Shuichi Saihara
Dedicado a Hikaru606
Sonrisa
-Hola, T/N.-
-¡Hola, Kaede!- saludó la ojiceleste a su amiga, radiante de felicidad y energía como siempre.
-Gracias por venir con nosotros.-
-No hay de qué.- sonrió.
-Llegaste, T/N, hola.-
-Hola, Rantaro.-
-Hola, T/N.-
-¡Ya era hora de que llegaras, enana!-
-Hola a ustedes también, Kiibo e Iruma. ¿Y Shuichi?-
-Dijeron que llegarían más tarde.- respondió Rantaro al ver que los demás votearon a mirar la entrada del lugar en busca del peliazul y el pelipúrpura.
-Seguro no se tardan.- se animó la de piel aperlada.
-Más les vale, la función empieza en media hora.- Iruma se había sentado en una de las sillas que disponían las mesas en el lobby del cine.
. . .
-Vaya, Saihara, nishishishi. Nunca creí que...-
-Cállate, Kokichi.- dijo apenado el peliazul al llegar a la entrada del cine
-Tienes que decírselo hoy.-
-¡No, no vas...!
-¡Saihara! ¡Ouma!-
La chica rodeó a ambos en un abrazó. El más bajo de los dos miró al otro para ver su reacción ante el abrazo de la chica, éste desvió la mirada.
-¡Hola, T/N!- saludó Kokichi.
-T/N... hola.- murmuró Shuichi.
-Ouma, Saihara, qué bueno que llegaron.- se acercó Kaede. -Rantaro, Kiibo e Iruma ya fueron a pedir palomitas, pueden...-
-¡Iré por Panta!- Ouma corrió hacia donde estaban ellos.
-Lamentamos el retraso, estuve ocupado.-
-No es nada, tranquilo.- le dijo Kaede.
-Sí, al menos estás aquí con nosotros.- T/N volvió a sonreír.
Shuichi no pudo evitar contemplar aquella sonrisa.
Y al parecer Kaede notó el brillito en los ojos del chico.
-¡Ah, lo olvidé! T/N, ¿Podrías ir a darles esta tarjeta para pagar?-
-¡Claro, Kaede!- les dedicó una sonrisa antes de irse.
La rubia miró al peliazul.
-No lo sabe, ¿Verdad?-
-¿De qué...?-
-Eres muy obvio, Shuichi.- rio Kaede, provocando que el chico se sonrojara.
-No le dirás, ¿Verdad?-
. . .
-Kaede dijo que pueden pagar con esto.-
-Gracias, T/N.- dijo el peliverde. -Entonces ya tan llegó Saihara, ¿No?-
-Sí...- sonrió ella con un rubor en sus mejillas.
-T/N, ¿Estás bien? Estás algo roja.- señaló Kiibo, atrayendo la atención de los otros.
-¿Eh? No, estoy bien.-
-Saihara.- rio Ouma.
El rubor volvió al rostro de la chica y miró con cierta molestia y vergüenza al chico.
-Vaya, así que te gusta Saihara.- Iruma se acercó.
-Es que...-
-¿Él lo sabe?- preguntó Rantaro.
-No, aún no.-
-Nishishishi, entonces...-
-¡Ouma!- lo interrumpió el robot. -No vas a decirle nada a Saihara.-
-Gracias, Kiibo...-
-T/N puede hacerlo por su cuenta, ¿No?-
La ojiceleste se quedó paralizada.
-Eh, yo...-
-Vamos, T/N, tienes que hacerlo.- la animó Rantaro.
-Sí, ¿Qué es lo peor que podría pasar?- rio Kokichi.
-¿Que la rechace?- murmuró Iruma.
-Cállate, perra.-
-Y si lo hace, se arrepentirá.- sentenció la inventora ignorando al dictador.
-Te apoyamos, T/N.- le dijo Kiibo.
-Gracias, chicos.- sonrió.
. . .
Ya habían entrado a la sala, y Kaede ya tenía una idea.
-Fila J, de los asientos 1 al 7.- les indicó la pianista entregándoles su entrada con el número asignado a cada uno.
T/N se puso algo tensa al ver que se sentaría junto a Suichi. Éste también se dio cuenta y miró hacia otro lado para evitar que ella viera su sonrojo mientras tomaba asiento.
Rantaro entonces les acercó un bote de palomitas.
La función había empezado.
La película era realmente buena, varias veces los tuvo al borde del asiento. Hubo varios momentos en los que las manos de T/N y Shuichi estaban por tocarse al agarrar las palomitas, pero uno siempre se daba cuenta.
Llegó una de las escenas finales de la película. Era una escena triste.
T/N sintió como sus ojos empezaban a humedecerse. Miró a su lado para ver la reacción de los otros, que no era muy diferente a la suya.
Shuichi volteó la mirada con los ojos algo húmedos hacia la ojiceleste.
Ahora sus ojos parecían de cristal pero aún contenían ilusión y emoción. Aunque llorara, aún podía ver aquella sonrisa que tanto le gustaba.
Se dio cuenta de que ella estaba por tomar una palomita.
No pudo evitar poner su mano justo donde ella la dejó caer.
T/N levantó la mirada sorprendida para encontarse con Shuichi sonriéndole.
Su expresión lo decía todo.
Ella le sonrió igual y se aferró a la mano del detective.
Fin
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