𝟎𝟐

Fue un momento sumamente incómodo aquel saludo, ¡Por Dios! ¡Era el novio de su primo, ¿Cómo diablos pudo sentirse así?! Y obviando lo que su corazón sintió, trató de actuar con normalidad frente a su familia y así tal cual estaba antes de que el chico se apareciera, se integró a la plática de sus tías.

La cena fue buena, aunque... Fue imposible no notar como San Ha estaba pegado al rubio y como este lo mimaba tanto que incluso le dio de comer en la boca. Se obligó a poner aquello en segundo plano, a olvidar por completo que un hombre que recién había conocido fue capaz de hacer un hueco en su corazón.

Ese hombre ya está tomado, Lee Dong Min.

Se repetía en la cabeza, además que él tenía estrictamente prohibido enamorarse. Ese sentimiento jamás pasaría por él.

Porque para Dong Min, las personas enamoradas sufren un calvario, porque las personas enamoradas sangran de amor, porque las personas enamoradas no razonan y olvidan su principal objetivo en la vida. Incluso, llegan a entregar su vida por otros y no son valorados.

Dong Min jamás ha tenido novio, nunca tuvo tiempo para eso... Al menos, él se engaña de esa manera porque en su adolescencia encontró a alguien que le hizo sentir menospreciado. Salió con un chico mayor que él, quien le prometía bajarle las estrellas del cielo y entregárselas, aun en su desconfianza nunca se atrevió a siquiera besarlo alguna vez, por más que el chico le insistió Dong Min sentía que no era correcto aún cuando eran "novios" y cuando fue entregando más su corazón por las palabras bonita y la seguridad que le daba, recibió la peor noticia de todas.

Su "novio" se iba a casar con alguien, una chica de buena familia la cual ya estaba embarazada de él. Y no solo eso. Habían dos personas más que decían estaban saliendo con él y llegaron al colegio a reclamarle.

«Si tanto les gusta ese inútil, quédenselo. Total, yo no peleo por hombres».

Fue lo que les respondió dejando su orgullo muy alto frente a ellos, pero al llegar a su casa, su corazón se rompió en mil pedazos y para colmo, el muy bastardo se atrevió a llamarlo y le mintió diciéndole que todo era mentira y que solo lo quería a él en su vida. Dong Min lo bloqueó, eliminó su contacto y sufrió en silencio. Soltó lágrimas de enojo y tristeza porque esperaba que lo decepcionaran, pero no de esa forma tan asquerosa.

Unos días duró su tristeza y fue cuando su carácter se comenzó a endurecer. Dong Min siempre fue el consejero amoroso de sus amistades y tanto que escuchaba de ellos, comenzó a preferir la soltería en todo su esplendor.

Se había construido una meta de conservar por años y así seguiría.

-Tía, creo que es mejor que me vaya.

-¿En serio? -Hyoyeon hizo un puchero. -Bueno, me imagino que estás muy cansado.

-Sí... -la mujer lo abrazó con todo amor, recibiendo ese calor familiar que por tantos años perdió.

Esa noche asfixiante finalmente terminó, Mingyu lo fue a dejar al nuevo apartamento donde viviría -ya que había hecho los preparativos antes de tiempo y ni loco se quedaba con su madre-

Al llegar estaba su pequeño perro esperándolo, cajas por ordenar y como estaba tan cansado prefirió ir a dormir.

Les dio de cenar a su mascota, sacudió su cama y se cambió de ropa, para dejarse caer en los brazos de morfeo.

Tenía una semana libre antes de comenzar su trabajo como maestro, así que aprovechó para darle vida a aquel solitario y vacío apartamento donde viviría los siguientes meses -Hasta que se aburriera- porque él era así, estar en el mismo sitio siempre lo ha hecho sentir encerrado, aveces incómodo y termina yendo de apartamento en apartamento.

Aunque la verdad, es que cada que se mueve, muy dentro de él, desea encontrar lo que realmente significaba un hogar.

Su casa nunca se sintió como uno, se fue al extranjero a estudiar en busca de ser libre y a pesar de que tuvo muchas amistades, no pudo sentir en ningún momento ese calor que buscaba. Se sentía solo todo el tiempo y no habían más palabras para describir como se sentía.

En su instalación, San Ha tuvo mucho que ver y sus problemas comenzaron también. Su novio, también ayudó.

San Ha llevaba a Bin a su apartamento con la excusa de "Queremos ayudarte para que termines lo más pronto posible" y decía excusa puesto a que la mayor parte del tiempo, se la pasaban dándose besos y mimos en vez de cualquier otra cosa y no es que sentía algo, sino que la incomodidad era lo principal.

La línea estaba marcada, Era el novio de San Ha, de su primo y como familia, el respeto se debía mantener ante cualquier cosa.

No iba a interferir, incluso llegaba a pensar en que no era para tanto, después de todo, solo se saludaron una vez y por lo que observaba, ese chico amaba demasiado a su primo y eso era lo importante.

Si era un enamoramiento no correspondido, nada importaba con tal que San Ha fuera feliz.

¿O si no era?

-¡Miin! -la voz ruidosa de su primo lo sacó de sus pensamientos.

-¿Qué pasa?

-Binnie quiere ir a comprar algo para comer.

-Quería comprar hamburguesas o pollo frito, pero me dijo Sanhie que no te gusta. -dijo Bin mirando fijamente a su novio hacer un mal gesto mientras lo abrazaba.

-¡Es que ya te dije que es verdad! Min, dile que tú no comes nada grasoso, por favor. -obviamente San Ha lo conocía muy bien.

-De hecho... Es verdad. -el rubio torció una mueca.

-¡¿Lo ves? Te dije que Min no come!

-Pensé que estabas jugando. ¿Puedo conseguir algo para ti, primito? -dijo tratando de ser aceptado y por supuesto, tener una buena relación con la familia de su novio.

Después de todo, Bin planeaba casarse con el doncel.

-No importa, compra lo que quieras. -asintió y fue cunado Dong Min dio la vuelta y se fue a la cocina.

Lo que no esperaba, fue ver a su primo con su novio dándose un beso tan dulce, aquella mirada del rubio hacia el chico era de completo amor y sintió en su pecho una sensación extraña.

Una vez más era el mal tercio.

¡Como odiaba eso!

-Me traes algo rico, Binnie~

-¿Qué más quieres, príncipe mío?~ -el chico rió ante su voz dulce y mimosa y más cuando lo abrazó y le dio un beso en su cuello.

-¡Lo que quieras, Binnie!~

Finalmente el rubio se marchó dejando al chico con una sonrisa y con un Dong Min un tanto... Incómodo y asqueado.

¿De que le sirve ser así? Al final es un hombre más en la tierra.

Dong Min era muy cerrado en ese particular, siempre ha creído que no hay hombre bueno, todos son una porquería y era algo que realmente nadie le haría cambiar se parecer.

Los hombres eran como cucarachas, una plaga qué se reproducian sin parar y todavía era un ofensa porque las cucarachas tenían una función, mientras que para él, los hombres eran solo un estorbo.

Y eso que él era uno.

Vacilante, se acercó a su primo con un bowl de ensalada en su mano, San Ha parecía estar texteandose con alguien y con curiosidad miró su celular. Se quedó sorprendido como el menor posteaba una foto de su pareja en sus historias y como llenaba de corazones y tonterías su muro, dando a entender lo enamorado que estaba.

Así que así es una persona sumamente enamorada...

Pensó y nuevamente ese sentimiento extraño en su pecho.

No le dijo nada, hizo como si nada hubiera pasado. Sin embargo, pasó el resto del día con su mente sumida en una pregunta:

¿Qué era el amor para convertir a una persona cuerda en loca?

Se dio el tiempo suficiente para organizar todo y lunes temprano en la mañana, estaba listo para ir al trabajo. Se levantó muy temprano para desayunar bien, vestirse con tiempo y tomar el autobús a tiempo - y si tenia suerte, pues algo vacío-

Llegó puntual por supuesto, se presentó a la oficina del rector para luego ser dirigido a la que sería su aula, entregarle todos y cada uno de sus horarios y seguidamente presentarle a sus colegas, al menos a quienes estarían en su mismo pasillo.

Para ser su primer día, realmente no le fue tan mal, todos lo trataron bien y sus alumnos también colaboraron. Todo iba perfecto.

Y más perfecto fue cuando, a la hora de su salida, escuchó una voz dulce y conocida muy cerca de él. Buscó con la mirada esa voz hasta dar con el doncel de cabellos cobrizos y esponjado.

-¡Sanhie! -había olvidado que su amado primo también estudiaba en aquella universidad.

-¡Dongdong! -los amigos del doncel que se encontraba en ese momento con él, miraron raro a Dong Min ya que no imaginaban qué el nuevo maestro de danza del que se había estado hablando todo el día fuera familia del menor.

Porque se había estado hablando sobre lo elegante y bonito que era, sobre lo varonil y femenino que se miraba al mismo tiempo, de como era estricto pero si llegar a "caer mal", era el maestro perfecto, según los mismos estudiantes que ese día pasaron con el mayor.

-¿Todo bien?

-Sí, Min. De hecho-... ¡Gatito! -Y todo hubiese sido perfecto, si tan solo Bin no hubiera aparecido.

-¡Binnie! -Dong Min respiró profundo y solo miró a la pareja demostrarse su amor en público a través de besos y abrazos.

-Sanhie bonito, ¿Quieres ir a comer conmigo al centro? -el chico asintió y solo se volteó para despedirse de su primo.

-Nos vemos, Min. Que estés bien.

-Que les vaya bien, románticos. -dijo con burla y con una sonrisa.

Los vio irse y él levantó la mirada al cielo y soltó un suspiro. Caminó de regresó a su salón para recoger sus cosas olvidadas en el salón.

Se sentía alegre de que hubiera alguien que amara a su primito de esa manera, le preocupaba por supuesto, pero al menos miraba qué era algo genuino.

¿En cuanto a sus sentimientos? Solo había sido algo momentáneo, a él no le podía gustar un tipo tan cursi, mucho menos alguien que conoció de un día para otro.

Todo era una tontería.

Él no estaba enamorado, mucho menos le gustaba ese rubio alto y... El novio de San Ha simplemente era un no rotundo.

No iba a seguir pensando en eso.




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