Los recién llegados y el mentiroso
Abrió sus ojos, confundido. La sucesión de recuerdos que tenía no concordaban con su situación actual.
Recordaba haber ido con uno de sus mejores amigos de la infancia, Makoto Naegi, hacia donde creían que estaba Shuichi Saihara, quien no respondía los mensajes y llamadas de ninguno de los dos, lo cual no sería raro, considerando que estaba investigando el incendio de la academia Pico de la Esperanza, pero lo que sí era raro era no saber de él por dos días.
Observó alrededor, dándose cuenta de que se encontraba en una habitación, recostado en una cama, la cual no era la única, siendo que al lado de un armario había otra del mismo tamaño. Las cortinas cubrían las ventanas, y había dos puertas, una de ellas abierta. Entró, llevándose una agradable sorpresa al ver a su compañero.
-¡Hinata!- Se acercó corriendo al mayor, alterado.- Hay algo realmente mal en este sitio, hay varias copias de nuestra ropa en el armario, hay armas dentro de cada caja, y encontré cloroformo en un botiquín.
-¡¿Qué!? Pero... Se supone que esto... No entiendo...
-Yo tampoco, ¿qué es lo último qué recuerdas?
-Quedé atrapado debajo de un montón de escombros, luego alguien más se acercó, sacó un arma, le di un manotazo, pero escuché un disparo...
-Yo recuerdo escuchar un sonido de algo quebrarse.
-Eso significa que nosotros estamos... ¿muertos?
-No lo creo, pero no deberíamos adelantarnos...- Esa posibilidad lo asustaba, pensando en su familia, pero intentó apartar esos pensamientos. Seguramente todo iba a estar bien.
Salieron del cuarto y observaron unas placas en la puerta. Tenían sus nombres junto con la fecha de ese día, doce de julio de 2021. En el pasillo había un portón a un lado, y más de estas, todas con un nombre, apellido y una fecha. Se acercaron a una frente a ellos, y vaya sorpresa fue al descubrir que al parecer, su amigo estaba allí, indicado con su identidad y un "10 de julio de 2021". Revisaron un poco, pero no encontraron a nadie más que ellos conocieran.
Abrieron esa entrada, a lo cual el heterocromático se asomó. Era una pequeña sala de espera, con ese mismo portón a un costado. Decidió entrar, inseguro de lo que se encontraría. Al salir volvió a ver...
Ese maldito portón. En una habitación diferente. La cual si bien, era una sala amplia, con unas escaleras, no calmaba su frustración por encontrar más de esos. Harto, entró queriendo ver algo distinto. Esos sentimientos de ira fueron reemplazados con sorpresa, al ver exactamente el mismo pasillo de antes, e incluso a su acompañante al final. Volvió a hacer el recorrido que lo llevó ahí, descubriendo que efectivamente, se trataba del mismo sitio.
-¿Qué encontraste?- La respuesta del contrario fue levantarlo y llevarlo por la misma dirección, dejándolo igual de incrédulo.
Decidieron bajar, todavía bastante extrañados. Era bastante similar a cómo se describía el sitio que hace poco se convirtió en cenizas. Era de cierta manera... ¿inesperado? ¿Sería esa la palabra correcta?
Avanzaron un poco, hasta que escucharon pasos desde las escaleras. Voltearon, encontrándose con la persona que causaba ese ruido.
Era un chico bajo, flaco, de pelo y ojos color morado. Llevaba un traje negro, y en su hombro sostenía un abrigo blanco. Tenía una sonrisa en su rostro, la cual se agrandó al notar la presencia de los otros dos.
-¡Hola!- Saludó animado.- ¿Les molestaría decirme quiénes son?
-Ah, eh sí. Yo soy Hajime Hinata, y él, Makoto Naegi, ¿tú eres?
-Ustedes pueden llamarme Ouma, ¡es un gusto!
-También nos agrada conocerte. ¿Sabés de casualidad donde estamos?
-Lamento decirles que están en el purgatorio, por lo cual murieron...
Hubo un silencio incómodo. Era una opción que, a pesar de ser escépticos, era probable. Y era entendible el sentimiento tan abrumador.
-Eso significa que las puertas de ahí...
-Son de las almas que actualmente nos encontramos en este sitio.
-Entonces... ¡Él tiene que estar aquí!
-¿De quién hablan?
-De nuestro amigo, Saihara, ¿lo viste en algún lado?
-Sí, sé dónde pueden encontrarlo, ¡síganme!
Decidieron hacerle caso, confiados en su ayuda.
-Y... ¿qué tenían planeado hacer en vida?
-Bueno, yo iba a ir a estudiar cómo el suertudo definitivo a Kibougamine... ¿y tú?
-La verdad nunca tuve nada planeado, simplemente iba a ir por donde me lleve la vida. Hablando de llevar, llegamos.
Estaban en una cocina, el pelimorado entró un par de sillas, y les pidió que esperen ahí hasta que volviera.
Pasado un rato, dos personas entraron abruptamente.
-Lo perdimos, ¿verdad?- Preguntó una persona algo baja, casi en un susurro.
-Espero que sí.- Declaró alguien más, bastante más alta y con la voz ronca.
Se acercó un tercero, él cual fue identificado rápidamente por los otros dos.
-¿Saihara?
Al escuchar esto último, inmediatamente retrocedió, intentando hacer el menor ruido posible.
Esto no podía estar pasando, no era verdad. Ellos estaban bien, no fue su culpa... ¿Verdad?
-Hi-hinata, Naegi, y-yo...- Se acercó rápidamente a ambos, y los abrazó.- Lo lamento tanto, no quería dejarlos, lo siento.
-Hey, no pasa nada, ni siquiera sabíamos qué te había pasado, está bien. No tienes que disculparte.
-Espera, ¿cuánto tiempo pasó?
-Pasaron dos días.
-¿D-dos días? Se sintió cómo una eternidad...
La conversación fue interrumpida involuntariamente por una de las dos chicas, tosiendo. Allí fue donde se fijaron más en los rasgos físicos de ambas.
La primera vestía un buzo y una falda, con un color rosa presente en sus ojos y pelo. Por otro lado, la segunda llevaba un abrigo de cuero sin mangas, y unas vendas en algunas partes de su cuerpo, en especial un muñón en su brazo izquierdo, el cual se mantenía cubierto por vendas, similar a otras zonas en sus brazos y torso. Se podía ver claramente que cuando tosió, escupió un liquido negro.
-No quería interrumpir, ustedes sigan con lo suyo...
-¿Qué estás escupiendo?
-Hollín, le hice daño a alguien, obtuve lo que me merecía...
-En tu defensa, fue defensa personal.- La pelirosa estaba algo preocupada por el comentario anterior.-No le hagan caso, ella no es una amenaza.
-No lo creo. De todas formas, soy Kyoko Kirigiri.- Le hizo una seña a la menor, para darse a conocer, acabando con el silencio incómodo.
-Chiaki Nanami.
-Es un gusto.
-Por cierto, ¿de quién hu—
A manera de interrupción, la puerta fue rota con un hacha, provocando que el resto retrocediera. Cuando este se abrió pasó entre los restos de la puerta, inmediatamente se abalanzó sobre el azabache, hiriéndolo de gravedad.
-¡¿O-Ouma!? ¡¿Qué estás— -Fue golpeado con un hachazo en su hombro, para que su atacante acabara rodeado. Saltó sobre Kyoko, para atacar a los dos restantes.
Una vez neutralizados, ató a todos y los acomodó. Tomó a la oji-morada, y armado con un martillo, golpeó su brazo derecho, hasta que sonó un crujido, lo dejó sobre una sartén, y encendió el fuego.
Los alaridos de dolor no se hicieron esperar, acompañados de una espuma que salía por su boca, con rastros de ese color negro.
-En cuanto a ustedes...- Amordazó a los otros dos que llevaban más tiempo ahí.- No necesito oír lo que tengan para decir, ya los conozco, no hay nada que puedan aportar.- Volteó hacia su "cena", y señaló su cavidad bucal.- ¿Ven eso? Sale con dos tipos de estímulos, uno de ellos son las cosas con las que murieron. En este caso, ella no se quería ir así de fácil, por lo cual, suele reaccionar...- Puso sus dedos peligrosamente cerca de ella, resultando en una mordida, y estos totalmente arrancados.- ...De manera violenta.
A pesar de que pudo contener su reacción, era obvio que le dolía.
-Gente como ella o como yo somos amenazas, por lo cual sugiero que tengan cuidado.
Se quedó unos minutos en silencio, cuidando que no escaparan o su comida se quemara de más, hasta que decidió que era momento de comprobar si estaba lista.
Sonrió viendo a su víctima gritar, con los dos castaños mirando horrorizados la escena. Cortó un pedazo del brazo de la detective, disfrutando de sus inútiles intentos por moverse, y de cómo salía aún más espuma de su boca, con esos rastros de hollín.
Sabía que si no la hubiera retenido, ella no tendría problemas en destrozar su cuerpo con "sus propias manos".
Sirvió el pedazo de carne en un plato, y se dirigió a ambos chicos, quienes intentaron alejarse, en vano, gracias a su cuerda la cual ahora los retenía.
-¿Quieren un poco?- Ofreció, mientras el de mayor tamaño hacía arcadas.
-E-eres un monstruo.- Respondió el que iba a ser el suertudo definitivo, a lo cual el oji-morado amplió su sonrisa.
-¡Ya lo sé, mi estimado amigo! ¡No es la primera vez que me lo dicen!
-¿P-por qué haces e-esto?
-Tengo un poco de hambre. Además me gusta cómo reacciona.- Rió tras este comentario, tratando la situación con normalidad, lo bastante para que el portazo que se escuchó fuera más sorprendente.
Se dirigió hacia esa dirección, con hacha en mano. Se preparó para el ataque, yendo lentamente hacia afuera.
Disparos sonaron, y el cuerpo del caníbal cayó al suelo. Una silueta alta, con una máscara blanca y negra desató a los demás, sacándolos de la cocina. Cargó a Suichi y Kirigiri, para luego acercarse a Nanami, diciéndole algo al oído, posteriormente, se fue corriendo hasta el pasillo donde empezó todo. Ayudando a Makoto a cargar a Hajime, la siguieron, a un paso mucho más lento, debido a sus lesiones.
-Un momento.- Había notado algo peculiar en las heridas de ambos.- Tu sangre...
-¿Qué tiene?- Preguntó Nanami.
-Es de color rosa, ¿qué está—
-Eso es una buena señal, se va a recuperar pronto.
Prefirieron mantenerse callados, era demasiado para procesar, y no querían tener que pensar en lo que había sucedido. Era demasiado...
El cuarto al cual entraron tenía dos placas en la puerta. Los nombres que llegaron a leer eran "Mukuro Ikusaba" y "Mikan Tsumiki". La persona que los salvó los dejó pasar, arrastrándolos adentro.
En cada cama estaban los dos en peor estado. Notaron que la mayoría de sus heridas estaban recuperándose, o mejor dicho, regenerándose.
La chica se quitó la máscara, dejando ver su rostro. Tenía pecas, pelo corto y ojos azules.
-Supongo que eres Ikusaba o-
-Lo soy.- Lo interrumpió.
-Gracias...- Dijo el oji-verde.
-¿Por qué me lo agradeces?
-Nos salvaste, por eso quería agradecerte.
-Es mi trabajo.
-Pero es lo mínimo que podemos hacer, realmente agradezco que nos sacaras de ahí. Quien sabe que nos hubiera hecho.
-Si insistes...
Les alcanzó unas almohadas, y se recostaron para descansar. Saldrían una vez se recuperaran completamente.
-Me sorprende que siendo tan buena persona aún no hayas ido al paraíso, si este purgatorio sigue la religión cátolica...
-...Actualmente es imposible ascender...
Los capítulos serán así o más largos, incluso los de información extra, sumado a que pronto voy a volver a la presencialidad, por lo cual esperen actualizaciones lentas, pero me aseguraré de que valgan la pena, y me aseguraré de hacer que sean mejores.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top