capítulo 28

El silencio inunda el lugar y las manos que hasta hace unos segundos me manoseaban lujuriosas se apartan con lo que imagino son expresiones de asco y sorpresa. Al tener un poco de espacio intento respirar despacio y hondo mientras me cubro la cara con las manos y evitar que me vean llorar, me coloco de lado encogiéndome lo más que puedo y deseo que todo esto acabe.

- Manda una carta a su esposo para que vaya a una parte del bosque a recoger el cadáver. - La dureza en la voz de la chica hace que me encoja más, por no hablar de lo que significan estas palabras.

- No sé cómo alguien ha podido caer tan bajo como para hacer esto. - El asco se percibe en la voz de uno de los bandidos.

- Da igual, aunque es interesante el descubrimiento. - La chica ahora curiosa empieza a rondar alrededor de mí. - Esto significa que Hwa ahn no está muerto. - El corazón se me encoge y dejo de respirar por un segundo. - Le tenemos aquí, en carne y hueso. Haciéndose pasar por su hermana.

Se aleja de mí y se lleva a los bandidos con ella, empiezan a susurrar cosas que no llego a entender y tras lo que parecen horas en las que no me muevo, por el impacto de todo lo que está pasando, vuelven y escucho como se abre la puerta.

Al parecer la chica se ha ido, intento levantarme como puedo, pero un puñetazo en la mandíbula me hace caer de nuevo. Escupo sangre y empiezo a notar patadas por todos lados. Me cubro la cabeza con los brazos como puedo y el dolor empieza a llenar cada parte de mi cuerpo, junto al miedo y la sangre y su característico y asqueroso olor.

Alguien me levanta del suelo tirándome del pelo bruscamente y me coloca algo frío y afilado contra la garganta, no me quedan fuerzas para nada y se que este va a ser mi final. Cierro los ojos y la cara de Dak-ho acude a mi mente, empiezo a llorar, aún con la venda en los ojos, al pensar que nunca le volveré a ver y lo que será de él tras esto me rompe por dentro.

El momento nunca llega porque la puerta se abre y caigo, todo es confuso a mi alrededor entre las voces y los movimientos. Todo se calma de pronto y escucho lo que parecen ser caballos y una voz más fuerte que el resto dando órdenes. El corazón se me encoge cuando escucho a alguien asomarse.

- ¡Hwa ahn! - Escucho mi nombre ser pronunciado por una inconfundible voz que no pensé que volvería a escuchar.

Dak-ho se arrodilla a mi lado y me incorpora lentamente, empiezo a llorar y él empieza a quitarme la venda. Abro los ojos con dificultad y le veo ahí con una cara de preocupación que nunca había visto y las lágrimas recorren sus mejillas, me dan ganas de limpiarlas pese al dolor que siento.

Me abraza lo más delicada y lentamente posible y contengo un quejido. Aspiro su aroma a lavanda que pensé que nunca volvería a oler y apoyo la frente en su hombro, escondiendo la cara contra él. Dak-ho empieza a acariciarme la cabeza y lloro más fuerte, pese a que no me quedan lágrimas. Nos quedamos así durante un largo rato, hasta que alguien se asoma por la puerta. Ambos miramos y descubro a mi hermana debatiéndose entre el alivio y la ira.

Nos separamos y Dak-ho me quita las cuerdas que me mantenían los pies unidos y sin poderlos mover como quería. Intercambiamos miradas y el alivio inunda la suya, intento darle una sonrisa y él también lo hace, pero puedo notar la tristeza que intenta esconder.

- Vamos a casa. - Dak-ho se levanta y me tiende la mano, asiento y le dejó ayudarme.

Las piernas me fallan al estar de pie y pierdo el equilibrio, pero Dak-ho es rápido y me sujeta entre sus brazos. Empezamos a caminar hacia la puerta, con todo mi ser apoyado contra él, no damos muchos pasos cuando empiezo a notar que las piernas no me responden y a caer hacia el suelo, aún teniendo a Dak-ho sujetándome lo arrastro conmigo un poco.

Empiezo a verlo todo negro y antes de perder el conocimiento la voz de Dak-ho llamándome es lo último que escucho.

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Abro despacio los ojos y veo un techo de madera que me cuesta un momento reconocer. Miro a ambos lados confuso y analizo todo lo que hay a mi alrededor. Me cuesta un momento comprender dónde estoy, en casa, en la habitación de Dak-ho. Suelto un suspiro de alivio e intento incorporarme despacio, el dolor me acompaña.

Veo a Dak-ho de brazos cruzados y apoyado contra el armario dormido profundamente, sonrió. En ese momento me viene a la mente todo lo sucedido y me abrazo a mí mismo, al hacerlo noto los vendajes alrededor de mi cuerpo y al mirar me veo lleno de estos, incluso los brazos. Empiezo a llorar y me cubro la cara para que los sollozos apenas se escuchen.

Noto que alguien me abraza, levanto la cabeza y veo a Dak-ho a mi derecha, no sé en qué momento se ha despertado y una parte de mí se siente mal, porque se que se ha pasado todo el día despierto, puede que incluso dos días con su noche, cuidando y vigilando que esté bien.

La otra está agradecida y aliviada de que esté aquí, a mi lado, consolándome y dándome apoyo. El haberme salvado y saber que me estuvo buscando durante el tiempo que estuve secuestrado y que nunca se detuvo, igual que yo nunca dude de que me rescatara, menos al final, aun así él fue la primera persona que me vino a la mente antes de casi morir.

- Estaba tan preocupado. - Susurra contra mi hombro y noto como se le quiebra la voz, le aparto para mirarle a la cara. - Pensé que te perdía para siempre y no sabía qué hacer con el vacío que habías dejado. - Una lágrima rueda por su mejilla y se la limpió delicadamente, Dak-ho apoya su mejilla contra mi mano y la dejo ahí.

- No te preocupes, estoy bien. Todo está bien ahora. - Noto la boca pastosa y busco algo de agua con la mirada, Dak-ho me acerca un vaso que agradezco con un movimiento de cabeza.

- Hwa ahn, no ha sido solo por el secuestro. - De pronto su voz se tiñe de un tono serio. - Tus heridas eran tan graves que pensábamos que morirías, has acabado teniendo fiebre.

Todo lo que he dicho me confunde y empiezo a pensar que hay cosas que no me cuadran. Lo último que recuerdo es a Dak-ho y a mi hermana salvándome y después perder el conocimiento y despertarme aquí. Hay una pregunta que no se sí quiero hacer, pero que tengo que hacerlo pese a la respuesta que me pueda dar Dak-ho.

- ¿Cuánto tiempo he estado secuestrado? - Primero empezar con lo fácil, se que allí el tiempo ha sido difícil de saber, pero según las veces que han entrado cálculo dos días, puede que tres.

- Tres días. - Me coge de las manos y suspira, no quiero imaginar lo mal que lo ha tenido que pasar buscándome. Trago saliva y reúno el valor suficiente para hacer la siguiente pregunta, ignorando el dolor en el corazón que me provoca pensar en ello.

- Dak-ho, sé sincero. - Le miro a los ojos y por su expresión ya sabe que es lo que le voy a preguntar. - ¿Qué pasó después de que me rescataras y perdiera el conocimiento? - Dak-ho traga saliva y tarda en contestar, cuando lo hace me mira a los ojos, puedo ver la más profunda tristeza en ellos.

- Te trajimos a casa mientras Gyu jin llamaba a un médico de confianza para evaluarte y curar tus heridas. - Suspira, noto un fuerte dolor en el corazón y los ojos me empiezan a escocer, pestañeo para que se pase. - Estabas irreconocible y lleno de sangre, pensé que te perdía después de rescatarte. El médico nos tranquilizó diciendo que lucías peor de lo que estabas, fue un alivio. Tampoco pregunto por qué estabas así o que había pasado, tampoco porque vestía como una mujer, lo agradecí. - Hace una pausa y toma una bocanada de aire.

Le cuesta contarlo y es comprensible, es duro ver a la persona que amas en ese estado y pensar que va a morir y después tener que revivirlo para contárselo. Le acaricio la mano, dándole mi apoyo y esperando pacientemente. Lo miro de reojo y veo que está llorando de nuevo, le abrazo pese al dolor que siento cada vez que me muevo.

- Te dejamos descansar como nos recomendó y nos íbamos turnando por si despertabas y estabas desubicado o asustado. Al tercer día, Gyu jin noto que estabas ardiendo y volvimos a llamar al médico. - Hace una pausa, pero seguimos sin separarnos, Dak-ho ha apoyado la cabeza en mi hombro, para poder hablar bien sin romper el abrazo. - El médico nos dijo que se te habían infectado algunas heridas y que eso te había provocado la fiebre. Eso mezclado con la mala salud y la deshidratación no auguraban cosas buenas y nos advirtió que nos prepararemos para lo peor.

Le acarició la cabeza y ambos soltamos un suspiro, Dak-ho me toma la mano y me la besa, después no me suelta y empieza a acariciar el dorso y la muñeca. Apoyo mi cabeza contra la suya y le doy un beso en la sien. Suelta un suspiro de alivio y tras otro rato de silencio vuelve a hablar.

- No me separe de ti desde entonces, estuviste en cama sin despertar seis días. Ahora puedo respirar aliviado, estás bien y a salvo. Has sido muy valiente por aguantar tanto y todo lo que te han hecho. - Le levantó la cabeza para que me mire.

- Tú también, Dak-ho. Has sufrido mucho, pero eso ya no importa, podemos compartir el dolor ahora que estamos juntos. No volverá a pasar nada malo de nuevo, te lo prometo. Nunca te dejaré de nuevo.

Nos abrazamos entre lágrimas mientras nos susurramos palabras de consuelo el uno al otro. Noto que nos observan y al abrir los ojos veo en la puerta a Gyu jin y Taeyang, al parecer nos han escuchado hablar y han venido a ver qué pasaba. Por como mi hermana se apoya en Taeyang mientras se limpia los ojos han estado escuchando todo. Suspiro y el alivio me recorre el cuerpo mientras noto el calor que desprende el cuerpo de Dak-ho.

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