Epílogo
Queridos lectores, tras más de un año de aventuras con Ana y los suyos, ha llegado el momento de decirles adiós. La verdad es que el viaje ha sido largo y complicado. Han sido muchos los que han quedado atrás, pero la lucha ha valido la pena. Espero que el final de la historia os guste.
Quería aprovechar para daros las gracias a todos los que me habéis seguido y habéis disfrutado con las aventuras a lo largo de todos estos días. Vuestras muestras de afecto y apoyo han sido uno de los grandes pilares para poder seguir adelante y completar una saga que, por otro lado, voy a echar mucho de menos. En el fondo, siempre quedará una parte de Dama en mi corazón.
¿Y qué más decir...? Que lo bueno de que acabe una historia es que empieza otra, así que espero veros pronto por Wattpad, en una nueva aventura :)
Un beso a todos.
Epílogo
Pasaban ya varios minutos del medio día cuando Armin y Ana aparecieron en el hangar. Llegaban tarde, pues se habían entretenido más de lo debido comprando todas las provisiones que les acompañarían durante los primeros meses de vida en Fortaleza, pero por suerte su nave aún no había despegado.
En el fondo, el piloto no podía irse sin ellos; Veryn se había encargado de ello. El "Conde" había pagado tal millonada para que sus más queridos familiares llegasen sanos y salvos a su nuevo destino que el mero hecho de retrasarse unos cuantos minutos se convertía en una simple anécdota.
Cat, que había permanecido a su lado desde que finalizase la batalla contra el Capitán varias semanas atrás, recibió a Ana con un tierno abrazo fraternal. Besó su frente con cariño e instó a que Orwayn hiciese lo mismo sin demasiado éxito.
—Oh, vamos, ¡no seas así! —exclamó Ana al ver que el menor de los Dewinter fruncía el ceño en vez de saludarla—. ¿De veras te vas a ir enfadado?
—Quien se va eres tú, no yo, así que lo que dices no tiene sentido, maldita traidora —respondió Orwayn con desdén, visiblemente molesto—. Solo las ratas escapan.
—Yo también te quiero, Orwayn —respondió Ana, y depositó un rápido beso en su frente—. Confío en que tarde o temprano vendrás a vernos.
El joven musitó algo entre dientes, malhumorado, y finalmente accedió a responder al beso con un ligero ademán de cabeza. A su hermano, sin embargo, sí que lo abrazó. Después de que acabase con la vida del Capitán y él se recuperase, Orwayn se sentía en deuda con Armin.
—Te iré a ver a ti y al pequeño: recuerda ponerle mi nombre si nace varón.
—Ya veremos —respondió Armin con serenidad, por fin relajado tras la muerte de Ivanov—. ¿Qué vas a hacer, Orwayn? ¿Seguirás tu viaje con la "Misericorde"?
—¿Yo? —El joven negó con la cabeza, categórico—. Volveré con padre, por supuesto. Ahora que Helstrom ha muerto se necesita un nuevo maestro, ¿y quién mejor que yo para...?
Mientras que los dos hermanos se despedían, Ana aprovechó para volver la vista atrás y buscar entre el gentío a Liam. Hacía semanas que el joven había desaparecido, y era probable que hubiese abandonado ya el planeta, pero Ana no podía evitar sentir la necesidad de seguir buscándole.
Aquel secreto la perturbaría el resto de su vida.
—Eh, Ana —escuchó que la llamaba el "Conde" con amabilidad—. Cuida de ambos, ¿quieres? Intentaré ir a visitaros lo antes posible...
—Intentaremos —corrigió Cat—. Los dos. Ambos iremos a veros. Fortaleza está lejos, pero no es el fin del mundo.
—¿Qué haréis vosotros? —preguntó Ana, volviendo la atención en el grupo—. ¿Tiamat...?
—Llevaremos el cuerpo de Tiamat con los de su especie, sí —respondió Veryn, incapaz de ocultar la tristeza que la muerte de su querida camarada causaba en él—. Aún me cuesta creer que nos haya dejado: llevábamos tanto tiempo juntos...
—Murió luchando por la Serpiente, como juró hacer. A pesar de todo, ese alienígena se ganó mi respeto —aseguró Armin con determinación. Apoyó la mano sobre su hombro y la presionó con suavidad—. Volveremos a vernos, hermano.
Los dos hermanos se despidieron con un cálido pero breve abrazo que ambos guardarían para el recuerdo. Ana besó las mejillas de los tres agentes que dejaba atrás, aquellos a los que ya consideraba familia, y se encaminó a la rampa de acceso de la nave que les llevaría a Fortaleza. Una vez al otro lado, se detuvo justo en la puerta de acceso para volver la vista atrás.
Lanzó un rápido vistazo al hangar. Incluso estando tan lleno como estaba, pudo divisar en la lejanía cuatro figuras que, aunque no aprobaban su partida, no habían dudado en acudir a despedirse de ella desde la lejanía.
Ana alzó la mano en señal de despedida, pero tan solo dos de ellas respondieron: Leigh y el repugnante primate que nuevamente coronaba su hombro derecho.
—Como odio a ese mono —exclamó Ana por lo bajo.
—Ya somos dos.
—¿Sabes? Nunca me lo perdonarán —prosiguió refiriéndose a David Havelock, Philip Gorren y Leigh Tauber.
Armin volvió la vista atrás y miró hacia el lugar donde los tres hombres permanecían en silencio, con las cabezas altas y las miradas llenas de determinación. Horas atrás, antes de despedirse definitivamente de ellos, el maestro Gorren había acudido a visitarle a su celda por última vez.
—Cuida de tu familia, Armin Dewinter; investiga ese lugar, recupérate y mantente vivo. Tarde o temprano llegará el momento de la verdad: el momento de la batalla definitiva contra el Reino, y necesitaré que tanto tú como los tuyos estéis de nuestro lado. ¿Podré contar contigo?
Armin no pudo evitar que una sonrisa aflorase en sus labios al recordar cual había sido su respuesta. Rodeó los hombros de Ana con el brazo y negó suavemente con la cabeza.
—No hay nada que perdonar, Ana —le aseguró—. En el fondo, esto no es más que el principio. Nos vamos, sí, pero ten por seguro que volveremos: la guerra contra el Reino aún no ha acabado.
FIN
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