•Capítulo 02•
Maddie
Necesitaba salir de casa, me estaba ahogando, tenía 2 meses desde mi llegada a Seattle y todo estaba sucediendo muy rápido.
Como decía hace 2 meses llegue a esta ciudad y tenía 1 mes y medio en la Universidad y... tenía... muchos... amigos, no me malinterpreten, enserio, adoro, adoro a mis nuevos amigos, antes no tenía muchos, sabía que su amistad es leal y honesta, el problema con ellos es que eran muy... ruidosos, y yo... prefería la soledad, aunque tampoco me quejaba pasaba momentos muy agradables con ellos, pero ya no tenía tiempo para pensar.
Soy de las que sufren en silencio, ok...eso sonó muy Bella Swan, pero era la verdad.
Todos ellos eran muy buenas personas, Natalie, Eileen y Chel ya me consideraban, y yo a ellas, mejores amigas.
¿Como termine en ese grupo de diosas? Aún no comprendo.
Las miradas fulminantes hacia mi persona continuaban gracias a Nathan y Ryan, con el primero me llevaba de maravilla, llevábamos una clase juntos.
Todos ellos eran muy unidos, yo sabía que, bueno presentía que compartían algo mas que amistad, había un lazo que los unía, algo que yo no sabía, y no pensaba obligarlos a que me contaran, pero no podía reprocharles, yo misma les ocultaba cosas.
Estacione el Audi, préstamo de mi padre, no lograba convencerlo de tener mi auto propio. Y no es que me agradaría mucho, le tenía un poco de pánico a los autos.
Estaba a una cuadra del café al que quería ir, lo había visto hace unas semanas, pero las chicas no me dejaron ni acercarme, pero ahora que por fin me había librado de ir a la casa de Natalie, si... pasaba más tiempo en su casa o en la de Eileen, sus padres eran realmente encantadores y ya me trataban como a una hija, en especial Marise y Tim, los padres de Ryan y Natalie
Hoy les mentí ya que les dije que mi padre se iba a pasar toda la tarde conmigo en casa, así que podía ir con calma y relajarme.
Entre y era justo lo que me imaginaba, se llamaba LePetit, estaba a media luz, cálido, una música de fondo relajante y el delicioso aroma a café recién echo, si, definitivamente mi nuevo lugar favorito.
Una enorme sonrisa se formó en mi rosto
No estaba muy lleno por lo que pude escoger la mesa que más me apetecía, hasta el final había un gran ventanal donde se podía apreciar el bosque a lo lejos, ese lugar era para mí, solo había un señor como de 60 años tomando su café y leyendo un periódico.
Asumí que estaba así por el clima, me fije en la ventana y el cielo estaba muy encapotado, en cualquier momento caería una tormenta.
Me senté esperando que me atendieran y minutos después llego una chica oriental muy bonita
— Hola mi nombre es Yuuki, ¿deseas ordenar?— me dedico una sonrisa amable
— Hola, ahmmm, podrías traerme un capuchino de vainilla, por favor— ella lo escribió y se alejo
Mi mente se concentró en el bosque, era de un hermoso verde, me gustaba, en California todo estaba café, pero aquí el aire era más puro, el olor a pino estaba presente siempre.
No pude evitar pensar en Lynn, mi madre ¿se sentirá sola? Lo dudaba, de seguro estaba con un nuevo novio, tal vez mis amigos me extrañaban ya que no tenían mi nuevo número de móvil y lo más seguro es que Lynn no les quisiera dar santo y seña de mi.
Un suspiro salió de mí, ahora tenía a mi padre, a Doreen, mis amigos e incluso sus padres. Yuuki llego a interrumpir mis negros pensamientos, cosa que le agradecí si no acabaría muy mal, aún no sabía cómo lidiar con aquello, había pasado poco más de dos años pero aún así no podía recuperarme del todo.
Gracias al cielo me interrumpieron.
Tome la taza y note que mis manos estaban muy frías, acerque la enorme taza a mi rosto y el vapor choco en mi rostro, olía delicioso y cuando lo probé no pude evitar gemir, estaba ¡DELICIOSO! tanto que cerré los ojos, cuando logre abrirlos, me tope con unos hermosos ojos grises, que digo hermosos, exquisitos, embaucadores, preciosos, celestiales.
Estaba a varias mesas de distancia y aun así podía ver sus orbes plata.
Sentí el sonrojo en mis mejillas y me obligue a bajar la vista, para que no viera mi sonrojo.
Estaba tratando de controlar mi corazón, ¡solo son unos ojos Madison! ¡Unos ojos!
Ya casi lograba que mis mejillas estuvieran regresando a su color normal cuando la mesera se acerco
— Este, oye... te mandan esto— me tendió una servilleta doblada, ella espero mientras yo la abría
"Disculpe mi atrevimiento, pero no pude evitar notar lo bella que es, me concedería el honor de degustar tan delicioso café en su compañía"
¡Ooooooook! El sonrojo masivo regreso ipso facto, tenía que saber quién era el dueño de aquella nota, solo había 2 o era el dios griego o fue el viejito a lado de él.
¡Si claro, Madison! Como si aquel muchacho que está muy entretenido hablando por celular, lo más seguro que con su novia, se va a fijar en ti!
Al comprender que el viejillo era el dueño, y era obvio por el lenguaje, mi ceño se frunció, le pedí a Yuuki su pluma, parecía demasiado animada
"Disculpe pero creo que está un poco fuera de contexto, ¿no cree que es un poco atrevido de su parte solicitarme de esa manera?"
¡Ja! A ver que decía el viejillo de aquello, lo últimos que vi fue a Yuuki alejándose de mi mesa. Mi celular comenzó a sonar desesperadamente hasta que aparte mi mirada de la chica.
-Maddie, no tardes mucho, Peter se puede poner ansioso-
Era un mensaje de Doreen, era una mujer muy amiga que ayudaba a Peter antes de que yo llegara y aun lo hace, sé que hay algo entre ellos, aunque no lo acepten, ella es mucho mas que eso.
-Estoy en una cafetería del centro, no creo tardar tanto-
Termine de mandar el mensaje y busque a Yuuki pero no estaba y el dios griego tampoco, ¿ven? Que ¿les dije? Jamás me vería
— ¿Eso es un sí o un no?
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