vez no tenía tiempo para hacerle nada a ella. Aparte de su hermano, ella era la única luz en su vida. La única razón por la que aún no había caído. 

 -¡Kokichi! Ahí estás.

 -Hola mamá, ¿está todo bien?

 -Sí.- Resultaba ser tan mentirosa como su hijo lo sería en un futuro.- Todo está bien.

 Abrazó a su pequeño, a pesar del sentimiento de inseguridad que tenía al respecto. Era un alivio saber que él aún podía estar seguro.

 No por mucho tiempo.

 Un mes después, aquel pequeño había pasado de ser un testigo de un acto de violencia a ser la víctima de este. 

 -¡Déjalo! ¡Déjalo!- Su madre trataba de separarlos, en vano.

 -¡Cállate!- La golpeó directo en la cara, empujándola más lejos,  y se aprovechó que ya no la tenía encima para encerrar a su hijo en el armario.

 Su cuerpo golpeó el piso, y al escuchar la puerta cerrarse entró en pánico. Si bien, ahí dentro no podía ser agredido, usualmente terminaba días, en completa soledad. En el peor de los casos, podía ser incluso una semana. Pero esa no era la peor parte...

 -¡Para por favor!- Los gritos le indicaron que estaba pasando ahí afuera.- ¡N—no sigas! ¡Detente!

 Ya sabía que era lo que él estaba haciendo. Solo oírlo ya era suficiente para atormentarlo. No importaba cuantos gritos diera. Cuanto golpeara la puerta. Cuanto intentara defenderla. Él siempre haría lo mismo. 

 Abrazó sus rodillas, sintiendo la culpa invadirlo.

 Sintiendo que ella no sufriría si no hubiera nacido.

 Sintiendo que debía hacer algo.

 Sintiendo que debía matarlo.

 "No sigas pensando en eso, no sigas..."

 No podía imaginarse a sí mismo causando daño a alguien, incluso si era al causante de su dolor. Su madre siempre le decía que eso no era correcto. Al hacer eso no lograría quedarse satisfecho. A pesar de que la idea siempre te fue tentadora en el fondo, ¿no?

 En un momento, los gritos pararon. Pudo distinguir una figura levantándose del piso e irse. La otra permaneció tirada, sola y lastimada. No le importaba que él le dijera "Deja de llorar", seguía siendo su madre. Y a diferencia suya, sí le importaba. 

 Le importaba lo suficiente para golpear la puerta, y— no lo hizo muy fuerte, ¿no?— Y revisar cómo estaba. O al menos escucharla.

 -C—calma, estoy bien.- Sabía que no era cierto, sabía que había manchas rojas en el piso, sabía que la había herido.- Desearía poder sacarte de ahí...

  -No te preocupes, solo espera a que deje salir, quizá decida no hacerles nada por un rato.

 -Seguramente...

 Realmente no iba a ser así. Akiko no podía comprobarlo, ya que no tenía permitido hablar con los demás futuros herederos, por lo cual la seguridad de Byakuya no estaba confirmada.

 Entre todos sus medios hermanos, él era el único que Kokichi no despreciaba. Los demás actuaban demasiado similar a él. A veces en lo que decían, a veces lo que hacían. Pero sabían que él de ninguna forma estaba dispuesto a aceptarlo. 

 Byakuya era diferente, él no quería el título por los motivos que ellos. Él de verdad quería cambiar las cosas, hacer algo mejor.

 Claro, en ocasiones podía actuar como él, pero eso no le importaba. Sabía que intentaba no hacerlo. Sabía que no quería terminar así. 

 El sentimiento era afortunadamente mutuo, siendo que a pesar de que a diferencia de los demás, sí había conseguido conectar con él. Entendía cómo se sentía, y lo último que quería era que terminara aislado. Y si bien, buscaba escapar de todo esto, él lo apoyaba. Incluso había intentado ayudarlo a que lo saquen, pero con un conflicto global que no sabían como acabaría... 

 Todavía no se podían librar de ellos. Lo supo desde el momento en el que las noticias pasaban. No podían hacer algo que atrajera atención. No de nuevo.

 No desde que hubo uno menos.

 Pero no había muchos pensamientos sobre aquel muerto, después de todo no puedes sentir por los que no están.  

 Solo podía sentir el miedo de terminar así. Sobretodo pensando en la mordida en su pierna.

 Dejo de pensar esas cosas al escuchar el canto de su madre.

 Incluso si el ritmo era recreado con golpes en el suelo, lograba calmarlo. Lo bastante para poder descansar esa noche sin soñar con nada.

 Así pasaron los años, al menos hasta aquel día, 21/10/1984. Ahí empezaron los cambios para la familia.

 Uno de los primeros fue que luego de un castigo, Kokichi pudo notar algo inusual en la conducta de su medio hermano.

 Mientras se retiraba de aquel salón (creían que iban a hacerle algo a los que si tenían talento si estaban juntos, creían que él era peligroso), lo buscaba por todos lados. 

 No lo encontraba dentro de la academia, llenando su cuerpo y mente de preocupación. 

 No podía soportar las ideas que atraían su ausencia, sobretodo las que involucraban que fuera lastimado. Después de todo, ¿cuánta gente igual había por ahí?

 Logró ver su figura acercándose a un edificio abandonado. Sin entender porqué iba hasta ahí, lo siguió. 

 ¿Qué pensaba hacer ahí? No se había metido en problemas, ¿verdad?

 Al verlo entrar, ignoró todas las razones por las que podía estar ahí, y dispuesto a defenderlo de lo que sea que esté ahí, corrió en la misma dirección.

 -¿Kokichi? ¿Qué estás haciendo aquí? 

 -Lo siento. Pero no te encontraba y no quería saber que estuvieras bi— - Sus ojos se centraron en una (¿dos?) figura en el suelo. 

 Tenía pelo color bordo oscuro, ojos grises y una expresión llena de miedo. Y a su lado— no— Unida a ella, alguien exactamente igual, quizás alguna pequeña diferencia... Sus ojos se veían más oscuros, y su expresión era tan similar. 

 -¿Quién eres?- Había un tono de amenaza en su voz, mientras la rodeaba con un brazo.

 -No se preocupen, es solo Kokichi. Les hablé de él un par de veces. 

 -...Ya veo. Es un gusto.- Si bien aflojó su agarre sobre su hermana, aún lo veía de forma amenazante.- Su nombre es Touko Fukawa, el mío es... Genocider Syo...

 "Maldigo a mis padres por no darme un nombre, a mi yo de cuatro años por hacer que sea este y a mi falta de creatividad por no darme ideas para cambiarlo."

 Tomando en cuenta un pequeño consejo de su madre, intentó aclarar sus dudas.

 -¿Les molesta si pregunto cómo conocieron a mi hermano?- No le molestaba que se acercaran a Byakuya, por el contrario, le agradaba. Era difícil que conectara con otras personas, y si lo hizo, era agradable.

 -Nos lo encontramos hace como un mes, estábamos entrando aquí...

 -Fue cuando te castigó por alzarle la voz. Me fui más lejos antes de volver a casa, y bueno...

 -Entiendo. ¿Ustedes van a irse a sus casas?

 -No realmente... Llevamos años sin volver, problemas familiares.

 -Oh, entiendo...- Demasiado bien.

 -Sí, nuestro "padre" trato de matarnos, lo terminamos matando por accidente...- ¿Debería preocuparse por su falta de reacción?-...estamos escondiéndonos todo el tiempo...  

 -Ya veo...- Estaba seguro de que podría haberle pasado si lo hubiera decidido atacar esa vez.

 Ya sabía por su amigo(¿O de su hermana? Era más cercana a él después de todo) parte de lo que pasaba con su entorno familiar, lo cual servía para explicar su falta de sorpresa ante la situación.

 -¿Y cuándo sucedió eso?

 -Cuando teníamos cinco años.

 -...Lo lamento...

 No había mucho que pudiera hacer además de decir eso, y por unos meses, llevarles comida y agua hasta aquel edificio abandonado. Pero a pesar de todo, consiguió llevarse lo bastante bien con ambas, sobretodo con quién actuaba como la mayor. 

 Incluso tuvieron momentos algo divertidos con ellas, cosa que se debería haber imaginado al oír las palabras de su madre cuando le pidió un consejo para resolver la situación.

 -¿Qué debería hacer si quiero ayudar a alguien qué no tiene casa? 

 -Deberías llevarla a algún hogar para—

 -¡N—no! Eh— Lo siento, digo alguien que no puede ir porque lo busca gente mala.  

 -...¿Te estás metiendo en cosas ilegales?

 -No, no te preocupes.

 -...Ok... Supongo que deberías de conseguir comida. Y agua... ¿Por qué no tiene casa?

 -Es una situación parecida a...- Se quedó mirando a la ventana, viendo como se acercaba a la propiedad.- Son dos chicas...- Omitió el detalle de su estado físico.- Y no pueden irse con nadie.

 -...Te daré algo de dinero, pero por favor, ten cuidado.

 -Lo haré.

 Claro, no era lo más seguro, considerando que no le dejaba tener control de su propio dinero. Aún así, no le importaba intentar ayudar, si eso le daba seguridad a alguien para no acabar en una situación similar.

 Tuvo suerte, no se percató de nada por un mes. Ahora, cuando lo hizo...

 -¿Qué estabas haciendo dándole dinero?

 No podía contar sus motivos, incluso si significaba que las cosas se iban a poner peor.  

 -Él ni siquiera te importa, y ese es mi dinero.

 -¿¡Para qué le das dinero!?

 -¡Necesita conseguir materiales para la academia! ¡Tú nunca le consigues nada para trabajar!

 -¡No me alzes la voz!- Golpeó su cara, dejándola en el piso.

 Antes de que pudiera hacer algo, su hijo entró a la habitación, distrayendo su atención.

 Aún si al dejarlo en el ropero gastó unos valiosos minutos, no fue suficiente. 

 De nuevo se escucharon gritos, de nuevo la dejó tirada con esas manchas rojas, de nuevo, tanto el hijo como la madre se llenaron de culpa.

 Pasaron los días, él seguía ahí. El hambre llegó, él seguía ahí. La sangre empezó a correr cuando esta se volvió demasiado intensa. 

 Otra vez tuvo que consumir parte de él para aguantar. 

 Una vez salió, vomitó sobre la alfombra, y su madre tuvo que tratar su herida, diciéndole que no debía lamentar su estado mental.

 Incluso si ya tenía poco tiempo.   

 -Ya no podemos traerles cosas, nuestro "padre" se dio cuenta de que estábamos consiguiendo dinero.

 -¿Por eso es qué no pudiste venir?- Su voz estaba algo más quebrada, pero haría lo posible por disimular, tanto por su propio bien como para el de ellos.

 -Sí...

 -Entiendo... No te preocupes, vamos a conseguir alguna forma de salir adelante.- Reprimió las ganas de toser que tenía.   

 -Seguramente, nosotros vendremos otro día. Ahora nos tenemos que ir.- Informó a las hermanas.- Lo lamento.

 -De acuerdo, los vemos mañana.

 Empezaron a caminar a su hogar, pensando en qué harían al final. Mientras ella escribía.

 Ellos avanzaban de forma medio apurada, pero no demasiado, mientras ella ya tenía la herida abierta.

 Ellos llevaban unas cinco cuadras más, ella ya estaba perdiendo sangre.

 Ellos estaban en la puerta, ella dejó de moverse.

 El pelimorado subió al cuarto, y al abrir la puerta...

 -¿M—madre?- La encontró con sangre alrededor suyo, no en el lugar de siempre. Entró en pánico, sin saber qué hacer.- Tranquila.- Intentaba negarlo.- Llamaré a alguien. Conseguiré ayuda. ¡Lo que sea, solo quédate conmigo!

 La rodeó con sus brazos, notando que no estaba respirando. 

 -No, no, no, ¡no! ¡No mueras por favor! ¡No me dejes!

 Con lágrimas en sus ojos, pensó en que él era el responsable. Al menos hasta que notó una nota en la cama. Había manchas de humedad en el papel.

 "Para Kokichi, mi hijo:

Lamento mucho tener que irme así, pero ya no lo soporto. Es demasiado para mí.

Sé que puedes seguir adelante, no es tu culpa que yo esté haciendo esto. No hiciste nada malo, fui yo quién provocó esto. Es mi culpa no haber podido aguantar. Pero simplemente no puedo, menos sabiendo que si me lastima te hará algo peor a ti. Lo siento.

Por favor, sigue siendo tu mismo, y no te rindas.

Cuídate mucho, te quiero.

 -Akiko"

 Finalmente, se quebró en un llanto silencioso, pegando las últimas palabras de su madre contra sí. No podia creer que no fuera su culpa. Después de cómo nació...

 -¿Kokichi?- Posó sus ojos entre azul y morado sobre su hermano. Viendo la situación, y notando como más de sus hermanos y empleados se acercaban, lo abrazó.

 Pero a pesar de eso, Ouma seguía en grave estado.

 A pesar de su apoyo, Ouma seguía apagado. 

 A pesar de estar ahí, Ouma se distanciaba mentalmente.

 A pesar de todo, no podía detener lo que le pasaba.

 -¿Sigues sin querer comer?

No dijo palabra, no quería pelear esta vez.

 -¿Vas a responderme?

 "Sigue en silencio. No le des el gusto."

 -Respóndeme. Ahora.

 Podían estar viéndolo fijamente, y él no diría nada.

 Y él podía darle la paliza de su vida, estaba tan profundo en su miseria que no haría nada.

 Cada día que pasaba, era peor. Ya ni siquiera estaba tratando de sostenerse. Dejaba la mayoría de cosas pasar enfrente suyo, se sentaba a contemplar a la nada por horas.  

 Solo una ocasión, llegó a hacer una excepción.

 -¡Suéltalo!- Se tiró encima suyo, solo pensando en matarlo.

 -¡Bájate!

 Golpeó su mandibula, sin conseguir mucho. Su agarre estaba potenciado por su ira.

 Sabía que estaba metiéndose en una batalla que no iba a ganar, pero no le importaba. Necesitaba protegerlo esta vez.

 No podía dejar que terminara como ella.

 No debía dejar que lo matara.

 No sirvió demasiado, excepto para aumentar la furia que había entre ambos. 

 -¡Dejame salir! ¡Dejame salir ahora! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar!

 Golpeó la puerta, golpeó la puerta, golpeó la puerta hasta que sus manos empezaron a sangrar. Y cuando esto ocurrió, golpeó su propio cuerpo contra la puerta golpeó su propio cuerpo contra la puerta golpeó su propio cuerpo contra la puerta hasta desmayarse.

 Las cosas seguían así, siendo Byakuya lo único que evitaba que Kokichi terminara haciendo algo peligroso para él o para alguien más.

 Cuando se daba cuenta de que estaba por hacer algo así, solo podía darse un golpe en el brazo y lamentarse de forma vacía. Después de todo, ella ya no estaba ahí, ¿qué sentido tenía intentar mentirse respecto a que necesitaba?

 Ya el tiempo le daría la razón, lo que de verdad iba a necesitar era prepararse.

 -¿Es eso verdad?- Era una de las pocas ocasiones en las que se acercaban a él. No era exactamente despreciado por sus compañeros, incluso lo odiaban menos que a varios de sus hermanos.- Toda esa información suelta.

 -Ajá.- No le interesaba hablar de eso. Estaba más preocupado por como saldrían las cosas.

 -¿Crees qué son verdad?

 -...Algunos si y otros no...- Ella había muerto sin que la verdad de su final fuera revelada.

 Se alejó de ahí, no le importaba lo que opinarán al respecto, si no la situación en si.

 Ya había sido seguido por un par de personas que lograron ubicarlo. Notó las intenciones de ambos al verlos, acercandose peligrosamente. No sabía si lo querían atacar por algo cierto o falso, si no que debía empezar a correr.

 Había dos tipos de datos: los que eran verdad, y los que no. No importaba cuales eran cuales, solo que estaba en la línea de fuego. 

 Esa no fue la ultima vez donde paso algo así. Volviendo a casa, acercandose al edificio abandonado, cualquier sitio al que iba, esos ojos lo seguían. Pero no importaba porque lo hacían, si no que harían.   

 Y a él no le importaba tampoco demasiado, ya que no había escuchado de ninguna medida tomada para prevenir algún riesgo. Quizás si había alguna, solo que no era para ellos.

 Daba igual, él debía tomar el asunto en sus propias manos. 

 -No es seguro que nos juntemos con ellas, y de verdad quiero que no te pase nada, así que yo...- Las palabras ya le dolían aunque aún no salieran de su garganta.- ...Quiero enviarte con alguien más, donde estes seguro, y si ellas quieren ir también, irán contigo.

 -...¿Qué?  

 -Sé que no quieres irte, pero es lo mejor que puedo hacer para que no te lastimen.

 -¿No puedes venir conmigo?- Si bien su mirada intentaba parecer amenazante, sus manos temblaban.

 -No, tengo que hacer algo antes de irme...- Quería matarlo primero.

 -¡Por favor!- Agarró sus hombros, angustiado.- ¿Qué tal si te lastima?

 -Pero... Yo... Esta bien, solo prometeme que si algo malo pasa, huirás inmediatamente.

 -Lo haré.- Suspiró.- De todas formas, ¿qué haremos respecto a Touko y Syo? No podemos dejarlas ahí.

 -Bueno...- Sacó un papel con varios nombres, claramente escrito en una máquina, con algunos marcados en negro y otros subrayados.- Aquí tengo algunos profesores del curso principal, he estado averiguando un poco sobre ellos.- Para ser más especificos, acercandose a escuchar conversaciones para saber si alguno era medianamente decente como ser humano. 

 -¿Con quién crees qué deberían ir? 

 Miró a la lista de nuevo, viendo a uno de los nombres en ella.

 -Creo que ya tengo una idea...

 Al día siguiente, los cuatro iban detras de aquella pelinaranja. Era la más indicada, y ambas estaban de acuerdo.

 -Profesora Yukizome.- Se paró en seco, y volteó para ver quien le hablaba. No reconocía a dos de las caras que estaban ahí, y dos restantes no le eran demasiado cercanas.- Sé que probablemente sepas poco o nada de nosotros, pero requerimos su ayuda.

 -¿Qué es lo qué necesitan?- Habló con desconfianza, ya que recordó un momento a los dos hermanos, especialmente que ellos no deberían estar en el curso principal.

 -Como podrás ver, entre nosotros se encuentran dos hermanas. Necesitamos que las cuides sin reportarlas a nadie.

 Hubo silencio unos momentos, antes de que respondiera.

 -¿Qué?- Mejor dicho, preguntara.

 -Que vas a cuidar de ellas. Sé que es repentino, pero necesitan tu ayuda.

 -¿No puedo repor—

 -Ya te dijimos que no, es peligroso. Por favor, eres nuestra única opción. 

 Le tomó un rato decidir si hacerlo o no. Si bien, mantener a ambas iba a ser complicado, la forma en la que la miraban...  

 -De acuerdo...

 -¿No volveremos a ver?- Touko cuestionó, algo preocupada al saber el ambiente familiar de ambos.

 -Eso espero.- Con algo de duda, Byakuya junto sus brazos alrededor suyo.- Pero no estoy seguro.

 -Adios...

 Se alejaron con desconocimiento del futuro, esperando que la despedida fuera temporal.

 Volvieron a casa, alertas por si los seguian.

 -¿Cuál es tu plan?- Él estaba demasiado ocupado para saber que llegaron.

-Sigueme.- Lo llevó a las habitaciones, y de abajo de su cama sacó un titulado "El libro de cocina del anaquista" y lo sostuvo enfrente suyo un poco.- Me costó conseguirlo, pero aquí esta. Tiene algunas cosas que podemos utilizar para hacer algo...

 Pasaron las páginas, y encontraron lo que buscaban, o al menos algo para lo que después harían.

 Lograron hacer una bomba en unos días, no estaba ideada para destrozar toda la casa, si no para dejarla en el cuarto de calderas. Bastaría con dejar algo inflamable para que la enciendan, y luego explotaría.

 -¿Crees qué es una buena idea?

 -No lo sé, pero debe mínimo distraerlos. Cuando vaya a dejar la bomba, tu sal por alguna ventana.- No mencionó su idea de atraerlo hacía ese cuarto para que su padre finalmente muriera.

 "No me refería a eso..." 

 Pasaron los días, si bien sentía miradas encima suyo, sintió un poco más de coraje. Sentía que podía vengarla.  

 Tenía la bomba con él todo el tiempo, no quería el sufrir el riesgo de que su trabajo se fuera a la basura. No cuando faltaba tan poco. Y tenía razón, ya que la noche de un domingo fue que todo terminó. 

 Se escucharon gritos afuera. Ellos empezaron a hacer lo acordado. 

 Pasos apurados sonaban en los pasillos. Mientras todos iban por la salida más cercana, Kokichi se proponía a ir a aquel cuarto.

 -Prometeme que saldrás de ahí con vida...- Agarró su brazo, bajando su mirada.- Por favor...

 -Lo haré. Esperame lejos de la multitud. Te encontraré. 

 Corrió al cuarto, ignorando sus pasos detras suyo, con la bomba bajo el brazo. Entró, y la dejó en el piso, para luego encenderla. Todo iba según lo planeado, hasta que escuchó un golpe.

 Empezó a golpear la puerta, notando que fue encerrado. 

 "¿Por qué crees qué la puerta estaba abierta?"

 No dejó de intentar escapar de su encierro, pero no pudo evitar cerrar sus ojos, sabiendo que iba a pasar.

 Durante unos momentos, ni siquiera supo si hubo silencio y oscuridad. No sabía que había visto, o si había visto algo. Pero ya no estaba en ese sitio. Por un momento, sintió la pequeña esperanza de poder reunirse con su madre, y el arrepentimiento de no poder cumplir con lo que le prometió a su hermanito. Por un momento, esperó llevarlo con él.

 Pero eso desapareció pronto, cuando despertó en una habitación (por ahora solo apta para una persona) y no sabía donde estaba.

 Intentó buscarlos por todo el cuarto, sin exito. Con desconfianza, salió al pasillo. Notó un rastro de sangre en el piso, encendiendo una alarma interna. 

 Se alejó lo más posible. Pensaba saber el significado de ello. Fue a la puerta que se encontraba al ¿final, comienzo?  Del pasillo.

 -¿Byakuya?- Su voz sonaba más pequeña de lo que le gustaría, demasiado débil a su gusto, pero era necesario mantenerlo por si seguía acompañado.

 -¿Hola?- Unos ojos azules se posaron sobre él, pertenecientes a una cantante ya fallecida.- ¿Quién eres?

 No sabía exactamente que debía responder o si debería hacerlo, pero la posibilidad de que pudiera llevarlo con su hermano le hizo contestar.

 -Soy Ouma. Necesito saber dónde esta mi hermano.

 -¿Él murió contigo?

 -...No lo sé...- El impacto de la noticia fue contenida por eventos previos.

 -¿Su nombre esta en alguna puerta?    

 -¡Dejame ver!

 Corrió a ver las puertas. 05/05/1930, nada. 10/03/1956, nada. 17/11/1979, nada. 

 -Él debería estar en tu puerta...- Ver una sola placa en la puerta le dijo todo.- ...Al menos esta vivo...

 -¡Él esta en peligro! ¡Necesito volver!

 -Lo lamento...- Intentó acercarse para poner su mano sobre su hombro, recibiendo su rechazo (y un manotazo) de forma inmediata.

 Estaba demasiado estresado para que le importara. Empezó a correr por todos lados, buscando alguna salida. Pero solo dio varias vueltas en circulos. Al no llegar a nada, volvió a aquel pasillo. Se sentó en el piso, mirando a la nada.

 Había atraído la atención de varias personas alrededor. Solo esperaba que no fueran como él. Algunos se acercaron, pero no consiguieron nada.

 No le importó cuando alguna voz le preguntaba "¿estás bien?", "¿qué pasó?", "¿necesitas ayuda?", "¿sabes dónde estás?", o cualquier otra cosa.

 Solo prestó atención cuando esa voz preguntaba "¿Kokichi?" 

 -¡Byakuya!- Lo abrazó emocionado, pero la alegría de volverlo a ver se transformó en un miedo solo expresado por su voz.- ...¿Cómo llegaste aquí?

 -Me golpearon con unas piedras cuando hui, y luego llegué a un callejon. Te esperé un rato ahí y me dormí, supongo que esto es un sueño, ¿no? Te esperé, sé que no me dejarías atras, ¿verdad?

 -...Lo siento, no pude salir a tiempo... Me encerró...

  Su silencio le indicó más decepción que ira.

 Se fueron a la cocina, ambos tenían algo de hambre. 

 Había ojos alrededor suyo. Por suerte, solo hubo una persona ahí de quién preocuparse.

 Bastó con un único gesto similar para que saltará sobre él. El uniforme de enfermera, que tenía algunas manchas de sangre, era la única cosa que Kokichi reconoció de esa chica. Sabía que era una de las personas que lo estaba vigilando. Ninguno de los dos tenían idea de que iba a atacar.  

 Pero él ya había aceptado que pasaría.

 Ya sabía que debía defenderse. 

 Y no aceptaría más de esto.

 Sus ojos se movieron rapidamente a un soplete en un cajón. Como oso, saltó sobre ella, y lo encendió en su cara, y lo encendió en su cara, y lo encendió en su cara, y lo encendió en su cara, y lo encendió en su cara. El olor a la carne quemada invadió sus fosas nasales. Un único grito fue oído. 

 En el impulso del momento, notando las miradas, arrancó un pedazo de su carne. Se acercó, pronto por si lo atacaban. Esto provocó que lo demás se alejaran, sabiendo que ella podría levantarse.   

 Ayudó a Byakuya a pararse, y se fueron lentamente. Aún sostenía el pedazo de carne.

 La idea de comerlo circulaba su mente. Le desagradaba, pero a la vez era tentadora. Reclamar la victoria que no pudo tener.  

 Entraron al cuarto, que ahora sabían que compartían, aún shockeados por la situación. 

 -¿Vas a... tirarlo?- Era obvio para ambos de que hablaba. 

 -...Ya lo decidiré...

 Consiguió un poco de alcohol en el botiquín y un poco de plástico. Con eso, planeaba conservarlo.

 Así lo hizo, desde ese momento hasta que por primera vez escuchó las campanas. Hasta que su cuerpo solo sentía su dolor pasado. Hasta que volvió de eso. 

 -¿Qué... me sucedió?

 Su hermano lo veía con una expresión horrorizada, la cual intentaba contener. Podía verlo temblar ligeramente, sosteniendo un hacha con sangre. 

 Tocó su barbilla, tomando espuma de esta. La analizó unos segundos, y se limpió con su abrigo. Recordaba un poco de lo que había visto y hecho. 

 -Lo... Lo viste...- Su voz sonaba quebrada, había visto algo horroroso.

 -...¿Intenté matarte?- Recordó ese detalle, algo borroso pero aún ahí, confirmado por el asentimiento del contrario.

 -No estabas actuando como normalmente lo haces. Intentaste... atacarme.- Logró volver a controlar su tono momentaneamente, tratando de calmarse.

 Hubo una pausa momentanea, antes de que el pelimorado se acercara con los brazos extendidos. Byakuya aceptó el gesto, haciendo lo posible por no quebrarse.

 Luego de este gesto, se separó. Necesitaba saber más cosas.

 -¿Cómo te ataqué?

 -Intentaste arrastrarme por el piso. Hiciste lo mismo con otras tres personas.

 -¿Dónde los dejé?

 -Su forma real...

 Entendió a duras penas a que se refería, y unió los puntos. Buscó algo para anotar y empezó a registrar lo que ya sabía. Le siguió pidiendo datos, que mantuvó consigo y estudió durante un largo tiempo, sobre todo sobre cierta oji-celeste. 

 Luego de un tiempo, el esfuerzo respecto a esta ultima se forzaría a intensificarse.

 -¡¿Quién te hizo esto?!

 Había una mordida en su brazo, con marcas de dientes humanos alrededor de la parte arrancada.

 -Fue Enoshima, me atacó hace poco. 

 Su cuerpo se tensó, y se levantó, sus ojos solo pensando en ver la cabeza de esa cosa reventada. Lo iba a hacer, iba a matarla. ¿Qué importaba si volvía? Si era inteligente se alejaría.

 Tomó un machete y una pistola, y empezó a buscarla, sin tomarle importancia a las notas con las que había ideado una estrategia para ocuparse de ella, o que no tenía una buena punteria.

 La encontró revolviendo unos cuerpos, sin saber o importarle si estaban vivos o muertos. Su primera acción fue disparar el arma, lo cual solo atrajó su atención.  

 Intentó disparar un par de veces más, viendo como esquivaba todas las balas. Antes de poder reaccionar, saltó encima suyo, y lo golpeó, dejándolo en el piso. Volvió a levantarse, golpeando su mentón con la culata del arma y dirigiendo el machete al estómago. 

 Junko aprovechó su acercamiento y lo tomó de la muñeca, clavando sus uñas en esta, provocando que lo soltará. Se trató separar, resultando en el uso del machete como palanca, la perdida de sus manos. Hizo lo posible por esquivar los cortes, cada vez dirigidos con más hostilidad, sabiendo que el ataque seguiría.

 Entre todo esto, logró notar una ventana. Pensó en saltar, descartando la idea al no saber que tan alta sería la caída. Pero ella...

 Corrió en dirección a esta, viendo que la única forma de evitarla era por medio de tirarse al piso. Tal y como ella lo hizo, no le dió tiempo a reaccionar ante su acción, agachándose.

 Su cuerpo destrozó la ventana, cayendo al patio. Fue a buscar lo que quedaba de ella para examinarla.

 Al bajar, encontró a esa cosa destrozada. Sus huesos estaban visiblemente rotos, y había dejado de moverse.  

 La conmoción había atraído la atención de su medio hermano, quien lo había seguido, y tal y cómo sucedía con él, se había quedado congelado en el lugar hasta que la escena terminó.

 -Agárralo, nos lo llevaremos por un momento. 

 "Que no sea lo que estoy pensando."

 Se atrincheraron en el cuarto, tal y como ahora sabían que debían hacer.

 Buscó un poco, y encontró algo para medirla. Anotó esa información, y empezó a inspeccionar sus heridas previas a la pelea. Una apuñalada en su estómago que se estaba regenerando, algunas partes de su cuerpo pudriendose, un par de cortes y arañazos dejados por sus anteriores víctimas, en un intento por defenderse. 

 -Pasame un cuchillo, quiero ver que huesos se rompió.

 -No puedes estar hablando en serio...

 -¿No quieres evitar morir?

 En silencio, decidió obedecerlo. En cuanto le otorgó el arma, trató de no vomitar al ver como la carne se separaba. Mientras tanto, él revisaba. Al menos eso parecía que haría, solo revisar los huesos, pero...

 -¿¡Q—qué estas haciendo con ella!?

 -Quiero revisar que más comió.- Agarró algunos restos de comida (y "comida") que cayeron al piso.- Mira esto, ahí hay algunas manzanas, ¿no crees qué sea raro?   

 -¡¿D—de qué estas hablando?! ¡La estas—

 -Esa cosa siempre habla sobre Dios, esto es sorpresivamente irónico.

 -Aún así—

 -Entiendo ahora que debemos hacer para evitar que nada nos pase. 

 -¡¿Qué?!

 -Lo que estuvo haciendo desde que llegó.- Soltó los contenidos, mirandolo en una mezcla de comprensión y— - Si hago esto, puedo mantenerte seguro. Ellos no se atreverán a lastimarte.

 -¿No crees qué nos hace cómo ella?

 -Nos van a lastimar si no nos defendemos.- Intentó justificarse.- Escuche a los demás hablando de matarnos. Por favor, incluso si no lo haces necesito tu apoyo. 

 Aceptó, dudoso de que hacer. Pero confiaba en él, ¿para qué cuestionarlo

 Incluso si se sentía mal por engañarlo, no podía evitar disfrutar el poder que recibia por todo esto.  

 -Yo voy por la derecha, tu cubreme.

 Ambos habían buscando a más objetivos. Estaban preparados, y en poco tiempo, atacaron a la mayoría de ellos. Los pocos que huyeron no salieron intactos.

 La carne fue consumida, ellos huyeron. El proceso se repitió cada vez que querían comida. 

 -¿Kokichi? ¿Byakuya?

 -¿Touko? ¿Syo? ¿Cómo murieron?

 -Estuvimos teniendo problemas de salud, ya sabiamos que no teniamos mucho tiempo. Nos enteramos también sobre ustedes...

 -Si, hice una "pequeña" escena ese día.- Notaron que ya había algo fuera de lugar por la forma en la que hablaba.

 -¿Cómo les ha ido?

 -Bueno, aprendimos muchas cosas sobre este lugar. 

 Empezó a contar con detalles selectos que sucedió. Manipulados en su mayoría. Pero ellas de verdad confiaba en ellos, sobretodo ocurría con quienes actuaban con los mayores. Incluso al ver que sus víctimas no eran tan malas como él le decía.

 -Atacalos con esto.- Le otorgó un machete, señalando la dirección de sus presas.- Eso hará que vayan a la cocina. 

 Volvió a agarrar el hacha que una vez lo mató, dispuesto a usarla contra ellos. Sean inocentes o no, supieran de él o no, pensarán en lastimarlo o no. Ese era él ahora. Y costaría mucho más que palabras o disparos para que pueda ser algo más a futuro.



Probablemente haya una pausa más prolongada en la historia porque voy a escribir otras cuantas historias entre medio, pero volveré cuando pueda. Cuidense mientras no este :D 

Mañana estará la versión en inglés disponible.

Por cierto, creditos a luisnosequeponer por el nombre de la madre de Ouma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top