capítulo 21

Tras una larga mañana y varios tés de por medio, ya se acercaba la hora de comer, pese a que insistimos en que Dong sun se quedara a comer, él se negó todas y cada una de las veces, diciendo como excusa que no tenía tiempo y que la licencia que había pedido para salir estaba llegando a su fin.

Durante el rato que dejé a ambos solos hablando me dispuse a preparar la comida, así que antes de salir a despedir a Dong sun le guardé un poco en un envase de madera y después lo envolví con un pañuelo para mayor seguridad. Al salir de casa el sol brillaba y emite un ligero calor, el cual hizo que levantara la cabeza en su dirección y me quedara un rato absorbiendo la luz del sol bajo la antena mirada de ambos y fueron sus risas las que me sacaron del ensimismamiento.

- Dong sun ssi, espere. - Digo mientras me acerco a paso rápido. - Llévese esto para el camino, y no acepto y no por respuesta. - Le miro serio y con el paquete extendido, él lo toma y lo guarda en las alforjas del caballo.

- Gomapseumnida. - Dice mientras me acaricia la cabeza. - Por cierto Gyu jin, no hace falta que seas formal conmigo. Tengo la misma edad que Dak-ho, pero podemos hablar normalmente y sin tanto formalismo. - Dak-ho niega con la cabeza y observamos como Dong sun monta en el animal.

- Seguiremos en contacto con Hyung. - Grita Dak-ho mientras el mencionado se aleja animando al caballo para que acelere el paso.

Dak-ho pasa un brazo sobre mis hombros y nos dirigimos a casa, despacio, disfrutando del calor que nos brinda el sol. Suspiro y Dak-ho me mira, levantando una ceja, está esperando a que le responda a una pregunta que no ha sido formulada, pero que con su expresión se adivina.

- No es nada, no te preocupes. - Hago una pausa y le miro, al hacerlo no puedo evitar sonreír, aunque parece que la tristeza la opaca y Dak-ho me da un beso en la frente.

- Parece que el invierno poco a poco está llegando a su fin. - Observa su entorno antes de mirarme y sonreír. - Cuando todo esto pase podemos pedir presentado algún caballo en el pueblo, soy pésimo montando, pero sé defender algo. - Le miró sorprendido por sus palabras, pro solo dura un segundo porque la felicidad me inunda de tal manera que me lanzo a sus brazos para fundirnos en un abrazo y reírnos.

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Con el paso de los días poco a poco se va notando el calor de la primavera, y aunque por las noches sigue haciendo frío, no es tan fuerte como antes. La nieve poco a poco también ha dejado de caer y se está empezando a derretir, aunque de una manera lenta, aunque no es un inconveniente porque no tenemos prisa por ir al mercado a comprar, todavía tenemos bastantes cosas y no nos falta nada.

El sospechoso del asesinato sigue siendo un misterio y no hemos avanzado nada, Dong sun tampoco ha encontrado más información, pero nos confirmó hace poco que ha logrado contactar con alguien en Gyeongbokgung que le dará información sobre los tres sospechosos, la concubina, el guardia y el eunuco.

El mismo día que nos llegó la carta de Dong sun, por la noche nos llegó otra por parte de Gyu jin, de la misma manera que el resto. La carta de mi hermana me alegro bastante, ya que desde que nos encontramos en persona hace casi dos meses ya no hemos tenido noticias de ella.

Me he preocupado por ella y muchas veces he pensado en escribirle o salir en su búsqueda, pero como me repetía cada vez Dak-ho es imposible salir a buscar a alguien que no quiere ser encontrado y el cual ha dicho que no está en contacto con ella. Aunque tenía razón y acababa resignado y abandonando la idea de salir a buscarla los pensamientos sobre que algo malo podría haberle pasado no paraba de rondarme. Para mi suerte Dak-ho ha estado siempre ahí apoyándome y cuidándome.

Cuando volví con la carta, que resultó ser un simple papel atado de manera brusca a una piedra, Dak-ho me esperaba de brazos cruzados y sentado en el futón. Como todas las veces que recibimos cartas de Gyu jin, siempre las leemos en la habitación, el lugar más alejado y protegido de miradas y oídos indiscretos.

El mensaje era corto, con una dirección y un lugar, una hora y un día exactos, escrito sin cuidado y con manchas de tinta por algunos bordes, también algunas arrugas y zonas dobladas y rotas por la piedra y la caída.

Detrás de casa de nuestros padres, por la zona del patio interior, al lado del ginseng, el de fuera.

Dentro de cuatro días desde que recibes esta carta, empezando por mañana.

Sobre la hora del atardecer.

Espérame, te lo contaré todo, te lo prometo. Trae a Dak-ho.

Esta vez no iba firmada, pero reconoció la letra de Gyu jin en cualquier sitio, aunque estuviese mal hecha o con prisas. A simple vista podría parecer una nota escrita por cualquiera, incluso una trampa, pero los trazos delicados en ciertas consonantes son firma de Gyu jin y si has vivido toda la vida con alguien al final acabas reconociendo sus manías en todos los aspectos de su vida.

Tras leer la nota miro a Dak-ho, que sigue inmerso en ella, al parecer intentando descifrar el lugar, el cual está escondido dentro de los terrenos de casa y que muy pocos sabemos de su existencia. Otra prueba más de que Gyu jin es la que nos ha escrito.

Cansado levanta la cabeza, suspira y me mira, enarco una ceja y le devuelvo la mirada. Se que sospecha que puede ser una trampa y algo dentro de mí también lo piensa, pero intento mantenerlo bajo control y ser positivo al respecto. Para darle seguridad a Dak-ho le sonrió y le tomó de la mano, acariciándole el dorso y jugando distraídamente con sus dedos mientras me hundo en su mirada.

- Si tú estás al cien por ciento seguro de esto, confiaré en ti. - Dice tras un rato mirándonos en silencio. Sonrió y le doy un corto beso en los labios, Dak-ho sonríe de vuelta.

- Confía en mi Dak-ho, hay varias pistas en las que puedo confiar y saber que no es ninguna trampa. - La confianza que irradio es suficiente como para que las pocas dudas que le quedaban desaparezcan.

- Cómo no confiar en ti Hwa ahn. - Me abraza y eso me pilla por sorpresa. - Eres la persona más tierna que he conocido jamás. - Me da un beso en la punta de la nariz y río. - Por eso he caído ante tus encantos. - Ahora es turno de la frente. - Te quiero mucho. - Beso en la cabeza. - Te amo con todo mi ser. - Me deposita un corto beso en los labios.

- Yo también te amo. - Le devuelvo el beso y unimos nuestras frentes, sintiendo la intimidad del momento y la felicidad que nos rodea junto a la paz y tranquilidad. Ojalá poder guardar ese momento para siempre o quedarnos así.

Dak-ho me coge por la barbilla y me hace levantar un poco la cabeza para mirarlo a los ojos, la lavanda me inunda las fosas nasales y aspiró con más fuerza aún para captar ese aroma que tanto me gusta, Dak-ho ríe y me acaricia suavemente la cara, siguiendo la mandíbula hacia la oreja izquierda. La deja ahí durante un rato y unimos nuestros labios, lentamente y sin prisa. Tras unos segundos el beso se vuelva más apasionado, más urgente y el calor provoca que la ropa empiece a estorbar, pero no quiero separarme de él, todavía no.

Me acerco más a él, pasando mis brazos alrededor de su cuello y haciendo desaparecer el poco espacio que nos separaba. Dak-ho mueve la mano a mi cuello y entierra un poco los dedos en mi pelo, acercándome a él, si es posible. La urgencia aumenta y la pelea de lenguas no tarda en llegar y con ella el movimiento errático de nuestras manos por el cuerpo del otro, intentando juntarnos más, sentir al otro.

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Los cuatro días se me hicieron demasiado largos y no podía pensar en otra cosa, lo que provocaba que se hicieran el doble o triple de largos. Dak-ho intentaba que se me pasaran más rápido, dejando de lado sus tareas y pasando más tiempo conmigo o paseando por el jardín. Lo cual ayudaba en parte.

Poco a poco quedaba menos para reunirme con Gyu jin y cada vez me ponía más nervioso. Decidimos salir antes de tiempo, para ir despacio y disfrutando del paisaje. Aun así llegamos bastante pronto a casa de mis padres, la cual está pasado el pueblo, en una zona llana rodeada de más casas. Todas ellas pertenecientes a los de altas esferas y las cuales permanecen vacías, por diferentes motivos los cuales nunca me paré a pensar.

Quedaban alrededor de tres horas para el atardecer, así que decidimos pasear por la zona, después de verificar el lugar de la nota y confirmar su existencia, todo provocado por los nervios. Lo bueno de la zona es que al estar vacía podía pasear tranquilamente de la mano de Dak-ho, algo que nos daría mucha vergüenza en público.

Cuando quedaban dos horas todavía, para el atardecer y para el encuentro, y cansados de pasear nos quedamos al lado del ginseng, esperando y hablando de trivialidades. Durante una de nuestras conversaciones notamos movimiento por la zona del bosque, la que está más alejada. Dak-ho me pone a su espalda, protegiéndome de cualquier peligro.

Con el corazón en un puño y con solamente estos para defendernos esperamos nerviosos al peligro que se nos acerca, si es un animal podemos simplemente alejarnos con cuidado por si nos ataca, si, por el contrario, es una persona es hora de pelear. Tras unos tensos minutos dos personas aparecen detrás de un árbol, ambas con la cabeza y cara tapadas y vestidos con colores oscuros para camuflarse.

Dak-ho no se relaja y se tensa todavía más cuando ambas figuras empiezan a acercarse, los dos se quitan el pañuelo dejándolo sobre los hombros, aunque todavía hay luz, esa zona está poco iluminada a esas horas, ni pensar lo oscuro que tiene que estar al atardecer. Y pensar que vivía ahí con los peligros acechando por cualquier lado.

- Sabía que no podrías aguantar hasta el atardecer. - Mira hacia atrás para dirigirse a su acompañante. - Te lo dije, que suerte que vinimos antes de tiempo.

La voz me sonaba bastante, pero no podía ponerle cara o reconocer a quién pertenecía. Cuando salió a nuestro encuentro pude reconocer a mi hermana, sin darle tiempo a Dak-ho a reaccionar y dejándole con el brazo estirado para intentar agarrarme, corro al encuentro de mi hermana, con lágrimas en los ojos y nos fundimos en un abrazo.

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