C a p í t u l o C u a t r o
04.
“Dame algo dulce".
(...)
“—¿Dónde estabas anoche?
Había regresado a casa a medio día para dejar sus cosas y cambiarse de ropa.
Ese día en la mañana había asistido a la escuela con un uniforme casi dos tallas más pequeñas que su cuerpo después de que Baekhyun le prestara uno limpio.
—Tuve algo que hacer.
—¿Por qué estás vestido así?—El hombre había entrado imprudentemente a su habitación.
—¿Con el uniforme?— Trataba de no darle demasiada importancia. —Voy a la escuela, ¿Recuerdas?
Le vió severo, sin creer en sus excusas genéricas. —¿Estuviste con una chica anoche?— Directo.
Con evidente confusión. —¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso?
—Apestas como una.
Tensó la mandíbula. ¿Qué se creía para decir algo como eso? — No tiene por qué importante.—Pasó a su lado saliendo de la habitación moviéndose por el pasillo hasta la escalera.
—Solo te digo que te cuides, no vayas a joderla igual que tu padre y termines con un hijo para que luego me toque a mí hacerme cargo de ese niño como contigo.
Estaba de espaldas, se sintió mareado de repente al seguir caminando.
Aún a lo lejos escuchó la voz de aquel tipo que volvía a hablar.—Ah, y Más te vale ayudarme hoy, o puedes olvidarte de que tienes un lugar donde vivir.
Avanzó y avanzó sin ser consciente de lo rápido que estaba caminando, llegando a correr.
Llegó a su trabajo y ocupó el puesto que le correspondía. No comprendía a totalidad por qué era que el enojo parecía expandirse por todo su cuerpo.
En medio de su miseria mental, levantó la cabeza, al notar al pequeño entrado a la cafetería y sentándose en la mesa del fondo como siempre lo hacía. Acompañado con una libreta, con varios lápices de colores, Y que le devolvía la mirada con complicidad.
Sentía algo dentro de él cuando veía a Baekhyun.
Algo le hacía sentir calidez en su pecho.
Entonces, agitó la cabeza, y sonrió genuinamente. Porque todo el enojo que sentía parecía haber sido eclipsado por algo más.”
…
Baekhyun abrió los ojos, aturdido los restregó retirando las lagañas que tenía y dio un vistazo rápido a su alrededor.
Estaba solo.
¿Había sido un sueño? ¿Había soñado con Park acaso? Comenzó a preguntarse.
Se levantó de la cama y respiró mientras pensaba en qué jodidos había pasado anoche, ¿Habría forma de que su cabeza estuviera tan dañada que solamente imaginó al más alto allí?
Es decir, lo había dejado dormir con él, esperaba que al menos al despertar siguiese allí, pero no, no había nadie.
Eran las 10:00 A.M. era probable que tanto su hermano como su madre no estuvieran en casa, se movió hasta su estéreo, encendiéndole para reproducir una canción ochentera mientras tomaba una ducha.
Después de todo, su gusto musical siempre había sido cambiante.
“...I think we're alone now, There doesn't seem to be anyone around…”
Tarareaba la canción feliz pasando las manos por su cabello mojado, bailando solamente con una camiseta, calcetines y en ropa interior.
Terminó de vestirse siguiendo el ritmo, aún despeinado, se movió por toda su habitación mientras ordenaba un poco su alrededor.
“...I think we're alone now, The beating of our hearts is the only sound…”
Notó que había algo que no le pertenecía sobre su escritorio.
Ladeó la cabeza, se acercó a tomar la prenda que estaba doblada y que tenía una nota encima que decía:
“Tomé una de mis camisas limpias de tu armario, te dejo esta en su lugar.
pd: Nunca te había escuchado roncar, eso es nuevo y tierno.”
PCY.
Parpadeó un par de veces. Sí, había sido real. Park había dormido anoche con él. Sorprendido, corrió hasta su clóset y abriendo la puerta constató que hacía falta una de esas grandes camisas que habían permanecido allí los últimos años.
Casi perdido con la imagen mental que tenía ahora, tomó su nueva adquisición, viéndola por unos segundos debatiéndose entre si lavarla o no.
Debido a que era la camisa que el alto había traído puesta la noche anterior después de salir del trabajo, olía a chocolate molido, menta y ligeramente a canela.
Se mordió el labio, Él realmente adoraba las cosas dulces, sin querer borrar la esencia del chico la colgó así como estaba dentro del armario.
Y pensó por un momento que la vida que solía tener a su lado no sonaba tan mal.
Oh, pero claro que él no sabía nada.
Aún algo desaliñado, caminó por el pasillo para ver la puerta entreabierta de la habitación de su hermano, entró despacio y vio al otro como un tronco tendido sobre la cama, respirando con dificultades debido a la congestión en su nariz.
Creyó que Sehun estaba en la escuela, aunque aparentemente una fuerte gripe lo había abatido.
Se veía terriblemente enfermo, lo cual era raro, debido a que Sehun en su condición de atleta era muy cuidadoso con su propio cuerpo.
Se sentó a su lado y pasó una mano por su cabello rubio peinando a Sehun con dulzura mientras el otro abría a medias los ojos viéndole confundido e intentado levantarse.
—Tranquilo, soy yo.—Le dijo suavemente.— Luces bastante mal, Hunnie.—Con gracia.
—¿Qué haces?
Baekhyun pasó su mano por la frente del otro y la dejó allí por un rato.— Reviso si aún tienes fiebre.
Sehun le veía extrañado, dejando que el otro le revisara con su pecho que volvía a sentirse el niño pequeño que necesitaba de su hermano mayor, cerró los ojos y se quedó dormido.
Baekhyun le veía con desdén al dormir mientras los recuerdos de la noche anterior y de las anécdotas de Chanyeol volvían a su mente.
Estaban el uno con el otro, despiertos de repente, cuando en medio de la curiosidad que le carcomía Baekhyun le preguntó a Park:
“—Mi hermano y yo, ¿Cómo éramos?—Se quedó callado por un momento.— ¿Él me amaba antes de que yo me convirtiera en una carga para toda mi familia?
Chanyeol suspiró.—Demonios, Baek. Tú siempre has sido su jodido héroe.
—Dijo riendo por lo bajo y comenzado a contarle…
(...)
Cuando Chanyeol conoció a Sehun el último tenía apenas 15 años, o bueno, pronto los tendría. Desde el momento en el que notó el interés que el más alto tenía en su hermano se había convertido en el clásico cuñado celopata, eso sumado a que era tan solo un niño, haciendo que Park lo considerara el ser más molesto de la tierra entera; Pero no era eso lo que Chanyeol quería contar, lo que quería era devolverle sus propias palabras al pequeño.
Entonces.
Cuando Baekhyun conoció a Sehun el último tenía apenas 7 años, era junio y su padre regresó a casa temprano ese día, cosa que no pasaba frecuentemente.
El pequeño Byun de 10 años estaba sentado frente a su escritorio terminando su tarea de Matemáticas, su padre se quedó parado en el marco de la misma viéndole con total orgullo.
Baekhyun siempre fue su más grande orgullo.
—¿Cómo vas con eso, Bacon?—Dijo feliz, y se acercó a él, acariciando su cabello suavemente. —¿Te falta mucho?
—¡Casi termino!— Dijo alegre.
El Sr. Byun veía sus cuadernos perfectamente ordenados y tratando de sonar lo más normal posible se inclinó hasta quedar a su nivel.
—Hijo, quiero hablar contigo de algo.—El pequeño le vió atento, con intriga.—Hoy vamos a tener visitas, invité a una amiga y a su hijo a cenar con nosotros esta noche.
—¿Una amiga?
—Una muy especial para mí.
Baekhyun le vió con los ojos entrecerrados, ya tenía edad suficiente como para entender que una “amiga especial” era una novia.
¿Qué si se había molestado? Sí, definitivamente lo había hecho. Las siguientes horas de su vida se dieron con su padre tratando de obligarle a bañarse y con él sintiendo que tendría que compartir a la única persona que le daba atención, y él no quería eso.
Sin poder hacer algo realmente, terminó colocando los platos en la mesa, ya vestido y peinado adecuadamente, (o anticuadamente según él) cuando escuchó que el timbre de su casa sonó y seguido a eso vió a su padre ir corriendo hacia la entrada.
Era una mujer de mirada seria y pálida piel, con la ropa prolija que tenía un aire de dureza; pero cuando vió a su padre la expresión frívola de su rostro se tornó en cálida, más relajada, amable.
La dichosa mujer entró y le sonrió de una forma en la que Baek no creyó que ella fuera capaz.
Su padre se acercó a él, y les presentó el uno al otro; pero el niño parecía no estar prestando atención y de hecho, así era.
Rompió el silencio que se había formado. —¿Quién es él? —Señalando a la pequeña persona detrás de ella.
Era un niño delgado, que parecía más joven que él, sus mejillas infantiles ocultaban sus rasgos finos, de boca era pequeña y semblante frío.
Le vió fijamente, y teniéndole su mano dijo.—Soy Sehun, y soy tu nuevo hermano.
Todos en la habitación le vieron sorprendidos, incluyendo Baekhyun.
Ninguno de los mayores esperaba que él dijera una cosa como esa.
Tampoco creyeron que el pequeño Sehun entendiera completamente sus planes de matrimonio.
El niño Byun vió la resignación del chico de solo 7 años frente a él. A sabiendas de que algo inevitable pasaría, entendiendo la seriedad y desdén en su mirada.
Tomó su mano y apartir de momento nunca volvió a soltarle.
Viéndole con la misma dureza que el chico lo hacía.— Bienvenido, Sehun.
Demonios, Byun Baekhyun siempre había sido demasiado maduro para su edad.
Después de esa cena, el tiempo comenzó a correr deprisa. Un par de meses después estaba el entonces pequeño castaño Byun vestido de etiqueta frente al altar viendo a su padre casarse con alguien que no era su madre.
Trató de mantenerse tan tranquilo como pudo, realmente lo intentó. Había estado viviendo con ella los últimos meses y había descubierto que era una gran persona, una persona que le hacía el desayuno a su padre en las mañanas y que veía las mismas películas antiguas que él.
No quería ser egoísta, no había visto a su padre así desde hace años, cuando terminó la boda y todos estaban felices en la recepción su pequeño corazón ya no lo soportó más.
Era un niño que había pasado la mitad de su corta existencia solo con su padre, quería llorar, realmente necesitaba llorar en ese momento. Entonces corrió tan lejos del jardín donde estaba dándose aquel gran evento y gritó, gritó tan fuerte que hasta él mismo se sorprendió.
Aún contenía las lágrimas cuando notó a alguien incluso más pequeño que él sentado en el llano y llorando en silencio.
Se acercó a Sehun.— Oye, ¿Qué te pasa, necesitas ayuda?
El otro solo intentaba ocultar su rostro con ambas manos para que Baek no notase que estaba llorando.
—Pensé que esto era temporal, pero ahora es para siempre. Mamá me mintió, ella ya no me ama. ¡Mí mamá ya no me quiere!
Baekhyun torció el gesto ante las palabras del chico y se sentó a su lado.—Oh, vamos. Sabes que eso no es cierto, ¿Sí? Ella te ama demasiado, lo sé.
—¿Entonces por qué se casó?—Este niño dolido no se parecía a ese niño serio que había conocido antes.—¿Estaba aburrida de estar solo conmigo?
Algo dentro de su pecho dolió haciéndose la misma pregunta; pero no era tiempo de lamentos.
Se tragó todo su dolor y abrazó a Sehun. Después de todo, Baek ya no era más un niño pequeño.
—Tú estás con ella hoy; ¿Qué pasará mañana? Imagínate que un día tú crecerás, irás a la universidad, conocerás a una chica y ¿Tú madre? Ella merece ser feliz, merece una pareja que esté con ella en invierno, que salga a caminar con ella de la mano y todas esas cosas.
Le vió con sus enormes ojos oscuros fijamente, parando de llorar de pronto. —¿Y quién estará conmigo?
El padre de Sehun les había abandonado cuando él era un bebé, habían sido sólo él y su madre por años.
Baekhyun no sabía qué responder, él había estado sintiéndose de la misma forma. Y quizás, debía escuchar sus propias palabras.
—Mientras encuentres a alguien, yo estaré contigo.—Le dijo sonriente.
Esa noche, cuando ambos regresaron a casa su vida comenzó a acomodarse de a poco.
El ambiente de Byun en el que estaba acostumbrado al silencio se vió invadido por Sehun y sus canciones infantiles.
Sus tardes de lectura se trasladaron de su habitación al jardín para que el entonces pelinegro jugara y corriera por horas.
Sehun sirvió de modelo para uno y mil retratos de los que su hermano pintaba.
Entre las prácticas de fútbol de Sehun y el tiempo que Baek pasaba dibujando en el graderío para esperar, ambos encontraron en el otro un amigo auténtico.
Por eso cuando Baekhyun comenzó a sentir algo por Chanyeol, Sehun sintió que iba a estar solo de nuevo; Pero tenía que seguir las palabras de su hermano, porque así como su madre, Baek también se merecía alguien con quien caminar de la mano.
Ahora le pregunta era, ¿Quién caminaría con Sehun?”
…
La fiebre de su hermano había disminuido ligeramente, el rubio estaba hecho un ovillo en su cama cuando Baek quién había salido por algunos minutos regresó con un par de tazas de té en las manos.
—El de canela es para mí. —Dijo alegre sentándose de nuevo en la cama, teniéndole una taza al otro. —Y el de miel es para mí pequeño Hunnie.
El chico no entendía por qué su hermano estaba actuando más afectuoso de lo que lo había hecho estos tres años.
Por supuesto que no sabía que eran las historias de Chanyeol lo que le hacían actuar así.
Sehun sonrió sujetando el recipiente y bebiendo de él. Estaban a finales de agosto y sus alergias de otoño empezaban a dispararse.
Hacía mucho tiempo ya que ellos no tenían una tarde de esas en la que ambos bajaron a la sala y abrigados con una frazada se acomodaron en el sillón para quedarse horas viendo una serie infantil burlándose de los personajes, jugando videojuegos, y riendo a carcajadas.
El menor empezó a hablar de los nervios que sentía por ser su último año de escuela, que tantos exámenes y entrenos lo estaban matando.
Habló sobre sus expectativas sobre el futuro, sobre lo emocionada que lucía su madre.
Se sonrojó un poco cuando dijo con gracia que ya no sabía qué hacer con las chicas que se le declaraban a diario, pese a que bueno, a él le gustaba alguien más pero no sabía cómo decírselo porque era alguien mayor.
Realmente, necesitaba hablar con alguien sobre sí mismo. Había estado tan enfocado en cuidar de Baek que había dejado de enfocarse en sí mismo.
Baekhyun no podía creer lo mucho que la mirada del chico frente a él brillaba con inocencia. No podía creer lo mucho que su pequeño gran hermano confiaba en él aún. Aún lo quería, Y por primera vez en muchos años, sintió que su pecho ya no estaba vacío.
Sonrió para sus adentros, ahora debía darle las gracias al maldito Park Chanyeol.
Porque bueno, después de todo, se sentía menos perdido desde que él había aparecido.
Y Sehun, que en el fondo sabía que era imposible que Byun volviera a ser el de antes, sonrió. Porque por un hermoso instante a Sehun sintió que había recuperado a su hermano.
Sin embargo, el teléfono del más bajo sonó anunciando un mensaje y la forma en la que su expresión cambió hicieron que ese instante terminara. Porque sí, Sehun conocía esa mirada, aunque esperaba equivocarse en qué o quién la estaba causando.
Baekhyun rompió la atmósfera que habían creado diciendo.— Olvidé que debía ir a dejar algo hoy con un compañero de universidad.—Se puso de pie.— Volveré en la noche, te quiero.—Finalmente, se marchó.
El pelinegro ni siquiera habló, solo lo vio irse y asintió con la cabeza.
Media hora después el sonido del timbre hizo que se tuviera que levantar del cómodo sofá.
Aún algo aturdido por la medicina abrió la puerta, inmediatamente después de eso se sintió avergonzado porque estaba en pijama, con la nariz roja y le acaba de abrir la puerta a la última persona que quería ver en ese momento.
—Tu hermano me pidió que viniera. Dijo que necesitabas que te cuidara.— Luhan entró a la casa tranquilamente.
—No tenías que venir, estoy bien. —Nervioso, justo a tiempo y para su mala suerte estornudó. Una vez, y otra vez y otra.
—¿Tenemos que pasar por esto? Por supuesto que no, así que vamos, vamos. A tu habitación que tienes que descansar.
Le tomó del brazo para llevarlo hacia arriba, hasta su habitación mientras el rubio no sabía cómo reaccionar.
—Gracias por venir, en serio. Pero no tenías que tomarte esa molestia…
Interrumpiéndole.— Cállate, te he dicho que tienes que descansar.—Le ayudó a acomodarse en su cama y lo arropó adecuadamente.
Sehun no entendía lo suficiente la situación, pero quizás debía enfermarse más seguido.
Cerró sus ojos cuando el jarabe para la tos y los antigripales que tomó comenzaron a hacerle efecto.
Y Luhan, quién en esa tarde de viernes normalmente estaría alistándose para ir a algún club nocturno a buscar chicos, se quedó allí sin saber realmente qué era lo que buscaba del pequeño gran Sehun.
A un par de calles a distancia de allí Baekhyun caminaba velozmente seguido de un Chanyeol que reía a carcajadas.
—¡No me hables, tú, idiota!—Le dijo Molesto.
El más alto de apresuró para alcanzarlo.—¡Lo siento, quería sorprendente!
—Chanyeol... ¡Casi me matas de un infarto!—El susodicho seguía riendo mientras pedía perdón una y otra vez.
Park:
Sal, Estoy afuera de tu casa. ¡Tengo una sorpresa para tí!
5:37. P.M.
—No mentí en mi mensaje. Además, tú me diste un fuerte golpe, ¡Auch! por cierto.
—Estabas en el árbol….con una máscara, una canasta y...te lanzaste sobre mí. ¿Cómo esperabas que reaccionara?
—Muy sorprendido.
Baekhyun sabía muy en el fondo que no podía molestarse con él.
—Idiota.—Le dijo mientras comenzaba a reírse.
Chanyeol le tomó de la mano para guiarle y dijo —Ven, vamos. En realidad, sí hay algo que quería enseñarte.
—¿Un objeto?
—Un lugar.—Sonrió, y caminaron juntos por la calle.
Llegaron después de un rato hasta el parque.
Chanyeol sacó de la canasta que llevaba una manta a cuadros que extendió sobre el llano y se sentó sobre la misma, justo debajo de un árbol.
—¿Qué haces?—Preguntó Baekhyun. —Si crees que voy a sentarme allí estás equivocado.
Con expresión triste. —Te daré pastel si lo haces.
—¿Piensas que puedes doblegarme con un postre?—Park asintió.— Pues estás en lo cierto.
—Lo sé.
Todo era tan ameno, como si el cuerpo de Baekhyun estuviese acostumbrado a Chanyeol, se reía por inercia y se sentía tranquilo.
Como si fuera precisa su existencia.
—¿Para qué me trajiste aquí? ¿Vas a contarme cómo me propusiste matrimonio bajo el este árbol o algo por el estilo?—Se burló Baek.
—De hecho...voy a contarte sobre cómo te perdiste en el bosque y te encontré abrazando a un árbol. No este precisamente, pero este parque fue lo más cercano a un bosque que pude encontrar.
—Espera, ¿Qué? ¿Eso cómo pasó?
Chanyeol rió. —La escuela organiza un campamento en las afueras del distrito para los alumnos de último año, y nuestra promoción no fue la excepción.
Park hablaba lento, mientras la imagen de Baekhyun de 17 años, con su enorme maleta, su gorro de lana y su nariz completamente roja por el frío volvía a su cabeza.
Y Baek, no entendía porque el otro le veía con tanta nostalgia.
Después de todo, los dos eran un caso perdido.
Compartan.
Manténgase con vida. J.S.
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