prólogo
Palacio Gyeongbokgung, dinastía Joseon
A altas horas de la noche y durante el cambio de guardia, un joven se dirigía al pabellón Parujeong con un farolillo en la mano y varias dudas dispuesto a resolver en aquel lugar.
Hacía frío fuera y el pabellón se encontraba bastante alejado de la zona principal del palacio, por lo que por la noche permanecía casi vacío, salvo por algunos intelectuales que todavía estaban trabajando.
El joven no encontró extraño su camino hacia el pabellón, pues era el único que caminaba por aquella zona. Una leve brisa comenzó a levantarse y el joven sé apretó más contra el magoja y apresuró más el paso, cuanto antes llegará antes podría volver al futón.
A lo lejos empezaron a aparecer el edificio con la pequeña montaña boscosa de fondo iluminada por la luna. Dentro de los edificios se podía ver una pequeña luz – seguramente de vela – proveniente del pabellón Parujeong, mientras se acercaba escucho unas leves voces, demasiado bajas como para descifrarlas, pero al parecer estaban discutiendo.
De pronto escuchó un golpe y la vela se apagó para después escuchar como alguien salía corriendo por el césped en dirección al estanque del pabellón Hyangwonjeong a su izquierda. El joven permaneció petrificado en el sitio durante un par de segundos que se le hicieron eternos.
Cuando por fin decidió adentrarse en el pabellón, encontró a una persona vestida de blanco tirada en el suelo, se acercó poco a poco y con el farolillo por delante. Antes de ver el rostro o incluso escuchar a la guardia acercarse vio una mancha de sangre en el suelo, justo cuando los guardias irrumpieron en el pabellón, el farolillo alumbró el rostro del príncipe heredero, pálido y con la mirada perdida. El joven fue arrestado en el acto y se estableció el luto en todo el palacio.
El joven simplemente esperó a que el día de su ejecución llegará, pero alguien dio el cambiazo con otro joven enfermizo y sobornando a los guardias. La chica lo oculto en un carretón entre sacos de arroz y cubierto por paja seca. La salida fue fácil y sin problemas.
Aquellos dos chicos no volvieron a aparecer y el joven enfermizo fue ejecutado por traición al reino y al rey. Se doblaron las guardias para proteger a los herederos y bastardos junto a sus madres y el segundo hijo del rey fue enviado lejos junto a un pequeño grupo del círculo de mayor confianza del rey.
Mientras, otro joven también se preparaba para irse del palacio, pero por diferentes motivos. En búsqueda de motivación y para estar cerca del nuevo heredero. El joven sospechaba que habían inculpado injustamente al chico que habían ejecutado, pero se mantuvo en silencio y decidido a indagar por su cuenta.
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