Parte 3
No tenía idea de la razón de lo de monstruo, debido a su forma de dragón, a no ser que tuviese otra apariencia.
Es posible que solo lo conocía de unas horas o un día, pero vi más humanidad en él que en aquellos que no tienen suficiente para sobrevivir ni para amar.
Él se percató de ello. Y se fue. Me sentía culpable. La única acción que tuve fue marcharme a la cueva y descansar hasta el amanecer del día siguiente.
Al salir el sol, sus cálidos rayos entraron por la cueva para tocar mi rostro, y gracias a ello desperté y vi que él estaba dormido a mi lado. Poseía una apariencia serena, lo cual me produjo una gran alegría. Sin embargo, experimentaba la sensación de protección en la actualidad. Era consciente de ello únicamente cuando se encontraba a mi lado, aunque él se hiciera el tonto.
Lo más sorprendente es que no me percaté de cuando entró ni nada ya que salía cada dos por tres, solo quería hacerle una caricia, quizás me arriesgaría a despertarlo, pero me dio la sensación de que lo necesitaba, y lo hice. Le acaricié sin que temblara el pulso. Resultaba que le agradaba debido a que experimenté una sensación de tranquilidad en su respiración, incluso podía afirmar que, si llegase a despertar, se volvería a dormir solo para continuar experimentando mis caricias, y comenzó a gruñir de placer.
En aquel instante, se despertó. Me percaté de su semblante de lagarto, aunque experimenté la sensación de que no me iba a desayunar, además de tener un sabor desfavorable.
- humana ser tonta, ¿por qué besar un monstruo? ¿No comprender que podría matarte de forma cómoda sin mover dedo? - dijo con una mirada de esas que cuando te levantas no te soporta nadie ni siquiera tú mismo.
- ¡madre mía! Ha sido solo en la frente. No te he besado en los labios, antipático- dije sin intención de discutir, pero discutir con un dragón apuesto y salir viva era un milagro y totalmente extraño. Nos examinamos a los ojos, pero solo me ocurrió desviar la mirada. No quería que tuviera una expresión roja como un tomate, así que abandoné la cueva, pero cuando lo hice, me encontré con una persona que no deseaba que me encontrase y esa persona era mi padre.
Me observaba con una actitud de descontento y una falta de comprensión. Estaba aterrada, no quería que hiciera una estupidez y se enfrentase a Nikishimo en su forma humana, pero yo no estaba sola, estaba Gabriel.
-¡dame a mi hija, no lo vuelvo a decir! "¡Tengo paciencia, pero no con vuestra especie!" - dijo mi padre con una expresión de ira que se percibió en sus ojos. Era la primera ocasión en la que lo veía de esta manera, estaba atemorizada, lo cual Gabriel e incluso Nikishimo lo percibieron y eso que este estaba a una distancia alejada que tuvo que abandonar la cueva para observar lo que estaba ocurriendo, aunque al oír la voz de mi padre lo intuyó. Al observar ambos individuos, experimenté una sensación de temor. Incluso tuve que ubicarme entre los dos.
- ¡Padre mío! ¿Cómo me ha localizado? No obstante, no pienso regresar a casa ni aunque me obligues - dije con un hilo de miedo. ¿Miedo? Debido a la sensación que experimentaba, desconozco la causa del acontecimiento o tal vez sí.
Sin embargo, me sentía extraña, incluso observé cómo mis labios se hacían más extensos para evidenciar unos colmillos que me extraían de mi boca. Se encontraban tan afilados que podían desgarrar la piel de un animal sin ningún tipo de dificultad o incluso esfuerzo. Observaba a mi padre como si fuera mi adversario, ya no era yo, sino esa cosa que no me permitía ser yo, era un lobo que se sentía amenazado.
Era como si yo misma estuviese atada en cadenas mientras esa cosa estaba afuera, era como si hubiese vivido en mi interior desde mi infancia, es decir como si hubiese vivido en mi interior desde mi nacimiento.
Estaba a punto de atacar a mi padre sin ningún control, sin observaciones hasta que surgieron aquellos lobos. La líder se puso enfrente de mí, sus ojos me observaban fijamente. Esos resplandecientes ojos de color amarillo, no solo trataban de devorar o tranquilizar, un apetito como cualquier otro animal. Había algo inusual, ¿protección? Era eso lo que se encontraba en su mirada, luego se puso a hablar de una forma peculiar, yo lo comprendía perfectamente, pero la conversación no era conmigo.
-Ha transcurrido un largo período. Me complace que te presentes en tu forma humana ante tu hija. No me lo esperaba mucho. Sabes que el equilibrio nunca debe interrumpirse. Sabes que el equilibrio nunca debe romperse. Y tú, dragón semihumano, cuídala- dijo tranquilizadoramente sin apartar sus ojos de los míos. Se sorprendió de a dónde quería llegar porque mi nueva apariencia era la de un lobo semi negro, que no era ni blanco ni negro. Mientras yo solo seguía observando a los ojos del lobo hasta que tuve la sensación de malestar, mareada y hasta el punto de desmayarme. Nikishimo me pillo antes de que mi cuerpo tocase el suelo.
A continuación, Gabriel hizo un conjuro que se llamaba otra dimensión. Y entramos en su interior este extraño espacio era de un color morado entre otros, dejando a los lobos y a mi padre allí con una conversación que parecía que duraría siglos. Los sujetos conversaban sobre temas que yo ni siquiera conocía. No tenía idea de qué procedía el asunto y, posteriormente, se cerró.
- ¿Podrías decirme qué acaba de suceder? - dijo Nikishimo con un poco de tristeza, algo que Gabriel lo notó y lo miró de reojo para luego desviarlos hacia un jardín, lleno de hermosas rosas blancas y rojas carmesíes como la sangre.
En ese instante, salimos de aquel lugar hacia viento, la cual provocó que aquellas rosas que habían sido plantadas se movieran. En aquel instante, Gabriel dirigió su mirada hacia atrás con el propósito de determinar si el portal se había cerrado a nuestras espaldas. El lugar a donde nos dirigimos se encontraba un imponente castillo tétrico, compuesto por gárgolas con lanzas. También se podía apreciar que era antiguo, a pesar de que yo estaba desmayada, creo que es la palabra correcta. No pude admirar el castillo hasta que no me despertase. ¡Qué locura!
Nadie, en su opinión, habitaría en un lugar así. Es improbable aceptarlo. En los momentos tan difíciles, aunque seas ricos y poderoso. El cielo estaba oscuro, a excepción del resplandor de la luna que permitía observar todo. En aquel momento, me moví sin darme cuenta de que me encontraba en los brazos de Nikishimo. Durante tanto moverme, caí de golpe, lo cual me hizo que me despertase.
- ¡Au mi culo, qué daño! -le dije mientras observaba todo a mi alrededor. Como había mencionado con anterioridad, el castillo daba miedo, tanto que me tuve que poner a cuatro patas y ocultarme detrás de ellos.
-No te preocupes, aquí es donde vivimos nosotros. "Además, te encuentras a salvo de él", expresó Gabriel con serenidad.
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