xᴠ: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ"
¿Podría remediarlo todo si alguna vez salía de aquel sitio?
Estaba siendo carbonizado, mutilado, destripado, una, y otra vez...sin parar.
¿Su piel? Ya no estaba. Podía ver pedazos de ésta fluir por el sofocante aire, entre las penumbras, donde se encontraba, gracias a los fuertes relámpagos que partían su cráneo ante la intensidad de la repentina luz. Desnudo, amarrado, clavado a una... ¿suelo? Algo que ardía, y aún más cuando los cuervos volaban sobre sí, picándolo, retorciéndose, y quemándose en el intento de huir.
De vez en cuando, todo se volvía silencioso, oscuro y, la primera vez que sucedió, creyó que debió de dormir. En cambio, era otra de las millones de torturas: vio su infancia, su adolescencia, su boda, situaciones con sus hijos...pesadillas.
Inevitables de ver al ser incapaz de parpadear, y dejándole traumas permanentes.
Estaba seguro que pasaron más de setenta años. Ya todos estarían muertos, ¿verdad? ¿Habrían esperado por él? ¿Se dieron cuenta de su ausencia? Si así fue, ¿hicieron algo al respecto?
¿Regresaría en algún momento? Si lo lograse... ¿regresaría completo?
Porque su alma fue sumergida en La Fosa: aquel mar de lava, calcinada una, y otra vez. No había perdón, ni tampoco permiso de perdonarse a sí mismo.
Solo tortura, hasta que aprendiese. Eso le dijeron, y aún continuaba allí.
¿Sería lo suficientemente fuerte para resistirlo?
Dos semanas después, Harry continuaba siendo incapaz de creer lo ocurrido, observando con admiración el precioso, cálido anillo de oro aferrado a su dedo anular.
Louis y él eran esposo.
Todos aquellos días fueron -aunque suene extraño- estables. Anne, quien notaba cada pequeño detalle en sus dos hijos, le preguntó al rizado quien le obsequió tal joya, por lo cual tuvo que mentir, comentando que solo era un anillo que compró en una tienda. Que fue luego de clases, porque Fionn necesitaba algo de allí. Por algún desconocido motivo, luego de su mentira, oyó a su hermana mayor reír con sequedad, por lo cual se volteó, y mantuvo su mirada fija sobre Gemma, intentando descifrar si la joven sabría algo.
¿Cómo podía? Cuando Louis le propuso compromiso, estaban en un parque, a la vista de cualquiera, pero la plaza central estuvo desierta. Además, en aquellos momentos, Gemma debía estar en sus clases, y su establecimiento no estaba ni cerca de donde Harry y Louis se comprometieron. ¡Es más! Era mucho más probable encontrarse a su madre que a su hermana.
Tenía que dejar de ser tan paranoico...pero no lo logró.
Cada vez que conversaba con alguien, sentía que aquella persona sabía sobre Louis. No temía por sí mismo, sino por el Diablo quien, a pesar de haberle confesado que no habría problema alguno, ya que su viaje al infierno no era la gran cosa, Harry prefería que las cosas se mantuviesen como en aquel momento, sin sufrir un evento inesperado que pudiese atraer un problema.
El arcángel tuvo que explicarle a su niño favorito cómo era el infierno. No pudo evitar preguntarlo, porque era un joven muy curioso, e incluso sabiendo que Louis tenía poca paciencia, disimuló, fingiendo que no lo notaba.
"—Claramente no es la típica imagen de fuego, velas rojas, y un trono en donde todos se inclinan ante mí. No es una casa, tampoco es un lugar en sí —Comenzó, con su mirada fija en el muslo del mundano, y en cómo su propia mano, repleta de anillos de oro, acariciaba aquella suave, pálida piel—. Hay muchas maneras de pasar la eternidad en el infierno, y todas son obligatorias.
—¿Por ejemplo?
Suspira. Por algún motivo, no lo hacía sentir orgulloso comentárselo a Harry—. Me tomé la molestia de observar a los mundanos, y noté que lo que más les fastidia es la espera: Esperar en una fila de un banco, de una tienda, de cualquier cosa. No pueden soportarlo. Cuando un alma desciende al infierno, se verá a sí misma en una eterna fila y, depende lo malo que haya hecho esa alma, pasará el tiempo que el demonio, quien se encarga de aquella área, decida establecer.
—Vaya... ¿Y qué pasa cuando, finalmente, terminan la fila?
—Vuelven al final. Como dije: Depende lo que hayan hecho.
Harry asintió con lentitud. No reaccionará diferente, porque no puede fingir no sentirse asustado, pero, ante la observación de Louis, creyó que éste era el ser más inteligente del universo.
Sin ser consciente de su propio cuerpo, se acurrucó aún más contra el arcángel, quien lo recibió sin dudarlo, envolviendo un brazo en su cintura, y otro bajo los muslos, acariciándolo. El rizado refregó la punta de la nariz contra el pecho desnudo, tatuado del Diablo, y respiró de manera profunda un par de veces, antes de planear volver a emanar palabra:
—... ¿Tienes un determinado tiempo en el que te lleves mi alma?
Ante aquello, Louis permaneció en silencio, provocando que Harry sintiese la tensión en su propio cuerpo, sin poder evitar que la paranoia regrese.
El Diablo detestaba, en específico, aquello: Estar relajado, con su prometido entre sus brazos, conversando luego del sexo hasta que, de repente, sentía el cuerpo contrario congelarse, y olía terror. No a él, sino a la situación.
—Creí aclararte con anterioridad que tuve que haberme llevado tu alma hace tiempo —Murmuró con calma, pero el joven no sentía al amor de su vida tan...calmado. De repente, sintió como los brazos de Louis dejaron su cuerpo, acomodándolos a los lados de sus rizos, sobre la almohada, con su cuerpo sobre el suyo. Ambos se observaron fijamente, y Harry, una vez más, se sumergió en aquel océano azul, sin ignorar la franja color bordó. Amaba los ojos de Louis—. Nos casamos.
—Sí.
—No tengo la intención de llevarme tu alma...pero sería inevitable si lo hiciese.
A Harry se le cortó la respiración—. ¿C-Cómo?
—Si yo me fuese, es decir...definitivamente de tu lado. Decidiese no volver, despegarme de todo lo que tuviese que ver contigo...sería inevitable para mí el no llevarme tu alma —Fue escalofriante la manera tan neutra en la que lo dijo—. Ni por más que pusiese todas mis fuerzas. Es algo inevitable, ya que un trato es un trato, y a pesar de ser el Diablo, no puedo controlarlo, porque ya lo firmé con mis palabras. Es la manera en la que estas cosas se hacen.
Harry tragó saliva con fuerza, asintiendo luego de unos segundos, y decidiendo que lo mejor era permanecer en silencio, y tan solo parpadear. Louis pudo sentir el susto, la desesperación, y ansiedad que rasgaba el pecho de su niño favorito, por lo cual le obsequió un suave, pero profundo beso en los labios, antes de volverlo a mirar a los ojos.
—No es necesario que te asustes —Dijo—. Porque yo jamás me iré.
—... ¿Nunca me dejarás solo?
La mano de Louis fue a la mejilla de Harry, acariciándola, antes de volver a besar sus labios, comenzando un lento compás—. No, nunca te dejaré solo.
Ambos se taparon con las mantas, debido a la fría noche que podría enfermar al rizado, y se limitaron a dejar de pensar, comenzando una exquisita, y muy sanadora sesión de besos."
Decidió despejarse un poco de todos aquellos asuntos del infierno, del alma, de su progenitor, posible culpable de asesinatos...y más.
Era Martes. Aquel día se cumplían sesenta y seis -irónico- años que la iglesia "brindaba sus servicios", por lo cual la famosa Kermés llegó al pequeño pueblo. Habrían juegos, comida, premios y, por supuesto, una misa. Aquel año era el turno de su madre, Anne, en preparar su puesto de comida para obtener la aprobación de los miembros de la iglesia. No era una idea del todo cuerda, pero Harry adoraba admirar a la mujer mientras cocinaba sus famosas galletas de vainilla, con chispas de chocolate.
Anne, quien lucía demasiado feliz, finalizó de entregarle la última bandeja de galletas a Des -quien, en realidad, no lo era-, para que la llevase hacia el auto. Cuando se volteó, notó a su hijo menor apoyado contra la encimera, cruzado de brazos, y observándola con atención.
—¿Qué ocurre, cariño? —Preguntó Anne, confundida.
Harry parpadeó con rapidez antes de negar, obsequiándole a su progenitora una tímida sonrisa—. Me gusta verte feliz.
La mujer no pudo contener su risa, llena de cariño, antes de dirigirse hacia el rizado, y pellizcar sus mejillas—. A mi igual.
Esas fueron las últimas palabras que compartieron, antes de subir al vehículo, junto a Gemma, y su no-del-todo- progenitor, dirigiéndose hacia la iglesia. Durante el breve viaje, Harry oyó cómo el demonio que poseía el cuerpo de Des se negó a oír Dominique, luciendo más feliz de lo normal. ¿Debería estar asustado? En verdad, parecía como si fuese a disfrutar aquella junta religiosa.
Solo esperaba que nada malo sucediese.
Cuando llegaron, toda la familia Styles ayudó a preparar el puesto de comida, adornándolo con un enorme cartel de papel, el cual se leía "¡Los Famosos Postres De Holmes Chapel!" Según el padre William, todo el dinero recaudado en los puestos sería donado a un orfanato, en Doncaster.
Según Louis...bueno, cuando Harry se lo comentó, fingió sorpresa, usó sarcasmo en su tono, y puso sus ojos en blanco al recibir una breve explicación de parte del mundano.
"—¡De verdad, Lou! Hay un orfanato, olvidado dentro de un bosque. Bastante triste, a decir verdad, ¿no lo crees? ¿Cómo hacen los niños para vivir dentro del bosque? ¡Un bosque abandonado!
—...Ese es el punto, Harry."
Demonios, tenía razón. No había lógica alguna, pero tampoco quería arruinar la ilusión de las personas, donde creían ser bondadosas, y no tenía las agallas de exponer a la iglesia. Se sentía como un padre intentando ocultar que Santa Claus no existe.
Creyó que, quien mejor lo comprendería, sería su sabio amigo, Fionn.
Se equivocó.
—... ¿Cómo que-...? —Su mejor amigo se volteó en su sitio, con sus ojos abiertos de par en par, sosteniendo en su mano derecha un enorme algodón de azúcar que apenas compró—... ¿Cómo-...?
Harry observó a su alrededor, de reojo, antes de asentir con rapidez.
—... ¿No existe Santa? —Fionn fue observado por unos segundos antes de quejarse cuando el rizado golpeó su hombro, volteó, y caminó lejos. No pudo evitar reír a carcajadas, persiguiéndolo—. ¡Me estás tomando el pelo!
—Fuera.
Sin embargo, el hijo único de la familia Whitehead no se apartó, rodeando los hombros de Harry con un brazo mientras mordió un trozo de su algodón de azúcar.
—Estoy bromeando. ¡AH! —Se apartó con brusquedad, observando con indignación el ceño fruncido de su amigo—. ¡Qué malhumorado estás! Y yo que planeaba pedirte un favor...
De repente, Harry cambió su expresión, luciendo más atento, y curioso. ¿Le habría sucedido algo a su mejor amigo? ¿Necesitaba conversar? ¿Sería capaz de darle un buen consejo? Estaba preparado para lo que sea.
Fionn extendió su algodón de azúcar hacia el rizado—. Sostén esto mientras intento ganar algún premio, y conquistar a Ruby.
Y eso hizo. Tal vez, solo por ese día, era su turno ser Cupido.
Mientras oía los quejidos de su mejor amigo, y el cómo gastaba todo su dinero en intentar conseguir un enorme oso de felpa, Harry se permitió admirar la naturaleza del sitio. El día estaba algo nublado, pero un rayo de sol, en específico, decidió trazar su camino entre un par de nubes, apuntando con exactitud al pequeño pueblo. El clima era frío, pero refrescante, y a pesar de los puestos de la Kermés ocultaban el patio trasero de la iglesia, éste no perdía su encanto: suelo apedreado, una bella fuente luciéndose en medio de todo el sitio, y árboles que rodeaban el sitio, provenientes de un bello, desconocido bosque.
Harry jamás pensó en adentrarse en él, porque nadie lo tenía permitido. Después de todo, no dejaba de ser territorio de la iglesia, por lo cual Dios estaba entrometido, y los sacerdotes no lo permitirían. ¿Daba miedo? Por supuesto que no. Sin embargo, ¿que ocultaban allí? ¿Por qué jamás permitían que los alumnos de diferentes establecimientos acampen? En cambio, los llevaban en autobús a otro bosque.
Pero, sobre todo aquello, ¿Por qué Harry sentía que ya estuvo allí? Incluso podría caminar en éste, y llegar al lugar que su mente imaginaba. Era extraño, y le daba escalofríos, por lo cual decidió regresar su atención a Fionn. No pudo evitar sonreír con timidez al notar como Liam, quien lucía algo formal, lo observó a lo lejos, agitando su mano en un saludo, antes de aproximarse entre la gente, con una bonita joven de cabello rubio, y ojos oscuros a su lado.
—¡Hey! —Liam sonrió aún más, revolviendo con suavidad los rizos de su amigo—. Me alegra que estés aquí. ¿Qué estás...? —Sus ojos color marrón se dirigieron hacia Fionn, quien lo observó de reojo con molestia. De inmediato, la expresión del más alto cambió—. No, no puede ser. Ya para, estuviste todo el día aquí.
—Cierra el pico, Liam, y ayúdame.
—Basta, Fionn —Intentó apartar al joven del puesto cuando éste, una vez más, comenzó a buscar dinero en sus pantalones—. ¡Vas a asustar a Harry!
—¡Quiero el oso!
—De verdad, Fionn —Liam lo soltó, suspirando, y luciendo exhausto—. ¿Hace cuánto Harry está de pie a tu lado?
—Estoy aquí desde que llegué —Murmuró el rizado, provocando que su mejor amigo lo rebaje con la mirada—. Es la verdad —Se excusó.
La joven de cabello rubio, quien se encontraba observando toda la situación, rió mientras oía la discusión entre los hombres, antes de aproximarse con timidez hacia Harry, quien la observó de inmediato, formando una línea con sus labios ante la vergonzosa situación.
—Lo siento —Se disculpó.
—Tú eres Harry, ¿verdad? Harry Styles —Murmuró en respuesta, ignorando la disculpa. Su voz era dulce, algo baja—. Soy Ruby.
<< ¡Oh! La hija del sacerdote William >> De repente, se sentía torpe. Estaba demasiado distraído en sus asuntos, que ni siquiera notó que se trataba de la joven con la cual Fionn bailó en la fiesta.
—Un placer —Murmuró con rapidez, algo sonrojado. Oyó a Ruby reír una vez más, provocando que el rubor en sus pómulos se intensificase.
—¿Cómo es que jamás te vi por aquí? Oí sobre ti, porque mi padre...el sacerdote —Se corrigió, dando un asentimiento, antes de bajar la mirada hacia sus bonitos zapatos de color blanco—. Él habla mucho sobre ti. Le agradas.
<< Mentira >>
Harry se encogió de hombros, notando de reojo como Fionn, quien continuaba "discutiendo" con Liam, prestaba atención a la conversación de su mejor amigo con la chica que le gustaba.
—Uh, tal vez me viste, pero no me notaste —Respondió, frunciendo un poco el ceño, antes de reír con notable incomodidad, avergonzado—. Me sucede seguido —Intentó bromear.
Sin embargo, la joven lo observó fijo a los ojos, también sonrojada, y sonrió con dulzura—. Te aseguro que si te hubiese visto, lo recordaría —Murmuró.
Harry no sintió nada extraño de su parte. De hecho, creyó que Ruby era alguien amable, que tan sólo intentó consolarlo, pero se sintió algo confundido cuando notó a Liam alzar sus cejas, observándola. No quiso continuar sintiéndose incómodo, por lo cual agradeció en un murmullo, y se aproximó a Fionn, quien pareció -de la nada- tomar coraje, y jugar por última vez.
—Fi —Harry lo llamó en un dulce tono de voz.
—Hazzie —Respondió el muchacho, poniéndole mala cara al hombre del puesto, quien no paraba de reírse de él, arrebatando las pequeñas pelotas, hechas con diario y cinta, de las manos de éste—. Es el último.
—De acuerdo —Observó con sorpresa como Fionn arrojó una de las pelotas con rapidez, furioso, pero logrando su objetivo al derribar, con exactitud, tres latas—... ¡Oh!
Su mejor amigo se volteó para verlo, también sorprendido, y lo tomó de los hombros, sacudiéndolo—. ¡GANÉ! —Festejó, antes de apuntar con su dedo índice al hombre del puesto, quien lucía, de repente, exhausto—. ¡¿De quién se burlará ahora?!
—Con todo el dinero que me diste, podría comprar tres terrenos en Londres —Murmuró el desconocido, antes de hacerse a un lado para enseñarle los premios que podría escoger.
Fionn se volteó para observar a Ruby, quien le sonreía—. Escoge uno.
Los oscuros ojos de la joven comenzaron a brillar, a la par que se acercaba con timidez, y señalaba con duda una pequeña muñeca de porcelana. Lucía como ella, exceptuando el vestido. El hombre del puesto se la entregó de inmediato, cambiando su actitud, debido a que era la hija del sacerdote, y no quería tener problemas con miembros importantes del sitio.
—Y pensar que querías el oso de felpa... —Murmuró Liam, siendo silenciado por Fionn, antes de que ambos riesen por lo bajo.
—Mierda, no quiero estar aquí —Fionn le susurró a Harry, quien lo observó fijo a los ojos por unos largos segundos.
La tarde llegó con rapidez, y los cuatro jóvenes decidieron sentarse en un espacio libre de la fuente, compartiendo comida. Mientras Liam entablaba una conversación con Ruby, quien sostenía orgullosa su nueva muñeca de porcelana, Harry intentaba descifrar que ocurría en la mente de su mejor amigo.
—¿Por qué? —Le preguntó, tendiéndole la bolsa de galletas de chocolate que compró en el puesto de su madre.
Luego de masticar, y tragar, Fionn se encogió de hombros, preparado para responder: —. Bueno, para empezar; La pasé increíble en... —Observó a su alrededor por unos segundos—...Halloween —Bajó el tono de su voz, asintiendo a la par que el rizado—. No lo sé, esto me resulta...deprimente. Antes solía ser alegre, pero ahora solo veo...caras, y estampillas. Es un poco, no lo sé...
—... ¿Católico?
—Exaaaacto —Fionn alzó su mano hacia su mejor amigo, y éste le chocó los cinco—. No lo sé, estoy algo desanimado.
—Comprendo —Harry, en verdad, lo hacía. Desde que Louis apareció en su vida, sentía que nada podría hacerlo feliz—. Pero, ¿es sólo por la diferencia de dos lugares? ¿No hay nada más en tu cabeza?
—Bueno... —Fionn carraspeó su garganta, acomodándose mejor sobre el borde de la fuente, antes de suspirar, provocando que vapor saliese de su boca—. Me pasé la tarde intentando arrojar una cantidad exacta de latas para ganarme esa fea muñeca, aunque yo quería el oso, y dársela a Ruby —Bajó su voz, inclinándose un poco hacia Harry para poder mantener una íntima conversación—. Y no es que tiene que devolverme el regalo, ni nada parecido. Solo creí...imaginé algo que no ocurrió —El rizado llevó una de sus manos a la espalda de su mejor amigo, acariciándola, intentando hacerle saber que tenía su apoyo—. Y, además de que no encontré la forma de invitarle a una malteada, parece estar...un poco enamorada de ti.
Harry se congeló en su sitio, abriendo sus ojos de más—. ¿Qué?
—Sí, así es. Así que...puedes quedártela —El rizado frunció el ceño ante aquellas últimas palabras, observando fijo los ojos ajenos—...me expresé como la mierda, ¿verdad?
—Si.
—Lo siento —Fionn se disculpó, luciendo más desanimado.
Harry intentó pensar algún momento de la tarde donde Ruby se viese interesada en él, de una manera más compleja, pero no lo encontró. ¿Era tan despistado para no darse cuenta o Fionn estaba exagerando?
—Fionn —De manera inevitable, sus pómulos comenzaron a hervir—. Nos conocimos hoy, ¿cómo podría? Además, no me gusta.
Ahora era su mejor amigo quien lo observó con indignación—. Pero, ¿tú la viste? Es preciosa.
—Es preciosa, y adorable —Harry asintió, estando de acuerdo—. Pero no me gusta, y eso es todo —Se encogió de hombros antes de alzar la bolsa con galletas—. ¿Quieres otra galletita?
—No —Fionn aún estaba sorprendido, observando como el rizado cerraba la bolsa en sus manos, dejándola sobre su regazo—. ¿De verdad no te gusta?
—De verdad, no me gusta —Respondió Harry, negando, antes de sonreír con timidez—. Podría ayudarte con ella.
Los ojos color azul de su mejor amigo brillaron al oír aquella última oración—. ¿De verdad? ¿Harías eso por mí?
—Haría más que eso por ti. Eres mi mejor amigo.
Fionn sonrió de forma exagerada, acercándose al rizado—. Ahora tú llamas mi atención, ¿no quieres ir por unas malteadas conmigo? —Bromeó. Harry negó, fingiendo rechazarlo con dolor mientras sostenía con su dedo índice y medio el puente de su pequeña nariz—. Si, yo también estoy enamorado de ti.
Ambos comenzaron a reír a carcajadas, pero Harry se detuvo de manera abrupta al sentir aquel familiar malestar en su estómago. Parpadeó con rapidez, viendo a su alrededor con ilusión, hasta que se encontró al Diablo, de pie, a unos cuantos metros, con sus manos en los bolsillos de su pantalón, y su semblante neutro, viéndolo fijo.
¡Genial! Harry estaba muerto de frío. Nada sería mejor que refugiarse en los cálidos brazos del amor de su vida. Intentó no sonreír, y se puso de pie—. Fi, voy al baño, sostén mis galletitas —Le tendió la pequeña bolsa a su mejor amigo, quien la tomó.
—Voy al puesto de mi padre, ¿nos vemos luego? —Preguntó el joven, también poniéndose de pie. Harry asintió con rapidez, alejándose—. ¡Me voy a comer tus galletas!
Disimulando, caminó con lentitud a un lado de Louis, observándolo de reojo cuando éste caminó a la par. Harry notó que las personas a su alrededor no le ponían atención, por lo cual podría hablar, pero, de todas formas, se mantendría alerta.
—Lou, ¿qué sucede? —Metió sus frías manos en los bolsillos de su abrigo—. ¿Está todo en orden?
—Sí, solo quería verte. Te estás divirtiendo —Harry asintió.
—Te eché de me-...
Sus pasos se detuvieron de forma abrupta en cuanto notó a tan sólo unos pocos metros frente a él una fila de personas, quienes intentaban aproximarse a un par de cuadros en el suelo, rodeado de velas encendidas, y papeles con palabras escritas en ellos. Harry notó que, en una de las fotografías, se encontraba Dylan Moisset, su ex compañero de clases de coro.
—Repulsivo —Murmuró Louis, y con un sonoro suspiro, provocó que una fuerte brisa de viento apagase las velas que rodeaban los cuadros, que cayeron al suelo, indignando a la gente que se encontraba alrededor.
Harry negó antes de retomar su camino, buscando con la mirada un sitio donde pudiesen hablar en paz, e intentando reprimir aquel sentimiento que invadía su pecho, y fluía por su cuerpo, volviéndolo la culpa personificada.
Louis lo siguió, a su lado, con su mirada amenazante, observando a su alrededor, como si estuviese esperando un ataque, o como si, de aquella manera, pudiese proteger a su niño favorito. En tan solo unos segundos, los pasos de ambos fueron interrumpidos cuando el sacerdote William se posicionó frente al rizado, observándolo fijo a los ojos.
—Harry Styles —Dijo, antes de observar de reojo a un lado del joven, quien abrió sus ojos de más. << Puede verlo >> —. Deberíamos conversar —Murmuró antes de girar sobre sus talones, comenzando a caminar hacia la entrada de la iglesia, donde nadie ocupaba aquel sitio.
Harry observó a Louis de reojo, quien chasqueó su lengua y, como si fuesen el reflejo del otro, ambos siguieron al anciano a la par, subiendo los pequeños escalones de la entrada del sagrado templo. El sacerdote permaneció de pie, aguardando por unos segundos, antes de observar al joven con reproche.
—... ¿Qué hace él aquí?
—¿Q—Quién? —Harry no pudo evitar tartamudear, con los latidos de su corazón acelerados, y las palmas de sus manos sudorosas.
—Puedo verlo —Murmuró con calma el anciano frente a él—. Me está sonriendo. ¿Qué está planeando? Nadie está molestando.
—No está planeando nada —Harry no dudó siquiera un segundo en responder—. Tan solo quiso verificar que yo me encontrase bien. Me está protegiendo.
El sacerdote William alzó ambas cejas—. ¿Protegiendo? —Negó con lentitud, luciendo decepcionado, y algo molesto—. ¿Quién podría molestarte en la iglesia? Son excusas. Esto es territorio sagrado, ¿cómo puede estar aquí?
La ronca, escalofriante, pero seductora risa de Louis se hizo presente. Harry no supo con exactitud qué significaba —¿Planificó algo? ¿Tan solo se estaba burlando?—, pero, sin embargo, se aproximó al Diablo, y lo tomó con suavidad de la manga de su camisa negra.
—Sacerdote, p-por favor, hable con cuidado, o las cosas podrían salir mal —Pidió el mundano en un dulce, bajo tono de voz.
—No le temo, Harry. Estoy protegido, y él lo sabe —Respondió el sacerdote William, observando fijo el rostro del arcángel, quien continuaba sonriendo como si nada.
Tal vez Louis no lo pensó de igual manera, pero Harry creía que el anciano se estaba pasando de listo, y faltándole el respeto a su esposo. Si bien la ideología de los miembros de la iglesia se basaba en visualizar a un ser malvado, aprovechador, el joven comprendía el dolor del Diablo, y la forma en la que actuaba.
Debía ser lo más firme posible.
—No estoy seguro que todas las personas aquí tengan la misma protección de usted, así que, por favor, deje de hablar así. Ni él, ni yo, toleraremos faltas de respeto —Su voz tembló un poco, pero se mantuvo firme, con su mirada fija en el miembro esencial de aquella “humilde” iglesia.
Louis no pudo evitar alzar, y bajar sus cejas, silbando ante la satisfacción que sintió al oír como su esposo imponía respeto, y en ambos. A la velocidad de la luz, su sonrisa se desvaneció, y su mentón se alzó, demostrando superioridad en su lenguaje corporal.
—¿Sabe como se llama eso que acaba de oír, sacerdote? —Murmuró el Diablo, manteniendo un tono suave, pero amenazante, como una bomba detonándose—. Empatía, cosa que usted, y su casita para el de arriba no obtuvieron.
—Esto no es una casa, es un sitio sagrado —Replicó el sacerdote William, con pura indignación en su tono de voz—. Aquí la empatía renace una, y otra vez. De aquí proviene, y es lo único que tenemos en mente, además de Dios.
—Puedo oír los pensamientos de todo sacerdote... —Louis dio un paso al frente, y el cuerpo de Harry se paralizó—. “Oro”, “obtengo beneficios”, “soy el jefe patriarcal”, pero, sobre todo... —Bajó su mirada a una de sus manos, acariciando con su dedo índice uno de los anillos de oro que traía puesto—...el deseo sexual a simples niños.
Tanto Harry como el anciano quedaron perplejos, pálidos como una servilleta mientras Louis, quien alzó la mirada al ser inferior frente a sí, se inclinó hasta estar a centímetros del rostro contrario.
—Me iré, porque mi esposo está teniendo un agradable día —Poco a poco, la franja color bordó de uno de sus ojos tomó control del precioso océano en ellos—. Esta noche, antes de irse a dormir, rece todo lo que le plazca —Su voz se volvió ronca—. Tal vez le ayude a no encontrarse con el cadáver de su esposa muerta de su lado de la cama.
En tan solo un parpadear, el Diablo desapareció, y Harry lo supo de inmediato, debido a la disminución del malestar en su estómago. Un silencio ensordecedor se formó, pero fueron tan solo unos segundos antes de que el rizado alzase su mirada hacia el anciano frente a él, observándolo con pena.
—Lo siento por esto —No pudo evitar disculparse.
El sacerdote William negó, luciendo avergonzado, y sin devolverle la mirada—. Eres un buen chico, Harry —Murmuró, suspirando—. Él no lo vale, y tú...tú sabes cual es su propósito.
Sin más, dio un asentimiento, despidiéndose, para adentrarse a la iglesia, y dejar a Harry con miles de pensamientos intrusivos merodeando por su mente.
¿Lo sabía?
Para suerte de Harry, la kermés acabó, pero Fionn fue quien más festejó, siendo regañado por su padre mientras se adentraban a su vehículo. El joven, encontrándose dentro del coche, en el asiento trasero, bajó la ventanilla para agitar su mano, despidiéndose de sus mejores amigos, también arrojando besos al aire, claramente dirigidos hacia Ruby, quien se sonrojó, y agitó su mano.
Luego de ayudar en bajar del baúl del vehículo las sobras del puesto de Anne, la familia Styles se adentró a la casa, y Gemma no tardó en trotar hacia el tocadiscos, reproduciendo Dominique en éste.
—¡Hoy es día de festejo! —Anunció el demonio que poseía el cuerpo de Des, besando ruidosamente la mejilla de Anne, quien rio, avergonzada—. ¡Haremos un banquete!
—Con gusto, cocinaré algo riquísimo —Comentó la mujer, observando de reojo a Harry, quien se encontraba caminando hacia la puerta que llevaba a su cuarto—. ¿Cariño?
Por inercia, Harry se volteó, dedicándole una dulce, pero agotada sonrisa a su madre—. Iré a darme un baño, mami. Luego subo, y te ayudaré en lo que sea que necesites —Se sentía libre al saber que no recibiría una mirada amenazante de parte de su progenitor—. No tardaré.
Anne le sonrió, asintiendo con rapidez, antes de que el rizado retomase su camino hacia su cuarto. Cerró la puerta detrás de sí, bajando la escalera con rapidez para, finalmente, abrir la puerta de su sitio seguro, donde no tardó en encontrarse con el rey del inframundo de pie, en la punta de la cama, observándolo.
Harry suspiró, empujando la puerta con su propia espalda, y permaneciendo apoyado en ésta, antes de suspirar con cansancio.
—Estás exhausto —Murmuró Louis, llevando sus manos, adornadas con preciosos anillos de oro en sus dedos, a los bolsillos delanteros de su pantalón. El mundano asintió, estando de acuerdo—. ¿Qué ronda por tu mente?
Harry bajó su mirada a sus propios zapatos, formando un puchero con sus labios, pensativo mientras, poco a poco, sus pómulos se volvían rosados. Por otro lado, siendo muy cauteloso, el Diablo se aproximó a pasos lentos hasta estar frente a su niño favorito, ladeando un poco su cabeza, y obsequiándole una coqueta sonrisa.
—Mh...
—Dilo.
—Hoy... —El rizado alzó su mirada, encontrándose con la contraria, y notando que Louis se encontraba algo inclinado, lo cual provocó que sus narices no tardase en rozarse.
—¿Sí?
—No me...diste ni un beso —Murmuró Harry, cerrando sus ojos ante el reclamo, avergonzado.
Oyó el suave sonido de algo rozar una tela, antes de que su mentón fuese sostenido con delicadeza por la cálida mano contraria.
—Ah, ¿no? —El pulgar de Louis acarició con lentitud la mandíbula del mundano, como si estuviese verificando que sus facciones fuesen reales—. ¿Y tú querías uno? —Murmuró, aproximándose un poco más a los gruesos, y rojizos labios ajenos. Harry asintió—. ¿Solo uno?
—No —Se quejó el de estatura pequeña, casi suplicando—. Más.
—¿Más? —El Diablo fingió sorpresa en su voz, alzando sus cejas, antes de cerrar sus ojos con lentitud, y dejar un suave beso en la comisura de los labios de Harry—. ¿Tan solo míos? ¿De nadie más?
—Tuyos, siempre... —Estaba realmente sonrojado, por lo cual agradecía la oscuridad de su cuarto.
Se sorprendió cuando Louis dio una lamida sobre sus labios, provocando que suspirase de forma temblorosa—. Buen chico —Le murmuró, acortando la poca distancia antes de comerle la boca a su niño favorito.
Era lento, profundo, y apasionado. Harry ladeó su cabeza en dirección contraria, llevando su mano con necesidad hacia la nuca del arcángel, y acariciando con sus dedos, de manera suave, el lacio cabello del más alto. Sus ojos se mantuvieron entreabiertos, como si estuviese verificando que fuese real, pero se cerraron una vez la lengua del Diablo se adentró a su boca, acariciando la contraria mientras lo sostuvo mejor de la cintura.
Fue prolongado, sonoro, todo lo que Harry necesitó.
Louis separó sus labios de los de Harry, sosteniéndolo aún más contra él, hasta que sus torsos estuviesen pegados, y lo observó fijo a los ojos, notando el cansancio, y ligera tristeza en aquellos preciosos ojos color esmeralda.
—Dime qué ocurre... —Murmuró.
Harry lo observó en silencio, con sus labios más rojizos de lo usual, mientras, poco a poco, frunció su ceño, confundido.
—Nada ocurre —Respondió, bajando sus manos con lentitud, hasta sostenerse de los bíceps del Diablo.
—Harry —Amaba cuando pronunciaba su nombre, pero el tono de advertencia en su voz lo puso algo nervioso.
Y con motivo, porque si Louis creía que alguien le tocó siquiera un cabello, sería capaz de quemar el pueblo entero.
—Tú... —Harry tragó saliva, sin saber cómo sonaría su pregunta, o la respuesta que recibiría. Louis aguardó con calma, incluso si su paciencia era nula, pero no con él. No con su esposo—... ¿En verdad le...? —Chasqueó su lengua, algo frustrado—. Le dijiste al Sacerdote que tenga cuidado esta noche.
—Por el cadáver de su esposa, sí —Dijo Louis, como si nada, alentándolo a continuar. Harry tan sólo parpadeó con lentitud, observando los preciosos ojos del arcángel, quien suspiró, antes de alzar levemente su mentón, demostrando autoridad—. Fui inteligente —Murmuró, sin titubear—. Entre las dos opciones que tuve en mi mente, esa fue la más leve.
—¿Cuál era la otra?
—Deshacerme de él —Respondió de inmediato—. Y dejar su alma en el olvido, ardiendo junto a las demás.
El mundano arrugó su nariz cuando sintió como su piel se estremeció, negando lentamente con su cabeza—. No creo que sus palabras lo lleven al extremo de ser enviado al infierno. No lo merece.
—¿Y tú sí? —El tono de voz, cauteloso, pero invadido por molestia del Diablo provocó que sus miradas volviesen a encontrarse.
Una vez más, Harry permaneció en silencio, sin saber con exactitud cómo defenderse. ¿Al principio? Tal vez no. Sin embargo, en aquel momento, luego de todo lo ocurrido...merecía lo peor.
—Eres uno de los humanos más inseguros de sí mismos que alguna vez observé —Continuó Louis, alzando un poco su mentón. No quería tomar una postura superior a la de su niño favorito, sino demostrarle que podía copiarla, y no habría ningún problema—. Nunca creíste que podrías llamar mi atención, e incluso sigues dudando de ello hoy día, estando comprometidos —Hubo un breve, ensordecedor silencio, antes de que el arcángel inclinase su rostro hacia abajo, a centímetros del contrario—. Quiero que me veas, y respondas con sinceridad qué pasa por tu mente si pregunto... ¿Cuál es la diferencia entre aquel ser inferior y tú?
—Soy más inferior que cualquiera —Respondió al instante, sorprendiéndose de sus propias palabras.
Hasta llegó a pensar que Louis, de alguna manera, lo hechizó, pero su desconcertante mirada, y la manera en la que alzó una de sus cejas lo hizo saber que se equivocaba.
—No comprendo cómo puedes referirte así de ti mismo, cuando hace un par de lunas atrás... —Presionó las yemas de sus dedos, repletos de anillos de oro, en la cintura de su niño favorito—...mientras toqué, lamí, y besé todo tu cuerpo, sentiste el poder suficiente para decirme que lo querías todo...y aquello no te volvió menos puro. Te volvió más sincero.
Harry sintió sus mejillas arder, intentando, de alguna forma, permanecer quieto en su sitio cuando un cosquilleo hizo presencia en su vientre.
Tragó saliva con fuerza antes de negar con lentitud—. Una persona...una persona pura no mata a tres personas, ni envía a su propio padre al infierno.
—Harry —A pesar de que su tono de voz era suave, mantuvo firmeza en su mirada—. Podríamos conversar sobre ello durante toda la eternidad, y mi respuesta siempre será la misma: es mi responsabilidad.
Por supuesto que Louis intentó comprender porqué Harry experimentaba aquel sentimiento culposo. El joven lo invocó desde lo más profundo del inframundo, obsequiándole estadía en la tierra, y más. Su inteligencia era indudable, pero su paciencia casi nula.
—Escúchame con atención —Una de sus manos alzó el mentón de Harry, sosteniéndolo con delicadeza—. No volveré a repetirlo, ¿capiche? —El mundano asintió, sonrojado—. Tienes que dejar de hacerte responsable de mis actos —Enfatizó cada palabra, hablando lento, y claro, como si estuviese enseñándole—. Hice cosas peores, y no me arrepiento de ninguna de ellas, porque soy inteligente, y poderoso —Casi sonrió, con orgullo de sí mismo—. Mantengo mi sabiduría, y cuando actúo por impulso, es porque estoy harto.
<< Podría comenzar el apocalipsis con un chasquido de dedos, pero no lo hago, porque sé que no me conviene. Soy razonable, así es como yo soluciono mis asuntos, pero si en cada situación creerás que es tu responsabilidad...entonces ve, y cásate con Diosito.
Los ojos de Harry se abrieron de más, sorprendido ante el tono sarcástico ante lo último del gran discurso. Intentó no sonreír, mordiendo su labio inferior. Louis hablaba con honestidad, no sería capaz de reír en su rostro.
—Lo único que notarás a mí lado es como arruinó la vida de personas que pidieron por ello, y tú, querido... —Negó con lentitud—...no estás en la lista.
Harry no pudo evitar sonreír con timidez, riendo en silencio, con sus ojos húmedos, intentando ocultar la angustia oculta entre la felicidad.
—No...yo quiero estar contigo —Confesó.
—Que bien. Eso esperaba —Respondió Louis, alzando su dedo pulgar hacia una de las pestañas de su esposo, apartando las lágrimas que amenazaban caer por su rostro, antes de atraerlo aún más contra su cálido cuerpo, y besarlo con profundidad.
Quería curar toda culpa, eliminar los malos sentimientos, pero, maldita sea, era el Diablo.
Harry suspiró, cerrando sus ojos, a la par que permitió relajar su cuerpo contra el ajeno, derritiéndose con cada caricia de los finos labios del arcángel sobre los suyos.
—Te amo —No pudo evitar murmurar cuando se apartaron con lentitud.
—Lo sé —Fue la única respuesta que recibió—. Ahora ve a dormir. Volveré mañana.
—¿No te quedas esta noche? —Preguntó el rizado, casi rogando con la mirada.
Louis quería, en verdad. Sin embargo, no sólo notaba lo exhausto que su esposo se encontraba, sino también lo sentía.
Negó con la cabeza—. Deberías descansar. No tardaré en regresar —Harry intentó no comenzar un berrinche interno, comprendiendo el razonamiento del Diablo, y asintiendo con lentitud antes de, una vez más, ser besado—. Ve a dormir.
El mundano asintió una vez más, obedeciendo con felicidad. Si bien Louis aún no pronunciaba aquellas dos palabras, notaba en sus acciones algo diferente. Algo bueno, excitante, pero, sobre todo, seguro.
Se sentía seguro.
No tardó en dejar de sentir el malestar mientras se quitó la ropa, buscando su pijama en el segundo cajón de su mueble, que estaba en la esquina del cuarto. Dudó en tomar aquella manta de invierno que utilizaba en su niñez, pero lo hizo. Necesitaba abrazar algo.
Una vez en la cama, estiró sus piernas, cubriéndose, estirando los pequeños dedos de sus pies, y suspirando con alivio. No tardó en dormirse, aún menos cuando su cuerpo se encontraba tan relajado, cobijado, y abrazado a una manta.
Con lentitud, se sumergió en un precioso sueño, donde Louis lo sostenía en sus brazos, en la calidez de una bonita casa, y le acariciaba sus rizos con lentitud, hablando en su lenguaje indescifrable, pero relajante.
Se sentía real, y aquello lo volvía mejor.
Sin embargo, lo que Harry no supo, es que aquella noche, alguien acariciaba su cabello, tanteando sus rizos, olfateando, apreciándolos con sed de venganza...
...y no era Louis.
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