capítulo 25
Después de descubrir al verdadero asesino del príncipe heredero, Dong sun intentó empezar una investigación sobre la sospechosa, la cual recibió confirmación hace apenas unos días, tras dos semanas de espera. Tras la última carta explicando los procedimientos que van a seguir no hemos recibido nada más.
Por parte de Gyu jin tampoco hubo novedades por parte de su contacto, le comento lo que nos dijo Dong sun. Actualmente, estamos en un punto muerto, ya que no hay noticias ni avances, mientras esa asesina sigue libre y quién sabe si estará planeando otra muerte.
- Hwa ahn, ¿estás bien? - Dak-ho se acerca después de retirar la nieve del jardín donde está el estanque.
- Si, perfectamente. - Levantó la vista y veo la preocupación en su cara, intento darle mi mejor sonrisa antes de contestar. - Es solo que todo esto es demasiado para mí. - Juego con mis manos sin poderle mirar.
Dak-ho se agacha y veo sus manos entrar en mi campo de visión, una deteniendo mi movimiento inquieto y la otra levantándome la barbilla delicadamente para mirarle. Al hacerlo veo ternura en su mirada y suspiro mientras dibujo una sonrisa, esta vez de felicidad.
- No te preocupes, todo saldrá bien. - Me da un beso en la punta de la nariz y se me escapa una risa.
- No es por eso. - Poco a poco noto como ambos nos tensamos ante el tema, aunque las sonrisas no desaparecen de nuestras caras. - Pensar en que todo lo que pasó hace cuatro años va a salir a la luz, es como reabrir una herida que nunca llegó a cicatrizar. - Hago una pausa antes de seguir, creo que lo siguiente es lo más difícil de decir en voz alta. - Aunque limpie mi nombre, voy a seguir muerto y eso no se puede negar.
Noto las lágrimas a punto de salir y aprieto inconscientemente la mano de Dak-ho. Empiezo a notar un nudo en la garganta que no me deja hablar y que poco a poco me deja sin aire, aunque tome grandes bocanadas siento como si me faltara el aire.
Sé que estoy a punto de tener un ataque de pánico, el cual no me daba desde hacía tiempo y me preparo para lo que viene a continuación. El momento nunca llega porque Dak-ho me abraza y acaricia la cabeza, me sorprendo y noto como me rompo y empiezo a llorar desconsoladamente.
- Tranquilo, llora todo lo que quieras, estoy aquí para ti Hwa ahn. Siempre. No lo olvides.
No se cuando me he quedado dormido tras llorar esa tarde, solo se que Dak-ho me ha llevado a la habitación para que descansara, porque es ahí donde me despierto, con dolor de cabeza y los ojos hinchados. Al mirar a mi alrededor veo un vaso de agua a un lado y un cojín al lado del futón.
Me incorporo en el momento en el que se abre la puerta y Dak-ho entra, con una expresión de alivio en la cara al verme despierto. No me da tiempo a decir nada por qué corre a abrazarme y le noto temblar y soltar un suspiro de alivio. Nos separamos y me coge tiernamente de la cara, mirándome fijamente a los ojos.
- Sabes el susto que me has dado y lo preocupado que estaba. - Veo la preocupación en sus ojos y noto como algo dentro de mí se rompe al verlo así. Acerco mi mano a su mejilla y suspira, todavía está temblando un poco.
- Ya estoy bien, no te preocupes Dak-ho. - Veo una lágrima rodar por su mejilla y se la limpió delicadamente, después le abrazo y Dak-ho empieza a llorar, en silencio.
Es la primera vez que le veo llorar y estar así de preocupado y nervioso, Dak-ho, el que parecía tan frío y serio a simple vista. Él que resultó ser una persona completamente diferente, tierna y dulce. Nunca pensé que le vería de esta manera, roto y sufriendo. Me odio por haberle hecho preocupar de esta manera y en el silencio en el que nos encontramos y con Dak-ho llorando contra mi hombro me prometo que nunca le volveré a hacer sufrir y que le protegeré.
Nos separamos y juntamos nuestras frentes con una sonrisa y los ojos hinchados de llorar. Dak-ho me da un beso corto en los labios y me coge de la mano llevándome con él, le sigo sin preguntas con confianza ciega. Acabamos en la cocina, Dak-ho había cocinado algo simple, pero todavía humeaba y cenamos después de saber que el uno no puede vivir sin el otro.
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Separamos nuestros labios en la oscuridad de la habitación, con la respiración entrecortada y la lengua adolorida. Aquel momento llegó en un abrir y cerrar de ojos, tras cenar y lavar los platos, fuimos a la habitación y sin quitarnos el hanbok empezamos a devorarnos, con el corazón latiendo en mis oídos.
El frío llena el espacio durante el rato que estamos separados y cogiendo aire, pero dura poco porque volvemos a unir nuestros labios y a caminar hacia el futón. Dak-ho se separa un poco, me coge por la cintura y un brillo travieso cruza sus ojos antes de hacernos caer sobre el futón. Abro los ojos y me lo encuentro encima, con los brazos a los lados de mi cabeza y con una sonrisa pícara.
- Si no me detienes voy a seguir. - Susurra entrecortadamente. - Me vuelves loco y no me puedo contener más.
Le cojo de la cara y le planto un beso en la boca, dejándole sorprendido y ahora es mi turno de sonreír de esa manera tan sensual, que seguramente no me quede igual que a él. Sonríe de nuevo de esa manera que me vuelve loco y junta nuestros labios apasionadamente y la ropa empieza a molestar porque empieza a hacer calor.
Durante el beso mis manos se mantienen agarradas al jeogori de Dak-ho haciendo que poco a poco se empiece a abrir, dejando el de color blanco a la vista. En cambio, sus manos no paran de moverse mientras intenta quitarme el jeogori sin mucho éxito y se retira frustrado. Quitándose ambos jeogori dejando a la vista se pecho y abdomen, los cuales me quedo mirando embobado.
Dak-ho se ríe ante mi reacción, lo que me saca del trance y me incorporo un poco, lo justo para quitarme el jeogori qué tantos problemas le había dado a Dak-ho, para después volvernos a comer a besos y notar como la ropa que queda nos va abandonando poco a poco.
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Me despierto sobre el pecho desnudo de Dak-ho y tras unos momentos de duda e incertidumbre lo sucedido anoche acude a mi mente y el calor me sube por el cuello, por lo que me cubro la cara con las manos. Unas manos extra me las retira y al mirar un poco hacia arriba me encuentro a Dak-ho sonriente y radiante como nunca antes le había visto.
Entierro mi cara en su pecho, la lavanda me inunda la nariz y sus latidos las orejas, Dak-ho me acaricia suavemente la cabeza y de vez en cuando me deja algún beso. El tiempo pasa, pero nosotros nos quedamos en esa postura, dejándome tiempo para procesarlo todo, lo cual agradezco.
Cuando me calmo un poco e intento incorporarme un fuerte dolor me golpea la espada, con una queja leve vuelvo a tumbarme en la posición de antes y me llevo una mano a la espalda. La mano de Dak-ho también va a mi espalda y le empieza a subir y bajar despacio.
- Creo que me pase un poco anoche, lo siento por eso. Deberías ir despacio y con cuidado, no quiero que te lesiones más. - Asiento contra su pecho y cierro los ojos porque el dolor se empieza a hacer un poco más fuerte.
Aquel día Dak-ho no se separa de mi lado ni me dejo solo en ningún momento, tampoco me dejo hacer gran cosa, alegando que me haría más daño del que ya tengo en la espalda y eso es lo que menos quiere. Su ternura y atención me dejaron todo el día con una sonrisa y con varios besos en la cara.
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