Parte 7
En aquel momento, un ruido se podía percibir eran las pisadas de aquella voz que bajaba con un paso lento, pero me daba la sensación de que le costaba era como si verme de cerca dependiera de su existencia. También me percaté de que, con cada escalón que bajaba, se le veía algunas partes de su cuerpo. A causa de la escasa luz que emanaba de la luna que se adentraba por los cristales antiguos del castillo, experimenté un sentimiento de desagrado al observar lo que bajaba. Se trataba de unas patas de un animal, cuya presencia me daba la sensación de verlos en otra parte, sin embargo, no tenía conocimiento alguno de su identidad.
A medida que bajaba más cosas, iba observando, cuando iba a por los ojos había algo mágico, sus ojos eran extraños, ya que me daban la sensación de verlos en otra parte, pero no sé dónde ni siquiera conocía a quién le pertenecía, es como si mi propia mente me estuviese manipulando una mala situación o una broma.
-Ese color de ojos es algo que me agrada apreciar en la gente valiente y se lo que estas pensan...- dijo el extraño, pero no pudo terminar la frase debido a que un cuervo negro apareció, que al mismo tiempo se convirtió en un joven muy apuesto, llevaba puesto la típica ropa que se usaba en la antigua Roma.
-Mi señor, esa persona que puede utilizar todo lo que hay en el mundo a su disposición está en nuestras tierras y no solo ella, sino también sus hijos, están haciendo que los árboles mueran ¿Qué podemos hace mi señor? danos la orden y lo haremos - dijo el joven con una tristeza mirando a su señor y se percató de que había hablado de más.
Me encontraba asustada, pero también aterrada. ¿De qué ? Esa era la cuestión del millón, quizás si lo conocía, pero no podía ocultar lo aterrada que estaba, solo un sonido había y era el tiritar de mis propios dientes. No pude detenerme, pero en ese mismo instante hallé una mano que se apoyaba en mi cabeza.
-Mientras yo esté vivo, no se le ocurrirá tocarte lo juro por mi vida - dijo con calma, pero además también me dio protección al oír aquello. en ese instante cuando nuestras miradas chocaron. Me inundó un mar de emociones, aunque no podía controlarlas. Además de ver una inmensa furia que era imposible de controlar, desapareció para mostrar una mirada más tranquilizadora. El Salió del castillo, las puertas hacían un ruido como de vejez, como si estuviesen falta de aceite. Nosotros también nos fuimos Nosotros también fuimos, es decir, el señor Gabriel, el joven cuervo y yo salíamos corriendo detrás de él, pero ¿por qué este miedo volvió a surgir? Pensé como una estúpida de que no era miedo, era otra sensación Ese era el problema, ya no eran mis dientes ni nada, solo lo percaté en mi corazón como latía que pensé que se me iba a salir de mi cuerpo, dejé de pensar hasta que dimos con aquella mujer y sus hijos.
-Sois listos por estar en mi territorio, os daré un aviso largaos de aquí y no volváis por aquí- dijo el extraño con una furia que se reflejaba en su voz no sabía si esconderme o sepa dios ya que lo que presencie me dejo helada vi al dueño de esa voz era un animal con cuernos, patas de animal al igual que sus garras solo lo vi gracias a los rayos cálidos de luna cosa que no había apenas debido a la neblina que había, aunque ya había presenciado algo de sus extremidades en el castillo, otra vez me produjo esa sensación de protección. Era extraño que los humanos accedan a un territorio que no era el suyo propio, pero esas personas le importaban un pepino entrar, la cuestión era ¿qué buscaba aquí?
Aquella era la inquietante cuestión que me planteaba yo misma, pero no sé cómo antes de que pudiera hacer o decir, ya estaba observándolos a ellos como si viera la maldad en ellos y más en sus hijos, solo se me ocurrió acercarme, lo cual fue una estupidez.
-Dejadme en paz de una vez, me perseguís como un maldito animal si queréis matarme hacerlo de una vez - dije con un tono de miedo claro, me perseguían a mí. ¿Qué valor tenía para ellos?
-Es preciso, señorita, estorbas tanto tu como ella, por lo cual es necesario que desaparezcas- expresó la mujer con un tono claro En ese momento, caí, la niña era yo mi futuro, es decir mi reencarnación si yo muriese ahora no podría reencarnar. Esto hizo que mi piel se pusiera como la de una gallina, estaba asustada, cosa que no tenía idea de cómo reaccionar. Solo pude mirarlos a los tres con rabia, eso era lo único que experimentaba, pero volvió la esa sensación de protección.
- ¿Así que es a ella a quien estáis buscando que estupidez, aunque reconozco que sois los más estúpidos de este mundo, pero no permitiré que ella le pase nada ¡por encima de mi cadáver! - Y ahora marchaos de aquí- dijo el animal muy cabreado
que cualquiera diría que los animales no hablaban era lo más normal, pero yo estaba viendo a uno que locura, así que vi a los tres con rostro de pocos amigos que solo se le ocurrió marcharse de alguna forma que me causó un poco de miedo bueno, al menos se fueron para no sentir la ira del animal que estaba a mi espalda, en modo de protección era extraño que solo se me ocurrió llorar, pero no sé el motivo.
-No temas si ocurriese lo que ha dicho, la destruiré de manera similar tanto a sus hijos como a ella para que no puedan reencarnar. Es de estúpidos, pero olvídalos por favor- dijo con una voz tranquilizadora
Me dio la sensación de que me sonaba de algo, me refiero su voz, pero luego lo recordare cuando duerma. En aquel instante, tengo la sensación de que me cogen en brazos a estilo de princesa. Era él quien me había subido a su hombro peludo, era todo pelo, no sé por qué, pero no me dio miedo, quizás solo esta vez lo reconociese.
Me gustaría saber acerca de la identidad de la voz, la dulce voz que otorgaba confianza en sus labios. Tras un breve lapso, llegamos al castillo y me bajo.
-Llévala a la habitación de la luna creciente - dijo tristemente, pero cuando quise saber por qué, Gabriel espero a que este se fuese y cuando lo hizo me dijo.
-Algún día descubrirás su secreto darle tiempo bueno vamos te enseñare tu habitación ¿quieres verla verdad? dijo Gabriel sonrió.
Después desvió su mirada a la penumbra que había dentro del castillo ya que sus ojos estaban acostumbrados a ver en la oscuridad y luego la volvió a poner sobre mí. Me llevó a una habitación y abrió la puerta para entrar en ella.
Gabriel abrió las puertas de la ventana que se encontraba en dicha habitación, y al hacerlo, observé toda la belleza del cielo nocturno.
No podía quitar los ojos del cielo, incluso diría que él también estaba mirándola desde arriba de mi habitación. Me refiero al dueño que me protegió en el bosque ya que no estaba segura si era Gabriel el dueño.
-Creo que deberíais admirarlas con la dama, ¿no creéis, joven señor? Anda bajad no seáis descortés - dijo Gabriel con algo de picardía, haciendo que la bestia saliera de su mundo, ya que estaba admirando las estrellas desde una habitación que estaba encima de la mía. Este le tiro de la cola para hacerle bajar por la ventana.
- ¡Ya basta, me has hecho daño, desgraciado, no me tires de la cola! Y más sabiendo que no es de mi agrado - dijo mientras me tapé la boca con mi mano para no reírme, pero los dos me miraron con expresión rara.
- Ríete ahora, qué luego no podrás hacerlo, además tu sonrisa es bonita que me está dando ganas de...- dijo el con cara de fastidio por culpa de Gabriel que le obligó a bajar incluso se echó a reír al mismo tiempo, pero la suya daba miedo, pero poco me importo era un rato agradable eso jamás lo olvidare
Durante un instante, paramos de reír por el dolor de estómago. Si no parábamos, nos íbamos a arrepentirnos, dudé de que él pudiera continuar y paro para irse de allí.
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