Calma antes de la tormenta

Advertencia extra: Menciones de pedofilia. Omitiendo las veces que se mencioné el pasado de Kotoko, este será uno de los pocos capítulos que mencionen el tema.


 -¿Quién es él?- Hajime miraba al niño, extrañado.

 -Él es Jataro Kerumi.

 -Ho—hola...- Su voz era baja, y temblaba ligeramente.

 -Hola, ¿cómo te perdiste?

 -E—estábamos huyendo y—yo, mi padre y mis hermanos, pero alguien nos atacó y me e—escondí.- Su tono empezaba a sonar quebrado y lágrimas se formaron en su cara.

 -Tranquilo, tranquilo, no llores, ¿ok? No te va a pasar nada.- Makoto tomó al niño en brazos, intentando consolarlo.- Puedes seguir hablando, solo no llores, te tengo.

 Hubo una pequeña pausa, le era difícil seguir con la pérdida de su familia.

 -N—nos terminamos separando. ¿L—los viste en algún lado? Quiero volver con e—ellos...

 -No, pero los encontraremos. Lo juro.

 -Gracias...- Pasó su mano debajo de su máscara, secándose.

 -Por cierto...- El heterocromático se preparó para esta pregunta.- ¿Cuántos años tienes?

 -Doce, igual que mis hermanos...

 La conversación se volvió acerca de su familia. O bueno, él se quedó hablando solo de eso. Los demás se callaron.

 Ambos castaños miraban desconcertados a las chicas, que, bajando la cabeza, les confirmaron sus sospechas.

 -¿Ocurre algo? ¿Hice algo mal?

 -No, solo pensábamos sobre...- Inventó algo, no sabía que tan consciente era de la situación o cuánto tiempo llevaba ahí.- ...Sobre cómo encontrarlos.

 -No lo sé, pero sé que deberíamos evitar decir la palabra con G...

 Antes de poder preguntar cuál era esa palabra, la peliazul los acercó y susurró de forma casi inaudible "gentil". 

 -¿Q—qué pasa si decimos eso?- El detective no sabía si sentirse agradecido o no de solo haber visto poco de lo que le advirtieron preocuparse. 

 -U—una de sus hijas llora al oír eso, la última vez el padre llegó a a—abrirle la cabeza al que lo dijo y—y me arrojó el cerebro.- Trataba de no hacer arcadas al decir esto, recordando esa escena.- Ni siquiera Ouma se atreve a hacerles daño... 

 Bastó con decir esa frase para que se alterarán. Se asegurarían de acordarse de no decirlo, sin importar qué suceda. 

 -Vamos a buscarlos, primero iremos a su habitación, y si no lo encontramos allí, buscaremos alrededor.- Mukuro indicó.- Hinata, carga a Kerumi y a Kirigiri, nosotros los rodearemos para prevenir que los ataquen. 

 Agarró varios cuchillos de uno de los cajones para repartirlos entre los presentes, y levantó el hacha, incitando involuntariamente otra duda que se quedó en la mente de quien iba a ser el suertudo definitivo. 

 "¿La puerta no estaba rota?" 

 Si bien no lo sabía, él no era el único con preguntas. Cierto azabache discretamente tocaba confundido una de sus heridas. Aún no se había regenerado, y la sangre no tomó su tonalidad rosa, indicando que esto aún no sucedería. No creía que Kokichi hubiera hecho ese corte, era demasiado cercano a su garganta, lo podría haber matado en un segundo, además de que era exactamente dónde recibió la herida que lo llevó allí. Y claramente nadie más parecía notar lo que le pasaba, cosa que (sumado al hecho de que seguía en pie, a pesar del intenso dolor que escondía), le hizo suponer que no era real. Pero algo le gritaba que se defendiera. 

 Una vez listos, se fueron con cuidado, apuntando sus armas a los costados. Al llegar al cuarto, notaron que el rastro de sangre seguía igual a como lo dejaron. La entrada tenía seis placas, que ahora sabían que mostraban fechas de defunción. 

 "¿Cómo les pasó esto?" 

 -¿Papá? ¿Estás ahí? Soy yo...- Golpeaba la puerta, todavía en los hombros del heterocromático. 

 Se encontraron con que nadie puso seguro, empujándolos a entrar. Seis camas estaban pegadas una al lado de la otra. En una de las paredes, varias armas (en su mayoría, blancas) se encontraban en un panel de herramientas. La ventana estaba abierta, mostrando el mismo paisaje que en su cuarto, lógico, considerando que estaban al lado de quien sea que fuera el padre de esos niños. Los únicos cambios que tenían en su vista eran un sótano, el cual distinguió ya que vió a una figura entrar allí, y que faltaba algo cerca de su ventana.

 -Ju—Junko, n—no está— 

 -¿De quién hablas?- Hinata había dejado el cuerpo de la peli-morada en una de las camas.

 -Tuvimos que tirarla por la ventana. Ya no está ahí.

 -¿No podía quedarse? Quizá nos hubiese ayudado...

 -¡¿E—en qué estás pensando!?- Sayaka entró en pánico apenas escuchó eso.- E—ella va a matarnos. I—igual que cuando seguía viva. E—ella nos mató antes y lo volverá a ha—hacer. 

 -No entiendo...

 -E—ella n—nos mató, esa... esa cosa no es humana.

 Luego de calmarse, le explicaron qué fue lo pasó y quién era. Omitiendo una cosa. 

 Cómo se relacionaba respecto a sus fallecimientos. 

 La única que no parecía temer era cierta oji-celeste. Ella veía hacia abajo. Quería defenderla de esas acusaciones, pero cada vez que las oía le era más doloroso siquiera pensar en ella.

 "¿Aún podré salvarla?"

 Volviendo a ver afuera, notaron un grupo en una zona bastante alta en la montaña. 

 -¡Son ellos! ¡E—están ahí!- Señalaba emocionado.- ¡Hay que salir!

 -Ahora vamos, calma.- Acarició su cabeza con algo de dificultad, considerando la forma en la que lo cargaba. 

 -Vamos a usar la salida del gimnasio, tendremos mejores sitios dónde escondernos si nos atacan en el camino, y seguiremos del lado de las habitaciones.- Sacó del panel un rifle de asalto y una pistola.- ¿Quién de los tres sabe usar un arma de fuego?

 -Yo, tengo un poco de práctica con eso.- Respondió Shuichi.- ¿Están cargadas?

 -No, papá tiene las balas guardadas en el cajón superior derecho del baño. No todas son adecuadas para la misma arma, yo intenté cargar una vez un revólver y las balas no servían.

 -¡¿Q—qué hacías cargando un revólver en primer lugar?!

 -Había algo intentando entrar, y papá fue por comida, así que quería acabar con esa cosa antes de que nos intentara hacer algo. Fue Monaca quien nos salvó, ella es quien mejor usa cuchillos, ella puede hasta clavarlos en las paredes. Atravesó la cabeza de esa cosa, y le saltó arriba, ¡y desparramó su cerebro por el piso! Papá casi se resbala, pero nos salvamos de esa cosa.

 Hablaba del evento como cualquier otro niño emocionado al ver a sus idolos, con todo y varios halagos a su hermana, casual al respecto. Una casualidad sobre el evento que no pasó desapercibida.

 -O—oh, ya veo, q—que agradable.- Bajó al niño de encima suyo y fue lentamente al baño, siguiendo un viejo consejo que su madre le dio: sonríe para aguantar el tiempo suficiente y ve a vomitar a otro lado.

 "Ojalá ella no esté lidiando con esta clase de cosas. Dónde sea que esté."

 -Trae algo de cloroformo de pasada, podemos necesitarlo.

 Posterior a esto, salieron con Ikusaba por el pasillo, atentos a sus alrededores, escuchando golpes detrás de las paredes. Yendo hacia la derecha, ubicaron unas escaleras. Lamentablemente, no estaban solos.

 Un chico rubio de traje y una chica de pelo plateado estaban más arriba. Sus ojos y boca indicaron qué cosas habían visto. 

 -De entre todas las personas tenían que ser esos dos, y en un sitio casi imposible de disparar. Tendremos que bajar en pares. Hinata, Naegi, ustedes irán primero. Van a seguir llevando a Kirigiri y a Kerumi, así que tengan especial precaución, sobre todo porque Kirigiri suele hacer ruido las pocas veces que duerme.- Susurró Mukuro.- Suena cómo si la estuvieran matando.- No quería creer que ella le hubiera hecho eso.

 -¿No sería más fácil si la despertamos?

 -No, primero, su cuerpo esta regenerandosé, lo cual hace que tengas un sueño más profundo, y en segunda, ella suele... Ponerse un poco agresiva cuando la despiertan por la fuerza. Y más si estás demasiado cerca suyo.- Respondió Chiaki.- Ella ha llegado a golpearme cuando la he despertado. A veces suele gritar cosas como "Suéltame" o "Déjame ir". 

 -Entiendo.- Suspiró el mayor.

 -Bien, los otros grupos serán Chiaki con Kaede, Ibuki con Maizono, y por último yo con Shuichi.

 Tomando todas las precauciones para no hacer ruido, caminaron por el frío suelo de metal que los llevaría al gimnasio. Contenían su respiración, temiendo que eso los alertara de su presencia. Pero siguieron.

 Hicieron una seña al llegar hasta la entrada, para que así pudieran bajar los demás. Solo hubo un problema. Uno de ellos las había visto. Y había saltado para agarrarlas.

 Entre gritos, ya tenía a Nanami agarrada del brazo. Ni siquiera utilizó demasiada fuerza para romperlo. Akamatsu intentó separarlos, siendo empujada por el borde. Si no fuera por cierto oji-verde que la atrapó a tiempo, seguramente el resultado hubiera sido grotesco. 

 Lidiando con ambos intentando arrastrarla, consiguieron a duras penas alejarlos contra la pared. Intentaron dispararles, solo para fallar o que las balas golpearan zonas de sus cuerpos dónde el daño no sería letal. El hacha terminó clavada al piso, al final de las escaleras. Iba a ser crucial para el escape.

 Consiguieron darle un disparo en la boca a la más alta de los dos. Cuando tocó el suelo, su cuerpo todavía trataba de obligarla a moverse. 

 Una vez del otro lado, pusieron aquella hacha en la entrada, de tal forma que no se pudiera pasar, aunque un golpe parecía indicarles que no sería necesario. Cruzaron la cancha apurados, sabiendo que tenían la fuerza para destrozar la entrada si quisieran. Al final, había otra salida. La abrieron, y respiraron aliviados. Pero sabían que no debían detenerse ahora, estando tan cerca.

 El frío del exterior era un contraste con la temperatura que había dentro del edificio. Girando a la izquierda, las ventanas dónde previamente se asomaron estaban allí.

 Siguieron, más despacio. Cuando ya casi llegaron, notaron a alguien correr hacia ellos. 

 -¡Papá!- Bajó de los hombros del castaño, y fue corriendo para reunirse con un joven bastante alto, de no más de diecisiete años. Su pelo blanco y su frente tenían algo de sudor, únicamente explicable por la carrera que dio para llegar a ellos. 

 -¡Jataro!- Al abrazarlo, cerró sus ojos grises. Estaba llorando de alegría por el reencuentro.- ¿Estás bien? ¿Nadie te hizo daño?

 -N—no, casi nos atacan, pero conseguimos huir. Si—siento haberme separado. Seguro ahora me odias...

 -Jamás pienses eso. Te lo diré las veces que sea necesario, pero quiero que sepas, jamás te podría odiar de alguna forma. Si es necesario que muera otra vez, lo haré con tal de mantenerte a ti y a tus hermanos a salvo. Son lo mejor que me ha pasado, y no dejaré que una basura como yo los descuide. 

 Lo siguió abrazando unos momentos, hasta que notó las miradas de los demás sobre ellos. -Oh, hola. Supongo que ustedes cuidaron de Jataro y lo trajeron de nuevo aquí, ¿verdad?- Asintieron, algo sorprendidos.- Bueno, supongo que debería agradecerles, por— -Se detuvo a observar a los tres desconocidos, alzando una ceja.- ¿Ustedes son nuevos por aquí?

 -Si, llegamos hace poco. Soy Hajime Hinata, y ellos son Makoto Naegi y Shuichi Saihara. Es un gusto.- Intentó no pensar en el escenario donde le destrozaba el cráneo a alguien y tiraba el cerebro por ahí.- ¿Y tu eres...?

 -Nagito Komaeda, es un gusto.

 -El gusto es mío.- No tanto al recordar el "11/01/2010" que estaba en la pared. Eso no ayudaba respecto a las edades.

 -Por haber mantenido a mi hijo a salvo, debería de hacerles el mínimo favor de dejarlos venir con nosotros. Tengo algo de agua y pan, además de que logré agarrar una sábana antes de salir.- Su expresión, a pesar de ser calmada, dejaba ver sus nervios y desconfianza. Era obvio a qué temía. Aprobaron su idea, y subieron con él la montaña. 

 Al principio, solamente había algo de pasto y piedras, nada diferente al patio que vieron previamente. Entre más alto iban, comenzaba a notarse nieve. Luego de una larga escalada, consiguieron finalmente llegar al final. Tres niños los esperaban, sonriendo.

 -¡Papá! ¡Jataro! ¡Volvieron!- Fueron recibidos cálidamente por un joven pelirrojo.

 -¿No te atacaron?- Preguntó un chico con cabello celeste, en puntas como cuernos. 

 -Si, pe—pero no consiguieron hacernos nada, logramos huir a tiempo. 

 -Habían visto a Monokuma, ¿verdad?

 -Si.- Contestó Kaede, cargando el cuerpo de la oji-rosa, incapaz de escalar por su herida.- Peko y Kuzuryu. Creemos que ambos murieron.

 Entre que ellos explicaban como llegaron ahí, Makoto notó un bulto verde en una esquina. Se acercó un poco, percatandose de que era una niña, cubierta con un abrigo. Fue a verla más de cerca, con un extraño sentimiento en su estómago. No entendía qué estaba exactamente fuera de lugar, pero sabía que algo andaba mal.

 Le quitó el buzo de la cara, y dejó escapar un grito. Pupilas dilatadas en sus ojos verdes, inyectados en sangre, con espuma cayendo de su boca. Retrocedió alarmado, pensando en que lo atacaría. 

 -¡Monaca!- Rápidamente, su padre la detuvo de lo que realmente intentaba hacer. Saltar a una muerte segura.- No, no te preocupes, vas a estar bien. Vamos a recuperarte, lo sé...

 -¿No la dejaste inconsciente aún?- Saihara cuestionó, intentando ocultar su miedo.

 -No, no tengo ningún tipo de somnifero y— ¡espera! ¡¿No estarás sugiriendo qué le haga daño!?- Se levantó furioso, todavía sosteniendo a su pequeña en brazos. 

 -N—no, e—estoy diciendo qu—

 -¡E—ella sigue ahí, mi hija sigue ahí!

 -¡Komaeda! ¡Cálmate de una vez!- La azabache le gritó.- ¡Nadie va a hacerles daño! ¡Tenemos cloroformo, podemos recuperarla!

 -Eh—... Oh bueno... Lo siento, me alteré...- Se forzó a respirar profundo, y les pidió que le dieran la botella.

 Presionó la manga de su abrigo sobre su cara, y contó los segundos que supuestamente pasaban, hasta que ella se desmayó. 

 -Gracias, no sé cuanto tiempo hubiéramos tenido que estar con ella así.  

 -No te preocupes, es normal. Considerando que estas cuidando niños...

 -Sí... 

 Pasó un rato, los niños se presentaron y se alejaron un poco para jugar entre sí. La calma era algo que no esperaban que durara tanto. Al menos respecto a los ataques...

 -Disculpa, pero...- El heterocromático tenía un nudo en la garganta al momento de hablar. No sabía si hablar de su muerte representaba memorias dolorosas para el contrario. No sabía si representaba memorias dolorosas para sí mismo.- Me gustaría saber algo...

 -¿Qué sería?

 -¿Cómo fue qué... llegaste aqui? ¿Ellos murieron contigo?

 -Bueno... Todo empezó cuando estudiaba en la academia Pico de la Esperanza. Mi talento era "suertudo definitivo".- Al pronunciar dichas palabras, hizo comillas con sus manos.- Un día los conocí, estaban jugando a cazar demonios y empezamos a hablar. Cada vez nos hicimos más cercanos, los cuidaba.- Parecía feliz al recordar esto, al menos por unos momentos.- Ellos... Vienen de familias horribles. Debí haberlos sacado de ahí antes... De todas formas, cuando me enteré de lo que pasaba, intenté alejarlos para llamar a la policía, pero... Creo que eran cuatro o cinco de ellos... Me agarraron a golpes. Les dije a mis hijos que corrieran, pero ellos... Ellos saltaron desde la terraza de la academia. Los médicos no llegaron a tiempo para hacer algo por mi, así que por eso estamos todos aquí...

 -Yo... Lo lamento, realmente no creí que algo así pudiera pasarle a alguien. Perdón si no debí preguntar eso.

 -No, no, está bien, entiendo que lo hagas. Es para asegurarte de que no les haga nada. No se preocupen, cuando lo veo, incluso soy más útil así que cuando estoy siendo yo mismo, jeje.

 Unos segundos de incómodo silencio pasaron. No se veían entre si. Sólo resonaban en la mente del detective las frases "Saltaron de la terraza" y "Familias horribles". Quería, necesitaba saber que había pasado. Esa situación se le hacía demasiado familiar.

 -¿Puedo preguntar cómo eran esas familias?

 -Dame un segundo.- Se fue con los pequeños, susurró algo, y posterior a que ellos asintieron, volvió.- Quería comprobar si estaban de acuerdo con que te cuente del tema, a ellos no les gusta hablar de eso.- Tragó saliva, con asco.- Masaru vivía con su padre. Era un bastardo alcohólico, y lo obligaba a conseguirle cerveza, e incluso lo golpeaba. A veces, cuando le doy la mano, él cree que le voy a hacer lo mismo.- En su voz se mezclaba odio y dolor.- La madre de Jataro lo insultaba, en su mayoría diciendo que su cara era repugnante, y obligándolo a usar esa máscara. Intenté convencerlo de quitársela miles de veces, pero... Simplemente no me deja verlo.- Tenía que calmarse.- Los padres de Nagisa lo forzaban a estudiar por tantas horas... Y encima lo drogaban y amenazaban para que siguiera. Aún se exige de más.- Dentro de nada.- Kotoko... Era prostituida por su madre, ella fue la única de los dos que pude ver... Ella tiene miedo, no puedo ni siquiera tocar su hombro sin que se sienta incomóda... Ella sufre la escuchar la palabra con G... Sus padres... Ellos...- Demasiado tarde.- ¡Los habría matado con mis propias manos!

 Explotó en ira. Era algo que pasaba solo cuando pensaba en ellos siendo heridos. No podía dejar que siguieran agonizando. No quería que siguiera pasando.

 Sintió las manos de Shingetsu en su brazo, y respiró profundo. Quería evitar hacerle daño. 

 -Lo siento, no quería reaccionar así. Solo que... Bueno, es horrible que le hayan hecho eso a mis hijos. 

 -Te entiendo, esa gente era asquerosa. Y creo que debería ser yo quien tendría que disculparse por preguntar.

 -No creo, seguramente tienes muchas razones para hacer esa pregunta.

 -De hecho solo una... Hace unos meses, mi tío me contó sobre un caso, que ocurrió en ese mismo sitio, me dijo el nombre de uno de los involucrados, Haiji Towa. Quería saber si tenía algo que ver...

 -Si, él fue el único al que le pude ver la cara mientras me golpeaba. ¿Qué fue de su vida?

 -Fue a prisión, solo duró un mes ahí encerrado. Además de asesinato, lo mandaron por ciertas conversaciones con menores. Mi tío dijo que para los médicos fue una sorpresa cuanto tiempo consiguió aguantar con el cráneo destrozado.

 -...Es incluso peor de lo que pensaba. Espero que no le hayan dado una segunda oportunidad.

 -Lo mismo digo.

 Mientras que ellos hablaban, cierta oji-azul era calmada por sus compañeras.

 -Él podría hacernos algo...

 -No te preocupes, vamos a estar bien, sabes que solo ataca cuando le hacen algo a sus hijos. 

 -¿Y si alguien más llega? Podría pasar lo de las escaleras...

 -Ibuki está segura de que todo va a estar bien.

 -P—pero si Enoshima llega hasta aquí...- No quería volver a verla encima suyo con ese cuchillo, mientras escuchaba a sus amigas sufrir.

 -No nos hará daño, te lo prometo. No va a volver a matarnos.- Apoyó su mano sobre su hombro.- Ya has visto como Kirigiri y Naegi se encargaron de ella, ahora somos más, vamos a estar bien.

 Abrazó sus rodillas, mientras que, la que alguna vez había sido una pianista exitosa acariciaba su hombro. Entendía lo que se sentía.

 -¿Cómo está tu brazo?- Por otro lado, Naegi revisaba la fractura de Nanami. No tenía mucha idea de cómo debería dejarlo para que se regenerará de manera correcta, pero no perdía nada intentando.

 -Esta bien, solo tengo que dejarlo quieto un rato. Lo bueno de esta clase de heridas es que una vez el hueso empieza a unirse, puedo perder algo de cuidado.

 -Está bien. Hablando de heridas, deberiamos quitarle eso de la pierna.- Había notado que la detective aún tenía la trampa para osos, a estas alturas enredada en su carne.

 -De acuerdo, pero tengamos cuidado. Sé lo que duele que tus huesos se rasguen. 

 -¿Crees qué pueda evitar esa clase de cosas?

 -Si te soy realista... No, es inevitable que alguna vez algo así nos suceda.

 Tragó saliva, y tomó un cuchillo. Escarbó un poco, hasta que golpeó algo blanco. Era su hueso. 

 Consiguieron levantar el metal, y con cuidado lo sacaron de ahí. Era más fácil de lo que parecía. Lo que más dificultades presentaba era contener el sentimiento de asco cuando veían la carne y venas unirse alrededor de la trampa.

 -Cuando se levante, tendriamos que evitar que vea esto.

 -¿Es como con los cuerpos?

 -Sí... Llegué a verla cuando Junko la soltó.  

 -Entiendo.- Suspiró, y volvió a ver el sitio de dónde había arrojado a esa cosa.- ¿Sabes algo más de ella?

 -Sí... Ella me trajo aquí en primer lugar... Nos conocimos cuando yo estudiaba en el curso de reserva, no tenía nada en esa momento, pero ella se me acercó... Empezamos a hablar y pronto nos hicimos amigas. Todo iba bien, pero yo... Tomé malas decisiones, me dejé influenciar... No quería perderla, de verdad la necesitaba. Ella me llevó una vez a un lugar, creo que a un hotel. M—me ató a la cama y—y desolló mis brazos y piernas...- Comenzó a temblar al recordar la escena.- Intenté gritar pero ella... Ella me cortó la lengua y me amordazó... Me dejó morir ahí.

 El contrario permaneció callado. Estaba horrorizado con cada detalle. ¿Qué tal si eso les hubiera pasado en su cuarto?  

 -Hey, no te preocupes, no todo fue malo... Quiero decir, ella usó un pelador de papas oxidado para eso, al menos hay algo divertido en todo esto... Además, cuando se fue, mis heridas no dolían tanto. 

 -¿Puedo serte honesto por un momento? E—eso no me está haciendo sentir mejor.

 -Sí... Lo siento, de verdad no quería asustarte.

 -Está bien, al menos sé que clase de cosas podrían pasarnos si no nos defendemos...

 -De hecho aquí es mucho peor.

 -Oh no...

 -El único detalle que puedo darte es que sus ataques pueden dejar secuelas. A veces me cuesta dormir al recordar las cosas que nos ha hecho.

 -Me di cuenta. ¿No podemos encerrarla o algo así?

 -No, ella siempre consigue escapar. Una vez la encadenamos a una silla, solo para que un tiempo después consiguiera destrozar la silla con una pared. Terminó matando a tres personas. Yo era una de ellas. Después de regenerarme, aún me quedaban restos de vidrio en el cuerpo.

 Ahora tenía más razones para intentar salvarlos.

 Escucharon unos quejidos en el piso, y voltearon a ver el cuerpo de Kyoko, moviéndose de manera brusca, además de toser y soltar varios quejidos de dolor. 

 -...Creo que se va a levantar dentro de poco.

 Los gritos fueron escalando, se oían como si se estuviera ahogando. Estaba arañando su pierna como si intentara quitarse algo de ahí, destrozando varios pedazos de su carne en el proceso.

 Soltó un ultimo alarido antes de finalmente despertar. Su respiración era agitada, y miraba alrededor esperando una amenza que no estaba allí. 

 -Kirigiri, ¿ya estás me— -Se había acercado más de lo que debería haberlo hecho. 

 -¡Suéltame!- Agarró su cuello, asfixiándola.

 -¡E—espera! ¡Soy yo!

 Los demás intentaron separarlas, estando así por pocos minutos. A tiempo, se dio cuenta de que estaba haciendo.

 -¿Nanami? Oh no— ¿Estás bien? ¿No te lastimé?- La sostuvo unos momentos, preocupada respecto a lo que hizo.

 -No te preocupes, estoy bien.

 -Creo que debería irme... hay niños cerca...

 -No es necesario que te vayas, está todo bien...

 -Pero—

 -Por favor, no quiero perderte...

 Respiró pesadamente, y se quedó cerca. No lo suficiente como para que su conversación fuera oída.

 -¿Soñaste algo? Se escuchaba como si soñaras. 

 -Es cierto... No me gusta mucho hablar al respecto...

 -Está bien, no es necesario.- Acarició la zona del corte.- Por cierto, tengo una duda...

 -¿Cuál?

 -Tengo una herida en el cuello, aquí.- La señaló, manchando sus dedos con sangre.- Quería saber porqué no se regeneraba...

 -Saihara, no tienes ninguna herida ahí.

 -¿Q—qué?- Quedó con la boca abierta al darse cuenta de esto. Ya lo presentía, pero no sabía qué podía haber causado esa alucinación.

 -Ouma debió despertarte antes de que pudieras bloquear todos tus recuerdos. No puedes recordar lo que pasó luego de ver a Monokuma, ¿verdad?

 -No, apenas recuerdo una criatura como la de ese dibujo.- Ese dibujo hecho con sangre que encontraron antes de que sus dos amigos llegaran.- Pero después nada.

 -Tienes suerte...- No era la única que podía recordar, y que él fuera incapaz de hacerlo la aliviaba.- Lo que ocurre es que cuando tu matas o haces que alguien que lo vio se desmaye, los recuerdos se bloquean. Ouma lo interrumpió, ya me ha pasado un par de veces...- Le había pasado tener que alucinar con su cuerpo en llamas, y su mano izquierda completamente destrozada, incluso ausente.

 -Pero, ¿por qué tengo suerte?

 -Nada, no es nada.- Eso iba a empeorar la situación.

 -Puedes decirme, no tengo problema con eso. Incluso puede ser útil para ayudar en algo.

 -Créeme, prefieres no saberlo.- Ahora dudaba al respecto. ¿Cómo no se iba a dar cuenta? De todas formas no podía estar estable por mucho tiempo.

 -Sé que pasa algo...

 -Puedo recordar lo que hago... Desde que pasó algo con Junko puedo recordar lo que hago. A veces con mayor detalle, a veces no tanto... Pero sé que me sucede.

 -¿Sabes si a alguien más le pasa?

 -Bueno, he visto que Ouma a veces lo ve a próposito. Suele atarse armas a sus brazos, además él tampoco está del todo bien... Pero no lo he hablado a otros, así que no puedo estar segura.

 -Bueno, si empiezo a volverme loco, te diré como me va con eso.   

 -De acuerdo...- Aunque realmente no quería comprobarlo.   

  Volviendo con el par de suertudos, ellos hablaban sobre su talento. Una charla interrumpida solo por alguien más despertando.

 -Hola padre.- Saludó con ánimo.

 -Monaca, que bueno que despertaste.- La abrazó, no quería dejar que la preocupación que lo había dominado previamente se mostrara.- ¿Dormiste bien?

 -Sí, aunque me duele un poco la espalda. Al menos la puedo mover, jeje.

 -Por un momento creí que tendría que ir por la silla de ruedas, me asustaste, je.

 -¿Ella usaba una?

 -Sí, cuando estaba viva era páralitica. 

 -¿Aquí no tienen esa clase de daños?- Tocó por debajo de su muñeca de manera discreta. Su recordatorio debía estar ahí.

  -No, por suerte. Todas las heridas están sanas.

 -Oh, eso es bastante bueno.- No para él, si tanto quería protegerlos.

 -Sí, realmente imagínate a alguien caminando con sus huesos rotos y desfigurado por ahí. Mientras te comportes, no vas a tener que ser visto así.

 -Sí, supongo.

 Agarró un pedazo de pan y empezó a comerlo. No había notado su hambre hasta ese momento. Aunque tal vez no debería hacerlo por fallar.

 Otro par estaba hablando, en otra esquina. Contándose cómo eran sus vidas.

 -Durante unos años estuve en el ejército israelí, era bastante agradable cuando no estábamos ocupándonos de algunos grupos.- Mukuro le contaba al heterocromático.- Las ciudades son bastante bonitas.

 -Tienes razón en eso. ¿Las batallas eran demasiado intensas?

 -Mucho, algunos salieron de ahí con muchos problemas. La chica con la que comparto cuarto, Mikan, dice que agarró una pistola, le disparó a cinco personas, y cuando le quedó una sola bala se disparó para que no la mataran ellos. Incluso si no estuve ahí para comprobarlo, sí creo que pudo hacer eso.

 -¡Eso suena espantoso!

 -Sí, que suerte que no estuve ahí para verlo. Ella realmente salió de ese infierno como una persona distinta. Antes tartamudeaba, se aislaba y cuando se caía al piso lloraba. A día de hoy, basta con decir algo mínimamente sexual cerca suyo para que empiece a masticarte alguna extremidad.

 -...Tomaré eso en cuenta.- Otro caníbal del cual ocuparse.

 -Al menos suele ayudar con las heridas. Es bastante molesto regenerarse con un machete clavado en una pierna o peor, en tu torso o cuello.

 -Me lo puedo imaginar...

 Pasado un rato (supusieron que horas), unas campanas sonaron por todos lados en las montañas.  

 -¿Qué está pasando?

 -Monokuma se volvió a ocultar. Podemos ir, aunque ellos seguirán convertidos. Yo me ocuparé de eso.- Habló la soldado.

 -Nosotros vamos a volver.- Habló el albino.- Tengo armas suficientes, no nos van a hacer daño. Ustedes deberían tratar de hablar con Monokuma, él podrá explicarles más a detalle las reglas.

 -Bueno, ¿qué vamos a perder con eso? Ya perdí la vida dos veces.- Bromeó al respecto, para alivianar la situación.- Saihara, Naegi, ¿qué opinan?

 -Estoy de acuerdo.

 -Yo igual.- Esta vez no les fallaría.


Agradecimientos a Bubble-Chiaki, UwU_Mica_ y a RavenFire2023 (Evie no mires arriba, lo que hay ahí no te hará feliz) porque les pregunté si sabían si alguien que se desmayó por choques eléctricos puede tener sueños, permitiéndome añadir un jumpscare.

Saco la versión en inglés mañana. Ahora estoy hecha mierda.

Manténgase hidratados.

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