#07 Sentimientos que vuelan


Sesión reanudada.

El gran monitor se apagó después de que el vídeo acabara, y como por arte de magia Monokuma había vuelto a su lugar en la corte y retomó la palabra para retomar el debate desde donde había quedado.
— Muy bien, la sesión se reanuda pero en algún momento ésto debe terminar.

Nadie contestó, aún estaban procesando aquella tontería que más que conseguir tiempo para pensar nos había distraído.
— ¿Quieres decir que debemos realizar ya la votación? Pero si aún no sabemos quién es el asesino a ciencia cierta.— La princesa Peach con un semblante serio rompió el silencio.

— Si no lo descubrimos moriremos aquí. Todos menos el verdadero asesino...— Aquellas palabras de Megaman se vieron interrumpidas de repente por un comentario de alguien que no le prestaba atención porque estaba atendiendo a otra cosa.
— ¿Palutena estás bien? Llevas desde que entramos aquí sin decir ni una palabra.— La voz preocupada de Villager que extrañamente se veía genuinamente preocupado (por la posibilidad de morir sin poder hacer nada, los demás le importaban entre poco y nada) llamó nuestra atención y la de la diosa haciendo que saliera de sus pensamientos.

— Si...— Respondió ella apartando la mirada de vuelta a sus pensamientos y tras mirar de uno en uno a todos los miembros de la corte suspiró levemente cerrando los ojos un momento y retomando la palabra.— Yo solo estaba pensando en que hay algo que no encaja y quizá ustedes que estuvieron investigando y encontraron las pistas lo podrían resolver.
— Por supuesto, dinos.— Mario asintió en seguida mirando al resto de los integrantes de la investigación buscando nuestra aprobación que enseguida fue concedida haciendo que la de cabellos verdes comenzase a hablar.

— Según los datos que tenemos, el asesino fue a coger la jeringuilla momentos antes del crimen por el motivo de que Pauline se encontraba vigilando la enfermería.— Comenzó a explicar la diosa.

— Si, salí de allí poco antes de la hora de acostarse cuando Megaman y Bayonetta pasaban por allí y fuimos las tres juntas a nuestros cuartos.— Reafirmó ella y Palutena continuó explicando su teoría.
— Vale, pero el gimnasio estaba en la otra punta del edificio, es imposible que tuviese tiempo para ir a por la cuerda y volver antes de que Lucina se marchara.

— ¿Lo que dices es que tuvo que haberla cogido antes y haberla escondido en su cuarto o en el aula para tenerla a mano?— Preguntó Megaman tras analizar sus palabras.
— Claro, entiendo a lo que os referís.— Respondió Mario.— En realidad la verdadera pregunta es cómo pudo llevar una cuerda por los pasillos sin que nadie le viera.

– Pudo ocultarla con una bolsa o algo para evitar que nadie pudiera ver la cuerda si en su camino del gimnasio a su cuarto. No creo que la escondiera en el aula porque era compartida y se arriesgaba a que alguien la pudiera llegar a ver antes de que pudiera cometer el asesinato.— Pensó la princesa Zelda.— ¿Alguien vió algún comportamiento extraño o sospechoso en alguien durante el día de ayer o incluso en el anterior?

– Yo si.– Dijo Pit en ese momento.– Ayer pasé por los vestuarios la puerta del gimnasio estaba entreabierta y vi a Little Mac cargado con una bolsa de tela.
— ¿Por qué pasaste por ahí?— Preguntó Megaman.

— Estuve un rato en la sauna para relajarme.— Contestó simplemente.
– Entonces por eso olía a alitas...– Lo dijo Link entre dientes pensando que nadie lo había oído.

— No tiene nada que ver con lo que pensáis.— Little Mac comenzó a reír inevitablemente porque sí lo había oído.— Lo que llevaba era una bolsa llena de pelotas para el balón prisionero extremo.
— No me lo recuerdes.— Suspiré también en voz baja.

— ¿Y cuándo fue eso?— Preguntó Villager de repente más participativo.
— Ayer justo antes de que terminase la clase y nos fuésemos a cenar. También participaron Link y Bayonetta para un 3 contra 3. Yo recogí todo el material y no noté que faltara nada.— Respondió ahora la entrenadora.

— Tuvo que ser después entonces cuando la tomó. A partir de la hora nocturna. Pero durante la hora nocturna no se puede entrar en el gimnasio así que probablemente la tomó justo en el momento en que sonó el anuncio de la mañana mientras todos los demás seguían en sus cuartos despertándose y preparándose.— Dijo Link pensativo.
– Pero aún no habéis respondido a la pregunta de cómo pudo llevar la cuerda oculta.– Señaló Pauline.

– Ahora que lo dices, en la escena del crimen encontramos una funda de almohada, probablemente eso es lo que usó para llevarla sin que sospecharan de él si alguien lo veía.— Habló Luigi mientras una leve sonrisa escapaba de sus labios por poder aportar algo al juicio.

¿Entonces el asesino sacó el relleno de algodón de la almohada para utilizarla? Parece algo muy genérico como para incriminar a alguien.– Soltó Pit mientras negaba con la cabeza.

– ¡Te equivocas!— Noté que no era la única que se había dado cuenta porque los dos hermanos Mario se encontraban con la boca y los ojos abiertos atónitos ante la revelación que había invadido sus mentes y el mayor de ellos cambiando a un semblante serio se dirigió a él.
– Pit... ¿Por qué sabes que la almohada estaba rellena de algodón? Tú no investigaste con nosotros la escena del crimen.

El ángel se sobresaltó por unos momentos quedándose en blanco, pero reaccionando con alivio poco después.
— ¿Qué? Ah, eso. Se nota por el tacto no es nada raro.

– Incluso siendo ese el caso, encontramos una pluma en el lugar donde se encontraba el cadáver. Si dices que las almohadas están llenas de algodón la explicación es que solo pudo llegar allí si la llevó el asesino. O si se le calló de sus alas. ¿No es así?— El resto también quedó en shock mirando la reacción del ángel ante aquellas acusaciones que parecía temblar ligeramente.— De aquí tú eres el único que pudo haberla dejado.

– ¡Ahora que recuerdo! Cuando desperté ayer por la mañana me crucé con él y llevaba su almohada entre los brazos. Como llevaba varios días pasando la noche lejos de su cuarto pensé que solo la tenía para estar más cómodo, nunca hubiera podido siquiera imaginar que estaría relacionado con eso.— Megaman se quedó también en shock tras pronunciar aquello.

– Vaya, parece que tenía razón y la rata alada es la culpable.— Bayonetta comentó pero lejos de la alegría que mostraba al principio estaba seria y agresiva.

– No podéis creer en lo que decís. ¡No tiene sentido, yo no la maté!— Comenzaba a mostrarse algo exasperado.— Es-estáis equivocados...

– Bien, entonces repasemos el crimen y veamos si estamos en lo correcto:
«Treinta minutos para la hora nocturna. Debido al acuerdo que hicimos, todos se encontraban ya en sus habitaciones a punto de descansar excepto Lucina, que esperaba en el aula la aparición de su asesino al cuál había citado sin saberlo.
El asesino tenía guardada en su cuarto una cuerda que había cogido en el gimnasio en la mañana antes del desayuno y que escondió dentro de la funda de su almohada para poder transportarla sin sospechas. Salió sigilosamente del cuarto, ya que no quería que nadie le viera ya que se había dedicado la tarde a pasar el rato con otras personas y se dejó ver entrando en su cuarto para tener una coartada.

De ahí fue rápidamente a la enfermería donde tomó una dosis de anestesia para encontrarse con Lucina antes de que se retirara a su cuarto. Pero ahí fue cuando cometió el primer error, la nota que Lucina le había escrito cayó de su bolsillo al meter la aguja en él y se coló entre las otras cajas sin que el asesino se diera cuenta dejando la primera pista.

El asesino llegó al fin al lugar encontrándose con Lucina. Éste se acercó a ella que confiada se acercó también a él sin saber sus verdaderas intenciones. Cuando estuvo a la distancia suficiente el asesino atacó sacando la aguja y lanzándola con suficiente fuerza para que esta se clavara en su cuello.

Hubiera sido más complicado para cualquier otro, pero el asesino contaba con la fuerza y con la puntería que le daba su título de Super Arquero Definitivo.

En cuanto Lucina fue consciente de lo que pasaba trató de contraatacar, le arrebató la almohada de sus manos y le golpeó con ella con toda la fuerza que pudo conseguir, arrancando una de las plumas de sus alas que no vió caer, pero ella quedó inconsciente unos segundos después sin tener la oportunidad de pedir ayuda. El asesino no podía perder tiempo en ese momento, en seguida empezaría la hora nocturna por lo que sacó la cuerda que había escondido dentro de la almohada y subió a un pupitre para atarla en el techo.
Una vez que estaba preparado, tomó a Lucina en brazos y la colgó del cuello dejando que la completamente indefensa chica muriese por falta de oxígeno ahorcada y sin ser consciente de sus últimos momentos.

El asesino ahora estaba satisfecho, su plan había salido bien pero su tiempo se acababa y todavía tenía trabajo que hacer. Vacío los bolsillos de Lucina tratando de no dejar pistas y dispuso la escena para que se pareciera lo máximo posible a un suicidio. Cuando terminó apenas tenía tiempo para llegar a su cuarto por lo que cometió un error. Los nervios de que le pillaran con la aguja le sobrepasaron y como no podía deshacerse de ella en el incinerador porque no era el turno de guardar las llaves de Mario la tiró en la papelera del aula y se marchó dejando olvidadas dos pistas importantes que lo acabarían delatando sin ninguna duda.

La funda de la almohada utilizada en el crimen y...
La pluma que había sido arrancada de sus alas.»

“¿No es así Pit? ¡El asesino eres tú!”

– Y-yo...— Se quedó paralizado, las palabras no salían de su boca.

– ¿Tienes algo que decir en tu defensa?– Preguntó Zelda de forma seria.

– Esperad... ¿En serio os lo estáis creyendo? ¡Eso es ridículo!

– ¿Cómo explicas entonces que una de tus plumas llegara allí cuando tú nunca habías puesto un pie en esa aula? Tus clases eran siempre en el gimnasio.— Dijo Samus con los brazos cruzados.

– ¡No voy a aceptar estas acusaciones! Cualquiera pudo tomar una para inculparme. A no ser que tengáis más pruebas me estáis culpando sin motivo.— Se cerró en banda negándolo todo, había que encontrar alguna forma de que confesara.

– ¿Entonces dices que si vamos a tu cuarto no te faltará la almohada de tu cama?— Señaló Bayonetta.
– ¡Por supuesto que no! Pero me gustaría saber cómo podéis demostrar lo contrario.— Todos nos quedamos sin argumentos, era verdad que no teníamos pruebas en ese momento. Ah no ser...

Pauline se veía concentrada como si estuviera tratando de recordar algo, un momento después abrió los ojos.
– Monokuma. ¿Podemos solicitar un aplazamiento para ir a su cuarto a comprobarlo?
– Claro, al fin y al cabo esto es un juicio. Si lo solicitan se suspenderá el juicio de nuevo y tendrán un breve descanso en el que pueden volver al edificio en el ascensor.– Dijo Monokuma con un tarro de miel entre sus brazos.

– ¿Entonces lo admites antes de que tengamos que ir y volver?— Todos serios nos quedamos mirando fijamente al ángel que estaba en shock, hasta que al final agachó la cabeza y en un tono triste acabo diciendo:
– Si... Fui yo, yo la maté...

— Muy bien, parece que el debate ha llegado a su fin, así que para terminar votaremos para elegir al culpable. Utilicen los botones frente a ustedes para depositar el voto hacia la persona que ustedes crean que es el asesino.
¡Bien, veamos los resultados!


– ¡Acertaron! La persona que asesinó a Lucina fue Pit Datenshi. El voto ha sido unánime, pero Palutena, has tardado mucho en pulsar el botón, ten más cuidado para la próxima vez o se te podría acabar el tiempo.

– ¿Por qué lo hiciste?— Preguntó Peach en un tono triste con su rostro preocupado.

– Yo realmente no quería... Ella quería ayudarme pero...— Comenzó a hiperventilar y a hipar mientras se abrazaba a sí mismo.— No podía aguantarlo más, necesitaba salir de aquí. Necesito salir de aquí.

— Apupupupuh. Esto no estaba en verdad programado pero fue en verdad un golpe de suerte que ocurriera. Alguien completamente llevado por la desesperación creada por sus miedos y fobias.
Por ello su incentivo no fue como los del resto. Le mostré un montón de paisajes naturales maravillosos prometiéndole que podría ir allí y volar libremente si se graduaba.

Los demás se llenaron de rabia e impotencia al oír aquello. Todo esto se podría haber evitado si se hubieran dado cuenta y lo hubiesen ayudado, ella no tendría por qué haber muerto...
— Maldito, esto es culpa tuya.— gritó Megaman realmente furioso.

— Oye me ofendes, ¿yo no he sido quién la ha ahorcado hasta morir sabes? Él cometió ese acto y debe aceptar sus consecuencias.

— Lo siento...— Todos se voltearon hacia donde había venido aquella voz, que no era la de Pit sino la de la diosa Palutena que estaba llorando.— Lo siento, mi ángel. No supe cómo ayudarte y protegerte, pese a que tú siempre lo has hecho conmigo.

— ¿Tú lo sabías?— El ángel con lágrimas amenazando con salir de sus ojos se quedó sorprendido.

– Si. En realidad desde hace varios días ya lo sabía. Lo notaba en tu comportamiento y sabía que no podrías soportar pero me confíe, pensé que podrías soportarlo tú solo pero no sabía que estabas siendo extorsionado. Tenía la esperanza de que a estas alturas ya habríamos conseguido salir de aquí, pero me equivoqué.
No pude ver tu sufrimiento mientras estabas a mi lado por lo que no hice nada al respecto para solucionarlo. Espero que me perdones.

El ángel estaba aún más sorprendido si cabe tras aquella confesión de culpa y las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos mientras se disponía a tranquilizarla para que no se sintiera culpable.
— Mi diosa, tú no eres quién tiene que pedir perdón. ¡Soy yo! Yo soy quién ha cometido un acto horrible. Y debo pagar por él...— Dijo finalmente llorando pero con una ligera sonrisa.— Ha sido un auténtico honor servirla mi diosa.

— ¡Muy bien! Toda esta desesperación es deliciosa pero el show debe continuar.— Fueron interrumpidos por Monokuma.— Si ya han acabado los preámbulos... ¡He preparado una ejecución muy especial para Pit, el Super Arquero Definitivo!

Pese a que acababa de aceptar su muerte, la desesperación lo consumió antes de que la ejecución comenzara. Estaba en medio del ataque de pánico pero aún así logró contenerse unos momentos para despedirse y disculparse de nuevo.
— Lo siento chicos, espero que podáis perdonarme. No dejéis que esto vuelva a pasar de nuevo por favor.

– ¡Basta ya de tanta palabrería! ¡Vamos a dar todo lo que tenemos, es la hora del castigo!

(...)

(Ejecución) –≥0 Tiro al blanco

Pit estaba llorando cuando detrás de él una cadena que se agarró en su cuello y lo arrastró a otro lugar.

La pantalla se encendió mostrando una imagen del ángel atado en una estaca de madera en la cima de una colina.
Frente a él había una extensa llanura en la que se encontraba un gran ejército de Monokumas vestidos con armaduras medievales  y armados con arcos esperando.

Una trompeta sonó y de un momento a otro todos se prepararon apuntando en dirección a la estaca donde el ángel se encontraba atado.
Éste trató de forcejear con las cadenas que lo mantenían inmóvil sin ningún éxito, la trompeta sonó de nuevo y una avalancha de flechas se dirigían por el cielo directamente hacia él.

Pit cerró los ojos esperando el impacto pero al oír a las flechas clavándose y no recibir ningún impacto los abrió de nuevo comprobando que estaba demasiado lejos para que lo alcanzaran ya que todas ellas se habían clavado en el suelo a unos metros de él.

Un brazo gigante salió del suelo agarrando la estaca y arrancándose del suelo mostrando que en realidad ésta era una flecha.

El suelo se abrió dejando salir un arco gigante sobre el cuál se colocó la flecha, tensando la cuerda y preparándose para disparar.
La flecha se disparó al mismo tiempo que los Monokumas volviesen a disparar una gran nube de flechas ocultando totalmente a la más grande en el momento que se se cruzaron.

La vista de la cámara cambió detrás del ejército de Monokumas donde se encontraba una gran diana, en la que pocos momentos después la flecha aterrizó clavándose en el centro.
La cámara se centró en la figura atada al poste que atravesado por todo el cuerpo por decenas de flechas de cada herida salía sangre que comenzó a gotear y a acumularse en la superficie de la diana.

La imagen volvió a un plano general antes de que la pantalla en la que lo habíamos visto todo se esfumara con un fundido en negro.

(...)

— ¡Eso fue tan emocionante! ¡Tan extremo! ¡Simplemente genial!— Monokuma reía mientras se tapaba la boca con las patas.

— ¿A qué ha venido eso?— La entrenadora estaba aterrada.

— E-eso ha sido horrible...— Dije con la voz entrecortada.

Monokuma empezó a reír en parte por nuestras caras de shock.
— Si no quieren que esto pase de nuevo resignaos a vivir el resto de vuestros días aquí. Ya pueden retirarse, hasta mañana dispondrán de tiempo libre para que descansen tras el juicio.

Tras decir aquello se retiró antes de que nadie más dijera nada.
Palutena sin soltar ninguna palabra y sin poner ninguna expresión en particular se marchó la primera.
El resto también nos marchamos poco después.

Mañana será un nuevo día...

N° de supervivientes: 14 (†)

(NA. Si, Tomoko es mi álter ego)

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