#04 Sin confianza no hay esperanza
Siguiendo el mapa de las instalaciones que teníamos en el Electro Id llegamos al comedor, que estaba formado por varias mesas pequeñas dispuestas por todo el espacio y una gran mesa central con suficientes lugares para todos a la que nos dirigimos a esperar a que los demás volvieran tras investigar.
– La cocina está aquí al lado. ¿Quieres que vaya a por un vaso de agua?– Y como si adivinara mis pensamientos añadió.– No es ninguna molestia.
Sonreí y asentí por lo que levantó de su asiento para dirigirse a la puerta.
– Voy a por él entonces, ahora vuelvo.
No pasaron más de unos minutos hasta que llegaron los primeros que fueron Megaman, Villager, Zelda y Pit que se acercaron a la mesa.
– Te ves mejor. ¿Pero no estaba Pauline contigo?– Como si la hubiesen llamado, ella apareció por la puerta junto a Peach y a la entrenadora.
– Siento la espera, me encontré con ellas y nos distraímos un poco.– dijo mientras me acercaba el vaso de cristal.
Mientras los que habían llegado se iban sentando llegó Luigi, detrás de él una persona cuyo rostro estaba oculto tras un casco entró también en la sala asustando al resto que se preparó para atacar hasta que la persona extraña levantó las manos.
– ¡Chicos, tranquilos! Soy yo.
– ¿¡Samus!? ¿Qué haces así?– Preguntó Megaman confuso, pero en ese momento llegó Palutena junto a Link que intervino en la conversación.– Esperen, cuando estemos todos podremos explicar todo para no tener que repetirlo varias veces.
No pasó mucho tiempo más hasta los que faltan por fin llegaron y pudieron empezar.
– Muy bien ya estamos todos, podemos comenzar.– Peach habló para que todos se mantuviesen en silencio.– ¿Quién quiere empezar con lo que ha descubierto?
– Nosotras mismas.– Levantó la mano Lucina a cuyo lado estaba sentada Bayonetta mientras encendían la Electro Id.– Pensamos en las posibles formas de comunicación con el exterior, y se nos ocurrió que sacando la basura o llevando la ropa a la lavandería eran las opciones más probables, pero resulta que hay un incinerador de basura y una lavandería también así que no hay forma de salir.
– Seguimos nosotros.– Palutena habló mientras Link hacía un gesto para indicar que hablaba de él.– Entramos en todas estas habitaciones que tienen un número y resultaron ser algunas de las aulas en las que se suponía que teníamos que impartir las clases. No había ninguna pista allí.
Ellos fueron seguidos por Mario y Little Mac.
– Nosotros encontramos la enfermería. Tiene una sala común y unas cuatro habitaciones con camillas para los pacientes. No hay aparatos de última tecnología pero si lo suficiente de momento.
Luigi aclaró su garganta y comenzó a hablar un poco cohibido porque todos lo miraban.
– Bueno, Samus y yo fuimos a las habitaciones, bueno, solo a las nuestras. Todas tienen cámaras de vigilancia y un baño propio. Además la puerta tiene un seguro para cerrarlas por dentro. Allí había una nota que supongo que todos tengáis pero básicamente decía que solo está permitido dormir en las habitaciones.
– Además todas las pertenencias personales que hemos traído, excepto los teléfonos o cualquier cosa con la que se pueda establecer contacto con el exterior, están allí.– Intervino Samus.– Mi traje sin armas estaba completo pero como no quería haceros esperar solo me puse el casco.
– Esto, Samus... ¿Es realmente necesario que lo lleves puesto?– Preguntó Lucina a la cazarrecompensas.
– ¿Os molesta que lo lleve?– respondió esta en un tono ligeramente triste.
– No, es decir... Es que... Olvídalo no importa.– Se excusó la de pelo azul.
Megaman y Villager fueron los siguientes en hablar.
– Nosotros fuimos a la entrada principal. La puerta es imposible de romper y ambos tratamos de romper el sistema de la cerradura pero Monokuma apareció y nos amenazó por ello así que eso no es una opción. Al lado había unos vestuarios compartidos que daban al gimnasio y a unas saunas.
– Yo estuve contando en qué lugares estaban las cámaras.– Dijo Villager.– Seguramente haya algún punto muerto, ningún sistema de seguridad en el mundo es perfecto pero necesitaré más tiempo para localizarlo. Los vestuarios obviamente no tienen pero son pequeños y sería muy sospechoso que estemos allí todos a la vez.
– Está bien. ¿Más información?
– Si.– Zelda y Pit asintieron.– Nosotros encontramos unas escaleras que llevaban al segundo piso, pero el acceso estaba bloqueado, podría haber más información en los pisos superiores pero no podemos alcanzarlos.
Peach y la entrenadora que eran las últimas dieron su información.
– Nosotras fuimos a la cocina, es bastante grande y completa y la despensa está llena. Allí nos encontramos a Pauline un rato después y volvimos con ella aquí. Aunque antes de eso apareció Monokuma. Dijo que él reabastece todos los días la despensa y que no debemos preocuparnos por la comida. Además dijo que si teníamos algún capricho de algo en especial dejáramos un post-it en la nevera y al día siguiente lo tendríamos.
– ¿Apareció así sin más? ¿Es que acaso está en todas partes?– Dijo Mario sorprendido.
La pantalla se encendió mostrando una imagen del recién nombrado.
– Por supuesto que sí. Si no os gusta tendréis que aguantaros.– Y tan pronto como dijo eso la pantalla volvió a apagarse.
– Maldito, solo se burla de nosotros...– Dijo Samus frunciendo el ceño pero fue interrumpida por una campana tras la cuál la pantalla volvió a encenderse.– ¿De nuevo? ¿Ahora que quiere?
«Este es un aviso del director. Están a punto de dar las 10 pm. En breve comenzará la hora nocturna que durará hasta las 7 am. Varias salas entre ellas el comedor serán cerradas y consideradas fuera de los límites, si no quieren romper las reglas accidentalmente será mejor que consulten en el apartado de normas de su manual de estudiante cuáles son esas zonas. También está prohibido bañarse durante este periodo.
Les deseo dulces sueños a todos. Buenas noches.»
– Supongo que no tenemos otra opción, será mejor que nos retiremos entonces y mañana continuemos.– Todos asentimos a las palabras de Palutena y nos dirigimos a los cuartos.
(...)
Habían pasado dos días desde entonces en los que dedicábamos a buscar alguna salida o pistas que nos ayudarán a saber que estaba pasando sin éxito.
Tras otro día completo de búsqueda intensiva estábamos descansando todos en el comedor algo deprimidos y cansados. De repente apareció la princesa del Reino Champiñón con una bandeja en las manos inundando la sala de un buen olor.
– He preparado unos pastelitos para levantar los ánimos. Le pedí algunos ingredientes que necesitaba a Monokuma.
– ¿Entonces por eso ayer nos preguntabas cuál era nuestro sabor favorito?– Preguntó Megaman sorprendido a la princesa que sonrió divertida asintiendo mientras iba pasando con la bandeja y cada uno cogía en el que estaba escrito su nombre.
– Gracias Peach.– Agradecí mientras tomaba uno al pasar a mi lado.
– No me den las gracias solo a mí. He tenido bastante ayuda.– Diciendo aquello hizo un gesto con la cabeza hacia una de las mesas pequeñas donde estaba sentado Villager jugando con un cubo de Rubik que se volteó cuando notó que todos lo miraban.
– ¿Qué? ¡Estoy aburrido! ¡Dejadme en paz!– Esa respuesta no convenció a muchos que comenzaron a mirar los pasteles con desconfianza.
– No se preocupen, lo estuve vigilando en todo momento. ¿Cómo te sientes Pit?– Dijo la propia Peach tratando de cambiar de tema mientras le ofrecía el último que quedaba.
– No muy mal. Siempre que esté en habitaciones de techos altos como ésta puedo controlar mi claustrofobia. Pero lo paso mal en la habitación por las noches, hay momentos en los que me despierto en medio de la noche y necesito salir y dar una vuelta. Suelo ir a la entrada principal, la cristalera da una falsa sensación de espacio abierto y es de los pocos lugares que no están prohibidos.
– No deberías salir de tu cuarto en las noches, podrías equivocarte y entrar en un lugar prohibido.– Lo regañó Palutena de forma algo maternal.
– Yo tampoco duermo demasiado bien.– Comentó Samus con un aspecto somnoliento ya que había renunciado a llevar el casco lanzando un suspiro.
– Creo que nadie puede dormir bien en esta situación en la que estamos sin ninguna pista de lo que pasa.– Todos asintieron suspirando también.
– Si al menos pudiéramos acceder a las salas bloqueadas o a los pisos superiores dispondríamos de más información.– Habló Little Mac recostándose en la silla.
– Apupupupuh.– Sentado en la silla vacía a mi lado había aparecido Monokuma sobresaltándonos a todos, sobre todo a Little Mac que a punto estuvo de caerse.– Ay, ustedes son simplemente patéticos. Tantas ganas que tienen de salir pero nunca utilizarán el sencillo recurso de asesinar a alguien. ¿Y por qué? ¿Por principios? Los héroes solo sois una panda de hipócritas.
– ¿D-de qué estás hablando?– preguntó Mario furioso.
– Sé lo que piensas pero ni lo intentes. Los actos de violencia hacia el director van en contra de las normas de la academia. Y aquel que rompe las reglas debe recibir un castigo. Tengo una excelente función de castigos corporales que puedo activar en cualquier momento, ¿sabéis?– Mientras decía aquello levantó el puño y unas garras afiladas salieron de su mano. Link y Pauline que se encontraban a ambos lados de Mario fueron los que lo detuvieron antes de que pasara algo.
– No será necesario.– dijo la chica y el oso volvió a la normalidad.
– Bueno, como decía antes de la interrupción solo sois unos hipócritas. Las películas de superhéroes lo pintarán muy bonito, pero si cualquiera de vosotros tuviese que elegir entre salvar a cientos de personas y salvar a una insignificante persona por la que profesárais cualquier sentimiento de afecto, salvaríais a la segunda sin siquiera pensarlo. Por eso os he dejado un regalo muy especial en la sala de audiovisuales.
– No veo cómo vas a hacer eso, es imposible que tengas bastantes recursos como para amenazarnos y no todos tienen por qué tener a alguien a quién quiera proteger con su vida.– dijo Zelda en un tono seguro, ella misma era una princesa y sentía que era casi imposible poder extorsionar a tantas personas que no tenían nada en común a la vez.
– En cuanto a lo primero ya dije que no es un problema para mí, tengo muchos recursos. Y lo segundo puede ser verdad, pero los que no tienen alguien a quién proteger tienen secretos por los que matarían para ocultarlos y por suerte yo sé muchos secretos. Y si no me creéis dirijíos de una vez a la sala de audiovisuales y comprobadlo por vosotros mismos.– Y diciendo aquello simplemente se levantó de la silla y se marchó.
– No creo que sea buena idea hacerle caso, no podemos corroborar que lo que dice sea verdad y además eso es lo que quiere, que nos pongamos unos en contra de otros.– dijo Megaman rompiendo el silencio.
Pero al final ocurrió lo inevitable.
Las dos princesas, Peach y Zelda fueron las primeras en salir corriendo hacia la sala sin mediar una palabra, pero se podía ver en sus expresiones que estaban preocupadas. El resto nos miramos entre nosotros unos momentos, algunos suspiraron y otros se encogieron de hombros levantándose también y siguiéndolas. La sala de audiovisuales ahora estaba abierta por lo que todos entramos.
Pasé por delante de varios ordenadores hasta que delante de uno de ellos vi un CD sobre el que ponía mi nombre escrito con un sharpie rojo. Me senté frente a ese ordenador, dándome cuenta de que todos estaban dispuestos de forma que no se pudiesen ver las pantallas de alrededor.
Sacudí aquellos pensamientos por el momento, tomé el CD y lo introduje en el lector del ordenador, para después tomar los auriculares que estaban a un lado y colocarlos.
La imagen se vió distorsionada unos momentos pero después se aclaró. Pude reconocer que aquella era la sala de mi casa, y allí se encontraban mis padres y mi hermano comiendo tranquilamente completamente ajenos a la cámara, por lo que deduje que estaría oculta por un motivo que desconocía.
“Andy es sólo una chica sencilla que tuvo la suerte de ser elegida para estudiar en la academia Nintendo, con un hogar, una familia, una mascota y amigos que la quieren. Una vida de lo más normal y tranquila pero...
¿Eso seguirá siempre así?”
La pantalla se volvió negra y tras unos segundos empezaron a escucharse gritos, varios golpes y crujidos y ruido de platos y cristales al romperse durante un rato hasta que al final cesó el ruido.
La pantalla volvió a iluminarse de repente mostrando otra vez la sala, pero esta estaba destrozada había salpicaduras de sangre por las paredes.
“¡Gradúate para averiguarlo!”
Aún no podía creerlo. Aquello no podía estar pasando de verdad, no podía ser real. ¡Tenía que ser mentira!
El resto comenzó a reaccionar también. Muchos se encontraban en estado de shock, otros se veían asustados, serios e incluso furiosos tras haber visto el vídeo.
Me quité los cascos incrédula justo a tiempo para oír un golpe cerca de mí. Un par de mesas vacías a mi derecha se encontraba el principal héroe del Reino Champiñón, de pie apoyando sus manos sobre la mesa con una de ellas cerrada en forma de puño y con la respiración agitada.
– ¡Mario! ¿Estás bien?¿Qué has visto?
El de rojo elevó un poco la cabeza para mirar a su hermano, dejando ver como las lágrimas caían por sus mejillas.
– Todos... Estaban.... Muertos.– Dijo entre sollozos que no lo dejaban hablar correctamente, mientras se abrazaba a su hermano ocultando su rostro en el hombro del más alto que le devolvía el abrazo con fuerza.
La pantalla más grande se encendió proyectando una imagen de Monokuma comiendo un tarro de miel.
– Muchas gracias por su atención. Espero que sigan disfrutando de su vida escolar como hasta ahora... Apupupupupupuh~
– ¿Qué es lo que pretendes?– preguntó Pauline en un tono inusualmente serio, casi agresivo.
– ¿Lo que pretendo? Bueno, ya que insistes te lo diré. El verdadero motivo por el que estáis aquí es...
(Pausa comercial)
«Por fin disponible, por tiempo limitado.
¡El peluche oficial de Monokuma! ¡Y a tamaño real!
Haz lo que quieras con él. Abrazarlo, ahogarlo, lanzarlo al espacio, quemarlo, aplastarlo... ¡Y todo lo que quieras!
¡El peluche Monokuma!
Para que regales desesperación estás Navidades.
Disponible próximamente...»
(¿Pero no se enfada cada vez que le llaman peluche?)
– ¡Ujejeje! ¿Os lo habíais creído? Aún no puedo decir nada porque eso sería un spoiler. Y no hay nada que estropee una buena historia que eso. Pero ahora que está todo dispuesto solo falta que comience el espectáculo.
– ¿Te crees que esto es un juego? ¿Que nuestras vidas son un juego?– habló Palutena.
– Eso solo es decisión vuestra. Por cierto, dentro de unos cuantos minutos comenzará la hora nocturna, sería buena idea que volviesen a sus cuartos.– Todas las pantallas se apagaron a la vez y las luces de la sala se encendieron. Todo se quedó en silencio, nadie hablaba.
Noté una mano apoyarse en mi hombro, levanté la mirada y Bayonetta era quien estaba a mi lado sonriendo de forma tranquilizadora.
– Deberíamos ir todos a descansar, mañana hablaremos de esto.– Dijo en un tono suave pero algo alto para que los demás la escucharan también.
Cada uno se levantó y se fueron a sus respectivas habitaciones sin comentar nada al respecto.
(Nueva información cargada en el Electro Id: Incentivo de Mario)
Continuará~
Número de supervivientes: 16
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top