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❝La danza es pura poesía corporal. Se mueve como versos, y habla con belleza❞.
El tenue frío de la mañana iba disipándose lentamente. En aquella mañana el joven pálido había decidido levantarse temprano, para tener una día más largo y así tal vez tener tiempo para ir a la casa de su madre a visitar a sus lindos gatos.
Mientras tomaba el desayuno, encendió un momento el televisor para distraerse o se quedaría dormido con la cara en el tazón del cereal. Estaba pasando canales sin interés hasta que uno llamó su atención.
"El actor Seo Changbin y Han Jisung de la empresa JYPEntertainment fueron captados en una cafetería besándose a plena luz del día", "¿podrán los famosos actores confirmar los rumores acerca de alguna relación?"
Fue lo que leyó el joven castaño. Parpadeo repetidas veces y se restregó los ojos pensando que simplemente era el efecto de haberse despertado tan temprano, pero solo logró hacer que sus ojitos ardiesen.
Al ver que no era así, que no era producto del sueño, una presión se hizo presente en su pecho y su dulce labio inferior tembló. En ese momento Changbin -que se había tenido que quedar en su casa la noche anterior ya que se la habían pasado bebiendo para celebrar su protagonismo en un nuevo drama- salió de la habitación y el contrario apagó el televisor con rapidez.
— Ah, Minho Hyung, ¿qué hace a esta hora despierto? — dijo el azabache refregándose los ojos con ambas manos.
— Nada, Changbinnie, ve y sigue durmiendo, yo iré a la empresa, tengo que practicar una coreografía — dijo con seriedad, pero se le dificultó al tener un gran nudo en su garganta, como si se tratase de un alambre de púas.
— De acuerdo, Hyung, tenga una buena y productiva mañana — Fue lo que dijo el menor bostezando antes de entrar nuevamente a la habitación.
Después de que el chico entró a la habitación de Minho, el castaño apoyó sus codos sobre la mesa apoyando así su rostro en sus manos.
Ahí el se lamento y lloro en silencio, ¿Qué estaba pasado?, ¿Qué había hecho mal?, ¿Fue un mal novio?, ¿No le presto la atención debida a el chico que tanto amaba?, aquellas y mil preguntas más le azotaron, sin saber en que había fracasado con el chico de lindas mejillas rellenitas.
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Han había decidido ir a visitar al pálido, ya que Bin le había dicho que seguro estaría en la sala de prácticas ensayando alguna coreografía.
El rubio se paro frente a la puerta, con un poco de dificultad -debido a los Ice Americano que tenía y una bolsa con comida-, abrió por fin la puerta.
Al entrar todo estaba oscuro, solo se vislumbraba la tenue luz que emitía el monitor del computador que reproducía la canción de la cual Minho había estado aprendiendo la coreografía junto a Hyunjin y Felix.
— Honnie — llamo el rubio, no obteniendo respuesta alguna, poso los cafés y la comida en el mueble junto a la puerta, y buscó el interruptor de la luz.
— ¿Dónde está el maldito interruptor? — susurró para si, tanteando para encontrarlo.
Al sentirlo soltó un pequeño sonidito de victoria y movió el interruptor.
— Maldición, la luz — chilló el castaño entrecerrando los ojos y Jisung vió como se encogía en su lugar restregándose las ojos con bestialidad.
El pálido volteo y lo vio, no pudo sentirse más que triste y enojado, si ya se había hartado de él, ¿por qué mierdas no le había dicho nada?, ¿es que acaso le creía idiota?.
— Hola, Honnie — dijo el chico brindándole una sonrisa.
— Hola — soltó este serio con un tono notablemente molesto.
Reparó bien en el rostro del pálido y se percató de las ojeras rojas y sus dulces mejillas húmedas.
— Minho, ¿Qué sucedió?, ¿Por qué lloras? — preguntó preocupado, el no solía llorar a menos de que la situación le sobrepasara.
— Por nada — dijo seco mirando a otro lado.
— Cariño, dime que sucede — dijo tratando de acercarse pero el castaño levantó la mano haciendo un gesto para que detuviese su acción.
— No.
— ¿Estas molesto conmigo? — interrogó el rubio mirándolo a los ojos, dándose cuenta de que la respuesta era afirmativa.
— Pero ¿por qué? — dijo el extrañado, por su cabeza no pasaba nada que el pudiese haber hecho mal.
— ¿Por qué empezaste a salir con Seo cuando somos aún novios, Cariño? — dijo haciendo énfasis en cómo lo había llamado.
El rubio sudó frío, sintió un enorme miedo escocer sus huesos, y trago grueso desviando su mirada.
— Minhonnie, lo lamento, fue idea de JYP para ganar más fama, sabes que los dos estamos protagonizando un nuevo drama, Park Jinyoung creyó que era buena idea — susurro este sin mirarlo aún a los ojos.
— ¿Es enserio? — cuestionó este no muy convencido, su voz sonaba gangosa y sorbió su naricita.
— Si, amor, es enserio, sabes que eres el único a mis ojos, además justo aproveche a Seo, ya que nadie aparte de nosotros mismos sabe sobre nuestra relación — declaró, Minho pudo percibir un sentimiento que no logro descifrar en su mirada, pero decidió confiar ciegamente en el, porque por Jisung, por su amor, metería las manos en el fuego.
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Era un día lluvioso de enero estaba oscuro, el cielo lloraba, los truenos y relámpagos resonaban con fuerza.
El joven castaño empapado camino rápidamente a la entrada de la morada que compartía con su novio y abrió tecleando la contraseña mientras tarareaba una melodía desconocida.
Llamo a el joven de hebras doradas pero no recibió ninguna contestación por parte del chico, fue raro ya que estaba allí, su carro estaba estacionado afuera, escucho un ruido en la parte de arriba del hogar y su sangre se heló, miro las escaleras temeroso y subió evitando hacer ruido.
El sonido provenía de la habitación que compartía con su novio y sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, de alguna manera anticipaba lo que se podría encontrar.
Abrió la puerta lentamente, sin hacer ruido y al ver lo que allí adentro había no pudo evitar soltar un quejido lastimero en silencio y asegurándose de que no lo hubieran escuchado tapó su boca con su mano, la cual temblaba al igual que sus labios.
Ahí, en la cama yacía su enamorado junto a Changbin, los dos cuerpos se encontraban unido y estaban sudorosos. Seo en medio de las piernas del rubio embistiendo repetidas veces con descaro. Los gemidos y jadeos resonaban por toda la habitación, Jisung, el adorable chico que amaba gemía el nombre de otro.
En su cama, en la cama que habían compartido antes, en la cual se había susurrado palabras de anhelo y se había hecho promesas de amor eterno. Donde se había entregado por completo a el y había tratado de mostrarle su amor de la manera más pura.
Min con una horrible sensación en el pecho cerró la puerta de la habitación otra vez. Bajo la escaleras como un zombie, sin alma, al encontrarse nuevamente frente a la puerta de la casa, se cuestionó, si era correcto sentirse así, es decir, ¿por qué el debía sentirse miserable?, ¿por qué su novio lo engañase?, Han era la que debería sentirse así, no el.
Sorbió su nariz con fuerza y soltó una gran bocanada de aire que había tenido retenida en su pecho.
No se encontraba molesto con Bin, por su puesto que no, el no sabía nada sobre su relación con el chiquillo rubio, no podía hacer nada al respecto, no podía culparle porque su "novio" fuese un descarado.
Estaba enojado, con Jisung, por sus mentiras, por sus falsas caricias, sus falsos besos y sus falsas promesas de amor, abrió la puerta con brusquedad, salió y se enfrentó que la gran llovizna y cerró la puerta con fuerza, sintiendo que la pudo haber traspasado al otro lado.
Camino por la acera sin rumbo, siendo bañado por las puras gotas de la lluvia, sintiéndose triste, engañado y enojado.
El había amado, había confiado, le había entregado su corazón a ese hombre y le había pagado de esa manera.
Ahora que arda, el lo había arruinado todo.
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La dulce brisa acariciaba la perlada piel del joven de ojos redondos, respiraba profundamente llenando sus pulmones del exquisito aire puro que le proporcionaba aquel lugar.
Los tonos anaranjados y matices rojizas se veían en el horizonte indicando la puesta de sol, el joven castaño sonrió y decidió regresar al departamento en la cual había vivido antes junto a sus amigos, antes de Jisung.
Después de haber presenciado aquella escena, solo quería estar solo, en paz, sin nadie que le cuestionase que tenía, ni que le diera m palabras de aliento, el era fuerte y lo quería afrontar solo.
Al estar frente a la puerta de su antiguo departamento tecleó la contraseña y entró como si nada, quintándose la chamarra y dejando en el suelo un bolso que había comprado que contenía ropa nueva y la que había usado aquella noche de lluvia infernal, junto con algo más.
Una vez estuvo en la sala se percato de que ahí estaban todos sus amigos, aparentemente afligidos, e intuyo que era por su repentina desaparición.
El pálido carraspeo llamando la atención de todos y le miraron con enojo y alivio.
El primero en levantase fue JeongIn que se acercó a su Hyung y lo abrazó con fuerza y este correspondió enseguida, el dolor que creyó haber superado en esa semana de aislamiento se avecinó y empezó a temblar aún abrazando a su menor.
— Minho Hyung, ¿dónde estuvo todo este tiempo? — cuestionó el rubio cenizo separándose un poco y viendo a su mayor a los ojos.
— En un hotel — dijo este con simpleza, tratando de hablar normal a pesar del nudo en su garganta.
Los chicos le miraron detenidamente; estaba ojeroso, sus párpados hinchados, con el cabello alborotado y la piel descuidada, preguntas se formularon, pero ninguna fue hecha, por miedo.
Por el contrario Lee les observaba cansado, era más que obvio que sus amigos sospechaban que algo había sucedido, pero les conocía lo suficiente como para saber que no preguntarían absolutamente nada.
Los ojos oscuros del pálido cayeron sobre Changbin, este le miraba preocupado y con los labios fruncidos en una línea recta, su vista bajo a su cuello, y ahí estaba los chupetones, sobre la porcelana piel porcelana del azabache, deslumbrando.
Minho sintió una fuerte presión en su pecho, como si le hubiesen clavado más de mil cuchillas al corazón, el cual tenía hecho trizas. Su expresión se volvió triste y su labio inferior tembló con persistencia. Iba a llorar ahí.
Seo se percató de que su estado había cambiado drásticamente al verle, y no supo el por qué, el pálido se había volteado dispuesto a irse, pero el menor se atrevió a tomarle la muñeca impidiéndole escapar.
— Hyung — llamo viendo la nuca de su mayor, su cabeza estaba agacha y parecía temblar — Hyung — volvió a llamar.
Min volteado el rostro, el cual se encontraba fruncido en una mueca de dolor puro, las lagrimas surcando sus dulces mejillitas sonrosadas y sus labios haciendo un pequeño puchero.
El pálido iba a hablar pero al momento de abrir la boca para articular algo, empezó a llorar más fuerte, los sollozos le impedían respirar con normalidad.
Changbin soltó su muñeca casi de inmediato y se acercó para abrazar fuerte a su Hyung, quien continuó llorando.
Los demás se acercaron acompañando de igual manera el abrazo.
— Me tengo que ir — susurró sorbiendo su naricita con fuerza y rompiendo el abrazo.
— Pero, Hyung acaba de llegar — reclamó en Seungmin.
— Volveré pronto esta vez — dijo con una linda sonrisa y las mejillas empapadas — Y si no les molesta, me gustaría regresar a mi vieja habitación — musito apenado.
Bangchan río enternecido — Eres bienvenido de volver, Minho.
Lee se sentía cálido y protegido junto a sus amigos, pero aún así estaba adolorido, y se rehusaba a ser el único que pasase por aquella agonía.
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Min siempre había sido alguien al cual le gustaba admirar las cosas y vaya que había admirado a más no poder a Jisung, para si, el chico de doradas cabelleras era una obra de arte, pero el también quería ser admirado por Han.
Así como antes, cuando iba a sus presentaciones de baile, así como cuando fue al concurso de baile el cual ganó, logrando entrar a JYPE.
Que le engañase, fue el detonante perfecto para crear una magistral escena en su cabeza, una nueva coreografía, era perfecta, no cabía duda.
Sus pies se movían con delicadeza sobre el húmedo suelo, en una danza grácil y suave.
Sus pies girando y sus brazos se movieron con elegancia mientras caía de una forma fina al suelo, sus manos se empaparon del líquido espeso y sus pantalones negros se obscurecieron más.
Su mano acarició el suelo como parte del baile y las levantó llevando a las gotas de la sustancia oscura a salpicar. Sus brazos alzados se deslizaban lento contra su pecho y sus palmas llegaron a su rostro machándolo.
Siguió y siguió bailando sin importarle tener el rostro lleno de sangre, su lengua se asomaba por sus labios llegando a degustar el metálico sabor de esta. Abrió sus ojos y sintió el baile llegar a su cúspide.
Continuó su danza hasta que la canción en su cabeza culminó, y al suelo cayó, la sangre lo envolvió y su pecho se oprimió. Era tan perfecto, no pudo evitar sentirse lleno, satisfecho. Esa cálida e indescriptible sensación en su pecho lo envolvió.
— Joder, eso fue maravilloso — susurro en éxtasis mientras — ¿Qué puedo decir?, tengo a la mejor musa y espectador que puede haber — declaró mientras miraba a Jisung frente a el.
El cuerpo del rubio sentado en el mueble, sus ropas completamente manchadas de carmín y sus cabellos rubios se tornaron en rojizos, con una expresión de terror distorsionando su rostro, su piel pálida y labios amoratados. Inerte, muerto.
- Tan perfecto - chilló mientras se acercaba al contrarío, se agacho, quedando su rostro cerca del el joven, el olor a sangre le inundó y extasiado lo beso, machando los propios, pasando su lengua por sus belfos los limpio, degustando el sabor metálico de la sangre una vez más.
- Y tan exquisito - musitó sonriendo.
Se levanto nuevamente y se alejo del hombre, lo suficiente como para poder admirar su cuerpo ser arropado por la tenue luz de la luna asomada por la ventana.
Una lágrima surcó mejilla mezclándose con la sangre que había salpicado en el asesinato y el baile. Pasó el dorso de su mano por su cara en un intento de limpiarla solo manchando más su rostro y sonrió otra vez.
El pálido dejo que su vista vagará a la cocina donde todas las hornillas yacían prendidas desde que empezó a bailar. Miro una vez más a su ahora ex novio y suspiro.
Camino lento hacia la puerta y cuando abrió la puerta se detuvo un momento mirando hacia atrás de reojo.
— Fue un placer ser víctima de tus engaños, mi amado — susurró cerrando la puerta hecho a correr a todo lo que sus piernas daban y a la distancia un gran estallido resonó.
Y no regreso y no vio atrás.
Por última vez, danzo en la oscuridad.
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