capítulo 30
Al final no tuve que usar el bote que nos dio el médico y mis heridas casi han desaparecido, dejando marcas blancas que poco a poco desaparecerán, menos las medialunas del brazo, que evito mirar siempre que puedo, pero que en un rincón de mi cabeza no puedo dejar de pensar en ellas.
Poco a poco todo vuelve a la normalidad y la felicidad reina sobre la tristeza y pena que antes adornaban las paredes, aunque esta no duró mucho. Una mañana mientras paseábamos cerca del estanque nos dimos cuenta que Cheonguk estaba muerto, flotaba en una esquina del estanque y sus Colores, antes vivos ahora tenían un color apagado y blanquecino.
Lo sacamos de ahí y lo enterramos en el bosque al lado de casa, todavía no sabemos las causas de la muerte, pero decidimos no darle muchas vueltas, pese al cariño que le habíamos cogido a aquel animal escamoso y colorido. Ahí no quedaron las noticias, esta vez buenas, tres días después de la muerte de Cheonguk llegó una carta de parte de Dong sun.
Espero que todo os vaya bien y que Hwa ahn se esté recuperando de las heridas. Esta carta contiene buenas noticias para todos, los bandidos han hablado y la que estaba detrás de todo es Jeon hyun mi la concubina, como sospechabais.
Mañana mandarán a los bandidos a primera línea de batalla del ejército, según los funcionarios es mejor aprovechar a hombres fuertes que dejarles encarcelados y pudriéndose.
Al ir a por Hyun mi esta no ha opuesto resistencia y una vez ante el rey y los funcionarios ha confesado todo. La muerte del príncipe heredero por sus propias manos, al parecer escondía un pequeño cuchillo que escondía tras elbinyeo. También ha confesado el asesinato de Eom young soo, que fue el mismo procedimiento que el del príncipe heredero y de el secuestro de Gyu jin, donde atraparon a sus secuaces.
Ahora está recluida en su habitación y vigilada siempre comprobando quién entra y que llevan o sacan de la habitación, está esperando una decisión por parte del rey. Su hijo ha sido destituido como quinto príncipe heredero y le han obligado a unirse a la guardia imperial, por lo que le mandaran fuera para su entrenamiento.
Por último, deciros que no volveré a Gyeongsang-do, ya que en unos días también volverán el príncipe heredero junto a su madre y hermanos, ya que el peligro ha desaparecido, aunque supuestamente había desaparecido con tu supuesta muerte Hwa ahn, serán cosas de la realeza.
Espero volver a vernos en algún otro momento.
Dong sun
Miro a Dak-ho tras leer la carta y varias emociones se mezclan en mi interior, él se da cuenta y me quita la carta para dejarla a un lado, suspira y mira el paisaje ante nosotros. El estanque parece vacío sabiendo la ausencia de Cheonguk y con los Dalryok sin florecer, espero que llegue pronto la estación de su floración.
- Se me olvidó decírtelo, pero tuvimos que decirle la verdad a Dong sun porque tarde o temprano se iba a encontrar con Gyu jin mientras te buscábamos. - Esas palabras me tomaron por sorpresa y miro, está sonriendo de una manera cálida. - Se lo tomó bastante bien a decir verdad, aunque al principio pensó que era una broma. - Ríe mientras niega con la cabeza.
- Está bien. Siempre y cuando lo mantenga en secreto no me preocupo. - Sonrió al pensar en su reacción. - No puedo esperar para volver a verlo, a todos, juntos. Sin mentiras de por medio.
Dak-ho me abraza y me acurruco contra él mientras vemos como poco a poco el cielo va cambiando de color mientras el atardecer se acerca, tiñendo el cielo y las nubes de rosa y naranja que contrastan con el azul y el blanco de estos, aunque todavía queda para la puesta de sol, cuando el naranja es más intenso y el cielo más oscuro, donde se pueden empezar a ver las primeras estrellas.
Está en una visión que me gusta mucho, al lado de la persona que más quiero, después de pasar y sufrir por tanto, limpiando mi nombre y sintiéndome agradecido con los que me rodean. No me importaría pasar así el resto de mi vida, sería muy feliz.
Miro a Dak-ho que está distraído contemplando el cielo y aprovecho para darle un beso en la mejilla, tomándole por sorpresa. Él tampoco se queda atrás cuando me besa en los labios, ha sido rápido y suave, que nos hace soltar una risa. Dak-ho toma mi cara entre sus manos y empieza a besarme los lunares, uno a uno, cuando termina sonríe y se dirige a mis labios, le detengo poniendo la mano en su boca, sorprendiéndole, me mira con una mezcla de curiosidad y reproche.
- No soy el único que tiene lunares, Dak-ho. - Río y le beso el lunar de la ceja, que siempre me vuelve loco.
- Sarang, eres muy travieso cuando quieres. - Me toca la nariz con el dedo.
- ¿Por qué me has empezado a llamar así? - Ríe ante la pregunta y me vuelve a tocar la nariz, hincho los mofletes a modo de protesta, lo que le provoca más risas.
- Porque eres mi amor, Hwa ahn. - Me sujeta la cara entre las mejillas y me da un rápido beso en los labios.
Unos aplausos lentos que vienen de uno de los lados del jardín hacen que nos detengamos y nos tensamos, una chica vestida con el hanbok de hombre aparece aplaudiendo lentamente. Nos levantamos y salimos al jardín, Dak-ho me cubre con su cuerpo para protegerme. Ella se sigue acercando, sin aplaudir, hasta que solo unos metros nos separan.
- Qué bonito es el amor. - Su voz me suena, pero no se donde la he oído antes. - Siempre te vas a salir con la tuya. ¿Verdad? - Ha cambiado su voz dulce por una más grave y agresiva.
Ahí es cuando me doy cuenta, me agarro al brazo de Dak-ho para no caer y ella se da cuenta de mi reacción porque empieza a reírse. Claro que su voz me suena, ella es la que me secuestro y mandó a los bandidos a torturarme y ha vuelto, no se para que, empiezo a temblar y antes de decir nada ella se me adelanta.
- Ya te has dado cuenta. Me alegro, pensaba que tendría que explicártelo. - Hace una pausa para recuperar el aire, Dak-ho está confundido, pero no se mueve ni un poco mientras pasa su mirada entre la chica y yo. - Nos volvemos a encontrar, Hwa ahn. - Hace una reverencia. - Encantada de conocerte Dak-ho. - Ahora se inclina ante él.
- ¿Quién eres? ¿Por qué nos conoces? - Dak-ho habla serio, mandando una advertencia a la chica con las preguntas, ella ríe, parece que está loca.
- No soy nadie y soy todo. - Da una vuelta sobre sí misma con los brazos abiertos. - No me dieron un nombre, por lo que no soy nadie. Y cuando la gente me necesita soy todo. Digamos que soy como una parca. - Una sonrisa macabra aparece en sus labios y un escalofrío me recorre.
Reina el silencio y ambos estamos atentos a esa chica, que se pasea por el jardín, siempre a la vista y sin quitarnos los ojos de encima, nosotros ni siquiera nos movemos. Noto el corazón martillear el pecho y agarro la mano de Dak-ho para sentirme más seguro y protegido. Ella suspira sonoramente y vuelve a ponerse enfrente nuestra, parece un poco enfadada y molesta.
- Qué aburridos, ahí quietos. No vais a darme diversión en absoluto, pero bueno, ommoni me dijo que lo hiciera rápido y eso es lo que voy a hacer. - Cada vez estoy más confundido con ella. - Sabéis, todos los delitos que tiene Hyun mi no fueron hechos por ella, no de forma directa al menos. Los provoqué yo, porque ella me los pidió. Ella es mi madre.
Un momento, ¿está loca es la supuesta hija muerta de Hyun mi? Imposible. Pero algo en mí me dice que no, que puede ser posible, porque no explicaron las causas de la muerte y nunca enterraron el cuerpo. No sería descabellado pensar que Hyun mi escondiera a la pequeña y la cuidara en el anonimato, sin nombre, es como si estuviera muerta. Aprieto más fuerte la mano de Dak-ho y él me devuelve el apretón.
La chica está ahí parada, mirando un punto fijo del estanque, Dak-ho aprovecha para indicarme que camine despacio y empezamos a caminar marcha atrás. Cuando estamos lo suficientemente alejado y pensamos que podríamos salir corriendo y refugiarnos en casa ella se lanza con algo brillante en la mano y todo pasa demasiado rápido.
Dak-ho está enfrente de mí, dándome la espalda, con los brazos estirados, mientras yo me cubro con los brazos. Le escucho toser y me incorporo al tiempo que veo como la chica saca algo del cuerpo de Dak-ho y este cae al suelo. Me agacho a su lado y veo la herida en su estómago sangrando.
El miedo y pánico me invaden y con los ojos borrosos por las lágrimas intento cubrir su herida con mis manos, manchandome de su sangre caliente, que me provoca un escalofrío y contengo una arcada mientras lucho por salvarle y contener mis lágrimas que han empezado a rodar por mi cara. Ella empieza a reírse e intento ignorarla, Dak-ho me sujeta de la muñeca y le miro.
- Escapa, déjame aquí, ponte a salvo. - Tose sangre y empieza a llorar, niego sin poder emitir sonido y con un nudo en la garganta. En ningún momento dejó de hacer presión en la herida.
Dak-ho acerca una mano temblorosa a mi cara y me limpia una lágrima, manchandome la mejilla de su propia sangre, vuelve a toser sangre y le escucho respirar deprisa y sin pausa. Empiezo a llorar más fuerte y a negar una y otra vez sin apartar la mirada de él, evitando ver su herida. Pestañeo varias veces para disipar las lágrimas y le veo intentar sonreír, tiene la piel blanca.
- Hwa ahn te quiero y te prometo que estaré contigo para siempre, en esta vida y en otras. Por favor, hazme caso y escapa, ahora que puedes. - Le da un ataque de tos y contengo la respiración.
- No, no te voy a dejar aquí. - Dak-ho me toca la mejilla y esboza otra sonrisa mientras susurra mi pequeño.
Veo el pánico en los ojos de Dak-ho, pero como está tan débil no le da tiempo a reaccionar, cuando me doy la vuelta para ver porque esta así me encuentro cara a cara con la chica, no se qué momento se ha acercado a tanto nosotros. Con una sonrisa que me provoca escalofríos mueve el arma por debajo de mi cabeza y no me da tiempo a esquivarlo.
Noto la sangre llenarme la boca y la nariz con su característico sabor metálico y me llevo las manos al cuello, donde noto la sangre caliente y salir sin parar. Por mucho que tosa y escupa no logro librarme de ella y me cuesta respirar porque lo único que entra es sangre. Empiezo a mirar en todas direcciones y veo manchas negras que no puedo quitar de mi visión por mucho que parpadee.
La veo a ella reírse, pero no escucho nada porque escucho mis propios latidos, miro a Dak-ho que está medio incorporado y con una mano en la herida mientras me mira llorando y parece que pronuncia mi nombre. Las fuerzas me abandonan y caigo sin poder hacer nada, con la vista fija en el cielo del atardecer, Dak-ho me coloca una mano sobre la frente antes de ver todo negro y se que ninguno de los dos va a salir de esta, por lo que con las últimas fuerzas que me quedan le cojo la mano y entrelazo nuestros dedos.
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